VI. Los problemas surgen.
N/A: algo importante si alguien aún lee esto(?: puede que añada personajes creados por mí a familias originales de PJO, solo es para darle más drama al asunto.
Cuando Will despertó, se hallaba justo en medio de la nada.
Su cabeza dolía, daba vueltas y vibraba, y pesar de sentir sus extremidades completamente laxas, su cuerpo en general sufría de unas punzadas que lo hacían sentir adolorido.
Estaba tirado boca arriba justo en medio de una carretera. Era de madrugada o eso parecía ya que el sol a penas se asomaba por el horizonte, siendo acompañado por una ligera brisa y el sonido que emitía algún insecto nocturno.
Tuvo que invocar fuerzas del universo para ponerse de lado.
Seguía escuchando la electrónica retumbar en sus oídos, el calor a su al rededor y hasta sentía que sus brazos y piernas continuaban moviéndose al ritmo de la música junto con otros cuerpos, acompañándolo.
Más esfuerzo le tomó conseguir abrir por completo los ojos y observar con desinterés las figuras a su lado; igual de inconscientes, claro, pero al menos no estaba solo o en una cama con alguien desconocido.
Soltando un jadeo de dolor se puso sobre su espalda nuevamente y consiguió tallarse los ojos. Realmente creía que se iba a deshacer en cualquier segundo. Su mente estaba revuelta, dolía cada vez que intentaba poner orden en ella, como si realmente lo que sea que haya pasado hacía unas horas no quisiera volver a su lugar. En alguna parte de su cabeza, le gustaba eso. Pensar mucho y recordar poco. A penas tenía grabado un rostro o dos, quizás algo de nombres y... y diversión. Simple, genial. Nada de familia, nada de apariencia, nada pensamientos que usualmente atacaban su mente.
Cuando logró ponerse sobre sus antebrazos volvió a sentir un terrible mareo que lo hizo perder fuerza hasta caer inconsciente por segunda vez.
A pesar de ello, Will escuchaba un eco. Algo parecido a las vibraciones producidas por la música, sentía su cuerpo ser llevado al ritmo de algo, unos brazos que lo sostenían por los hombros, luego en su cintura e incluso después creía sentir sus extremidades colgando de algo que en realidad parecía cómodo, muy cómodo. Tenía ganas de quedarse así por siempre. Al menos hasta que escuchó voces, literalmente. Casi como personas que lo llamaban por su nombre y sacudían su hombro con fuerza.
—...ese no es el problema —alegaba una de ellas, una que se entrecortaba a ratos, haciéndole perder el hilo de la conversación—...rees que no lo intento?
—Yo no dije eso, Naomi... —negaba otra, esta vez de un hombre. Sonaba alterado, pero de esos tonos de voz que esperan no mostrar tanto de lo que sienten en realidad. Le parecía tan conocida que quizás lo alarmaba.
Se sintió removerse y las voces se callaron por un minuto. Al cabo de ese minuto volvieron pero sin alzar la voz tanto como antes.
—Claro que no. —protestó la mujer—. Esto se está convirtiendo en algo con lo que no puedo lidear. Un... —Will volvió a perder la conciencia y por lo tanto el hilo de esa conversación que aún en su estado, parecía afectarle de sobremanera. Lo ponía nervioso. Casi sentía que ya había escuchado las mismas discusiones veces atrás.
Cuando volvió en sí, estaba recostado en... su cama. Una cama acolchonada, cómoda, con paredes de color beige, estanterías llenas de libros, la mayoría leídos, La realidad y sus muchos apellidos aún esperando por ser abierto, y sobre todo (lo que más lo abrumó) fue lo mal que se sentía.
No alcanzó a siquiera poner un pie fuera de la cama cuando una oleada de náuseas le hizo tener una arcada, que por cierto empeoró su dolor de cabeza, el malestar general y... todo.
Escuchó la puerta de su habitación entreabrirse y luego cerrarse al cabo de un momento. Quiso levantar la cabeza para ver pero la verdad por más que lo intentó el malestar ganó y se mantuvo con la cabeza colgando de la cama en caso de que su estómago decidiera vomitar todo lo que hubiera consumido.
Al pasar los minutos, se logró sentar. Logró mirar al rededor y también consiguió tomar el vaso de agua reposado en su mesa de noche e hidratar su garganta lo suficientemente reseca como para creer que tenía una lija en ella.
Su celular estaba vibrando, también en la mesa, y pensó en lo increíble que era que aún estuviera con él. O quizás ni siquiera lo llevó a la fiesta... Cualquiera fuera la razón, su celular estaba sonando por lo menos desde hacía quince minutos de forma intermitente y comenzaba a sacarlo de sus casillas.
Al contestar, lo primero que recibió directamente en su oído y en el dolor de cabeza fue:
—Espero que tengas un buen abogado. O que sepas dónde está mi hermano.
Will se revolvió el cabello de forma distraída. Aún se sentía entumecido, como si sus extremidades fueran algo más ligeras y flotaran. Además los pensamientos en su cabeza parecían salir volando en busca de algo de sentido.
—¿Qué? —se apretó el puente de la nariz. Quizás incluso estaba arrastrando un poco las palabras sin darse cuenta—. ¿Quién eres?
Unos murmuros se oyeron al otro lado de la línea, y segundos después hubo un suspiro. Uno enojado e impaciente.
—Escúchame bien, mi hermano es increíble y no dejaré que un niño pretencioso y estu... —un carraspeo seguido de una protesta en voz baja se escuchó, confundiendo mil veces más a Will.
—Hola —bien, una voz diferente de nuevo—. Soy la madre de Fred. Ya me conoces.
—Por favor, debe estar tan colocado que... —el otro chico volvió a ser silenciado y la calmada voz de May Castellan fue música para sus oídos.
—Uhm... —Will se restregó los ojos y dio una vuelta. No calculó bien el espacio de la cama y terminó cayendo al piso. Se quejó, apoyo la mejilla en el suelo y puso otra vez el teléfono en su oído. Con voz adolorida intentó darle sentido a alguna de sus palabras—: Sí, sí... May Castellan. Es un buen día para llamarme —susurró con un deje de sarcasmo, levantando un poco su espalda para sacar debajo de ella uno de sus zapatos.
Otro suspiro.
—Mira, Will. Sé que eres buen chico, ¿sí? Solo... no lo sé. Malas influencias y eso... Luke, basta, por favor. —ella carraspeó después de al parecer hablar con alguien al otro lado de la línea—. Lo que pasa es que Fred no ha llegado a casa. Creímos que llegaría contigo o con Park o... algún otro amigo —mientras ella hablaba, Will tomaba una respiración más y más larga. Problemas en camino, puede sentirlos—... pero la verdad es que todos ustedes llegaron por sus padres yendo a recogerlos o por este chico... mhm... ese alto, fuerte, asiático... —May chasqueó los dedos como intentando recordar, Luke le susurró el nombre casi con pereza—. ¿Patrick? Bueno, ese mismo.
—May —la interrumpió el rubio quien ya había logrado pararse a duras penas—, llegue al punto, ¿sí?
—Mira... —un resoplido tan enojado que hasta hizo a Will hacer una mueca se escuchó. May pareció protestar pero quien ya estaba hablando era Luke. Problema número uno detectado—. Quiero que busques a Fred. Ahora. O de lo contrario, que te consigas un abogado si le pasó algo. Ya me he pasado de bueno contigo, Will, y no solo has jodido a Fred con el paso del tiempo, ¿cuánto pasará hasta que destruyas a todo al que te rodea? No dejaré que mi hermano termine igual que tú, ¿oíste?
Will debió quedarse callado un buen rato, ya que cuando estaba por hablar Luke soltó una especie de gruñido y luego la línea se cortó.
Se descubrió mirando fijamente el suelo, con las palabras de Luke resonando en su cabeza.
¿Destruir todo a su al rededor? ¿convertir a Fred en su una versión suya? ¿de verdad podría llegar a ese punto sin sentir ningún tipo de culpa? Aparentemente no.
Lo siguiente que supo fue la llamada que le hacía al celular de su amigo. Como se esperaba, no contestó.
Probó llamando a otro número de Fred, uno especialmente para emergencias que tenían solo algunas cuantas personas. Nada. Llamó a algunos otros rostros que recordó haber visto en la fiesta. Ninguno estaba con Fred, era como si se lo hubiera tragado la tierra sin dejar ningun tipo de rastro.
Minutos después, ya mucho más preocupado que antes, se volvió a descubrir saliendo de su casa trotando. Con la misma ropa, en el mismo segundos. No le importó.
Recorrió todo el vecindario, tocó puertas, le preguntó a personas en la calle que podrían conocerlo, y simplemente nada. Todas con la misma respuesta de: no, lo siento. Quizás esté con algún amigo. Suerte en encontrarlo.
Lo sacaba de quicio.
Cuando menos se dio cuenta ya estaba bajando el sol. El cielo se tiñó de esa tonalidad celeste, haciendo una especie de degradé que empezaba con el amarillo, seguía con el naranja y terminaba con un rosa pastel. Le pareció un tanto doloroso que nunca se hubiera detenido a admirarlo al menos un segundo. Y le pareció aún peor que lo hiciera justo en un momento como ese, con su mejor amigo perdido en alguna parte después de una fiesta que prometía diversión.
En ese momento lo que más notó y lo que más quiso borrar fue la sensación de todo pasando excesivamente rápido. Como si mientras se mantenía de pie en medio de la calle mirando el cielo todo a su al rededor; la gente, los autos y el día pasaran sin descanso.
En lo que pareció un segundo después tocó la puerta del nuevo departamento de Park. Una, dos, tres veces. El timbre. Una, dos, tres veces hasta que un agitado y enojado Park se apareció frente a él con el ceño fruncido, los puños apretados con unos guantes de cuero sin dedos en ellos. En su rostro se reflejaba una expresión casi tan gélida que por poco no heló la sangre del rubio, quien olvidó durante un momento para qué había ido.
—¿Qué mierda te pasa, Will?
Tomó una larga respiración.
—¿Dónde está Fred?
Park arqueó una ceja, parecía más y más enojado.
—¿Por qué debería saberlo yo, eh? ¿se te perdió tu novio o algo? —simuló con su mano un arma y apuntó a Will. En otra situación le hubiera resultado divertido, pero considerando el aspecto de Park aquello solo le gritó peligro—. Piérdete, Will. Y deja de joder.
Puso su mano en la puerta, impidiendo que la cerrara. Estaba tentando su suerte. Estaba enfureciendo a Park, y además estaba gastando todo el valor posible para esta vida y tres más.
—Fue tu fiesta, Park. Fred estaba con nosotros, contigo. Si alguien debe saber dónde carajo está eres definitivamente y tú. —lo observó de arriba hacia abajo—. Te ves muy entero, ¿no crees? Apostaría a que no te metiste nada ayer como todos nosotros.
Park soltó el pomo de la puerta y la empujó hacia atrás solo para avanzar dos pasos en dirección a Will, lo siguiente lo dijo en voz baja, como si se tratara de algo confidencial entre ellos dos. Will tuvo que esforzarse mucho para no retroceder.
—No me trates de inculpar, Solace. ¿Me oíste bien? Nadie los obligó a nada, y hasta donde pude ver, todos estuvieron fuera de este mundo. La pasaron increíble. Yo era el responsable del lugar, claro que no me puse como ustedes, eso no significa que sea la puta niñera de Fred y sus amigos. Lárgate —escupió las palabras casi con cierta repulsión hacia Will, quien esta vez definitivamente quedó sin habla, no pudo moverse ni tratar de ponerse al nivel de Park, porque estaba claro que el otro tenía mucho más poder que él. Park era superior a casi cualquier persona posible, y eso solo lo habían creado él con muchas otras personas más—. Ah, y no te molestes en buscarme de nuevo. No eres nada. Te convertiste a ti mismo en basura hace un tiempo. Vive con ello y con tus problemas.
Cerró la puerta. Así sin más. No hubo ni un portazo, ni un un grito. Nada.
Will solo se sintió más patético que antes, débil. Y por primera vez después de años, sintió que lo merecía por completo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top