Prólogo
Tras la derrota de Hannibal y la restauración del orden en el mundo. Raimundo, el guerrero xiaolin del viento, es escogido para ser el líder del equipo y le otorgan el título de guerrero Shoku. A pesar de haber derrotado a la gran mayoría del bando Heylin, el mal nunca descansa y todavía había Shen Gong Wu por encontrar. La vida de Raimundo, Omi, Kimiko y Clay continuaban como siempre hasta que un día, el maestro Fung les reveló una noticia que los dejaron totalmente desconcertados.
- Maestro Fung. ¿Por qué no nos lo contaste antes? - protestó Raimundo al escuchar la noticia.
- Porque era demasiado peligroso para revelarlo mientras estaban Chase Young y Hannibal en activo. Lo último que querría es que Chase los descubrieran. - Contestó el Maestro con tono preocupado, pero sin dejar su seriedad de lado.
- Entonces. ¿Existen otros dos guerreros xiaolin? - preguntó sorprendido el guerrero xiaolin de agua, Omi.
- Así es. - Asintió el Maestro.
- Pero, no lo entiendo. - Dijo Clay. - ¿Cómo podemos ser, en realidad, seis guerreros, si solo existen cuatro elementos?
- Clay, es cierto que los elementos de la naturaleza están formados por el viento, el agua, la tierra y el fuego. Sin embargo, en china son cinco los elementos de la naturaleza que están formados por el fuego, la tierra, el metal, el agua y la madera. Todos estos elementos están influenciados por el ying y el yang, además de estar en constante interacción y relación entre ellos. Es decir, se siguen, se oponen y se dan luz entre ellos, en armonía.
- Pero Raimundo es el guerrero del viento. ¿Eso no lo deja fuera de lugar? - preguntó Kimiko confundida.
- No exactamente. Aunque los cinco elementos chinos no esté el elemento del viento, es decir, Raimundo. Eso no quiere decir que sea indispensable para el grupo. Todo hay una razón y un motivo en la vida y el papel que tiene Raimundo es más importante de lo que pensáis.
Raimundo suspiró aliviado y exclamó: - Menos mal. Ya me estaba temiendo que me iban a echar del equipo.
- ¡¿Qué?! - exclamó sobresaltado Omi. - Eso nunca pasará y más ahora que eres nuestro líder.
- Omi tiene razón. Tú siempre serás del equipo. - Dijo Kimiko.
- Además, con todo lo que hemos pasado juntos. Podría decirse que somos como una familia.
- Chicos, sois los mejores. - Dijo conmovido, Raimundo y se abrazaron en grupo. - Bueno Maestro Fung y dime, ¿sabes quiénes son los dos últimos integrantes? - preguntó Raimundo.
- A decir verdad. No tengo ni la más absoluta idea. - Se sinceró el Maestro. Los ojos de los guerreros se abrieron como platos, dejándolos completamente desconcertados.
- ¿Qué? ¿Será una broma? - exclamó Raimundo.
- Yo nunca bromeo. - Contestó seriamente el maestro.
- Maestro, ¿al menos tendrá alguna pista sobre ellos? ¿Verdad? - preguntó nervioso Omi.
- Tengo mis dudas sobre quien podría ser el guerrero del metal. Sin embargo, mis dudas solo pueden ser despejadas cuando haya despertado por completo su poder. Al igual que el guerrero de madera.
- Pero, ¿alguna pista tendrá? - Kimiko se acercó a su maestro hasta quedarse al frente. Su maestro iba a responderla, pero Dojo lo interrumpió con el pergamino de Dashi en mano y, completamente, inquieto. Debido a la presencia de un nuevo Shen Gong Wu.
- ¡Chicos! Se ha activado un nuevo Shen Gong Wu y de los gordos. - Se acercó a ellos e inmediatamente abrió el pergamino, mostrando la información del nuevo Wu. Los cuatros se acercaron para ver el contenido del pergamino y descubrir su poder.
- "La Rosa protectora tiene el poder de crear zarzas para proteger o dañar a sus oponentes." - Comenzó a leer Kimiko. - "Además de curar las heridas de las personas, gracias al agua que hay en el interior de la flor."
- ¡Vaya, Dojo! No exagerabas cuando dijiste que era uno de los gordos. - Comentó impresionado sobre el poder del Wu.
- Sí, salvo que este Shen Gong Wu no puede mostrar todo su poder, a menos que tengáis la afinidad de la madera.
- ¿Y no sirve con la tierra? - Se rascó Clay la cabeza, levantando un poco su sombrero de cowboy.
- Eso es lo más curioso. Se supone que las zarzas están relacionadas con la tierra, mientras que el factor curativo es del agua. Pero, al parecer, Dashi lo creó de modo que solo alguien con el elemento de la madera pueda usarlo con su máximo poder.
- Por los dientes de mi tía Gladys, pues sí que es oportuno que solo lo pueda usarlo uno de los guerreros que falta.
- Dojo, además de poder localizar los Shen Gong Wu. ¿Puedes también localizar a los últimos guerreros? - preguntó Kimiko.
- En teoría, sí. Pero solo cuando su poder interior se haya despertado. Así es como os localicé a vosotros y el Maestro Fung os eligió como vuestros aprendices.
- ¡¿Qué?! - saltaron los cuatro de la impresión, para seguidamente, volver su mirada hacia su maestro.
- Hay cosas que es mejor permanecer ocultos, incluso si son mis discípulos.
- Pues, vaya hombre. - Se quejó Raimundo.
Cerraron el pergamino y se lo entregaron al Maestro Fung. Antes de que se marcharan al lugar donde se encuentra el nuevo Shen Gong Wu, se cambiaron rápidamente de ropa, a excepción de Omi, quien siempre llevaba su uniforme de monje xiaolin. Los chicos se vistieron con la ropa de siempre, a diferencia de Kimiko que iba vestida con una camiseta de media manga con el símbolo del Ying-Yang en el centro, unos shorts vaqueros con leggins, un chaleco acolchado y unas deportivas, con el pelo recogido con una cola de caballo.
Al llegar al patio del templo, Dojo agrandó inmediatamente su tamaño. Los cuatro se montaron a lomos de su amigo escamoso, quien emprendió su vuelo, y se marcharon rumbo hacia el nuevo Wu.
Mientras tanto, en la guarida de Jack Spicer. El genio adolescente del mal estaba dando los últimos retoques a su nuevo y mejorado jet para poder ir más rápido a los lugares donde marca su detector de Shen Gong Wu. Al mismo tiempo que escuchaba a Chase Young, quien le llamó para ir en busca del nuevo Wu.
- ¿Lo has entendido, Spicer? No quiero ningún error. Este nuevo Wu es demasiado valioso si llega a manos de los monjes xiaolines. - Explicó seriamente.
- Sí, sí. - Asintió el pelirrojo al salir de debajo del jet y se levantaba las lentes. - Conseguir el Wu y entregarlo. Es pan comido. ¡Vamos, Chase! ¿Te he fallado alguna vez? - preguntó con un tono embaucador en su voz.
- ¡Sí! Y por esta misma razón, si no consigues este nuevo Shen Gong Wu. Despídete de tu vida, porque si fallas nuevamente en esta misión. Estas muerto. - Sus ojos reptilianos brillaron al amenazar a Jack Spicer a través de la enorme pantalla de su ordenador.
Aquella amenaza, atemorizó al pelirrojo dejándolo más pálido de lo que ya era. Dejándolo claro que tenía que conseguirlo a toda costa, si quería conservar su vida y, así, poder lograr su objetivo de dominar el mundo. El pelirrojo tragó saliva y le contestó, con voz temblorosa:
- Lo... Lo haré. Te prometo que no te fallaré.
- Más te vale. Nos vemos cuando me hayas traído el Shen Gong Wu. - La conexión se apagó, dejando a Jack Spicer de nuevo solo en su guarida, acompañado de sus robots.
- Esta vez no puedo fallar. - Masculló decidido. Abrió la compuerta de su guarida, se subió a su jet, comprobó que todo estaba en orden y encendió los motores. Pilotó su jet hasta llegar al exterior del enorme jardín de su mansión y alzó el vuelo, quienes les seguían por detrás sus robots, también mejorados para poder seguir la velocidad de su jet.
- ¿De verdad vas a matar al idiota de Spicer? - preguntó curiosa Wuya, quien se encontraba tumbada, cerca de la fuente.
- De momento, no. Pero si llega a despertar sus poderes ocultos y sea consciente de ello. Entonces lo eliminaré. - Dijo con total seriedad.
- ¿Por qué eliminarlo cuando puedes convertirlo en tú discípulo? - se acercó a Chase y se abrazó a su cuello, pero fue empujada por este. Un gesto que no le agradó para nada.
- ¡Serás necia! Si dejo vivo al guerrero xiaolin del metal, me arriesgó a que sea derrotado por él.
- ¿Por Spicer? - dijo sorprendida. - Pero si ese idiota no es capaz ni de atarse bien los cordones.
- Wuya, me cuesta creer que hayas estado conviviendo con Spicer. Deberías saber lo que es capaz de hacer con esa cabeza suya.
- Bueno, es cierto que es, en cierto modo, bueno construyendo cosas. Pero, verlo como una amenaza.
- Es por eso, Wuya. Si sumamos su inteligencia con el poder del guerrero xiaolin del metal da como resultado, la capacidad de crear Shen Gong Wus.
Wuya se rio, pero tuvo que dejarlo al ver que lo había dicho en serio. - ¿No lo dirás en serio? - preguntó incrédula.
- Lo digo muy en serio. Por eso, Wuya. Cuando Spicer llegue tras haber terminado con su misión, quiero que vuelvas con él y lo vigiles en todo momento. Si ves o notas algún atisbo de su poder, evítalo a toda costa y, sobre todo, que nunca sepa de su existencia.
- De acuerdo. Entonces, ¿lo que quieres es tener a Spicer bajo tu control como si de una marioneta se tratase?
- Exacto. Cuando aparece una amenaza mayor en potencia, tienes dos opciones: la eliminación o la manipulación.
- Ja. Por esa razón me devolviste mi forma humana sin mis poderes. - Masculló Wuya molesta.
- ¿Qué has dicho? - preguntó con una mirada amenazante hacia ella, quien sonrió nerviosa.
- Nada.
Mientras tanto, en un pueblo costero, ubicado por la zona Oeste de Málaga, España. Una chica de cabello moreno ondulado, recogido con una cola de caballo y de ojos pardos, salía de su casa. Iba vestida con una camiseta de mangas cortas y unos pantalones de color verde militar de campo, además de unas zapatillas de campo y una gorra. Lo que significa que iba a hacer senderismo por una de las rutas montañosas que hay detrás del pueblo. Se colocó la mochila y cogió su bicicleta rumbo por la ruta de los Pedregales. La zona por donde ella vive, está ubicada cerca del polígono industrial, donde casualmente, también se encuentra su instituto. Aquella chica, se podría considerarse como una de las mejores estudiantes de su instituto, pero donde destacaba mayormente, es en los deportes. Es una persona atlética, ágil y fuerte, además de ser cinturón negro en karate a pesar de solo tener 15 años. La mayor parte de la gente del pueblo creen o tienen las expectativas de que ella será una gran deportista o un gran médico. Pero, nada más lejos de la realidad es lo que ella realmente quería ser y ese, era su gran problema, que no lo sabía. Sí ya hubiese decidido su futuro, ya estaría en el equipo de karate de la selección española de los JJOO, pero no es su caso. Sorprendentemente, ella rechazó todas las peticiones que la ofrecían, algo que sus padres no estaban muy de acuerdo. Por esa misma razón, ella salió de su casa. Para escapar del ambiente incómodo de su hogar y liberar de todo aquel peso que cargaba en su mente; y qué mejor lugar que contemplar el paisaje montañoso de su pueblo.
Al llegar al lugar, solo tenía que continuar por el camino, ya que antes del lugar al que ella quería ir, tenía que pasar por la zona del camping. La ruta se volvió más frondosa, debido a la presencia de los árboles, a pesar de haber zonas donde carecían de ellos. Pero, inusualmente, había más árboles de los que ella recordaba y eso era imposible. Los árboles tardan, al menos, 50 años en crecer en su total plenitud y por el tamaño de estos, tendrán por lo menos 100 años. Algo extraño estaba ocurriendo. No es que fuese algo malo, todo lo contrario, es una enorme noticia para el ecosistema de la zona. Aun así, era un fenómeno que debía de ser investigado.
La chica se bajó de su bicicleta, lo dejó a un lado del camino para no obstaculizar el paso y emprendió el camino a pie para saber qué es lo que estaba ocurriendo. Se percató que cuanto más andaba, más densa se volvía la vegetación hasta el punto de toparse con hiedras de tallos enormes y con espinas. Esto solo significaba que iba por buen camino.
Cada vez había más hiedras, complicando cada vez más el avance. Evitaba todo lo posible que aquellas espinas la arañasen o agarrasen su ropa, era una tarea complicada, pero no imposible. Cuando por fin salió de aquella ruta escabrosa, se encontró con un claro completamente despejado, libre de las exuberantes ramas de los árboles, donde en el centro había una extraña y hermosa rosa blanca, rodeada de espinosas zarzas. La joven se quedó maravillada ante aquella extraña y misteriosa visión y, sin pensárselo dos veces, se acercó hacia la misteriosa rosa. Pero, de repente, se detuvo al aparecer unos misteriosos robots que obstaculizaban su camino y del cielo apareció un misterioso chico pelirrojo con pintas de gótico, quien empezó a hablar en inglés. La chica se sorprendió, ya que aquel misterioso chico no era de su país. Por suerte, ella no tenía problemas con el idioma.
- ¡¿Quién eres tú?! - preguntó asustada por la presencia de los robots.
- Soy Jack Spicer, genio adolescente del mal y he venido a por ese Shen Gong Wu. - Señaló la rosa blanca que estaba justo debajo de él. - Así que, si no te importa me lo voy a llevar. ¡Jack-bots! ¡Evitad que se acerque al Wu! - ordenó a sus robots y, automáticamente, agarraron a la chica de los brazos, quien no le gustó aquel gesto del chico gótico.
- ¡Hey! ¡Suéltame! - se quejó la chica en español.
- No es nada personal. Es solo que necesito el Wu con extrema urgencia. - Jack bajó poco a poco con ayuda de su mochila propulsora.
- ¡No! - la chica seguía forzando el agarre de los robots, cuando de pronto, cogió impulso para lanzar una patada a uno de los robots que tenía delante y le arrancó la cabeza. Con ayuda de sus piernas, agarró la cabeza arrancada y la devolvió de una patada, destrozando una de las hélices de la mochila propulsora de Jack, desviando por completo de su rumbo hasta caer encima de las zarzas, provenientes del artefacto mágico. Provocando que gritase de dolor. - ¡Ups! Perdón. - Se disculpó la chica, mientras se liberaba del agarre de los robots con los movimientos que había aprendido en las clases de karate.
- ¡¿En serio?! - se quejó el pelirrojo mientras se sobaba el trasero. - ¿Sabes lo doloroso que es cuando te clavan unas enormes espinas en el trasero?
- Lo siento. No he tenido el placer de comprobarlo. - Se burló de él, después de haberle visto hacer varias muecas bastantes graciosas, a causa del dolor. Jack se veía bastante molesto a la vez que nervioso, algo que pudo notarlo ella. Pero antes de que pudiera decirle algo, él pulsó el botón de su reloj para llamar más de sus robots.
- ¡¡Jack-bots!! ¡¡Eliminadla!! - gritó desesperado. Aparecieron más robots de los suyos y de sus brazos metálicos fueron sustituidos por cañones.
- ¡¡¿Qué?!! - comenzó a esquivar los disparos como podía, ya que si le daban sería su fin. Intentaba ponerse detrás de uno de ellos para protegerse de los disparos y a la vez, destruirlos uno a uno. También le atinaba varios golpes hasta destruirlos, pero eran demasiados y ya notaba el cansancio.
- ¡¡Sí!! ¡¡Al fin es mío!! - Jack alzó el Shen Gong Wu con pose victoriosa, mientras la chica era rodeada por los robots, quienes la apuntaban con sus armas. Se encontraba de rodillas a causa del cansancio. Estaba aterrorizada. No quería morir a manos de unos robots, construidos por alguien de, más o menos, su misma edad.
Entonces, una extraña fuerza comenzó a crecer dentro de ella sin ser consciente de ello y gritó de impotencia. - ¡¡¡NO!!! - De repente, las zarzas comenzaron a moverse y se enredaron sobre los cuerpos robóticos hasta destruirlos por completo. Aquel suceso los dejó a ambos helados.
- ¿Cómo lo has hecho? - preguntó aterrado el pelirrojo antes de gritar como una chica, al ser atrapado por una de aquellas zarzas. Al ser atrapado, soltó el artefacto cuando lo elevaron del suelo con brusquedad, sumado del dolor al ser clavado por las espinas de la planta. - ¡Suéltame!
- Yo... No sé cómo hacerlo. - Contestó con sinceridad. Entonces, sin previo aviso, ella también fue atrapada por aquellas salvajes zarzas y la alzaron a la misma altura que él. La chica gritaba de dolor al notar como las espinas eran clavadas en su cuerpo, al igual que Jack, quien no paraba de farfullar.
- No, no, no, no. No quiero morir, no quiero morir, no quiero morir. - El cuerpo de Jack comenzó a brillar, sin que ambos se percatasen de ello. Las ropas de ambos estaban rasgadas por completo. La chica escuchó su farfullo, comprendiendo que él estaba igual que asustado que ella. Aunque es posible que él estuviera asustado por otro motivo.
A pesar de estar aterrada, tuvo que calmar sus nervios. Respiró hondo y empezó a pedir auxilio, alzando su voz tan alto como ella podía en español. - ¡¡SOCORRO!! ¡¿QUÉ ALGUIEN NOS AYUDE?!
Jack dejó de murmurar y se fijó en la chica que había comenzado a gritar. No la entendía, pero dada la situación. Lo más probable es que estuviera pidiendo ayuda. Aquella chica no para de gritar sin bajar el tono de su voz, pero sabía que, en algún momento dado, su tono de voz comenzaría a bajar. La voz de la chica comenzó a quebrarse y sus ojos se pusieron llorosos. Jack bajó su mirada y se fijó en el rastro de sangre que estaba cayendo sobre el suelo. A pesar de ello, la chica no flaqueó y continuó pidiendo auxilio. Él no comprendía cómo podía aguantar todo ese dolor sin flaquear, como podía seguir luchando. Entonces, sorprendiéndose a sí mismo. Dejó de lado su orgullo de genio adolescente del mal y se unió a ella a pedir ayuda, gritando las mismas palabras que decía ella en su idioma. Nunca se imaginó que sus primeras palabras en español serían estas.
- ¡Bastón Shimo, hielo!
- ¡Big Bang Meteorang, tierra!
Del cielo, cayó el joven monje xiaolin Omi, que con ayuda de su arma wudai, el bastón Shimo. Lo transformó en una espada y con su filo cortó las zarzas que tenían atrapada a la chica, mientras que Clay usó su arma wudai, el Big Bang Meteorang para liberar a Jack Spicer. La chica cayó a los brazos de Raimundo, quien ya estaba en tierra junto sus compañeros. No como Jack, que no tuvo la misma suerte. Pero, para suerte de él, cayó justo al lado del Shen Gong Wu, quien no se lo pensó dos veces en cogerlo e intentar escapar del lugar, pero Kimiko lo detuvo.
- No tan rápido Spicer. Necesitamos ese Shen Gong Wu. - Dijo seria.
- Oblígame. - Jack iba a apartarla de su camino cuando Kimiko le hizo una llave y lo lanzó hacia la dirección de donde se encontraba sus compañeros y la chica. Al quedarse en frente de ellos, se fijó que las heridas de la chica eran más graves de lo que se imaginaba. Omi le quitó el Wu, mientras Clay lo agarraba. - ¡No! - protestó el pelirrojo, pues aquel Wu era su última oportunidad.
Raimundo le retiró con cuidado las zarzas, soltando un fuerte quejido por parte de ella, provocando que Omi usase de inmediato el Shen Gong Wu. - ¡Rosa protectora, agua! - Una pequeña gota salió de la flor, cayendo justo encima del brazo herido de la chica y de forma milagrosa, curó todas las heridas de su cuerpo. Quedando asombrados a todos los presentes.
- Pero bueno, Dojo. ¿No se supone que este Wu solo funcionaría en su totalidad si lo usa el guerrero xiaolin de la madera? - se quejó Raimundo.
- Sí, pero solo en casos extremos. Esto solo eran unos simples rasguños.
- Pero, ¿qué? ¿Cómo lo habéis hecho? - preguntó impresionada la chica.
- Nosotros no hemos hecho nada. - Dijo Omi. - Todo ha sido gracias al poder de la Rosa Protectora. - Dijo mostrando el artefacto mágico con forma de rosa.
- ¿Estás bien? - Raimundo ayudó a levantarla del suelo, ofreciéndole su mano.
- Sí, gracias. - Se agarró a él y se levantó. Luego, fijó su mirada en el pelirrojo, quien se veía completamente consternado. - ¿Qué le va a pasar a él? No parece estar bien.
- Tú tranquila. - Dijo Clay. - Enfrentarnos a él es lo más normal del mundo para nosotros. - Volvió su mirada en él y se quedó mirando fijamente. - Aunque, ahora que lo dices. Nunca lo había visto tan pálido y eso que ya es pálido de por sí.
- Seguro que está herido igual que yo. - Dijo la chica, acercándose a él.
- ¿Qué? - dijo sorprendido. La chica se quedó justo enfrente de él, iba a inspeccionarlo cuando de pronto, se apartó desconcertada. Extrañando a los monjes y a Jack.
- ¿Cómo...? ¿Cómo es que no tienes ninguna herida? - preguntó sorprendida.
- ¡¿Qué?! - exclamaron sorprendidos.
- Reconozco que Jack Spicer ha salido ileso en muchas de las peleas que hemos tenido, pero que sea fuerte como una piedra. Eso ya es extraño. - Dijo Omi.
- Se dice fuerte como una roca y sí es extraño. - Raimundo le corrigió a Omi. - Dime Spicer, ¿cuál es tu secreto para salir ileso? - preguntó burlón.
- Y a ti que más te da. - Contestó molesto, pues él también se sentía desconcertado. Pero su única preocupación ahora era el de conseguir el Wu. Desesperado, empezó a zarandearse del agarre del grandullón, quien intensificó el agarre.
- ¡Eh! Deja de moverte como una serpiente. - Se quejó Clay.
Jack activó su mochila propulsora, liberando la única hélice que tenía. Clay y el resto se apartaron rápidamente de la hélice, con tan mala suerte que Omi se tropezó y lanzó por los aires el Wu. La chica y Jack fueron a por el Wu y ambos lo cogieron al mismo tiempo, iluminando el artefacto, lo que significaba un combate xiaolin.
- ¡Te reto a un combate xiaolin! - gritó Jack.
- ¿Un combate xiaolin? - preguntó sin saber qué estaba ocurriendo.
- Un combate xiaolin ocurre cuando dos personas forcejean para conseguir el Shen Gong Wu y cada participante tienen que apostar un Shen Gong Wu. - Explicó Dojo. - Quien gane el combate gana todos los Shen Gong Wu.
- Así es. Yo apuesto por la moneda mantis. - Sacó una moneda de su abrigo. - Vosotros, prestadle algún Shen Gong Wu a... Un momento, ¿cómo te llamas? - le preguntó su nombre.
- Me llamo María. María García.
- Bien, María. ¿Aceptas el reto?
- Supongo que sí. - Aceptó sin estar segura de ello.
- Ten toma. Te dejo el ojo de Dashi. - Kimiko le entregó el Wu a María.
- Gracias. - Cogió el colgante. - Espera, ¿qué clase de poder tiene este colgante? - preguntó a Kimiko.
- Solo tienes que decir su nombre y lanzará rayos.
- Muy bien. - Volvió de nuevo hacia Jack y le preguntó sobre la prueba. - ¿Cuál es el reto?
- Quien trepe más alto gana.
- Esta bien. - Aceptó el reto.
- ¡Combate xiaolin!
El bosque cambió por completo, los árboles se volvieron enormes y el Shen Gong Wu se encontraba en lo alto del árbol. Los monjes xiaolines cambiaron su vestimenta por el traje azul y se colocaron en una de las gigantescas ramas que había cerca de la prueba. Ambos se encontraban en la primera rama del árbol cara a cara.
- ¡Gon Yi Tampai! - gritó el pelirrojo y usó la moneda mantis para saltar de rama en rama.
María no entendía muy bien sobre lo que estaba ocurriendo, pero era obvio que aquella especie de grito de guerra, significaba el comienzo de la prueba. Su Shen Gong Wu como solo servía para disparar rayos, no le servía de ayuda para trepar más rápido. La única forma de hacerlo era haciéndolo a la antigua usanza. La distancia que había entre ella y Spicer era enorme, pues él tenía la ventaja de la moneda mantis. María tuvo que detenerse en una de las ramas para descansar, mientras observaba como él seguía subiendo sin ninguna dificultad.
- ¡Usa el ojo de Dashi! - Gritó Kimiko.
- ¡¿De qué me sirve usarlo?! - preguntó María.
- Pues para detener a Spicer, obvio. - Soltó Raimundo.
- Esperad. ¡¿Me estáis pidiendo que lo dispare?! - preguntó horrorizada.
- ¿Qué? ¡No! - negaron los cuatro.
- Solo dispara a una de las ramas para que pierda el equilibrio. - Respondió Omi.
- ¡Sí! ¿No estarías pensando en dispararlo? - preguntó Clay.
- Hombre, cómo lo estabais diciendo parecía que sí.
- ¡Oh! ¡Venga ya! ¡Qué tampoco somos unos desalmados como Spicer! - exclamó ofendido el vaquero.
- ¡Eh! ¡Lo he oído! - dijo Jack en lo alto del árbol.
- Muy bien. Solo tengo que apuntar a la rama. - Se descolgó del colgante de su cuello y apuntó a la rama, donde estaba situado. - ¡Ojo de Dashi! - Un rayo salió de la gema y lo golpeó, provocando que Spicer perdiese el equilibrio y cayese del árbol. Él gritaba mientras caía al vacío, sintiéndose horrorizada por lo que había hecho. - ¡NO! - Inconscientemente, María saltó para cogerle y una nueva rama apareció por arte de magia. Ella lo sujetó con ambos manos y lo subió a la nueva rama, dejándolo completamente desconcertado. Sin perder el tiempo, comenzó a subir con ayuda de las nuevas ramas que crecían en el tronco del árbol como si de una escalera se tratase. Los monjes y Dojo no podían creer lo que estaba viendo. La chica que habían rescatado no hace un momento era, ni más ni menos, que la guerrera xiaolin de la madera y acababa de salvar a Jack Spicer, quien se quedó sentado en la rama sin comprender lo que acababa de pasar.
María estaba a unos pocos metros del Wu, donde solo tenía que saltar y cogerlo. Tras hacerlo, el combate xiaolin había finalizado con la sorprendente derrota de Jack Spicer frente a una novata, quien sostenía los tres Shen Gong Wu.
- ¡No puede ser! - María se giró hacia ellos sin saber lo que estaba pasando. - Durante todo este tiempo eras tú. - Dijo Omi sin dejar de sonreír de júbilo.
- Lo siento, pero me he perdido. ¿A qué te refieres con que era yo? - preguntó un poco confusa.
- Nuestro maestro. El Maestro Fung nos reveló que había dos guerreros xiaolines más, además de nosotros. - Explicó Raimundo.
- Uno es el de la madera y el otro el del metal. - Continuó Clay.
- Y tú eres la guerrera xiaolin de la madera. - Terminó emocionada, Kimiko. - ¡Síii! ¡No me puedo creer que sea una chica! Ahora ya no seré la única del grupo.
- Espera, ¡¿qué?! - no podía creer lo que les habían dicho los cuatro monjes xiaolines, que no hace ni diez minutos los había conocido. - Y eso, ¿qué significa?
- ¡Oh venga ya! - se quejó Dojo. - Significa que eres uno de los nuestros y vas a ir con nosotros al templo que está en China.
- ¡¡¿Qué?!! ¡No puedo ir! - Los cinco los miraron asombrados ante la negativa de la chica.
- ¡¿Cómo qué no?! - contestó sorprendido Kimiko, quien es la que estaba más ilusionada por una nueva compañera femenina en el equipo.
- Pues, ¿porque a ver cómo le explico a mis padres que soy una guerrera xiaolin y que mi deber es viajar a China y, muy probablemente, salvar el mundo? Jamás me creerán.
- Tú tranquila. - Dijo Kimiko. - Para estas situaciones lo tenemos todo controlado.
- Eso espero. - Dijo intranquila. - Por cierto, creo que esto es vuestro. - Les entregó los Shen Gong Wu. Pero, por alguna extraña razón, desvió su mirada a donde se encontraba Jack, quien se acababa de levantar del suelo y se iba a marchar del bosque. Tuvo un mal presentimiento por lo que le podría estar sucediendo, pues desde que se topó con él. Sintió que se estaba comportando de una manera un tanto extraña, como si algo no estuviera bien. Se quedó con el Wu que había luchado por él y se fue tras el pelirrojo. - ¡Espera! - Él se detuvo y la miró molesto.
- ¿Y ahora qué quieres? No me has humillado lo suficiente. - María miró la rosa mágica que tenía en sus manos y se la ofreció a Spicer, asombrándolos a todos. - ¿Qué... qué haces? - preguntó desconcertado.
- Quédatela. Creo que tú lo necesitas más que ellos.
- ¿Qué?
- ¡¡¿QUÉ?!! - Gritaron sorprendidos por la insensatez que acababa de hacer María.
- ¡¡NO!! - Abofeteó la mano de ella, tirando el Shen Gong Wu al suelo. Su mirada irradiaba enfado. Pero, sobre todo, dolido. - ¡¿Por qué haces esto?! - preguntó enfadado. - ¡No necesito tu compasión, es más, no necesito la compasión de nadie! - miró a todos los presentes y se alejó de ella. - ¡¡Aléjate de mí!! ¡Monje estúpida! - Entonces, huyó del lugar. Dejando atrás a ellos y al bosque.
Omi se acercó a ella, quien se sentía dolida por las palabras del pelirrojo. - ¿Por qué hiciste eso? - Ella no respondió, se acercó a la rosa, se agachó y lo recogió. - ¿Por qué le querías dar el Shen Gong Wu que has ganado a Jack Spicer?
- Porque lo notaba en sus ojos.
- ¿En sus ojos? - preguntó desconcertado el pequeño monje. María se levantó del suelo y fijó su mirada hacia el camino, donde se había marchado él.
- Así es. Yo, por desgracia, conozco esa mirada. - Volvió su vista hacia ellos. - Una mirada llena de soledad y de dolor. - Le entregó la rosa a Omi. - ¡Bueno! Creo que es hora de irnos a mi casa y contarles a mis padres que me marcho a China. - Cambió rápidamente de tema. - ¿Nos vamos? - Aquel cambio brusco de conversación lo dejaron desconcertados, pero no tuvieron más remedio que ignorar lo que ha sucedido y continuar con sus deberes como monjes xiaolines.
Mientras tanto, Jack Spicer iba rumbo a la guarida de Chase Young para hablarle de lo sucedido. Por suerte, podría no evitar su muerte si le anunciaba que ha aparecido un nuevo monje xiaolin, además de otro más. Pero, no podía mantener la calma, debido a que no podía sacarse de la cabeza, lo sucedido en el combate xiaolin.
No podía olvidar el hecho de que aquella chica, María, la nueva monja xiaolin de la madera. No solo lo había salvado, sino que además le había ofrecido su ayuda, entregándole el Shen Gong Wu, que el propio Chase Young le había pedido que lo buscase y, obviamente, por culpa de su orgullo, le negó su ofrecimiento.
Nadie se había comportado de una forma tan amable cómo lo hizo ella.
Por esa razón, ¿por qué?
¿Por qué no podía dejar de pensar en ella?
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