Capitulo Siete

Ferus y Trever intentaron dar marcha atrás en medio de pedazos de cristal y miraron directamente hacia la máscara negra de respiración de Darth Vader. Malorum estaba colgado en el aire, víctima de la furia de Vader; su cara estaba casi púrpura. Vader liberó su agarre de la Fuerza, y Malorum cayó al suelo con un graznido. Por un momento, nadie se movió. Vader bajó la mirada hacia él, y Ferus miró hacia arriba, y todo en su interior se disolvió en puro miedo. Miró esa negra máscara reflectante y se preguntó quién era el ser que estaba detrás de ella realmente. ¿Medio vivo, medio mecánico? No lo sabía.

De alguna manera, el entrenamiento se puso en marcha. Tenía un momento, y lo convirtió en tiempo suficiente. Ferus sabía que no tenía bastante poder para enfrentarse a un Sith. Ni se acercaba. Pero tampoco podía dejar que Darth Vader dominase la Fuerza. Trató de alcanzar la Fuerza y fue golpeado por una sorprendente oleada. Creció en intensidad y poder, la oleada más poderosa que alguna vez hubiese sentido, como si el propio Yoda estuviese ahí para ayudarle. Casi parecía como si fuese dirigida hacia él, emanando de la habitación de Yoda.

Ferus se montó sobre una ola de Fuerza, agarrando a Trever con un brazo y saltando para agarrarse al cable flexible que había caído del techo. Todavía estaba sujeto arriba, y le dio algo con lo que balancearse. Conjuntamente con Trever, salió balanceándose a través de la destrozada pared de cristal, y entonces lo soltó. Sabía que la Fuerza le llevaría.

Él y Trever volaron sobre el atrio y aterrizaron al otro lado. Podía sentir el lado oscuro de la Fuerza detrás de él, pero no le puso atención. Simplemente corrió, sabiendo en todo momento que si Vader le hubiese querido, le habría atrapado. Tan simple como eso.

Quizá estaba dejando escapar a Ferus y a Trever para humillar a Malorum. O para probarle. O porque no le importaba tanto. Fuera cual fuese la razón, Ferus la agarró y corrió con ella.

Las alarmas sonaban. Ahora el Templo entero estaba en alerta. Ferus cambió a un pasillo que él sabía que era un atajo hacia las salas de análisis. Estaba oscuro y polvoriento; los Imperiales no la usaban. Usando su sable láser para alumbrar, indicó el camino. Esto podría proporcionarles unos cuantos segundos preciosos. En su mente, estaba forjando un plan desesperado. La única forma de que saliesen de aquí era si lo hacían rápido; Ferus sabía que no podría esconderse durante mucho tiempo. No había duda de que Malorum no se permitiría fallar delante de su maestro.

—¿Cuál es el plan? —preguntó Trever respirando con dificultad—. Cuanto antes nos alejemos de ese tipo Vader, mejor. ¿Podemos repasarlo? ¡Temible! ¡Espeluznante! —Tenemos que robar una nave —dijo Ferus—. La nueva plataforma de aterrizaje está justamente debajo de un cuarto de juegos que usaban los jóvenes aprendices. Durante la vigilancia vi que la ventana está parcialmente destruida.

—Tengo la sospecha de que saltaremos por una ventana otra vez —dijo Trever.

—Bueno, espero que haya un pequeño e ingenioso deslizador debajo de nosotros.

—Sabes, sigues olvidando algo. No soy un Jedi. No puedo hacer todo este saltar y aterrizar.

—Lo estás haciendo muy bien. Apresúrate.

Ferus disminuyó la velocidad cuando alcanzaron el cuarto de juegos. Avanzó a rastras. Tal como había esperado, el cuarto no estaba siendo usado. Un viento frío entró por la ventana rota. Seguido de cerca por Trever entró. Una oleada de horror le golpeó, duro, directamente en el pecho. Algo ocurrió allí. Los jóvenes… ¿Cómo había apartado ese pensamiento? Había imaginado, de alguna forma, que el Imperio no iría tras los jóvenes. Había imaginado que los jóvenes aprendices simplemente habían… escapado. No se escaparon. Jóvenes, mayores, los enfermos, los débiles… no entran en los cálculos de los Sith. Simplemente van detrás de lo que quieren. No pienses en eso. Si piensas en eso ahora, podría destrozarte.

Caminó lentamente hacia la ventana. Parecía como si caminase a través de cenizas. Los juguetes todavía estaban tirados por todas partes, el aparato trepador que los jóvenes habían usado, los sables láser de práctica, los juguetes láser, todo estaba roto ahora. ¿Qué tipo de monstruo sería capaz de esto?

Trever acechó detrás de una columna caída, manteniéndose adecuadamente fuera de la vista mientras atisbaba por la ventana.

—Están cerrando la plataforma de aterrizaje —dijo—. Debe ser una medida de seguridad.

Quitándose de encima los oscuros recuerdos de la habitación, Ferus se unió a él. Mientras habían estado dentro del Templo, había caído el crepúsculo. Las luces se encendían en todos los niveles por debajo de ellos.

—Mira a ese oficial discutiendo. El código es amarillo, no rojo. ¿Ves la luz al lado de la plataforma? Así que mi suposición es que le dejan partir.

La Fuerza surgió. Era una advertencia. Ferus estaba sorprendido por su franqueza. La mayor parte del tiempo sentía que buscaba a tientas la Fuerza a través de una niebla. Se dio cuenta de que su conexión con la Fuerza era más fuerte mientras estaba allí. Algo en él todavía respondía a este lugar, todavía ganaba fuerza de él. Malorum estaba cerca. Miró alrededor del cuarto. Tenía segundos. Tenía que haber algo allí que pudiera usar. Su mente funcionaba rápido. Necesitaba algo que distrajese al piloto de debajo. Todo

lo que necesitaba era un instante.

Recogió uno de los juguetes de los jóvenes. Servía para practicar con la Fuerza. Al principio, el juguete láser volaría en línea recta. Según el niño ganase experiencia, él o ella utilizarían la Fuerza para hacerlo descender y rodar. Cuantas más cabriolas hiciese, más luces láser se encenderían y se apagarían. Ferus lo comprobó. Unas cuantas luces parpadearon. Todavía funcionaba. Este pequeño juguete había sobrevivido a través de la destrucción a todo a su alrededor.

Se colocó al lado de la ventana quebrada. Al oficial de debajo le habían dado permiso para despegar. Ferus dejó que el juguete láser volara.

Ahora todo lo que necesitaba era la Fuerza.

La sintió fluir sin esfuerzo entre él y el juguete. Envió el juguete girando y descendiendo. Las luces parpadeaban y brillaban intermitentemente, más y más rápido, los colores penetraban la penumbra.

Los guardias de debajo apuntaron y levantaron sus rifles láser. Podía ver que estaban perplejos, sin saber qué podía ser el objeto. ¿Era un arma? El piloto vaciló, inseguro de lo que hacer.

—Agárrate a mí como un mono-lagarto —le dijo a Trever.

Trever saltó sobre su espalda, enroscando sus largos brazos y piernas a su alrededor. Ferus se colocó en el borde. Todo el mundo debajo estaba mirando al juguete láser. Saltó. La Fuerza le ayudó a frenar y a guiar su descenso.

El deslizador todavía revoloteaba cerca de los guardias. Obviamente el oficial quería la protección de su armamento antes de despegar. Ferus mantuvo el juguete láser dando vueltas incluso mientras guiaba su salto.

Todo eso ocurrió en menos de un instante. Aterrizó en la parte de atrás del deslizador. Trever bajó de su espalda y se deslizó en el asiento trasero.

Ferus agarró al oficial por debajo de los brazos. El oficial estaba demasiado sorprendido para luchar.

—Necesito un transporte —dijo Ferus.

Le lanzó fuera del vehículo. Todavía revoloteaban a escasos metros de la plataforma; el oficial no se hizo daño, pero no estaba muy contento con su aterrizaje escabroso. Él, también, sacó su bláster y empezó a disparar furiosamente.

—Hora de largarse —dijo Trever, agachándose bajo el asiento.

El fuego láser llovió a su alrededor cuando los guardias se dieron cuenta de lo que sucedía. Ferus aceleró y salieron disparados.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top