prologo
Determinación
Narrador
Vemos a un chico albino mirando empapado de basura, mirando hacia abajo aguantando las ganas de llorar, por las humillaciones que el molesto de Chanderls le hacía; todos los estudiantes de la cafetería se reían de él, pero el albino no le importo eso, si no que sus amigos y mejor amigo también se reían, el pobre albino se sentía traicionado, nadie ayudaba al pobre chico, lo único que hizo es salir de aquel lugar.
El pobre muchacho corría las pistas de la calle, con lágrimas, pero, cuando iba a llegar a casa, se calmó, limpio sus lágrimas y fingió una sonrisa.
No quería que sus hermanas se metieran en esto, tenía vergüenza que lo vean como estaba, cuando abrió la puerta de su casa, no había nadie, por suerte todos estaban en sus escuelas, pero aun sus padres estaban ahí, camino despacio pero muy despacio, su fin fue cuando el rechinar de la escalera, quien alerto a los padres del chico, el chico se paralizo por eso, los señores Loud miraron al chico y se preocuparon por sus lágrimas.
_ ¡hay dios mío que te paso hijo! _ grito la madre del peliblanco, quien se acercó a él y lo abrazo; el joven Lincoln Loud al sentir el afecto de su madre se derrumbó, lloro mas no poder, mientras que su madre solo acariciaba el cabello blanco de su hijo.
Después unos momentos el chico cayo dormido en los brazos de su madre, quien lo cargo hacia la habitación de ella y su esposo, al acostarlo el cama se pudo ver como el chico aun lloraba, aunque estaba dormido no dejaba que sus lágrimas se detuvieran.
La señora Lloro por el estado de su hijo, le preocupo verlo de esa forma, el jefe de la casa Lynn Loud abrazo a su mujer, mientras ella lloraba en su pecho y le pregunto a su esposo como lo podríamos ayudar a su hijo, el hombre miro a su pequeño hijo, él tenía una voluntad muy fuerte, tendría que haber sido algo muy malo para que termine de esa forma, pero, no tenía la respuesta que su esposa quería _ no lo es mi amor.
Un par de horas después el albino se despertó, sintió un brazo en su cabello, miro de dónde provenía y encontró, algo que lo hizo recapacitar, su madre llorando, el sabia el motivo por la cual lloraba, eso le hizo sentir mal, apretó los puños, se relajó y suspiro, miro a su madre para después abrazarla, cosa que sorprendió a la matriarca Loud, quien también correspondió el abrazo.
Después de que la situación se calmó, Rita Loud hablo _ ¿qué paso hijo? _ El albino bajo la cabeza antes de responder _ me botaron comida enzima, después todo el mundo se rio de mí, mis amigos se burlaron de mi mama _ el albino dijo con un par de lágrimas; la señora Loud, se enfureció por escuchar eso y pregunto quién lo hizo; el peliblanco conto todo y cuando su madre iba a llamar a la escuela él lo freno diciéndole que va empeorar todo, ella comprendió lo que su hijo le había dicho, de pequeña a ella le hacía un poco de bulín en su escuela, entendía la preocupación de su hijo, la madre Loud acepto y escucho la última petición de su hijo "no le digas a mis hermanas" eso lo tomo a consideración.
_ y bien hijo quieres un poco de lasaña _ el señor Loud pregunto a su único hijo, el chico peliblanco negó con su cabeza de izquierda a derecha y dijo _ saldré a caminar _ el muchacho se aproximó a la puerta de salida dejando atrás a sus padres preocupados por la actitud depresiva de su hijo.
a sus padres preocupados por la actitud depresiva de su hijo.
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En un lago muy bello, donde los peces habitaban a montones y un pequeño puente que no iba ninguna dirección, solo era para las personas que pescaban en ese lugar, un peliblanco se encontraba en mirando los dichos peces, las gotas de sus ojos caían el lago haciendo que algunos animales acuáticos se asusten y se retiren de donde estaba el albino.
Tan concentrado en lo que había pasado, que no se dio cuenta que un señor con cabello largo hasta la cintura, con su caña de pescar y un pequeño balde. Caminaba hacia él o mejor dicho al lado de él; el señor se sentó a lado de él y al ver al chico llorando, se preocupó, entonces hablo _ ¿un día largo? _ pregunto al chico.
El joven albino dejo sus pensamientos para ver a sujeto que estaba a su lado y se sorprendió cuando vio el cabello de dicho señor, era blanco como el suyo; tenía unas líneas rojas en sus ojos hacia abajo, terminando en su cuello, no lo tomo mucha importancia y dijo _ si un día de mierda _ el chico le había respondido y al percatarse que dijo una mala palabra se disculpó _ o disculpa por decir eso, es que de verdad fue el peor día de mi vida _ el sujeto se rio, y hablo_ o no tienes que disculparte joven, todos lo decimos en cualquier momento, entonces me compartirá su historia _ termino de decir el albino con pelo largo; y el peliblanco menor le narro su día, como fue humillado delante de todos, como sus amigos se rieron y de lo que provocó su estado, ver llorar a su madre, eso lo enfureció un momento después solo se calmó y siguió explicando cómo llego aquí.
_ sí que fue un día muy malo, toma _ el peliblanco mayor, le entrego una mitad de un helado que tenía, el albino menor agradeció por el helado y lo empezó a saborear empezando a relajarse un poco.
¿Y qué harás? _ pregunto el mayor de los dos albinos a su contratarte menor; el pequeño entendió a lo que se refería, pero no tenía la respuesta no tenía la fuerza para si quiera defenderse, no tenía el apoyo de nadie, tal vez el de su familia pero no quería que ellos salgan perjudicados.
_ no tengo idea, tendré que aguantar el dolor, no quiero que mi gente preciosa salgan lastimados en mis problemas, no soy fuerte para defenderme o hacerles frente a ellos, solo soy un don nadie _ el joven peliblanco bajo la cabeza y siguió _ no tengo talento en nada y mi pasión para el dibujo, parece como dicen mis hermanas o yo cuando estoy solo, es un simple sueño _ entonces el joven empezó a llorar de nuevo y pregunto al señor de larga cabellera; quien se veía expectante, las reacciones y palabras del muchacho _ ¿usted tiene algún consejo de lo que pueda hacer? _ el joven miro al señor y de nuevo se sorprendió, el señor de su misma rareza, tenía una sonrisa muy sincera, cuando iba a preguntar por ese detalle, él lo interrumpió _ luchar _ el chico frunció el ceño y dijo _ que no acaba de escuchar que no puedo ni siquiera hacerles un rasguño.
El señor de larga cabellera blanca, le respondió al muchacho _ lo escuche joven, por eso deberás esforzarte, porque mi entrenamiento no será nada fácil _ termino de decir con una sonrisa zorruna; el joven solo abrió un poco la boca por la impresión de las palabras del sujeto, en su cabeza tenía muchas preguntas, entonces solo pegunto y ya _ ¿Quién eres?
Como si fuera un tipo de presentación barata, el hombre de cabellera blanca levanto su mano izquierda y la puso detrás de su cadera como si fuera un tipo de bofetada y la otra la puso adelante se arrodillo un poco y grito _ ¡me agrada que preguntes, soy el ermitaño del valle Myōboku, el espíritu sabio e inmortal, ese soy yo el sabio de arte marcial de los sapos, Jiraiya! _ termino su presentación mirando al chico, quien solo se aguantaba las ganas de reírse en ese momento.
_ Entonces maestro Jiraiya, cuando empezamos el entrenamiento _ el joven albino pregunto su nuevo maestro; quien se tocó el mentón y cerro los parpados, haciendo como si pensara algo_ será a la cinco de la mañana empezando hoy, regresa a tu casa chico y descansa, porque, tendrás que derramar sudor y lágrimas para superar este entrenamiento _ el muchacho asintió y se dio la vuelta para irse a su casa, entonces él se golpeó la frente por lo idiota que era _ ¿maestro Jiraiya, donde lo encuentro? _ Jiraiya, le salió una gota estilo anime en su nuca y solo rebusco su bolsillo para entregarle su obra maestra; el peliblanco observo todo los movimientos de su maestro por curiosidad y cuando el saco un libro pequeño naranja, se lo dio _ en la última página encontraras mi dirección, lo que te estoy regalando es una mis obras maestras, léelo te lo recomiendo _ dijo con una sonrisa morbosa, que erizo la piel del joven Lincoln, caminando de nuevo hacia su casa dijo _ gracias por el regalo y el consejo maestro, le veo mañana _ entonces el joven Lincoln salió del lugar dejando al ermitaño con una sonrisa orgullo.
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