9 [editado]
El siguiente ciclo solar se acercaba; toda la base estaba ansiosa y, a la vez, asustada por lo que podría pasar a continuación. Ultra Magnus, junto con Ratchet, se estaban preparando para lo que se venía. Según el "tratado de paz", se sabía que iba a ser complicado y que mayormente sería una mentira. Necesitaban recuperar a su hija de cualquier manera del monstruo Megatron.
Al llegar al lugar acordado, Ultra Magnus tomó un suspiro mientras intentaba relajarse. Sabían claramente que Megatron llegaría con sus tropas más fuertes; a su lado se encontraba Ratchet, como si estuviera ahí para salvarlo de alguna crisis o algún problema en el que Ultra Magnus se metiera accidentalmente.
En unos momentos, empezó a hablar Megatron: — Bien, líder, ¿qué es lo que quieres? — habló molesto, como si apenas lo hubieran interrumpido de algo.
— Sabes a lo que vengo a decirte: nosotros, los Autobots, queremos un tratado de paz entre nosotros —habló con seriedad mientras sus nervios lo comían por dentro.
— Si quieren a Optimus, déjenme decirles que no se las daré; ahora es mío y posiblemente tiene uno de mis Sparklings ya formándose en su vientre —habló con algo de superioridad y egocentrismo.
Ratchet tomó la mano de Ultra Magnus en una forma de calmarlo e intentar que no hiciera alguna estupidez. — No, simplemente que ya me cansé de esta rivalidad tuya —habló intentando controlar su ira.
— ¡Ja! Bueno, déjame enviarle un mensaje a alguien que estaría interesada en saber de esto —sonrió con algo de burla.
Ultra Magnus lo único que pudo hacer fue gruñirle con algo de ira; tenía ganas de quitarle esa cara de burla a golpes.
Por un momento, el lugar se volvió incómodo; sabían que Megatron no quería aceptar esta propuesta.
— Tengo una propuesta más —habló Ultra Magnus con algo de temor por lo que fuera a pasar.
— Habla, anciano —dijo Megatron con rapidez, mientras los miraba amenazadoramente.
— Dejaré que te cases con mi hija, Optimus, y que tengas un solo heredero; después, ella volverá a tierras Autobot si aceptas —Megatron lo pensó un momento; era algo aceptable. Entonces, un pequeño foco apareció en su malvada cabeza.
— Muy bien, anciano, acepto, pero te regresaré a Optimus hasta que mi heredero crezca —su sonrisa era de satisfacción y entonces se acercó para firmar el contrato de paz.
— Una última cosa: ¿nos dejarás verla? —la pregunta sonaba suplicante de parte de Ratchet; en toda la reunión, fue la primera vez que habló entre tanta tensión. Megatron casi retrocede, pero no le importó.
—Lo harán ancianos, con la simple condición de tener suficiente vigilancia todo el tiempo. —Con rapidez, firmó el contrato de paz; la sonrisa de Ultra Magnus se hizo más grande. Megatron había caído en la trampa.
Momentos de tensión
Antes de que Ratchet hablara, le llegó una notificación: su hija estaba a punto de ser salvada, pero necesitaban ganar un poco más de tiempo. Aceptó y decidió que era momento de hablar de ella.
Mientras tanto, en la base Decepticon, varios exploradores recorrieron casi media base hasta que la encontraron, acostada en la litera del Lord del Caos. Se veía tan pacífica hasta que llegó el momento de despertarla y llevarla nuevamente con los suyos.
—Joven Optimus, despierte, es momento de irse —habló un explorador bajo mientras levantaba a la Autobot de la litera suave.
Optimus, con dolor y algo de sueño, decidió seguir a los exploradores por donde mismo habían entrado. Pareció fácil, pero ahora la tenían consigo. La cosa era salir del territorio Decepticon sin que Megatron los viera con su preciado tesoro.
Necesitaban un poco más de tiempo, pero Megatron ya había firmado el contrato de paz y, básicamente, regresaría a su base con su trofeo.
Que ahora ya no estaría en su litera esperándolo.
Rápidamente, un explorador avisó a la base que tenían a Optimus con ellos. La base se llenó de gritos de alegría. Los exploradores siguieron por el camino donde menos los vieran. Era algo difícil con su robot del doble de su tamaño, que iba demasiado despacio por el dolor.
Optimus iba en shock; todo había pasado tan rápido, pero aún así se sorprendía de todo lo que ocurría a su alrededor. En este momento, se suponía que regresaría a casa y se sentía algo feliz. Aunque algo enojada, ¿cómo pudo Ratchet ocultarle todo eso? Jamás se lo imaginó, así que la atacó fuerte. Necesitaba llegar, pero con ese dolor en las piernas no lo lograría tan fácil. Necesitaría ayuda de terceros, y esos eran los pequeños exploradores que iban con ella. Se apoyó en sus pequeños hombros con algo de delicadeza, sin intentar lastimarlos o hacerlos caer.
Todo salió como lo planearon; estaban felices al lograr salir del territorio Decepticon. Era momento de regresar a su propio territorio.
Donde pertenecían.
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