Capítulo III: Corazones en Armonía


Eddie finalmente llegaba a la concesionaria de su padre donde el trabajaba. Su padre, Salvador Guerrero, era conocido como "El Rey de los Motores" en la ciudad debido a su éxito en el negocio de automóviles. Eddie había crecido entre motores y herramientas, aprendiendo el oficio de su padre desde una edad temprana.

El negocio familiar consistía en dos partes principales: Por un lado, tenían la venta de autos usados, nuevos, e incluso compraban los viejos autos de sus clientes. Por el otro lado, estaba el taller automotriz, donde se encargaban de las reparaciones de los autos de los clientes, de la concesionaria y la restauración de viejos vehículos que posteriormente ponían a la venta.

Eddie se había convertido en un experto mecánico y era muy apreciado por los clientes por su habilidad y su trato amable.

Al entrar a la concesionaria, Eddie fue recibido con una sonrisa por parte de su padre, quien estaba ocupado atendiendo a un cliente.


— Hola, pa —saludó Eddie con entusiasmo—. ¿Cómo va todo por aquí?


Salvador levantó la mirada y sonrió al ver a su hijo.


— Que tal, mijo. Todo marcha bien, como siempre. ¿Y tú? ¿Cómo estuvo tu día en la escuela?

— Fue un día tranquilo. Pero tuve un pequeño contratiempo con Mandee y algunas chicas de la escuela.


Salvador esbozo una pequeña sonrisa ante el comentario de su hijo.


— Mijo, eres todo un rompecorazones, no cabe duda de que heredaste el encanto Guerrero — comentó Salvador, bromeando con Eddie.


Eddie sonrió, aunque un poco incómodo por la situación.


— Pa, no es para tanto. Solo fue un malentendido.


Salvador asintió, entendiendo la situación de su hijo.


— Lo importante es que lo resolviste. Ahora, ¿te puedo pedir un favor?


Eddie levantó una ceja, curioso por saber qué necesitaba su padre.


— Claro, pa. ¿Qué necesitas?


Salvador explicó que tenía un cliente que necesitaba que revisaran su auto en el taller y que le gustaría que Eddie se encargara del trabajo. El asintió y se dirigió a la parte trasera de la concesionaria, donde tenían el taller automotriz.

El taller estaba repleto de autos por todos lados, y Eddie trabajaba diligentemente intentando terminar algunas reparaciones antes de que llegara la hora de cerrar. A pesar del bullicio a su alrededor, Eddie se sentía tranquilo y concentrado en su trabajo.

Después de unas horas de arduo trabajo en el taller, Eddie finalmente terminó con las reparaciones del auto de su cliente. Se aseguró de que todo estuviera en orden antes de poder entregarlo. En esos momentos, se sorprendió al ver a su amigo en el taller con una pizza.


— ¿Alguien ordeno una pizza? — comentó Bobby con la pizza en mano.


Al escuchar la voz de su amigo, Eddie dejó por un momento lo que estaba haciendo y se acercó a él.


— ¿De verdad trabajas ahora en la pizzería? — Comentó Eddie mientras se limpiaba la grasa de las manos.

— Bueno, necesito dinero para poder llevar a Lori a una cita decente, ¿no crees? —respondió Bobby con una sonrisa pícara.


Eddie rió ante la respuesta de su amigo.


— Eso suena a un buen motivo. Pero ¿no te cansa tener dos trabajos?


Bobby encogió los hombros con indiferencia.


— Un poco, pero escuché que a las mujeres les gustan los hombres trabajadores. Además, siempre es bueno tener un poco de dinero extra — comentó con una sonrisa mientras tomaba un pedazo de pizza.

— Es bueno que tengas dinero extra. Porque no te voy a pagar esa pizza después de haberla manoseado.


Bobby se rió y le lanzó otro trozo de pizza a Eddie.


— ¡Oh, vamos! No seas tacaño, Guerrero. Sabes que siempre compartimos todo.


Eddie atrapó el trozo de pizza y se rió junto con su amigo.


— Tienes suerte de que Lori te quiera tanto. De lo contrario ya te hubiera dado una paliza por comerte mi comida.

— Si, tengo suerte de tenerla. No sé cómo agradecerte por presentármela y haberme ayudado a salir con ella

— No hay problema, Bobby. Me alegra que las cosas estén yendo bien entre ustedes dos.

— En serio, hermano. Para agradecerte, te organicé una cita con Carlota.


Eddie levantó una ceja, sorprendido por la propuesta de Bobby.


— ¡Que hiciste!, ¿Qué?


Bobby rió ante la reacción de Eddie.


— ¡Exacto! Te conseguí una cita con Carlota. Sé que te llevarás genial con ella — comentó con una risa ante la reacción de su amigo.

— Bobby, ¿qué pendejada hiciste?


Al escuchar la respuesta de Eddie, Bobby frunció el ceño, un poco confundido por la reacción de su amigo.


— ¿Qué pasa, Eddie? ¿Por qué no te emociona la idea de salir con Carlota?


Eddie suspiró, tratando de explicarse.


— No es que no me emocione, Bobby. Es solo que... bueno, no estoy seguro de estar listo para salir con alguien en este momento.

— Oh, vamos carnal. Jamás te he visto teniendo interesado en alguien, y me estoy empezando a preocupar.


Eddie soltó una risa nerviosa ante el comentario de su amigo.


— Bueno, eso no significa necesariamente que no esté interesado en alguien. Simplemente, no he encontrado a la persona adecuada todavía, ¿sabes?


Bobby asintió, comprendiendo un poco mejor la situación de Eddie.


— Entiendo, hermano. Pero ¿qué te parece si le das una oportunidad a Carlota? Podrías divertirte y pasar un buen rato. Además, quién sabe, tal vez descubras que tienes más en común de lo que crees.


Eddie reflexionó por un momento, considerando la idea de Bobby.


— Supongo que no perdería nada con intentarlo. Aunque me siento un poco nervioso por salir en una cita después de tanto tiempo.


Bobby le dio una palmada en el hombro con ánimo.


— ¡Eso es, Eddie! ¡Así se habla! Te prometo que te divertirás con Carlota. Además, siempre sales con Lori y Lenio. No creo que sea una experiencia muy diferente.

— Bueno, ellas son casi como mis hermanas. Es muy diferente a salir en una cita de verdad —respondió Eddie, reflexionando sobre la idea.


Bobby asintió, comprendiendo la perspectiva de su amigo.


— Entiendo lo que quieres decir, pero a veces es bueno salir de tu zona de confort y probar cosas nuevas. Además, quién sabe, tal vez Carlota sea diferente a lo que esperas.

— De acuerdo, wey. Pero para la próxima, consúltame antes de hacer alguna locura como organizar citas a ciegas.


Bobby rió ante la respuesta de Eddie.


— ¡Entendido, hermano! Prometo no volver a organizar citas sin consultarte primero.

— Gracias, wey. Ahora cambiando de tema, ¿estas listo para este sábado en la noche?


Bobby asintió con una amplia sonrisa.


— ¡Claro que sí! ¿Cómo podría olvidarlo? ¡Será una noche épica!

— Exactamente, he estado trabajando duro en ese viejo Dodge y llego la hora de ponerlo a prueba en la pista.

— Eres un gran mecánico, Eddie. Estoy seguro de que ese auto va a ser una máquina en la pista —dijo Bobby con admiración.


Eddie sonrió, agradecido por el elogio de su amigo.


— Solo recuerda, Roberto. Ni una sola palabra a nadie sobre esto. Si mis padres llegaran a enterarse de que estaremos corriendo en carreras clandestinas, seguramente me mandarían a un colegio militar o algo peor.

— No te preocupes, bro. Aunque me siento mal al ocultarle cosas a Lori.

— Créeme, Wey. Sin problemas le confiaría mi vida a Lori o a Leni. Pero no quiero que se preocupen por mí si se enteran de esto. Además, tú sabes cómo es Lori cuando se trata de mantenernos fuera de problemas.


Bobby asintió, comprendiendo la preocupación de Eddie.


— Lo entiendo, compadre. No te preocupes, guardaré silencio como una tumba.


Eddie le dio una palmadita en el hombro a Bobby, agradecido por su comprensión.


— Bien, aun tengo algunas cosas que hacer en el taller antes de cerrar. Así que nos veremos mañana en la escuela.

— Claro. Por cierto, mañana Carlota se inscribirá. Así que seria buen momento para que hables con ella para que se conozcan mejor antes de su cita.

— Y dale con eso.


Bobby soltó una risa mientras se alejaba del taller, dejando a Eddie inmerso en sus pensamientos. Eddie sabía que Bobby solo quería lo mejor para él, pero la idea de una cita con Carlota aún lo hacía sentir nervioso.

Sin darle muchas vueltas al asunto, regresó a su trabajo en el taller, concentrándose en las tareas que aún quedaban por hacer antes de cerrar.

Mientras tanto, Leni y Lori salían de su habitación después de haber terminado sus tareas escolares. Amabas se dirigieron a la sala de estar, encontrando a todos sus hermanos peleando por el mando de la televisión. Lori aprovecho el momento, y tomó el control mientras todos se encontraban distraídos.


— ¡Oye! — replicaron todos los hermanos Loud al unísono.

— Lo siento chicos, pero como la mayor, yo tengo prioridad en elegir qué ver en la televisión esta noche —dijo Lori con una sonrisa traviesa mientras cambiaba de canal.

— ¡Eso no es justo! — exclamó Lola.

— ¡Es mi turno de elegir! — protestó Lana.

— Ni lo sueñen, chicos. Hoy veremos lo que yo quiero —respondió Lori con determinación, manteniendo su agarre en el control remoto.


Otra pelea empezó entre los hermanos Loud, aunque Leni se mantenía a distancia mientras observaba la situación con una sonrisa. Decidió alejarse por unos momentos mientras miraba por la ventana, perdida en sus pensamientos sobre Eddie y cómo abordar el tema de sus sentimientos hacia él.

En esos momentos, logró ver el auto de Eddie estacionándose en frente de la casa Guerrero. El corazón de Leni dio un vuelco al verlo de vuelta en su casa. Se preguntaba si debería aprovechar la oportunidad para hablar con él sobre lo que había estado sintiendo.

Respiro profundamente y decidió salir a saludar al mexicano aprovechando el caos entre sus hermanos.

Por su parte, Eddie estaba agradecido de llegar finalmente a casa después de un largo día de trabajo en la concesionaria. Se sentía cansado pero satisfecho por haber completado todas sus tareas en el taller. Sin embargo, su mente estaba ocupada con los planes para el fin de semana y la idea de la cita con Carlota que Bobby había organizado para él.

Justo cuando estaba a punto de abrir la puerta de su casa, se sorprendió al ver a Leni salir de la casa de en frente. Una mezcla de sorpresa y alegría llenó su corazón al verla.


— Buenas noches, solecito —Saludó Eddie con una sonrisa, acercándose a ella.

— Hola, Eddie —respondió Leni, devolviéndole la sonrisa—. ¿Cómo estuvo tu día?


Eddie se encogió de hombros, tratando de restar importancia a su cansancio.


— Fue un día ocupado en la concesionaria, pero nada que no pueda manejar. ¿Y el tuyo?


Leni suspiró, intentando encontrar las palabras adecuadas para expresar sus pensamientos.


— Fue... interesante. Pero ahora que estás aquí, hay algo que quiero hablar contigo.


Eddie arqueó una ceja, curioso por saber de qué se trataba.


— ¿Qué pasa, Leni? ¿Está todo bien?


Leni asintió, reuniendo valor para expresar lo que había estado sintiendo.


— Sí, todo está bien. Solo que... — Estuvo a punto de decirlo, pero los nervios lograron dominarla —­. ¿puedes ayudarme con mi tarea de español?

— ¿tu tarea de español? — repitió confuso.

— ¡SI!, bueno, tu eres mexicano y sabes mucho español, ¿verdad? —respondió Leni rápidamente, tratando de ocultar su nerviosismo.


Eddie asintió, un poco desconcertado por la repentina solicitud de ayuda.


— Sí, claro que sí. ¿En qué necesitas ayuda?

— Bueno, hay palabras que no entiendo y no puedo traducir correctamente. ¿Podrías ayudarme a entenderlas?

— ¡Claro, por supuesto! Estoy aquí para ayudarte. ¿Quieres pasar a mi casa?

— Sí, ¡sería genial! Gracias, Eddie.


Los dos caminaron juntos hacia la casa de Eddie, mientras Leni intentaba mantener la calma y disimular sus verdaderos sentimientos. Eddie, por otro lado, estaba un poco confundido por la repentina solicitud de ayuda de Leni, pero estaba dispuesto a ayudarla en lo que necesitara.

Una vez dentro de la casa, Eddie ingresó a la cocina, donde su madre se encontraba dándole de comer a su pequeña hermana.


— Buenas noches, ma.

— Mijo, que bueno que hayas llegado — comentó la mujer solo para notar la presencia de Leni —. ¡Leni! Que sorpresa verte por aquí.

— Buenas noches, Sra. G — saludó con una sonrisa amable solo para mirar a la bebé —. ¡Hola Adelita!

— Eni, Eni — balbuceo la bebé, extendiendo los brazos hacia Leni.

— ¿Cómo estás, mi pequeña princesa? —respondió Leni con cariño, acercándose a la bebé para darle un suave abrazo.


Rosario sonrió ante la interacción entre Leni y su hija.


— Adelita parece muy feliz de verte, Leni. ¿Qué te trae por aquí esta noche?

— Leni necesita ayuda con su tarea de español, así que pensé que podríamos trabajar juntos en ello —explicó Eddie.


Rosario asintió con aprobación.


— ¡Claro, siempre es bueno ayudarse mutuamente en la escuela! ¿Necesitas algo para tomar mientras trabajan?

— No, gracias, Sra. G. Estamos bien —respondió Leni con amabilidad.


Rosario sonrió y volvió a concentrarse en alimentar a Adelita mientras Eddie y Leni se dirigían hacia la habitación del castaño.

Dentro de la habitación, Leni se sentó al borde de la cama mientras Eddie buscaba algunos libros de español y gramática. No era la primera vez que ella entraba en aquella habitación, pero en esa ocasión, sentía una mezcla de nervios y emoción por estar a solas con Eddie. Mientras él buscaba los libros, Leni recibió un mensaje de su hermana en su teléfono.


Lori: Leni, ¿Dónde estás? Por fin pude adueñarme del control y ya va empezar nuestra novela.

Leni suspiró, sintiéndose un poco culpable por haber dejado a Lori sola en medio del caos en casa. Decidió enviarle un mensaje rápido para explicarle la situación.

Leni: Lo siento, Lori. Estoy en casa de Eddie. El ofreció a ayudarme con mi tarea de la clase de español.

Lori: ¿De que estas hablando, Leni? Tú no tienes clases de español. ¿Estás bien?

Leni se mordió el labio inferior, sintiéndose cada vez más nerviosa por la situación.

Leni: Leni: Bueno, en realidad...


Antes de que pudiera enviar el mensaje, Eddie regresó con los libros en la mano. Provocando que la rubia se sobresaltara y casi tirara su teléfono.

Eddie frunció el ceño al notar la reacción nerviosa de Leni.


— ¿Estás bien, solecito? —preguntó, preocupado por su amiga.

— Sí, estoy bien. Solo me sorprendí un poco, eso es todo — comentó rápidamente, tratando de ocultar su nerviosismo.


Eddie la miró con atención por un momento antes de decidir no presionarla más.


— Está bien. Bueno, aquí están los libros. ¿En qué parte necesitas ayuda?

— Si...bueno... ¿Cómo se dice taco?

— Taco — respondió Eddie un poco confundido por la pregunta.

— ¿y Burrito?

— Burrito — volvió a contestar un confuso Eddie.

— ¿Enserio? Wow, nuestros idiomas son iguales — comentó inocentemente Leni.

— No Leni, esas palabras... olvídalo, ¿estás segura de que te encuentras bien solecito? Estás actuando un poco extraño


Leni se mordió el labio inferior, sintiéndose atrapada en su propia mentira.


— Si, estoy bien. Solo estoy un poco distraída.


Eddie la miró con preocupación, sin estar del todo convencido por su respuesta.


— Bueno, si estás segura de que estás bien... ¿necesitas ayuda con otra cosa?


Leni se quedó callada por un momento antes de asentir con la cabeza.


— Hay otra frase con la que tengo problemas. Si quisieras expresarle tus sentimientos a alguien, alguien que es muy especial para ti, ¿Cómo lo dirías en español?


Eddie sintió cómo su corazón se aceleraba al escuchar la pregunta de Leni. Sus pensamientos se agitaron mientras intentaba procesar lo que acababa de escuchar. ¿Realmente Leni estaba preguntándole eso?


— Bueno, podrías decir "Te quiero" o "Te amo", dependiendo del nivel de afecto que quieras expresar. "Te quiero" es más casual y se puede usar para expresar cariño hacia amigos o familiares, mientras que "Te amo" es más fuerte y se reserva para sentimientos más profundos, como el amor romántico.


Leni asintió, tomando nota de la explicación de Eddie.


T...te amo — repitió ella en español, intentando sonar lo más claro posible.

— Eso es. Aun tienes que practicar un poco tu pronunciación, pero lo estás haciendo bien — dijo Eddie con una sonrisa, tratando de ocultar su turbación.

— ¿y hay otras formas de decirlo?


Eddie asintió, sintiéndose un poco nervioso por la dirección que estaba tomando la conversación, pero decidido a ayudar a Leni de la mejor manera posible.


— Sí, hay otras formas de expresar tus sentimientos en español. Por ejemplo, podrías decir "Me gustas mucho".


Leni trató de pronunciar la frase correctamente, pero sus nervios seguían entorpeciendo su habla.


Me... gu... gu... gu— trató de decir, pero sus palabras se trababan en su garganta.


Eddie la miró con preocupación, notando su lucha por pronunciar la frase.


— Está bien, Leni. No te preocupes por pronunciarlo perfectamente ahora mismo.


Leni suspiró y sonrió levemente.


— El español es más complicado de lo que pensaba.


Eddie asintió con comprensión.


— Sí, puede ser un poco complicado al principio, pero con práctica te irá mejor. ¿Quieres seguir practicando o prefieres hacer algo más?


Leni reflexionó por un momento antes de responder.


— Creo que por hoy es suficiente. Gracias por ayudarme, Eddie.


Eddie sonrió con ternura.


— De nada, Leni. Siempre estoy aquí para ayudarte en lo que necesites.


Los dos se quedaron en silencio por un momento, perdidos en sus propios pensamientos. Eddie quería preguntarle a Leni sobre lo que realmente estaba pasando, pero no quería presionarla. Mientras tanto, Leni se preguntaba si debería confesarle a Eddie lo que realmente sentía.

De pronto, notó una vieja guitarra que sobresalía del armario del mexicano.


— No sabía que tocaras la guitarra — comentó, rompiendo aquel silencio.

— Si, era de mi abuelo. Mamá la encontró junto a su viejo traje de mariachi mientras limpiaba el armario. Solía tocarla de vez en cuando cuando era más joven, pero últimamente ha estado guardada aquí.


Leni sonrió, intrigada por la idea de escuchar a Eddie tocar la guitarra.


— ¿Te importaría tocar algo para mí? Me encantaría escucharte tocar.


Eddie se sintió un poco nervioso por la solicitud de Leni, pero accedió con una sonrisa.


— Está bien, solo no te rías. A diferencia de Luna, no soy tan bueno tocando la guitarra.

— No te preocupes, estoy segura de que serás genial — respondió ella con una risa suave.


Eddie tomó la guitarra y comenzó a tocar algunos acordes de bolero para afinarla, solo para después cantar en su idioma "Amorcito Corazón" seguida de "Espérame en el cielo".

A pesar de no entender la letra en español, Leni se quedó hipnotizada por la dulce melodía que emanaba de la guitarra de Eddie. Su voz era suave y melódica, y parecía llenar la habitación con una sensación de calma y paz. Leni se sentía completamente absorbida por la música, dejando de lado cualquier pensamiento o preocupación que había estado rondando por su mente.

Mientras Eddie continuaba tocando y cantando, Leni cerró los ojos y se dejó llevar por la música. Era como si estuviera en su propio mundo, solo el y ella sin nadie más. La melodía resonaba en su corazón, despertando emociones que había mantenido ocultas durante mucho tiempo.

Cuando Eddie finalmente terminó de tocar, Leni abrió los ojos y lo miró con admiración.


— Eso fue increíble, Eddie. Realmente tienes talento.


Eddie sonrió, sintiéndose un poco avergonzado por los elogios de Leni.


— Gracias, Leni. Me alegra que te haya gustado.


Leni se levantó de la cama y se acercó a Eddie, colocando suavemente una mano sobre su hombro.


— Gracias por compartir eso conmigo, Eddie. Realmente significó mucho para mí.


Eddie sintió cómo su corazón latía más rápido ante el contacto de Leni.


— De nada, Leni. Siempre estoy aquí para ti.


Los dos se quedaron mirándose el uno al otro, perdidos en el momento. Había una conexión especial entre ellos, una conexión que ninguno de los dos podía ignorar.

En ese momento, Leni sintió que el mundo entero se desvanecía a su alrededor, dejándola solo con Eddie y sus sentimientos por él. Sabía que tenía que aprovechar este momento para decirle la verdad sobre lo que sentía.


— Eddie, hay algo que necesito decirte.


Eddie la miró con atención, esperando a escuchar lo que ella tenía que decir.


— Si, Leni, ¿qué pasa?


Leni tomó una respiración profunda, reuniendo valor para expresar sus sentimientos.


— Eddie, quiero decirte que... que...


Antes de que pudiera terminar su frase, el sonido de su teléfono interrumpió el momento. Leni miró la pantalla y vio que se trataba de Lori.


— ¿Hola?

— Leni, ¿Dónde estás? Papá dice que la cena ya esta lista — comentó Lori desde el otro lado de la línea.

— ¿puede esperar un momento? —preguntó la rubia con frustración

— Lo siento Leni, pero ya sabes que a papá no le gusta que estes fuera de la casa tan tarde. Regresa ahora mismo.


Leni suspiró frustrada, sintiendo que el momento se había arruinado.


— Lo siento, Eddie. Parece que debo irme ahora mismo. Mi familia está esperando por mí.

— No te preocupes, solecito. La familia es lo primero. Podemos continuar esto en otro momento —respondió Eddie con una sonrisa comprensiva.


Leni asintió, agradecida por la comprensión de Eddie.


— Gracias, Eddie. Nos vemos mañana en la escuela, ¿vale?

— Por supuesto. Nos vemos mañana. Y recuerda, si necesitas ayuda con algo, no dudes en decírmelo.

— Gracias, Eddie. Eres un buen amigo.


Los dos se despidieron con una sonrisa antes de que Leni saliera apresuradamente de la casa de Eddie. Mientras tanto, Eddie se quedó en su habitación, perdido en sus pensamientos sobre la conversación que acababa de tener con Leni. Se preguntaba qué era lo que ella estaba a punto de decirle antes de que la interrupción los separara.

Por su parte, Leni regresó a su casa, encontrando a su familia reunida en la mesa del comedor, esperando por ella.


— Hola Leni, ¿Cómo te fue con tu tarea de "Lengua"? — preguntó Lori con una sonrisa traviesa.

— Fue... interesante —respondió evasivamente, sin querer entrar en detalles.

— ¿Tarea de español? Leni no tiene clases de español —intervino Lisa, corrigiendo a Lori con su característica precisión—. Está claro que Leni está ocultando algo. Su lenguaje corporal delata su nerviosismo.


Leni se sonrojó ligeramente ante la atención repentina de sus hermanos.


— ¡Lisa! Déjala en paz — intervino Lori

— Está bien, Leni. No te preocupes por lo que diga Lisa. ¿Qué tal si nos cuentas cómo te fue realmente hoy? —propuso Luna, tratando de suavizar la situación.


Leni respiró hondo, sintiéndose agradecida por el apoyo de Luna.


— Bueno, en realidad... —empezó a decir, pero fue interrumpida por su padre.

— ¡Chicos, dejemos de presionar a Leni! Si ella quiere compartir algo con nosotros, lo hará en su propio tiempo —intervino Lynn Sr. poniendo fin a la discusión.


Leni sonrió agradecida por la intervención de su padre.


— Gracias, papá. Bueno, ¿qué tal si cenamos ahora?


La familia asintió y comenzaron a servirse la cena, dejando de lado momentáneamente la curiosidad sobre lo que Leni estaba ocultando.

Mientras tanto, Eddie permanecía en su habitación, pensando en la conversación que había tenido con Leni. Se preguntaba qué era lo que ella estaba a punto de decirle antes de que la interrupción los separara.

En esos momentos, recibió un mensaje en su teléfono de Bobby.


Bobby: ¿Qué tal compa? Mamá ya recogió a Carlota de la estación de autobuses. Esta lista para su primer día de escuela mañana.


Eddie esbozo una pequeña sonrisa al leer el mensaje de su amigo. La última vez que vio a Carlota fue antes de que ingresaran a la preparatoria, y en ese entonces era una chica muy tímida y reservada. Se preguntaba cómo habría cambiado desde entonces y si sería capaz de hacer que su cita fuera una experiencia agradable para ambos.


Eddie: Es genial, Bobby. ¿Cómo está tomando ella el cambio?

Bobby: Bueno, Royal Woods es muy diferente a Great Lake City. Y está muy nerviosa por conocer gente nueva, espero que ella pueda llevarse bien con Lori y el resto de los chicos. Aunque seguro que tú la ayudarás a sentirse cómoda.

Eddie: ¿Así que por eso querías que me reuniera con ella mañana?

Bobby: Exactamente, wey. Sabía que podrías ayudarla a adaptarse más rápido. Además, podría ser una buena oportunidad para que se conozcan mejor antes de la cita del sábado. Después de todo, hace mucho que no se ven.

Eddie: Bueno, supongo que no hay problema en reunirme con ella. Haré lo que pueda para ayudarla a sentirse cómoda aquí.

Bobby: ¡Eres el mejor, Eddie! Nos vemos mañana en la escuela.

Eddie: Gracias, Bobby. Nos vemos mañana.


Eddie guardó su teléfono y se recostó en la cama, reflexionando sobre la cita con Carlota y su conversación con Leni. Cuando en esos momentos tambien recibió un mensaje de la rubia.


Leni: Hola Eddie, quería agradecerte por tu ayuda hoy. En verdad que eres un gran amigo.

Eddie sonrió al leer el mensaje de Leni, sintiéndose reconfortado por sus palabras.

Eddie: No hay de qué, Leni. Siempre estoy aquí para ayudarte en lo que necesites.

Leni: Gracias, Eddie. Eres muy comprensivo y siempre me haces sentir mejor.

Eddie: Me alegra poder hacerlo, Leni. Por cierto, creo que podrías devolverme el favor.

Leni: ¡Por supuesto! ¿Qué necesitas?

Eddie: Veras, Bobby me organizó una cita a ciegas con su prima, y la verdad es que estoy un poco nervioso. ¿Podrías darme algunos consejos sobre cómo hacer que la cita sea agradable?


Al leer ese mensaje, Leni sintió como si su corazón se hundía en su pecho. Había estado luchando con sus propios sentimientos hacia Eddie durante tanto tiempo, y ahora él le estaba pidiendo consejos sobre cómo tener una cita con otra chica.

La decepción se apoderó de Leni mientras leía el mensaje de Eddie. Se sintió abrumada por una mezcla de emociones: tristeza, confusión y un dolor sordo en su corazón. Por un momento, se quedó mirando la pantalla de su teléfono sin saber qué responder. Se sentía atrapada en una situación difícil: quería ayudar a Eddie, pero también se sentía devastada por el hecho de que él estuviera interesado en otra persona.

Después de un momento de reflexión, Leni decidió responderle a Eddie de la mejor manera posible, tratando de ocultar su propio dolor.


Leni: Claro, Eddie. Estoy aquí para ayudarte en lo que necesites.

Eddie: Gracias, solecito. Sabía que podría contar contigo. Te vere mañana.

Leni se mordió el labio inferior, tratando de contener las lágrimas mientras respondía el mensaje de Eddie.

Leni: Nos vemos mañana, Eddie. Buena suerte en tu cita.

Eddie: Gracias, Leni. Realmente aprecio tu apoyo.


Leni guardó su teléfono y se recostó en la cama, sintiendo un nudo en la garganta. La idea de que Eddie tuviera una cita con otra chica la llenaba de tristeza y confusión. Se preguntaba si alguna vez tendría la valentía de confesarle sus sentimientos a Eddie, o si siempre estaría destinada a ser solo su amiga.

Pudo sentir como una lagrima se deslizaba por su mejilla mientras luchaba contra sus emociones. Se sentía atrapada en un torbellino de sentimientos, incapaz de encontrar una salida. Por un lado, quería ser feliz por Eddie y apoyarlo en su cita, pero, por otro lado, el dolor de verlo interesado en otra persona la consumía por dentro.

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