único

Aquella mujer de arcilla cuyas mejores cualidades le fueron brindadas, tuvo un hijo. Y ese hijo, otros más. Probablemente, luego de siglos, su sangre se esparció por el cuerpo de millones de humanos; probablemente su sangre se desvaneció en quienes murieron antes de dejar hijos, frenando generaciones, eliminando el porvenir de una familia.

Si aquella mujer tuvo un nombre, ese fue Pandora. Risible cómo la primera mujer creada por dioses, fue hecha de arcilla, hermosa, inteligente y seductora; la misma que llevó las peores calamidades y desgracias a los humanos y sus generaciones venideras. La misma que traicionó el amor de su esposo que, sintiéndose afortunado, la desposó soñando que su destino sería el mejor cuando no fue más que lo contrario. Porque Epimeteo, que pensaba luego de actuar, no previó que la mujer de mejores cualidades sería la herramienta de venganza por un error que cometieron.

BaekHyun fue el hijo único de una familia individualista. Así mismo, él quiso valerse por sí mismo y salir adelante sin importar quién quedase atrás. Pero, sin pedirlo ni quererlo, se enteró de algo que vulneraba su forma de pensar y, quizás, se había dado cuenta de que él también se apiadaba de aquellos a quienes quería de corazón.

¿Cómo guardar el secreto de un amigo traicionando a otro? ¿A quién le debía fidelidad si los quería por igual? No sabía si era correcto juzgar a ese que actuaba moralmente mal y dotar de verdad al pobre iluso que seguía viendo todo bien sin saber el daño que le estaban haciendo; o ignorar deliberadamente cada acción que, a un nivel sumamente personal, no le convenía destapar.

Él no quería ser quien desatara los males sobre aquella amistad.

No quería ser él quien tuviera que destruir todo cuando, quien había causado que su posición fuera tan complicada, era ese que caminaba sin remordimiento ni vergüenza entre ellos, actuando como el amante perfecto... pero de dos personas a la vez.

Dos personas muy preciadas para BaekHyun. Y quizás, ese fue el error del idiota que creyó que conocía todas las reglas de un absurdo juego de niños.

BaekHyun, dejándose llevar por un sentimiento mezclado entre ira y justicia, decidió que idearía alguna situación en donde el castigo máximo se lo llevaran aquellos a quienes les correspondía. Y sí, se sentiría mal por JongDae cuando se enterase de que su novio le era infiel con uno de sus mejores amigos, pero no había mal que durara mil años. Ni siquiera el castigo de Prometeo, que, al ser condenado a una agonía constante por tres mil años o la eternidad misma, halló a quien se apiadase de él y le librara de las cadenas que le amarraban a su tortuoso destino. De esa misma forma, BaekHyun sabía que alguien lo suficientemente bueno, sería capaz de librar a JongDae de sus penas para que éste pudiera sanar sus heridas con el tiempo.

Con la mente preparada, decidió acercarse a JongIn. Uno de esos conocidos que, sin ser precisamente un amigo cercano, irradia la confianza de poder contarle hasta los más terribles pecados sin tener miedo a ser juzgado. En privado, pudo por fin dejar ir lo que le llevaba apretando el pecho por días, y JongIn sólo guardó silencio, pensando en quizás muchas cosas. BaekHyun se sentía ya mal por tener que involucrar a alguien más en su angustiosa situación, u justo cuando iba a disculparse con él por lo egoísta de su acción, el moreno extendió su mano para revolver con una ternura indescifrable sus cabellos. BaekHyun alzó la mirada, pero ésta fue evitada por el otro de manera sutil.

—¿Puedes ayudarme? Si digo algo, siento que todo se arruinará.

—Ya está arruinado —confirmó JongIn—, incluso si guardas silencio, la verdad saldrá a flote. Y es mejor que JongDae se entere cuanto antes, porque llegará el día en que su amor sea irreversible. A partir de ese día, no sólo habrá perdido a su novio y un amigo, sino que también a ti porque no le dijiste la verdad cuando hubo oportunidad.

—Tengo miedo —murmuró. Por fin bautizaba, en resumidas cuentas, sus sentimientos.

—Lo sé, por eso voy a ayudarte —le dijo JongIn con una sonrisa suave.

BaekHyun se preguntó qué pasaría en la mente de alguien tan volátil como JongIn en una situación como esa. Si había algún aspecto que a BaekHyun le gustara del moreno, era su capacidad de adaptarse a cualquier contexto, pudiendo ser un muchacho hiperactivo, animado y gracioso a alguien con la capacidad de centrarse y proveer de consejos sabios con absoluta madurez.

Al final, ambos decidieron que JongDae debería enterarse cuanto antes. Pero no sería de una manera pública, porque si bien podía servir para humillar a los infieles, también humillaría la buena fe de JongDae, haciéndole ver como un cornudo. Era un arma de doble filo.

El momento en que BaekHyun destapara la caja de Pandora, sería cuando los involucrados se vieran juntos en una reunión casual. Frente a frente, cabrían dos posibilidades, que le tratasen de mentiroso y JongDae les creyera a ellos; o que le creyera a él. De ambas formas, JongIn estaría allí para ser un soporte capaz de entregar evidencia a la acusación de BaekHyun.

Porque JongIn sabía lo que era amar incondicionalmente, y que amar de esa forma no era malo más que para uno mismo, porque por más pequeña que fuera la decepción o el daño, éste se magnificaba a niveles estratosféricos solamente porque el corazón entregó mucho de sí. JongIn no era cercano a JongDae ni al resto de los amigos de BaekHyun, no tenía que serlo para querer evitar que otro pasara por lo mismo que él. No tenía que serlo para escuchar las peticiones de BaekHyun.

Por amaba a BaekHyun. Lo amaba con locura. Lo amaba como las musas amaban la música. Lo amaba como Apolo amó a Jacinto. Como Hefestos a Prometeo. Y como Prometeo a los humanos. Incluso, podría jurar que lo amaba más que eso. Porque era todo lo que le encantaba en una sola vida. Contaba con las virtudes que buscaba y los defectos que le hacían aprender.

Y aunque BaekHyun no le amara de la misma forma. Aunque ni siquiera le considerara como un candidato a su corazón. Él seguiría ayudándolo en todos sus aprietos si se lo pedía. Iría con él al infierno y volvería. Incluso en la vejez, si era capaz de rendirse con BaekHyun y amar a alguien más, recordaría su honesta promesa de cuidarlo y ayudarlo. Porque se juró incondicional en el silencio de su alcoba cuando, con el corazón desgarrado, recordaba cada coqueteo o semi relación que BaekHyun sacaba a flote cada cierto tiempo. Nunca dejaba de doler, nunca dolía menos que la anterior. No había forma de que pudiera mitigar los desgarradores gritos de su pecho que clamaban tener a BaekHyun.

Era porque JongIn sabía la agonía que un amor podía causar, que no quería que JongDae pasara por lo mismo. Y mucho menos que BaekHyun fuera testigo de ello.


«»


JongDae se levantó sin decir nada, tomó de la mano a BaekHyun y arrastró los pies fuera de la plazoleta en donde se habían reunido para hablar. Como un cascarón vacío avanzaba aferrándose a la mano de su amigo mientras luchaba por procesar la información recibida entre los gritos y súplicas del que alguna vez fue su amigo quien intentaba rogar por alguna oportunidad para explicar el malentendido. JongIn caminaba al otro lado de JongDae en silencio, no podía sentir celos de que tomara la mano de BaekHyun cuando necesitaba aferrarse a algo verdadero entre toda la sarta de mentiras que se lo venían tragando como arenas movedizas.

JongIn estaba preocupado por JongDae, pero también se preocupó por BaekHyun, fijó su vista en él por unos segundos y comprendió la valentía falsa que intentaba mantener. Su expresión rígida que buscaba mostrarse duro o enfadado, pero su mano libre que temblaba de impotencia y arrepentimiento.

Se arrepentía por abrir la caja de todos los males. Se arrepentía de liberar las desgracias sobre su amigo, aunque él no las creó.

—Por favor, haz que pare —habló por fin JongDae en un hilillo de voz, las primeras lágrimas gruesas cayeron por sus pestañas inferiores. Ya había tocado fondo. Sólo quería que el silencio pudiera entregarle el sosiego que necesitaba para calmar su corazón roto y decepcionado.

Pero las lágrimas de cocodrilo y las exclamaciones patéticas insistían como un agobiante réquiem. Llenando los oídos de JongDae y sus dos acompañantes que estaban allí para apoyarlo. JongDae comenzaba a considerar a JongIn como un amigo. Porque los amigos están allí cuando los necesitas, y JongIn supo entregarle calma aun en su posición de casi desconocido.

BaekHyun no era capaz de formular una frase para hacer callar a los victimarios que se hacían pasar por víctimas. Porque uno de ellos aún tenía parte de su cariño y, antes de poder decir algo siquiera, BaekHyun rememoraba los buenos momentos. Sintiéndose golpeado por la nostalgia de que esos momentos jamás volverían.

JongIn lo sabía. Él entendía lo que BaekHyun sentía. Por eso no dudó, una vez más, en mostrar su voluntad de cuidar a BaekHyun y todo lo preciado para él.

—Uno no engaña cuando ama. Uno no hiere cuando ama —se volteó, mirando severo a sus receptores elegidos—. Todos los humanos cometemos errores, y de ellos se aprende. Puedes equivocarte y hacer daño sin querer, pero lo que ustedes hicieron fue por voluntad. Si no les importó herir a JongDae, entonces responsabilícense de lo que eso conlleva.

El exnovio exclamó que no se metiera, que todo era su culpa y culpa del mal amigo de BaekHyun, por traicionarlos a ellos. Incluso, tuvo el ademán descarado de intentar asestar un golpe al más bajo. Golpe que JongIn desvió antes de que llegase a destino y, por acto reflejo, correspondió con más furia de la que pudo haber sentido incluso si quisieran golpearle a él mismo.

—No hay nada de malo en BaekHyun —sentenció con la más pura de sus creencias. Y no ahondaría en ello porque temía, como cada día, desvelar su turbio y embriagado corazón.


«»


Así como Heracles liberó a Prometeo de su constante agonía, ChanYeol eliminó el fantasma de una relación fallida con tiempo y paciencia. Se hizo cargo de la desconfianza e inseguridad que la traición dejó en JongDae, lo escuchó y acompañó incluso antes de llegar a sentir algo más allá que amistad. ChanYeol llegó como un simple amigo de JongIn, y se quedó como quien rescató a JongDae de su castigo por amar a quien no debió.

Y BaekHyun lo agradecía, porque nunca pensó que llegaría alguien que, con una sonrisa, fuera capaz de apaciguar ese sentir oscuro que permanecía entre ellos. Que sin planes ni la intención de hacerlo, reescribía memorias felices (que se habían vuelto inevitablemente tristes) en otras aún más felices. Estaba satisfecho sabiendo que JongDae, luego días llorando de la impotencia, podía volver a amar de nuevo, aunque fuera de a poquito, y allí estaría ChanYeol esperándolo con una paciencia que pocos poseían. Porque habían conocido a alguien tan bueno como lo merecían. Se habían conocido entre ellos.

Y él había aprendido a conocer a JongIn.

Porque JongIn siempre estuvo allí cuando nunca miraba a su alrededor, porque aun cuando no eran amigos, era capaz de escucharlo sin pedir nada a cambio. Porque JongIn no lo juzgaba por sus errores, ni lo sobrevaloraba por algo que no era. Con JongIn no tenía que fingir como con sus amores fugaces, no tenía que pretender ser el mejor, el más bonito, el más inteligente ni el más capaz. Sólo con ser él bastaba, porque seguían siendo las mejores cualidades para JongIn.

Luego del tiempo, comprendió. Comenzaba a ver el mundo con los mismos ojos que él. Comprendía a lo que se refería con la perfección misma, porque cuando miraba a JongIn era capaz de amar sus virtudes, capaz de comprender sus defectos. Eran capaces de hablar sin herirse, incluso si discutían.

Los detalles de cómo comenzó todo ni él sabría rememorarlos con exactitud. Sólo bastó con un momento a solas y las palabras de JongIn que resbalaban de entre sus labios como una cascada de miel. BaekHyun sólo recuerda haber estado desahogándose sobre la situación de JongDae, molesto por cómo el amor podía ser tan cruel, pero JongIn le hizo ver que el sufrimiento sólo era la cara de una moneda. Y que sufrir de amor sólo te convertía en un amante honesto. Nadie sufría por un amor inexistente. Otra cosa era sólo sentir lástima. Entonces se usó como ejemplo, aclarando que, con todo el amor que sentía, prefería que BaekHyun lo quisiera como amigo, a que sólo le tuviera lástima como un simple rechazado.

—No era mi intención declararme ni hacerte sentir incómodo, pero supongo que la verdad siempre sale a flote.

BaekHyun y JongIn no se hablaron en unos días. Ambos recordaron que, cuando Pandora cerró la caja, había aún un elemento que quedó encerrado: la esperanza. Y si BaekHyun se decidía a abrirla de nuevo. Entonces podría ser un nuevo comienzo para ambos.

La esperanza en que los sentimientos fueran correspondidos. La esperanza de por fin ser amado por lo que valía, nada más ni nada menos. Ir juntos, nunca mezclados. Como el cielo y la tierra que, separados pero unidos a la vez por Atlas, forman la armonía más esplendida de la naturaleza.

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