Hope









El moreno se quedó apretando el micrófono del radio contra su pecho.

Su respiración era jadeante y no pudo evitar derramar algunas lágrimas por sus mejillas. Había escuchado una voz, de alguien, que decía que había mas sobrevivientes. Había escuchado aquella voz, y ahora eso significaba esperanza para un futuro próspero.

- ¿Otabek? - preguntó Yuri - ¿Qué te dijeron?

- Hay sobrevivientes. Hay sobrevivientes amor - dijo el moreno tomando las manos del rubio quien le dedicó una sonrisa - No estamos solos.

- ¿Enserio?

- Enserio... Yuri, funcionó.

Antes de que el rubio pudiera responder, el viento fuera se hacía más intenso que el ruido que generaba dañaba la audición de los demás. El kazajo nunca vio en su vida, las ventanas congelarse hasta crear grosores de hielo que son extremadamente difíciles de romper. El invierno estaba poco a poco acabando con todo a su paso, y aunque sus cuerpos se habían hecho mas fuertes, lo mejor seria ahora, no estar en el si quieren sobrevivir.

- El invierno se está haciendo más intenso. Mañana nos vamos de Rusia. No hay duda de ello, tenemos que salir de Rusia. – comentó el ruso frunciendo el ceño.

- Pero... pero los sobrevivientes. – dijo el kazajo aun alterado por lo que acababa de pasar.

- Conectaré la radio al avión, tendrá mas perímetro de resonancia, podremos llegar a ellos. ¿Dónde están?

- En Ucrania, no están lejos de aquí. Podemos pasar por ellos. Si lo hacemos estaríamos todos juntos.

- Ese no es el problema. Creo que te esas emocionando mucho con haber encontrado a alguien más que no estás viendo lo importante – comentó el peliplata suspirando frotándose las cienes.

- ¿Entonces cuál es? Viktor tenemos que ir con ellos – se quejo el kazajo cruzado de brazos.

- Otabek... ¿A dónde iremos después? Ucrania no es libre de invierno, joder, está pegado a Rusia, tenemos a dos omegas embarazados y el tuyo esta a punto de parir. Llegamos a Ucrania y después ¿Qué? ... Me alegro al igual que tú de encontrar a alguien más, pero Ucrania no es el lugar donde deberíamos ir... al menos no para quedarnos.



Otabek Altin Entrada 8100:

Realmente Viktor tenía razón, ¿A dónde podríamos ir? Me dejó con una duda enorme y un mal sabor de boca no poder responder. Aunque fuéramos por los otros sobrevivientes, ¿A dónde iríamos después? Yura y Yuuri están encintas y no creo que puedan aguantar más viajes.
Lo único que puedo pensar es que la razón de este eterno invierno es porque está iniciando una nueva era glacial.
Si es así, entonces podríamos ir a África, o... Allí esta el punto, aun no tengo idea a donde podríamos ir.

El moreno dejó sus notas de lado y de acercó a su pareja acariciándole el vientre para después repartirle besos por encima de la ropa. El rubio soltó una especie de ronroneo con las caricias de su alfa sonriente.

- ¿Qué pasa? ¿Estás estresado por lo que te preguntó Viktor? - dijo el rubio jugando con un mechón de cabello del moreno.

- No sé a dónde ir. ¿Qué tal si es todo el mundo el que está en invierno?

- Bueno, no lo sabremos hasta averiguarlo.

- Sí, pero tú no estás en condiciones de viajar todo el tiempo - se quejó el moreno acariciándole el vientre - no quiero que a nuestro bebé le pase algo.

- Que sobreprotector - rio el rubio - Otabek, voy a parir, no me voy a morir ni soy frágil como un pequeño alfiler. Soy más fuerte que una mujer embarazada en nuestros pasados tiempos. Por dios, puedo devorar a uno de esos mutantes desde cero sin problemas.

- Pero el frío... – dijo el moreno haciendo un leve puchero abrazándolo.

- Lo sé, el frío me afecta en el embarazo, por eso Yuuri y yo queremos irnos. Dejen de pensar tanto como si ustedes, tú y Viktor tuvieran que decidir todo y tuvieran las respuestas del universo. Nosotros tenemos voz y somos fuertes. Solo hagámoslo. Tenemos que arriesgar lo poco que tenemos para tratar de tener un poco mas en el futuro. Ha este paso nos quedaremos sin fuente de comida... tenemos que irnos.

El moreno no pudo evitar sonreír ante su entusiasta pareja. Más cuando el rubio tenía completa y absoluta razón con lo que decía. Era mejor solo hacerlo en lugar de analizar todo.

En el mundo en que viven, no necesitan tanto que pensar por sobrevivir, solo hay que hacerlo para tratar de llegar día tras día.



El latino estaba jugando con las señales de radio. Había pedido a Guang grabar un mensaje por si algún sobreviviente lo captaba, pero hasta ahora, no había pasado nada. Aun así, se mantenían optimistas con todo lo que estaba pasando.

Aunque eso no era lo que estaba en la mente del moreno, si fuera por él, el mundo se podría quedar así y el ser feliz con Guang, pero sería muy egoísta decir eso en voz alta. Así que se distraía con otras cosas que no había pensado...

Últimamente, Guang olía de una manera distinta, o eso creía el latino. Al principio, asoció el olor de su actual pareja con chocolate, ahora no sabría decir si un olor a frutos apareció de la nada en la piel de su novio.

El latino también notó que las caderas se le ensancharon un poco más y su piel estaba más suave. No sabía si era porque realmente Guang era más hermoso cada día, o porque estaba evolucionando en un perfecto ángel.

Realmente el latino no se sorprendería si le salieran alas y volará al sol.

- Leo, ¿Qué me ves tanto? - preguntó el joven castaño algo sonrojado comiendo un poco.

- Hueles diferente, me da curiosidad eso.

- Bueno, tú también hueles diferente y yo no me quedo viéndote como acosador. – dijo el chino riendo cocinando algo de carne.

- oh... ¿A qué huelo?

- Ni siquiera me estás escuchando, te dije acosador.

- Lo oí, y lo admito, soy un acosador.

- Es imposible insultarte si no te ofendes, así no es divertido -rio el chino acercándose - antes olías a cuero fresco, ahora tienes un toque de madera. O al menos eso es lo que puedo percibir.

- ¿Y te gusta?

- Me encanta.

- Entonces no le veo el problema. – contestó el moreno tomándolo de la cintura, tumbándolo bajo él.

- Hey, L-leo no ahora... estoy cocinando, no comiences a ponerte como perro en celo – se quejo el castaño haciendo un puchero sonrojándose.

- Solo un poco más...

El latino realmente pensó en dejar a su pareja descansar, pero el deseo de querer tocarlo y marcarlo como suyo cada vez que puede sigue siendo incontrolable y enorme. Podría perderse todo el día en esas caderas, en esa dulce piel con leves pecas, en ese rostro angelical y entre esas piernas que lo invitaban a una desbordante locura que acababa con sus sentidos.

Guang parecía fuera de este planeta y eso le encantaba.

Pero antes de seguir desnudándose y desnudando al chino. El moreno se dio cuenta de algo. Escuchó gaviotas, si, gaviotas que volaban hacia el sur. No pudo evitar levantarse y salir del fuerte medio desnudo con los boxers casi por las piernas, para darse cuenta de que efectivamente eso eran.

- Oh por dios... -murmuró para sí mismo, pero no pudo aguantar la felicidad, comenzó a saltar y emocionarse sin parar por lo que veía.

- ¿Leo qué pasa? ¡Dios! súbete los boxers traes tu erección rebotando al aire libre.

- Son gaviotas, se dirigen siempre a climas cálidos. ¡Tenía razón maldita sea! ¡La tenía! ¡Nos vamos a México, a un clima mejor que esté, nos vamos! – gritó con emoción el latino subiendo sus boxers.

- ¿Estás seguro? – preguntó el chino desconfiado vistiéndose.

- Estoy completamente seguro. Reparamos un auto y nos iremos rumbo al sur. ¡Nos vamos!

El latino había encontrado aquella señal de esperanza que estaba deseando desde hace un tiempo. Rogaba a cualquier dios que estuviera arriba, una señal de que de alguna forma y por algún motivo, todo estuviera bien pronto y él tanto como Guang, estuvieran seguros de que tendrían un futuro en este mundo.



Jadeos.

Y más jadeos.

Acompañado de gemidos y gruñidos era lo único que se escuchaba en la pequeña habitación adaptada que Viktor había hecho para Yuuri. Después de la plática que tuvieron, su relación dejó de tener ese límite, y por fin, ambos pudieron dejar explotar los sentimientos que ambos se tenían sin culpa, sin dolor.

El kazajo tenía razón, Yuuri tenía razón y la maldita conciencia del ruso tenía razón. No podía estar matándose a sí mismo con tristeza, no podía llorar cada día a su hijos y esposa. Yuuri Katsuki nunca reemplazaría a su bella Anielka. Y el bebé en el vientre del japonés nunca reemplazaría a sus hijos, Anna e Iván.

Nunca en su vida, olvidaría nada de ellos, y aunque no quisiera, siempre sentiría el dolor de perderlos.

Pero si seguía así, su familia morirá con él, y eso no lo permitiría. Ellos vivirían en él, en sus recuerdos, con la felicidad nueva que estaba llegando a su vida.

Porque ahora, esa era la única forma de crecer y avanzar. Además, de que tenía que aceptar que estaba prendido del japonés y ya no podía seguir reprimiendo lo más.

- hn... Espera Viktor - jadeó el japonés sosteniéndose del cuello del ruso mientras esté estaba encima de él, por supuesto, procurando no presionar ni aplastar su vientre hinchado - no podemos ir más lejos.

- Claro que podemos, te mostraré.

- No ¡para! - gimió el japonés al sentir la mano de su alfa frotando ambos miembros. - ¡ah Viktor!

- Solo déjame hacerte sentir bien Yuuri... -contestó el ruso mordiéndole el labio continuando el roce entre ambos miembros, acariciando el glande del japonés para acercarlo poco a poco a un orgasmo por solo ser frotado.

- Viktor para hn...

El ruso solo gruñó ante los jadeos y leves gemidos que el japonés soltaba tratando de contener su voz. Y aunque esto podría ser una señal de alerta para que parará, Nikiforov lo tomó como una invitación a seguir.

Acomodo a Katsuki de tal forma que el japonés estaba inclinado con el trasero alzado. Apoyándose en sleeping bags ya que era lo que había dentro del área militar donde se encontraban.

- Hnn Viktor... Para... Es enserio.

- Esta parte de ti dice lo contrario - dijo el ruso comenzando a acariciar en círculos el anillo del japonés.

No pasó mucho para que al final la lengua del peliplata sedienta del sabor de su omega, hiciera aparición en aquella húmeda entrada que comenzaba a dilatarse. Lamida tras lamida provocaba espasmos y gemidos que no podía contener el japonés.

Incluso cuando lo estaban tratando tan dulcemente, el nipón no podía contener sus ganas de un orgasmo creciente a punto yo de explotar.

- ¡AH! Viktor!

- ¡Quieren callarse! ¡Malditos idiotas estamos exactamente fuera!

Ambos, tanto el japonés como el ruso de sonrojaron de golpe para después comenzar a reír por la mezcla de vergüenza y enojo provocado por el inoportuno comentario del ruso menor.

Bueno, si habían resistido no tocarse ya un rato, tal vez sería mejor idea esperar un poco más.



El kazajo estaba a un lado de la radio.

El último mensaje del otro sobreviviente era que se contactarían de nuevo a las 21:00 Hrs. Así que paciente, esperó hasta esa hora sin cambiar la señal en la que estaba.

Los minutos que pasaban se sentían horas eternas, pero eso era porque realmente el contacto con otra persona se estaba volviendo vital. Y necesitaban un poco de esperanza en todo.

- ¿Otabek? ¿Otabek estás allí?

Escuchó el kazajo de golpe, emocionado salto de la silla acercándose levemente desesperado.

- Si aquí estoy Seung.

- Que bien, pensé que te había perdido. Mi pregunta es, con lo que hemos hablado. ¿Creen poder venir por nosotros?

- ¿Disculpa?

- No podemos salir de aquí, está completamente destruidos los caminos. Y no tenemos transporte. Dijiste que ustedes tienen aviones y un piloto. Tenemos una idea de que lo mejor sería emigrar a América. A la parte de lo que era México o más abajo. Si es una nueva era glaciar, entonces lo mejor sería no estar en la parte norte.

- ¿Qué hay de África?

- Muy árido, además, hay muchos animales, no sabemos si han mutado. No creo que sea buena idea.

El kazajo dudó, nada le aseguraba que el coreano tenía razón, pero al menos él tenía un plan, tenía una convicción y sabía que debido a eventos anteriores en la historia, lo mejor sería emigrar a tierras más cálidas.

Además, hay dos bebés en camino. No hay tiempo que perder analizando de más, era lo mismo a enfrentarse a un mutante, oh dejaban que la naturaleza feroz los matara, o ellos luchaban por sobrevivir.

El kazajo decidió la sobrevivencia sobre el buen juicio y tiempo para analizar la situación.

- Lo haremos, podemos aterrizar en el aeropuerto, recargarnos de combustible, y de allí volar a América. Tomaremos uno de los aviones grandes.

- Entonces, esperamos su llegada mañana.

- Mañana a las 15:00 horas, los veremos en el aeropuerto, para poder aterrizar, ¿Pueden llegar allí?

- Si, si podemos... Dios... - el kazajo escuchó un sollozo, un leve sollozo que no sabía cómo interpretarlo, si era felicidad o tristeza - No sabes cuánto espere que alguien contestará este jodido radio. Y ahora saber que viene alguien que nos puede sacar de aquí, me hace sentir una alegría enorme. Gracias por venir por nosotros.

- ... De nada.

El kazajo no pudo decir algo más.

Escuchar a alguien que está pasando por la misma transición emocional se sentía bien, pero al mismo tiempo, se sentía dolor. Realmente el mundo había acabado y ahora tenían que empezar desde cero.

Realmente eran los únicos que podían volver a empezar a conquistar este lugar donde todo trata de matarte llamado tierra.



Otabek Altin, carta de partida:

El frío en Rusia es cada vez más intenso pero el aire nostálgico de este gran país me deja un sabor amargo al momento de tener que despedirme.
Mi nombre es Otabek Altin, si estás leyendo esto, es porque ya me he ido de aquí. Tomé un avión y volé fuera de Rusia con un grupo pequeño de sobrevivientes con el nombre de Yuri Plisetsky, Viktor Nikiforov y Yuuri Katsuki.
Juntos, logramos mantenernos con vida cuando no hubo confianza en el otro. Logramos entender que si seguimos vivos tal vez es por una razón más larga de lo que podemos imaginar, y al mismo tiempo, tan simple que no la podemos pensar.
La raza humana ha cambiado, no solo físicamente, si no, también mental.
Creceremos más grande de lo que podemos imaginar y caeremos tal vez de nuevo, lo importante o lo único que he aprendido hasta ahora, es no dejar de intentarlo. Ni siquiera un poco.

Al final, siempre seremos lo que fuimos, crecemos creyendo que lo somos y todas aquellas cosas que nunca hicimos al momento de la muerte están hechas.

Espero que, si estás leyendo esto, tú puedas crear tu propia visión de las cosas, tú puedas adaptarte y sobrevivir. Y si algún día te sientes solo, recuerda, al final podemos mirar las estrellas porque de allí venimos y así nos iremos.

Con una impresionante lluvia de estrellas infinita.



El kazajo dejó la carta sobre el escritorio para después retirarse. Acabó de meter la última maleta al avión y se puso de copiloto a lado de Nikiforov. Escuchó el sonido de los motores y supo en ese momento, que parte de la historia ya estaba escrita, solo faltaba acabar la mitad faltante.

Tal vez no sobrevivirán en un tiempo futuro, pero en un mundo post apocalíptico, un día es una bendición divina que no se las puede quitar nadie.

Y ese tipo de pensamiento, los mantenía aún con vida... 

Hola :3 

Me tarde un chingo ya se, pero no tenia ganas de escribir, simplemente no tenia inspiración, pero despues hice esta encuesta, y este fue el resultado; 

(Los rayones son para proteger la identidad de los que votaron (?) xDDDDDD) 

Espero les haya gustado, y he escuchado (mas bien leído, lol) sus opiniones de hacer el fic mas largo, pero sigo con mis decisión, hacerlo mas largo es romper la esencia que tiene, y realmente no quiero algo de 30 capítulos solo para explicar una acción. Se supone que están sobreviviendo y están viviendo al día, creo que alargarlo se rompería eso no se, :v , oh yo estoy loca. 

Les envío saludos a todos. 

Lenzz fuera :3 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top

Tags: #otayuri