«11»
I won't live to see tomorrow
There won't be another breath
None of them will ever sorrow
Those who've sentenced me to death
I've been waiting here for ages
For the hangman to appear, the hangman to appear
Soon the priest will read some pages
From the Bible for my fear
I see a place, an evil place coming my way
What can I do?
Where can I run?
I'm gonna die anyway
Things are getting clearer
This is the price I have to pay, pay, pay
Oh, no
•
•
•
El bullicio fuerte e incesante del pub resonaba en los oídos de ambos jóvenes policías. Ambos se encontraban aún confusos por dos de las situaciones recientes, una más importante que otra, a su criterio. Sabían que si alguien del precinto conocía sus planes, estarían acabados y posiblemente este fallaría sin remedio alguno.
— ¿Crees que nos hayan descubierto? —preguntó un nervioso Brian, quien aún tenía el dulzor de otros labios plagado sobre los suyos.
— Esperemos que no —respondió Roger con el mismo temor—. Si eso llegase a pasar, estaríamos más que jodidos.
— Lo sé —suspiró Brian—. Quizás hablaban de otra persona.
— No lo creo, no me dio buena espina... para nada, la verdad —admitió el rubio rascándose la nuca—. ¿A dónde crees que se hayan ido?
— No lo sé , pero deberíamos avisarle a Tim —recordó el mayor.
— Le mandé un mensaje, espero que lo haya visto, no he sacado mi celular —respondió—. Dios, esto me tiene nervioso.
— A mí también... —dijo Brian—. Y eh... Rog...
— ¿Hm? —volteó a verlo.
— Sobre... sobre el beso... yo solo...
— Oh, Bri, no tienes que preocuparte —le dijo rápidamente—. Solo fue de distracción, a la gente tiende incomodarle ver dos personas besándose. Aún más si son del mismo género... bueno, para ellos, "sexo" —hizo comillas con los dedos—. Aún así lo lamento.
— No, eh... no te tienes que disculpar —dijo rápidamente Brian—. Yo... no estuvo... eh...
— Bri, sabes que me encantaría joderte la existencia ahora con eso, pero lamentablemente el caso es más importante. Podemos hablarlo más tarde, ¿te parece?
— Eh... no, no importa, no te preocupes —expresó con rapidez—. Concentrémonos en esto ahora.
—Claro —asintió—. ¿Seguro que todo bien?
— Sí, seguro —mintió con eficacia—. Vamos a avisarle a Staffell pronto, no quiero que nos descubran.
Roger asintió a tiempo que se bajaba un poco más la visera de la gorra, con el fin de pasar un poco más desapercibido. Brian, por otra parte, caminó más encorvado para verse menos alto.
Caminaron unos momentos en total silencio, siendo la música house reproducida en el lugar lo único que se lograba percibir en el ambiente. No iban incómodos, solo algo nerviosos de que pudieran ser descubiertos, lo que incluso provocó que Brian pasara su brazo por la espalda del menor, para lograr disimular de mejor manera, y para pasar más desapercibidos.
— Quien diría que al final si terminamos actuando a los recién casados —rió Roger por debajo.
— Estúpido Tim, nos maldijo —comentó Brian, lo que hizo a Roger reír nuevamente.
Mientras caminaban, lograron por fin divisar la puerta de la que tanto hablaba Tim. Estaba en una esquina, algo apartada, y al ser del mismo color que las paredes, pasaba bastante desapercibida. Ambos miraron la puerta con atención, pero por desgracia no vieron a nadie saliendo o entrando por esta.
Cuando por fin divisaron a Staffell, lo encontraron bebiendo una cerveza sin alcohol mientras conversaba con el barman. Este último, por otra parte, limpiaba también una chopera de vidrio. Se acercaron a ambos y se sentaron a su lado.
— Hola, chicos ¿Cómo la han pasado? —preguntó Tim.
— Genial —respondió Roger—. ¿Viste mis...?
— Oh ¿ustedes son los recién casados? —preguntó el barman, a lo que Tim les guiñó un ojo con rapidez, y los dos se miraron confusos.
— Sí, lo somos —respondió Brian abrazando a Roger por la cintura, cosa que puso al menor un tanto incómodo.
— Eh... sí —respondió. Ambos comprendieron que probablemente Tim ya le había vendido el cuento al hombre, por lo que le dirigieron una mirada molesta a este quien solo sonrió con orgullo.
— ¡Oh, qué bien por ustedes! Mi hijo quiere casarse con su pareja y bueno, yo no estoy seguro de cómo se hacen esos trámites si no es de la forma que la gente retrógrada cree correcta, por lo que me gustaría saber si hubo algún inconveniente, si no es molestia, por favor —pidió el barman.
— Pues... a nosotros nos resultó sencillo, ¿verdad, amor? —preguntó Roger, también aprovechando la oportunidad para molestar un poco al rizado, a quien Roger antes del beso consideraba bastante "prototipo del chico heterosexual".
— Muy sencillo. Además fue una boda muy hermosa —respondió Brian algo impaciente por llevarse a Tim de allí, por si los veían, mientras Roger miraba hacia atrás y hacia los lados con cierto disimulo, para comprobar que sus compañeros de trabajo no seguían allí.
— Oh, qué bien... me alegro mucho —dijo el barman—. ¿Piden algo?
— Oh, no gracias, ya nos íbamos... —repuso Roger
— Oh, vamos, la casa paga —propuso.
— Es que a este niño de aquí le gusta mucho que veamos películas en la noche, pero si lo hacemos muy tarde, se queda dormido —expresó Brian sin soltarle la cintura, Roger soltó una risa fingida, mientras se apoyaba en el hombro del rizado, quien ocultó su leve incomodidad.
— Es que soy muy somnoliento, la verdad... —rió de la misma manera—. Bueno, mejor nos vamos.
— Oh, vamos, dense un beso —pidió Tim con sorna.
— Tim, sabes que no nos gusta ser públicos —se justificó Brian.
— No desde la vez en la playa, cuando
Solo nos dimos un beso y un tipo empezó a molestar y le tiró una botella a mi ovejita —Roger fingió un puchero y comenzó a peinar los cabellos del flequillo rizado de Brian—. Tuvieron que incluso ponerle puntos al pobre...
— Oh, Dios, eso suena terrible —dijo el barman con cierto horror—. Hay gente tan estúpida.
— Lo sé, eso fue cuando aún éramos novios —complementó Brian con el fin de hacer un poco más verídica la historia—. En fin muchas gracias por todo, tenemos que irnos que mi bebé no es capaz de perderse un solo episodio de Chernobyl.
— No es culpa mía que sea tan buena —repuso este y se puso de pie—. En fin, te espero en el auto, cariño.
— Voy contigo, ni loco te dejo solo —se excusó poniéndose de pie y yendo rápidamente con él—. Eres bueno mintiendo y actuando, enano —le susurró.
— Tú también, jirafa con vello púbico como cabello —le susurró devuelta y fueron al auto, seguidos de Tim.
Al entrar, cerraron con seguro y Brian encendió rápidamente el auto, saliendo del estacionamiento. Roger miró que los otros dos no estuvieran y se quitó la gorra.
— ¿¡Qué mierda fue eso, Staffell¡? —le preguntó dándose vuelta a mirarlo.
— Ustedes díganme —repuso el contrario quitándose las gafas de sol—. Yo solo les dije que tenía unos amigos recién casados. El barman pensó que eran ustedes y ustedes siguieron el juego —dijo, los dos restantes abrieron los ojos en demasía y Roger soltó un bufido.
— Sí, seguro. Y de todas formas tú fuiste el idiota que pidió un beso —dijo esta vez Brian—. Además tú nos diste a entender lo otro.
— Sí, sí, como digan —rió Tim—. Se veían lindos fingiendo estar casados.
— Iught.
— Prefiero morirme primero —complementó Brian a la expresión utilizada por Roger.
— Como sea... ¿qué tenían que decirme? Estuve sacándole información al barman de forma discreta.
— Estaban Albert y Travis... del precinto —dijo Roger. Tim quedó perplejo.
— ¿Festejando...? —dijo este.
— ¡No! —exclamó Brian con hastío—. Están investigando algo. Mira los mensajes de Roger.
— Bien... —lo sacó y comenzó a leer—. Oh, mierda... ¿cómo sacaste a Brian de eso?
— Eh... lo... los distraje... y... oculté —se excusó el rubio.
— Un momento... distraer... ocultar... esa incomodidad en la voz... ¡oh Dios mío! ¿¡Se besaron!?
— Claro, pudo descifrar eso y no que Albert y Travis estaban para jodernos —masculló Brian.
— ¿¡Entonces sí!?
— No, lo fingimos y fue por trabajo —se excusó Roger.
— ¿Cómo diablos finges un beso? —preguntó Tim con las cejas alzadas.
— Fingiéndolo —respondieron Brian y Roger al unísono.
— Oww si hasta se coordinan al mismo tiempo —los molestó Staffell con una sonrisa llena de notoria sorna.
— Cállate, Tim —lo regañaron al mismo tiempo nuevamente, por lo que se miraron con cierto enfado y fastidio—. ¡Deja de...! ¡Por la mierda!
El castaño se echó a reír con ganas a tiempo que se tomaba el estómago en un gesto lleno de exageración. Tanto Brian, como Roger rodaron los ojos y soltaron un suspiro cansado.
— En vez de joder, ¿podrías dignarte a decir qué fue lo que te contó el barman? —preguntó Roger con molestia.
— Sí, sí, lo siento —se tranquilizó y enderezó—. Dijo que la puerta llevaba al sótano. Los dueños son otros así que no sabe qué hacen ahí, solo sabe que es una bodega —explicó—. Dijo que sus jefes tampoco sabían, porque no eran los dueños del sótano, solo del local.
— Suena... sospechoso —dijo Roger confundido e intentando unir piezas que por el momento no tenían calce alguno.
— Creo que estamos solo en la punta del iceberg —dijo Brian—. Y que tendremos que ir bajando, aunque lo haremos de forma lenta.
— Sí, yo también. En el rato que estuve allí no vi a nadie más entrar o salir. Tampoco vi otra cosa inusual.
— Bueno, lo inusual es que Albert y Travis sabían que estamos aquí, y eso es peligroso —dijo Roger.
— ¿Creen que ellos sean los que cambian los expedientes? —preguntó Brian.
— Parece lo más seguro —dijo el rubio soltando un suspiro—. Diablos.
— No se alarmen, tarde o temprano lograremos resolver esto —dijo el castaño seguro. Los demás asintieron.
(...)
El día lunes por la mañana, los oficiales se reunían nuevamente en el precinto, primero en sus oficinas, esperando el llamado del capitán Hutton para poder ver qué cosas tendrían que atender.
— Brian —Roger fue en su silla de escritorio con ruedas hacia el mayor, quien tecleaba cosas en su computadora.
— Dime —respondió sin mirarlo por estar pendiente de su trabajo.
— ¿No has pensado que si nos asignan otro caso estaremos distraídos? —le preguntó—. Me refiero, tendremos dos...
— Bueno... tendremos que trabajar en ambos y... el otro verlo ya sabes cuándo —le respondió—. Además estoy pensando que puede que hayan más cosas ligadas. El caso de Ronald Manson ya está zanjado.
— Sí, sí, lo sé... pero las pistas son muchas y hay muchos hoyos en el relato —dijo.
— El Capitán dijo que probablemente se suicidó por problemas personales y se quitó el anillo porque habían también matrimoniales. Hay demasiados huecos, pero eso determinó la fiscalía.
— En otras palabras les importa una mierda lo que investigamos —dedujo el rubio.
— Exactamente. Ahora ve por tu papeleo, que sino sospecharán de algo —le dijo. Roger asintió y volvió a deslizarse hacia su escritorio.
En eso, el capitán Hutton, con su uniforme de camisa blanca, se levantó fuera de su escritorio y llamó la atención de todos mediante una tos seca.
— Estimados, es momento de la reunión matutina. Hay noticias un tanto... desalentadoras —informó. Los oficiales confusos, se miraron unos a otros, sobre todo May y Taylor.
Se levantaron todos de sus escritorios y se dirigieron a la sala de reuniones. Tim estaba ese día en la unidad de crímenes cibernéticos, unidad en la que trabajaba dos días a la semana. Brian y Roger se sentaron juntos al ser compañeros y ya a ese punto, amigos, y esperaron las palabras del capitán.
— Estimados, sé que probablemente les asustó el hecho de que hayan noticias desalentadoras, pero primero tengo que hablarles de otro caso. Para la oficial Austin y el sargento, les tengo un caso de un robo de un banco Santander de la avenida Roosevelt. Oficiales Scott, Olsen, robo de vivienda, les daré la dirección por privado. May y Taylor patrullaje, al igual que Peterson y Davis. Los demás trabajen en papeleo.
— ¿Y cuáles son las noticias? —preguntó Albert Olsen.
— Bien, recibimos una demanda por parte de un convicto por maltrato policial. La demanda va dirigida al oficial Taylor —dijo. Varios miraron a Roger, incluyendo a Brian, y este quedó algo perplejo.
— ¿Perdón?
— El convicto sufre de discapacidad, es mudo, y la demanda dice que Taylor lo amenazó y lo golpeó excesivamente, haciendo uso de su autoridad como policía.
— ¡El hijo de puta intentó violar a mi hermana! —exclamó Roger indignado—. ¿¡Qué esperaba que hiciera!? ¿¡Que le diera la mano y bailáramos vals!? ¡Esto es una estupidez!
— Pudo perfectamente haberlo arrestado sin necesidad de llegar a tales extremos —expresó el capitán—. Lo siento, Roger, pero te lo tomaste a personal porque era tu hermana, y lamentablemente cometiste una infracción.
— Bien, bien, puedo... puedo defenderme, ¿no? La descripción del tipo concordaba con nueve casos de violación y agresión sexual en la ciudad, y dos en Manhattan —dijo pensando con rapidez.
— Por supuesto, el precinto te tiene un abogado confiable, además de que algunos actuaremos de testigos a tu favor. Aunque debes tener en cuenta Roger, que lo mínimo que obtendrás será una multa algo cara —le advirtió Hutton.
— Bien, bien, yo... haré lo que me digan —dijo Roger con nervios y se frotó el rostro, Brian le puso una mano en la espalda para darle conforte.
— Señor, con todo respeto, Roger hizo lo que cualquier oficial haría —intervino el rizado—. Quizás se le pasó la mano, pero el convicto está haciendo la demanda solo para ver si bajan su sentencia.
— Por ahora está en prisión preventiva —les dijo—. Por ende debe estar intentando justificar una sentencia en un futuro juicio, como dijo Brian.
— Como oficial y como mujer, yo hubiera hecho exactamente lo mismo que Roger —dijo la oficial Austin segura—. Con gusto testificaré a su favor.
— Gracias —le dijo Roger desde su lugar y ella le sonrió.
— Como su compañero yo también lo haré —informó Brian—. Él es un buen policía. Algo... extraño, a veces, pero es el mejor con el que he trabajado.
La sonrisa del menor se hizo más ancha y Brian le guiñó un ojo de manera discreta.
— Bien. En ese caso estaremos relativamente bien —aseguró el capitán—. Lo citarán a juicio en unos días más. Cuando sea así, por favor deje constancia para que veamos quienes pueden testificar.
— Gracias, capitán —dijo Roger—. De todas formas, él también me golpeó, por poco me deja inconsciente.
— Eso quizá puede ser un punto para usted —pensó el capitán en voz alta—. Bien, eso por ahora, pueden retirarse.
Los oficiales salieron cada uno por su lado, un par le dijo a Roger que todo saldría bien, además de Mary, quien directamente le dijo que iba a testificar a su favor.
Roger se notaba nervioso, y Brian al notar eso le puso la mano en la espalda nuevamente.
— Mira, quédate tranquilo, ¿sí? Ese tipo tiene un prontuario demasiado grande como para que le den todo el favor a él. Lo único que podría hacer el caso más polémico es que es mudo, pero estaba cometiendo un delito, por lo que no sería considerado discriminación, sino justicia.
— Quizás sí me pasé con el depravado ese —suspiró Roger.
— Independiente de eso, tienes a todo el precinto de tu lado. Él solo tiene un abogado, una familia quizá. Y lo está haciendo solo con el fin de justificar su delito.
— Bien, intentaré mentalizarme en eso e intentar ganar ese juicio —asintió el rubio—. Gracias, Bri. En serio.
— No es nada, soy tu compañero, ¿no? Aunque a veces sea un idiota contigo, y realmente lo siento. Me vuelvo un imbécil cuando pierdo los estribos.
— En parte es mi culpa, te ando provocando todo el tiempo —rió. Brian también lo hizo y le bajó la visera de la gorra policial en gesto fraternal.
— No te preocupes, somos compañeros y tenemos que tolerarnos. Además ya te considero mi amigo.
— Yo también, aunque seas un amargado de mierda —rió. El rizado rodó los ojos.
— Entendible, que tenga un buen día —bromeó. Roger rió.
— Pensé que no sabías reírte y bromear —le dijo.
— Oh, claro que sé. En la escuela era el payaso de la clase —le dijo caminando hacia su escritorio.
— Espera, ¿qué? —preguntó Roger incrédulo y lo siguió, mientras el rizado soltaba una rosa debido a su extraña reacción.
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