I. Noticias nada agradables.

20/08/2016

Enviar mensaje a: Brother

Hey!
6:30✔✔

Hola.
7:00 ✔✔

Hola después de media hora?
7:11✔✔

Cállate. Casi me corren de mi casa.
7:15✔✔

Por qué? Si tu eres la mejor persona del mundo
7:16✔✔

No estoy para bromas, Will
7:18✔✔

De acuerdo, de acuerdo
7:18✔✔

Te contaré en la cafetería. Ahora estoy un poco ocupado tratando de escapar de mi madre
7:18✔✔

Esto tiene algo que ver con Samantha?
7:18✔✔

Diablos Park. Te acabas de meter en un gran problema
7:24✔✔

No me lo recuerdes.
7:29✔✔

Te veré después. Y quiero que me cuentes todo. Con lujo de detalles.
7:29✔✔

Tengo opción?
7:30✔

•••••

Will Solace frunció el ceño y apagó la pantalla de su celular. Él siempre le había advertido a su amigo, Park, de que nada bueno saldría de su relación secreta con Samantha Petrov. Claro, Park nunca se lo tomó a bien; solo pensaba que que eran celos de su amigo. Llegó hasta el punto en que a Solace le dejó de advertir y de importar.

Will aventó su celular y se restregó los ojos en un fallido intento de ahuyentar el sueño. Caminó hasta el baño, se aseó y vistió.

Salió de su habitación y bajó las escaleras, dejando a su paso un agradable olor a la fragancia Hugo Boss, que generalmente les alborotaba las hormonas a las adolescentes del instituto. Cuando llegó al comedor, se encontró con su madre y sus hermanos charlando amenamente.

–Buenos días, Will –saludó su madre–. ¿Cómo amaneciste?

Él tomó una tostada de la mesa y le comenzó a untar matequilla con indiferencia.

–No importa –respondió–. Por cierto, tengo que ir a una fiesta hoy en la noche. Llegaré tarde.

Su madre bajó la cabeza totalmente entristecida, pero no pronunció palabra alguna. Eso solo causaría una nueva disputa inacabable, como todos los días. Ella ya estaba cansada de eso. Hiciera lo que hiciera, su hijo se comportaba de la misma forma con ella, y con todo el mundo.

Irrespetuoso, rebelde, sin ningún tipo de sentimiento hacia su propia familia. A veces se preguntaba si en realidad era hijo suyo... si ella lo había educado de esa forma.

A Naomi Solace se le oprimió el corazón ante el pensamiento de que ella era un fracaso de madre. Después de todo... su trabajo era educar correctamente a sus hijos, claramente había fallado con Will.

–Claro –contestó finalmente y se volvió hacia el refrigerador para ocultar sus ojos rebosantes de lágrimas sin derramar.

El hermano mayor de Will, se percató del comportamiento de su madre y se levantó de la mesa, encarándolo.

–Basta. ¿Qué diablos pasa contigo? Deja de querer ser con un adolescente rebelde, y comienza a comportarte como el niño grande que eres.

–Cállate, Lee. No eres nadie para meterte en dónde no te llaman.

–Si no te has dado cuenta, hermanito, estás insultado a mamá –Will levantó una ceja.

–¿Y?

Naomi, aún de espaldas, mirando a un punto fijo del refrigerador, contuvo un sollozo y se llevó la mano a su boca para callarlo, aunque fue en vano.

Will notó esa acción y rodó los ojos. ¿Por qué las madres tienen que ser tan sensibles?

Michael se levantó de su silla y golpeó la mesa con los puños, provocando que los platos y tazas saltaran unos milímetros de la superficie.

–¿Sabes qué? Lárgate. Mientras más rápido te vayas y más tarde llegues, mejor.

–Créeme, hermano así será. Yo por lo menos tengo amigos. No como ustedes. Que con suerte tienen a esos inútiles de los Stoll. O esa niña mimada de Gardner –rió de manera burlesca.

Lee y Michael lo fulminaron con la mirada pero en el fondo esas palabras los hirieron. Claro, jamás lo aceptarían, si lo hicieran, probablemente su hermano podría usar esa herida recién abierta para echar sal y usarla a su propio beneficio. Como siempre.

Por suerte, Michael logró salir de su trance.

–Nosotros tenemos amigos de verdad –se defendió–. ¿Tú crees que tu graaan amigo Park, te ayudaría en algo? Y no me refiero a que te ayude en tirarte a la chica más popular del instituto. Me refiero a algo verdaderamente importante.

–Eso no te importa. Tienes a tus amigos, y yo tengo a los míos. Además, me importa una mierda lo que pienses –el rubio tomó su mochila y salió de la mansión.

Will pensó en todo el camino hacia el instituto las palabras de su hermano. ¿Park le ayudaría en algo si lo necesitara?

Se reprimía por pensar en eso. Desde lo que había pasado con su padre, se hizo una promesa silenciosa: no pensar mucho acerca de las personas que lo rodeaban. Solo por la apariencia. Así se podía ahorrar muchos problemas en el futuro.

Esa conversación con Apolo Grecor se repetía en su cabeza:

–¿Nos dejarás?

–Tengo que trabajar.

–No. No tienes qué. Apolo no soy estúpido, tenemos dinero de sobra, dices tengo que trabajar como si fueramos pobres apunto de morir. Tú más que nadie sabe que no es verdad.

–¿Y qué quieres qué te diga? ¿eh? ¿Qué tengo otra mujer? ¿Qué simplemente me aburrí de ustedes? No. No me aburrí de ustedes, mucho menos de Naomi. Pero tengo un trabajo, un status social y una nueva e inapreciable oportunidad. No lo entenderías, hijo.

La verdad al chico se le hacía difícil creer que a su progenitor le importaban sus hermanos, madre y él mismo. Probablemente Will podría morir y su padre de entraría cuando tuviera setenta años.

¿Creen que es exagerado?

No lo es en absoluto.

¿Un ejemplo?

Uno perfecto: tres años atrás, había muerto su primo, Austin, Apolo se enteró un cinco meses después. Podríamos decir que, de alguna manera le afectó. Tal vez una o dos semanas, no más que eso. Después se disculpó abiertamente con todos, excusándose con que su trabajo le había impedido llegar al funeral.

Todo el mundo se lo tragó.

Pobre Apolo Grecor, que nadie tenga que cargar con sus desgracias.

Claro, con esa descripción se imaginarían a Apolo Grecor como un indigente el cuál no tiene familia y carece de dinero para siquiera comer.

Pero no. Él era todo lo contrario:

Era un célebre modelo de una empresa internacionalmente famosa.

¿Carecía de dinero?

Para nada. De hecho, el dinero de una empresa bastante reconocida podría ser un juguete a comparación del dinero que tenía en sus empresas y cuentas bancarias personales.

Su éxito provenía desde mucho antes. Y eso empezaba con su apellido: Grecor, éste cargaba con una excelente reputación.

Will no tenía ese apellido. Principalmente por culpa de su madre. Ella no quería que su hijo creciera dentro de una piscina de oro. Quería que consiguiera su propio éxito, que lo lograra él mismo, y no por un estúpido apellido. Por un tiempo, Will le reprendió a Naomi la decisión que tomó, y que "no le correspondía"

Hasta que un día, se le ofreció el gran privilegio de tener el apellido de su padre biológico, para ese entonces, él odiaba a Apolo. Lo último que hubiese querido, hubiera sido tener su apellido.

Frustrado, Will sacudió la cabeza de un lado a otro, su promesa con él mismo de olvidar esa maldita charla, de nuevo rota. Aunque poco le interesaba, había roto muchas promesas, una más no haría daño.

Llegó al salón de clases recibiendo miradas todo tipo.

Al fondo del salón estaba el muy conocido Leo Valdez, rodeado de un gran número de personas, contando sus característicos chistes terriblemente malos y con una sonrisa, básicamente el bufón del curso.

Will y él no eran precisamente amigos, solo se soportaban e ignoraban mutuamente. Los dos tenían un círculo social bastante amplio.

No se sabía mucho sobre la vida de ese divertido chico, se rumoreaban algunas cosas que a veces le causaban un mal rato, pero finalmente lo dejaban pasar.

–Hola Will –llamó una voz dulce. Él se dio la vuelta encontrándose con unos ojos turquesa muy conocidos.

–Chloe.

Ella se acercó y posó sus labios sobre los de él en un fogoso beso sin ningún miramiento por el lugar en el que estaban.

–¿Cómo estás, cariño? –dijo ella cuando se separaron.

–Bien. Hazme un pequeño favor, linda. Recuerda el tema de nuestra relación que es...

–Totalmente falsa, me beneficia a mí, tanto como a ti.

–Exacto –la volvió a besar.

–¡Eh! ¡Will! –el nombrado se separó a regañadientes de la chica y miró a quien lo llamó.

Al fondo del aula se encontraban sus amigos que le hacían señas exageradas para que se acercara.

–Adiós, Choe –caminó hacia ellos dejando a su novia sola.

–¿Cuánto más vas a seguir con ella –señaló uno de los adolescentes. Will se encogió de hombros.

–Estamos bien por ahora.

–¿Saben dónde demonios se metió Park? –cuestionó el mismo de antes.

–Debe estar con una resaca del infierno o con alguna chica. Nada raro en él.

–Puede ser...

–¿Van a la fiesta?

–Por supuesto, Fred. ¿Crees que me perdería algo así? Estoy seguro de que los demás piensan igual –aseguró Patrick. Como era de esperarse todos asintieron.

El otro grupo de estudiantes a su lado comenzó a reír a carcajadas. El grupo de Solace volteó y observaron con curiosidad.

–¡Leo! ¡Ven un segundo!

El nombrado dudó, pero finalmente se levantó provocando protestas por parte de todos.

–¿Sí?

–¿Irás a la fiesta de hoy?

Leo esbozó una gran sonrisa y quitó un mechón de cabello largo y rizado de su frente.

–Por supuesto. No me lo perdería. ¿Dónde será?

–En èxtasi bar, en la madrugada.

La sonrisa de Leo se amplió.

–Ese lugar promete muchas cosas... definitivamente iré.

–El lugar perfecto. Por algo lo escogimos. Drogas, alcohol y sex...

–...¡Rock and Roll! –exclamó Jay interrumpiendo.

–¿Qué demonios te sucede?

–Idiota, mira allá –señaló la entrada del salón donde se encontraba el director del instituto.

Para la desgracia de muchos, ese era uno de los pocos profesores que no permitían sobornos ni chantajes. No toleraba un mal comportamiento o mal lenguaje. Le traía sin cuidado cuanto dinero podía poseer un alumno o su familia. Solo castigaba, y no dejándolo una hora después de clases, cosas peores.

–Maldito viejo... –farfulló Will. Leo lo miró.

–Tengo una idea. Esto puede salir o muy mal, o muy bien.

–¿Qué harás? –el moreno guiñó un ojo y caminó hasta el profesor. La mayoría contuvo el aliento.

Intercambiaron unas palabras, el director fruncía el ceño varias veces y todos creían que el chico acabaría en suspensión. Pero, por supuesto, no ocurrió así.

De un momento a otro el adulto comenzó a reír, se podía notar como Leo suspiró aliviado. Bromearon unos segundos más hasta que se separaron.

–¿Cómo diablos hiciste eso, Valdez? –cuestionó perplejo Fred.

–Soy un chico especial.

–Definitivamente.

–¿Qué le dijiste?

–Digamos que lo convencí de salir más temprano. Quiten esa cara, Parecen idiotas. Como sea, los veo luego.

Leo se dio vuelta, volviendo a su grupo. Les contó lo que había pasado y todos lo vitorearon.

Entre el alboroto casi nadie se percató de la aparición de Park.

–¡Al fin llegas! ¿Con quién fue el polvo para que llegaras tan tarde?

–Cierra el pico, Patrick, si no quieres que te rompa esa maldita nariz.

–Queda claro que no es un buen día para ti –aseguró Will.

–No, no lo es. Y si alguno se mete conmigo, no le irá bien, ¿entendido?

–Claro, capitán...

–No es gracioso.

–Como digas, ¿vas a la fiesta?

–No lo sé. Supongo que sí.

–¿Cómo qué supones? ¿Desde cuando supones ir a una fiesta? –él entrecerró los ojos en dirección a Patrick. Estaba llevando su paciencia al límite.

–Ya cállense.

–Will, ¿podría hablar contigo unos minutos? –casi suplicó Fred.

–Supongo –se levantó y le hizo unas señas para que lo siguiera, dejando al resto de chicos con curiosidad.

Una vez fuera del salón, Will notó un poco nervioso a su amigo.

–¿Qué es tan importante y secreto para que me lo digas sólo a mi?

–¿Recuerdas que un día le compré a un tío... coca?

Solace levantó una ceja.

–Sí, ¿qué pasa con eso?

–Le pagué la mitad. Y no he completado el dinero.

–¿Cuánto compraste?

–Cincuenta gramos... –susurró.

No era ningún misterio para Will el hecho de que Fred estaba a un paso de ser drogadicto. En su momento le aconsejó que dejara la droga, y si seguía, que por último tuviera a alguien de confianza, que le diera un precio justo y que no fuera un narcotraficante asesino.

Claramente no le había obedecido.

–¿Qué?

–Diablos... estoy muerto.

–¿Por qué me lo dices?

-No lo sé... supongo que por desesperación. Tú tienes dinero. Lo que debo no es demasiado, la verdad. Pero no puedo sacar más de mis padres sin que sospechen algo.

–Quieres que lo pague yo.

–Quiero que me ayudes en pagar. Una mitad tú y otra yo.

–No lo sé.

–Por favor, Will... te lo devolveré.

Will en el fondo lo quería ayudar, podía ver la desesperación de su amigo. Parecía que el pobre chico estaba apunto de arrodillarse ante él y suplicarle.

Pero algo en su interior se lo impedía, hacía mucho tiempo que no ayudaba a nadie. Las personas lo ayudaban a él. Hacían lo que él quería, nunca al revés. Tuvo que esforzarse de sobremanera para pronunciar lo siguiente que liberaría a Fred de tanta preocupación.

–De acuerdo. Dime después de clases cuanto debes. No será necesario que me devuelvas lo que pague.

Fred lo miró totalmente sorprendido, como si hubiese estado preparado para una rotunda negación.

–¿Lo dices en serio? –Will se encogió de hombros–. ¿De verdad? –él rodó los ojos.

–¿Por qué te parece tan difícil de creer?

–Nada. Solo... creo que me quiero asegurar.

No era del todo cierta la declaración de Fred. Él y Will eran amigos desde hacía tiempo, él estuvo en el cambio drástico de personalidad de Will, lo ayudó. Eran casi como hermanos. Fred sabía en lo que se había convertido, esperaba una burla o algo parecido, no que aceptara tan rápido.

–No te preocupes, no estoy jugando contigo. Te voy a ayudar.

–Diablos... creo que me acabas de hacer feliz –rió–. Gracias, de verdad.

–No hay de que –aunque no quisiera, Will vio una buena oportunidad para aclarar una pregunta que le estaba carcomiendo el cerebro–. Tú... harías lo mismo por mí, ¿cierto? –al otro chico pareció intrigarle la duda.

–Claro. Siempre y cuando esté en mis manos tu problema y quieras mi ayuda, por supuesto –respondió casi de inmediato.

Se sonrieron. Por unos segundos Will se sintió como en los viejos tiempos, cuando solo intercambian miradas y se entendían a la perfección. Cuando nada había cambiado aún, eran sólo ellos dos.

–Vamos, entremos –Will se permitió pasar un brazo por los hombros de Fred y revolverle su cabellera castaña casi rubia.

–¡Hey! ¡No hagas eso, Solace! –lo empujó, jugando. Will rió por tercera vez. Se sorprendió de él mismo.

–No cambias. Sigues odiando que te haga eso. Con la diferencia de que ahora golpeas en verdad.

–Sí. Y no dudaré en usarte como saco de boxeo si lo haces de nuevo.

Rieron, Will sintió que ese momento había sido el más real que había tenido desde hacía mucho tiempo. Mientras que Fred albergó una posibilidad de que el antiguo Will Solace seguía ahí.

|∞|

–Tienen que hacer algo que les guste. Elegir algo en lo que estudiar y digan: "¡Esto quiero hacer por que me encanta!" Estoy segura de que muchos aquí piensan elegir una carrera sólo por la cantidad de dinero que ganarán. A ellos, les pido que lo piensen dos veces. Les aseguro que llegará un momento en el que querrán aventar todo por la borda.

–¿A qué se refiere?

–Cuando no te gusta algo, lo dejas, ¿verdad? –muchos asintieron–. En el caso de trabajar, no es lo mismo. Un ejemplo: alguien estudia leyes, pero en realidad quería estudiar medicina –Will prestó más atención inconscientemente–. Eligió esa carrera por el sueldo, por presión familiar, etcétera. En algún momento se aburrirá, le pesará ir a trabajar. ¿Cómo obtendrá ingresos económicos? Por eso, piensen bien antes de elegir. ¿Alguno quiere compartir que quiere estudiar? –algunas manos se levantaron.

–Interesante –musitó la profesora–. ¿Alguno más? –nadie se ofreció–. ¿Will? ¿Quisieras compartir algo? –él levantó la mirada y lo pensó unos segundos.

–No sé qué quiero estudiar –mintió.

–¿No hay algo que te interese?

–No.

Él sí sabía a que se quería dedicar: a la medicina. Nunca lo había compartido con alguien, ni siquiera con su madre o hermanos –cuando su relación era buena–, por alguna razón sentía que era un secreto que debía ser guardado en una caja fuerte. Will no estaba seguro el por qué de su afición con el área de la salud. En algún momento le interesó por su afán de ayudar personas. Luego, cuando cambió, no estaba seguro que le atraía, solo le seguía gustando de sobremanera.

–Tienes que ir pensado, Will. Quedan tan solo cuatro meses para que el año termine.

–Claro -sonrió.

–Bien, pueden retirarse.

Todos tomaron sus pertenencias y se retiraron del aula. Afuera, se reunieron varios chicos esperando a Will.

–Conque no sabes que vas a estudiar ¿eh?

–No, no lo sé. Apuesto que ustedes tampoco saben y planean vivir debajo de un puente.

–¿Eres adivino?

–No, pero los conozco.

–Hola -llegó Patrick con una chica a su lado.

-¿Quién es esta hermosura? –Patrick gruñó.

–Mi hermana Kath –se acercó al oído de Park y le susurró algo dejándolo con cara de pocos amigos.

–Me voy, Rick. Le diré a mamá que llegarás más tarde.

–Gracias.

–Ah, se me olvidaba algo –Katherine se acercó al oído de su hermano murmurando algo. De un momento a otro Patrick abrió los ojos como platos.

–Ahora vuelvo –le hizo unas señas a la chica indicándole que lo siguiera.

–¿Y ahora qué pasa? ¿Por qué tanto jodido misterio hoy? –nadie le respondió a Park.

Unos minutos después Patrick volvió con una expresión indescifrable.

–¿Qué sucedió? –preguntó Will. Nunca lo admitiría pero estaba preocupado. Patrick nunca se mostraba intranquilo, alarmado o siquiera afligido. Era una especie de persona serena y quizás algo graciosa, pero distante. A pesar del año que se conocían, a penas sabía de su vida, y con eso de que estaban juntos una cantidad de tiempo considerable.

–Patrick, deja el drama. ¿Qué sucedió?

–Cállate, Park, no es ningún drama.

–Entonces...

–¡Cállate y déjame hablar! –todos se sorprendieron del repentino enojo de Patrick–. ¿Recuerdan a Percy Jackson?

–Cómo olvidarlo, ¿qué tien...?

–Entonces también recuerdan a Jason y Thalia Grace.

–Sí, Patrick, ve al punto.

–No estoy seguro de quién de ellos tres, sufrió un accidente –el nerviosismo de Will aumentó.

–¿Qué tipo de accidente? –se atrevió a preguntar.

–Seguro fue uno automovilístico, nada importan...

–Marítimo. Alguno de ellos sufrió un accidente marítimo.

Para que Patrick lo dijera con tanta seriedad, a Will se le heló la sangre. No creía que hubiera sido un simple choque en lancha.

–Seguro fue en una yate de esos... –insistió Park.

–¿Qué no lo entiendes? Percy, Thalia o Jason, uno de los que algún día fueron nuestros amigos, está perdido en medio del Pacífico. Su maldito barco fue destruido en una tormenta marina.

Se formó un crudo silencio.

–¿Por qué dices que nadie está seguro de quién de los tres fue el del accidente?

–Los tres salieron de viaje al mismo tiempo, por lo que... –un celular comenzó a sonar, Patrick metió su mano al pantalón y lo sacó de inmediato, no se tomó la molestia de siquiera irse, no le importaba que escuchan su conversación.

–¿Noticias? ¡Habla entonces! –exclamó.

Mientras tanto, Will seguía en su mundo. Procesaba la información que le acababan de dar. ¿Estaba afectado? Por supuesto que sí. Percy y él habían sido amigos casi desde el momento en el que se conocieron. Nunca se había colocado en el caso de que no se volvieran a ver. Su último día juntos no era precisamente agradable. En algún momento quería arreglarlo.

Will había sido un idiota con él, y lo sabía. La culpa parecía corroer sus venas.

Jason era un caso perecido a Percy. Aunque su amistad comenzó un tiempo después, y terminó antes, se habían querido como hermanos.

Thalia era un caso diferente, algo amoroso había ocurrido entre ellos, lamentablemente por temas de familia, los Grace se fueron a otro país, así terminando con su relación.

Unos segundos después, Will miró a su derecha. Fred estaba quieto y tan serio que parecía congelado. Aún así pudo notar un pequeño templor en su labio inferior, indicando que en cualquier momento se echaría a llorar. Algunos de sus demás amigos solo estaban serios y atentos a la llamada de Patrick. Park parecía aburrido, como si realmente le importase un bledo que pudiese pasar con los tres chicos.

Will lo quería golpear. Por suerte Patrick cortó la llamada antes y habló

–Thalia está bien. Ella... no estaba de viaje. Se había quedado con su madre en Seattle.

–¡Excelente! –musitó Park–. Si van a seguir con esto... me voy.

Al irse él, algunos otros también lo hicieron, dejando solo a Fred, Patrick y a Will.

–Yo... los veo después. Si me entero de algo más, les avisaré.

–Adiós, Rick.

–Fred, puedo... ¿puedo ir a tu casa?

–¿Para qué?

–Nada en especial. Solo... ¿puedo?

–Supongo. Tenemos que hablar de algo antes de la fiesta...

Los dos se fueron dejando atrás el instituto. Sin haberse enterado del chico que había escuchado su conversación. Leo Valdez detrás de unos arbustos, derramaba lágrimas amargas debido a la noticia del accidente de Percy o Jason.

|∞|

Hola :)

De verdad lamento actualizar cinco días después de la fecha que había fijado, pero por diversas razones se me hizo imposible.

¿Qué les pareció el capítulo?

Es mi primer historia narrada en tercera persona, es un poco difícil para mí, pero lo intento.

Espero que les haya gustado.
Denle a la hermosa estrellita y comenten ^-^

Em

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