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Atlantis
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✎ ✏ ✐ Capítulo 22
Jimin se paseaba en el parapeto. El golpeteo rítmico de los pasos del ejército resonaba en sus oídos. Podía ver al ejército dragón, de al menos cientos de ellos, coronando el horizonte violeta. Que hubieran elegido caminar hacia el palacio en vez de volar en su forma de dragón significaba que no estaban superados por la rabia—todavía— y no tenían intención de atacar—aún.La espera ante su llegada era exasperante. Él era un hombre de acción.Más que eso, era un hombre ansioso de terminar la lucha y volver con su mujer.Se tambaleó hacia delante, enganchándose una bota en una rama. Se sostuvo a sí mismo con las manos, apoyándolas en la pared. Soltó un suspiro tembloroso. La espera había drenado más su fuerza. Lo que necesitaba era sexo.
Con _____. Su poder no estaba en su nivel óptimo, y ahora estaba sintiendo su ausencia.
—Mi Rey —dijo Broderick preocupado, de repente a su lado—. ¿Está bien?
—Estoy bien.
Se enderezó. No estaba bien y lo sabía. Había estado dos días sin sexo, sin auto-complacerse, y la debilidad desplegaba sus dedos insidiosos a través de él. Estaba lo suficientemente bien para pelear, o eso esperaba; lo suficientemente bien para dirigir, lo sabía, pero ¿por cuánto tiempo? Su lesión en el brazo había aumentado la velocidad y la intensidad de su debilidad. Si hubiese conseguido entrar en ______ antes, hubiera estado
completamente curado.
—Si los dragones se acercan a unos cien metros del palacio, derribadlos—dijo. Broderick asintió. —Arqueros —llamó—. Preparaos.
Los hombres se arrodillaron y sacaron sus arcos tensos. Esperando.
Esperando. El tiempo pasaba lentamente. Sorprendentemente, Joachim se subió al parapeto y se acercó a Jimin. El hombre cojeaba y sus rasgos estaban contraídos por el dolor, pero se las arregló para mantenerse en pie.
—¿Qué estás haciendo? —exigió Jimin.
—Luchando —respondió con fuerza—Es una guerra, ¿no?
—Todavía tienes que recuperarte.
—Eso no significa que deba permanecer en cama mientras mis hermanos pelean.
Jimin observó la cara de su primo, viendo determinación y necesidad
de hacer las cosas bien. Asintió en señal de aprobación.
—Muy bien. Ocupa tu lugar en la línea de abajo.
Joachim se volvió, dispuesto a hacer lo que le había mandado. Luego se detuvo.
—No me disculparé por retarte —dijo secamente—, pero te diré que respeto tu habilidad y liderazgo.Las palabras eran inesperadas y sorprendentes. Pero, más que eso, fue el tono de su primo lo más inesperado y sorprendente. Había hablado con cariño, como si ellos fueran los niños inseparables que habían sido una vez.
—Gracias —dijo Jimin y le dio una ligera palmada en el hombro.Asumió su posición de batalla frente a la pared, con la vista hacia campo claro que llevaba al palacio. Los dragones se acercaban más. Sus armaduras brillaban a la luz del día. Los árboles se sacudían detrás de ellos y el suelo se alteraba visiblemente. Los coloridos pétalos flotaban desde las flores. Sus manos se curvaron alrededor de la empuñadura de Skull en el momento en el que Darius, el rey de los dragones, asumió la posición de liderazgo. Él también sostenía una espada, una larga y amenazadora arma manchada de carmesí por sus muchas matanzas. Sí, Darius era un asesino letal, un guerrero sin sentimientos ni conciencia, por lo que Jimin sabía.
Un adversario digno, estaba seguro.
Los soldados dragones hicieron una parada abrupta.
—Esperad —les dijo Jimin a sus hombres—. Esperad hasta que dé la
señal —y a los dragones, les dijo—Bienvenidos a mi casa, respiradores de fuego. Entenderéis si no os invito a entrar.
Darius frunció el ceño.
—Sabes muy bien que el palacio me pertenece.
Jimin chasqueó la lengua.
—Si querías quedártelo, deberías haber enviado un batallón más fuerte
para protegerlo.
—¿Qué hiciste con los dragones que había dentro?
—Los encerré lejos, por supuesto. Serán una poderosa herramienta de
negociación.
—Entonces ¿tengo tu palabra de honor de que no los mataste?
—Tienes mi palabra de honor de que no los maté a todos.
Darius asintió, su acción corta.
—Mi esposa me ha pedido que no masacre toda vuestra raza por atreveros a robar lo que es mío. Voy a prestar atención a sus deseos —por ahora— si haces dos cosas que requiero de ti.
—Y ¿cuáles son esas dos cosas?
—Libera a mis hombres y deja el palacio.
Jimin rió.
—Me he encariñado de él. Creo que me quedaré.
—Estás invitando a un guerra, nymph.
Sus ojos se entrecerraron y olvidó toda pretensión de humor.
—Como tú, dragón. —Sí, pero atrajiste la ira de los dioses, porque no sabes qué hacer con los
viajeros de la superficie. Ya has permitido que un macho humano entrara en Atlantis, un humano que capturó nuestra joya de Dunamis.
Jimin encogió los hombros indiferente. La joya estaba mejor en manos humanas. Cuando un Atlante la poseía se convertía en todopoderoso e invencible.
—¿Sabes lo que pasa cuando los humanos descubren Atlantis, Jimin?Ellos se lo cuentan a otros de su especie y pronto los ejércitos humanos marchan por nuestra tierra, tratando de matarnos a todos.
—Debo estar en desacuerdo. A ninguno de mis humanos se les ha permitido volver a la superficie, por lo que son incapaces de guiar a alguien hasta aquí. Están demasiado ocupados en nuestras camas —varios de sus hombres rieron.
—Así que ¿otros humanos han pasado? —Darius gruñó.
—¿No es lo que acabo de decir?
Los ojos del rey dragón brillaron notablemente.
—Dime que los has matado. O dime que al menos les borraste la memoria.
—No hice tal cosa. Ya te lo he dicho, nosotros los metimos en nuestras
camas.
—Realmente no te preocupas por la ira de los Dioses, Jimin.
—Los Dioses se han olvidado de nosotros. Seguramente sabes eso. Ahora, terminemos con esta conversación. Me estoy aburriendo.
El humo salió de las fosas nasales de Darius, la primera señal de que pronto se transformaría en dragón.
—Deseas enfrentar a tu ejército contra el mío, entonces, porque reclamaré el palacio y me haré cargo de los humanos que, de manera imprudente, retienes.
—Inténtalo —dijo Jimin con la mandíbula apretada— y te mataré yo
mismo. El portal y todos que han llegado a través de él me pertenecen. Son míos.
Darius hizo una pausa, como si no hubiera esperado una respuesta tan
contundente.
—¿Por qué quieres estar a cargo del portal tan desesperadamente? No
puedes sobrevivir en la superficie.
Abrió la boca para dar una respuesta impertinente, pero se detuvo. ¿Por qué no decir la verdad?
—No me importa la superficie. Me preocupo por mi pueblo, mi casa —su
voz se alzó con la ferocidad de su convicción—. Los nymphs nunca han poseído una casa propia. Desde los albores de nuestros tiempos hemos viajado de un lugar a otro, viviendo con una raza o con la otra, durmiendo en sus camas, comiendo su comida. Éramos buenos sólo para el placer y la guerra. Nuestras mujeres merecen un hogar propio.
—En cuento a eso… —Darius frunció sus labios en una gradual y arrogante sonrisa—. Tengo a tus mujeres.
La furia crepitaba prendiendo en su interior.
—¿Qué has dicho?
—Venían de camino hacia el palacio y nosotros las capturamos.
—¿Las has lastimado?
—No. Están a salvo.
—Gracias por eso —admitió. Pero lo que Jimin quería en realidad era golpear al rey dragón hasta que su sangre corriera en un río de dolor. Esas mujeres eran su responsabilidad.
—Sé que tus hombres están débiles sin sexo. Y como tengo a las nymphs
hembras, puedo adivinar que muchos de vosotros seréis fáciles de destruir.¿Estás seguro de que quieres la guerra?
—Estamos bastante fuertes, Darius. Te lo dije, los habitantes de la superficie han ocupado nuestras camas.
Darius lanzó otro gruñido, ya no tan satisfecho.
—¿Cómo vamos a hacer esto entonces, para que sea justo?
¿Una lucha justa viniendo de un dragón? Inconcebible. Y sin embargo, si Darius quería jugar sucio lo habría hecho ya, a escondidas por la noche en un ataque sorpresa. No obstante, Jimin no dudó de que Darius tuviera un plan de acción alternativo.
—Sugiero una batalla de habilidades con la espada.
—Muy bien. ¿Nos vemos en el campo de batalla por la mañana?
—¿Por qué esperar? —Jimin no quería a _____ encerrada más tiempo
de lo necesario. Quería esto terminado con la mayor rapidez posible.
—Acepto —Darius sonrió como si hubiera sido su deseo desde el principio, enseñando sus dientes afilados y relucientes. No llevaba armadura, pero no podía llevarla. No, si quería transformarse en un dragón de verdad—El ganador se lleva el palacio y todo lo del interior.
—Acepto.
—Pero, mi Rey —dijo Broderick a su lado, hablando en voz baja,
susurrando—. No ha…
—No te preocupes, amigo mío. Voy a sobrevivir.
Broderick no estaba convencido.
—Al menos ve con _____. Permítele chuparte o que te dé la bienvenida en su cuerpo, pero no vayais sin…
—Silencio —levantó su mano. No tendría su primera vez con ______ para nada más que un revolcón rápido con la intención de fortalecerse. No, su primera vez sería lenta y lo haría tiernamente. Ella estaría loca de deseo por él.Le mostraría el lugar más agradable de su cuerpo y luego se introduciría en
ella—Bajaré en poco tiempo, Darius—le comunicó.
El rey dragón asintió.
Jimin se volvió hacia Broderick y hacia los hombres que ahora lo rodeaban.
—Podría ser una trampa —Joachim apretó la empuñadura de su espada—Una vez que bajes, podrían cercarte y matarte. Eso es lo que yo haría.
—Mantén a los arqueros en su lugar —indicó Jimin—. Si el guerrero dragón intentase algo así, matadlo.
Broderick asintió.
—Hay algo que debo hacer antes de reunirme con los dragones.
Ninguno de sus hombres dijo una palabra mientras los pasaba. Sabían qué era lo que iba a hacer, al menos lo sospechaban. Y tenían parte de razón.
Salió del parapeto y entró en una habitación de una esquina vacía.
Aunque no visitara a _______, tampoco iba a pelear contra el rey dragón sin hacer algo antes. Evocó el rostro pálido de su compañera en su mente, vio sus labios entreabiertos, el deseo en sus aterciopelados ojos marrones. Cuando se imaginaba hundiéndose en su cuerpo, metió la mano dentro del pantalón y se envolvió su polla.Arriba y abajo, se acarició la gruesa y dura longitud.
Casi podía sentir su caliente y mojada estrechez. Casi podía oír sus jadeantes gemidos y ansiosos ronroneos. El aumentaría la velocidad porque ella
estaría loca de necesidad y anhelaría un golpeteo fuerte. Sus testículos la golpearían e incluso eso sería excitante. Tan salvaje. Cuando la escuchara gritar su nombre en el clímax, el rugiría el suyo. Su semilla saldría de él. Y con esa salida vino una ola de fuerza. No era tan intensa como si hubiera estado con ______, pero era suficiente. Se limpió y volvió de nuevo con sus hombres.
—Aquí está tu escudo —dijo Joachim. El cambio en su actitud era notable
y más de lo que Jimin jamás podría esperar—. Skull está dentro.
—¿Necesitais vuestra lanza? —preguntó Shivawn.
Jimin agarró su escudo y echó un vistazo a Darius, que ahora estaba
parado en el centro de un semicírculo, con los dragones franqueándolo. Darius sólo poseía una espada. Como ya habían peleado antes, Jimin sabía que no era la única arma del hombre. Darius usaría sus dientes, sus garras y su fuego, por lo que Jimin necesitaría todas las armas disponibles.
—Sí —dijo—. La lanza. Y necesitaré un medallón de dragón también.
Shivawn reunió todos los elementos y se los entregó.
—Que los dioses estén con usted, mi Rey.
Jimin se colocó el collar alrededor del cuello y golpeó a Shivawn en el
hombro.
—Finalmente tengo algo por lo que vale la pena luchar. No dejaré que el
dragón me aparte de ella.
Broderick arqueó una ceja.
—¿Ella? ¿No estás peleando por el palacio?
—Yo lucho por ______. Lucho por todas nuestras mujeres, nymph y humanas, que podrán tener un hogar.
—La mitad de los hombres deberían bajar contigo —dijo Joachim—Nosotros podemos cerrar el círculo con sus alados.
Asintió.
—Excelente.
Con un grupo de nymphs marchando detrás de él, bajó por la escalera del
borde del muro y pronto estuvo en la puerta.
—Abre —dijo, levantando el collar. Las puertas instantáneamente obedecieron; el espacio entre las piedras blancas se hizo cada vez mayor. Él y sus hombres salieron, sin bajar la guardia. Los dragones se mantuvieron en su lugar, gruñendo. Los nymphs gruñeron en respuesta.
Los ojos de Jimin se fijaron en los de Darius, el único dragón de ojos azules que existía. El rey dragón tenía un rostro severo, áspero y salvaje. De cerca, Jimin podía ver la cicatriz que se reducía en la cara de Darius, cicatriz que él mismo había causado.
—Esto es divertido, en realidad —le dijo Jimin. Darius arqueó las cejas en un saludo amenazante.
— ¿Y eso por qué?
—Tú tomaste una mujer humana como compañera y ahora nos regañas
por hacer lo mismo.
—¿Tú has tomado una compañera? —Darius se echo a reír—. Tus conquistas son legendarias.
—Como lo son mis victorias —dijo con una inclinación de orgullo de su barbilla—. Lucharé hasta la muerte —tu muerte—para mantener a mi mujer a salvo.
Gradualmente, la diversión del dragón se desvaneció y comenzó a mirar a Jimin con algo parecido a la comprensión.
—A pesar de que han estado ausentes durante muchos años, a los dioses
no les puede gustar tales desafíos continuamente. Se me ordenó, hace tiempo, que nunca entrara en la superficie y nunca trajera un humano aquí —arrojó un chorro de fuego—. Me temo que atraerás su ira sobre todos nosotros.
—¿Yo? ¿Y tú?
Jimin saltó hacia delante, la lucha había comenzado. Apuntó con su lanza al centro de Darius y apuñaló.
Darius salió fuera del camino, soltando más fuego en la acción. Jimin rodó lejos del fuego, esquivando apenas las llamas. El olor a pelo quemado llenaba su nariz. Utilizó el impulso de su movimiento para apuñalar nuevamente a Darius. La lanza calló, golpeando aire solamente. Las alas de Darius se expandieron, la longitud del espesor de la membrana opalescente deslizándose hacia arriba y hacia abajo. Jimin se puso en pie. Se movió hacia la derecha, eludiendo otra explosión de fuego, entonces giró sobre sus talones y fingió atacar.
En cambio, giró la espada detrás de él y la lanzó hacia adelante desde el lado opuesto. La punta rozó el muslo de Darius cuando todavía flotaba en el aire.Los otros dragones sisearon pero Darius no mostró ninguna reacción. Simplemente abrió su boca,desatando un terrible infierno. Jimin levantó su escudo justo a tiempo, bloqueándolo. Pero el metal comenzó a quemar su mano. Dio un salto y giró.
Clang.
La vibración del metal contra el metal picaba la herida de su brazo.Se movía con el ímpetu, sin embargo, y retorciéndose, cortó el aire con su lanza forzando a Darius a retroceder. Sin pausa, Darius cargó. Jimin lo bloqueó y se lanzó. Bloqueaba. Apuñalaba.
—Podemos hacer esto todo el día, pero estoy seguro que demostraremos
nuevamente estar empatados —gruñó Darius.Jimin movió su lanza en un ángulo hacia abajo con la esperanza de cortar el otro muslo de Darius. Si pudiese atraparlo, haciéndolo depender únicamente de sus alas, Jimin tendría ventaja.
Pero Darius se movió arriba y abajo rápidamente, colocando la longitud de la lanza debajo de sus pies y partiendo el arma en dos. Inmediatamente Jimin deslizó Skull de la vaina en el interior de su escudo. Avanzó dos pasos corriendo, saltó y cortó hacia abajo. Esta vez, Darius no se movió lo suficientemente rápido y la hoja lo cortó en el brazo. Una vez más los dragones sisearon, y de nuevo Darius no mostró ninguna reacción. Era como si fuera insensible al dolor. Desafortunadamente, Jimin no lo era. El brazo herido le palpitaba y sus piernas estaban cada vez más
inestables. Si la lucha no terminaba pronto…A lo lejos escuchó a sus hombres dándole ánimos.
—Por ______—gritó Broderick—. ______. ______. ______.
Su hermoso rostro apareció en su mente y reunió fuerzas. Fortaleciéndose a sí mismo. Había sido empujado al borde antes. Había habido veces en las que había estado tendido sin comida y sin agua, su gente sin un hogar.
Podía ganar.
Tal vez debería cambiar su estrategia de batalla. En lugar de obligar a Darius a volar, tal vez debería cortar las alas de Darius, tirándolo…
El rey dragón de repente se estrelló contra él, derribándolo y cortando la
armadura de su pecho. Probó la tierra en la boca, sentía rezumar la sangre caliente y pateó hacia atrás. Darius salió por encima de él, llevándose el escudo de Jimin con él. Jimin no se molestó en ponerse de pie esta vez. Divisó a Darius desde el rabillo del ojo y simplemente lanzó su espada. Apuñaló un costado de Darius, entre su brazo y la costilla. Hubo un grito colectivo de los dragones, como si no pudiesen creer lo que había ocurrido. Hubo una ovación de los nymphs. Entonces Darius golpeó la espada con la suya, demostrando que se había deslizado por el aire, no en la carne. Jimin ancló sus pies y se levantó de un salto. Él saltó a su espalda.
Clang.
Rápidamente se giró, balanceándose de nuevo.
Clang.
—¿Vamos a hacer esto todo el día o vas a dejar por fin el palacio? —dijo
Darius, su tono un poco hueco. Habló entre golpes.
Clang.
—Realmente preferiría matarte ahora mismo —contestó Jimin—, si a ti
te da lo mismo.
—Te permitiría quedarte con la mujer —clang.
—¿Y cómo nos protegeremos sin el palacio? —respiró profundamente y
notó el olor a sangre y muerte que de repente cargó el aire.
—Vampiros —dijo un dragón entre dientes.
La palabra resonó entre la multitud. Una maldición para los dragones, una
bendición para los nymphs. Nadie peleaba más ferozmente contra los vampiros que los dragones.
Darius se paralizó. Jimin hizo lo mismo. Pudo ver que los vampiros se
entremezclaron con el contingente de hombres que había enviado a cerrar la parte trasera.
—Me engañaste —gruñó Darius—. Esta no iba a ser una lucha justa,
después de todo. Te atreviste a traer a los vampiros aquí para ayudarte.
—Yo no les pedí que vinieran, pero ciertamente no los enviaré de regreso.
Son mis aliados. Podemos terminar esta pelea aquí y ahora, tú y yo.
—Como si fuese a confiar en que los vampiros no me van a atacar cuando
este distraído. Nos iremos ahora, Jimin, pero no hemos terminado contigo y los tuyos.
Mientras hablaba, los Vampiros vestidos de negro se acercaban. Flotaban en lugar de caminar y estaban lanzando maldiciones a los dragones. Los dragones, a su vez se transformaban en su forma bestial. Alas brotaron de sus espaldas, rasgando cada pieza de sus ropas. Las escamas consumían su piel, de verde y negro amenazante. Colmillos crecieron en lugar de sus dientes. Colas brotaban de su espalda baja.
No se encontraron con los vampiros o los nymphs sin embargo. No, se perdieron en el cielo moviéndose más y más alto, antes de desaparecer de la
línea de visión de Jimin.Ellos regresarían, Jimin lo sabía, y la lucha no sería tan suave como lo
había sido hoy. No sería una batalla entre dos hombres, sería un baño de sangre entre las dos razas.Layel, el rey de los vampiros, y su ejército hicieron una parada abrupta en el campo. Viendo que los dragones habían desaparecido, estallaron en vítores.
—Es bueno verte otra vez, amigo mío —dijo Jimin cuando las ovaciones se calmaron.
—Escuché que los dragones estaban marchando hacia ti y decidí ayudar.–––Jimin le estrechó el hombro. –––
—La última vez que te vi, estabas con la reina demonio —no había perdonado a esas criaturas horribles por lo que habían hecho a su pueblo—¿Todavía estás aliado con ella?–––
Layel sonrió lentamente. Tenía el pelo blanco, aunque no tan pálido como
el de _____. Los ojos de azul hielo, fuertes y de aspecto místico.
—Nunca me he aliado con ella. La use y después la maté.
Jimin devolvió la sonrisa.
—Entonces tú y los tuyos son bienvenidos adentro.
—Mi rey —dijo una mujer vampiro acercándose al lado de Layel. Su pelo tenía el mismo tono pálido que Layel, los mismos ojos azules, excepto que sus rasgos eran más suaves, extrañamente bella. Normalmente Layel no permitía a sus hembras estar cerca de los nymphs.
—Alyssa —reconoció el rey.
—¿Tenemos su permiso para....juguetear?
Su mirada estaba clavada en Shivawn, y había lujuria en sus ojos.
Ah, Jimin pronto comprendió por qué le habían permitido venir.Quería a Shivawn y probablemente había solicitado unirse al ejército sólo para verlo.Layel miró a Jimin. Jimin, por supuesto, asintió dando su permiso.La mujer, Alyssa, sonrió seductoramente y flotó hacia Shivawn.
—Ven —dijo Jimin.Dio media vuelta y se dirigió al palacio, tomo el medallón del dragón debajo de su camisa y la mantuvo en alto así el sensor de la puerta permitiría la entrada. Layel le siguió el paso, dejando a los otros detrás de ellos.
—¿Alguna vez encontraste la Joya de Dunamis? — le preguntó Jimin.
Entraron en la sala principal—. Sé que estás en una cruzada para encontrarla, aunque Darius me dijo que es posesión de un humano ahora.
—Lástima, se escapo de mí. Se escapó de todos nosotros en realidad.
—¿En la superficie, como dijo Darius?
—Sí.
—¿Hay alguna forma de recuperarla?
—Me temo que no.
Tal vez él podría viajar a la superficie y buscarla, pensó Jimin de pronto. Podría ser la mejor manera de proteger a ______. Lo pensaría luego. Por el momento, había un aplazamiento de la batalla. Estaba débil, cansado y necesitaba a su compañera.
—Broderick —llamó—, comprueba que los guardias estén apostados
alrededor de todo el castillo, arriba y abajo, adentro y afuera.
—Mis hombres pueden ayudar —ofreció Layel.
—Son invitados. Vosotros disfrutaréis. Dorian, vela por la comodidad de
nuestros invitados.
Layel arqueó sus cejas.
—¿No te quedas con nosotros?
—No, hay una mujer a la que debo ver.
Su amigo sonrió, aunque la tristeza se aferró a los bordes. Había perdido
su amor años atrás.
—Entiendo. Ve. Sigue tu camino. Vamos a estar bien sin ti.
Jimin no necesitaba más urgencia. Bajó el resto de la sala. Sus manos le
picaban por ______. Finalmente la haría suya.
Completamente.
✎ ✏ ✐ Fin del capítulo.
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│ ✐; Hola! (≧▽≦)
│ ┆ ✐; Adiós! ◉‿◉
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