14. Final

Mientras sentía como sus empapadas mejillas eran golpeadas por el fuerte viento frío que provenía de la costa, mantenía sus ojos cerrados, deseando que a pesar de que fuera imposible, su dolor emocional cesara lo suficiente como para concentrarse en volver. Pero tan pronto como quería emprender su camino de regreso al embarcadero, se quedaba paralizado. 

Un día, Wonho le dijo con una enorme sonrisa que él era alguien fuerte, a lo que él negó con mil razones aparentemente verdaderas. Pero la respuesta de su pareja fue aún más fuerte cuando con toda la tranquilidad del mundo susurró: eres fuerte ante mis ojos y aunque soy el único que lo dice, no significa que esté equivocado; solo significa que soy la única persona capaz de conocerte más allá de lo que tú te conoces a ti mismo”. Y por alguna razón esas palabras golpeaban su cabeza una y otra vez en esos momentos.

Se preguntaba cuál era la fortaleza que Wonho había visto dentro de sí, porque en esos momentos estaba deseando partirse en dos para que una parte suya se fuera de aquel lugar y viviera nuevas experiencias junto a su pequeño que tanto había esperado, mientras que otra parte suya quería aferrarse al cuerpo que estaba tendido sobre el suelo a sus espaldas y quedarse allí hasta que que aquellos murmullos que escuchaba claramente llegarán hacia él y acabaran de una buena vez con el dolor de su corazón.

¿Cuál era la última cosa que debía hacer?

Soltó un fuerte sollozo y aunque prometió que no lo haría, volteó lentamente hacia su pareja, necesitaba verlo una vez más aunque el tiempo jugara en su contra. A esas alturas ni siquiera sabía si saldría vivo de ese lugar, pero tampoco le importaba.

Se puso de rodillas frente a Wonho para poder observarlo un poco más, intentando ignorar que el viento era cada vez más fuerte y que la tormenta podría acabar con su amado en cuestión de minutos.

Aún abatido por el dolor decidió que era hora de partir, porque pese a su dolor necesitaba intentar escapar de ese lugar y darle a ese bebé una vida digna, tal como Wonho deseaba.

Se levantó del suelo aún sintiendo que sus piernas pesaban mucho gracias al temor y al dolor de abandonar a su amado, pero esta vez ignoró ese sentimiento y comenzó a avanzar con paso firme en la dirección en la que debía ir. Sin embargo la vida da mil vueltas y se aprovecha de nuestra fortaleza para ponernos a prueba.

Un leve sonido hizo que se paralizara en su lugar.

— Hyun... —escuchó, seguido de un adolorido suspiro que lo obligó a voltearse— Hyungw... A tu... —su corazón quería salir de su pecho al ver a Wonho viéndolo desde el suelo e intentando mover su mano hacia algún sitio. Pero él simplemente no podía reaccionar— ¡Hyungwon, cuidado!

Al escuchar el grito de Wonho se asustó, pero no comprendió el asunto hasta que vio como Wonho había roto las cuerdas y había rodado por el suelo para alcanzar una persona que estaba peligrosamente cerca de él y que pese a su poca fuerza, había inmovilizado.

Al ver la acción, se dispuso a defenderse y apartar aquella persona de Wonho para evitar que le hiciera daño, pero antes de que pudiera llegar a donde ellos, el hombre le dio a Wonho una fuerte descarga eléctrica en el pecho haciéndolo caer sin fuerzas al suelo.

— ¡Carajo! —gritó el molesto hombre y lo miró apuntándole con un arma eléctrica— ¡¿Por qué demonios nos haces exponernos a estas malditas criaturas?! —el frustrado hombre lo miró por varios segundos y luego se rió— perdona, olvidé que no solo eres un puto egoísta, también eres un maldito mutante.

Al ver a Hyungwon paralizado en su sitio viendo hacia Wonho, decidió que era momento de usar su arma y acabar con el problema de raíz. Pero lo que el hombre no consideró es que estaba frente a la única persona en la tierra con el ADN perfecto, capaz de soportar dolor físico, de reponer su salud casi instantáneamente y de convertirse en un inhumano si se lo proponía.

En cuanto el arma fue usada, el delgado la esquivó con facilidad y antes de que el hombre pudiera darse cuenta de que había fallado ya estaba tendido sobre el suelo viendo unos aterradores ojos marrones brillando de furia, mientras su propia arma era descargada sin piedad sobre él.

— Con mi familia nadie va a meterse... —masculló entredientes con toda la ira acumulada en su pecho hasta que el hombre dejó de moverse bajo su agarre. Después de eso clavó su mirada en Wonho y comenzó a llorar nuevamente— Wonho... —sollozó a lo que el mayor respondió con un agonizante quejido— perdóname... —se abalanzó sobre él sin poder dejar de llorar, notando como su cuerpo comenzaba a cambiar poco a poco, delatando que el antídoto si había hecho efecto en él— por favor quédate conmigo. —sollozó mirando a su alrededor, prestando más atención de que esta vez no hubiera nadie pasando desapercibido gracias a su dolor. Entonces volvió a posar su mirada en Wonho— yo voy a protegerte, pero por favor no me dejes...

Sollozó al ver como Wonho luchaba por mantener su respiración que seguía siendo errática. Aún así no perdió más tiempo y recogió a Wonho del suelo con mucha dificultad, depositandolo sobre sus hombros. Wonho era pesado, aún en su forma normal siempre había tenido más contextura que él, pero en esta forma era aún más pesado, aún así no le dio importancia e intentó usar la fuerza que le había otorgado su nuevo ADN para avanzar a través del camino que está vez estaba más difícil y el tiempo se estaba agotando.

Intentó caminar con prisas pero al adolorido Wonho se quejaba constantemente haciéndolo sentir abatido ante la avalancha de sensaciones. Debía mantenerse fuerte y alerta para evitar que alguien los viera, sin embargo su cordura pendía de un hilo a cada vez que Wonho soltaba un agonizante quejido de dolor.

Despues de algunos minutos avanzando, el cansancio comenzó a hacer presencia en su cuerpo, sin embargo no se detuvo. Al menos no por cansancio.

— ¿Wonho? —susurró al notar el silencio de su pareja— Wonho...

La desesperación volvió a aparecer en su pecho y en medio de la vegetación decidió bajar a Wonho de sus brazos por un momento. Lo sentó en un lugar escondido y rápidamente comenzó a revisarlo.

— Wonho... —se agachó frente a él y tocó su rostro dando suaves palmaditas en sus mejillas para hacerlo reaccionar— aguanta un poco más por favor... —susurró con tristeza— todo estará bien, lo prometo...

Suspiró notando que el tono de piel de Wonho estaba volviendo muy lentamente a como era y aunque eso era esperanzador de cierta manera, no podía confiarse ya que un cambio tan extremo podría ser demasiado para su cuerpo y la debilidad acabaría matándolo.

Error. Se distrajo nuevamente.

Un fuerte sonido irrumpió la tranquilidad de la noche y pudo sentir el agudo dolor atravesando su hombro. Se dio la vuelta con toda la rapidez que tenía permitida y fue recibido con un par de nuevos disparos que aunque estaban siendo apuntados a su pecho, logró esquivar haciendo que impactaran en su abdomen.

— ¡Está aquí! —gritó el hombre informando a través del radio encendiendo una luz roja en medio de la oscuridad que lo dejó ciego por un par de segundos— ¡De prisa!

Respiraba con dificultad por el dolor que lo atormentaba y en cuanto intentó volver a ponerse de pie, recibió un nuevo disparo del hombre que se mantenía demasiado lejos como para que lo alcanzara.

Entonces miró a Wonho a unos pasos de distancia, tendido en el suelo a merced de quien quisiera hacerle daño una vez más y sollozó al recordar en fracciones de segundos aquellos momentos felices donde después de la cena se sentaban en el sofá y Wonho podría pasar horas arrullando su pancita y hablando de una manera empalagosa al bebé como si él fuera a responderle.

¿Así acabaría todo?
¿Recordar los momentos más felices de su vida sería lo último que haría?

Mientras escuchaba los acelerados pasos de varias personas acercándose soltó un fuerte suspiro. Ese era su límite, pero afortunadamente no era el límite de su límite.

Esforzó su vista lo más que pudo y logró divisar el embarcadero donde se supe que tenía que reunirse con aquella persona en la que confió ciegamente y sin conocer, así que con mucha rapidez rodó por el suelo y abrazó a Wonho llevándoselo consigo entre la maleza y ambos comenzaron a descender hacia aquel lugar.

No era la salida más linda porque sus cuerpos rebotaban incansablemente contra el duro suelo mientras descendían rodando a través del filo de la pequeña colina en la que estaba la fortaleza, pero era la única salida rápida que tenía.

No había un solo lugar de su cuerpo que no doliera y Wonho no se encontraba mejor que él cuando dejaron de rodar, encima de la arena de la playa. Con el abundante dolor en todo su cuerpo buscó con la mirada la prometida escapatoria de aquel lugar. Pero no veía nada, el barco no estaba allí.

¿El tiempo se había agotado?
¿Había sido traicionado?
¿Donde estaba su bebé?

Escuchó unos pasos acelerados muy cerca suyo, entonces resignado, abrazó a Wonho y comenzó a sollozar totalmente adolorido.

— Wonho... —susurró con un hilo de voz— Wonho, mi Wonho... —le acarició el cabello con mucha suavidad— lo lamento tanto.

Al escuchar los pasos cada vez más cerca simplemente se aferró al cuerpo de Wonho con todas sus fuerzas, sabiendo que pese a que podría morir, la última cosa que hizo fue luchar por vivir, aunque quizá no lo lograra.

— ¡Hyungwon! —exclamó una voz conocida— por Dios, dime que estas bien... —sintió unas manos tocando sus heridas y abrió los ojos para encontrarse con la misma persona que le había prometido cuidar de su bebé— casi me descubren y he tenido que cambiar mi ubicación, pero es hora de irnos, por favor levántate o moriremos todos.

La firmeza en sus palabras hizo que un rayito de esperanza le atravesara el pecho y aún cuando no era capaz ni de sostener su propio peso, se puso de pie e intentó cargar al inconsciente Wonho de nuevo, pero esta vez fue ayudado por el hombre quien se encargó de que llegaran a salvo a la pequeña embarcación. Su escapatoria.

El motor del pequeño barco se puso en marcha y para cuando aquellas personas quisieron darse cuenta, ellos ya estaban demasiado lejos, así que nadie podía detenerlos ahora.

...

Los primeros rayos de sol comenzaron a hacer su leve aparición en el cielo mientras miraba de lejos como aquella isla era azotada por una fuerte tormenta que para ellos era un simple espectáculo a lo lejos. Su mirada se posó en el pequeño rostro del bebé quien estaba en sus brazos envuelto en algunas sábanas recuperando su color y luego miró a Wonho quien estaba recostado a su lado, aún sin despertar y sonrió notando el parecido entre ambos.

— Hyungwon... —susurró el hombre llamando su atención— falta poco para llegar, he avisado para que preparen una ambulancia tras que lleguemos.

El delgado asintió con tristeza.

— ¿Cómo es tu nombre? —preguntó al darse cuenta que jamás había notado ese detalle.

El hombre ensanchó su bonita sonrisa.

— Soy Jooheon. —comentó amablemente— y... Gracias por confiar en mí.

Hyungwon guardó silencio un par de segundos.

— Jooheon... —susurró llamando su atención— si supieras que morirás pronto... ¿Cuál es la última cosa que harías?

Jooheon se quedó pensativo un par de minutos y luego de un rato negó resignado.

— No lo sé, hay tantas cosas que aún quiero hacer... —sonrió con tristeza— ¿Qué hay de ti?

Hyungwon soltó un largo suspiro mirando a los rayos de sol que apenas iluminaban el día y luego miró a las dos personas que más amaba en el mundo, Wonho con hematomas, aún respirando erráticamente y su pequeño un poco pálido y débil.

— Si algún día tengo que morir... —susurró— todo lo que pido es que la última cosa que haga sea poder ser feliz junto a ellos.

Después de susurrar, cerró sus ojos deseando que mejores momentos vinieran para su pequeña familia, pero al final del día todo lo que deseaba era amarlos y quedarse junto a ellos sin importar que el mundo entero se fuera a la mierda.

Al final de la vida sólo tres cosas importan: lo mucho que amaste, lo bondadoso que fuiste y la facilidad con que dejaste ir lo que no era para ti.

— Buda


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top