Capítulo 43

“Tengo que mostrar el verdadero yo, que se oculta detrás de una máscara sonriente. Soy yo al que debería amar en este mundo, iluminando preciosamente mi alma. Finalmente me di cuenta que me amo. No tan perfectamente, pero si tan hermosamente. Soy yo al que debería amar.”
- EPIPHANY (BTS JIN)



Aunque después de la pequeña discusión las cosas parecieron relajarse levemente, Namjoon todavía podía notar la tensión y las miradas a su alrededor mientras comían. Él, al igual que Seokjin, se había limitado a escuchar sin dejar que de sus labios se escapase ni una sola palabra.

La madre de su pareja había estado conversando acerca de su vida en esa zona de la ciudad cuando era joven, contó algunas historias sobre lo mucho que las carreteras, calles y edificios de la zona habían cambiado desde entonces e incluso añadió anécdotas sobre la guardería a la que Jin acudía cuando era un bebe. Namjoon podía reconocer en el tono de esa mujer un claro esfuerzo por tratar de fingir que su familia se encontraba en un buen momento, sin embargo estaba claro que aquella era solo una careta que se empeñaba en mostrar delante de extraños.

Él no era idiota, había visto a Jin derrumbarse por la muerte de su hermano y sabía que el futuro de la empresa familiar se encontraba colgando de un hilo debido a que este no quería heredar nada que se ligase a dicha empresa. El ambiente ya era tenso en cualquier día normal, ahora mucho más teniendo en cuenta que se encontraban sentados a la mesa con los tíos de Seokjin y una mujer que mantenía su cabeza anclada al pasado.

Namjoon dejó que una de sus manos se posase disimuladamente sobre la rodilla del abogado, bajo la mesa nadie podía ver ni juzgar sus actos y precisamente por eso sus piernas también estaban pegadas a las del otro. La tensión de Seokjin era sumamente notable mientras la charla se desenvolvía, a pesar de la mirada neutral que expresaba ante sus familiares. Sus ojos no mostraban demasiado, pero sus actos eran como un libro abierto : en silencio, callado y sin decir ni usa sola palabra cuando no le preguntaban.

-Desde aquí se podía ver el parque en el que tu hermano y tú siempre jugabais. ¿Recuerdas cuando tu hermano mayor te enseñó a columpiarte? Ese día te caiste y llegaste con una sonrisa a casa porque Woobin te dijo que habías sido un chico realmente valiente. Eras un niño que lloraba por casi cualquier cosa pero él siempre conseguía calmarte. Ese parque os vió crecer durante los años que vivimos en esta zona. - el tono de la madre de Seokjin descendió levemente a medida que su mirada se centraba en la comida sobre su plato. - Pero decidieron tirarlo para construir un centro comercial.

Namjoon tragó con dificultad, notando que Jin no parecía encontrar ni las fuerzas ni las ganas para responder a la pregunta que su madre le había hecho. Su mano se apretó un poco más sobre la rodilla del abogado, tratando de aportarle apoyo a través del toque.

-A veces, ocurre. - susurró evitando la mirada de la mujer, pero los ojos de la madre de Jin se posaron sobre él en un instante. - No me malinterprete pero en un tipo de sociedad como la que tenemos esas cosas ocurren todo el tiempo, hace dos años una empresa trató de convencer a mi familia y todas las que residen en el mismo edificio que nosotros para que nos fuésemos. Ellos ofrecieron una mierda de cantidad económica a cambio, querían tirar nuestros hogares para acabar con las zonas marginales de Seúl. Nuestro edificio viejo y lleno de humedad da mala imagen a la ciudad que a menudo pretenden presentar ante los medios como moderna y ejemplar en cuanto a nivel de desarrollo. - Namjoon notó la mirada curiosa de Seokjin y se giró para observarlo. - La cantidad de dinero que nos ofrecían a cambio era tan ridícula que ni siquiera habríamos podido alquilar un sitio decente por más de tres meses. Pusieron como excusa que el valor del edificio es en realidad casi nulo, de alguna forma intentaron que creyéramos que estaban haciéndonos un favor con sus ofertas.

Jin suspiró, entendía la situación de la que hablaba y aunque a veces se hacía el ciego con respecto a la misma, todo el mundo sabía lo que ocurría en ese tipo de ocasiones. El gobierno siempre ponía trámites y más trámites delante de las familias que picaban en el anzuelo y decidían vender sus hogares por una miseria. A algunos les prometían que se les cedería una buena vivienda a cambio, a otros les hablaban de que las mejoras en el territorio generarían más puestos de empleo… pero al final esos lugares siempre terminaban convirtiéndose en el parque de juegos de los empresarios con dinero.

-¿Han seguido insistiendo? - preguntó el abogado, una de sus manos moviendo levemente el carrito en el que Seung dormía para evitar que la charla lo despertase del todo.

-Todavía vuelven de vez en cuando.

El padre de Seokjin pareció obtener interés, Namjoon lo notó porque su elegante postura se modificó. Ahora el hombre mantenía los codos posados sobre la mesa mientras apoyaba la barbilla en el puño que sus manos entrelazadas formaban.

-El mundo de los negocios es difícil, para lograr cosas muchas veces se necesita prescindir de la piedad. Cuando estaba comenzando nadie quería ayudarme, mi primer taller de mecánica estaba a no más de cinco minutos de aquí. - comenzó a decir el hombre. - Pero la suerte hizo que algún hombre adinerado se quedase tirado en medio de una carretera secundaria, yo llevé mi grúa y arregle su coche en nuestro taller porque era el más cercano. Cuando me recomendó a sus amigos estos me dijeron que necesitaba ampliar mis horizontes, apenas llegábamos a fin de mes en este maldito barrio de pobres porque los pobres no van a pagar mucho por un buen arreglo. Los pobres ponen parches y alargan la vida de sus electrodomésticos hasta que se acaban por completo, intentan luchar contra una obsolescencia programada que de nuevo alguien sin escrúpulos creó para obtener más ingresos. - el padre de Jin hizo una pausa para beber de su vaso. - Así que me dije a mi mismo que tendría que empezar a pensar como un rico y no como un pobre si quería comenzar a ganar dinero. Pedí un préstamo en el banco y aunque casi perdemos la casa, después de varios meses con un reluciente taller en una zona adinerada las cosas fluyeron lo suficientemente bien como para que pudiéramos subsistir. Fue difícil, pero en el instante en el que empecé a pensar como un hombre de negocios y no como un hombre con sentimientos fue también el instante en el que nuestro dinero comenzó a crecer. La gente como nosotros necesita perder los escrúpulos, y eso conlleva pagar poco por un edificio que vas a derribar más tarde… - el hombre se encogió de hombros. - Es la ley del más fuerte. O te adaptas…

-O mueres. - terminó la frase Namjoon. - ¿Y si uno no quiere adaptarse? Es absurdo que la única opción a no adaptarse sea hundirse por completo.

El padre de Jin bufó levemente.

-Para la gente como tú, para los que éramos como tú, la escala social es infranqueable desde la honestidad total y los sentimentalismos. Esto es Corea, aquí las clases altas mantienen los privilegios y llegar hasta donde están ellos es casi imposible. - el padre de Jin tomó el tenedor sobre la mesa, perdiendo interés nuevamente en la charla. - Así que sí, o te adaptas o mueres.

Jin suspiró, cansado de escuchar de nuevo esas palabras que su padre le inculcó a su hermano durante años. Woobin había dejado a un lado su verdadera personalidad por y para dedicarse completamente al trabajo, durante sus últimos años de vida Seokjin ni siquiera recordaba a su hermano mayor sonriendo como lo hacía cuando los dos eran dos niños libres de responsabilidades.

Comprendía mejor que nunca el motivo por el que Woobin se había sacrificado por él, esa vida no era vida. No importaba el modo en el que su padre tratase de presentarlo, como si se tratase de un legado que debía pasar de generación en generación debido a lo duro que trabajó para lograr que su economía mejorase. Su hermano había sacrificado su propia alma para convertirse en el frío hombre de negocios que logró llegar a ser después de muchos años sufriendo en silencio entre las paredes de un despacho claustrofóbico. Y ese era el mejor ejemplo de lo que Jin no quería atravesar, no estaba dispuesto a perderse a sí mismo por el bien de una empresa.

-No vale la pena. - susurró cerca de Namjoon. - Nada de eso es realmente importante si acabas pareciendo un muñeco de trapo sin sentimientos.

A Kim Woobin siempre le había gustado la música, Jin solía colarse en su habitación cuando era pequeño tan solo para pasar sus dedos sobre las cuerdas de la imponente guitarra azul de su hermano. En algún momento los instrumentos desaparecieron como lo hicieron los vinilos o los cuadernos repletos de pentagramas, dejando paso a las paredes grises y los documentos sobre un escritorio más grande, reformado para ser correctamente usado. Y ese Woobin que solía tararear canciones a todas horas, ya no ponía sus pies sobre la mesa mientras echaba la cabeza atrás con los ojos cerrados para crear preciosas melodías con las cuerdas de su Fender Squier. No, eso quedó atrás hace mucho tiempo. Porque Seokjin dejó de observar con ojos brillantes y maravillado a su hermano mayor, pasando a mirar con pena a ese adolescente que mantenía la cabeza gacha entre libros de cuentas. Aquel ser humano que más amaba se diluyó a sí mismo mientras crecía antes de tiempo, para salvarlo del destino cruel que significaba ser el dueño de una empresa como la suya.

-Jin… - Namjoon pudo notar el brillo en los ojos del abogado, la forma en la que sus piernas habían comenzado a temblar un poco. - Creo que es hora de regresar a casa.

Seokjin asintió en silencio, una mueca de agradecimiento colándose entre sus expresiones a medida que asentía.

-Tengo trabajo acumulado y Seung parece realmente agotado, aprovecharemos que está dormido para regresar a Seúl. - Jin se levantó, de nuevo mostrando esa personalidad fría que se alejaba por completo de lo que Namjoon sabía que este sentía. - Lo siento primito, prometo volver pronto para jugar contigo al Just Dance.

El primo de Seokjin le dedicó una sonrisa sincera, Namjoon no pudo evitar pensar que ese niño parecía ser el más sincero de toda la mesa. Con esos ojos llenos de admiración mientras estiraba los brazos para agradecerle al abogado por el regalo que le había llevado, alguien que estaba acostumbrado a disponer de poco a pesar de la riqueza que una parte de su familia mostraba.

Namjoon se vió un poco reflejado en ese niño, por eso su corazón se llenó de pena entendiendo que el cariño del muchacho por Jin podría convertirse en rencor. Cuando creciese y comenzase a entender que él tenía muy poco en comparación con lo mucho que la familia de su primo. Kim Namjoon entendía ese sentimiento porque su hermana y él mismo se habían sentido de ese modo rodeados de personas adineradas en su colegio, esos que siempre llevaban un almuerzo mucho más completo o sacaban dinero para acudir a las máquinas expendedoras de juguetes a las que ellos dos jamás podían acercarse. Porque una moneda en su casa era mucho más que un gasto sin importancia, para ellos una simple moneda podía implicar el desequilibrio en cada una de las cuentas que su madre realizaba cada día sobre el cuaderno de la mesa de la cocina.

Por eso Namjoon odió mirar a ese pequeño chico de doce años y detestó también saber lo muy duro que el mundo sería con este solo por haber nacido en el seno de una familia humilde. No era su culpa, no. La sociedad le enseñaría que si no lograba obtener las mismas cosas que el resto, entonces no sería nadie… y pasarían muchos años hasta que el adolescente entendiese que no era inferior por tener menos cosas. El deseo de obtener más, el agrio sentimiento de estar en la miseria y la desesperanza, continuarían por un largo periodo.

El sentimiento de ansiedad de Namjoon se relajó un poco cuando Jin y él salieron de aquella casa, a pesar de las protestas de la abuela que seguía insistiendo en que deberían quedarse al menos hasta que todos en la mesa terminasen de comer.

-¿Ha sido duro? - preguntó, sus brazos rodeando la cintura del abogado cuando una especie de lloriqueo abandonó sus labios.

Seokjin asintió, pegándose a su abrazo sin la intención de soltarlo pronto. Acomodándose contra su toque y rozando la zona baja de su oreja con la nariz en busca de esa cómoda intimidad que los dos hallaban cuando se abrazaban.

-Mis padres han hecho que recuerde algunas cosas sobre mi hermano que me persiguen de vez en cuando. - susurró. - Recordarlo siendo libre y después… comprender que en sus últimos años de vida su felicidad era prácticamente fingida… Me destroza un poco.

Namjoon asintió, colando las manos bajo la camisa de Seokjin para acariciar cariñosamente la piel tibia de su espalda.

-Está bien Jinnie, volvamos a casa. Estoy seguro de que después de tomar una ducha caliente y acomodarnos sobre el sofá, ese sentimiento feo disminuirá un poco.

Jin sonrió, aferrándose al cuerpo de ese hombre que inesperadamente lograba atraer momentos de tranquilidad a sus días.

-Sí, volvamos a casa. - susurró.

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Holiii!!

Por aquí os dejo el nuevo capítulo de The Lawyer, espero realmente que os haya gustado y aunque pueda parecer un poco aburrida me apetecía mostrar un amor fiel y hogareño.

Un beso,
os amo
Mel
💜

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