4.
Lanzó una rápida mirada para examinar a su pareja.
— ¿Mejor ahora? —cuestionó en tono muy bajito mientras caminaban.
El menor asintió levemente y le sonrió para darle un poco de fortaleza, no quería preocuparle aunque no estuviera tan bien como quisiera.
— Mucho mejor... —se apoyó levemente en él solo porque sentía la necesidad de estar un poquito más cerca suyo— Sólo nos resta tener cuidado y llegar al lugar adecuado a salvo.
Wonho asintió mirando a su alrededor hasta donde su visión le permitía en esa oscura tarde, siempre atento de que no hubiera ningun infectado merodeando por la ahora silenciosa calle principal de aquella isla.
— Tienes razón, debemos trazar un plan si queremos salir de aquí con vida... —pasó su mano derecha por detrás de la pequeña cintura de Hyungwon para mantenerlo apegado a él en cualquier caso— Sólo nos falta saber a donde ir.
Hyungwon lo miró un poco confundido.
— ¿Cómo? —frunció el ceño— ¿Piensas ir a algún otro lado? Yo estaba pensando en ir a donde nos enseñaron que debíamos ir en caso de emergencia. —en ese momento recordó algo y abrió un pequeño bolsillo del maletin que colgaba del hombro de Wonho, entonces sacó de allí un pequeño trozo blanco— Menos mal que no saqué mi carnet de emergencias de aquí, y mira que pensé que no iba a servir. —se rió por lo bajo con un deje de tristeza y volvió a guardarlo— ¿Qué hay de ti? ¿Lo tienes?
Wonho miró hacia el maletín con una sonrisa triste.
— Vaya... —soltó un suspiro— Así que un simple empleado de limpieza no tiene derecho a escapar incluso si pudiera salvarse a sí mismo de un apocalipsis.
Hyungwon detuvo sus pasos, totalmente confundido.
— ¿A qué te refieres? —lo miró directo a los ojos— Tú tienes un carnet también... ¿No es así?
Busco desesperadamente en sus ojos algún indicio de una afirmación, pero no existía tal cosa, así que Wonho simplemente suspiró.
— Hyungwonnie... —soltó una risita triste y retomó el paso que se había visto momentaneamente interrumpido por la reciente pregunta de Hyungwon— Sólo soy un empleado de limpieza. Si ellos tienen algún pequeño lugar para proteger a alguien, es obvio que van a salvar a sus brillantes mentes maestras. —le sonrió— Si quisieran salvar a todos, no tendrías un carnet ahora mismo o todos tendríamos uno.
Hyungwon lo miró con la mirada cristalizada por sus lágrimas que buscaban desesperadamente salir de la cárcel de sus ojos.
— Entonces no quiero ir. —detuvo sus pasos obligando a Wonho a detenerlos también por segunda vez— Y si vamos y no te dejan entrar... Entonces no entraré.
Él lo miró con tristeza.
— Hyungwon... —fue interrumpido por su pareja.
— No vas a convencerme de lo contrario. —soltó un poco alterado— Entramos juntos o no entra ninguno.
Al ver su determinación, Wonho no pudo evitar sentirse amado y triste porque sabía que a veces el mundo no es como nosotros quisiéramos que fuese.
— Baja la voz. —susurró con calma y avanzó hacia él, envolviéndolo en un suave abrazo que acabó por calmar al menor instantáneamente— Te pareces a mi abuela, muy molesta con todo y todos para finalmente descubrir que lo único que tenía era hambre... —soltó una risita y Hyungwon suspiró— Tienes hambre, ¿No es así?
El menor asintió sin más opción que darle la razón a su pareja quien había logrado cambiar el tema drasticamente.
— Un... Un poco. —susurró cabizbajo y avergonzado.
Wonho sonrió mientras se mantenía alerta siempre, pero por desgracia su visión se había reducido casi en su totalidad al esconderse el sol y no tener energía eléctrica.
— Debemos escondernos en algún sitio. —susurró— Sólo entonces podremos comer algo.
Hyungwon asintió levemente e intentó mirar a su alrededor, pero debido a sus problemas de visión y a la leve ventisca mezclada con la llovizna que comenzaba a descender, poco podía ayudarle a Wonho con buscar algún sitio en la oscuridad de la noche.
— ¿Crees que haya alguien en alguno de estos edificios —señaló el solitario lugar, el cual su pareja no tardó en mirar, para finalmente asentir.
— Es el lugar menos seguro para pasar la noche. —lanzó una mirada rápida a su alrededor una vez más y por fin pudo divisar un auto que parecía abandonado en mitad de la calle— Espera amor... —detuvo los pasos de Hyungwon y avanzó con cautela— Voy a revisar.
Se acercó al auto con mucho cuidado y lo revisó por dentro, encontrándose con lo que ya había supuesto; había sido abandonado seguramente por alguien que deseaba huir de la catástrofe y le resultó inútil.
— ¿Es seguro? —susurró el tembloroso Hyungwon.
Wonho asintió y le hizo una señal con la mano para que avanzara.
— Tranquilo. —lo envolvió por la cintura con el brazo y le ayudó a ingresar al auto con lentitud— ¿Estás bien?
Hyungwon asintió cabizbajo, entonces el mayor cerró su puerta con mucho cuidado, y en ese momento sintió como la leve llovizna se volvía un poco más intensa, así que rodeó el auto e ingresó con cuidado de no hacer ruido, escuchando el suave ruido de las gotas golpeando el cristal.
— Va a llover mucho. —comentó el asustadizo Hyungwon mirando a su pareja— Estoy asustado, Wonho...
Wonho también lo estaba, sin embargo no podía mostrarse débil frente a él, así que sonrió.
— Solo es lluvia... Quizá por la mañana todos los infectados se hayan debilitado o... No sé. —el delgado asintió levemente comprendiendo su intento por animarlo— Vamos a comer algo ¿Quieres? —sonrió mientras hurgaba la bolsa y le sonreía— Espera un poco... —metió su mano por todo el bolso intentando palpar las latas que recordaba haber echado en él, pero apenas podía sentir dos— Oh, mierda... No sé si se cayeron cuando me atasqué en la puerta...
Sacó las pequeñas latas del bolso y entrecerró los ojos para leerla.
— ¿Es suficiente? —cuestionó el triste Hyungwon.
No podía responder a eso y dolía.
Cuando se mudaron allí les prometió a sus padres que lo cuidaría, que lo protegería de todo, pero la situación se le estaba yendo de las manos.
— Mira, es pasta... A ti te gusta mucho, ¿no? —abrió la lata y la extendió hacia él— No será mucho pero al menos es deliciosa.
Hyungwon miró la lata y luego lo miró a él.
— ¿Qué hay de ti? —señaló su lata— ¿Qué es?
El mayor miró a su lata y luego sonrió despreocupado.
— Tengo una igual, así que es mejor que nos demos prisa y comamos algo. —extendió la lata una vez más y Hyungwon la tomó— Un largo camino nos espera mañana.
El menor asintió y comenzó a degustar de su comida mientras las gotas de agua golpeaban con más fuerza el auto, produciendo un sonido que con el tiempo llegaba a ser relajante.
Y así, después de un tiempo, el menor se quedó dormido en su asiento, entonces Wonho lo acomodó lo mejor que pudo y lo cubrió con una de las pequeñas sábanas que contenía su bolso, para finalmente volver a su asiento.
Entonces se quedó allí mirando el oscuro cielo que parecía derramar lágrimas de tristeza que se convertían en lluvia y no pudo evitar soltar un par de lágrimas también.
Ser fuerte es la parte más difícil de vivir.
Sobretodo cuando tu pareja te pregunta qué es lo que vas a comer y le mientes diciéndole que vas a comer pasta, cuando en realidad lo único que la lata contiene es un poco de crema de tomate.
Miró hacia él y le acarició la mejilla convenciendose una vez más de que todo lo que estaba haciendo por protegerlo valía la pena.
Y que la última cosa que haría, sería llevar a Hyungwon al lugar establecido para que pudiera estar a salvo.
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