🅔🅟🅘́🅛🅞🅖🅞
╔══════════╗
Atlantis
╚══════════╝
—¿Cuánto cuesta este?
—Ese te costará un beso. Uno grande y húmedo. Probablemente un beso francés de diez segundos.
Jimin apartó la cesta de naranjas que siempre mantenía en su habitación y estudió la tarjeta que _____ había hecho.
“Sin ti, soy nada” se leía. Con cada día que pasaba, sus tarjetas se volvían más poéticas. Lo que era una cosa buena, desde que sus hombres necesitaban sus tarjetas para apartar a las mujeres nymphs de su vanidad herida. Parecía que ellas no estaban muy felices de haber sido dejadas con los dragones por tanto tiempo. Pero las dulces tarjetas también significaban que ______ estaba dejando atrás sus heridas del pasado. Se estaba adaptando a vivir aquí admirablemente, divirtiéndose ella misma creando y vendiéndole tarjetas a él, a sus hombres y a los residentes de la Ciudad Exterior, donde había montado un negocio.
Siempre protegida de los demonios y otras fuerzas, por supuesto. Incluso los dragones las compraban cuando venían de visita. Darius había necesitado una para su embarazada esposa. Los vampiros, también las compraban, aunque no venían de visita a menudo. Layel estaba enfadado por la alianza entre los nymphs y los dragones.
Jimin estaba determinado a unir las dos razas. Hasta ahora Poseidón y los otros dioses no habían regresado. O más bien, no se había dejado ver.
Tal vez lo harían pronto, tal vez no.
Jimin tenía a _____ y eso era todo lo que importaba. Él podría manejar todo lo demás que ocurriera. Incluso había prometido a ______ que encontraría una manera de llevarla a ver a su madre.
Y lo haría.
Lo que ______ quisiera, ______ lo obtendría.
La vida, al momento, era todo lo que alguna vez había soñado. Joachim estaba emparejado con Brenna y la pequeña mujer se había convertido en la mejor sanadora del ejército. Ella emparchaba a los hombres después de cada sesión de entrenamiento y batalla, y lo hacía con una sonrisa, seguida de un sermón acerca de “actuar como bebés” cuando los audaces guerreros lloriqueaban ante la visión de una aguja.
Shivawn era su única razón de preocupación. El humor del hombre se volvió más y más negro, y estaba pasando más tiempo en el campo vampiro, muy probablemente durmiendo con Alyssa (a pesar de que tenía tantas mujeres nymphs entre las cuales elegir) y si no lo estaba haciendo, hacia allí se dirigía. Oh, bien. El guerrero encontraría su camino.
De eso Jimin estaba seguro.
—Bien, ¿te gusta? —preguntó _____, apuntando a la tarjeta en la mano de Jimin.
—Me encanta. Pero un beso es un precio muy bajo, Luna —Ella estaba
sentada detrás de una mesa y él se inclinó sobre ésta, posando nariz con nariz—Deberías demandar sexo y nada menos.
Ella rió.
—Tus hombres comprarían más si lo hiciera, estoy dispuesta a apostar.
—Yo pagaré las deudas de mis hombres —gruñó él con una simulación de ferocidad—De hecho, te lo debo por varias que compró Joachim y es tiempo de que pague.
Sus brazos se envolvieron alrededor del cuello de él.
—Llévame a la cama, Jimin.
—Ese será mi placer.
—Y el mío, amor.
Y el mío.
✎ ✏ ✐ Fin del libro...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top