Capítulo 3: La complejidad de las circunstancias
Dicen que cada problema hay una solución si es que tomas una decisión correcta, sin embargo. ¿Cuán cierto es ése criterio? ¿Cómo saber que estás tomando una buena decisión? El tomar decisiones implica analizar las circunstancias de los hechos para alcanzar el objetivo, lo que realmente anhelas que suceda al finalizar tus acciones. Al fin y al cabo, la vida sigue en continuo desarrollo. Es erróneo el pensar que una mala decisión nos lleva siempre a un resultado negativo y no es así, a veces, si lo meditamos a base de experiencias podemos obtener resultados satisfactorios. Una buena decisión no siempre conlleva tener un resultado positivo a veces está en "hacer lo correcto" y eso, no necesariamente las cosas tienen que salir como uno lo planee desde el principio.
Sin darnos cuenta, la toma de decisiones está en cada acción que realicemos. Desde la planeación de una cita hasta la limpieza de la casa, en el servicio del trabajo y todo aquello que tenga relación con nuestra vida cotidiana. ¿Quieres saber el grano de tocar éste punto tan relevante? De acuerdo a las opiniones de muchos doctores sobre la relación del tema con la gestión sanitaria es que no se puede depender en solo una intuición, el cometer errores donde puedes afectar la vida de no solo a uno, ni dos, ni cinco ni diez personas, sino a una población va más allá de las expectativas. El fallar en una operación de uno de los pacientes de cualquier edad no es una opción, por eso, se requiere años de estudio consecutivo para tener éxito y eso da un resultado total de una enorme satisfacción.
A partir de ese enfoque, podemos entender el pesar del oficio del doctor (sin importar la especialidad) y el por qué es un carrera muy preciada porque tienes una relación muy directa con el paciente a comparación de otras carreras, tienes en juego el salvar vidas humanas y si algo no anda bien tienes la obligación de hacer todo lo posible para que ése problema se solucione, de lo contrario, puedes ver morir a uno de tus pacientes frente a tus ojos y tener que dar la cara frente a la familia y dar la devastada noticia. No es fácil, menos cuando los pacientes pueden ser algún integrante de tu familia o alguna preciada amistad.
Es frustrante porque no tienes permitido dormir, tienes que estar siempre alerta y tienes que actuar rápido porque el enfrentarse a un paciente, a una persona que tiene miedo, porque no sabe exactamente qué es lo que tiene, pero en su interior sabe que le perjudica su vida, es difícil. Eso es una experiencia que se repite una y otra vez, cada persona que entra en su hospital; cada vida que está en sus manos. Dependen de él. Y siempre ha sido así.
Hay momentos agradables, pero son escasos. Ahora, tiene que lidiar con un problema, el más grande de su vida. No es por exagerar.
— ¿Qué sucedió?—Con rapidez se acerca con un cubre bocas y unos guantes, observa a la joven que está tendida en cama con sumo cuidado. Se tranquilizó al ver que los efectos habían pasado, solo parecía estar cansada. Su corazón se calmó al observar que la joven alzó su mano queriendo acariciar la mejilla del mayor.
—De repente tuvo dificultades para respirar, se estuvo convulsionando por unos minutos, Doctor—Decía la enfermera cuyo cabello estaba amarrado en una coleta y cubierto por una tela checando su presión, se veía angustiada. Se tensó de sobre-manera cuando observó que había manchas de sangre bajo las sábanas. —Otra vez sucedió, ella sigue expulsando hemorragias, esto es más delicado de lo que pensábamos—Decía mientras limpiaba el sudor y lo tiraba a la basura, en todo momento siempre estuvo cuidando de que todo estuviera descontaminado. Cambió las sábanas para colocarle unas nuevas, se aseguró que la tela estuviera sellado dentro de la bolsa. Limpió sus heridas con un algodón y lo tiró con cautelación en la bolsa.
—Doctor, no hay tiempo—Su sonrisa se quebró al escuchar esas palabras, su expresión fue radicada por una de preocupación, sentía temor de que su acompañante fuera decir aquello—Necesitamos aislarla inmediatamente, por la seguridad de todos los pacientes—La voz de la enfermera suena demandante e inquieta. Empieza una discusión entre lo que está bien y lo que está mal, el doctor no quiere aceptar el hecho de dejarla abandonada, ella no merecía eso. La chica estaba dormida con un aspecto pobre, se le veía dolida y con una apariencia cansada, su piel se veía terriblemente pálida y su estado deplorable solo hacía pensar que esa chica estaba sufriendo notablemente, era difícil observarla sin un sentimiento de lástima de por medio.
—No es necesario llegar tales extremos—Su voz resuena por toda la habitación y se aprovecha de eso para calmar a su asistente—Aún no sabemos con precisión si es una amenaza para todos—Apretó los puños a su costado como una fuerza que necesita para encarar a la mujer que se encontraba enojada, irritada por la actitud tan agobiante del doctor.
—Estamos poniendo en riesgo no solo nosotros, sino a todos los que están dentro del hospital, por favor. Reaccione de una buena vez, piense en los demás—Contestó con un tono de voz suplicante, ya habían pasado casi una semana después de que se presentaron los síntomas y cada día esa chica estaba empeorando, lejos de haber mejoras solo estaba sufriendo. Ya no soportaba la idea de seguir viendo a la chica morirse lentamente. Por el bien de todos, incluso si era doloroso para el doctor, debían parar su dolor. Ella debía morir.
—No pienso abandonarla, encontraré la manera de salvarla—El rostro de la enfermera se arruga en una expresión desentendida, ella sabe cuán importante para él es esa chica y sin embargo, no está consciente del peligro que ella sería si se desencadena el virus dentro del hospital. Todos sus esfuerzos serían en vano y entonces, pondrían en juego no solo la vida de sus pacientes, sino de toda la ciudad si se propaga. Ella aprieta la agenda y sale de la habitación molesta de lo lejos que llegaría el médico por sus acciones tan egoístas. Sabe que está mal, pero no es capaz de asesinar a la muchacha por voluntad propia ni tampoco sería capaz de hacer algo que no esté en aprobación del doctor. Se detiene justo en la puerta antes de girar la perilla, solo para morderse el labio con inseguridad y decirle lo que piensa al respecto.
—Ella morirá, no importa cuán avanzada sea la tecnología y la cantidad de medicamentos que consuma. No hay ningún tratamiento que la salve—Decía en voz alta con tono quebrantado, ella sabe que está caminando en una cuerda muy fina y aun así, se atrevió a afrontar el problema que estaba comenzando a ser solo un estorbo. —Las vidas de las personas que estamos intentando proteger día a día están en riesgo, usted lo sabe perfectamente... Doctor Hajine-san—Interrumpe los pensamientos que se sacudían por la mente del mayor solo para darse cuenta que estaba ella en lo correcto. Su faceta se pone oscura sin dejar a la vista su expresión de culpa y dolor, él lo sabe bien. Pero a pesar de todo, no quiere dejarla ir, no puede hacerlo.
La enfermera cierra la puerta suavemente y se va a examinar otros pacientes, asegurándose de que todo esté bien antes de irse de allí, debía descansar y reponer sus energías para el día siguiente. No sabe con seguridad si quiere permanecer otro día ahí bajo el cuidado del doctor o irse a trabajar a otro lado, un lugar seguro. Aunque no puede juzgar por las decisiones del doctor porque no importa lo que diga o piense de esa manera, ella hubiera hecho lo mismo que él por alguien tan cercano a ella.
— ¿Ya se terminó su turno, Osoko-chan?—Pregunta una voz reconocible, sin duda alguna se trataba de una de sus pocas amistades. Ella sonríe con cariño y se acerca dándole un beso en la mejilla para después esperarla en el vestíbulo.
—Hajine-san parece estar cansado, últimamente se le nota muy estresado con cambios muy radicales en su actitud. Debe ser difícil para ti aguantarlo por mucho tiempo ¿Verdad?—Sonrió divertida mientras con las yemas de sus dedos se desvestía con un ritmo lento. Osoko suelta un leve suspiro, no puede decirle la verdad o de lo contrario el chisme se esparcirá por todo el lugar y eso, afectaría la reputación de ella y sobre todo del doctor. Es un secreto que debe mantener en silencio. — ¿Osoko-chan?— La castaña alza la vista con nerviosismo, intenta sonreír animadamente tratando de disimular una risita.
—Tienes razón, ese viejo cascarrabias me la pone muy difícil~ estoy agotada—Con un tono berrinchudo y pegando su cuerpo al ajeno hace un pose dramática llamando la atención de su amiga y con eso es suficiente de desviar el tema, sonríe complacida al notar que su amiga no paraba de observar sus pechos.
—En verdad no tienes remedio, Osoko-baka—Se siente intimidada por los grandes atributos de la asistente del doctor, se aleja molesta de su poca cercanía y se viste rápidamente con un pequeño puchero en sus mejillas. —Como sea, no quisiera hacer esperar a mi novio~—Mira triunfante a Osoko lamiéndose los labios con picardía. La castaña gruñó con molestia antes de quitarse su ropa del trabajo mientras oía cantar a la otra, saliendo del vestíbulo con una inocencia plasmada en su rostro. Se cambia de ropa y enseguida se pone su chamarra que le cubre gran parte de su cuerpo y que le hace ver más madura gracias a que moldea su figura, es inevitable no sonreír ante la idea de presumir su gran belleza fuera de su trabajo. Camina por los pasillos despidiéndose de sus compañeras hasta llegar al fondo donde se encuentra la sala de espera observando algunos asientos vacíos, pero su mirada se fija en dos muchachos más o menos de su edad estar en unos asientos no tan retirado de allí, estaban durmiendo uno en el hombro del otro con total tranquilidad en sus rostros. Parecían ser hermanos porque tenían una cara igualita solo que con diferente color de ropa y algunos rasgos de la cara los hacían ver diferentes.
"Qué tiernos"
Sus hermanas deben estar durmiéndose a estas horas de la noche, no es como si creyera que la fueran a esperar o algo por el estilo, ella misma las regañaba para que durmieran temprano así que no podía ilusionarse con que le pase algo parecido. Comenzó a pasear por las calles oscuras para irse en dirección a su casa.
(...)
Por otro lado, se encontraba Jyushimatsu cerca de un callejón alimentando a los gatos de su querido hermano menor. Les tiraba migas de pan y les colocaba latas de atún fresco en el suelo, él ya sabía todo lo que les gustaba comer, después de todo, él acompañaba a Ichimatsu en la gran mayoría de tiempo. Por lo tanto, saber a qué hora comen sus amigos mininos es tarea fácil para él y sabe que su hermano estaría muy feliz de saber que alguien estaba cuidándolos en su ausencia. Los maullidos de los felinos le decían que estaban complacidos a excepción de una gatita que estaba escondida entre la basura; inmóvil. Se acercó lentamente solo para darse cuenta que la gatita estaba muerta, no estaba seguro si murió de hambre o si de alguna enfermedad o por una pelea de gatos. Cualquiera de las opciones podría explicar el motivo de su cuerpo tieso y sin vida, eso lo hace entristecer de cierta manera. Ver la imagen de esa gatita le hace estremecerse de angustia y no sabe el motivo, presiente que su hermano puede estar en peligro y eso le pone nervioso.
Decidió no prestar atención y con una bolsa pudo ser capaz de meter la gata sin problemas para después enterrarla en algún punto del parque. Cortó unas flores y lo dejó encima de la tierra como despedida. Sin más, vuelve a la casa sin ánimos de sonreír amistosamente como antes hacía, estaba preocupado por su hermano. Él sabe que Ichimatsu detestaba ir a un hospital, el estar solo y en un lugar vacío. Incluso si quisiera entrar a su habitación para acompañarlo, lo sacarían de inmediato.
Llega a la casa y observa que todos estaban durmiendo, o eso creía hasta toparse con Karamatsu en el tejado mirando al cielo, ido en sus pensamientos. Se acercó al chico del pijama azulada y se sentó a su lado a contemplar las estrellas.
—Karamatsu-niisan—Un pequeño toque en su hombro hace despertar al muchacho que estaba a su lado mirándolo con confusión, unos segundos después reaccionó y cubrió su boca para evitar dar un pequeño gritito de la sorpresa. —Shhh—El mayor aun aturdido hace caso y se recompone del susto, reincorporándose nuevamente en su lugar con sus piernas estiradas haciendo un suave gesto con la mano en forma de disculpa.
—Lo siento Jyushimatsu, me sorprendiste—Admitió el mayor con una sonrisa fingida, parecía estar preocupado por algo y no era difícil imaginar que se podría tratar de su hermano.
— ¿Qué haces aquí, niisan?—Su mirada se vuelve apagada, pero aun así no despega la leve sonrisa que tiene en sus labios. Alza la vista hacia al cielo nuevamente y respira hondo, siente una sensación de soledad pero al darse cuenta que un gato naranjado se coló en su regazo le brillan los ojos con deleite. — ¡Es nyanko!— Acaricia el mentón del gatito con ternura ganándose leves ronroneos de su amigo gatuno. Karamatsu observa fijamente asombrado en la escena.
—Parecen llevarse muy bien—El gatito se deja mimar por el de capucha amarilla como si se tratara de su dueño, de repente la imagen de Ichimatsu siendo acariciado por Jyushimatsu hace un tic incómodo en el mayor y termina desviando la mirada avergonzado. No es como si sintiera celos de que su hermanito arisco tenga una relación más cercana con el quinto hermano que con él. Definitivamente debería dejar de pensar en ese tipo de cosas absurdas.
Jyushimatsu se da cuenta de lo que acaba de pasar y entrega al gatito en sus manos para que su hermano mayor también le dé caricias al minino. —Acarícialo también, nii-san—Kara sonríe por la inocencia intención de su hermano menor, de seguro pensó que él quería tocar también al gato y por ende, se lo entregó. Nyanko maúlla con satisfacción al ser acariciado en su mejilla y gran parte de su nuca. Parece estar feliz en compañía de ambos.
—Estoy preocupado por Ichimatsu-niisan, quiero estar con él ahora mismo—Abraza sus piernas, se siente triste por no saber nada de su hermano. No sabe qué hacer, está inquieto.
—Yo también estoy preocupado por él, pero debemos ser pacientes. Mañana de seguro podremos verlo—Quería pensar que estaba en lo cierto, no estaba seguro de querer exaltarse pronto, debía pensar positivamente.
— ¡Si! ¡Hustle, hustle! ¡Mustle, mustle!—Su sonrisa vuelve en sí, está emocionado por abrazar a su hermano y de practicar béisbol como en todas las tardes. ¡No es capaz de cerrar los ojos por la emoción!
Y así, ambos caen dormidos en el futón tan pronto bajan a acomodarse, quizás mañana sería diferente. Ansiaban volver a ver a su hermano, el amante de los gatos.
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Continuará...
NOTA: ¡Al fin! el tercer capítulo de la historia, gracias a vosotros por las votaciones y por el apoyo.
En el próximo capítulo los protagonistas serán el doctor y por supuesto, Karamatsu, ¿Qué les deparará el destino?
Un poco de KaraIchi, leve KaraTodo.
Debido a que es una historia con muchos shipps en el medio, se les pide discreción y cero críticas hacia algún personajes, cada shiph tendrá su espacio en los próximos capítulos.
Sin nada más qué decir, gracias~
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