Capítulo 1: después del anochecer
En un lugar sumido en el olvido, se escuchaba el fuerte soplar del viento en el lúgubre bosque, las ramas de los antiguos robles se movían sin control alguno, mientras que la lluvia caía sobre sus hojas verdosas, las cuales eran iluminadas por el leve resplandor azulado de las lunas celestiales, estas eran casi no visibles por que el cielo estaba nublado.
Se escuchaba el mover de la maleza, a la vez que una joven dragona de escamas blancas como la nieve en todo el cuerpo y placas de un tono más claro de gris: las cuales bajaban por su cuello, caminaba con sus cuatro patas por un viejo sendero de hormigas.
El cuerpo de la dragona estaba cubierto por un manto hecho de piel de oso negro, la misma tenía la capucha puesta siendo difícil ver parte de su cara, hizo deslumbrar el iris dorado de sus ojos al levantar el hocico, mirando como la tenue luz de los astros se filtraba de entre las copas de los árboles. Algo pensativa al respecto, solo les hecho una ojeada por un rato y después retomo la caminata; volviendo a mirar el camino oscurecido, mientras que dejaba ver la daga en forma de corazón, la cual estaba en la punta de su cola: esta parecía hecha de un hueso cristalino de color rosado, estaba debajo de la túnica, cuyas telas ondeaban por la helada briza.
La misma con la capucha empapada por el aguacero que caía de entre las ramas, siguió su travesía pasando algunos arbustos y viendo el césped en el suelo, saltando el tronco de un árbol que se había caído por el sendero. Luego se paró al sentir una extraña presencia en el aire, alerta denoto algunos matorrales y miro entre árboles; pero había lugares muy oscuros que no se podían distinguir y otros que eran iluminados suavemente por el resplandor azulado que salía de entre el follaje, mientras miraba al lado izquierdo, decidió cerrar los ojos para concentrarse en la energía que proyectaba el lugar; al sentir una extraña aura rojiza acercándose por detrás, la cual era proyectada por una extraña bestia de cuatro patas y pelaje café en todo el cuello, la misma con sus ojos de reptil amarillos, al verla de espaldas decidió saltarle encima a la dragona blanca, saliendo de golpe del arbusto en el cual se había ocultado, pero la misma con rapidez se dio la media vuelta para lanzarle una bola de fuego color amarillento; esta salió despedida de sus fauces, el ataque le impacto en el pecho al extraño ser, el cual tenía placas de un tono verdoso que bajaban por su cuello.
"¡Pan!" se escuchó, cuando la fiera con orejas de conejo salió volando hacia atrás; quedando estampando contra el tronco de un árbol que estaba al lado derecho de la joven dragona, sus oídos estaban en su cabeza y eran del mismo color de pelo que el resto de su cuerpo: estas eran de un tono más claro por dentro, aterrizando sobre el césped y poniéndose sobre sus zarpas, hizo un rugido fuerte como de le león, enseñándole los dientes afilados y enfadados a su presa, mientras que alzaba la espada que estaba en la punta de su larga cola: parecía hecha de hueso color verdoso.
—¡No tengo tiempo de tratar con un Ichigo! ¡Debo llevarle las plantas medicinales a mi hermana! —La dragona blanca con un leve gruñido, dejo semi-iluminar sus fauces; mientras que dejaba ver algunos colmillos de gama blanca, manifestando una especie de luz amarillenta en su boca, las cuales arrojaban algunas chispas al suelo. La misma exhalo una llamarada de color amarillento, quemando a la bestia, la cual intento zarparle atravesado la llamas de un salto; pero las misma eludió las garras afiladas al moverse a la izquierda, luego dio una vuelta de barril para ponerse detrás de su larga cola de pelo marrón, rápidamente se levantó y la mordió con fuerza de abajo del arma blanca que tenía en la punta, haciendo un ruido de esfuerzo la levanto por los aires, estampando a la criatura contra el césped algunas veces.
Luego moviendo el hocico hacia arriba, la lanzo con fuerza contra algunas ramas, viendo como estas se caían al suelo, debido a que algunas se habían roto por el peso del Ichigo. La dragona blanca tenía una expresión helada, sintiendo como las gotas de lluvia caían por el agujero que había hecho en el espeso follaje de los árboles, dejo escapar un suspiró al ver que el combate había terminado, pero esta puso unos ojos como platos de sorpresa al ver como el Ichigo saltaba por el agüero, el mismo le dio un zarpazo con la pata delantera empujándola con fuerza, la misma dando algunas vueltas quedo tirada en el helado césped.
La capucha que tenía la túnica se le quitó a la joven hembra, dejando ver los cuernos de carnero: color grisáceo y en roscados como es piruletas, estos residían en su cabeza; frunciendo el ceño enojada mientras que la miraba, debido a que le había hecho una marca de garras en la mejilla izquierda de la misma, poco a poco empezaron a brotarle gotas de un líquido espeso carmesí, estas cayeron sobre el pasto verdoso, menciono:— ¡Pagarais por eso! ¡Te hare un filete! —Mientras que se levantaba con el ceño fruncido, concentrando sus poderes elementales; le lanzo otra bola de fuego amarillo, el mismo le impacto a la bestia. Empujándola hacia atrás unos centímetros, debido a que había detenido el arrastré al clavar las garras en la tierra; de pronto sintió como la daba con las zarpas, algunas par de veces dejándola atontada, mientras que se tambaleaba uso una bola de fuego concentrando más de sus fuerzas al lanzarla con sus fauces. La criatura salvaje hizo un chillido sordo al recibir al ataque, el cual exploto de forma sorpresiva, el mismo cerrando los ojos de golpe aterrizo en el césped. La dragona sin perder la guardia se acercó viendo cómo se desangraba en el suelo, debido a las zarpadas que le había hecho en el abdomen y en sus patas, moviendo la cola se dispuso a comer un poco de su carne debido a que tenía algo de hambre, al poco tiempo se relamió el líquido carmesí de los colmillos con su áspera lengua y saco una bolsa de cuero de entre la túnica, la cual estaba atada en su cintura por una cuerda, desatándola para abrirla puso un poco de carne adentro—. Para que no se desperdicie, le gustara a Luna, ella siempre le gustó las carnes de otros animales y no solo de ciervos —dijo, cerrando el morral para colocarlo de vuelta en el lugar donde lo había sacado, apurada se alejó del cuerpo de la criatura y acelero el paso con sus cuatro patas: las mismas poseían cinco dedos con garras afiladas de color blanco, estas estaban una en cada dedo.
Dando unos pasos siguió por el bosque hasta que llego en un acantilado, concentrando sus poderes elementales puso sus patas sobre la rocas para pegarse a ellas como si fueran imanes, mientras que subía sin perder la concentración. Las garras le brillaban de un tono espectral de amarillo, hasta que termino de subir de forma horizontal por la superficie plana de piedra, la frazada de pelaje negro que llevaba se movió al saltar, apoyándose sobre la superficie de la saliente, la misma tenia césped verdoso y algunas flores blancas en el lado izquierdo; las cuales se movían por la fuerte lluvia que las mojaba.
La joven dragona alzo el hocico para ver una cueva que estaba en la pared empedrada de la montaña, sin decir nada más que unos gruñidos; se acercó para adentrarse al oscuro pasaje, dejando oscurecer sus escamas blancas, al igual que el resto de su cuerpo, siguió por el pasillo de roca grisácea el cual cruzaba a la izquierda.
Llegando a una sala grande y redonda, la misma tenía tres desniveles con césped donde se podía saltar; estas eran iluminadas por cristales azules que sobre salían de algunas zonas, dando unos pasos miro una piel de oso café que se encontraba extendida sobre el césped, el cual se ubicaba en la esquina izquierda de la caverna, acercándose la dragona se dispuso a quitarse el cobertor mojado, se lo había puesto para no empaparse con el aguacero que caía a fuera, al quitárselo rebelo unas alas con plumas blancas; las cuales movió porque las tenía todas entumecidas, pegándolas a sus costados nuevamente. Colocó el manto con capucha sobre el alfombrado café, al dejarlo puso una expresión preocupada al escuchar como alguien tosía en el tercer desnivel, a la vez que se quitaba la cuerda que tenía amarada en la cintura: la cual estaba adornada con muchas bolsas de cuero viejo, estas las usaba para llevar objetos y suministros diferentes; tomando una de estas con sus fauces se dispuso a saltar al último desnivel de piedra, moviendo las alas con cada salto que hacía.
Al llegar vio a una joven dragona de escamas negras como la noche y placas azuladas como el cartílago por dentro de sus alas, está la miro con el iris rojo de sus ojos destellantes por las luces de los cristales azulados, estos se encontraban al lado izquierdo del montón de paja; donde estaba acostada ella, mostraba los colmillos blancos de sus fauces cada vez que tosía, las espinas dorsales de la misma eran azules: estas empezaban desde la parte de atrás de su cuello y bajaban, hasta la punta de su cola; la cual tenía cuatro aletas moradas en la punta, alzando la zarpa delantera algo débil, le dijo:
—Hermanita Alis... regresaste... Hola...
—Si. Aquí estoy con la hierba para tu gripe.
—¡Eso es fantástico! —Luna intento levantarse y colocarse de pie, pero cuando lo hizo volvió a caer; llenándose el hocico de paja y parpadeando, mientras que los cuernos blancos de su cabeza: los cuales miraban hacia atrás. Eran iluminados de medio lado, debido al cristal que estaba cerca, se pasó la zarpa por su nariz para limpiarse y volviéndose a costar—. Lo siento por no ayudarte.
—Descuida. No debes hacer esfuerzo, solo debes comer la medicina para que estés curada en muy poco tiempo. —Alis con unos pasos seguros, se acostó mal frente a su hermana; poniendo las patas delanteras y traseras mirando hacia adelanté, mientras que sacaba de la bolsa unas hierbas verdes, las cuales enseño con la pata delantera izquierda, a la vez que la dejaba en el suelo—. Solo come esto, tardara unos días en hacer efecto, pero volverás a sentirte mejor y podrás dormir bien esta noche.
—Ho.... Está bien. —La dragona negra abrió la boca, dejando ver todos sus dientes afilados como navajas de gama blanca, mientras que residía la hierba medicinal y se las comía, puso unos ojos abiertos al tragar de forma apresurada, saco su áspera lengua—. ¡Sabe a césped! ¡¿De verdad esto es medicina?! —resaltó con una expresión asqueada, mientras que miraba las alas de su compañera al gruñir y ponerse en la misma posición que ella.
—Sip —comento la misma con un tono alegre, mientras que dejaba deslumbrar el pechón de pelo amarillo que tenía entre sus cuernos, al igual que sus alas empalmadas—. Los habitantes de la aldea de los faunos, me dijeron que así sabía, tuve que hacer algunos trabajos de recolección para que me dieran algunas, pero no fue problema para mí.
—Entiendo hermanita... —Luna dejo escapar humo negro de sus fosas nasales, moviéndose de forma leve, se puso boca arriba para ver algunas estacas que colgaban del techo de la cueva, las mismas eran semi-iluminadas por la luces de los cristales a su izquierda—. Extraño a nuestros padres, lástima que se fueron a causa de los ejecitos oscuros.
—Si... Yo igual, sé que ha pasado años desde que llegaron y destruyeron el pueblo de los dragones artesanos. —La dragona blanca hizo un chirrido de dolor, debido a que en ese momento lo perdieron todo, mientras que oscurecía la mirada con suma tristeza—. Si no fuera por Memo, nos hubieran asesinado con los demás dragones.
—Si... Ese dragón gentil de escamas rojas y unos bellos ojos azules, me gustaría que estuviera en la isla Aluzión, debido a la magia que la rodea la isla es casi invisible, desaparece y aparece como si nada —resalto Luna con un tono suave, mostro algunos colmillos en sus fauces al toser, dejando deslumbrar la parte de arriba de su hocico por los cristales: cercanos al montón de paja, donde se acostaba adormir—. Hubiéramos descubierto este lugar antes, tal vez él, nunca hubiera sido raptado.
—Si. Pero llegamos a esta isla gracias a las mareas, después de intentar escapar, nos caímos en un rio que desembocaba al mar y cuando las dos, nos dimos cuenta, estábamos en esta isla.
—Eso es verdad, nadie sabe que existe este lugar, debido a la extraña magia que lo rodea —confeso la joven de escamas blancas, decidida se levantó con la misma expresión desoladora, colocándose sobre sus zarpas para caminar hasta el borde de la cornisa, extendiendo sus alas y enseñando el plumaje blanco en ellas, dejo escapar un suspiro para tranquilizarse; olvidando por un rato las penas que la invadían su corazón, puso una expresión contenta—. Pero no todo es malo, debemos ver que aún seguimos juntas como el sol y las lunas, debemos ser fuerte hasta que acabe la guerra en el reino dragón.
Luna dejando atrás los sentimientos de desconsuelo, enseño unos dientes blancos como navajas en sus fauces; mientras que veía como Alis saltaba del desnivel, donde se encontraba el montón de paja, a la vez que brincaba por los dos desniveles para llegar al suelo donde se encontraba la entrada de la caverna, movió la cola de lado a lado—. Tienes razón somos fuertes, debido a nuestros elementos —le dijo de corazón a Alis, dejo escapar algunas carcajadas contenta—. Como decía nuestro padre: "un buen dragón no le tiene miedo a nada y siempre sigue sus ideales" Solo debemos tener confianza para ver a nuestro futuro cambiar.
—Jeje... Tiene razón. —La dragona blancas pegando las alas nuevamente en sus costados, se acercó a la piel del oso que estaba extendida sobre el suelo; viendo la cuerda con las bolsas atadas, dejo la que tenía en el hocico, sentándose y estirando la cola para no pisarla, se dispuso atarla nuevamente al cinturón que normalmente llevaba en la cintura. Luego tomo la bolsa con la carne que había recogido antes con la boca, dándose la media vuelta grito:
—¡Tengo algo de carne! ¡Voy a hacer una fogata para cocinarla y comer juntas!
—Está bien hermana... Me gustaría comer algo más que plantas —Luna con dificultad se puso sobre sus cuatro patas, debido a que se sentía un poco mejor, mientras que daba algunos pasos al borde del desnivel, veía como Alis tomando el morral de cuero con las fauces, se acercaba a unos maderos que estaban apilados a la derecha del alfombrado y dejaba la bolsa en el suelo empedrado, concentrado sus poderes elementales encendió la fogata, las llamas de las misma eran de color amarillo con blanco por dentro, estas desprendía chispas de la misma gama al aire: las cuales al poco tiempo desaparecían. Viendo el césped de los desniveles se dispuso abajarse, saltando entre los tres y aterrizando con dificultad, extendiendo sus alas con cartílagos azules por dentro y la cola para mantener el equilibro al aterrizar, al llegar al último desnivel se sintió mareada por los movimientos bruscos que hacía, está tambaleándose sin querer "¡pan!" se cayó del primer nivel, terminando en el suelo dándose fuerte en la nariz, mientras gemía sintió como le brotaba un líquido carmesí y espeso de las fosas nasales.
—¡Luna....! ¡¿Estas bien?! —grito la dragona blanca alejándose de la fogata para acercarse a su hermana, la misma bajo las alas y la cola por lo herida que estaba, poniéndose delante de ella con una cara de preocupación—. ¡Ho...! ¡Te hiciste daño! ¡Te dije que no salieras de la cama porque aun estas enferma!
—Lo se... Solo es que no quiero quedarme como una carga para ti, hermana. —le respondió con un tono de furia, mostrando algunos colmillos y levantándose; puso unos ojos abiertos de intriga, cuando Alis se sentó en el piso; extendiendo la cola con cuidado, esta con las patas delanteras le sujeto el hocico delicadamente: el cual le estaba sangrando, las gotas rojas brotaban de su nariz y caían al suelo de roca.
Alis concentrado sus poderes elementales, hizo brillar sus cinco garras mientras que le tocaba la nariz a Luna, la misma sintió como poco a poco el dolor del golpe desaparecía y la sangre que salía de la herida; se regresaba a donde había salido, mientras que era deslumbrada por las luces que generaban su magia, puso unos ojos de iris dorada compasivos—. Lo sé, pero soy tu hermana mayor, es mi deber ayudarte a curarte con mis poderes sanadores, aunque no puede quitar la gripe, puedo ayudarte a mejorar para que nos ayudemos entre nosotras. ¿Vale?
—Vale, tienes razón. —resalto Luna con una aura alegre, debido a que los poderes de Alis se sentían muy cálidos y reconfortantes; dejando escapar unos gruñidos de tranquilidad, dio unos pasos hacia atrás para verla con la cara deslumbrada por la luz de los cristales, haciendo una reverencia al bajar el cuello, continuo:
—Bueno. Vamos a cocinar la carne.
—Sip... —Alis bajando las zarpas delanteras, se puso sobre sus cuatro patas, luego dio la media vuelta para volver a caminar y sentarse frente al fogón de fuego espectral, no sin antes tomar dos varas de los maderos que estaban apilados; estos se encontraban pegados a la pared, frente y alejados de la fogata, y el alfombrado de cuero. La misma había buscado las ramas en la mañana, sentándose nuevamente para poder usar las zarpas delanteras, cogiendo dos trozos de la carne que había cortado y poniéndolos en la punta de los bastones, luego tomándolos con la boca se dispuso a ponerlos sobre las llamas de la hoguera, mientras que Luna se sentaba al lado izquierdo de Alis, recibiendo uno de las varillas con carne en la punta—. Solo hay que esperar un rato.
—Es justo. —La dragona negra pegando las alas en sus costados, tomo la rama y la puso suavemente en la fogata para que el calor cocinara la comida, mientras escuchaba como poco a poco los filetes se cocinaban—. Me gustaría saber de qué elemento somos, porque las llamas que exhalas son amarillas como el sol —dijo con una expresión de duda, dejando semi-iluminar su hocico por las llamas al verlas, pensativa intento buscarle una explicación o descubrir cuál era su elemento.
—Yo igual, en la aldea de los artesanos, cuando vivíamos con nuestros padres, ningún dragón podía explicar que hayamos nacido con otros elementos, los cuales desconocemos totalmente —mencionó Alis con un tono pensativo.
—Estoy igual, porque mis llamas son negras y todos piensan que uso magia negra, debido a eso les doy miedo. —Luna bajo la cabeza un poco algo insegura—. Piensas que estoy corrupta por la oscuridad como el Terror de los Cielos o algo así, ¿y que puedo volverme loca como ella?
—No... no digas eso hermana, creo que esa oscuridad es tuya, además según dicen... Ella fue corrupta por la oscuridad del maestro oscuro —resalto la dragona de escamas blancas con los ojos de iris dorada deslumbrante por la tenue iluminación de las llamas, mientras que cocinaba su comida—. Pero la tuya es diferente, estoy seguro que hay un propósito para que tengan esos poderes al nacer.
—Solo... me... quiero decir, nos gustaría saber ¿cuál es nuestro propósito? ¿Por qué sobrevivimos al ataque de los ejércitos oscuros en nuestra aldea?
—También, la mayoría de los dragones nacen con un solo elemento y normalmente ese elemento, es uno de los cuatro elementos principales fuego, rayo, hielo y tierra, pero nosotras no podemos exhalar ninguno, ¿Por qué? —expresó Alis con un tono pensativo, debido a que no tenían las respuestas a esas preguntas que rondaban en sus cabezas, viendo que la carne se había puesto de color marrón, movió el hocico para ver a Luna a su izquierda, diciéndole:
—Ya parece que esta lista.
—¡Bien! ¡A comer! —exclamó la dragona negra, acercándose el tramo donde estaban las chuletas en la rama, tomando una con la zarpa delantera derecha, relamiéndose los labios antes de empezar a comérsela con tranquilidad.
Las dos empezaron a comerse sus carnes, sin decir nada solo veían los muros empedrados y los suelos de roca, los tres desniveles con césped creciendo en ellos eran iluminados por los cristales azulados que estaban en algunas partes de la cueva, a la vez que estaban comiendo. En otro lugar pasaba otra cosa, en un pasadizo de piedra antigua debajo de las ruinas de una gigantesca montaña, la cual era conocida por los antiguos dragones como la montaña de malefor, caminando por el sombrío y lúgubre pasaje se encontraba un guepardo, el mismo tenia pelaje amarillo en la parte trasera de su cuerpo y blanco en la parte de adelante: el cuál iba desde su nariz negra y bajaba por su abdomen. Este llevaba puesta una túnica rojiza con unos rebordes amarillentos en algunas partes, estaba sosteniendo una antorcha con la mano derecha; la cual poseía cinco dedos con garras afiladas de gama blanca: yacían una en cada dedo y tenía pelaje blancuzco que cubría la parte inferior de sus brazos y llegaba hasta la palma de sus manos.
Mirando las paredes de piedra, siguió avanzando con un pisar de sus gigantescas patas, mientras levantaba las orejas puntiagudas que tenía en su cabeza—. Siento algo raro en esta caverna, me pregunto... ¿Serán Spyro y Cynder? —dijo con un tono grave, debido a que el lugar tenía un aura rara que parecía estar llamándolo a lo profundidades, no lograba distinguir el fondo del pasillo empedrado debido a que las llamas de la antorcha no llegaban a iluminar todo el lugar, dejando zonas oscuras en los muros—. Espero por los ancestros que así sea, Ignitus confía en mí para llevarlos Warfang, llevo tres años buscándolos sin existo, pero siento que me estoy acercando poco a poco.
Retomando la travesía con seriedad, continuo bajando por la cueva; cruzando una curvaba que seguía descendiendo por a las profundidades de la montaña, dando unos pasos sentía el lúgubre silencio que residía en el lugar, alzo la mirada al ver una luz que salía de lo que parecía una sala más grande, la misma era proyectadas por la luz de unos cristales verdosos que sobre salían del suelo empedrado: estos estaban cerca de la salida del pasaje.
Llego a una gigantesca zona con distintas plataformas de piedra antigua, las cuales estaban unidas por puentes; estos se encontraban sobre un vacío oscuro, apoyadas sobre columnas y tenían escombros encima: algunos eran pilares, muros de ladrillo grisáceo, otros estaban derrumbados por el pasar del tiempo y algunos en cambió se encontraba en prefecto estado, dando unos pasos miró una especie de fuente circular; el cual poseía unos rebordes de metal rodeándolo y estaba hecho de la misma piedra antigua, acercándose a la fuente pudo ver y sentir una fuerte aura oscura; al acercarse movió la antorcha pensativo. El guepardo se inclinó hacia adelante, denoto que dentro del pozo había una extraña sustancia oscura como la noche; esto hizo que se sorprendiera en el acto, cuando sin avisar las antorchas se apagó por un helado viento que salió por detrás, el cual hizo mover las telas de los ropajes que llevaba.
—¿No es hermosa lo que la magia negra puede ser? —dijo una voz femenina que estaba detrás de la joven fiera, la misma alzo las orejas y se dio la media vuelta para ver a una mujer con vestido negro y cabello azulado: el cual era muy largo, el mismo se movía como si tuviera vida propia.
La piel de dama era pálida, le estaba sonriendo de forma suave, mientras le miraba con sus ojos de reptil color escarlata, dio unos pasos a la vez que el lugar de donde había salido el guepardo; era cubierto por una extrañas nubes oscuras, la misma llevaba una pequeña arpa en sus manos: hecha un raro metal negro en los laterales de la misma; habían tallados unos dragones, estos poseían ojos de joyas moradas, la usaba para tocar una suave melodía que inundaba el ambiente.
—¡¿Quién rayos eres tú?! —dijo el guepardo, haciendo mover las telas de la túnica que llevaba, arrojado la antorcha para tomar rápidamente su arco, el cual estaba colgado a un lado del bolso de flechas que llevaba en la espalda, tomando un proyectil y apuntándole a la mujer en el pecho; extendiendo la cuerda del arma, mientras podía sentir una fuerte presencia oscura emanar de la extraña dama con antifaz de plumaje negro—. ¡Responderme! ¡Osino os daré con una de mis flechas!
—¡Escucha bastardo animal! ¡Odio que tratéis así a una dama! ¡Para ti son solo juguetes sexuales! ¡¿No es así bestia?! —gritó al aire la extraña mujer, dando un salto hacia la joven se trasformó rápidamente, pasando a hacer una gigantesca bestia, la misma tenia manos, cabeza y dorso de loba: cuyo pelaje era grisáceo en casi todo el cuerpo y café en la parte de adelante, el cual iba desde donde empezaba su cabeza hasta abajo, la misma de la cintura para abajo era parte serpiente: las escamas de su larga cola eran verdes con puntos negros en la espalda; estos bajaban hasta el final, la criatura llevaba puesto una pechera de hierro forjado, la cual estaba un poco oxidada debido al agua del mar, también tenía una falda como de gladiador color rojo en la cintura, estirando su enorme cola se hizo más alta que el propio guepardo, el cual puso unos ojos como platos anonadado, debido a que nunca había visto una criatura así de rara—. Ho... ¿Me equivocó Hunter?
—¡¿que?! —El guepardo movió el hocico de lado a lado para regresar en sí mismo, alzando sus orejas puntiagudas de forma atenta: las cuales eran pelo blanco por dentro y amarillo por fuera, de hecho en la parte de arriba de sus brazos, tenía manchas negras con azul en el medio, volviendo a mirar a la extraña criatura le respondió:— ¡Claro que no! ¡Voz estas equivocada bruja! ¡¿Decime quien sois?!—Le apunto en el pecho gusto en el corazón, tocando con la punta de sus garras la cuerda del arco, respirando con suavidad para no fallar el tiro.
—Soy una bestia despertada por el poder de Malefor, ¡él es especial para mí! ¡¡Ustedes quieren vencerlo y no les dejare!! —dijo la bestia entre rugidos, enseñando las aterradoras hileras de dientes que tenía en sus fauces: las mismas eran de tiburón, tocando con fuerza el arpa que llevaba le lanzo una bola de agua; la cual se manifestó en el aire frente a ella, mientras iba hacia la joven fiera. La misma apuntándole leído en el acto con la flecha, pero escucho "¡pan!" cuando el ataque acuático exploto, libero una neblina a su alrededor; esta era blanca como la nieve, nublándole la mirada para que no pueda darle con las flechas—. Ja...ja, ¡te tengo!
—¡Eso es trampa! ¡No puedo ver nada! —Hunter volvió a tensar el arma a distancia, pero no podía ver por la neblina que había aparecido en el lugar; al escuchar como algo se movía detrás de él, se dio la media vuelta haciendo mover las telas rojas de la túnica que llevaba, mirando al pozo de agua oscura con un poco de inseguridad, debido a que no podía escapar porque no alcanzaba ver la salida ni las preformas de la formidable caverna—. ¡¿Dónde estás?!
—Aquí... feliz chapuzón... —se escuchó un susurró detrás en su nuca, mientras que vía los dientes afilados de la criatura: los cuales eran blanquecinos. Lo empujo con sus manos al pozo, metiendo a la fuerza al guepardo y salpicando un poco de esa sustancia negra, debido al golpe soltó su arco de roble; este haciendo unos ruidos cayo frente a la fuente, mientras que lo veía hundirse poco a poco en el agua maldita, dejaba escapar unas carcajadas de victoria—. Veamos que pasa... Cuando encantas un poso con magia negra y metes a alguien puro dentro.
Los ropajes de Hunter se movían con delicadeza, al hundirse en la sustancia que parecía alquitrán, el mismo sintió como terminaba en lo profundo del pozo, pegando la espalda contra el suelo empedrado. Una extraña aura morada salía de su pecho, justo en el lugar donde estaba su corazón; dejando escapar un rugido bestial a la vez mostraba todos sus colmillos de forma errática, poco a poco a su túnica de cuero rojo con rebordes dorados: le aparecieron trozos de armadura de un metal rojo, la cual termino cubriendo todo su cuerpo ocultando su verdadera ropa debajo, le aparecieron unos ornamentos negros en forma de cuernos en la espalda, los cuales surgieron de la pechera y llegaban hasta su cabeza tocando su frente, antes de perder la conciencia con dificultad comentó—: Ayuda... Ignitus... —Después de cerrar los ojos, al poco tiempo los volvió abrir, dejando ver que los irises verdosos de sus orbitas oculares por la magia negra; se habían vuelto escarlatas, nadando con un mover de sus gigantescas patas a la superficie del pozo salió de un salto del mismo, aterrizando con agilidad enfrente y moviendo las orejas, subiendo la mirada con una expresión como sin alama; viendo a la extraña bestia que estaba enfrente, hizo aparecer un arco de la nada: el mismo era de metal negro con ornamentos en forma de alas de murciélagos, tomando una flecha de la bolsa metálica que le había aparecido a la armadura en la espalda, cargando y tensando una cuerda de fuego morado le apunto en el pecho con la punta del proyectil, le gritó—: ¡¿Dónde estoy?! ¡¿Dime quién eres?! ¡O si no! ¡te atravieso en la cabeza con una flecha!
—Soy el terror de los marres, una criatura del fondo marino que estaba dormida hace décadas, mi querido Hunter.... —respondió la chica de malagana.
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