⓿❾

Capitulo dedicado a :

Taehyung_love1

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Atlantis
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✎ ✏ ✐ Capítulo 9

Jimin pasó la noche entera apostado en la puerta de ________. Ella finalmente lo había obedecido, se había deslizado por fin al sueño.
La chica terca que ella era, había luchado contra él hasta el fin.Estaba consciente de cada uno de sus movimiento. Cada sonido que ella hacía.
Por horas había estado en busca de una salida de la habitación, luego había paseado y había mascullado en voz baja sobre “estúpidos hombres, estúpidas emociones” y “estúpidas ciudades místicas cobrando vida.”

Pero sus pasos fueron a la larga desacelerados, sus maldiciones eventualmente cesaron. Él la había oído ir a la deriva en la inconsciencia con un suspiro suave. Un atisbo rápido había confirmado que ella ciertamente dormía, se tumbó desgarbadamente en el frío, y duro suelo, su pelo derramado alrededor de ella como una cortina nevada.

Él sospechó que ella había evitado la cama a propósito, y él tenía todavía el ceño fruncido por ese hecho.
¿Pensaba que él no la tomaría si no estuviera en una cama? Tonta mujer.

Él la tomaría dondequiera, de cualquier forma que la pudiera tener. Dios, quería tocarla tanto. Sólo un toque... Semejante pensamiento tan embriagador. Seguramente no había nada incorrecto con colocarla en la cama.Él era su hombre, después de todo, y era su deber ocuparse de su comodidad.Él no debería (sabía que no debería) pero se permitió entrar en el cuarto. Apartó el encaje que cubría la entrada. Por mucho que pudiera desear ardientemente el contacto sexual con ella, no la tocaría de esa manera. Esa había sido su promesa a Joachim... y a ______. Y mantendría esa promesa. Dios le ayudara, la mantendría.

Con pasos silenciosos, se movió hacia ella. Ella todavía estaba acostada sobre suelo, sobre su espalda, una mano sobre la cabeza, la otra junto a su oreja.Él aspiró de un tirón. Parecía una diosa de invierno, una ninfa de la nieve, más preciosa que Afrodita misma. Ese pálido cabello encintado alrededor de su delicada figura,las hebras tan sedosas refulgían como si hubieran sido salpicadas de la luz de las estrellas. Sus pestañas eran ligeras, sólo una sombra más oscura que su pelo.Sus labios, esos suaves, exuberantes labios de todos-tus-sueños-hechos-realidad estaban separados, suplicando ser besados.

Resiste, se ordenó a sí mismo.

Resiste su atractivo.

Demasiado tarde.
Ella pronunció un velado suspiro, rico en sueño. Su deseo inagotable clamaba por la vida instantánea, tratándola de alcanzar. Frenético por ella. Él quiso ese suspiro en sus oídos, en su pecho (más abajo todavía) su aliento caliente y acariciante. Si tan sólo ella no diera la apariencia de ser tan suave y vulnerable, tan madura para tomarla... Ella debió ser su máxima satisfacción, su máximo placer....

¡Condenado Joachim al Hades, por querer algo (a alguien) que le
pertenecía a Jimin!

Mientras la maldición hizo eco a través de su mente, él encontró a sus labios elevándose en humor sardónico.
¿Podría culpar al hombre por codiciar un bocado tan encantador como _____?

Hades, ¡sí! decidió él al siguiente instante. Él frunció el ceño. Ella no era importante para ningún hombre salvo para sí mismo, y esos que pensaban otra cosa merecían una muerte dolorosa. Jimin nunca había deseado nada tanto como quería a _______, y no poder tenerla inmediatamente era... difícil. Duro–literalmente. Inclinándose, él la recogió en sus brazos. Ella era tan ligera como recordaba.

Tan suave.....Tan caliente....

Tan preciosa.

—Te tendré a pesar de todo, —le dijo a ella—. No digas nada si estás de acuerdo conmigo.

Por supuesto que ella no replico.Él sonreía abiertamente, su humor restaurado, mientras la llevaba a la cama. Amablemente la colocó en el colchón, sus brazos ya protestando por su pérdida. Él le quitó las sandalias y arrastró sus dedos sobre los dedos de sus pies color coral. Mientras se enderezaba, le alisó el pelo de la cara y celebró la sensación de su piel gloriosa. Tan fría como ella se veía, ella era sorprendentemente, maravillosamente caliente.

—Sueña conmigo, luna, ―le susurró.
La punta rosada de su lengua emergió y lamió sus labios. Una oleada de deseo barrió a través de él mientras se imaginaba encontrando su lengua con la suya. Retorciéndose. Batiéndose en duelo. Probando...Chupando.—Soñaré contigo, no tengo duda.—Demorándose un momento más, él
arrastró la punta de su dedo sobre la unión de sus labios. Ella suspiro sutilmente otra vez. Su estómago se apretó con fuerza; Cada músculo en su cuerpo endurecido.No podía apartar la vista de ella, pero supo que tenía que dejarla pronto, o no podría hacerlo para nada. Mientras más tiempo se quedara, más se resbalaría su control. Ya se aferraba precariamente a un sentido del honor que no estaba seguro de poseer más ya. Un sentido de honor que verdaderamente despreciaba por primera vez en su existencia.

Una mirada en ______ y ella era todo en lo que él pensaba, todo lo que deseaba ardientemente, buscaba....necesitaba.

¡Sal! Ahora.

Lentamente, tan despacio, él retrocedió fuera del alojamiento. Su mirada permaneció en su forma divina por tanto tiempo como fue posible. Cuando el encaje finalmente bloqueó su paisaje, sus manos se apretaron en puños. Él apoyó su frente contra la pared fría.

Tengo que conquistarla. No puedo dejar que otro la tenga.

Enderezándose, caminó de arriba abajo a lo largo de la antecámara, esquivando alrededor sillas y armaduras. Las suelas gruesas de sus botas aporreaban contra el piso de ónix. Por primera vez en semanas, ningún miembro de su ejército se había acercado a él durante estas horas del crepúsculo. Estaban encerrados en sus cuartos —o en los vestíbulos más allá—flotando en las nubes de éxtasis que encontraban sólo en los dulces brazos de una mujer.

Aún Joachim se había mantenido alejado. Jimin le pidió a su primo que se volviese tan enamorado de sus amantes actuales que él se olvidó completamente de ______. Si no...Bueno, Jimin apenas tenía que pensar en algo que Joachim encontrara irresistible.Algo que él colocara por encima de la importancia de una compañera de cama.

¿Qué?

Joachim era un buen hombre (a veces), un guerrero fuerte, con un (ligeramente) corazón leal. ¿Cuáles eran las debilidades del hombre? ¿Las mujeres? Más allá de toda duda. Las mujeres eran la debilidad de todas las ninfas. ¿El poder? Definitivamente ¿Las armas? Más seguramente. Joachim los coleccionaba. De cada guerrero que él había matado o había superado, él había tomado sus armas y las había colgado en la pared de su dormitorio.La mirada de Jimin se desvió a su propia espada, descansando contra un pectoral de ónix. La Skull3.
Grande, afilada. Letal. Una de las espadas más finas alguna vez hechas. No, lo más fina alguna vez hecha. Elaborada por Hefesto, el herrero de los dioses. El arma había matado a muchos de sus enemigos, cortándoles con lesiones irreparables. Era única en su género. Su retorcida forma y la punta de calavera alargada fueron envidiadas por cada soldado que la espió.

Él odiaba prescindir de ella, pero su compañera tenía mucha más importancia para él. Aún una compañera que no quería tener nada que ver con él.

¿La aceptaría Joachim?

Él suspiró, la respuesta permaneciendo un misterio. Tanto misterio como por cómo ganar el bien resguardado corazón de______.

¿Joyas? ¿Ropa bonita?

Si él pensara, aún por un momento, que ella apreciaba esas cosas, la levantaría en ese mismo segundo y la llevaría a la Ciudad Exterior. Le compraría todo lo que ella deseara. Pero hasta ahora ella no había parecido impresionada por su riqueza, queriendo sólo regresar a casa.

¿Tenía ella enemigos que necesitara matar violentamente?

Si fuera así, él gustosamente pondría sus cuerpos sin vida a sus pies. Él empujó una mano a través de su pelo. La incertidumbre por una hembra era extraña, horrible, desafiante y excitante. Ganarla —derrotando a Joachim y superando la propia
resistencia de _______— avivaba sus instintos guerreros más profundos. Él gustosamente se presentaría al Hades con su alma y viviría para siempre condenado, sólo por estar con ______.

—Ella será mía, —juró a los cielos—. Ella será mía.

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Hilos de luz fluyeron de la cúpula de cristal arriba, iluminando gradualmente el cuarto. Fragmentos de diversos colores se dispararon en cada dirección, un rocío precioso de arco iris. Azules, rosados, púrpuras, verdes.______ arrancó su mirada cansada de ellos y se quedó con la mirada fija directamente hacia arriba... jadeó. El cielo raso por encima de ella estaba compuesto de vidrio, no cristal, y ella recibió una vista completa de su reflejo.
Ella estaba extendida encima de una cama de sabanas de seda roja, su pálido pelo y piel un contraste sorprendente. Sus ojos estaban entrecerrados,pesados y soñolientos, con oscuros círculos debajo de ellos.Uno de sus brazos descansaba en su costado; El otro estaba levantado y doblado en su sien.Todavía llevaba puesto su sostén de concha marina y su falda de hierba, podía haber sido sacada directamente de las páginas de revista Beach Bunny. Se veía lista y ansiosa por un hombre.No simplemente cualquier hombre, sin embargo...

Ella tragó y rodó a su costado. No debería estar sobre esta cama, pensó, recordando ¿La puso allí? Tan... tan...cálmate. No hay nada que puedas hacer acerca de eso ahora.Al menos no la había despertado y había intentado seducirla. No es que ella hubiera tenido la fuerza para enviarlo de esa manera.

No la noche anterior.

No después de las cosas que le había dicho.

Ella no había tenido la intención de quedarse dormida, maldita sea.Debería haber ido en busca de una salida, no soñar con su sexy captor. Con sus manos sobre ella, trazando el arco y los planos de sus labios, abrazándola a su pecho. Acariciándola mucho. Su mirada fija se estrechó en la puerta.

¿Había entrado Jimin sin su conocimiento? ¿La había cargado él a la cama? ¿La había visto a así?

—Hombre diabólico, —masculló. Sorprendentemente, no estaba rígida o lastimada mientras se estiraba.Bostezó y se quitó las legañas de los ojos, entonces escudriñó la habitación, esperando que la salida se revelara a sí misma a la luz del día. La piscina para bañarse todavía humeaba con agua caliente, como un manantial natural. La tela todavía cubría las ventanas. Las columnas todavía se elevaban a la altura del cielo raso con majestad romana. Excepto por la entrada cubierta con encaje, sin salida que mágicamente se presentara.

Tengo que salir aquí, pensó ella, con repentina urgencia antes de que él venga a llevarme. Él. Jimin. Inesperada, su imagen se elevó en su mente. Fuerte,orgulloso. Sexual. Un hedonista al extremo, con piel que se veía como crema oscura, lamible, el pelo tan radiante como el oro trenzado, y los ojos... Dios mío, sus ojos.
Ellos la llamaban. Embromaban. Prometían. Su iris turquesa eran tan hipnóticos como un turbulento océano y justo tan profundo. Esas pestañas largas, oscuras actuaban como el marco perfecto, el contraste perfecto.

¿Qué estás haciendo tú soñando con él? ¡Tonta! Es hora de irse.

Combatiendo una racha de deseo, ella se movió pesadamente sobre sus pies —y se tropezó sobre sus sandalias. Así que... le había quitado los zapatos. Ella debería estar agradecida que fuera todo lo que le había quitado.______ usó el sorprendentemente moderno cuarto de baño y se lavó la cara, esperando que el agua también limpiase sus sentimientos no deseados.

Entonces caminó alrededor del cuarto, viendo todo lo que había visto la noche anterior —una prisión.Puede que no hubiese una salida secreta, pensó ella entonces, pero había una salida. La puerta principal.

¿Estaba Jimin todavía protegiéndola?

Tan quedamente como era posible, se dirigió de puntillas hacia la tela. Mientras más cerca llegaba, más fuerte se volvió el olor masculino de Jimin, una mezcla intoxicante de hombre despierto y guerrero decidido. Su piel hormigueó con deleite. Intentó taparse la nariz, para combatir el atractivo del perfume y el desfalleciente efecto que tenía en ella.

Una vez en la entrada, agarró el material y lo hizo avanzar poco a poco hacia un lado. Todo el tiempo, su corazón golpeteó un ritmo de staccato. Da-dum, da-dum, da-dum.

¿Estaría allí, despierto y esperando? ¿O agradecidamente, cayó dichosamente, dormido?

—Buenos días, ______.
Ella jadeó.Jimin estaba justo enfrente de ella, los brazos atravesaban su pecho macizo, sus piernas afirmadas aparte. Sus miradas se unieron, impactando. Su corazón traidor perdió su ritmo y se saltó un latido. Él se veía tan increíblemente apetitoso como antes. Sin camisa. Su cuerpo amarrado con los abdominales más apretados que ella alguna vez hubiera visto. El pelo dorado cayéndole sobre la frente y los hombros.

Ella se lamió los labios.
—¿Qué estás haciendo aquí?

Su mirada azul se arrastró sobre ella, arrancando las conchas, separando la hierba.
—Esperándote, por supuesto.

Un temblor viajó a lo largo de su columna vertebral. Oh, su voz.
¿Cómo podría olvidar ella esa voz de sin-tomar-prisioneros? Tentación pura.

Absoluta decadencia.

Mentalmente reforzó las paredes heladas alrededor de ella. Él es un lascivo secuestrador. Peligroso en todos los aspectos.Sí, había querido arrojarse a él anoche. Ahora, a la luz del día, se dijo que había sido un momento de juicio deteriorado. Un momento de agotamiento y locura.

—¿Soñaste conmigo?—le preguntó.

—Sí, —admitió a regañadientes. Ella lo hizo. Había soñado con sus manos acariciándola, su boca devorándola. Sus labios exuberantes avanzaron lentamente en una sonrisa sorprendida pero complacida.

—Estabas desnudo, —le dijo ella.Su sonrisa abierta se extendió; Sus ojos brillaron con satisfacción. —Y atado...

Él arqueó sus cejas en orgullosa expectación.
—No sabías que la idea de la esclavitud te complacería.

—Oh, amo la idea de atarte. —Hizo una pausa dramáticamente—. Algo así como en mi sueño, serás amarrado a un hormiguero y esas cosas pequeñas te comerán vivo.

Su sonrisa abierta se desvaneció completamente, pero el destello en sus ojos no disminuyó.
—Mujer cruel. —Él sostuvo su hombro en la pared al lado, en una pose de carnal relajación. Húndete en mis brazos, proclamaba su postura. Te atraparé—También soñé contigo. Desnuda.

Repentinamente aturdida, ella retrocedió un paso. Él no mostró misericordia, y dio un paso hacia ella.
—Estabas extendida para mi disfrute. —Sus ojos tenían los párpados pesados ahora, malvados. Determinados. —Y disfrutaste de lo que te hice. Dos veces.

Ella dejó caer la cortina en su sitio, cortando al sexy hombre de su vista. Respira, ella tenía que respirar. El oxígeno que que logró aspirar le quemó la garganta, chamuscó sus pulmones. Solo había tenido que hablar, y sus palabras comenzaron a pintar un cuadro en su mente. Un cuadro terriblemente hermoso. Su rica risa ahogada flotó a través de la pequeña distancia.
—Cámbiate, —le dijo—. Las conchas parecen... incómodas.

Esa no había sido la palabra que él había querido decir, ella lo sabía. Había habido una malvada inflexión en su voz, como si él hubiera tenido la intención de decir “fácilmente removibles” o “exquisitas.”

—¿Entonces, te cambiaras?

—Infiernos, sí. ¿Me llevarás hoy a casa?—Su voz tembló.

—Estás en casa.

Ella lo hechó fuera, tomando un poco de satisfacción por la acción, si bien él no lo podría verlo. Entonces, sin nada más que hacer, caminó pesadamente hacia el armario. Ella solo le había echado un superficial vistazo a los vestidos en su interior la noche anterior. Los vestidos femeninos abundaban, un mar de colores y sedas. Eran largos y fluidos, apenas eran bufandas sujetadas juntas por pura suerte. Una en particular atrajo y retuvo su atención. Tenía un drapeado de marfil, entrelazado con oro.
Ambos el dobladillo y la abertura en la pierna estaban trenzados con hojas de ámbar y flores de esmeralda. Las joyas centellearon de la "v" profunda en el corpiño.

—Una vez que te hayas bañado y vestido, ______, desayunaremos.

Ella bufó.
—No me bañaré hasta que haya un cerrojo en la puerta.
—Un cerrojo no me detendría de entrar si quisiera entrar.

Él tenía razón, ella comprendió con frustración.
—Te sentirás mejor después de un baño.

—Me sentiré mejor una vez que este en casa, —le dijo misteriosamente.

—¿Debo decir lo obvio? —suspiró él—¿Otra vez?

Sus dientes rechinaron juntos, causando que le doliera la mandíbula.
—¿Qué hay sobre ese guerrero? ¿Joachim?

—Trataremos con él cuando se despierte.

Las palabras gruñeron desde abajo en el pecho de Jimin.Sus dedos apretados sobre la tela de marfil; Estaba fría y suave contra las puntas de sus dedos.

No pienses en Joachim. Tú sola volverás a entrar en pánico. Los vestidos, ella pensaría en los vestidos.

Otra vez, su mirada se deslizó en el mismo que sujetaba. Ella nunca había llevado nada tan femenino. Nunca poseyó nada tan femenino, ni remotamente parecido a esto. Este era algo que una antigua reina griega o romana hubiera llevado puesto. Delicioso y exquisito. Ninguna puntada fuera de sitio o un desperfecto a la vista.

—¿De quién es este cuarto? —preguntó ella.Jimin había dicho que era de él... ¿O no lo era? Pero seguramente él no poseía tantos vestidos.

—El cuarto es mío, —fue su respuesta.Ella miró hacia la puerta.Su silueta se paseaba de acá para allá, una cuchillada grande de negro. Un fantasma.

—¿Usas a menudo la ropa de las mujeres, Jimin?

—¡Dios, no!

Ella sonrió abiertamente ante la afrenta en su voz.
—¿Entonces por qué tienes todos estos vestidos? —La respuesta se estrelló contra ella, y perdió su sonrisa abierta. Eran para sus mujeres. Sus conquistas- demasiado-numerosas-para-contarlas.

—______, —dijo él cautelosamente. Ponerse los vestidos debía implicar que ella era una de sus mujeres.

—No te pertenezco, y no me vestiré como si lo hiciera. —Ella le volvió la
espalda al armario, de la seda preciosa de marfil que tanto quería deslizar sobre su cabeza. Sufría en sus conchas y la falda de hierba, —muchas gracias—lo prefería que proclamarse amante de Jimin. Aun en tan pequeña forma.Concesiones diminutas como aquélla podrían abrir la puerta a otras, más grandes. Como entregarse a su experto contacto.

—Podríamos negociar, —la aduló él.¿Qué había con el hombre y su regateo?

—Si me pongo uno de los vestidos y tú harás... ¿qué?

—¿Besarte?

Ella tragó saliva y tuvo que poner en blanco su mente contra las imágenes apasionadas que intentaban abrirse paso a la fuerza dentro.
—Tú en realidad necesitas trabajar en tus habilidades de regateo. Son
tontas. —¿Había temblado su voz?

—Me gustaría, —masculló él—. Saborearte, eso es.

Sus mejillas se fundieron con calor, y un pequeño temblor se movió sobre ella.
—No quiero tus besos. —Allí. Finalmente, por fin, supo que había sonado convencida.

—Una protesta falsa, si alguna vez he oído una.

—¡Ofrece alguna otra cosa! —demandó ella, antes de que lo echara a patadas de la habitación y le diera de bofetadas.

—¿Como qué? Y sin mencionar llevarte a la superficie, pues tú sabes que no haré negociaciones en ese punto.

—No sé ni por qué hablo contigo. —Ella dejó escapar un caliente suspiro—Terco, eso es lo que eres.

—No te cambies si ese es tu deseo. No te estoy forzando, Luna. Me gusta ver tu piel. La veo, y me imagino lamiéndola.

Está b... bien. Entonces. Ella no podía permanecer vestida con las conchas
y cubierta de hierba, después de todo. Temblando, con lava derretida corriendo a través de sus venas, contempló alrededor del cuarto. El cuarto de Jimin, había dicho él. Ella
recordó ver ropa de hombre cuando había registrado el lugar la noche anterior.

Dónde... dónde... ¡El tocador!

Ella sonrió mientras corría velozmente a la enorme belleza de mármol, intrincadamente esculpida. Los cajones se deslizaron fácilmente afuera. En el interior de la de arriba estaban apiladas una sobre otra las camisas. Eran enormes y nadaría en ella, pero al menos cubriría su (aparentemente lamible) piel.Con una mirada rápida a la entrada, arrancó de un tirón las odiosas conchas y las arrojó con alivio al suelo. Ella sacó una camisa, y el material negro, untuosamente suave la hizo suspirar de deleite. El segundo cajón contenía pantalones, todo de piel, todo negro. El hecho de que estaban doblados
tan pulcramente la golpeó como...extraño. Doméstico.

Estos nimphs eran cualquier cosa excepto hogareños. Ella no habría dudado de que las mujeres que había visto dejar el cuarto anoche eran las responsables. Cuidando de todas las necesidades de Jimin, incluso de su
lavandería.Una chispa de celos ardió dentro de ella.
—No, eso no es cierto. No estoy celosa—masculló en un intento fútil para convencerse. Con movimientos cortos, desenrolló la hierba de su cintura, dejándola caer sobre el suelo, entonces se arrastró en los pantalones. Ella tenía largas piernas,pero aun así el material la dejaba como una enana. Tuvo que volver el dobladillo repetidas veces y anudar la cintura con una bufanda de uno de los vestidos en el armario.
Ella se puso rápidamente sus sandalias. No había espejos (a menos que ella contara los que estaban por encima de la cama), así es que tuvo que adivinar cómo se veía.

Ridícula, ella estaba segura.

Desaliñada. Y eso, para su forma de pensar, era perfecto. Ella quería que ese tipo demasiado intenso Joachim la encontrara completamente poco
atractiva. Jimin, también, se recordó a sí misma. Mientras estaba allí, decidiendo qué hacer después, el perfume masculino de Jimin flotó a ella, llenando las ventanas de la nariz. Fuerte, especiado. Tan excitante que sus pezones se endurecieron, erosionando la camisa que ella ahora llevaba puesta.

¿Por qué le estaba oliendo? No estaba al lado de la puerta, no estaba siquiera cerca.

Ella se giró y dio la vuelta, sólo para comprender entonces que la fragancia intoxicante emanaba de la ropa. Sus ojos se ampliaron. ¡Ropas miserable! Ropa maravillosa. ¿La había llevado puesta él? ¿Habían tocado su cuerpo? Un dolor latió entre sus piernas.

Ella nunca había sido una criatura sexual, y estas sensaciones nuevas,continuas la estremecieron.

¿Cuánto tiempo podría negarlas?
¿Cuánto tiempo podría resistir?

Ella se lo había preguntado antes, pero la respuesta repentinamente pareció inminente. Casi se arrancó la camisa y los pantalones. Ella gimió, el sonido rudo y necesitado.
—¿Qué estás haciendo allí dentro? —preguntó Jimin, su voz apremiante, atraída.

¿Sabía él que ella estaba excitada?

No podía saberlo. Por favor, que él no sepa.
—Solo… tengo hambre.

Por varios segundos él no habló. Ella usó el tiempo para apaciguarse, recitando ecuaciones de matemáticas en su mente. Si él supiera simplemente lo vulnerable que ella era a él, la atacaría sin piedad.

—Ven, Luna, —dijo él uniformemente—Te alimentaré.

Ella tragó más allá del nudo repentino en su garganta. Desayunaría con él porque necesitaba salir de este cuarto y necesitaba mantener su fuerza. Entonces podría librarse de él y podría buscar en el palacio por una salida. Un camino a casa. Ella no podía quedarse aquí. No podía quedarse con este potente hombre un momento más del necesario.

—Terminemos con esto, —masculló.

✎ ✏ ✐ Fin del capítulo

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│ ✐; Hola! ¿Hoy es domingo? Mañana se casa Juan Perindingo ¿Quién es la madrina? Juana Catalina ¿Quién es el padrino? Juan Simón, el que hable primero se traga un.... ┬─┬ノ( º _ ºノ)

Pero qué carajo estoy escribiendo?....

Ok mejor olvidemos eso.

│ ┆ ✐; ¿Les va gustando el desarrollo de la historia? Dando nuevamente mi opinión personal que nadie pidió sigo creyendo que la interacción entre éstos dos es demasiado divertida.
Es una especie de amor odio dónde siempre tocan lo sano.

Uff me encanta.

Cómo esta parte por ejemplo :

—Te tendré a pesar de todo, —le dijo a ella—. No digas nada si estás de acuerdo conmigo.

Y ella estaba durmiendo obviamente no le va a responder nada ಠ◡ಠ...que gracioso nos salió.

:'D

En fin recuerden votar y comentar si quieren un saludo o dedicatoria en los próximos capítulos también déjenme un comentario si Valerian o Shaye aparecen en escena para poder corregirlo.

Eso es todo por hoy
┻┻︵ヽ('Д´)ノ︵┻┻

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Nos vemos el próximo viernes y fin de semana ヘ( ̄ω ̄ヘ)

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