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Beetlebum
What you've done
She's a gun
Now what you've done
Beetlebum
Get nothing done
You beetlebum
Just get numb
Now what you've done
Beetlebum




La música de un conocido pub era fuerte y estruendosa. Tres hombres caminaban camuflados entre el tumulto, procurando pasar desapercibidos y no tener otro percance como el de la vez anterior. Los tres con su respectivo disfraz, a excepción de Brian, quien se había puesto un gorro de lana ocultando su cabello rizado, y alizando el flequillo de este, caminaban separados mientras se comunicaban a través de sus celulares. Sabían que si usaban un walkie talkie del precinto, alguien podría captar la señal y sus planes estarían arruinados.

Durante aquella larga y tortuosa semana, tanto May, como Taylor habían investigado lo mayor posible a ambos superiores. Brian insistía que debían tomar una decisión rápido o algo podría salir mal, pero Roger quería asegurarse investigando un tiempo más. Hasta estar totalmente seguro. Sabía que no podía tomarse un tema tan importante como ese tan a la ligera y que debían actuar con cautela o todo estaría acabado.

Por otra parte, la teoría con mayor fundamento que el trío policial tenía, era que Ronald Manson formó parte de un tráfico de drogas, en el que una mujer secuestrada junto con sus hijas fueron obligadas a participar como encubridoras, y que luego que Ronald hiciese algo mal, los del tráfico supieron que no serviría, pero que, como en toda mafia, era demasiado peligroso dejarlo ir así como así, por lo que lo asesinaron y fingieron una desaparición y un presunto suicidio. Por supuesto no enterrarían el cuerpo, solo lo dejarían algo escondido. Un suicida ya muerto no se levanta desde el más allá para enterrarse a sí mismo.

Algo se les hacía realmente extraño. ¿Para qué simplemente denunciar? Pudieron haber pasado tal homicidio totalmente desapercibido. Manson no tenía familia. Lo único que alguna vez tuvo fueron madre y luego esposa, y ambas estaban tres metros bajo tierra. Esa parte era algo ilógica ante el raciocinio del "cuerpo policial", si es que así podía llamárseles, por lo que aún seguían intentando hilar todo.

Esta vez fue Roger quien tomó el asiento en el bar. El barman, para su mala suerte, lo reconoció instantáneamente y lo saludó de manera amistosa. Parecía que ese hombre tenía una enorme facilidad para recordar rostros. Maldijo por lo bajo y saludó sonriendo.

Por otra parte, Brian caminaba por la pista de baile intentando disimular mediante ridículos movimientos leves que hacían que algunos volteasen a verlo con extrañeza. Se veía bastante estúpido, moviendo los brazos e intentando disimular.

"Lo estoy haciendo de maravilla" pensó el rizado con orgullo.

"Brian se ve realmente estúpido" pensó Tim viéndolo desde las mesas.

El rizado se dirigió hacia la puerta del sótano de forma disimulada y apoyó la espalda en la pared con los brazos cruzados y su celular fuera. Esperaba que todo saliera bien y que no fueran descubiertos.

Vio a una mujer que usaba una chaqueta negra similar a las que habían descrito Tim y Roger de los hombres. Tenía el cabello rubio, amarrado en una coleta. Iba con un hombre asiático tomado del brazo. Este era pequeño y delgado.

— Eh, esto es un recinto privado —dijo ella—. No debería estar aquí.

— Mis disculpas, es que mi novia está dentro en el baño y la estoy esperando —respondió con normalidad el rizado—. ¿No es el baño este...?

— No... ¿cómo...?

— Estaba abierto —siguió hablando con normalidad. El asiático permanecía callado, mirando a Brian de forma inexpresiva con sus ojos rasgados color miel—. Entró hace poco...

— Maldita sea —murmuró ella y entró sin preocuparse del otro chico—. Cuide a mi amigo, por favor. Tiene autismo —le dijo sin más mientras entraba y cerraba la puerta fuerte. Brian logró fijarse en un tatuaje de alas tras su cuello.

Sore wa shinjitsude wa arimasen. Watashi wa shūjindesu, tasuke ga hitsuyōdesu —habló el asiático rápidamente.

— Disculpe yo... no hablo... ¿chino...? —se disculpó—. ¿Usted habla inglés?

El asiático negó. Se notaba algo asustado, Brian miró a ambos lados y rápidamente sacó su celular buscando el traductor. Al encontrarlo, tomó con cuidado al joven por los hombros y se puso de espaldas con él.

— Repita lo que me dijo, por favor —le hizo gestos con la mano y él pareció entender. Esperaba que el traductor reconociese el idioma.

Yūkai sa remashita. Karera ga watashi ni nani o nozonde iru no ka wakaranai, tasuketekudasai, watashi wa watashinokazoku ni modoru hitsuyō ga arimasu —pidió al borde del llanto. Brian estaba realmente aterrado de leer lo que el traductor acababa de indicar.

El asunto era aún más grave de lo que creyeron.

(...)

Tim Staffell miraba a las personas en el pub con cierta cautela. Veía a algunos charlar, otros bailar, otros beber y otros ligar o besarse de una forma un tanto inapropiada. Suspiró con cansancio, sentía que no estaban llegando a mucho y que había terminado enredándoles más el caso a May y Taylor, de quienes ya se consideraba amigo.

Vio a Brian hablar con un asiático, luego vio a una mujer rubia salir y llevarse a este tras decirle algo a Brian. Este estaba nervioso, aquello era claro. Luego los dos desconocidos se fueron y May se alejó algo rápido, perdiéndose en el tumulto y con la vista en su celular.

Roger por otra parte, era visto por Tim mientras hablaba nervioso con el barman, luego lo vio levantarse y dirigirse al baño, también con la vista en su celular. Decidió entonces tomar el suyo mientras bebía su Coca Cola tranquilamente. Habían unos cinco mensajes por el momento.

"Brian:
Miren lo que encontré..."

Lo siguiente era una foto del traductor de google. Se veían unas letras, que Tim logró reconocer como japonés, y abajo el texto en español. Era conciso, pedía ayuda de ser secuestrado, pedía volver con su familia.

"Rog:
Este caso me tiene nervioso..."

"¿Quién te dijo eso?"

"Brian:
Un japonés que estaba con una mujer ahora. Entraron al recinto privado... tenemos que entrar. No sé cómo, pero esto va más allá de un simple tráfico de drogas. La mujer se llevó al japonés y yo fingí que estaba mostrándole a mi pou. Dijo que era un amigo suyo, que es un club privado aparte de este..."

"A mí me parece raro que entren con todo el tumulto. ¿No creen? Deberíamos buscar una entrada extra."

"Rog:
Tim tiene razón. Quizás por algo usan esa..."

"Brian:
Entonces juntémonos en diez minutos afuera del puticlub"

"*pub, maldito corrector"

"Rog:
¿Qué andas googleando, ricitos? Jajaja"

"Brian:
Ahora no, Roger... solo vamos a la salida"

"Anotado"

Staffell suspiró y se levantó intentando camuflarse con el resto. Vio a Roger salir del baño y quedarse un rato deambulando. Tim salió del pub, encontrándose con Brian que ya lo esperaba.

— Yo no vi nada muy interesante, solo algunas personas con el tatuaje —informó.

— Ronald Manson no tenía ese tatuaje, ¿no? —preguntó Brian pensando.

— No lo sé... creo que no.

— Bien... eso es un punto a favor... —murmuró.

— Todos los que podrían estar relacionados a esto tienen el tatuaje —repuso Tim—. ¿Por qué Manson no?

— No lo sé, quizás no necesariamente... no, la verdad no tengo idea —murmuró.

— Reacción alérgica —Roger apareció desde dentro del pub—. En el expediente médico aparece una anafilaxia a los dieciocho años producto al intento de un tatuaje. La tinta le dio alergia... casi murió. Estuvo grabe unas semanas.

— ¿Cómo...?

— Me gusta leer, May —respondió Roger con cierto orgullo y con los brazos cruzados—. Leí el expediente completo de Ronald tanto médico como civil en una noche. Lo aprendí en tres...

— Dios, amo que tengas memoria fotográfica —dijo Brian sonriendo.

— Gracias, yo amo cómo te queda ese suéter —le dijo. Brian enrojeció y no dijo nada—. En fin, empecemos a buscar, ¿les parece?

— Claro —asintió Tim. Comenzaron a caminar alrededor del lugar con cautela y hablando de temas variados para disimular.

En eso llegaron a un callejón. Al fondo había una puerta de metal que tenía un letrero de electricidad, indicando que en el interior se encontraba un generador. Roger inspeccionó este lugar, al igual que el letrero.

— ¿Qué haces...? —preguntó Brian.

— Ni yo lo sé —admitió en voz baja. Pegó el oído al lugar y escuchó unos murmullos lejanos, un grito. También lejano.

— ¡Una araña! —gritó Brian dando un respingo.

— ¡Maldita sea es enorme! —gritó Tim señalando al arácnido con pánico. Roger dio un respingo, puesto que estaba concentrado.

— No jodan, solo es una ara... ¡Mira el tamaño de esa mierda! —chilló Roger asustado y sacó su arma disparándole varias veces al arácnido mientras Tim y Brian gritaban, al tenerla cerca de sus pies y sentir los disparos.

— ¡Maldita sea, casi nos arrancas un pie! —gritó Tim.

— ¡Era eso o morirnos por esa maldita cosa satánica! —se justificó el rubio alterado.

— Prefiero la araña muerta, muchas gracias —dijo Brian.

— Deberíamos irnos, todos se darán cuenta... ¡diablos esa rata es enorme! —exclamó Brian.

— ¡Ya se va a morir la maldita! —Roger la apuntó con el arma.

— ¡No más balas! —exclamó Tim agarrando a ambos del brazo, mientras Roger guardaba su arma con rapidez.

— ¡Eh, pero al menos maté a la araña!

— ¡Roger, cállate! —lo riñeron Brian y Tim mientras corrían al auto.

(...)

El lunes por la mañana, los tres policías entraban al recinto, cada uno a sus áreas. Habían intentado reunir mayor información, habían concluido que por lo visto era una red de secuestros, un tráfico de personas o una red de prostitución, quizás qué otra cosa turbia podía llegar a ser, pero ellos creían que era más allá de un tráfico de drogas. A menos que los secuestrados fuesen mano de obra.

Mientras ambos oficiales hacían papeleo, vieron a Tim entrar con una mirada asustada al piso. Ese día tenía que estar en crímenes cibernéticos, ¿qué hacía allí? Tras él iba el capitán Hutton. Brian y Roger palidecieron.

— Taylor, May, necesito que Staffell y ustedes se reúnan en mi oficina de forma privada —anunció con educación y se dirigió a su oficina tranquilamente. Los tres se miraron con miedo y se resignaron a obedecer con cierto pánico.

El último en entrar fue Brian. Una suave música jazz estaba puesta en la oficina del capitán, y al ser esto requerido, Brian cerró la puerta con cuidado. Las persianas estaban juntas.

— Siéntense, por favor —pidió. Los tres oficiales obedecieron. Tim y Roger en sillas, Brian apoyándose en la pared.

— ¿Qué necesita, capitán? —preguntó Tim. Roger intentaba disimular sus nervios de forma algo infructuosa.

— Bien, seré directo —anunció—. Tengo entendido que ustedes han estado investigando el caso de Ronald Manson pese a que este fue cerrado hace dos meses.

Los tres palidecieron más. Estaban acabados, de eso estaban seguros.

— Antes que pregunten, me di cuenta por mí mismo —siguió con tranquilidad—. Pude oírlos un par de veces. Además consultaron muchas veces los expedientes...

— Nos va a sancionar, ¿verdad? Ay no este es el fin de mi carrera, Dios mío solo tengo veintitrés y ya mi carrera está muerta, por Dios por qué... —murmuró Brian asustado.

— No... no sea fan melodramático... oficial May... —Hutton lo miró algo confuso—. No voy a sancionarlos. Es más, este caso siempre me pareció extraño y me gustaría aportarles mi apoyo.

— Sin ofender, capitán, pero no necesitamos ayuda —repuso Roger—. Mientras menos personas sepan acerca de esto, mejor para nosotros y el caso. Por ahora vamos bien y tenemos pruebas, pero es realmente peligroso.

— Mire, Taylor, necesitan un superior. Sino todo lo que están haciendo será desacreditado —explicó Hutton—. No voy a perjudicarlos, solo les daré los permisos que necesiten, les daré una ayuda adicional y les asignaré a un detective. Uno real —miró a Roger.

— Bueno, eso nos ayudaría bastante —asintió Tim. Brian y Roger se mostraron de acuerdo.

— Pero necesitamos que no comente esto con nadie —pidió Brian, quien al parecer ya no sospechaba de Hutton así como Roger lo hacía—. Hay...

— Una serie de documentos desaparecidos. Llevo tratando esto desde hace unos meses con la detective que les asignaré y aún no encontramos nada. Por lo mismo me di cuenta que puede que esto sea un macro caso. Tener a unos oficiales confiables sería bueno, pero necesito saber si ustedes son realmente confiables.

— Nosotros podríamos decir lo mismo acerca de usted —Roger enarcó una ceja—. ¿Por qué nos asignaba solo patrullaje y nos asignó esto en primer lugar?

— Por el mismo motivo que le asigné el caso del hindú a Brian, por lo que pedí que lo transfirieran a usted a Queens desde Brooklyn y por el mismo motivo que los asigné a un caso tan difícil en primer lugar. Porque están capacitados y siento que ustedes serían los indicados para solucionar este caso.

— Eso es pura basura de película barata —repuso Roger cruzado de brazos.

— Es la verdad, oficial Taylor —aseguró Hutton—. Ya llamé a su detective que les asignaron al caso. Espero que les sea eficiente. Ella es de mis mejores trabajadoras.

— ¿Ella...? —preguntó Brian.

— Sí, debería estar por llegar —aseguró—. Mientras, les prometo que recibirán todos los recursos necesarios por parte del recinto, al igual que los permisos y la ayuda. Esto será tratado de forma confidencial, pero legal, para que el proceso sea más fructífero.

— Bien, eso me tranquiliza —admitió Roger. En eso tocaron la puerta.

— Oh, debe ser la nueva detective —dijo el capitán—. Pase, por favor.

En eso la puerta se abrió, una azabache con flequillo y el cabello lacio hizo aparición. Usaba una chaqueta de cuero, una camisa ploma abierta y una camiseta color blanco, además de pantalones de vestir ajustados. Los
Tres se sorprendieron, sobre todo el rubio.

— Detective Beyrand, me alegra tenerla a bordo —saludó el capitán.

— Buenos días, a mí me alegra trabajar en este caso —aseguró ella.

— Ya conoce al oficial Taylor —siguió Hutton.

— ¿En serio? —Brian lo miró confundido.

— Eh... sí, eh... estuvimos comprometidos... es... mi ex —dijo Roger. Brian se puso pálido.

— Santa mierda esto se pondrá mejor que episodio de telenovela latinoamericana —murmuró Tim.

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