2 Rescate

"Entonces vio al príncipe que se hundía en el mar embravecido. Sin pensarlo dos veces, nadó hasta él y lo sostuvo sobre las olas."

*

La cosa que el príncipe Lancelot más amaba en el mundo era el mar. Tan inmenso, tan profundo, tan lleno de libertad. Solo se sentía él mismo cuando estaba a bordo de un barco, pero aunque en ese momento se encontraba en uno, su corazón se hundía con el peso de la realidad que pronto tendría que afrontar. Hacía tiempo que había alcanzado la mayoría de edad, y ahora, el reino demandaba que llevara la corona y les concediera una reina.

¿Qué pasaría con sus sueños? ¿Por qué tenía que abandonarlos? ¿Cómo sobreviviría al tedio de tener los pies siempre en la tierra? Los fuegos artificiales que celebraban su cumpleaños estallaron en el cielo, pero él prefirió verlos reflejados en el agua, tanto deseaba aferrarse a ella por el tiempo que pudiera. Un curioso chapoteo llamó su atención un momento, y al siguiente tuvo que levantar su rostro, alertado por el sonido de un trueno en la distancia. Él conocía el océano muy bien, y sabía lo que significaba.

—¡A toda vela! —gritó con una voz casi tan potente como el trueno—. Necesitamos alejarnos de esa tormenta lo antes posible. —Pero no hubo manera.

Como si se tratara de la mano de un feroz dios marino, la tempestad se abatió sobre el barco que quedó suspendido sobre olas tan altas como casas. Un relámpago restalló cayendo sobre el mástil y así, entre lluvia y fuego, la gloriosa embarcación se hundió. Todos los marinos lograron escapar, excepto uno. El más importante de todos. Lancelot se hundió en el océano que tanto amaba, y a pesar de lo trágico que resultaba, descubrió que estaba feliz. Tan apacible. Tan silencioso. Tan oscuro.

—Despierta —dijo una voz imposible a través del agua. Y al abrir los ojos, se encontró con la visión más extraña que hubiera contemplado. ¿Era un pez, o una persona? ¿Lo que flotaba a su alrededor eran rayos de luna, o plata? ¿Lo que veía eran ojos, o un zafiro y una esmeralda? Perdió la conciencia antes entender qué estaba mirando, y cuando acabó la tormenta, su salvador tampoco lo entendía—. ¿Quién eres? —preguntó en un susurro. La tempestad había pasado, pero había ido a alojarse en su corazón.

Descansando sobre la arena de la playa, bajo el cálido sol de la mañana, los príncipes de dos mundos tuvieron su primer contacto, y ninguno podía olvidar la voz del otro. El primero, con un grito potente como el trueno. El segundo, con un canto tan dulce como una canción de cuna. Tristán tuvo que soltarlo cuando escuchó más voces llamándolo a lo lejos, pero eso no quería decir que lo hubiera abandonado.

—Volveremos a vernos —prometió al viento, y aunque él no lo supiera, Lancelot lo había escuchado. 


***

Hola a todos, aquí Coco, quien viene a desearles un maravilloso inicio de semana, y la bienvenida a la última y más importante semana del PRIDE🌈💕 UwU 

*Suspira* ¿Cuántas veces hemos tenido que dejar nuestros sueños para afrontar la realidad? ¿O abandonarlos porque nos dicen que "no es lo correcto"? ¿Cuántas veces nos ha gustado alguien sin ser capaz de decírselo por "lo que somos"? Cualquiera de nosotros, los chicos arcoíris, nos identificamos con eso. 

Y es por eso que escribimos y leemos historias ^u^ Pero no se preocupen. Sé que juntos lograremos alcanzar la felicidad siempre, y por ahora, solo nos queda desear que el príncipe y la sirena también, fufufu. Les mando un beso, un abrazo y, si las diosas lo quieren, nos vemos mañana para más. 



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