My Last Breath Of The Wild
Nota:
- perdón que se encuentre sin separadores como antes, pero es que desde el celular no pude ponerlos. Aún así espero lo disfruten-
Dime, enséñame, críame, muéstrame como debo respirar en un mundo del caos, dime como doy mi ultimo respiro de locura en un futuro que me destruye.
1 mes después...
Puede que una enfermedad nos mate pero puede que la enfermedad no sea tan mala como la falta de voluntad.
El kazajo seguía repitiéndose eso mientras entre mas descubria de el mismo, mas entendía que era imposible ayudarse. Al final, no era un medico, al final, lo que había aprendido eran cosas básicas, al final, no puedes detener el inevitable fin.
Yuri Plisetsky estaba muriendo, al igual que Yuuri Katsuki, como también estaba muriendo Ptichit y Guang Hong. Al parecer al momento de parir, y con unos cuerpo aun no completamente adaptados a abrirse de esa forma, a trabajar de la forma en la que una mujer trabaja al dar labor los había llevado a unos daños internos que no podían repararse.
Otabek Altin, entrada 9230:
Mi Yuri esta muriendo.
Fui un iluso al pensar que la evolución se daba de una manera tan rápida, tan fácil. Nuestro cuerpo se había adaptado, pero, aun así, nuestro cuerpo era un modelo antiguo que solo tenia el propósito de procrear vida, no verla crecer. El cuerpo de Yuri seguía siendo el de un humano, al momento del parto el "utero" que se encontraba dentro se desprendió con la placenta. Causando un sangrado que apenas pudimos controlar. Pero Yuri sobrevivió, y sostuvo a nuestra hija en brazos.
¿Qué iluso fui? ¿Por qué no lo vi?
Nuestro único propósito, el único motivo de nuestra sobrevivencia era simple, muy simple. Solo traer nueva vida, eso era todo. Y ahora Yuri sufre las consecuencias. Tiene dolor abdominal que solo empeora cada día. Los órganos se encuentran dañado por ser aplastados, al igual que los huesos, principalmente de las caderas y torso se encuentran dañados y desgastados. Debido a esto Yuri se encuentra débil, tan débil que ha enfermado.
Y ahora me siento culpable, porque no se que pensar, si no le hubiera puesto una mano encima el estaría bien y conmigo. ¿Qué me queda? ¿ Un bebé? ... Yo no quiero un bebé, quiero a Yuri.
El kazajo soltó la grabadora frotando su rostro, golpeándoselo con las manos, había dicho y grabado algo horrible, Yuri probablemente lo mataría si lo escuchaba decir eso. Estaba a un punto de quiebre porque sabia que solo quedaban días antes de que algo golpeara a Yuri y el tendría que hacerse cargo solo de lo que pasaba, cargo de un bebé, cargo de.. cargo de tener que hacer que Yuri... no podía ni pensarlo.
- Joder... joder, joder, joder...
Y escucho un llanto provenir de un pequeño nido de almohadones y cobijas, allí estaba, una niña, con un pañal de tela, con una ropa improvisada de bebé, llorando, pidiendo así su atención.
- Basta, no llores. – dijo el kazajo – No llores... - pero la bebé, carente de sentido en su corta vida, siguió con el llanto mientras Yuri dormía, y comenzaba a despertarlo. – No llores lo despertaras – y no pudo evitar gruñir.
La bebé sintió miedo, algo andaba mal, y lloro aun mas fuerte despertando a Yuri Plisetsky quien volteaba a ver a la bebé, estirando los brazos.
- Beka, tal vez tenga hambre, damela.
- No, yo puedo hacer eso, tenemos...
- Pero tu no puedes ahora, damela.
Y el kazajo se levanto cargando a la bebé y poniéndola delicadamente cerca de Yuri Plisetsky. El instinto de madre de Plisetsky era correcto, la bebé se abalanzó al pezón descubierto del rubio comenzando a mamar.
- Tienes que acercarte mas a ella, porque si yo no estoy mañana ella solo te tendrá a ti.
- No lo digas.
- Otabek, ya hablamos de esto, tienes que comenzar a ver la realidad.
- Basta Yuri.
- Voy a morirme Otabek, pronto, y necesito que tu estes bien porque no podría irme si tu estas asi y si se que ella morirá si tu no la ayudas.
- No quermiamos nada de esto Yuri, no quería...
- ¡Pues ya esta aquí! ¡Deja de estar hiriéndote con mi muerte y alegrate de que ella esta aquí carajo! ¡Estabas feliz cuando nació pero al momento en que supiste todo lo que me estaba pasando es como si la odiaras! ¡Basta Otabek!
"No quiero perderte."
Fue lo que quiso decir el kazajo.
Pero no pudo pronunciarlo para nada. Solo pudo acercarse a el y besarlo, el sabor de la boca de Yuri era a sangre, a nada mas, ese sabor metalico. Pero al moreno no le importo y siguió besándole. Solo y absolutamente besándole sin parar.
- Beka... esta aquí Kida, basta – dijo entre besos el rubio – Dejala comer sin tener a su padre arriba de ella queriendo quitarla.
- Okey.
- ¿Por qué no solo te recuestas aquí a lado, quiero que la veas, se parece a ti, tiene esa piel con toques morenos, me gusta. Es como tu piel, solo un poco mas clara.
- Tiene tus ojos.
- Los tiene, ¿No es genial?
- Lo es.
- Viviré lo suficiente para verla crecer Beka, no dejare que algo me pase hasta ese momento.
El rubio había mentido.
Y el kazajo nunca lo vio venir.
Un mes después, Yuri Plisetsky yacía muerto en su cama, durmiendo, abrazando a su pareja y a su bebé. Fue una muerte rápida, un paro respiratorio en la noche mientras soñaba. No sintió dolor, no mas, se fue feliz, pleno y completamente libre de cualquier pena.
Viktor Nikiforov tuvo que tomar a la bebé en su casa por un tiempo. Kida Altin –Plisetsky no podía estar con su padre o moriría.
El kazajo se tomó su tiempo.
Al ruso le encantaban los funerales vikingos, así que eso hizo el moreno. Construyó una balsa, la lleno de flores, muchas, diferentes, con los colores preferidos del rubio. Y después, colocó ese pequeño cuerpo, envuelto en mantas en ella, y la hizo zarpar mientras el fuego comenzaba a quemarla en el mar.
El kazajo no se perdió nada en absoluto de ese momento.
Vio aquella balsa incendiarse, hasta extinguirse. Sabia que el cuerpo había quedado calcinado, y ahora las cenizas eran parte de un bello mar azul. No se movió en todo el día de ese lugar, solo veía a lo lejos, a veces, las flores quemadas que aun sobrevivieron y quedaron a flote, a veces simplemente a la nada, o a veces solo le gustaba mirar como las olas golpeaban la orilla.
- Otabek. – dijo el latino llevando la comida al moreno – Espero te guste. – Eso era lo único que decía el latino, porque una palabra mas, sobre lo que pasó, sobre Yuri, haría al moreno ponerse violento. Y no quería pasar por todo eso de nuevo.
¿Se habría olvidado que eran sobrevivientes? ¿Realmente él mismo creía que nada pasaría? El mundo había rechazado a los humanos, y el aun creía que podría resistir con su débil cuerpo. Esto no era una historia de amor donde viven felices por siempre, eran memorias de cómo se sobrevive a un apocalipsis.
Y la muerte de la persona que mas amaba, le había dejado un recordatorio de ello.
❄❄❄❄❄❄❄❄❄❄❄
Viktor Nikiforov sostenía a la pequeña Kida en sus brazos mientras su pareja besaba suavemente a su cría. Ivan Nikiforov - Katsuki era un varón, muy sano, y con los impresionantes ojos azules de su padre y cabellera negra como la noche de su madre.
Con su nacimiento, Yuuri Katsuki acababa de enfermar de la misma manera que Yuri Plisetsky lo había hecho.
- ¿Son hermosos, no crees?
- Lo son – contestó el peliplata sentándose a un lado del japonés.
- Viktor... no tienes por qué decirlo. Yo lo sé, se cuánto me queda, pero por favor, solo déjame... ser yo por lo que me queda y cuidarlo.
- Bien.
- Ni lo menciones.
- Lo prometo.
- ¿Me amas?
- Te amo.
- ¿Lo harás cuando me vaya?
- Más que nada.
- ¿Pude ganarme un lugar en tú corazón?
- Tú entraste sin permiso he hiciste tu hogar allí.
- Te amo.
- Yo más Yuuri...
Llego un punto, donde las alfas quedaron con las manos en forma de cuna, sosteniendo pequeños bebés. Y se encontraron solos, simplemente solos.
Y se dieron cuenta que ellos estaban enfermando lentamente igual, las bacterias, virus, todo en el aire era nuevo y su cuerpo apenas estaba resistiendo. Pero ellos vivirían años más, a diferencia de sus parejas.
Cuando el último omega murió, que fue Phichit, los alfas se crearon a sí mismos, barreras para no ver la realidad, para solo ver su realidad, la que creían. Fue un milagro que los bebés del nuevo mundo sobrevivieran después de todo lo que sufrieron al igual, con la falta de atención de sus padres.
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Años después...
El sonido del pasto y maleza siendo pisado se percibía en el ambiente. Un par de piernas corrían sin parar. Nacieron para ello, para correr, para sentir, percibir y actuar.
Siguió corriendo ayudándose de ramas de árboles bajos para impulsarse a través del suelo. Podía escuchar a alguien detrás, pero las piernas no pararon en ningún momento.
"Tienes que aprender a sobrevivir y vivir con ello."
Un salto esquivando una roca hizo que no perdiera la velocidad que tenía invertida en su camino.
"Algún día, te darás cuenta, que todo y cada una de las lecciones que te costaron tomarán frutos"
La corteza del árbol grueso y grande que tuvo que escalar le lastimaron un poco las plantas de los pies, aun así, decidía hacerlo sin protección. Sintiendo la corteza rasgar la piel suavemente.
"Entiende que eres más fuerte que el promedio, más hábil, más inteligente. Entiende que todo lo que tú representas es el todo en este nuevo mundo."
La vista desde la cima era impresionante, única. Y un salto impulsado de unas fuertes piernas, lograban hacer volar a quien fuera por segundos.
"Recuerda que eres la esperanza. Y que tus decisiones de ahora, representan el inicio de la historia de una generación única y desarrollada. Recuerda, que eres pionera de lo que seremos. Recuerda, que en este mundo, somos lo último de nosotros pero a la vez, contigo, lo primero..."
Una bocanada de aire antes de caer en el agua. La fría agua de un río cercano le helo la piel por un segundo, erizándola, pero, aprendiendo a adaptarse.
"Recuerda, que eres única Kida. Y nadie decidirá nada de tu vida más que tú"
Las prendas volaron fuera del agua, y el cuerpo perfecto de una mujer se asomaba apenas. Al salir se encontraba allí, desnuda, siendo alumbrada con la luz del sol. Escuchando a lo lejos el mar. Su piel morena parecía brillar como el bronce. Sus ojos esmeraldas parecían vivos y vibrantes entre la maleza verde. Y las gotas de agua recorriendo las curvas perfectas de aquella mujer la hacían ver como una diosa.
Era impresionante como alguien de 18 años logró desarrollarse con tal cuerpo. Su padre creía que se trataba de evolución. Ella solamente creía que no entendía nada de lo que hablaba.
- ¿Kida? ... -dijo una voz que llamó la atención de la chica. Un chico algo delgado con unas leves caderas pronunciadas se acercó. Con apenas un boxer cubriéndolo - ¿Puedo acompañarte? -dijo.
- El agua está fría. - comentó la chica mirándolo dándole una sonrisa - juguemos.
Y el chico acabo desnudo igual que la chica, entre juego y juego solían olerse, porque le gustaba el olor dulce del contrario. Solían abrazarse, porque ambos sentían placer de sentir el calor del contrario.
- Marshall -dijo la chica abrazándolo por la cintura - tu padre me enseñó una palabra en español.
- ¿Qué te enseño? -preguntó el chico quitando el exceso de agua de su cara
- Pendejo... Creo que significa idiota. Pero dijo que se puede usar en muchas cosas.
- No lo uses, solo cuando estés enojada.
- ¿Por qué, pendejo? -rio la chica metiéndose al río de nuevo.
- Por eso. Tu padre te matará.
- Mi padre tiene que escribir todas esas cosas porque es importante para la historia. No creo que haya problema.
- Kida...
Y el chico captó la atención de la chica con una mirada sonrojada. Y sabía lo que significaba. Ambos estaban en la etapa de "crecimiento" ambos habían sido catalogados como Omegas y ambos aún no tenían su "celo". Pero se sentía cerca, o eso creía la chica, porque ella y Marshall solían acariciarse cuando lo necesitaban.
- No le digas a Tontoforov ... - comentó la chica recostándose a un lado en la maleza.
- Le digo y me mata.
El chico beso los labios de la chica para después deslizarse a lo largo y parar en los pechos, estrujarla un poco y lamiendo los pezones para hacer gemir a la morena.
Los besos y caricias fueron los mismos para el chico. Marshall solía ser sensible de los pezones de igual manera.
Ambos acabaron bajando ambas manos a sus respectivas entrepiernas y comenzar a frotar suavemente, después, como iba subiendo su libido, seguían frotando más y más. Los dedos de Kida se mojaron con el presemen soltado por Marshall, lo suficiente para dirigirse al trasero y comenzar a meter los dedos como el chico lo hacía con ella.
Cuando ambos se sintieron satisfechos, pararon, se miraron y acabaron abrazados el uno con el otro.
Tenían una unión especial. Ser de los únicos omegas por ahora de la nueva generación los unió de alguna manera, y su lazo frágil, se volvió irrompible cómo fueron creciendo.
- Eres mayor, como Nikiforov... Él te reclamará.
- Sobre mi cadáver. -suspiró la chica.
- Sabes que te llegará el celo primero.
- Pues entonces dormiré con un jodido machete porque si Tontoforov se me acerca le arrancó las bolas.
- Es nuestro amigo...
- Y tiene que quedarse así, como amigo.
La chica se levantó comenzando a vestirse con las ropas aún húmedas. Era un simple vestido corto hecho de manta por su padre. A regañadientes se puso el brasier, pero tenía que aceptar que era más cómodo correr con él y evitar el rebote molesto.
Se puso sus bragas de nuevo y miró a Marshall vistiendo se igual.
- Amo a Tontoforov, pero no de esa forma. No lo quiero como alfa, aunque sea el alfa que todos quieren para mí. Preferiría estar con Valentino, que con ese idiota.
- ¡Kida!
- Perdón... Sé que te gusta Valentino pero era para dar mi explicación.
- ¿Qué harás entonces?
- Me meteré a su casa a cortarle las bolas, eso haré.
- ¡Kida!
La chica río mirando el agua para después regresar la mirada al chico. Ivan Nikiforov era atractivo, era alto y bien parecido con ese cabello negro y ojos azules. Le gustaba esa combinación, cabello negro y ojos azules. Pero no en el chico que prácticamente había sido su hermano.
- Volveré a la aldea, ¿Vamos?
- Vamos...
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El kazajo se sentía irritado en estos momentos.
Ivan Nikiforov Katsuki estaba frente a él. Era un chico atractivo, alto, musculoso y encantador, lo sabía. Pero que buscará siempre a su hija le molestaba enormemente.
- Señor Altin, ¿Sabe dónde está Kida?
- Estaba con Marshall. Seguramente andan jugando por allí.
- Cierto, deben estar en el río. Iré a buscarlos. - sonrió el pelinegro con una peculiar sonrisa de corazón.
Y antes de que el kazajo dijera algo, un leve golpecito llegó a la espalda del joven Ivan Nikiforov haciéndolo voltear.
-¡Kida! – dijo el muchacho sonriente.
- Hola Iván, ¿Qué tanto le dices a mi padre?
- Solo le preguntaba dónde estabas pero ya te encontré –sonrío suavemente el muchacho. - me preguntaba si querías ir al arrecife conmigo.
-No, ¿No lo sabes? Mi celo está pronto de llegar y prefiero estar lo más lejos de un alfa. Son idiotas si me llega el celo... Sin ofender Papi. - rio la chica abrazándose del moreno - ¿Por qué no mejor vas con Valentino?
- Ah... bueno porque él está ocupado – dijo el joven ruso mestizo quien señalaba a un guapo chico moreno y con aires italianos como sonreía y platicaba con un Marshall que le sonreía sin parar - Bueno, entonces ¿Qué dices de comer?
-¿Comer?
- Sí, te invito a comer. Cacé hoy en la mañana, y sé que comemos todos juntos pero podemos hacerlo nosotros hoy, unos 5 metros lejos del grupo. -dijo nervioso el chico rascándose la nuca - ¿Por los viejos tiempos?
-Vale, por los viejos tiempos.
Cómo había dicho el joven Nikiforov, era verdad, las personas de la aldea ahora cazaban juntas o separado, trayendo alimento para todos y así poder cocinarlo y tener un festín.
Pero la comida no era lo que molestaba al kazajo, sino que notaba esos abrazos, esos roces, esa necesidad de contacto que buscaba el joven Nikiforov con su bella hija.
- Tu hija huele más dulce cada día -comentó el latino recargándose sin permiso en el hombro del moreno. Viendo como Kida reía y jugaba con Iván - ¿Su celo está cerca?
- Si.
- El de mi Marshall también. Pero, creo que él ya eligió quien quiere que lo marque. -comentó el latino señalando a un Marshall que se encontraba recargado en el hombro de Valentino. Un muchacho de piel morena, ojos azules y cabello marrón. - Si se acerca a mi Marshall voy a castrar al hijo de ese italiano, a mí me vale madres.
- ¿Qué?
- Nada... Oye, solo trataba de decir que tu hija es la mayor, y está a punto de reventar su celo. Después le sigue Iván, después Marshall, después Valentino y al último Emma.
El kazajo se sorprendió, era verdad, su hija era la mayor de todas las crías de la generación de esperanza. Emma era la más joven, hija de Seung y Phichit. Y aunque se llevaban meses o años de diferencia, el kazajo entendió el punto del latino. Su hija es la que da guía a los demás, la que en la nueva generación está mostrando cosas, el hermano menor sigue al mayor, en este caso, el de mayor edad instruye a los menores.
- Ella sabrá que hacer, no pienso forzarla a que acepte a Iván. Pero tampoco quiero que esté sola.
- Tal vez deberías forzarla un poco -se burló el latino - tu hija fue criada con una libertad inmensa, por supuesto que no quiere perder eso solo para ser atada a un alfa y ahora se tenga que preocupar por dos. Pero tú sabes que el celo se pone peor y peor cada vez si no hay alguien que satisfaga sus necesidades sexuales.
- Por favor, para, hablamos de mi hija, no digas nada de sexo.
- Bueno solo digo que, Viktor está esperando ver a su hijo con tu hija. Juntos, como ustedes, peleando un destino incierto. Sabes que no nos queda mucho tiempo aquí, todos los mayores tenemos los mismos resultados de sangre. No estamos sobreviviendo a las nuevas enfermedades, bacteria y virus en el aire. No somos inmunes y de un momento a otro moriremos sin saberlo. ¿Quién cuidará de tu hija entonces?
- ... ¿Viktor te ofreció su carne de hoy por venirme a decir todo esto, cierto?
- Si. -sonrió el latino solo para recibir un golpe en la espalda - ¡Auch!
Aun con todas las insinuaciones de Nikiforov, el kazajo nunca dejaría que alguien tocara a su hija sin su consentimiento ni que ella estuviera 100% segura de lo que quiere.
❄❄❄❄❄❄❄❄❄
Fue rápido.
Siempre había sido rápido entre los dos para entenderse y después pelearse.
Entre pláticas, Kida Altin había golpeado a Iván Nikiforov por el intento de un beso frustrado. Y no solo eso, sino, que había huido de él lo más rápido que podía pensando en lo que había sucedido.
- Déjame ser tu alfa -había dicho el joven pelinegro - te cuidaré, te seré siempre fiel y permaneceré a tu lado para siempre. Déjame amarte completamente como se debe.
- No - contestó la chica bajando la mirada - no puedes obligarme a amarte, a quererte de esa forma. No siento lo mismo que tú, no sé si lo sentiré, pero que sigas insistiendo con ello solo me hace fastidiarme cada día más con compartir momento contigo. No somos destinados.
- Kida... Por favor. - interrumpió el joven tomando la barbilla de la chica mirando fijamente esos labios rojizos - solo déjame dar el siguiente paso.
Y así fue como llegó la bofetada al rostro del chico. Y es por ello que la chica no paraba de correr hasta tropezar con una rama cayendo en el fango.
- ¡Pendejo! - gritó al aire mirando el claro que se formaba entre los árboles y nubes, viendo la luna en todo su esplendor. – Aun no se ni siquiera que significa bien esa palabra, pero se siente bien... - Dijo al aire sin esperar respuesta.
Por un momento, entendía porque su padre solía decirle que entre más humano se vuelve uno, más difícil se vuelve todo. Ella no había crecido de la misma forma que las chicas de antes solían hacerlo. Ella había aprendido a pelear y cazar en lugar de jugar. Ella había sido independiente desde que comenzó a hablar y caminar. Pero ahora, solo quería estar en brazos de papá una vez más y llorar para librar las frustraciones que las hormonas nuevas la hacen sentir.
- Hey, ¿Estás bien? - dijo una voz que la chica no reconocía. Al momento de alzar la vista lo vio. Había un chico con apenas un taparrabos viéndola. Tenía un tatuaje hecho con algo en su brazo, era un diseño parecido a los que había visto en esas pirámides que habían encontrado. Sus ojos eran azul intenso y su cabello negro. Podría decirse que parecía Iván, pero de una manera diferente. - Te caíste muy feo. ¿Estás sola?
- Yo...
- ¿Eres estúpida? -dijo el chico ladeando la cabeza haciendo enojar a la mujer. – Porque cualquiera con dos ojos vería el enorme charco de fango donde estas. No juzgo a los estúpidos, les tengo lastima.
- Tú eres el estúpido. -dijo levantándose - déjame sola.
- Bueno.
Y el chico siguió caminando. Kida Altin no podía creer la falta de caballerosidad del muchacho. Se había rodeado de Ivan, Marshall y Valentino, y todos eran unos caballeros a diferencia de ese estúpido hombre. ¿Cómo se atrevía a decirle estúpida?
Entonces reaccionó.
Era un chico nuevo, que nunca había visto, lo que significaba que había más sobrevivientes. Apenas se dio cuenta de ello hecho a correr detrás de él.
- ¡Espera!
- ¿Qué pasa?
- ¿¡De dónde eres!? ¡Eres un superviviente! – La chica rápidamente se acercó rápido abrazando al chico para olerlo, el hombre rápidamente la alejo de un empujón pero la chica sonrió - ¡Y eres un alfa!
- ¿Qué? -dijo el chico ladeando su cabeza - ¿Qué mierda es un alfa?
- ¡tú eres eso! Tu olor, todo, me encanta, eres un alfa. – dijo dando unos brincos la chica mirándolo.
- ... Estás loca. – sentenció el hombre.
Y así fue.
Su padre estaría orgulloso de ella al ver con qué ímpetu explicó al extraño sobre la jerarquía alfa/ Omega. Le explicó todo lo que le había enseñado su padre y el extraño parecía fascinado con lo que la chica decía.
Y de un momento a otro, ella ni el supieron en qué momento dejaron toda la investigación científica de su padre y habían empezado a hablar de ellos.
Kida se enteró que el chico era hijo al parecer de dos alfas.- ¿Como era posible? - eso ni ella lo entendía, pero la cosa es que sucedió. Eran nómadas y no se quedaban mucho tiempo en un mismo lugar. Le dijo que su nombre era Joel, y que al parecer tenían la misma edad.
El chico pensaba como ella, en solo divertirse e ir de aquí para allá, descubrir todos los colores nuevos y las sensaciones. Y así, lento y sin pensarlo, ambos acabaron sonriéndose mirándose el uno al otro.
- Oye Joe, ¿Dónde están tus padres ahora?
- En casa, solo está mi padre, que probablemente este durmiendo. Le dije a mi padre que saldría a pasear. Creo que será mejor que vuelva antes de que se preocupe.
- ¿Puedo verte de nuevo? - pregunto la chica mirando esos intensos ojos azules.
- Claro, vendré mañana, por la tarde. Te veré... -respondiendo el chico levantándose - Kida... Eres una... ¿Omega? ¿Es así?
- si... Y si, lo soy.
- Hueles magnífico. -contesto el chico. - me voy, hasta mañana.
Y así la joven mujer se levantó de lugar. Incluso cuando aún estaba llena de fango regreso a casa solo para entregar una noticia que su padre no iba a creer "hay más sobrevivientes".
❄❄❄❄❄❄❄❄❄
Fue en invierno.
Ambos tenían esa mirada. Otabek Altin estaba acariciando suavemente la cabellera de su pareja quien estaba en cama, enfermo, con debilidad en el cuerpo y un rostro caído.
- Fue en invierno, donde te conocí. Entre nieve y preguntas - dijo el kazajo - te tomé conmigo y no te deje ir esa noche. Me deje llevar por mis instintos, y te hice mío a la fuerza.
- No fue a la fuerza, yo te hice mío de igual forma. -dijo el rubio acariciando un poco el cabello del moreno.
- Fue en invierno cuando al fin pude sentir amor, pude dejar mi pasado atrás, y pude ver la nieve tan blanca como mi paz en ese momento. - el kazajo apretó los labios conteniendo un sollozo. No se permitiría llorar ahora. - quede prendidamente enamorado de ti en invierno y cuando el sol salió, ya no solo éramos tú y yo, éramos tres.
- que felicidad ¿No crees? - dijo el rubio maduro. Abrazándose del kazajo - quiero que sepas. Qué sé que lo intentaste. Pero ya no podías postergar más este fin. La vida es así Beka, no duramos para siempre.
- No me dejes.
- No te estoy dejando, mi cuerpo lo hace. -sonrió el rubio acurrucado entre los brazos del kazajo - No me voy a morir ahora. Lo sabes, lo sé, solo estoy haciéndome más débil.
- Déjame intentarlo de nuevo. Si te doy anticuerpos de Kida y logró que funcione, estarás como nuevo.
- Deja de tomar a nuestra hija como una rata de laboratorio. -regañó el ruso - ya lo has intentado y no hemos podido lograr que los anticuerpos sobrevivan en nuestro organismo.
El kazajo abrazo más fuerte al rubio, pegándose a él lo más que pudo, sin separarse. Esa noche, todas las pequeñas casas estaban en silencio. Los omegas estaban muriendo y los alfas igual, pero al parecer los alfas más lento.
Así había sido el destino, y eso estaba matándolos por dentro.
-Te amo mucho Beka.
-Yo te amo aún más...
Otabek estaba moviéndose entre las sabanas, abrazando una almohada con fuerza.
La mujer entró a la casa con su padre. Se desnudó en su habitación y salió con una playera de su padre fallecido Yuri Plisetsky para después ir a sentarse enfrente de su padre, contarle de Joe, contarle de lo que había sentido. Pero era difícil porque al final, su padre se negaba mirarla a los ojos siempre y mantener una conversación normal era algo difícil.
Aun así estaba dispuesta a intentarlo, aunque al momento de verlo retorcerse en la cama, rápidamente lo despertó.
- ¿Papá? ¿Estás bien? – dijo la chica preocupada viéndolo.
- Ah... si, si perdón, - dijo el kazajo sentándose frotándose el rostro - ¿Qué pasa Kida? ¿Dónde estabas? Te guarde tu cena, esta prendido el horno de piedra, así que métela por un rato y volverá a estar caliente.
- Okey – dijo la mujer haciendo eso y después volver a sentarse – Papá tengo que decirte algo.
- ¿Qué es? ... Oh dios es sobre... bien sabía que este día llegaría así que he escrito detalladamente el funcionamiento del cuerpo femenino aquí, así que si tienes una duda de lo que...
- ¡Papá no es eso! – Gritó la chica sonrojándose – Es otra cosa. Encontré a un chico. Su nombre es Joel Leroy. Dice que él y sus padres están viajando, él está muy cerca de aquí.
- ¿Qué?
- Que él está muy cerca.
- No lo otro.
- ¿Qué encontré a un chico?
- Si... oh por dios.
El kazajo se levantó de golpe.
Y tomó la mano de su hija corriendo a las casas, para sacar a los alfas de sus lugares y decir rápido lo que su hija había descubierto. No pasó mucho, realmente fueron minutos en los que todos decidieron ir a buscarlos.
Kida los guío hasta donde había visto a Joel, y hacia donde se había marchado. Siguieron las huellas hasta llegar a lo que parecía un pequeño campamento, cerca del mar, donde se veían dormidos a dos hombres, uno de apariencia mayor y el otro joven y fuerte.
La mujer se acercó con una sonrisa antes de que su padre pudiera detenerla. Le acarició el cabello al muchacho y este despertó rápido, tomando su mano, alterado de verla pero tal alteración disminuyo de golpe.
- Kida.
- Hola Joe, eres un dormilón de primera. – dijo la mujer sonriente pensé que eras más activo.
- ¿Qué haces aquí?
- Traje a mi padre, él se emocionó cuando les comente de ti y de tus padres.
- ¿Qué hiciste que?
El muchacho se alteró, y rápidamente se levantó a proteger a su padre que despertaba por el ruido.
- ¿Qué diablos? – dijo el hombre mayor, con ojos azules y cabellera negra, con una barba de unos 3 días. Tenía señales de canas en el cabello y la barba, y esos ojos ya no brillaban como antes. – Joe, tranquilo, relájate.
- No dejare que te hagan nada. Sobre mi cadáver, primero acabare haciéndome ropa con sus pieles que dejar que te toquen. – sentenció el chico tomando una lanza.
- No le haremos nada, ni a ti, ni a tu padre – dijo la mujer – No somos salvajes.
- Sé que tú no, no se de ellos, especialmente de el que no deja de mírame – Y allí fue cuando ambas miradas, azules, una de la casa Leroy y otro de la casa Nikiforov intercambiaban miradas imponentes. No se habían dicho nada, pero el olor, las feromonas de alfa dirigidas el uno al otro, por dominio, dejaban en claro que algo andaba mal entre ambos.
- ¡Ivan basta! – Dijo la omega abrazándose del chico Leroy – Él no te ha hecho nada.
- No, por lo que veo, me ha hecho de todo y solo llego a quitarme todo.
- No he llegado a quitar nada maldito lunático de mierda, no te me acerques.
- Claro que no lo hare, si me acercara a ti acabarías siendo un lindo adorno en la pared.
- Oh por favor, muérdeme, vamos inténtalo.
- ¡Basta! - gritó la chica poniéndose en medio de esos alfas, que ya habían sacado los colmillos y sus ojos habían cambiado a un potente azul y negro. – Dejen de actuar como jodidos animales y vean lo que pasa, hemos encontrado a más sobrevivientes, así que eso significa que no somos los únicos.
- Seguro... - murmuro el joven ruso mestizo quien solo podía notar una sola cosa.
La forma en la que la chica abrazaba a él nuevo muchacho, la forma en la que lo protegía, y la forma en la que lo miraba, el de sangre rusa y japonés, supo en ese instante lo que no quería en nada en el mundo.
La omega que quería, estaba queriendo a otro alfa, y al parecer este le correspondía a su manera.
- Disculpen, ¿Podemos parar esta lucha de hormonas y comenzar con lo importante?... Mi nombre es Otabek Altin, él es Viktor Nikiforov, Leo de la Iglesia, Emil Nekola, Seung Gil. Somos sobrevivientes que vienen desde Europa y hemos establecido una especia de aldea no muy lejos de aquí.
- Por eso ese humo. – Dijo el canadiense mayor mirando al kazajo – Al principio, no sabía de qué se trataba, pensaba que quizás el sol estaba quemando algo y con eso iba a haber un incendio, es por ello que nos quedamos en la playa. Pero ahora veo que solamente eran ustedes.
- ¿Cómo te llamas? – pregunto el kazajo.
- Jean, Jean Jacques Leroy, pero puedes decirme simplemente JJ.
- Creo que me gusta más Jean. – respondió el moreno mirándolo.
- Lo que tú quieras – sonrió el hombre - Sé que esto suena muy pronto, pero aun así lo intentaré de una vez, ¿Podemos unirnos a ustedes?
- ¡Papá no! – se quejó su primogénito.
- ¿Por qué no? – preguntaron al mismo tiempo la chica y su padre.
- ... Solo somos los dos siempre, no quiero que eso se rompa.
- Hey, nada de lo que pase ahora será bueno, pero realmente necesitamos a alguien, que me ayude a cuidarte y a cuidarnos en las noches. Es importante Joel, solo confía en mí.
El hombre no pudo quejarse de nuevo, la mirada de su padre, cansada y desgastada lo hizo ver que realmente necesitaban ayuda. Él no podía resolver todos los problemas, no podían quedarse así o al final, como lo presentía en su interior, ya no quedaría nada de Jean Leroy pronto.
Decidió seguir la decisión de su padre e integrarse a ese nuevo grupo, ¿Es por sobrevivir cierto? Pensó el muchacho ayudando a cargar todas las cosas en sus mochilas.
Se les fue asignada una choza, y allí quedaron la noche. Le costaba asimilar todo lo que estaba pasando, primero, a muy corta edad, su madre había muerto, sin tener un recuerdo claro de ella. Sabía que tenía ojos azules y cabello negro, pero de allí en fuera, no era capaz de ver algo más de ella. A veces recordaba su aroma, o lo relacionaba cada vez que pasaba cerca de flores, también la suavidad de sus caricias en su piel, o ya más entrado en el sueño, escuchaba una voz, como una suave brisa, que decía su nombre.
Desde entonces no había visto a ninguna mujer, ni una sola, hasta que llego esa chica a su vida.
Se sonrojo al pensarlo y se acurruco más cerca de su padre quien dormía plácidamente. No tenía tiempo para ello, tenía que recolectar alimento, medicinas, sea lo que fuera para que su padre mejorara en lugar de empeorar.
¿Importa el amor en un mundo apocalíptico?
Se preguntaba, y siempre era la misma respuesta.
Absolutamente. No.
❄❄❄❄❄❄❄❄❄
"Beka"
El kazajo despertó de golpe mirando a todos lados.
Pudo ver a su hija y de un susto al tenerla tan cerca la arrojo lejos por accidente. La chica se le quedo mirando sobándose la espalda frunciendo el ceño. Y el kazajo pudo notar cuanto se parecía a Yuri por primera vez. Vio aquellos ojos esmeraldas de nuevo, los vio brillar, siempre brillar a lado de ese ceño fruncido. Era igual, una copia exacta del rostro de su pareja. Solo los rasgos más suaves y finos, menos toscos, y un cuerpo más curveado y estilizado.
- ¿Qué te pasa? Estaba durmiendo, dormimos en la misma cama ¿Sabes? Dios.
- Lo lamento. – contestó el moreno. – Kida...
- ¿Si?
- Te pareces a tu padre.
- ... ah....
La chica se quedó en blanco, nunca en su vida, desde que despertó, tuvo uso de razón, el kazajo se había dignado a hablarle de su padre, supo de él y de cómo era gracias a Viktor y a Yuuri, de allí en fuera, el kazajo siempre evito el tema o mencionarlo, hasta ahora.
- Lo sé, me lo dijo Yuuri.
- Tienes sus ojos, todo de él, - dijo el kazajo acercándose tomando el rostro de su hija – Todo...
- Basta. – Respondió la mujer apartándolo – Mírate, solo mírate, ve tus ojos. – comentó la chica poniéndole un pedazo de espejo frente. El kazajo vio sus ojos de alfa, brillantes, a punto de cazar como siempre. – No pensé que tendría que decir esto, pero lo diré, y espero que sea la única vez que lo diga. No soy mi padre, no lo soy, nunca lo seré, aunque fuera una copia exacta de él, nunca en mi vida, dejaría que te acercaras de esa forma. Sé que somos más animales que humanos ahora, pero no quiero ni que en tu subconsciente pase, por una vez, que yo soy su reemplazo. No me mires con esos ojos, no te acerques a mí de esa forma. Si aún queda algo de ti detrás de todo eso, entonces... no olvides que tengo tu sangre dentro.
- Kida... yo nunca...
- Por favor...
- Enserio, nunca pensaría en... en eso dios – comentó el kazajo – No podría nunca verte como...
- ¡Lo hiciste! Solo olvídalo, papá, olvídalo.
- Okey.
- Viejo pervertido... - murmuro la chica entre risas suaves y el kazajo sonrió suspirando, definitivamente era igual que su padre.
- ¿Ya desayunaste?
- No, fui despertada por ti abruptamente.
El kazajo le dio un leve tirón de cabello a la chica y esta volteo a verle.
- ¿Qué?
- Esta largo, debemos cortarlo un poco.
- Tú pones unas tijeras cerca de mi cabeza y yo cortare otra cosa que igual tienes larga.
- ¡Kida!
- ¡Otabek! – Grito la chica – Hablaba de tu ego, viejo pervertido. – rio la chiquilla levantándose – Le preguntaré a Joe que si tiene hambre, seguramente ya despertó.
- ¿Joe?... el hijo del nuevo. ¿Por qué no lo llamas Joel?
- Porque suena lindo llamarlo Joe, y si, lo conocí, es amigable.
- Okey.
El kazajo no sabía si esa ira dentro de él se debía a que tenía celos de padre o porque realmente no quería a nadie cerca de su hija. No había notado cuanto había crecido, cuantos años habían pasado, y cuánto tiempo lleva sintiendo su corazón roto que ya se acostumbró a sentir dolor en el pecho.
El mundo le había quitado a Yuri, a su vida pasada, a su familia, todo. Pero le había dado un premio de consolación, y eso, era su hija.
La había odiado, demasiado, al punto donde no podía verla para nada, pero, al mismo tiempo, poco a poco, le había amado, protegido y criado. No era una simple chica, era alguien inteligente y que sabe sobrevivir. Eso era, y lo sabía.
Y muy dentro de él sabía, que en el momento en el que las enfermedades acabaran con él. Su hija sobreviviría y sería una pionera en una sociedad que apenas se va desarrollando. Eso esperaba, lo esperaba con ansias.
- Hey... - el kazajo casi salta de su lugar cuando vio como aquel hombre nuevo estaba dentro de su habitación como si nada.
- ¿Qué diablos haces aquí? – dijo el moreno mirando al otro.
- La puerta estaba abierta, y... solo quería darte las gracias por dejar que yo y mi hijo nos uniéramos con ustedes. Nos han tratado muy bien y lo agradecemos.
- ... De nada.
- ... ¿Es tu pareja?
- ¿Quién?
- La chica.
- Oh dios no, es mi hija.
- Oh... es linda, tiene unos preciosos ojos esmeralda, muy grandes. – Sonrió el extraño – Yo solía tener una pareja, era muy linda, linda como tu hija, nos conocimos de casualidad cuando todo paso, nos enamoramos, viajamos, entonces llego el embarazo... pensé que todo estaba bien, pero, hubo problemas al momento de parirlo.
- ¿Qué problemas? – el kazajo no sabía si detener la conversación o dejar que el hombre que no ha tenido a nadie con quien hablar, se desahogara con él.
- No podía tenerlo de forma natural porque no se dilato lo suficiente al parecer, y había sangre, y... ella dijo "Sácalo" "Sácalo, confío en ti"...
- ¿Hiciste una cesaría?
- Traté de hacerlo, tuve cuidado, de solo cortar la piel, y... y cuando pude sacarlo aún estaba en la placenta y cuando logre abrirla y escucharlo llorar. Ella ya estaba muy pálida, lo sostuvo, beso sus mejillas, dijo su nombre, me miró y lo último que dijo es "Es hermoso, ¿No crees Jean? Mi pequeño Joel es hermoso"... y ya no pude hacer nada. No importa que tan hábil fuera para volver a poner todo como era y coser lo más rápido. No tenía nada de sangre, ni nada con que desinfectar todo. Murió en ese instante.
- ... lo lamento.
- No yo... - el moreno ya estaba en lágrimas y el kazajo se acercó a él dándole un abrazo, uno profundo. No podía creer el dolor de aquel hombre. No podía creer cuanto tiempo lo tuvo que contener de su hijo, no podía creer todo lo que había pasado solo, era un abrazo de respeto y pésame. El sujeto solo necesitaba a alguien que lo escuchara y poder desahogarse, y lo necesitaba con urgencia, por la manera en la que se había acercado a él.
- Estas bien Jean... él está bien y eso era todo lo que ella quería. Todo estará bien desde ahora.
- Si.
Ahora el kazajo había aprendido más del nuevo, había aprendido como era su vida, sus gustos, conoció más sobre su hijo Joel – que seguía sin agradarle del todo – Y cómo es que tenían cosas en común.
Habían empezado a salir, apoyándose el uno al otro, a ser amigos.
Realmente todo lo que estaban haciendo era ser una pieza de complemento temporal a su dolor. Por su parte, Viktor Nikiforov y Leo de la Iglesia como Emil Nekola y Seung se veían felices de que el kazajo se viera más activo de nuevo. Al parecer que tuviera esa amistad con Jean Leroy hacia al kazajo salir de su casa y poder estar con los demás, al igual que estar más tiempo con su hija.
- Creo que mi papá tiene un crush en el tuyo – dijo Joel comiendo algo de carne a lado de Kida. – Es algo raro, pero hey, no juzgo, tu padre es sexy. No me molestaría que se acercara a mi padre.
- Ugh, no digas eso, mi padre es viejo, nada más. – Comentó la chica engullendo un trozo de carne - ¿Es sexy?
- El mío igual, pero no me sorprendería verlos coger de noche... y si, es muy sexy.
- Dios Joe, no digas cosas así. Solo parece que se apoyan el uno al otro con sus pérdidas... ¿De casualidad te gustan los hombres?
- Bueno solo me había rodeado de un hombre sabes, conocí a una mujer hasta que te vi. Además de fotos y eso... Siento atracción sexual por ambos, pero creo que me inclino más a las mujeres, al menos ellas no tienen un par de bolas que me impidan meterla como quiero.
La chica escupió el agua comenzando a carcajear mientras el moreno le seguía la risa. Realmente era gracioso como Joel Leroy se tomaba la vida tan a la ligera.
- ¿Has conocido a alguien más además de nosotros?
- No, es un alivio sabes, en cierta parte, tener con quien hablar que no sea mi padre. Es decir, lo amo, pero necesito hablar de cosas íntimas que no le puedo decir a él.
- Ni me lo digas, mi padre me dio un libro de cosas para que aprenda.
Y entre risas y risas, los chicos se fueron acercando poco a poco más y más.
- ¿Cómo era tu madre? ¿Te pareces a ella?
- Bueno si, un poco, oh eso dijo mi padre.
- Seguramente era hermosa. – sonrió la chica acariciándole el cabello al muchacho quien se dedicaba a observar los labios rojos de la mujer, tragando saliva.
- ¡Hey! – Dijo Ivan sentándose entre ellos separándolos - ¿Qué hacen? ¿De qué hablan?
- De nuestros viejos a un paso de follar. – contestó rápidamente Joel haciendo reír de nuevo a Kida.
- ¿Enserio? – dijo Ivan mirando a lo lejos como Altin y Leroy comenzaban a cortar las pieles de animales.
- Si, eso creo.
- Ugh, asco, sexo de ancianos.
Rieron entre ellos, pero algo estaba realmente pasando entre Otabek Altin y Jean Leroy. Una amistad enorme, al perder a sus otras mitades, ambos se daban el apoyo que necesitaban y eso era lo único que importaba.
- Bueno al menos ellos tienen sexo, virgen – rio Joel, pero realmente era como insultarse a él mismo. En ese mundo, todos eran prácticamente vírgenes porque ninguno tenía una pareja ni sentimental ni sexual.
- Lo dice el virgen. – respondió el ruso.
- Espero no serlo, espero encontrar una pareja y experimentar todo eso.
- ¿Dónde? ¿En tus sueños? – respondió el ruso mirándole.
- No, quiero tener sexo con Kida.
La mujer rápidamente se encontró tirando su pequeño vaso de agua y comenzar a llenarse de un sonrojo potente. Entonces el ruso gruño de nuevo mostrando los colmillos.
- ¿Tú? Un jodido salvaje que apenas llego.
- Si. – Comentó el joven Leroy – Me gusta, y trataré de conquistarla aunque no sé cómo. Y como no tengo miedo de las palabras lo digo de frente.
- Joe... Que pervertido. – dijo la mujer levantándose. - ¿Quién dijo que quiero acostarme contigo?
- Yo lo huelo... lo siento. – Dijo el muchacho mirándola – Hueles más dulce que el día que te conocí. Y noto como aprietas tus piernas, como tu pecho crece, todo, creo que ya no puedes ocultarlo más Kida, eres tan libre como quieres, pero siendo un omega, estas necesitada de algo, y solo quiero decir, que me encantaría estar contigo.
- ¡No quiero estar con ninguno de los dos! – se quejó la mujer. – malditos pervertidos, preferiría que me cortaran las piernas antes de tener algo con ustedes.
Y ese fue el momento de quiebre.
El joven Leroy se levantó y sin dudarlo, se lanzó a sus labios. Fue un beso muy torpe, el chico solo había visto imágenes de cómo hacerlo, nunca lo había hecho en la vida real, pero ahora lo hacía, tratando de entender cómo funciona. La chica sintió sus piernas temblar, hasta que sintió un jalón y ahora los labios que la besaban eran otros, que la hacían temblar de igual forma.
Vio la aldea a lo lejos y quería correr allí y refugiarse, pero, al sentir los labios del joven Leroy pasar por su cuello, mientras Ivan Nikiforov seguía besándola, hizo erizar su piel. Sus piernas se sentían de trapo y sentía sus interiores mojados, muy mojados.
Entonces recordó que ella sabía cómo lidiar con esto. Pateo en las bolas a ambos alfas dejándolos en el suelo.
- Jodidos pervertidos, me vale que mi celo este cerca, si decido acostarme con alguien será como yo quiera, cuando lo quiera y con tantas personas que quiera, ambos se pueden ir a la mierda. – y con un dedo alzado se despidió de ambos hombres corriendo a la aldea.
- Joder... - se quejó Joel aun de rodillas en el suelo – Sera mía.
- En tus sueños, será mía... - contesto el joven Nikiforov.
Que Kida Altin fuera de alguna forma tan salvaje, la hacía aún más deseable para los jóvenes alfas que apenas estaban comprendiendo, al igual que ella, como era esta nueva vida.
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1 mes después ...
Otabek Altin ultima entrada:
Me he querido posponer de escribir esto, muchas veces he querido posponerme a mí mismo de tener que escribir esto. Pero ahora es necesario. He estado en mi cuarto, desde la mañana, porque no puedo mover mis piernas, no se lo he dicho a mi hija, solo lo sabe Jean y Viktor. Tengo un dolor enorme en el pecho y me cuesta respirar. Tosí sangre toda la tarde, y ahora estoy comenzando a perder mi vista perfecta, a una deteriorada y rota.
Me siento pleno, libre y que cumplí mi promesa. Al final logré criar a una hermosa hija, que se convirtió en una mujer que ya no me necesita para nada más que el calor sentimental y emocional. Ella es fuerte, saco todo lo fuerte de mi Yuri, saco igual su carácter, su forma de pensar y ver las cosas, creo que realmente ella saco lo mejor.
De mí, lo que puedo decir que se parece a mí, es su necesidad por descubrir cosas por sí sola, su afición por comenzar a hacer una investigación sobre todo, y espero, que de alguna forma, logre ser fuerte, como él, porque yo soy débil, y no quiero que sufra como yo lo hice.
La verdad a este punto puedo decir que mi vida fue plena con todas las cosas que pasaban a nuestro alrededor. Puedo decir que encontré amor donde nadie pensaba que lo encontraría, puedo decir que encontré amistad y apoyo en un lugar lleno de desastres, y puedo decir que crecí como persona, y espero, al menos por un poco, haber sido una pizca de padre bueno para mi hija.
Lo intente todo, desde salvar a mi Yuri, desde salvar a mis amigos y a mí, pero fallé, al final no le puedo ganar a la naturaleza, no importa cuánto el hombre quiera dominarla, ella se reirá y demostrará que realmente no hay nadie quien pueda domarla.
Es mi fin, lo sé, pero al final, es el inicio de todo.
Si alguien está leyendo esto, escuchándolo, quiero que sepa que lo hicimos bien, logramos preservar la vida humana, a un punto de evolución enorme, logramos que creciera y ahora fuera libre de crecer. Quiero que sepas todo esto, todo lo que viví y descubrí, porque es importante para tener un inicio, ahora, tu eres el futuro, y lo importante de todo es que sepas, que son las pequeñas cosas las que nos hacen nosotros, las que nos hacen crecer, así que cuando mires tu nuevo mundo, míralo como un mundo de oportunidad donde tienes que luchar por tu pedazo de historia.
Yo fui lo último de nosotros, pero ahora, tú y los que te siguen, serán el inicio de todo.
Mi nombre es Otabek Altin, gracias por leer todas mis memorias y escuchar mis entradas. Espero sepas lo importante que es tu existencia a este punto y veas, que sea lo que sea que hagas, eres necesario.
Siempre serás necesario, nunca creas lo contrario.
El kazajo había dejado todo y se había dedicado solo a cerrar los ojos, para que al momento de abrirlos se encontrara con una sorpresa. La sala llena mientras el lacia en la cama.
A su lado, abrazándolo y acurrucándose con el tenía a su pequeña Kida, aferrándose a su pecho, llorando en silencio suavemente. Miró a su más viejo amigo, Viktor Nikiforov que usaba un bastón para sostenerse. Después miro al latino quien le lanzo una leve sonrisa de apoyo, mir+o a Emil y lo vio mirar el suelo conteniendo sus emociones y después vio a Seung ponerse de pie y acercarse al kazajo.
- Gracias por todo lo que hiciste por nosotros. Al final, sin ti, no hubiéramos podido sobrevivir. Te agradezco todo ello, todo lo que hiciste, así que solo quiero que sepas, que si decides soltarte en esta vida, seguirás viviendo en las nuestras y en la de nuestros hijos. Tú fuiste quien inicio toda nuestra historia y contigo se acaba un capitulo y se abre todo. Gracias por todo Otabek, siéntete libre... - el coreano sintió un nudo en la garganta que lo trababa de seguir, pero en el momento en el que la aclaró, se dio cuenta que tenía que terminar lo que había comenzado – Siéntete libre de continuar tu camino. Y dejar atrás este mundo para que te reúnas de nuevo con Yuri.
El kazajo sonrió, y el coreano le abrazo suavemente, acariciándole el cabello. Así pasaron cada uno, un abrazo, besos en la mejilla, caricias, palabras y lágrimas, todo para despedirse del moreno. Otabek estaba sintiendo sus últimos minutos llenos de dicha, lleno de amor, y lleno de paz.
Cuando paso Leroy, ambos se miraron y ambos sonrieron.
- No quería que pasaras por esto de nuevo. – dijo el kazajo.
- Descuida, soy fuerte gracias a ti.
El kazajo sonrió y el canadiense deposito un suave beso en los labios del moreno. Este sonrió y ambos compartieron un dulce abrazo. Y todos salieron de su cuarto, dejando al moreno solo con su hija. Ninguno de los dos decía nada, solo se podía escuchar en el aire el sollozo de su hija.
- Сам узнаешь, будет время, Бранное житье; Смело вденешь ногу в стремя, И возьмешь ружье Я седельце боевое, Шелком разошью... Спи, дитя мое родное, Баюшки-баю.
(Llegará el tiempo, entonces conocerás la vida de guerrero, Pondrás valientemente el pie en el estribo Y tomarás el fusil. La manta de la silla para tu caballo de batalla, La coseré de seda para ti. Duerme ahora, querido hijito mió. ¡Arrurú, arrurú!)
El kazajo comenzó a cantar una canción de cuna que el ruso, su pareja, solía cantarle a su hija. La letra era rara, siempre lo había pensado el kazajo, pero ahora era todo lo que tenía para calmar a su pequeña un poco, mientras le acariciaba el cabello. Repetía la letra en su mente, tratando de recordarla.
La chica se calmó mientras la canción salía de la boca del moreno. Relajado de su vida, termino la canción de cuna y siguió acariciando el largo cabello de su hija.
- Estoy contigo, siempre voy a estar contigo amor. – dijo el kazajo como un susurro. – Siempre, sin importar que, mi corazón se queda aquí, con el tuyo, siempre.
- No quiero que te vayas. – dijo con la voz rota la muchacha. – Eres todo lo que me queda.
- No me iré, solo no estaré presente de forma física.
- Nerd... - rio la muchacha abrazándolo mas.
- Siempre fui un nerd, y moriré siendo un nerd, así que no me molestes con ello. – rio el kazajo con sangre en la boca, sintiéndola en la saliva sin más que decir, la trago evitando que su hija se enterara.
- ¿Por qué tú y no Viktor? Él es más anciano.
- Porque Viktor desde el comienzo tenía un cuerpo entrenado y fuerte, al final, era un alfa más imponente que yo. Tenía más fuerzas incluso a su edad, yo solo tuve músculos cuando desperté de nuevo y mi cuerpo comenzó a cambiar por sí solo. Mi cuerpo era antes delgado y sin mucho chiste. Sin fuerzas, además de que me la pasaba comiendo y estar en la computadora, en esa vida ni soñando hubiera tenido un cuerpo así.
- Pero... solo no quiero, que esto pase, no ahora.
- Yo tampoco lo quiero mi amor, pero las cosas cambian y tenemos que seguir y terminar ciclos. Cumplí lo que debí cumplir, dije lo que tenía que decir y te enseñe todo lo que necesitas. Lo demás, que con los años aprendas, será gracias a tu propia convicción y razonamiento. Lo único que no podre enseñarte más, es a amar un poco más en todo. Ha que a veces necesitamos dejar de pensar y sentir más, en que no todo es buscar vivir, sino, buscar sentirse vivo... quiero que aprendas todo eso, quiero ayudarte a comprender el significado de aquellas palabras pero por ahora no puedo. Así que confío plenamente en ti, y tu forma de actuar en esta incertidumbre de la vida.
- Trataré de hacerlo como esperarías que fuera.
- Lo sé...
- Te amo papá.
- Yo te amo más...
Fueron minutos más, donde el pecho del kazajo se inflaba y desinflaba conforme a su respiración, pero llego un punto en donde dejo de hacerlo. No sintió dolor, solo se sintió listo para una buena siesta de la que nunca despertaría de nuevo.
Ese día, en lo pequeño que había construido, se hizo un funeral, dándoselo igual que su pareja. En una balsa adornada que navega por un hermoso mar azul mientras poco a poco se convierte en cenizas.
Fue Otabek Altin el final del inicio de lo último de nosotros, pero fue, así como logró ser lo primero de un futuro incierto.
Vuela de nuevo a casa, donde tu corazón dejaste, donde tu vida espera, tal vez sea en vida, tal vez sea en muerte, pero regresa a casa, a lo que conocías.
Siéntete bien de todo lo que has dejado. Que al final lo que se busca en la vida, es ser uno el sonriente mientras los demás sollozan.
Vuela de nuevo a casa joven soldado, que la misión ha acabado, que es tiempo de llegar al paraíso esperado, de la mano del ser amado.
❄❄❄❄❄❄❄❄❄
¡😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭!
Me encuentro con sentimientos encontrados ahora. No quería que terminara, pero al final, tenia que hacerlo. Y me duele que murieran, y que todos los originales estuvieran destinados a morir, pero pues así es esto chavos :'v
Muchísimas gracias por leer esta historia corta de mi fumada, de como creía que comenzó el omegaverse.
¡Saludos a todos!
NOTA: Como pueden suponer, no escribiré extras de esta historia, así que si tienes alguna duda, déjala en este espacio y las responderé con mucho gusto.
Lenzz Fuera :3
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