New Knowledge
Pasaron horas antes de que cualquiera de ellos, tanto el ruso como el kazajo decidieran salir. Realmente no era el miedo lo que les detenía, sino, el instinto de supervivencia dentro de ellos. Habían llegado de golpe dos nuevas personas a sus vidas, una al parecer débil, la otra fuerte y con dos ventajas, específicamente, dos armas a cada lado de su cadera. Ese era el principal problema de todo.
No sabían si aquellas personas eran peligrosas, si eran hostiles o si de milagro eran como ellos, que buscaban algo de seguridad en este mundo cambiante. Era completamente una apuesta al aire y eso frustraba a ambos. ¿Qué hacer cuando no sabes cómo reaccionará una persona con tu presencia? Era difícil, pero entre más tiempo esperaran, más difícil se volvería.
Así que decidieron actuar.
Cuando los gemidos pararon y todo volvió a ser un silencio pleno, la calma en sus mentes llego de golpe, impulsándolos a salir. El moreno recordaba lo cansado que se sintió después de estar con Yuri la primera vez, así que tal vez esperaba que eso mismo le ocurriría al peliplata. Porque sería su mejor apuesta que el ruso se encontrara dormido y el pudiera acercarse.
Al salir, mantuvo a Yuri dos pasos atrás de el por precaución, y este le seguía sosteniendo su vientre precavido de cualquier cosa, dado que estaba listo para huir o ayudar a Otabek si esto era necesario.
Al llegar a la habitación, ambos olfatearon un poco y se dieron cuenta que aquel dulce aroma de celo se había desvanecido.
Pero ahora el olor de sexo, combinado con alguna fragancia nueva salía de aquella habitación.
– ¿Qué piensas? – cuestionó Plisetsky poniéndose a su lado.
– No pidió más ayuda...
– ¿De qué hablas?
– El chico japonés no volvió a pedir ayuda... - el moreno frunció el ceño bajando la mirada – el celo realmente es horrible. Incapacitándote para pensar, solo pensar en aparearte, el celo es realmente horrible, siento lastima por los animales, y los animales que somos ahora.
– ¿Y?
– ¿Disculpa? – dijo Otabek, frunciendo el ceño mirando al rubio.
– Es nuestra vida, nuestra realidad, no importa cuanto lo odies, la cosa es adaptarse y sobrevivir. Si volvimos a la época donde somos animales, pues lo somos y trascendemos. Es todo. Además, se pueden buscar formas para que el celo pueda de alguna forma controlarse. – Plisetsky lo miró por el rabillo del ojo – Si dejas que tus sentimientos controlen tus pensamientos, el resultado será peor. Tienes que aceptar ya, que la persona que alguna vez fuiste no volverá Otabek, y la persona que eres ahora, debe trascender mas allá del pensamiento crítico que tu pasado te dictaba. No hay reglas en el juego por sobrevivir, es una lástima que el mundo decidiera evolucionar cuando aún éramos tan primitivos en nuestro propio actuar. Pero así fue, deja de autocompadecerte de tu propia miseria y solo veamos cómo podemos crear un futuro próspero.
El moreno soltó una risa mientras cerraba los ojos por un momento.
Yuri Plisetsky tenía razón. El kazajo lo sabía, en un mundo nuevo, cambiante y sin conocimiento, aquellos sentimientos, emociones, sabiduría, tecnología, reglas sociales, etc. Todo aquello que regía en un mundo conocido, desapareció, dejo de ser válido y nunca volverá. Ahora, lo único que importa, es simplemente sobrevivir al siguiente día.
Y quien sabe, tal vez la evolución no es tan mala como el kazajo pensaba que era.
– Tienes razón...
– Lo se generalmente la tengo – mofó el rubio dándole unas pequeñas palmadas a la espalda del moreno.
– Debería hacerte más caso.
– Exacto, deberías.
– Bien, hagámoslo.
El moreno abrió la puerta y lo que encontró frente a ellos era algo que esperaba, pero no pensó que los encontraría en esa posición.
Había ropa tirada y dos cuerpos desnudos recostados en una cama de hospital. El peliplata abrazaba al japonés quien parecía cómodo en sus brazos, abrazando al ruso con sus piernas, donde ambos se encontraban profundamente dormidos y al parecer agotados.
Los rastros de fluidos y sudor que había en las cobijas solo le confirmaban algo al moreno. Había pasado, de nuevo, aquella loca noche provocada por el celo, y eso le preocupaba porque si el japonés era igual que Yuri, entonces, los cambios que experimentaba su pareja ahora, posiblemente le pasarían a esa persona.
– Tiene una mordida en el cuello, como la que me hiciste. – dijo el rubio acercándose.
– Ya veo, entonces mi teoría debe ser correcta.
– ¿Cuál de todas?
– La marca de unión.
– ¿Marca?
– Siento que esa mordida en el cuello queda como una marca específica para los omegas, que no se borra como las demás, siento que es un símbolo de pertenencia. Como los perros marcan territorios con su olor, al restregarse o hacer del baño en ciertas zonas para marcar territorio, creo que esa mordida en el cuello significa algo parecido. Como si el Alfa al morder al Omega quisiera decir que ahora le pertenece. Además, pasan más cosas, es como si el Omega aceptara al Alfa y se forma un vinculo mas fuerte hablando instintivamente. Por ejemplo, nosotros, tanto tú como yo, nos sentimos bien si estamos cerca el uno del otro, además de que nuestros olores se mezclaron. Somos posesivos el uno con el otro, como si odiáramos que alguien entrara a nuestro territorio.
– Si, pero digamos que nosotros lo tomamos bien. Él quería huir de ese calvo de allí – dijo el rubio señalando al peliplata – Ese de allí es ruso, y te recuerdo que Rusia no era exactamente abierta de mente en cuanto a relaciones del mismo sexo. Incluso creo que yo sería igual si no me hubieran educado adecuadamente mis padres con diversidad de pensamiento.
– ¿A qué quieres llegar?
– Este idiota es ruso y es un militar, va a matar al japonés cuando sepa que lo hizo con un hombre, tú sabes cómo somos extremistas en Rusia.
– Lo sé. Pero por eso nos llevaremos al japonés.
– ¿Qué?
– No podemos dejar que muera porque sí. Tenemos que tomar precauciones Yuri, porque puede que estos dos sean los únicos sobrevivientes que encontremos. Debemos de permanecer juntos.
– ¿Y qué me dices del calvo?
– Nos lo llevaremos, pero – dijo el moreno caminando a una cama, rompiendo las sabanas y haciendo tiras de tela – Es extremista, pero sabiendo lo que es y las armas que trae, es peligroso hasta que sepamos que es de fiar.
– Cierto, no puedo discutir con esa lógica.
Y así sin discusiones, el moreno comenzó a atar al cansado peliplata quien no despertaba al igual que su compañero japonés. Entre ambos los vistieron y con unas silla de ruedas se los llevaron con ellos mientras seguían su búsqueda de la sala de maternidad.
El rubio odiaba la devoción que Otabek estaba mostrando por estas nuevas personas, odiaba que hubiera alguien más en la mente de Otabek, y eso lo hizo sentir pésimo. Sabía que Otabek quería que no estuvieran solos, quería sentir compañerismo, pero el rubio no lo necesitaba, o al menos eso pensaba ya que con tener a Otabek a su lado era suficiente.
¿Estoy enamorado? Se preguntó, mirando discretamente al moreno, solo para percatarse del enorme sonrojo que sus mejillas formaron al mirarle.
– Mierda lo estoy – dijo para el siguiendo los pasos del moreno.
Se encontraba frustrado, era un nuevo mundo, era una nueva forma de vida y él se necesitaba enfocarse en sobrevivir, pero, no podía controlar sus sentimientos, y aunque amor no era lo que necesitaba Otabek o él, amor era lo que estaba surgiendo y eso le molestaba, pero al mismo tiempo le daba calidez a su pecho.
Tal vez, en un mundo de caos sin fin, es una bendición sentir amor por alguien.
– Beka es allí – señalo el rubio las puertas que tenían un enorme letrero arriba que decía maternidad – vamos.
– hn... itai...
El japonés había despertado y sostenía su cabeza, abriendo los ojos desorientado y confundido de su alrededor. Otabek paró de empujar la silla de ruedas y se le acercó tomando su rostro, observando sus ojos pequeños y definidos color café. El muchacho se asustó al tener el rostro del moreno tan cerca, y dio un empujón, pero no pudo mover al kazajo de su posición. Era una invasión al espacio personal, pero el moreno solo se dedicaba a buscar algo extraño en sus ojos, y lo vio, igual que Yuri, tenía ojos cafés con violeta. Esto le confirmaba a demás del celo, que era igual que su pareja, un omega.
– Tranquilo, estas a salvo, no temas, perdón por mi falta de criterio al acercarme así, pero solo quería confirmar algo de ti. – dijo en un perfecto ingles tratando de calmar al japonés - ¿Cómo te sientes?
– ... Bien. – contestó a secas el muchacho bajando la mirada - ¿Dónde estoy?
– En el hospital de Moscú. Llegaste aquí supongo que huyendo de él.
Comento el rubio acercando la silla de ruedas que traía al peliplata aun dormido sin percatarse que estaba atado de manos y pies, y que ya no contaba con sus armas, sino que ahora, el rubio era quien las portaba amarradas a sus caderas.
– ¡Viktor! – gritó el japonés ante la sorpresa de los otros. – ¿¡Qué le hicieron!?
Esto sorprendió tanto al kazajo como al ruso, ¿Se conocían? Se preguntaron por dentro de golpe, parecía todo lo contrario por como actuaban.
– Uh... nada solo lo amarramos porque creíamos que era peligroso, pero espera, ¿Lo conoces? ¿Por qué huías de él si lo conoces?
– Yo no sabía que era él... no tenía idea, yo...
– Tranquilo, trata de explicarte. Así podremos ayudarte a ti y a él. – comentó el moreno brindándole una tenue sonrisa, tratando de que el agitado japonés se calmara.
– Lo haré... pero desátenlo primero.
El moreno y el rubio accedieron y desataron al peliplata quien seguía dormido, pero feliz al estar recargado en el japonés mientras este estaba sentado junto a los demás en la sala de espera de la sección de maternidad.
– Mi nombre es Yuuri Katsuki, oh al menos es lo único que me queda después de esa lluvia de estrellas.
– ¿También la viste? – dijo el moreno interesado.
– Si... fue, hermoso antes de que... se estrellara todo eso, por supuesto.
– Cuéntanos como es que se conocen... ¿Por qué no lo reconociste al inicio?
– Bueno, es que no lo veía hace mucho tiempo. – el japonés suspiró mirando sus manos para después mirar de nuevo a la pareja – Antes de la lluvia de estrellas, conocí a Viktor. Estaba de turista con algunos amigos en Rusia antes de aceptar un trabajo allí. Lo conocí porque en el bar a donde fuimos la primera noche, él estaba con sus colegas, al parecer, había regresado de una misión y nos conocimos porque realmente eran amigables, tanto él como sus amigos. Hablamos, y nos llevamos bien, descubrí que era un general de alto rango, con buena familia, buena vida, me interesó mucho. Después de ese día, seguimos conociéndonos, creo que ambos estábamos felices de encontrarnos, un amigo de otro país es algo especial y ambos compartíamos ese sentimiento. Conocí su casa, a su familia, el conoció a la mía por una videollamada, éramos los mejores amigos de golpe, una muy hermosa amistad, hasta esa noche.
– ¿El día de la lluvia de estrellas?
– Si, ese día salí con él, pero cuando él me acompañaba a mi hotel, recibió una llamada, era del ejercito porque el empezó a hablar en ruso de pronto. Se le veía asustado, y comenzó a mirar el cielo de golpe, como buscando algo. Me dijo que tenía que retirarse y nos despedimos con un apretón de manos y un leve abrazo. Recuerdo que dio media vuelta y volteó a mírame, "No salgas hasta que regrese" eso me dijo, pero... no lo comprendí hasta que pasó. Horas después, esa lluvia de estrellas comenzó. Solo tengo vagos recuerdos de ese día... sé que algo me golpeó, aún recuerdo el dolor, después de ello no tengo memoria, solo sé que cuando desperté, estaba bajo escombros, pero era fuerte y pude salir por mi cuenta.
– Me ocurrió lo mismo – dijo el moreno viendo al japonés.
– Entonces sabrás la desesperación que sentí al momento de despertar. Solo, con mis amigos muertos, sin poder volver a casa, peor aún, sin saber si aún existía mi casa. Mi mera existencia era absolutamente cero. Entonces... comencé a experimentar cambios en mi cuerpo. Mi visión era mejor cuando el color de mis ojos cambiaba, era mas fuerte, mas rápido, mi cuerpo cambio, mi trasero y caderas se hicieron mas anchas. Mi cintura mas definida, sin dejar de ser masculino, pero, como si fuera una combinación de cuerpo de mujer con hombre.
– Te entiendo – dijo el rubio – realmente es un shock ver tu cuerpo cambiar de esa forma.
– Lo sé, fue horrible... la cosa es que sobreviví durante meses. Hasta que esos malditos días azotaban, sentía tanto calor, y mi cuerpo se sentía tan solo y lleno de deseo sexual... un día me perdí, no encontraba que cazar, a donde ir, que hacer, estaba tan perdido no solo físicamente sino también mentalmente, que comencé a descuidarme. Por eso mi cuerpo se ve tan mal.
– Descuida, todos sufrimos esa fase. – dijo el moreno dándole una leve sonrisa a lo que el japonés respondió con una.
– Encontré el hospital, pero, se desato ese sentimiento de calor y deseo sexual de nuevo y un olor se acercaba a mí de golpe. Nunca en estos meses lo sentí hasta ese día, entonces tuve miedo, y hui, pero ya estaba bastante débil para seguir. Cuando los miré a ambos, pedí ayuda... después de ello... aun es algo borroso lo que pasó.
– ¿No recuerdas qué pasó?
– Tengo vagos recuerdos apenas están regresando... No es necesario que lo mencionen, sé que paso algo entre él y yo de manera sexual, pero, aun estoy recordando que fue exactamente.
– Ya veo. – dijo el rubio algo incómodo.
– Pero, a pesar de todo, me alegra ver a Viktor de nuevo. Aunque... ¿Estaba solo?
– Si... ¿Por qué lo dices? – cuestionó el moreno.
– Viktor tiene familia, dos hijos y una esposa. Los conocí, son personas muy amables, me recibieron en su casa muchas veces, ¿Estaba solo?
– Si... - dijo el moreno bajando la mirada.
– Oh...
Y los tres guardaron silencio mirando al peliplata dormido. Los tres habían perdido sus vidas, pero ninguno de los tres tenía hijos, o esposa, o una familia formada como lo tenía el peliplata, y al saber que este está solo, solo significa que aquella dulce familia que mencionó el japonés ya no existe más.
– Debemos esperar a que despierte. – culminó Otabek frotando su rostro.
Realmente, el mundo se había hecho mas cruel de lo que recordaban...
Otabek Altin, entrada 8036:
Tesla un día dijo que es paradójico, aunque verdad, decir que, entre más sabemos, más ignorantes nos volvemos en el sentido absoluto. Esto se debe a que solo a través de la información nueva que adquirimos, es cuando tomamos conciencia de nuestras propias limitaciones. Uno de los resultados más gratificantes de la evolución intelectual es la apertura a continuas y mayores perspectivas en la vida. Tal vez Tesla era el único hombre de la antigüedad que puede decir que vivía con una visión futurística tan perfecta y visionaria que incluso ahora es difícil comprenderlo. Pero en este mundo nuevo que se abre como un libro abierto sin leer, ahora, tenemos que aprender a gatear antes de caminar, porque todo aquello que conocíamos, ha sido borrado para reescribir nuestro futuro. La evolución da miedo por ello... por el enorme cambio que afecta a nuestra vida en un dos por tres.
Ya no se puede hacer nada... ¿Cierto?
Aún sigo preguntándome eso cada día.
Pasaron tal vez dos horas hasta que el peliplata comenzó a abrir los ojos de nuevo.
Por supuesto que se sorprendió al ver al rubio y al kazajo, pero se sorprendió aún más al ver el rostro familiar. No pudo evitar lagrimear abrazándose del japonés sollozando. En ese momento, tanto el ruso como el kazajo entendieron que, lo que sentía el peliplata, tal vez, seria algo que ellos no sentirían de nuevo porque, no han encontrado de nuevo a alguien que conocieran. Y eso dolía, pero al mismo tiempo, les daba fuerza para seguir.
– Yuuri, ¿Qué pasó?
– Viktor... - el sonrojo se hizo pleno del japonés ya que tenia todas sus memorias aclaradas después de ese tiempo de reposo – Viktor no quiero que tomes esto como una ofensa, se que eres heterosexual, sé que nuestra relación nunca fue de esta forma y juro por dios que yo tampoco veía nuestra relación de esta forma.
– ¿De qué hablas?
– Empecemos primero con esto, cuando me encontraste... ¿Qué recuerdas?
– Un dulce aroma que me volvía loco, pero aún tengo lagunas mentales.
– Yo era ese aroma. – se encogió de hombros rascando su brazo – Viktor, no eres estúpido, tú sabes que hace ese aroma, como tenemos esos días... llenos de lujuria.
– Lo sé, también los tengo.
– Viktor...
– Dilo. – dijo el peliplata mirando al japonés seriamente, como si solo quisiera reafirmar lo que ya sabía.
– Tuvimos sexo, al momento de que me encontraste.
– chert voz'mi – dijo el peliplata bajando la cabeza, maldecir en ruso era bueno porque al menos así el japonés no entendía que decía. – No sé qué me pasó... pero quiero que comprendas Yuuri, que lamento mucho lo que ocurrió, si te lastime lo lamento, es mi culpa y tomaré la responsabilidad de cualquier cosa que te haya afectado. Pero también quiero que entiendas, que estuve casado y tenía una hermosa familia, y ahora me siento horrible de haberle faltado al respeto de esta forma a mi esposa.
– Viktor... - suspiró el japonés dándole leves palmadas – Ellos... ellos están...
– Muertos...
Y un enorme silencio inundo la sala.
Nadie, ni siquiera el moreno se atrevió a decir algo, y era por respeto a los difuntos y a la persona, aunque extraña, pero allí presente.
– Los encontré, pero fue muy tarde. Esas cosas los mataron. Creo que... mis hijos eran muy pequeños, y ... mi esposa acababa de tener ese accidente, se que no pudo protegerlos por mas que ella hubiera querido. – el peliplata cerró los ojos dejando algunas lagrimas fluir, pero no se dejo llevar por su tristeza, solo las limpió y miró al japonés – por ello te pido que...
– Viktor, descuida, no te estoy pidiendo nada, te quiero ayudar, pero quiero que comprendas que ha pasado. Viktor... ¿Qué sientes al verme ahora?
– Dios... – el ruso bajo la cabeza negando – me siento jodidamente feliz, he estado vagando solo mucho tiempo, me he estado muriendo y tratando de matar, pero, siempre tenía en mi mente ese singular aroma que detectaba a kilómetros, y me decía a mí mismo que debía encontrarlo. Y ahora esta aquí, contigo, y eras tú... no sé qué es esto, pero me siento jodidamente feliz y me siento horrible al mismo tiempo de sentirme feliz olvidando mi tristeza y perdida cada vez que te veo.
– Viktor – el sonrojo que el japonés tuvo era inevitable, incluso cuando trato de ocultarlo – Y-yo también me siento de esa forma... pero, no puedo negar que siento una enorme calma y calidez en mi pecho al verte, me siento seguro contigo.
– Creo que es mutuo...
Y el silencio inundo la sala de nuevo.
¿Cómo habían cambiado tanto sus vidas?
Allí estaba la respuesta.
Estas dos personas conocidas y amigos se acaban de reencontrar para darse cuenta de que algo los une ahora. Era muy diferente a la relación del rubio y el kazajo, dado que ellos ya tenían meses juntos, se habían enamorado, tuvieron el tiempo y la libertad de enamorarse y conocerse. Pero ahora, estas dos personas, que ya conocían sus vidas, que una de ellas tenía una familia, es completamente diferente.
Parecía que ellas no tenían ningún permiso de dejarse llevar por sus emociones nuevas e instintos.
Y eso se convertiría en un problema mas adelante.
La evolución si que dolía, pero la búsqueda por la adaptación es lo único que queda por hacer.
– Si me permiten, soy Otabek Altin, y el es Yuri Plisetsky, al fin nos podemos presentar ante ambos. – dijo el moreno levantándose – No sé si soy el que lleva más tiempo sobre esta nueva tierra, pero he hecho diferentes investigaciones sobre los cambios que se han presentado. Y me gustaría explicarles lo que he encontrado y descubierto para que puedan comprender más los cambios a los que nos enfrentamos.
– ¿Eres un científico? – preguntó Viktor mirándole.
– Estudiaba mucho para serlo, quería dedicarme a hacer investigaciones.
– Ya veo.
– Puedo explicarles todo el desarrollo dentro de lo que he descubierto de nuestros cuerpos y de este entorno. Pero primero me gustaría que me ayudaran a una investigación reciente, con mi pareja Yuri. Estamos buscando un ultrasonido.
– ¿Estás enfermo? – preguntó el japonés.
– Nada de eso – respondió está vez el rubio tomando la mano de Otabek – pero probablemente si yo tengo la razón de esta investigación puede que sea uno de los cambios mas impresionantes de este nuevo mundo.
– ¿De que hablan? – pregunto el peliplata viéndolos.
– Acompáñenos.
Después de explicar lo que buscaban y acabarse de presentar formalmente, los cuatro llegaron a una habitación con ultrasonido.
Fue el rubio quien tomo el control al entrar en un consultorio encendiendo la máquina. Explicándole a Otabek donde tenía que ponerlo y como usarlo, además de como poder interpretar el ultrasonido mientras el peliplata y el japonés observaban curiosos y confundidos.
Entonces el momento llegó.
El rubio se recostó en la camilla mientras el kazajo ponía un poco de gel que encontraron en el vientre del ruso. La piel de Plisetsky se erizo al sentir ese líquido frío pero las manos cálidas del moreno lo hicieron sentir bien, tanto que sentía incluso ganas de ronronear un poco frotándose en él, realmente amaba las caricias proporcionadas por Otabek. Oh sus manos algo ásperas, oh la forma en la que siempre lo miraba con tanto cariño.
Fue el movimiento de la maquina quien saco al rubio de sus pensamientos.
El kazajo acercó la máquina y al pasarla por el vientre del ruso, algo confundido, miró algo raro dentro de una cosa aún más rara que parecía una bolsa. ¿Cómo interpretaba eso? Se preguntó dentro de él. No sabía si eso era un órgano, un tumor, o la comida que tuvieron antes de venir.
Decidió voltear a ver a Yuri, era mejor que lo interpretara un médico, y en ese momento se sorprendió al ver la reacción del rubio que miraba la pantalla. Yuri Plisetsky se encontraba cubriendo su boca, lagrimeando con un rostro de sorpresa enorme.
– ¿Qué pasa Yura? ¿Es un tumor? Aun no entiendo que es lo que estoy viendo.
El kazajo estaba confundido, pero Plisetsky no hablaba solo se dedicaba a llorar. El peliplata y el japonés, curiosos se levantaron y fue el japonés que señalo algo en el ultrasonido.
– ¿Qué es esto?
Plisetsky retiro sus manos de su boca para soltar una leve risa.
– ... Es un bebé. – dijo el rubio envuelto en lágrimas – Es un bebé... estoy engendrando un bebé.
– Pensé que eras hombre – dijo el peliplata mirándolo.
– Soy hombre.
En ese momento exacto.
La humanidad recibía con lágrimas y confusión, el inicio de un nuevo sentido en la biología y vida humana. Un cambio que había llegado para quedarse, y esa pequeña mancha en ese monitor era la prueba que la vida nueva, evolutiva y cambiante, estaba comenzando, sin esperar si los humanos sobrevivientes la entendían o aceptaban.
Un cambio que conllevaba un sinfín de problemas con él.
Pero, un cambio que era el inicio de todo.
¡Hola!
Pues si era un bebé.
Me alegra que les este gustando mucho esta historia, incluso aunque es algo corta. Gracias por todo su apoyo y cariño que le están dando, las amo TwT.
Si les gusta, no duden en compartirla nwn.
¡Saludos!
Lenzz Fuera :3
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