Capítulo 2: oscuridad y eterno sueño
Los cristales que estaban en algunas partes de la caverna, deslumbraban las plataformas empedradas que residían sobre el vacío oscuro, estas eran sostenidas por pilares de ladrillos grisáceos, los escombros que se encontraban en algunas partes y sobre las mismas, fueron iluminados de forma leve por la poca a luz que había en el lugar, el cual estaba totalmente oscurecido.
Frente el paso de ladrillo grisáceo y rebordes de metal plateado. El guepardo luciendo su nueva armadura carmesí, movió la punta del arco que había aparecido en sus manos; el cual estaba cargado con una flecha de la misma gama de color oscuro: la varillas de estas poseían grietas por donde circulaba una rara sustancia morada fosforescente, mostrando algunos dientes afilados en sus fauces, le apunto a la criatura que se encontraba parada enfrente—. ¡Dime tu verdadero nombre! ¡Por qué voz tiene uno y lo sé!
—¡¿cómo osas apuntar a una dama con eso?! —gritó la bestia de ojos de reptil, moviendo su larga cola de serpiente, a la vez se aferraba al arpa que llevaba en las zarpas, mientras que las puntas de su cabello azulino se movían—. Ya te lo dije, soy el terror de los mares, una criatura del fondo marino llamada Araya.
—Está bien Araya... No te puedo matar, debido a que no estás viva —El guepardo tomo la flecha que había cargado en el arco, denotando que poseía tres puntas blancas en el extremo superior; estas eran parecidas a unos colmillos de dragón, guardándola en la bolsa especial que estaba unida al espaldar de la pechera, concentrado hizo desaparecer la armadura, dejando ver la prenda que tenía debajo, el mismo algo enojado gritó—: ¡este trapo tapan casi todo mi pelaje! ¡No me gusta! ¡Lo odio! —Emitiendo un aura negra, la cual se manifestó alrededor de todo su cuerpo, sin prestarle a tención a la mujer que estaba parada enfrente, se dispuso a desnudarse.
—Interesante, parece que cuando embulles magia negra en agua y luego metes a una criatura, esta pierde la memoria y se vuelve más salvaje —resaltó Araya, viendo cómo Hunter se quitaba la ropa, dejando expuesto todo el pelo de su cuerpo: el cual era de pelaje blanco en la parte de adelante, este estaba en su hocico; en la parte de debajo de sus brazos y manos, bajaba por su abdomen hasta su entrepierna, la cual poseía un pelo largo y desordenado—. El maestro Malefor, le gustara ver esto.
—¡¿Quién es ese?! —Hunter dejó escapar humo de sus fosas nasales, el cual era negro como la noche; inclino la cabeza y las orejas confundido, arrojando asqueado la túnica roja en el suelo, caminando con sus gigantescas patas de animal. Pisando el arco de madera que estaba frente al pozo, "¡crak!" se escuchó, al romperse en dos pedazos con interés en su mirar se le acerco.
—Huh... Es un amigo amado, vemos a verlo para que te mire —dijo Araya regresando a su otra forma, la cual tenía un vestido negro; piernas normales y un antifaz emplumado en sus ojos, movió su cabello largo color azulado al tocarlo.
El guepardo de ojos con iris escarlata, ladeo su cola con manchas negras y azuladas en el medio, alzando una oreja y bajando la otra con duda—. No lo sé... ¿Tiene carne para comer? porque me muero de hambre.
—Si. Solo sujétate de mi hombro para que os lleve a su fortaleza. —La chica con desinterés miró el pelaje blanco del dorso de la fiera, denotando que no era tan forzudo en sus brazos y pecho; la misma era unos milímetros más baja que ella, algo insegura le dijo:
—No sé. Si queréis ponerte algo que te cubra, porque vamos al templo de mi maestro, no sé... Si te deje estar desnudo en sus dominios.
—Claro que no. No necesito ropa, tengo una armadura mágica. Además... Un macho que se respete puede andar como quiera, esta es mi apariencia más natural —resaltó Hunter sin expresar ninguna emoción, dando unos pasos para ponerse a la izquierda del terror de los mares, colocando la zarpa sobre su hombro con una cara perdida.
—¿Estás seguro que no te pondrás nada? —Araya frunció el entre cejo de incertidumbre.
—Ya di esa respuesta... —dijo la fiera dejando ver algunos dientes afilados como dagas, mientras hacia algunos gruñidos ariscos—. Una cosa... Puedes llamarme Oscure como apodo.
—Está bien —reputó Araya tocándose el pelo azulado, mientras que colocaba una mirada desinteresada, denoto los suelos de piedra antigua que estaban en la plataforma.
—Una cosa más... Antes de irnos, no quiero que le digas mi verdadero nombre a Malefor, ¿entendido? —Hunter alzo la ceja con una mirada seria.
—¿Por qué no le puedo decir qué te llamas Hunter? —La dama con el vestido negro con tirantes, giro la cabeza para ver el hocico de la bestia, bajando la mano para ponerla en su costado.
—No quiero que lo digas, porque quiero decírselo "Yo" cuando llegue el momento. —El mismo frunció el ceño y enseño todos los colmillos.
—¿Qué momento es ese?
—Ho... Parece que quieres, que te viole... —resaltó el guepardo, manifestando nuevamente esa extraña estela oscura alrededor de su cuerpo, abrió y cerró los ojos, dejando ver que sus colores se invirtieron de forma aterradora—. ¿Qué tal si lo hago?
—¡Soy más fuerte que tú! ¡No trates así a una da...! —Araya sintió como si alguien la estuviera asfixiando, justo en el cuello, haciendo que sea difícil terminar de gritarle al bárbaro, el mismo se empezó a burlar de ella de forma desquiciada, mientras que se caía al suelo—, ¿Cómo... Puedes... Hacer... Eso...? Sin... Mover ni un dado...
—No te lo diré, ¿solo promete que no le dirás nada a Malefore? Y te salvas de mis garras. —Hunter dejando escapar más carcajadas, las cuales empezaron a sonar como las de un monstruo, viendo que la chica estaba luchando por respirar con las dos manos en el suelo, la cual movió la cabeza a su izquierda para verlo enseñar las zarpas—. Entonces... ¿No le dirás mi nombre?
—Esta... Bien... No le diré tu nombre real. —El terror de los mares sintió como la presión que estaba en su cuello, desaparecía de forma misteriosa; la misma tomando una enorme bocanada de aire se levantó, mientras que manifestaba un tic nervioso, pensó:
«Si hubiera previsto que se volvería tan fuerte, nunca lo hubiera corrompido».
—Pero lo hiciste, puedo escuchar tus pensamientos en mi cabeza —resaltó Hunter con una leve sonrisa, mientras que movía la cabeza con desinterés, parpadeando, sus orbitas oculares regresaron a tener el iris rojo—. Me aburro... Vamos con ese Malefore tuyo.
—No puede ser, también puede escuchar mis pensamientos —expresó la mujer con una expresión enojada, mirando a la entrada del pasaje por donde había venido el guepardo; a la vez que sentía como el mismo colocaba nuevamente la mano en su hombro, esta recitando algo en voz baja y desapareció entre chispas moradas.
«Ya tengo a mi leyenda, tu alma y la mía se han fusionado, solo dedícate a seguir con el teatro ». Hunter escuchó una voz en su mente, este enseño unos colmillos afilados de forma contenta, luego movió la cabeza de lado a lado, dándose cuenta que estaba en un pasillo: los muros eran de piedra caliza y los suelos tenían losas antiguas, los laterales eran decorados por columnas.
El lugar estaba un poco deteriorado por el tiempo y oscurecido por la poca luz que había en el sitio, sin embargo, también se apreciaban rayos luminosos que salían de algunas grietas en el techo; esto era debido a la lava del volcán, sobre la cual flotaba el templo.
Hunter dando unos pasos detrás de la dama de cabello largo, se acercaron a una puerta redonda que esta al final del pasaje: esta era de madera roja y tenía decoraciones doradas en algunas partes, además que la entrada parecía que se podía abrir más para que un enorme y robusto dragón, pudiera pasar sin problema.
El guepardo le sorprendió, debido a que la entrada a la sala estaba en perfecto estado comparado con el resto del sitio; alzando las orejas algo pensativo, a la vez que miraba como la chica con el vestido negro tocaba el respaldo de la puerta con la mano derecha, esta fue semi-iluminada por las luces que brotaban de las grietas en el techo, cuando le estaba pasando algo de energía para abrirla, esta miro al lado derecho al oírlo decir:
—Me pica la curiosidad, este sitio huele a dragón y a muerte, ¿Malefore es un dragón?
—Claro. Es el primer dragón púrpura, su poder es inmensurable y te puede destruir con la mirada, él quiere acabar con este mundo —respondió Araya desinteresada, terminando de pasarle un poco de sus fuerzas elementales; la parte redondeada de la puerta al poco tiempo se movió a un lado, abriéndose de golpe para que pudiera pasar—. Hasta con sus poderes elementales, hizo volar este templo y creo un volcán para mostrar sus increíbles poderes.
—Hera obvio, lástima que esta quemado por dentro y no tiene corazón para usar sus verdaderos poderes.
—¿Qué quieres decir con eso? —El terror de los mares alzo el entre cejo, su pelo azulado se movió a un lado al inclinar la cabeza para mirarlo interesada.
—Es decir que su corazón está perdido en la oscuridad, debido a eso... No es tan poderoso —mencionó Hunter con un tono despreocupado, a la vez que entraba a la sala con pasos suaves de sus gigantescas patas—. Es un gusto conocerte Lord Melafor, soy Oscure.
La habitación tenia paredes y suelos de la misma piedra que el pasillo, esta poseía un desnivel con escalones de losas, sobre el mismo estaba un enorme y escalofriante dragón de escamas purpuras y placas amarillas, estas parecían estar sucias, además que en su cuerpo poseía unas cicatrices por las batallas que ha librado durante los años en guerra con los guardianes elementales, concentrándose Hunter hizo surgir su armadura roja y los ornamento en forma de cuernos negros que le salieron como tentáculos de la pechera; estos le llegaron a la cabeza y las puntas le tocaron su frente, agachándose enfrente del malvado dragón hizo una reverencia, poniendo una zarpa adelante y la otra atrás, con la rodilla flexionada en la misma dirección
—Entiendo... —El mismo giro la cabeza para mirar a la criatura de los mares, la cual, al ver su expresión enojada; manifestó unos ojos de reptil nerviosos, debido a que el guepardo entro sin que ella le avisara antes, estirando la cola para apuntarle con la gigantesca daga amarilla que estaba en su punta—. ¡Tu! ¡¿Porque no me avisaste antes de que esta cosa entrara?! ¡No me gusta que nadie me moleste! ¡Estoy planeando la destrucción total de este mundo!
—Disculpe maestro oscuro, esta bestia se metió antes que pudiera decirle. —Araya sudando de los nervios, se colocó a la derecha del guepardo con la armadura carmesí, el cual era iluminado por la luz que brotaba de las aberturas que estaban en el techo de la sala; poniéndose en la misma posición de reverencia que el guepardo, el cual acentuaba una expresión como sin alma, denotaba los pilares que estaban a los lados del formidable dragón púrpura—. No me castigue por eso como a tus antiguos aliados, solo fue un error, que no se cometerá otra vez.
—Eso más te vale, porque puedo devolverte del abismo oscuro de donde salisteis —amenazó el horripilante dragón púrpura con ojos de iris roja destellante, luego estiro el cuello y movió el hocico para ver con interés el cuerpo del guepardo, viendo la armadura roja que llevaba y los ornamentos que cargaba en la cabeza—. Se nota que lograste probar eso, nunca nadie ha hecho eso con la magia oscura; me sorprende que al encantar el poso y al meter a este ser dentro, haya salido corrupto de una.
—Si... Mi lord, fue sin necesidad de usar cristales elementales —resaltó la chica de pelo largo, mientras que tenía la cara deslumbrada por la poca luz que había, levanto la mirada de forma atenta—. Comparado al terror de los cielos y a los demás soldados, este es diferente.
—Lo puedo sentir en su aura, es más negra que la mía, ¿Cómo es posible?
—Eso es debido a que no me queda humanidad dentro, el que era antes se perdió entre las tinieblas —respondió el guepardo dejando brotar unos tentáculos de las orbitas de sus ojos, estos se volvieron marcas en forma de triángulos en el pelo amarillo de sus rostro—. Ahora... Soy tuyo Malefore.
—Eso genial, sin humanidad, no tienes deseos de traicionarme —aclaró el maestro oscuro, mostrando todos los colmillos de sus fauces; los cuales estaban negros y podridos por el tiempo, dejando escapar algunas carcajadas macabras. La fiera levantándose hizo lo mismo manifestando una aura negro como la noche alrededor del cuerpo, mientras que levantaba la pata delantera izquierda para volverla puño—. Ahora Spyro ni Cynder podrán detener mis planes, tarde muchas décadas, pero ahora sí, destruiré el mundo y cumpliré mi destino.
—Mm... Estas hablando de tus enemigos, ¿no? —Oscure alzó una ceja y bajo la otra con un rugido de intriga, a la vez que movía las orejas, escuchaba la misma voz grave en su mente:
«Alguien está soñando y no son los guardianes ni ellos dos».
—Eso es una verdad innegable, ¡ellos eran útiles más que todo Cynder! ¡Pero ella me traiciono! —exclamó Malefore azotando la cola, fuertemente contra el suelo de lozas empedradas, mostrando levemente sus dientes afilados como navajas con ímpetu—. Me gustaría tenerlos enfrente para mostrarles mi poder y matarlos, pero los Grublins aún no los han encontrado en las ruinas de la montaña. Donde derrotaron al rey simio.
—Qué tal si te ayudo, soy la persona que puede cumplir tu querer —dijo la fiera de ojos con iris roja destellante, caminando para subir los escalones del desnivel con sus gigantescas patas, las cuales tenían garras afiladas de gama blanca, acercándose a la zarpa que tenía levantada el aterrador dragón de escamas moradas oscurecidas, la sujeto parada deslizar algo por debajo de esta, luego dio unos pasos hacia atrás para regresar a su lugar y mirarlo con una suave sonrisa—. Es algo que te permitirá atacarles en el reino de los sueños.
—Reino de los sueños, ¡tonterías! ¡Ese lugar no existe! ¡Solo son puras leyendas! —gritó la dama con una expresión enojada, a la vez que fruncía el ceño con la cara deslumbrada, los mechones de su pelo largo se movieron, mientras que siseaba como serpiente.
—En mis años he oído leyendas. Araya. —Malefore interrumpió a al terror de los mares al gruñir, mientras que la miraba con una expresión helada; la misma bajo la mirada para ver al suelo, solo se quedó callada como si estuviera castigada, al ver eso decidió ver el amuleto que le había dado el guepardo con la armadura roja: cuyo metal era iluminado de forma dispareja por la luz que salía de las grietas, detonando que era un raro anillo negro como la noche, el cual tenía una serpiente enroscada, adornando la parte superior—. ¿Esta argolla que es?
—Es tu pase libre al reino de los sueños, el cual es el mundo, donde Spyro y Cynder están metidos, puedes matarlos y será como si los hubieras matado en de verdad, solo póntelo y duerme.
—Entiendo eso Oscure, ¿puedo detenerlos para siempre? —El malvado dragón púrpura movió la cabeza de lado a lado con algo de intriga, mientras que miraba al guepardo que tenía la misma expresión decidida.
—Exacto... Hay el dragón púrpura no es poderoso, debido a que es otra realidad, pero con el anillo tendrás los poderes del amo de la pesadillas, podrás controlar a los seres oscuros que representan los sueños de los elementos, se llaman Místicos —explicó el mismo con un tono confiado, moviendo la cola de lado a lado, la cual sobre salía del armamento que llevaba—. Solo debes colocártelo y caerás en un sueño.
—Bueno... Primero debo hacer algo. —Malefore tomando el amuleto con el hocico, bajo la pata que había levantado para luego acostarse sobre el desnivel, poniendo sus zapas delanteras y traseras mirando hacia adelante, después escupió el anillo nuevamente para tomarlo—. Antes de irme, debido al cambio de planes, Araya, puedes hacer lo que me contaste antes.
—Ho... Gracias, lord. —Las telas del vestido negro que llevaba la mujer, se movieron al inclinarse hacia adelante en señal de respeto; mientras que veía al maestro oscuro acostado sobre el desnivel de roca, el cual se dio la media vuelta para ponerse boca abajo, mostrando todas sus placas amarillentas—. Estarás orgulloso de mí, cuando haya acabado con este mundo, harás el ritual para destruirlo.
—Está bien... Además, Oscure será tu guarda espaldas.
—No... Maestro oscuro, él es un pervertido y horroroso guepardo —La criatura de los mares hizo mover su cabello de forma espectral, mientras que le señalaba con el dedo índice, observando cómo hacia desaparecer la armadura carmesí y se rascaba la parte de adentro del trasero, sin prestarle nada de atención a sus miradas levanto la mano con la cual se lo había tocado para olerla, después la bajo y los vio con indiferencia—. ¡¿Lo viste?! ¡Porque parece que la oscuridad lo hizo más depravado!
—Es verdad... De hecho...
—¡no! ¡Te masturbes! —Araya dando unos pasos se acercó para darle una cachetada, esto hizo que el guepardo moviera el hocico a un lado, cuando lo enderezó dejo ver unos ojos totalmente negros; luego le devolvió el golpe con más fuerza, causándole un corte a su bello rostro con las zarpas, mientras que poco a poco brotaban gotas de una especie de sustancia verdosa, la cual cayo el suelo de lozas—. ¡Condenado animal! ¡Dañaste mi bello rostro! ¡Algo que nadie me hace sin quedar empalado!
—¡Te lo buscaste! ¡¿Dónde está el palo que te lo meteré....?! —La bestia paro la oración, al ver como el horripilante dragón levantaba la pata delantera izquierda: se colocó el anillo en la garra índice, esto hizo que alzara las orejas y quitara la mirada de la mujer para verle con incertidumbre.
—Dos cosas. Araya sé qué para ti es asqueroso, pero Oscure es fuerte, déjalo ser así. Dos. No se maten entre sí, se los prohíbo ¿entienden? —El dragón púrpura inclinó la cabeza, dejando semi-iluminar los cuernos amarillos que tenía: estos estaban retorcidos y sucios en algunas partes, mientras que posaba sus ojos sobre ellos, mostro de forma leve los colmillos en sus fauces al bostezar por el cansancio, el cual poco a poco se manifestó en su cuerpo, sentía como si hubiera corrido y paliado mil batallas feroces—. No me despierten...
—Es verdad... Dulces sueños, espero que tengas un buen viaje. —Oscure puso una expresión decidida, a la vez que sedaba la media vuelta para caminar de regreso a la puerta, sintiéndose hambriento dejo ver unos dientes afilados, mientras la retumbaba el estómago—. Pero antes, ¿Dónde está la carne? ¡Aliméntame!
—Solo lo hare de mala gana —contestó la mujer de cabello largo color azulado, dándose la media vuelta para quitar la mirada del enorme dragón púrpura; el cual se quedó profundamente dormido, bajando las alas y pegándolas a sus costados. Empezó a roncar profundamente, dejando escapar humo de color morado oscurecido de sus fosas nasales, mientras que se alejaban del desnivel para caminar a la puerta y entrar al pasillo junto al guepardo. Sin decir nada, solo caminaba con un suave pisar de sus zarpas, mientras que todo su cuerpo era semi-iluminado por las luces que salan de las grietas en el techo.
Los dos se perdieron por los pasajes del templo, mientras que el malvado dragón se sumía en un profundo sueño; el mismo sentía como si se estuviera cayendo en un vacío oscuro, dejando escapar un largo suspiro con una sonrisa, a la vez, del anillo que se había puesto, empezaban a brotar unas nubes negras como la noche. Estas poco a poco cubrieron todo su cuerpo, haciendo que cambiara su aspecto por completo, mientras era llevado a un lugar diferente, en otro muy distinto pasaba algo.
La luz diurna salía de un enorme agujero del techo, la cual deslumbraba una sala redonda con paredes hechas de roca, el suelo poseía un enorme mosaico de piedras blancas: la cual formaban una espiral, esta empezaba desde el contorno del muro y terminaba justo en el centro del sitio, los rebordes que estaban en el techo eran de piedra gravada. Todo se encontraba en calma hasta que se escuchó como alguien caía por el enorme hoyo, manifestando unas luces de color amarillo como la noche y unos destellos del mismo tono; aparecieron dos jóvenes dragones y una pequeña libélula, estos cayeron de golpe en el centro de la redoma.
—¡Hay...! ¡Eso fue sorpresivo...! ¡Spyro! ¡La próxima que uses tus poderes del tiempo, procura avisarnos. —La libélula de color amarillo se tocó la cabeza, a la vez que se levantaba moviendo las alas para emprender el vuelo: estas eran trasparentes y casi no se veían. Denotando a la dragona de escamas violetas y placas de un tono más claro de morado: las cuales bajaban por su cuello hasta su vientre, la misma tenía en la frente unas marcas blancas y a los lados de sus patas delanteras. Luego giro la cabeza a su izquierda para echarle un vistazo a su hermano adoptivo de escamas púrpuras en todo su cuerpo y placas de color amarillo que empezaban, de donde terminaban su cabeza y bajaban por su cuello, el dragón era más robusto que la dragona; el hocico de la misma era algo puntiagudo, comparado al del dragón que lo tenía más fornido. Los dos estaban acostados en el suelo con los ojos cerrados, la libélula se alejó volando hacia atrás atónito—. ¡¿Qué está pasando?!
Denoto como del pecho del dragón, salían cuatro llamaradas de fuego, la primera era de color rojo y amarillo; la segunda tenía un tono azulado y desprendía un aura gélida, la tercera poseía una gama café claro y la última deslumbrada de una matiz amarilla fosforescente, esta desprendía chispas eléctricas al flotar en el aire.
El insecto amarillo con los ojos abiertos de sorpresa, noto como todas las llamaradas; acepto la roja con amarillo, pasaban de colores claros a oscuros. Estas emitían un aura negra como la noche, antes de salir volando por el tragaluz que estaba en el techo del lugar.
—Arg.... —Se escuchó un rugido salir de la llama roja, la cual se había quedo flotando en la sala, la misma poco a poco se acercó a la libélula.
—Se está acercando. —Esta se alejó del extraño fogón con un mover de sus alas, revoloteando por la habitación redonda; miro lo que parecía ser una puerta semicircular de metal y rebordes de color esmeralda, la misma se podía abrir más para que un dragón más grande, pueda pasar sin problemas, esta siguió volando hasta quedar atrapado en la pared, la libélula pego su espada de la misma tragando saliva de los nerviosos—. ¡Spyro! ¡Cynder! ¡Ayuda! ¡Esta cosa me quiere quemar!
—Arg.... —se escuchó por parte del fuego, el cual con un fuerte resplandor rojizo, tomo la forma de una criatura de escamas rojas y un tono más oscuro de rojo en las marcas de su lomo, la misma posea un par de cuernos en la cabeza de gama amarillenta como sus placas, estas iban desde donde empezaba su cabeza hasta abajo, dando unos pasos hizo manifestar el símbolo del fuego en su pecho: este era representado por una llama que iba desde rojizo y pasaba de diferentes tonos de naranja hasta llegar a amarillo, dando unos pasos con sus cuatro patas; se acercó con cuidado, mientras que unas llamas le brotaba de su lomo, estas estaban detrás de donde empezaba su largo cuello, moviendo la cola de forma descontrolada miro a la libélula con unos ojos de iris roja, gruñéndole de forma contenta y mostrándole unos par de colmillos afilados.
—¿Qué eres tú? Extraño dragón con el símbolo del fuego en el pecho —preguntó el insecto algo inseguro por la aparición de la bestia, la cual bloqueaba toda ruta de escape con su cuerpo, esbozó una expresión enojada, mostrándole los puños de sus pequeñas manos negras, las cuales eran tan pequeñas que casi no se veían—. ¡No sé qué eres! ¡Pero yo Sparx! ¡Junto a mis amigos luchamos contra un simio malvado llamado Galia!
—Arg.... —Emitió el ente estirando su largo cuello, acercándose para acicalar a la libélula con su áspera lengua, la misma puso una cara asqueada; luchando por apartar su hocico con las manos, la misma logro sujetarlo para alejarlo con fuerza, pero solo hizo que se volviera acercar para seguir lamiándole el rostro con gruñidos contentos.
—¡Spyro despierta esta cosa me está chupando! ¡Me está molestando! ¡Deja de hacerlo que me dejas baboso!
De repente. El dragón púrpura abrió los ojos, dejando ver el iris amatista en estos, el mismo un poco mareado se levantó para colocándose sobre sus cuatro patas, parpadeo algunas veces para dejar que su vista se acostumbrara a la luz diurna que salía del tragaluz circular, notando que el mismo estaba en el techo empedrado, moviéndose de lado a lado para regresar en sí mismo, le hecho un vistazo a los muros de rocas y el suelo de piedras blancas—. ¿Dónde estamos? ¡¿Qué paso con Galia?! ¡¿Lo derrotamos o no?!
—¡¿de verdad no te acuerdas?! —Sparx alzó una ceja y levantó la otra, mientras que seguía siendo babeado por la bestia de escamas rojas, la misma gruñía de forma contenta y ladeaba la cola cada vez que le pasaba la lengua, luego con un tic nervioso le grito:
— ¡qué te parece si después lo aclaramos! ¡Porque necesito ayuda con una criatura extraña!
—¿"criatura extraña" qué clase de criatura? —Spyro poniendo una expresión pensativa, miro a la pared; donde estaba su hermano adoptivo Sparx, denotando a la gigantesca bestia que lo fastidiaba al babearlo, la misma hacia unos gruñidos jaquetones; al mirarla, puso unos ojos como platos, sorprendido comentó—: No me debes decir nada más, ¿de dónde salió?
—Ni idea, surgió de una llama roja que broto de tu pecho, habían tres más, pero estas se fueron flotando por el tragaluz ese —explicó el mismo con la espalda pegada a la pared de roca, frunciendo el ceño de enojo—. ¡Por favor! ¡Dile que me deje de lamer!
El dragón púrpura dando unos pasos se colocó detrás de la criatura, viendo las escamas rojas y las marcas de un tono más oscuro de carmesí: estas empezaba desde la parte de atrás del cuello y llegaban a la punta de su cola, viendo los cuernos amarillos en su cabeza, enseño un par de colmillos blanco en sus fauces, mientras que tomaba una bocanada de aire para exclamarle:
—¡Tu cosa rara! ¡Deja de babosear a mi hermano! ¡Date la vuelta para que pueda verte!
La criatura dejando de chupar a la libélula, dio unos pasos para darse la media vuelta y mirar al dragón púrpura; revelando el iris rojo que poseía en sus orbitas oculares, mirándolo con duda. Solo se dedicó a hacer gruñidos leves, a su vez, agitaba la cola con lentitud. El símbolo del fuego que tenía incrustado en el pecho, fue deslumbrado por las leves luces que salían del hoyo en el techo. Esto sorprendió aún más al dragón púrpura, haciéndole tragar un poco de saliva nervioso.
Sparx todo babeado movió sus alas trasparentes para acercársele, se pasó sus pequeñas manos por la cara y el cuerpo para limpiarse la saliva, la cual era trasparente y viscosa; pero no tenía ningún olor, puso una expresión enojada—. ¡Eso fue peor de lo que ocurrió en la montaña oscura! ¡Me di cuenta que oído que me ensaliven!
—Si...
—Entiendes... Que no me gusta que me baboseen. —Sparx se puso de brazos cruzados, mientras que le echaba un vistazo al enorme mosaico de piedras blancas en el suelo: el cual formaba parte de la espiral, la misma terminaba en el medio del sitio.
—Si. —El dragón púrpura miraba a la criatura de cuatro patas con ojos pasmados, la cual, aún estaba parada enfrente sin hacer nada, imaginaba que estaba esperando una orden por su parte.
—¡¿Oye me estas escuchando?! —gritó el insecto con un tono de duda, moviendo las alas para ponerse a la derecha del joven de escamas moradas y placas amarillentas, posándose sobre su hocico, mirando de forma helada sus ojos de iris amatista.
Spyro al ver a Sparx parado sobre su nariz, emitiendo un gruñido regresó a la realidad de golpe; a la vez, los cuernos retorcidos en su cabeza eran semi-iluminados por la luz del sol que brotaba del tragaluz en el techo, mientras que lo miraba levantaba la cabeza para decirle:
—Siento haberte ignorado, pero estoy algo confundido y atónito por la criatura de fuego.
—Estoy contigo, además... ¿Cómo terminamos en esta habitación? —La libélula moviendo las alas miro los muros de roca, viendo que algunas partes estaban cubiertas de césped verdoso, el cual se filtraba de entre las grietas—. Lo único que recuerdo es que la montaña de Malefor se derrumbó, usaste tus poderes y terminamos aquí, ¿en quien sabe dónde?
—Al decir verdad... No me cuerdo que sucedió durante la batalla contra Galia, pero recuerdo que recibí una especie de rayo morado, el cual surgió durante del eclipse. —Spyro levantó la pata delantera izquierda para rascarse a un lado de la cabeza, justo debajo de sus cuernos, suspirando de forma leve—. Ahora estamos en un sitio desconocido, frente a una rara criatura que me recuerda a Ignitus, ¿Por qué casualidad lo conocéis?
—Argg... —La bestia de ojos con iris roja, puso una cara confundida por la pregunta, moviendo el hocico de lado a lado en señal de negación, mientras que las placas amarillas que bajaban por su cuello eran iluminadas por la tenue luz diurna.
—Creo que no puede hablar —resalto la libélula con una mirada pensativa—. Pero creo que te entiende, porque te respondió moviendo la cabeza.
—Si... Me pregunto si. —El joven púrpura se aclaró la garganta, viendo al extraño ente de fuego y estirando los cartílagos de sus alas: estas eran de un tono oscurecido de rojo por dentro y por fuera eran de gama amarillenta como el resto de los huesos, seguro le ordeno:
—¡Siéntate!
Los dos pusieron ojos como platos de sorpresa al ver como la criatura obedeció la orden, estirando su enorme cola para no pisarla al sentarse; la misma los veía con una expresión contenta en la cara, donde mostraba dos dientes afilados como navajas de gama blanca, el fuego que tenía en la parte del lomo se movía de forma leve.
—Creo que te obedeció ¿pero cómo? Yo le estuve gritando que parara de babosear, pero no me hizo caso hasta que tú le dijiste —señaló Sparx, dándose la media vuelta para volver a mirarle los ojos a Spyro, haciendo un puchero de intriga—. Prueba a ordenarle otra cosa.
—Está bien... a ver... —El dragón púrpura algo pensativo bajo la pata, haciendo unos gruñidos de duda, mientras que la libélula salía volando de su hocico al inclinarlo de forma leve a la izquierda—. Párete y ruge con fuerza.
La bestia de escamas rojas, se levantó del piso para ponerse sobre sus cuatro patas, tomo una enorme bocanada de aire para después, lánzales un enorme rugido como de león.
Sparx para no ser arrastrado por la corriente de viento que generaba, movió sus alas trasparentes para ponerse detrás del cuerno derecho de Spyro y sujetarse, el cual se sujetó al suelo de roca blanca con las zarpas, el mismo puso una expresión sorprendida porque estaba haciendo lo que le ordenaba, Spyro alzo el entrecejo al escuchar a Sparx, decir:
— ¡listo! ¡Es obvio que te obedece! ¡Dile que pare!
—Si... —El dragón púrpura asintió con la cabeza, luego miro al extraño ser con determinación—. Para de rugir ahora.
Este al oír la orden de Spyro, dejo de gruñir y empezó a jadiar de cansancio; enseñando su áspera lengua y algunos colmillos afilados en sus fauces, debido a que había usado una gran cantidad de energía para lanzar ese rugido tan potente, viéndolos a ambos con duda; solo se quedó en silencio, mientras que el iris rojo de sus ojos destellaba.
Sparx con movimientos leves de sus alitas, salió de su escondite, volando fuera de la cabeza de Spyro para mirarlo con intriga—. Entonces... Ahora tienes a una cosa que sigue tus órdenes, a Cynder le encantara escuchar esa noticia.
—Si... ¿Eso creo? —respondió el dragón púrpura con un cierto tono de inseguridad, debido a que no sabía nada sobre la extraña bestia ni en donde se encontraban, el mismo miro a la dragona de escamas violetas oscuras en todo el cuerpo y placas de un más claro de morado: estas bajan por su cuello hasta su vientre, esta se encontraba en el suelo, decidió acercársele con leve pisar de sus patas, lentamente levanto la zarpa delantera izquierda para parparle con suavidad el hocico a la joven dragona, mientras le decía con una voz suave:
— Cynder despierta, debo decirte algo que descubrimos.
—hay... Que flojera... ahora no... —mencionó la misma entre gruñidos suaves, está dándose cuenta de quien se trataba; abrió los ojos de golpe y los cerro, dejando ver el iris azulado que tenía en ellos por un momento. Luego hizo un gruñido de molestia, debido a la fuerte luz que brotaba del ventanal en el techo, abrió lentamente sus orbitas oculares, las cuales poco a poco se acostumbraron a la luces diurnas que iluminaban el lugar, moviendo el cuerpo y acostándose mal en el piso empedrado, debido a que tenía las patas delanteras y trasera mirando hacia adelante. El dragón dejo de acaríciale apartando y bajando la zarpa, dando unos pasos para retroceder, a la vez que la misma se levantaba con los ojos agudos de tristeza—. Spyro...
—¿Porque pones...? —El dragón púrpura paro de hablar cuando la dragona, lo abrazo con las patas delanteras, extendiendo las alas de cartílago rojizo por dentro y del mismo tono de morado que el resto de su cuerpo por fuera. Esta con suavidad palpo su cuello con la punta del hocico, consolándose al sentir las duras placas amarillentas del dragón, mientras las lágrimas le brotaban de sus ojos al llorar, le regreso al gesto a la dragona, diciéndole de corazón:
—Tranquila... No pasó nada, aquí estoy.
—Lo se... Pensé que te había pasado algo, al verte corrompido por la oscuridad. —Cynder hizo unos gemidos de dolor, mientras que sentía como gotas brotaban de sus ojos y terminaba en las placas amarillas del cuello de Spyro, el cual estaba confundido, debido a que no recordaba nada—. Cuando te toco ese rayo púrpura, pensé que no volverías a ser el mismo.... Pero parece que regresaste.
—Si... Una pregunta Cynder.
—Si. Spyro. —La dragona alzó el hocico y se alejó para verle los ojos al joven púrpura, dejando de abrazarlo para ponerse sobre sus cuatro patas, pego las alas de sus costados.
—¿Qué paso después de que toque ese rayo morado? No me acuerdo de nada, después de eso.
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