IX: Su última voluntad
Caminé, caminé y caminé. Simplemente hice eso. Mi único motivo para seguir era Claire, encontrarla y rezar para que mi presencia no le hiciera más daño. Aunque creo que realmente lo hacía porque Galan lo deseaba de verdad, era… como cumplir su última voluntad.
Tras meses de búsqueda hallé la ciudad, una ciudad con enormes muros, alcé las manos pues me apuntaban con rifles desde lo alto de las torres. Me preguntaron quién era, y cómo había llegado hasta ahí, entonces les conté sobre Claire. Pasó un buen rato hasta que por fin me abrieron las puertas, y ahí estaba ella, incrédula, con los ojos cristalinos. Corrió hacia mí y me abrazó con todas sus fuerzas. Ni siquiera pude asimilarlo, simplemente correspondí y dios… no sabía cuánto necesitaba ese abrazo. Me sentí como en un burbuja, alejada de todo mal, una burbuja irrompible, una barrera contra el exterior; y me sentía a salvo en ella, más que en cualquier otro lugar.
-Hola… -dije cuando Claire empezaba a separarse del abrazo.
-Hola. -respondió la de cabellos rojizos con una sonrisa amplia y sincera. -Siento que nuestra despedida fuera así, sé que… -no la dejé continuar, me lancé otra vez a sus brazos, y esta vez estallé a llorar, lloré como un niño pequeño, lloré hasta que no quedaron lágrimas que derramar. Ella no me hizo preguntas, pues sabía que no era el momento, simplemente me abrazó, acariciando mi espalda suavemente. -Ven, entra. Eres bienvenido en Jackson.
Mis labios formaron una leve sonrisa, entré junto a ella a Jackson y… era precioso, la ciudad estaba completamente iluminada, tenían energía, tenían una comunidad, tenían ganado, de todo. Miraba a todos lados como un niño curioso que ve por primera vez las cosas. Claire me llevó a su casa, pequeña pero acogedora, era de madera, como a ella siempre le habían gustado.
-Te traeré algo de comida. Descansa un rato, ¿vale?
Asentí ante su pregunta, me paseé por el salón de la casa observando los muebles, la decoración; parecía como si el apocalipsis no hubiese existido nunca. No había pasado la media hora cuando Claire regresó, traía una bandeja consigo, con un bocadillo y una sopa.
-Gracias, Claire. -le sonreí, ella me dejó la bandeja en la mesa. Mientras comía, saboreando la exquisitez de la sopa, ella me miraba con aquel brillo en sus ojos que había perdido después de la muerte de Yinx. -¿Pasa algo?
-Nada. -hubo un silencio, así que aproveché para seguir comiendo. -Es que… me alegra tenerte aquí, eso es todo.
-Yo también me alegro de estar aquí.
Pasé días en Jackson, me trataban como a uno más, Claire me hizo un tour por toda la ciudad y me presentó a sus amigos más afines. Terminé por integrarme en la comunidad y finalmente fui uno más.
-Y… eso es todo, esa es mi historia. Te toca.
-Está bien. Mi historia empieza cuando… No, no, creo que eso lo dejaré para más tarde. Mi historia realmente empezó cuando conocí a una pareja, ellos eran contrabandistas y en ese entonces yo era… mercancía, así que su misión consistía en sacarme de la ciudad. Ella se llamaba Tess, y el hombre… Joel.
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