«17»
Sell the kids for food
Weather changes moods
Spring is here again
Reproductive glands
He's the one
Who likes all our pretty songs
And he likes to sing along
And he likes to shoot his gun
But he knows not what it means
Knows not what it means
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— Entonces ella es tu... —Brian estaba perplejo.
— ¡Dom! Te extrañé, ¿cómo has estado? —el rubio contento fue a abrazar a la detective, ella le correspondió al abrazo con una sonrisa, mientras que la cara de Brian era una mueca extraña que hizo a Tim reír.
— ¡De maravilla! ¿Qué hay de ti? Lamento mucho lo del imbécil de Chris... —le dijo ella apenada.
— Ya fue con él, estoy saliendo con otro chico ahora, se llama Ivan —le dijo con tranquilidad.
— ¿Qué...? —Brian lo miró sorprendido.
— Hay un poco de comentario en tus celos —le murmuró Tim, el rizado lo miró mal.
— ¡Me alegro mucho por ti, Rog! —dijo ella sonriendo.
— ¡Gracias! ¿Qué hay de Newt y tú? —le preguntó él con interés.
— Genial, él es muy bueno —dijo ella sonriendo.
— Estoy confundido —murmuró Brian.
— Por Dios, cuando nos comprometimos éramos niños, yo tenía dieciocho y ella veintiuno —rió Roger—. No creerán que realmente íbamos a tener esas relaciones incómodas entre ex novios, ¿no?
— Pues cuando alguien dice "es mi ex prometida", es lo primero que se viene a la mente de uno —dijo Staffell.
— Roger es gay, eso no es decisión suya —dijo Dominique—. En fin, quedamos de amigos y ustedes no necesitan mayor información. Vine a trabajar... ¡hay rosquillas!
— ¿¡Dónde!? —exclamó el rubio—. ¿Te mencioné que el fin de semana le disparé a una araña.
— ¡Wow! No deberías usar bala para eso, ¡pero eso debió ser genial! —exclamó Dominique.
— Santa mierda ahora son dos —murmuró Brian con miedo.
— Es como cuando le sacas una cabeza a la hydra y le sale otra —concordó Tim con cierto pánico.
— Tranquilos, la detective Beyrand no es... especial como el oficial Taylor —los consoló Hutton.
— ¿Oíste eso, Dom? Soy especial —dijo Roger sonriéndole a la chica con orgullo y de brazos cruzados.
— Por supuesto, Rog... por supuesto —dijo ella dándole palmadas en la espalda.
— En fin... me gustaría que pudieran ponerse al día con la detective. Así quizás ella pueda darles un segundo punto de vista.
— Claro. Solo espero que la detective Beyrand aporte y no estorbe —dijo Brian sonriendo de forma cínica y de brazos cruzados—. O que no quiera cambiar todo nuestro proceso solo por aires de superioridad.
— Hay un poco de comentario en tus celos —repitió Tim en voz baja, Brian le dio un golpe en el brazo y volvió a su posición anterior, mirando con cierta altanería.
— Estoy lo suficientemente calificada, he trabajado en numerosos casos pese a mi edad y además sé dónde tengo que husmear y donde no —dijo ella con una ceja alzada—. He trabajado con buenos detectives. Los mejores. Aún estoy aprendiendo, pero eso no significa que no pueda ayudarlos. Por algo fui asignada a este caso.
— O quizás porque tienes ciertos privilegios extras —murmuró Brian.
— Brian cierra el orto y cállate —lo riñó Roger con molestia—. Aquí ninguno tiene mucha experiencia, así que cállate. Tim es el único que tiene un poco más que nosotros.
— Roger, esto es diferente. Podría afectar el caso. ¿Una detective tan joven como yo? Los oficiales tenemos menos preparación, ¿sabes? Esta chica tendrá un año o dos como experiencia de máximo. No me sorprendería si es pariente de...
— Mira, Brian, eres un maldito lame botas así que deja de joder a Dominique —lo regañó Roger con el ceño fruncido—. No te ha hecho nada, solo la asignaron, y si comete un error o estorba seré el primero en hacérselo saber, así que deja de joderla por cualquiera que sea el motivo que lo haces y jódete.
Brian solo suspiró. El rubio estaba realmente molesto, incluso más que la insultada Dominique, a quien prácticamente acababan de decirle que había hecho mal su trabajo. Las mejillas de Roger estaban enrojecidas por la rabia, y su ceño se mantenía fruncido. May pudo jurar que sus ojos lanzaban llamas de la ira que estos acumulaban. Parecía que realmente no dejaba que nadie se metiese con la mujer.
— Lo lamento, no los voy a molestar —masculló de mala gana.
— Lame botas —tosió falsamente Tim. Brian lo miró con cierto desagrado y Roger estalló en risas. Dominique estaba realmente incómoda, así como el capitán Hutton.
Brian no dejaba de pensar por qué Roger la había defendido tanto. Ya no eran pareja. Solo suspiró y no dijo nada más. Se resignó a salir de la oficina empujando con el cuerpo a Roger en el proceso, quien debido a esto había dejado de reír.
— Maldito asno —masculló el rubio. Brian se detuvo al oírlo, herido, pero no dijo nada y simplemente fue a continuar su papeleo.
— Eh... en fin... yo... les daré una oficina para que puedan trabajar en horario laboral. No es la idea que maten sus tiempos libres en más trabajo, merecen descansar. Son buenos profesionales —dijo el capitán. Roger asintió cabizbajo.
— Gracias, capitán —agradeció Tim.
— De nada. Tómense un descanso y pueden empezar a trabajar. Pueden retirarse.
Las tres personas restantes asintieron para luego limitarse a obedecer. Brian estaba tecleando en su computador, totalmente imperturbable. Roger se sentía mal por haberlo insultado, pero pensó que se lo había buscado.
Dominique volvió a su piso con la promesa de empezar a trabajar al día siguiente. Roger fue a dejarla al ascensor antes que bajara.
— Hey, ¿estás bien? —le preguntó ella tras que el rubio haya apretado el botón.
— Claro que estoy bien, Dom... —se rascó el cuello—. Solo algo cansado. No he dormido bien.
— No, cuando estas cansado te ves diferente. Vamos, Rog, nos conocemos desde tus nueve años, me puedes decir —le puso una mano en la mejilla.
— Estoy bien —aseguró—. No te preocupes, ¿sí, enana? Todo bien.
— Bueno... como digas —tomó mejor su maletín—. Entonces supongo que nos veremos mañana.
— Sí, claro —sonrió levemente—. Mándale saludos a Newt.
— Tú a Ivan...
— Ivan me botó ayer, solo lo dije... —suspiró—. Porque me avergüenza estar solo. No importa, supongo que me quedaré así un rato.
— Será mejor para ti. Primero piensa en ti mismo, luego en una pareja, ¿bien? —le revolvió el cabello. En eso el ascensor se abrió—. Ya debo irme. Nos vemos, Rogs.
— Nos vemos... —le sonrió leve mientras ella tomaba el ascensor, se despedía con la mano y este se cerraba. El rubio suspiró, le echó una mirada rápida a Brian que seguía tecleando, y fue a sentarse a su propio puesto a trabajar.
Ninguno de los dos habló más de lo estrictamente necesario con el otro. Tim había tenido que volver a su unidad también, y al menos no tuvieron que salir a patrullar aquel día. Quizás hubiese sido más incómodo para ambos.
Cuando la hora de salida llegó, Roger se acercó a Brian, quien se ponía un abrigo y acomodaba sus cosas. Supuso que él también se había pasado y tenía que disculparse.
— Hey... ¿puedo acompañarte? —pidió poniendo una mano en su brazo con delicadeza. Brian sintió un hormigueo y una pequeña corriente eléctrica recorrer todo su cuerpo, sin embargo no dijo nada respecto a esta sensación y se limitó a asentir con la cabeza—. Ya vuelvo —fue a buscar sus cosas.
Una vez los dos listos subieron al ascensor. Miraban al frente y ninguno sabía cómo empezar a hablar. Cuando salieron del precinto y se despidieron de la secretaria, caminaron juntos por las calles de Queens. Roger tomó aire y comenzó a hablar.
— Lamento haberte insultado, Brian —dijo mientras caminaban. Roger miraba hacia abajo y la vista del rizado se posó en su delgada y pequeña figura.
— Me lo busqué —admitió en voz baja—. No debí haber empezado a hostigar a tu ex.
— La verdad es que no, Dominique es mi mejor amiga y por eso estuve a punto de dispararte —sonrió un poco mirando hacia abajo. Brian soltó una risa.
— Fui un idiota —complementó.
— Yo también lo fui. Pude haberla defendido sin necesidad de insultarte —suspiró—. Estuvo mal lo que te dije, sobre todo porque tú también eres mi mejor amigo.
— ¿En serio...? —lo miró sorprendido. Roger asintió sin quitar la vista del asfalto.
— Mi personalidad no encaja fácil con la personas —explicó.
— Bueno... encaja bien con la mía... —admitió Brian.
— Lo sé... por eso te quiero —lo miró. Brian sonrió mostrando sus acolmillados dientes y miró hacia abajo evitando que el rubio notase que se había ruborizado.
— Yo también te quiero, Rog —aseguró. El rubio le sonrió. Su sonrisa era preciosa ante las avellanas de Brian.
— Intenta disculparte con ella... es buena persona. La mejor —pidió en referencia a Dominique—. Fue quien más me apoyó cuando le dije que me gustaban los chicos... solamente... —soltó una risa avergonzado.
— ¿Solamente? —enarcó una ceja.
— Creí que era bisexual, pero bueno, la vida a veces cambia —se encogió de hombros—. No importa eso ahora... solo... me gustaría que se llevaran bien... son importantes para mí.
— Entiendo, Rog —asintió y puso una mano en su espalda—. Mañana me disculparé con ella. Lo prometo.
— Está bien —sonrió leve—. ¿Por qué actuaste así...?
— Yo... no sé, creo que estaba celoso —admitió.
— ¿Celoso? —soltó una risa—. ¿De qué?
— Roger... —suspiró cansado.
— Solo dime —caminó a su lado ya con un ritmo más animado. A Brian le pareció algo adorable.
— No sé... eres... mi mejor amigo y... no quería que... me quitaran eso —se justificó con nervios.
— No seas tóxico, residuo de Chernobyl —lo molestó—. Y no te preocupes, aunque tenga más amigos no dejarás de ser importante.
— Gracias —sonrió leve—. Rog, ¿puedo preguntarte algo? Solo... por favor no te ofendas que... no es por eso.
— Acabas de hacerlo, repollo con mayonesa —sonrió. Brian soltó una risa—. Dime. Y ni te preocupes.
— ¿Cómo...? —pensó en una forma de no sonar insultante, quería mostrarle su admiración, no un desprecio—. ¿Cómo logras trabajar así...? Digo... yo no podría bajo... tu condición —admitió.
— Mis trastornos —comprendió. Brian asintió—. No te preocupes, estás jodidamente nervioso, eso no me molesta —aseguró—. Te explicaré. Mis trastornos son leves. No tengo episodios demasiado grandes de manía, no soy psicótico. Con mis medicinas puedo funcionar. Me concentro —explicó—. Hay personas que la bipolaridad les pega más fuerte y están incluso internadas. A mí por suerte nunca me han llegado a internar. ¿Entiendes?
— Uhjum. Creo.
— Tengo suerte —siguió—. Mucha. Mis trastornos podrían ser mucho peor. Los míos son relativamente bajos... en comparación a otros.
— ¿Entonces por qué todos te enfrascan como el loquito? —preguntó.
— Porque es lo más fácil de hacer y comprender al momento de encontrar a alguien distinto —le explicó—. ¿No entiendes? Es mucho más fácil encasillar a todos en lo mismo en vez de ver que son diferentes. Quizás si no tuviera también el TPL, no tendría siquiera que medicarme tanto o ir tanto a terapia. Quizás estaría en un tratamiento fijo y punto.
— Pensé que tenías algo severo —admitió Brian.
— Si lo tuviera no podría estar trabajando. No podría ser policía —le explicó—. En parte soy como soy... porque soy así. Aunque suene redundante. Mi personalidad es extraña. Mis trastornos afectan en eso pero tampoco la definen. No sé si me explico.
— Creo... —se rascó el cuello—. Cuando me dijeron que tenías trastornos casi me dio un infarto —admitió riendo—. No entendía cómo te habían dejado ser policía. Tenía miedo que me dispararas en un ataque de locura.
— Ahora lo sabes —aseguró sonriendo—. Y no te preocupes. A los de Brooklyn les pasó lo mismo cuando se enteraron de mi existencia.
— Gracias, Rog —sonrió leve y lo rodeó con un brazo mientras caminaban.
— No es nada —aseguró mientras continuaban el paso.
— Entonces... todo bien... ¿no? —lo miró.
— Por supuesto, Bri —le aseguró con calma—. Todo bien.
El rizado asintió sonriendo levemente y luego ambos empezaron a conversar temas más triviales e incluso graciosos. Brian no había sido así con nadie desde que había entrado a la academia, y le parecía fantástico poder ser él mismo con Roger. Él no lo juzgaba, no le exigía como debía ser, no le decía que tenía que madurar. Roger lo quería tal cual era, y eso a Brian le fascinaba. Simplemente lo hacía.
(...)
— Scott y Olsen patrullaje, May y Taylor acompañarán a la detective Beynard en un homicidio fuera del Superior Haircuts Salon. Necesito que tomen nota y hagan los trámites necesarios —habló el capitán Hutton.
— Eso es cerca del Clobbestones —le susurró Roger a Brian.
— Tienes razón —dijo sorprendido.
— Eso es todo, pueden retirarse.
Los oficiales tomaron sus cosas y salieron de la sala de reuniones. Brian fue directamente a buscar las llaves de la patrulla que usarían. Roger estaba terminando un papeleo del día anterior.
Una vez listos partieron tranquilamente era un día frío. El invierno se había ido recientemente, y pese a que disfrutaban de la suave primavera, aún imperaban días fríos. Roger miraba por la ventana, y al ver unas patrullas y varios detectives, supieron que habían llegado a su destino.
— Buenas tardes —saludó Brian bajando del auto con el rubio—. ¿Qué por ahora?
— Hombre asiático de unos treinta años —comenzó el forense, John Deacon. Brian se acercó y quedó pasmado al notar que era el mismo hombre con quien había hablado en el pub—. Disparo en el pecho por la espalda y puñalada en una pierna. Tiene signos de golpes y de abuso sexual, además carece de huellas dactilares.
— ¿A qué hora fue el ataque? —preguntó Roger anotando los datos.
— Alrededor de las tres de la madrugada —respondió Beyrand tomando muestras con unos guantes de plástico—. La bala es una 357 magnum, incrustada en el corazón. Debió haber muerto instantáneamente.
— Entiendo... —Roger se puso unos guantes y comenzó a tomar algunas muestras. Brian seguía pasmado de ver a ese japonés a quien no pudo ayudar, muerto allí.
— ¿Todo bien, May? —le preguntó Dominique, quien ya no estaba molesta con él.
— Sí, solo... estoy algo mareado —murmuró.
Roger le dedicó una mirada preocupada. Se dio cuenta de lo que sucedía en la mente del rizado. Suspiró y continuó tomando muestras con cuidado.
— ¿Notaron que esa alcantarilla esta suelta? —preguntó el rubio mirándola— y hay restos de sangre cerca —se levantó quitándose los guantes en el proceso.
— Demonios, es cierto —asintió Dominique agachándose a mirar—. Llama a los bomberos para buscar una escalera.
— No hay tiempo. Esto tiene agua, ¿no? —preguntó Roger.
— Sí... pero poca. Si saltas te romperás una pierna —dijo ella mirándolo con reproche.
— Depende de cómo lo haga —se puso de pie y comenzó a retroceder.
— Roger, ni se te ocurra... —Brian lo intentó detener, pero el rubio había salido disparado y saltó a la alcantarilla afirmándose de unas vigas.
— ¡Maldita sea, Taylor! —exclamó Dominique alterada.
— ¡Roger! —gritó Brian y rápidamente se asomó a ver si el nombrado se encontraba bien—. ¡Roger! ¿Me puedes oír?
— ¡Lo hice! —gritó—. ¡Miren, idiotas estoy dentro! —escuchó la voz del rubio, quien estaba de pie y dando brincos mientras chapoteaba el agua—. ¡Tomen hijos de perra! —les levantó el dedo medio mientras seguía su baile improvisado de victoria.
— Hijo de puta... —murmuró Brian viéndolo atónito aún con el corazón acelerado. Dominique soltó un suspiro de alivio.
— ¡Pudiste haberte matado, maldito loco! —le gritó Beyrand molesta—. ¡Casi...!
— ¡Tú lo dijiste Domi Doms! —le exclamó contento—. ¡Pude! ¡Pero no lo hice!
— Dios mío va a oler a mierda de caballo cuando salga —masculló Brian. Otros oficiales se asomaron atónitos a mirar.
— ¡Existen las duchas!
— Roger, ¿cómo mierda vas a salir de ahí? —preguntó la azabache.
— ¿No iban a llamar a los bomberos? —puso las manos en jarra—. No es para tanto, no se vuelvan locos. Miren como bailo, en la alcantarilla, duda dudu duda —cantó mientras bailaba. Brian suspiró cansado.
— Busca una pista o algo mientras llamamos a los bomberos —le pidió el rizado.
— ¡Anotado! —comenzó a buscar. Dominique y Brian se levantaron con notorio cansancio.
— Está demente —murmuró el rizado. sin embargo, admiraba la valentía del joven oficial.
— Lo está —suspiró ella. Luego llamaron a los bomberos, mientras que Roger investigaba.
El rubio sacó su linterna y comenzó a mirar por el lugar. El olor era realmente nauseabundo y pudo ver a varias ratas caminar en una dirección. Las siguió con cautela y procurando respirar por la boca, para luego posar la linterna en un punto fijo. Varias ratas escaparon al verse descubiertas, dejando en evidencia su alimento podrido del día.
Un segundo cadáver.
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