5 Compromiso

"Lo amo más que a mi vida. Daría cualquier cosa por poder estar con él."

*

Como un rayo de sol y de luna, como oro y plata juntos. Ni siquiera un ciego podía dejar de ver que el príncipe Lancelot y "Astro" eran los amigos más inseparables sobre la tierra. El primero se había rendido en averiguar su nombre o quién era, pero lo cierto es que no necesitaba saberlo. Decidió llamarlo así por su amor a las estrellas, las cuales le enseñó a leer para poder guiarse siguiendo el firmamento. Pero esa solo había sido una parte de su mutuo aprendizaje.

Uno aprendió a ser paciente, el otro, más valiente. Lancelot le enseño lenguaje de señas. Tristán le enseñó a escuchar, a entender el misterioso idioma del viento y las olas que solo los marinos más expertos entendían. El príncipe le enseñó el uso de la espada y a montar. El bello náufrago le enseño lo que era nadar de verdad, convirtiéndose en uno con la naturaleza. El primero le enseñó a ser cortés en sociedad. El segundo le enseñó que estaba bien querer estar solo. Y le demostró que siempre lo iba a escuchar.

—Es lo único bueno de que no puedas hablar, Astro. Mis secretos están a salvo contigo —Que deseaba navegar, que quería ser libre, que lo recordaba, aunque no pudiera decirle que él lo había salvado—. Gracias por ser mi amigo.

"Gracias a ti por permitirlo", respondió con el pensamiento.

Pero había muchas personas que no estaban contentas con los amigos. El príncipe dedicaba cada segundo libre que tenía al misterioso chico, dejando de lado la búsqueda de una esposa y su asenso al trono. "Ya es hora" clamaba el pueblo. Y entonces, llegó aquella noche. Con la luna llena y la marea alta, Lancelot apareció tremendamente borracho en su cuarto.

—¡Felicítame! —gritó—. ¡Voy a casarme! —Su compromiso con la princesa Guinevere se había acordado, y por primera vez desde que se conocieron, tuvo que guardarle un secreto. No era a ella a quien quería.

"Felicidades", le respondió Tristán con las manos, y sonrió, muriendo por dentro. El reloj con una cuenta regresiva hacia su fin se había activado, y lo único que podía hacer era pretender que sus lágrimas eran de alegría.

—¿Pero qué haces ahí como un pescado tieso? ¡Ven y baila conmigo!

Tristán bailó, bailó hasta que los pies le dolieron, y luego fue su turno para cargar a Lancelot en brazos hasta su cama. Debió saberlo. Tierra y mar, humano y sirena, chico y chico, no debían estar juntos. 


***

*suspiro triste* U_U ¿Cuántas veces nos ha pasado? Al menos a mí un par de veces, sí. Nos enamoramos de nuestros mejores amigos, pero no nos atrevemos a confesarnos por no arruinar la amistad, o peor, por miedo al rechazo. Yo he tenido el valor de hacerlo solo para ser rechazada TuT y es peor cuando ha sido a chicas. No soy muy buena flirteando. Pero soy buenísima amando, y confío en que, un día, ese sentimiento será correspondido  ❤ El amor no es algo finito, sirenitos. ¡Tenemos amor de sobra para dar! Y es por eso que yo intento darles un poco a través de mis libros *u* No teman dar amor, coquitos míos. Aquí, allá y donde menos lo esperen, ese amor volverá. Nos acercamos al clímax, y mañana viene un momento precioso. Ya saben qué hacer. 



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