Capítulo1: Comenzar de cero
Me encontraba tirada en la cama tras haber terminado por fin de amueblar la casa. Por suerte, no tenía muchas cosas. Sólo lo básico, ya si eso, compraré más muebles más adelante como una tele, aunque se agradece que ya había una mesa y un sofá en el apartamento.
- ¿Qué hora es? - cogí mi móvil y vi que ya eran casi las 8. - ¡Tan tarde es ya! Madre mía. Con la mudanza, me ha dejado hecha polvo. ¿Qué podría cenar? - Me quedé absorta en mis pensamientos, cuando me acordé de Chibita. - ¡Claro! Chibita tiene su puesto de oden. - Me incorporé de inmediato de mi cama y mandé un mensaje a Chibita para enviarme la localización de su puesto. No pasaron ni un minuto cuando recibí su ubicación, acompañado de un sticker mostrando a él con el pulgar levantado.
Me levanté de mi cama y me dirigí al cuarto de baño a arreglarme un poco porque, obviamente, no iba a salir con el pelo completamente despeinado. Ya arreglada, cogí mi bolso con mi cartera y las llaves de mi casa. Me cambié de zapatos y salí de mi nuevo hogar, rumbo al puesto de oden de Chibita.
Pude llegar sin ningún problema a su puesto, que se encontraba en uno de los parques del barrio de Akatsuka. - ¡Chibita! - saludé al verle preparando su puesto. Él se giró al escuchar mi voz y me saludó de inmediato.
- ¡Hana! ¡Qué rápido has llegado! - exclamó sorprendido.
- Sí, la verdad. Cuando me enviaste tu ubicación, al principio, me guie por mi móvil, pero tras observar las calles. Me acordé de cómo se llegaba este parque.
- Jajajaja. Está claro que sigues teniendo esa memoria tan buena como siempre.
- Sí, aunque solo me acuerde de los esencial y de lo que me interesa.
- Eso es cierto. Aún me acuerdo de la vez que me dijiste la receta perfecta de los oden, pero luego no te acordabas de cómo se jugaba al beisbol.
- ¡Es verdad! Ahora me doy cuenta de lo rara que es mi memoria.
- Bueno, cada uno teníamos nuestras rarezas y la tuya, era sin duda, tu extraña memoria. - Ambos nos reímos al recordar los viejos tiempos. - Ponte cómoda y ahora te sirvo. - Me señaló los asientos, que se encontraban colocados al frente del puesto. Me senté en el centro y Chibita se colocó en frente de mí. - ¿Qué bebida quieres que te sirva?
- ¿Qué es lo que tienes?
- Tengo cerveza, agua, sake y umeshu.
- Ponme un vaso de umeshu, por favor.
- Marchando. - Chibita me sirvió de inmediato un vaso con hielo, lleno de aquella dulce bebida alcohólica, hecha de ciruelas. Rápidamente le di un buen sorbo a aquella embriagadora bebida.
- Shaaa~. No hay nada mejor que un buen umeshu después de haber terminado de sacar todas las cosas de la mudanza. - Me sentía en el séptimo cielo al tomar un sorbo de mi bebida.
- Por lo que veo, te van las bebidas dulces y, a la vez, fuertes. - Exclamó sonriente.
- No lo sabes tu bien. - Murmuré relajada.
- Bueno, es obvio, que has venido aquí a cenar. ¿Qué te pongo?
- Sorpréndeme. - Le respondí con una sonrisa.
- Sabía que dirías eso. - Chibita me entregó un platillo con daikon, tofu, mochikinchaku y patata. - Y aquí tienes un poco de mostaza para acompañarlos.
- Gracias, Chibita. - El olor de aquel platillo de oden provocó que abriera más mi apetito. Cogí los palillos del recipiente, los separé. - Itadakimasu! - Le di el primer bocado. - Mmmm~. ¡Está buenísimo! La patata se deshace en la boca y ha absorbido todo el sabor del caldo del oden. Sin duda, es el mejor oden que he probado.
- Exageras. - Dijo sonrojado.
- No exagero. Es la verdad. Es el mejor oden que he probado. El caldo es equilibrado y con mucho sabor, y todos los ingredientes que le acompañan han absorbido el sabor del caldo, a pesar de estar cocinados a la perfección. Chibita, tú oden es de los mejores.
- Anda ya. Hana, si sigues alabándome me vas a hacer llorar. - Dijo avergonzado, mientras se secaba una lágrima.
- Pero si solo he dicho la verdad. - Me alegraba de lo contento que se había puesto Chibita al dar mi opinión sobre su platillo, pero es la verdad, está realmente delicioso. Bebí un poco de mi umeshu y le di otro bocado, y así de manera alterna. Entonces, escuché a alguien llamar a Chibita.
- ¡Oyyy! Chibita ponnos lo de siempre. - Su voz sonaba despreocupada y parece ser que no iba solo, ya que escuchaba varios pasos. Claro que, yo estaba concentrada en disfrutar de mi cena.
- Maldita sea. - Masculló Chibita con un ligero tono de molestia. - Sí, sí. ¡Ya va! Pero tendréis que sentaros en las mesas, aquí ya está ocupado.
- ¿Eh? ¿Por qué? Si ahí cabe por lo menos 6 personas más. - El chico despreocupado se acercó un poco más hasta notar mi presencia, al desviar mi mirada hacia ellos no pude distinguirles, debido a que el toldo del puesto tapaba sus caras al igual que la mía. - ¡Uah! ¡Menudo pibón! - Aquella expresión hizo que dejase de comer y mirase a la dirección de donde se encontraba aquella persona. Está claro que ese chico no ha hablado en su vida con una chica. - ¡Ey! ¿Quieres salir conmigo? Por cierto, me llamo Osomatsu. - Espera, ¿qué?
Inmediatamente, me levanté de mi asiento. El chico de la sudadera roja, se alejó un poco de mí y me puse en frente de ellos sin llegar a creerlo. Los sextillizos se quedaron confundidos al verme, sobre todo, Osomatsu. Cuando de repente, sus expresiones cambiaron a uno de asombro. - ¿Osomatsu? - dije al verle confundido hasta percatarse de quien era. Pude escuchar la risa de Chibita al ver las expresiones de asombro de los sextillizos, pero, sobre todo, de Osomatsu.
- ¡¡Eeeeeeehhhhhhh!! - exclamaron los sextillizos sin llegar a creérselo.
- ¡Ha-Hana-chan! - dijo finalmente Osomatsu. - ¿Cu-Cuánto tiempo? ¿Cuándo has llegado? - su tono de voz no había cambiado en absoluto. Sin duda, estaba en "shock".
- Esta mañana. Por lo que veo, no habéis cambiado en absoluto en los últimos 10 años, salvo que tú te has vuelto en un completo idiota. - Arqueé una de mis cejas, mientras mostraba una mirada seria. - ¿De verdad que ese es tu forma de ligar?
- Sí y ha hecho cosas peores. - Dijo su hermano con la sudadera rosa, mientras sostenía su móvil como si lo estuviera grabando todo.
- ¡Todomatsu! - amonestó a su hermano, aunque a él no le importó mucho.
- Pensábamos que nunca te volveríamos a ver. - Dijo el de la sudadera verde.
- Así es, my little princess. Nos pusimos muy tristes, cuando te marchaste. - Dijo un poco dramático el de azul. Por alguna extraña razón, sus expresiones no me parecieron naturales y eso me hacían sentirme rara.
- Cállate, Kusomatsu. Con solo escucharte me hacen explotar los oídos. - Dijo molesto el de la sudadera morada.
- ¡Uah! - me sobresalté al sentir el repentino abrazo del de amarillo.
- ¡Hana-chan! ¡Me alegro de que hayas vuelto! - se separó un poco y con una sonrisa, me dio la bienvenida: - ¡Bienvenida!
Sonreí de felicidad por aquel cálido gesto suyo. - Gracias, Jyushimatsu.
- ¡Eh! - se sorprendió al reconocerle. - ¿Puedes distinguirnos?
- Claro que sí, es más sé que el de la sudadera azul, que va de dramático es Karamatsu.
- ¿Eh, dramático? - exclamó avergonzado.
- El de verde, que parece el más pajero es Choromatsu.
- ¡Pa-pajero! - exclamó molesto y a la vez nervioso, mientras el resto de sus hermanos se reían de él.
- ¡No puede ser! Hana, ¿cómo sabías que mi hermano Choromatsu se hace pajas? - preguntó sin contener su carcajada, Osomatsu.
- Se le nota en la cara. - Osomatsu no dijo nada porque estaba demasiado ocupado tronchándose de risa y tirado en el suelo.
- El de morado, el amargado es Ichimatsu.
- ¿Amargado? - exclamó con voz siniestra.
- Y el de rosa, el que se cree mejor que los demás y que solo de verle me da asco, es Todomatsu.
- ¡Perdona! ¡¿Se puede saber qué demonios te he hecho yo para que me llames basura?! - preguntó completamente molesto el menor de los hermanos.
- No eres tú, Todomatsu. Es el aura que desprendes, lo que me repugna. - Dije con total sinceridad.
- ¿Qué? Eso no tiene ningún sentido. - Se quejó el menor.
- Por fin, alguien que nota la repugnante aura de Todomatsu. - Dijo con un tono aliviado, Ichimatsu.
- ¡¿Eeh?! - exclamó sorprendido.
- No lleva ni 5 minutos que os habéis reencontrado y ya sabe cómo sois con solo veros. - Se rio Chibita ante la situación. - Me hubiera gustado haberlo grabado en video.
- ¡Oh! Si quieres te lo paso. Lo tengo todo grabado. - Dijo Todomatsu como si nada.
- ¡¿Eeeeh?! - exclamaron al unísono el resto de sus hermanos.
Al final terminamos riéndonos y al cabo de un rato, los sextillizos se unieron conmigo a la cena. Cenando todos juntos en una de las mesas colocadas fuera del puesto.
- Y dime, ¿cómo es que has vuelto a nuestro barrio? - preguntó curioso, Choromatsu.
- Quería cambiar de aires. Salir de mi rutina. Así que, opté por hacer un año sabático de mis estudios.
- ¿Eh? ¿Estás estudiando? - preguntó impresionado Choro.
- Sí.
- ¿Qué estas estudiando, Hana-chan? - preguntó, esta vez, Todomatsu.
- Estoy estudiando... contabilidad. - Dije con un pequeño énfasis de desgana.
- ¿Mmm? No pareces entusiasmada. - Dijo Ichimatsu.
- Bueno, es lo que me han obligado mis padres. Lo único que quieren es que termine los estudios, trabaje en alguna empresa y luego, me case. - Dije ofuscada para luego darle un pequeño trago a mi umeshu. - Son de lo peor.
- ¿Y no tenías pensado en estudiar algo que no te obligaran tus parents, my princess? - la forma de hablar de Karamatsu me descoloca, a pesar de haber hecho una buena pregunta.
- La verdad es que sí. - Dije apenada. - Pero ellos ya tenían planificado mi vida.
- ¡Eeh! ¿En serio? Pues, menudo marrón. - Exclamó Osomatsu, mientras se comía uno de los pinchos del oden.
- ¿Y qué es? ¿Qué es? - preguntó entusiasmado, Jyushimatsu.
- Yo quería... - quería dedicarme a la música - quería estudiar pastelería.
- ¿Qué? ¡¿En serio?! - exclamaron sorprendidos los sextillizos.
- Really?! No tenía idea que te gustase la repostería si de pequeña no te gustaba comer pasteles. - Se sorprendió bastante, Karamatsu. Me giré hacia él y en seguida, cambió su cara de sorprendido por un intento de parecer cool. - Aunque, conociéndote, my princess. Seguro que harás unas tartas super delicious.
- ¿Eeh? ¿Gracias? - definitivamente, la forma de hablar de Karamatsu me incomoda.
- Cierra la boca, Kusomatsu. - Se quejó Ichimatsu, de nuevo.
- Sí, está claro que a Hana-chan se incomoda con solo oír tu voz. - Dijo también molesto Todomatsu.
- Sí, Karamatsu. - Bebió un trago de su cerveza. - No ves que eres doloroso. - Se mofó Osomatsu de su hermano. Pude notar cómo Karamatsu se desanimaba por momentos.
Aquellas actitudes no me gustaron para nada. ¿Cómo pueden tratar así a su hermano? Es cierto que su forma de comportarse me incomoda, pero eso no quiere decir que deban atacarlo de esa forma. - Esto... Chicos, no hace falta que sean duro con él. - Intenté defender a Kara.
- Ya, pero tenemos que hacerlo. No solo nos molesta a nosotros, también a todo el mundo. - Dijo Osomatsu.
- Además, podía notarse en tu cara tu incomodidad hacia Karamatsu, así que no entiendo por qué lo defiendes. - Dijo serio Ichimatsu.
- Sí, Hana-chan. ¿No crees que es un poco hipócrita de tu parte, defender a alguien que te está molestando? - Dijo con obviedad, Todomatsu sin dejar de mirar su móvil.
- Yo. - No sabía qué responder, entonces escuché a Karamatsu levantarse de su asiento.
- Don't worry, my princess. Si de verdad te molesto, entonces me marcharé a otra parte a cenar, en completa soledad. - Dijo intentando mantener su compostura de chico guay.
- Karamatsu. - Quería decirle que se quedase, pero no podía articular ni una sola palabra de mis labios. Entonces, vi cómo Kara se marchaba al lugar donde vino con sus hermanos.
- ¡Uah! ¡Karamatsu nii-san se marchó! - dijo sin cambiar de expresión, Jyushi.
- Eso parece. - Dijo Choro.
- ¡Bueno! ¡Sigamos disfrutando de la cena! - exclamó despreocupado y sonriente, Osomatsu. No podía entender por qué son así. Es cierto que de pequeños se peleaban, pero eran las típicas riñas entre hermanos. Sin embargo, esta vez era distinto. Ellos, básicamente, lo han expulsado o, mejor dicho, lo han repudiado del grupo. A su propio hermano. ¿Qué les habrá pasado para que no estén tan unidos cómo antes?
- ¿Te ocurre algo, Hana-chan? - preguntó preocupado, Choro.
- No es nada, es solo que nunca me imaginé que echaseis a vuestro hermano Karamatsu del grupo. - Dije en voz baja, para que solo lo oyera Choro, quien se encontraba, por suerte, a mi lado.
- Bueno, ya no es como era antes. - Dijo honestamente. - Pero, tranquila. Esto le ha pasado muchas veces a Karamatsu. Ten por seguro, que mañana volverá a estar tan animado como siempre. A su manera.
- ¿De verdad?
- ¿De verdad?
- ¡Hey! ¿Cuándo me vais a pagar todo lo que me debéis, idiotas? - preguntó Chibita a los sextillizos.
- Te lo pagaremos, - se quedó pensativo Osomatsu – cuando hayamos ganado algo en las apuestas de caballos de mañana.
- En otras palabras. - Dijo con cara de póker. - ¡¡Qué mañana tampoco me pagáis!! - dijo completamente cabreado. - ¡Os juro que algún día me pagareis la cuenta, aunque sea lo último que haga! ¡Panda de idiotas!
- ¿No crees que es momento de pagarle, aunque sea una parte de lo que debáis? - pregunté a los chicos preocupada por lo que les pueda pasarle.
- Ojalá, pero solo llevamos lo justo para la cena de hoy. - Se sinceró Choro.
- ¡¿Qué?! ¿Pero acaso os habéis olvidado de lo que os puede hacer Chibita si lo cabreáis demasiado?
- No nos pasará nada. - Dijo despreocupado Oso. - Además, siempre nos puedes pagar...
- Osomatsu, no pienso pagarte tu comida ni todas las deudas que tienes con Chibita. - Respondí rápidamente con frialdad.
- ¡Qué frío! - exclamó Oso, frotándose los brazos cómo si le hubiese pasado una ventisca por delante.
- Osomatsu nii-san, ¿en qué momento pensaste que Hana-chan nos iba a pagar la cuenta? - preguntó pesimista su hermano más pequeño.
- Bueno, tenía que intentarlo.
- Pero mira que eres tonto. - Farfulló Choro.
- Menuda escoria humana estás hecho. - Dijo Ichimatsu.
Ahora entiendo las palabras de Chibita de esta tarde. Suspiré decepcionada, terminé mi plato y bebí el resto de mi bebida. - Chibita, ¿Cuánto te debo?
- 580 yen.
- Aquí tienes Chibita y gracias por la comida. - Me incliné para darle las gracias por la comida y por darme su localización.
- No me des las gracias. Además, tú siempre estarás invitada a mi puesto y no como estos idiotas.
- ¡Oye! - se molestaron al unísono.
Me reí por lo bajo. No importa cuanto haya pasado el tiempo o cuanto hayan cambiado. Ellos siempre me dibujarán una sonrisa en mis labios. - Nos vemos, chicos.
- ¿Eh? ¡Quédate un poquito más! - Jyushimatsu hizo un puchero con tal de quedarme más tiempo con ellos.
- Lo siento. No puedo. - Me disculpé con ellos.
- ¿Tienes algo en especial mañana, Hana-chan? - preguntó Choro.
- A decir verdad, hace unos días recibí el mensaje de alguien que buscaba un ayudante de pastelero y envié la solicitud y currículum por si me aceptaban y, parece ser, que me han aceptado. Mañana tengo la entrevista y depende de cómo salga, podría empezar mañana a trabajar.
- ¡Uah! ¡Qué suerte! Mientras que yo, sigo sin encontrar un empleo. - Dijo cabizbajo.
- Venga Choromatsu. No te desanimes. Yo sé que tú puedes. - Animé a Choro, cosa que funcionó.
- Hana-chan. Tu...tu sí que sabes comprenderme. - Choromatsu comenzó a llorar a moco tendido y se abrazó fuertemente a mí, estando todavía sentado en el banco. Donde su cabeza llegaba a la altura de mis pechos. Entonces, Choromatsu se fijó que estaba a solo unos milímetros de mis pechos y, automáticamente, sufrió una fuerte hemorragia nasal, desmayándose en el acto.
- ¡Choromatsu! - me asusté al ver en el estado que se había quedado.
- Será pervertido. - Soltó Ichimatsu.
- ¡Hey! ¡Eso no vale! - se quejó Osomatsu y se levantó de su asiento. - Si Pajamatsu puede hacerlo, yo también. ¡Hana-chan~! - Se acercó fugazmente a mí, alzó una de sus manos, que iba dirigida a uno de mis pechos, pero por acto reflejo, le asesté un derechazo alto, que lo mandé bien lejos de nuestra ubicación.
- Home run! - exclamó eufórico Jyushi.
- Buen derechazo, Hana. - Dijo impresionado, Chibita.
- Gracias. - Dije orgullosa.
- Menuda bestia. - Murmuró acojonado Ichi, mientras que Todo se quedó sin palabras al ver cómo mandé a su hermano, lejos del parque. Su impresión fue tal que dejó caer su móvil al suelo. Entonces, Todomatsu se giró poco a poco hasta quedar en frente de mí. Se levantó de su asiento y permaneciendo a unos escasos metros de mí, se postró al suelo (dogeza).
- Hana-chan, perdóname. - ¿Eh? - Te prometo que no te volveré a decir cosas feas, pero te lo suplico. ¡¡NO ME MANDES A VOLAR COMO EL IDIOTA DE OSOMATSUNII-SAN!! - Tenía los ojos llorosos de lo aterrado que estaba, al descubrir la enorme fuerza que tengo.
- ¿Qué? Todomatsu, no voy a hacerte tal cosa. - Le respondí indignada.
- ¿En serio? - preguntó con lágrimas en los ojos.
- En serio. Esto solo lo he hecho porque tu hermano es un idiota y se lo merecía, pero, a pesar de que no me caes bien, eso no significa que vaya a hacer lo mismo contigo. Además, tú no te pareces en nada en tu hermano Osomatsu, tú eres más educado con las chicas. Creo. - Mis palabras no sonaban seguras, pero parece ser que fueron lo suficientemente efectivas para animar al menor de los sextillizos.
- ¿De verdad piensas eso de mí? - preguntó sorprendido. Asentí con la cabeza y Todomatsu saltó de felicidad. - ¡Yuupii! Eso me hace muy feliz, Hana-chan. Vamos a celebrarlo haciéndonos un selfi. - Sacó su móvil y se acercó a mi para estar los dos juntos en la foto. - Di: ¡Cheese!
- Cheese. - Sonreí como pude y nos hicimos el selfi.
- Gracias, Hana-chan. Si quieres podemos intercambiar los números y así poder enviarte la foto. - Dijo alegre.
- Vale, por qué no. - Ambos intercambiamos nuestros números y rápidamente me envió la foto por mensaje. Reconozco que ambos hemos salido muy bien en las fotos, sobre todo, en la parte donde a lo lejos se ven a sus otros hermanos poniendo caras raras y a un Osomatsu zombie. ¡Espera! ¿Un Osomatsu zombie? Me giré a donde se encuentran el resto y, efectivamente, Osomatsu había vuelto del lugar donde lo había lanzado. - ¡Osomatsu has vuelto! Dime, ¿has aprendido la lección? - pregunté con una sonrisa pícara.
- Sí, jamás debo meterme contigo. Si no quiero que me manden hasta África. - Respondió dolorido y cansado.
- ¡Eh! - exclamó sorprendido, Jyushimatsu. - ¿De verdad has llegado hasta África?
- ¡No! Pero casi.
- ¿Un momento? Hana, ¿cómo sabías que Osomatsu había vuelto? - preguntó Choro.
- Por la foto. - Señalé la pantalla de mi móvil.
- ¿La foto? - se preguntaron ellos.
- ¡Ahhh! - escuché gritar Todo. - Me habéis destrozado la foto con vuestros caretos. - Dijo enfadado el menor.
- Merry Christmas! - sonrió triunfante, Ichimatsu, seguido de sus otros hermanos.
- Yo creo que es una buena foto. - Dije sin parar de reírme.
Todos terminamos riendo. Más tarde, me despedí de ellos y me marché hacia mi casa. Sin duda, la noche no ha sido tan mala después de todo, aunque me apena que Karamatsu tuviera que marcharse por culpa de sus hermanos.
Mientras me dirigía a mi casa, pasé por delante un Konbini, donde en él, salió Karamatsu. Ambos nos detuvimos al vernos. Nos quedamos en silencio sin decir una palabra. Yo no sabía que decirle, salvo disculparme con él por lo que había sucedido. Entonces, en el momento en el que iba a hacerlo, Karamatsu se me adelantó. Se inclinó y con voz apenada, soltó un:
- ¡Lo siento!
- ¿Qué? - murmuré. - ¡No! - Aquella respuesta desconcertó a Karamatsu y levantó su cabeza sorprendido. - ¡Soy yo la que tiene que disculparse! Yo debí detener a tus hermanos, pero me quedé callada y por mi culpa tuviste que marcharte. - Me incliné apenada. - Lo siento.
- Hana-chan. - Pude escuchar levemente como pronunciaba mi nombre sin usar aquel extraño apodo. Noté cómo agarraba mis hombros con suavidad y me ponía derecha. Sus ojos expresaban, claramente, una gran pesadumbre. Probablemente, por el hecho de haber sido echado de la cena. - Yo... - Parece ser que quería decirme algo, pero cambió su expresión y cambió de tema. - ¿Te marchas ya a tu casa?
- ¿Eh? Sí.
- ¿Si quieres te puedo acompañar, my princess? Nunca se sabe si te puedes encontrar por la calle a algún loco que quiera hacerte daño. - ¿Por qué vuelve a comportarse de ese modo? ¿Qué es lo que querías decirme?
- Vale. - Acepté su propuesta, así podíamos hablar durante todo el trayecto hacia mi casa y recuperamos el tiempo que él no ha estado en la cena.
- ¿Eh? Really? - preguntó sorprendido.
- Sí y mientras caminamos, podemos hablar de, no sé, cualquier cosa que nos haya pasado en los últimos 10 años. Por ejemplo.
- OK.
Karamatsu se unió a mi marcha y me acompañó hasta mi casa. Durante el trayecto, hablamos de cosas tan triviales como que cual es nuestra comida favorita, nuestros hobbies, género de música y películas, pero nada de acerca de nuestras familias o nuestras vidas. A decir verdad, nuestra conversación se sentía un poco incómoda, como si a mí y Karamatsu nos costase hablar entre nosotros. No fue un desastre, pero tampoco fue para tirar cohetes.
Cuando llegue a mí casa nos despedimos con un simple hasta luego y Karamatsu volvió a su casa, mientras yo entraba en la mía. Ahora que lo pienso, él es el primero que sabe dónde vivo. Lo que es la vida.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top