Esperanzas del fiordo
-Estas bien, no muestras síntomas de viruela- decía un doctor mientras colocaba una paleta de madera en mi lengua y con ayuda de una lampara de bolsillo ojeaba minuciosamente cada centímetro de mi cavidad bucal
Al escuchar eso me sentía aliviada, pero por nada del mundo abrí mi boca, creo que era por la seriedad de los cinco soldados que estaban dentro de ese cuarto, también logre mirar de reojo, como un soldado me observaba serio por la ventanilla de la puerta.
-Podrías explicarme ¿Qué hiciste para dormir a mi compañera?- pregunto serio mientras se acomodaba los lentes
-Solo use algo de magia- decía nerviosa, rascándome la nuca
Podría observar como sus caras empeoraban lo suficiente para demostrarme que no estaban contento con mi respuesta -¿Es la verdad?- pero parecía no convencerlos
Este del reino Oster, frontera con el Reino Rubina
En medio de una larga llanura nevada, corría una diligencia de caballos jalando una carreta
-¡¡Rápido!! - gritaba un hombre con todas fuerza mientras tiraba de las cuerdas de sus caballos, observaba con sus ojos azules a su familia angustiada para luego clavar momentáneamente su mirada a una pandilla de forajidos.
-¡¡Edward, nos están alcanzando!!- aseguraba su esposa de piel blanca como la nueve y cabello rojizo mirando sin pestañear a sus perseguidores, abrazaba con fuerza a un chico de 4 años y a una niña de 14, como si se tratase de la ultima vez, que a su opinión parecía estar muy cerca.
-¡¡No te preocupes María, que pronto llegaremos a Oster!! ¡¡Ahhhh!!- fue interrumpido por un fuerte dolor en el hombro derecho, una bala se había incrustado dentro
-¿Están disparando? ¡¡Malditos!!- estaba sorprendido, casi perdiendo movilidad en su mano derecha, no dejo de agarrar y jalar con fuerzas las riendas de los caballos.
Dicha pandilla de forajidos, estaba conformada por 12 hombres que se movían a caballo y otros 4 movidos en dos carretas que los seguían, no les temblaba el arma al disparar y menos vacilaban al tratarse de mujeres y niños.
-¡hey! creo que el viejo esta muy motivado a escapar- aseguraba uno de los forajidos
- Acaso esperan ayuda en tierra de nadie- aseguraba otro forajido riendo
Esa área era muy conocida por ser el lugar de caza predilecta de los "lobos blanco" un grupo caracterizado por el atraco de diligencias y la matanza de los testigos, su territorio se había ampliado después de la retirada del ejercito de Oster, producto de la enfermedad misteriosa.
Dicho grupo asesinaba a los hombres y violaba a las mujeres hasta el cansancio, las que sobrevivían al brutal acto, nunca volvían a ser las mismas.
-¡¡Vamos!! ya salta poco- se repetía así mismo el conductor del carruaje, su herida se hacia más incomoda volviendo esa parte rígida y difícil de mover mientras la sangre que se vertía, pero el inclemente frió actuaba como un arma de doble filo, pues congelaba la sangre y detenía la hemorragia, pero favorecía la hipotermia y la perdida de su conocimiento.
-¡¡Agachense!!- Advertía María su esposa, la cual gritaba al ver como las balas perforaban el chasis de madera del carruaje.
Los bandidos disparaban y disparaban desde sus caballos en movimiento con rifles de repetición automática, con la cara tapada por el frió que por miedo hacer identificados.
Su líder cabalgaba delante de todos, era un hombre muy agarrado y con un cabello parecido a la melena de un león, abrigado con la piel de un oso al que había casado con sus propias manos, era alguien de temer -¡¡Chicos!!, acaben con ellos- levantaba su mano y señalaba a la presa
No podía detenerse, por nada del mundo... una y otra ves recordaba como el líder de esos bandidos se le acerco y le comento hace unas horas
-Te doy media hora de ventaja, después de eso si te llegamos a atrapar, te mataremos y a tu hijo- con una sonrisa siniestra -espero que tu esposa y tu hijita sean lo suficientemente buenas para satisfacer toda esta ganas que tienen mi grupo, serán nuestras esclavas sexuales hasta que mueran-
Al recordar esos fragmentos no podría detener su temor de ser atrapados, lagrimas salidas de sus ojos, revelaban sus deseos de impedir ese futuro -¡¡Por favor que alguien nos salve!!-
De pronto salido detrás de una cordillera apareció un pequeño helicóptero, mejor conocido como bird little, bajando hasta la persecución a observar
-Bird little a base... Reportando la presencia de una carreta con 4 ocupantes, 2 adultos y 2 niños, están siendo perseguidos por una pandilla de forajidos- informaba el copiloto del helicóptero mientras daba una vuelta alrededor de los confundidos forajidos
-¿Qué es eso?- se preguntaba el señor del carruaje, con un brillo en los ojos, ¿podrían ser ellos una luz de esperanza entre tanta oscuridad?
por otro lado los forajidos habían dejado de disparar - ¿Eso es un pájaro de metal?- se cuestionaban, pues nunca habían visto algo parecido
- ffff...proceda a identificarse e informen que están en territorio soberano...fff- aseguraba una persona desde la radio
El helicóptero procedió a sobrevolar detrás de los forajidos -Este es bird little de la armada de los Estados Unidos de América, informamos que están en territorio del reino de Oster- preparados para lo peor, el artillero preparaba la munición y apuntaba a los forajidos -ordenamos que cambien de rumbo al noroeste, con la cordillera de Lyngen-
Al observar que este aparato desconocido para los perseguidores tenia personas -¿Tienen personas?- y apuntando a las personas con sus rifles comenzaron a disparar -¡¡fuego!!-
Los pilotos del helicóptero empezaron a elevarlo
-¡¡Higueputs!!- salio de la boca del artillero al ver como una bala rozo su casco y incrusto en el armazón del aparato
-ok, artilleros disparen- aseguraba el copiloto
Dada la orden comenzaron a disparar ráfagas a los forajidos, los cuales caían en el suelo muertos o heridos, los caballos asustados perdían el equilibrio y caían al suelo con sus amos.
-Sigan disparando- ordenaba el líder de los perseguidores.
-Rodealos- ordenaba el artillero, mientras seguía disparando, el helicóptero comenzó a rodearos dando una vuelta, mientras los enemigos asustados no perdían de vista al aparato.
-Usen la ametralladora- ordenaba el líder a uno de los conductores de las carretas, quitando la lona que cubría la carreta dejo mostrar una ametralladora -¡¡Muéranse!! - comenzaba a disparar al helicóptero, pero gracias a su agilidad lo esquivaba.
-Usaremos los lanza cohetes- informaba el piloto, quitando el seguro y activando el lanza cohetes -¡¡Fuego!!- un destello de humo salio dirigido a la carreta, la cual exploto lanzando estelas de madera por los aires.
En el suelo yacían los cuerpos de los antes llamados lobos blancos
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