⓿❽

Capitulo dedicado a :

FlorCampos598

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Atlantis
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✎ ✏ ✐ Capítulo 8

El corazón de _______ tronaba en su pecho, golpeando tan fuerte que temía que sus costillas se quebraran; sus oídos zumbaban alto, y ella los cubrió con sus manos para bloquear el horrible ruido. Se hundió sobre el borde de una decadente cama hecha-para-el-sexo de seda y terciopelo rojo. Sin atreverse a respirar, miró hacía el transparente y blanco encaje que reemplazaba a la puerta.

Permaneció en esa exacta posición por más de una hora, temerosa y, maldición, anticipando que Jimin la siguiera dentro de la habitación. Esa mirada en sus ojos cuando ella lo dejó… ella nunca se había encontrado con algo tan ardiente. Tan abrasador. Si ella hubiera alargado su mano, el calor de su mirada le habría quemado la piel.

Tragó saliva. Viéndolo así, sintió como si hubiera viajado demasiado cerca del sol, lista para arder en llamas en cualquier momento. Una parte de ella había deseado arder. En la Tierra, o mejor dicho en la superficie, no tenía que preocuparse sobre ese tipo de cosas. El deseo, menos mal, no era parte de su vida. Sus empleados eran mujeres; ella había mantenido intencionadamente la oficina libre de
testosterona para evitar las tentaciones.

—Relaciones —murmuró—Ugh. —No era como que no había visto a su madre devorar hombres como caramelos o que ella había sido testigo de su padre abriéndose paso a través de mujeres como si fuera un defensor de línea1. No eran los padrastros que habían intentado escabullirse dentro de su habitación, forzándola a esconderse en esquinas oscuras para poder dormir un poco. No eran ni siquiera los encantadoramente astutos hombres con quienes se había citado por un breve y curioso período de su vida. Era el miedo de que ella pudiera resultar como ellos, una esclava de sus propios deseos. Una tonta por amor. Aceptando cualquier basura que el objeto de su fascinación dijera.

______ suspiró.
Seguramente, ella había tenido más aventura en las últimas horas de las que había tenido en toda su vida. No había vivido un momento de soledad, no había tenido que pretender que todo estaba bien. Pero allá arriba, los hombres que ella empujaba lejos se mantenían alejados. Si alguien le pedía salir y ella le decía que no, la dejaba sola. La mayoría no quería nada que ver con ella, para ser honestos, la encontraban demasiado..quisquillosa. Demasiado fría.

Jimin no.

Parecía que no podía deshacerse de él.

Descansó su cabeza contra el pilar de la cama, el que estaba intrincadamente tallado con retozantes dragones y desnudas mujeres. Hasta ahora Jimin había probado él mismo ser un hombre de palabra y no había entrado. Ni siquiera le había echado una mirada a través del ligero encaje. Sin embargo, sabía que estaba parado en guardia justo más allá de la cortina. Lo oía cambiar de un pie a otro.

Tengo que escapar antes de mañana.

—No soy un trofeo —murmuró—. No soy un premio para Jimin y su Escuadrón del Sexo por el cual pelear.

—Sí, lo eres —dijo el hombre de la hora.

El sonido de su ronca y sexy voz le dio a ella una sacudida de puro placer. Hizo que su corazón se salteara un latido y el calor se deslizó por toda su piel. Saltó sobre sus pies, su mirada escudriñando la habitación por una salida. Todo lo que vio fue una larga tina que estaba llena con agua caliente. Espirales de vapor se curvaban hacia el abovedado cielo raso de cristal, el que dejaba a la vista el ahora turbulento océano encima. Olas se revolvían y giraban, dejando vestigios de espuma detrás. Ninguna excitada sirena a la vista, gracias a Dios.

Sotanas multicolores,¿togas?,colgaban en el armario. La habitación se veía como si hubiera sido sacada del escenario de una película. Una pieza de época con una pizca de modernidad. Sofisticado, caro e irreal. Mientras que el tocador estaba hecho de marfil, la silla frente a este estaba compuesta de diamantes, el cojín forrado con sedas de vívidos violetas desde el más pálido lila hasta el más oscuro amatista. Fiel a la palabra de Jimin, no había ninguna otra entrada.

Ninguna otra… ¡espera!

Mordiendo su labio con la fuerza de la excitación, ella corrió hacia un velo lavanda colgado sobre la pared lejana y lo apartó a un lado.La visión que la recibió no era lo que esperaba, pero la hizo jadear igualmente. Sus ojos se abrieron de par en par.

—Querido Dios.

—Magnifico ¿No es cierto? —Jimin dijo a través de la cortina, como si pudiera ver por los ojos de ella. El orgullo emanaba de sus palabras—Nosotros la llamamos la Ciudad Exterior.

Ella se paró enfrente a una pared de ventanas. Una exuberante y verde vista la recibió. Gruesos, árboles besados con rocío, algunos tan brillantes como esmeraldas, otros tan blancos como nieve, circundaban el paisaje. Claras cataratas caían en ríos prístinos. Pájaros del color del arco iris volaban por encima de la cabeza. En el corazón de todo ello había una atestada, palpitando-con-vida, ciudad. Edificios de piedra y madera creaban un laberinto de sinuosas calles. Rayos de luz emanaban de la cúpula de arriba, tenue y oscuro, como el crepúsculo da paso a la noche. Luz proveniente de un cristal en lugar del sol, _____ meditó.

Ella habría amado visitar, estar parada en el medio de esa espectacular hermosura y simplemente disfrutarla.
—Estoy tan cerca como alguna vez estaré del cielo —ella susurró. Miró abajo a los acantilados, sorprendida por las criaturas que repentinamente notó. Está bien, tal vez no el cielo. Había hombres con cabeza de toro, mujeres con cuerpo de caballo, leones con alas, y…..
—¡Santa mierda! —Ella se cubrió la boca con su mano, en shock por lo que vio.

Una profunda y ronca risa le dio la bienvenida a sus oídos.
—Debemos trabajar en tu lenguaje,______.

El sonido de esa risa la bañó eróticamente. El sonido de su nombre en sus labios, sin embargo, probó ser más estimulante.

Se desagradable. Haz que le desagrades.

Un latido de tiempo pasó, y ella no dijo nada.

No quiero ser desagradable, una parte de ella gimoteó.

Rechinó sus dientes. ¡Sólo hazlo!

—Bien… podrías explotarme,Jimin.

—Gracias. Lo haré.

Ella sacudió su cabeza con frustración. El hombre simplemente no se tomaba el insulto con la intención que tenía. Una horda de harpías, la verdadera cosa que la había sacudido un momento atrás, levantó vuelo, sus enormes pechos meneándose mientras ascendían por el aire. Largas y afiladas garras se desplegaban en sus manos y pies. Sus rostros eran espantosos con narices picudas y malvados ojos negros.

—No había necesidad de que viajaras a la playa, Jimin —ella dijo, intentándolo de nuevo—. Tu compañera perfecta estuvo justo aquí, en tu propia ciudad en todo momento.

—Sólo tu funcionarías, amor.

Su estómago se puso en tensión ante sus palabras. Forzándose en alejar su atención de la fantástica metrópolis, ella estudió las ventanas. Estaban hechas del mismo cristal que la cúpula, solo que más liso, sin grietas y ninguna veta.

Traducción: no había manera de abrirlas.

Golpeó un pie. Y qué si no podía escalar las paredes de afuera. Y qué si estaba demasiado alto, y caer hasta su muerte era la salida más probable. Una chica necesitaba opciones.

—Quizás debas usar este tiempo para llegar a un acuerdo con tu destino
en lugar de buscar una manera de escapar —sugirió Jimin desde su sitio.

—Quizás debas callarte.

Otra ronca risa retumbó de él, y ella frunció el ceño ante la oscura y adictiva sensualidad de esta. Era más potente esta vez. Seduciendo. Silenciosamente suplicándole que se le uniera en su diversión.

—¿Por qué encuentras mis insultos tan cómicos? —La mayoría de la gente corría tan rápido como podía para escapar de ella.

—Realmente no querías decir lo que dijiste —él explicó pacientemente—.
Sospecho que quieres justo lo contrario, de hecho.

Un estremecimiento se movió a través de ella. Susto, sí. Más que nunca antes. Temor, ciertamente. Nadie, ni siquiera su familia, había sospechado alguna vez la verdad. Ella no disfrutaba hiriendo a la gente; simplemente no era lo bastante valiente para arriesgarse a hacer un amigo.

¿Cómo lo sabía él?

Ella aclaró su garganta, esforzándose por lograr un tono duro.
—No me conoces lo bastante bien para juzgar lo que quiero decir y lo que no.

—Pero me gustaría.

Al tiempo que él habló, su rostro se deslizó ante su mente. Perfecta masculinidad, ruda e indómita. Si ella se atreviera a tocarlo, su cabello sería suave como la seda y sus hebras oscuras le harían cosquillas en sus palmas. Lo sabía.

—¿Me permitirás conocerte, _____? —preguntó suavemente.

Ella podía imaginar el sombreado contorno de su cuerpo, justo detrás de la entrada. Ella observó a sus fuertes dedos deslizarse por el encaje que los separaba.

¿Estaba él imaginado que la tela era su cuerpo?

Imaginando las puntas de sus dedos rodeando sus pezones, bajando por su estomago, pasando sus bragas y… Un escalofrío la recorrió, y frunció el ceño. Este tipo de reacción era inaceptable.

—No —ella dijo. —No habrá ningún llegar a conocernos—....Ya lo deseaba.
¿Qué ocurriría si realmente ella aprendía lo que lo hacía enfurecer?

Ella valoraba su independencia, su soledad, y estando con un nymph le quitaría esas cosas capa por preciosa capa. Tantas veces ahora, ella había visto mujeres convertirse en estúpidas alrededor de ellos, olvidando todo excepto el sexo. ______ se rehusaba a permitir que el mismo destino le ocurriera a ella.

—Necesito algo de ti, pequeña ______, y estoy esperando tratar contigo.
Intercambiar. — dijo Jimin, interrumpiendo los pensamientos de ella—Negociar.

Sus ojos se entrecerraron sobre su larga silueta.
—¿Por qué, exactamente?

—Estaré en silencio por el resto de la noche si acuerdas darme tus afectos.

Ella bufó.
—No vas a obtener mis afectos.

—Cumplidos, entonces. ¿Me darás cumplidos?

—No. Absolutamente no.

Él suspiró con pena.
—¿No me darás algo?

—Te estoy dando problemas, ¿o no es así?

Él se detuvo, riéndose entre dientes.
—Así es.

Deja de hablar con él y encuentra una manera de salir de aquí, su mente gritó.

Con pasos rápidos se aproximó a la lejana pared con joyas incrustadas. En el salón y área del comedor, las paredes habían estado desnudas, como si alguien hubiera robado las gemas. Aquí, la riqueza abundaba. Tal vez… Ella se iluminó.

Tal vez una de las joyas era realmente un pestillo que abriría una puerta a algún tipo de corredor.

—Deseo convertirme en tu esclavo,______. Quiero satisfacerte en cada deseo tuyo, velar por cada placer tuyo. —La voz de Jimin era suave, hipnótica—. ¿No deseas esas cosas para mí?

Ella luchó por endurecerse contra él, por retener la pared de hielo alrededor de sus emociones. Si ella alguna vez decidía, Dios no lo permita, entrar en una relación, no sería con un nymph (también conocido como prostituto). No importaba cuán irresistible.______ se conocía lo suficientemente bien para saber que ella despreciaba compartir. Había compartido a sus padres con sus siempre-cambiantes amantes. Había compartido su infancia con, algunas veces, hermanastras y hermanastros crueles y raramente amorosos y con la soledad y la decepción.

Si alguna vez se entregaba a alguien, sería a un hombre que la quisiera a ella y sólo a ella. Un hombre que diera su vida por hacerla feliz. Ella,a cambio, haría lo mismo. ¿Estaba pidiendo y ofreciendo demasiado?

Absolutamente.

Pero era lo que ella quería, y no se conformaría con menos, incluso aunque sabía que era un sueño imposible. Quizás eso era porque ella lo quería en primer lugar. Si no lo podía tener, no tenía que preocuparse porque le rompieran el corazón.
Jimin dio una buena charla y Dios sabía que él probablemente podía pasear un delicioso, estremecedor mental, paseo por todo su cuerpo, pero él haría lo mismo con todas y cada una de las mujeres que capturara su capricho.

Él quería “el ahora” de ella, un momentáneo coqueteo, ninguna atadura después.

No, gracias.

Ella podía haber tenido eso en la superficie.

Silenciosamente, trabajó en la habitación por dos horas, sintiendo cada parte de la pared y el suelo que pudo alcanzar. Para su inmensa decepción, frustración y furia, no encontró ningún pestillo escondido. Estaba atrapada aquí. Si estuviera en casa, estaría tranquilamente metida en la cama ahora mismo. Sola.

Y solitaria, su mente chilló.

—Cállate, tú, estúpido cerebro —murmuró. Solitaria estaba bien.Además, ella tenía una vida plena. Se despertaría en la mañana, tomaría un café con su asistente y discutiría los eventos de día. Habría presentado una nueva idea para una nueva tarjeta, probablemente algo en la línea de las Felicitaciones por tu nuevo ascenso. Antes de que te vayas,¿te importaría sacar el cuchillo de mi espalda? Probablemente lo necesitarás de nuevo. Su asistente se habría reído, el resto del equipo se habría reído y ella se habría sentido como una inteligente y apreciada persona.

No como una confusa y excitada adolescente.

—Ve a dormir, luna —Jimin le dijo, cortando sus pensamientos—Siento tu disgusto. Como no puedo reconfortarte como me gustaría…

—Bien, eres responsable de él —Ella enredó una mano en su cabello, casi
arrancando las hebras—Por favor, Jimin. Llévame de regreso a la playa.

Una pausa. Pesada. Espesa.
—¿Qué hay allí tan importante que debes regresar a ello?

—Mi casa. —Pagada al completo—. Mi trabajo. —Su única real fuente de realización.

—¿Cuál era tu trabajo?
Él usó el tiempo pasado. Ella se aseguró de utilizar el presente.

—Hago anti-tarjetas de felicitaciones —dijo orgullosamente.

—Cuéntame acerca de estas anti-tarjetas —imploró él.

Era un tema que ella abrazaba.
—Hay muchas compañías que producen los tontos tipos “te amo”, “te extraño” de saludos. No las mías. Ellas dicen justo lo opuesto.

—No estoy sorprendido —dijo riendo—¿No puedes hacer esas tarjetas aquí?

Ella podría, pero no quería, así que ignoró su pregunta. Dios, ¿cómo iba a escapar de aquí?

—Noté que no mencionaste amigos o familia —dijo él un poco tiempo
después.Sabiendo hacia dónde se dirigía la conversación, ella debería haberla detenido. Debería haberle dicho que se perdiera y la dejara en paz. Pero por alguna razón, no lo hizo. No podía.

—Así es —se encontró a sí misma diciendo.

—¿Por qué?

Ella recostó la frente contra la fría pared y estrujó sus ojos cerrados.

Miente. Hazlo sentirse culpable.

—No tengo amigos —admitió ella en cambio, la verdad una entidad tangible que se rehusaba a ser negada— y no me llevo bien con mi familia.

—¿Por qué? —él repitió.

Por qué, en efecto.
—Debes haber notado que no tengo la más dulce de las personalidades.

Él soltó una rápida carcajada.
—Sí, quizás lo noté.

—Ello tiende a alejar a las personas. —De la forma en que ella quería. Sus
manos se deslizaron hacia arriba por la centelleante pared y se anclaron a los lados de su cabeza. Contarle acerca de su vida era peligroso, dándole municiones en su contra, pero parecía no poder detenerse. Él convocó a algo profundo dentro de ella. Algo… primitivo.

—No me has alejado —dijo él tranquilamente.

—No, no lo hice. —Ella suspiró.

¿Por qué no lo había hecho? ¿Por qué no había él huido de ella? ¿Huido tan rápido como sus pies lo pudieran llevar?

—¿Qué es tan importante en tu casa y trabajo que no te puedes quedar aquí conmigo? Puedo ser tu familia. Puedo ser tu amigo. Puedes venderme las tarjetas a mí.

Escritora: wawawa que tierno ( ͡> ᴗ ͡<)...

—Trabajé duro por mi casa. Es mía. Trabajé duro para hacer de mi negocio un éxito. No tengo nada aquí.

—Pero podrías. —Él continuaba hablando en esa suave y tierna voz. Déjame darte todo, su voz implicaba. Un caliente anhelo estrujó en su pecho. Ella necesitaba fortalecerse contra este hombre, se recordó.

—¿Por qué me estás haciendo esto? Podrías tener a cualquiera de las otras
mujeres. Ellas ansiosamente vendrían a ti y harían cualquier cosa que les pidieras.

—Ellas no son tú.

Una simple frase, sí, pero la estremeció hasta el centro.Frunciendo el ceño, se enderezó.
—¿Qué hay tan especial en mi, hmm? Te desafío a nombrar una cosa.

Por un largo momento él no replicó, y ello a la vez la regocijó y la frustró.

Estúpida, se castigó, por ansiar elogios por parte de él. El objetivo era convencerlo de que no la quería.

¿Cierto?

—¿Bien? —Aún nada. Ni un simple comentario o declaración.—No lo creo —ella finalmente murmuró. Le dio la espalda a la puerta y avanzó a zancadas hasta la cama, batallando con la desesperación. Necesitaba pensar, para considerar todas sus opciones. Charlar con su secuestrador era una pérdida de tiempo valioso. Se quedaría despierta toda la noche si tenía que hacerlo, pero no iba a desistir. Encontraría un camino a casa. No dormiría, incluso aunque necesitaba descansar. Al dormir, se volvería incluso más vulnerable ante Jimin.

Él sería capaz de escabullirse en la habitación y hacer lo que fuera que quisiera a ella-y ella no tendría ni idea. Pero en lo profundo, sabía que eso era una mentira. Una defensa contra él.Cuando ese hombre complaciera a una mujer, la mujer lo sabría. Incluso dormida, lo sabría.Su cuerpo cantaría y lloraría de placer.

El hombre era una amenaza.
Una amenaza que no podía nombrar una sola cosa sobre ella que le gustara.

Bastardo.

—No entres en esta habitación —ella ladró—. ¿Me escuchas? Y no me hables de nuevo. Necesito silencio.

—______.
Su gutural gruñido de su nombre la congeló en el lugar. Él había sonado como si estuviera dolorido, como si estuviera por caer en un largo pozo sin fin.

—¿Qué? —Ella esperaba por un irascible tono, pero la pregunta emergió como nada más que un soplo de aire.

¿Estaba herido?

—Eres la mujer de mi corazón. La que estuve esperando toda mi vida, aunque no lo supe hasta que te vi. No hay una sola cosa que te haga especial para mí, sino todas. Ahora duerme. Mañana promete ser un día lleno de disgustos.

De esa manera, sus rodillas se doblaron. Ella hubiera caído de plano sobre su rostro si no se hubiera aferrado al borde de la cama y no se hubiera sostenido verticalmente.

Querido Dios.

Esas palabras. Nadie, ni su madre, ni su padre, ni su hermano o hermanas o un sinfín de hileras de niñeras, le habían alguna vez hablado de esa manera. Haciéndola sentir tan importante, tan necesaria.Ella apenas conocía a Jimin. En el poco tiempo que llevaban juntos, lo había insultado, deseado, maldito y golpeado. Ahora, con unas cuantas palabras, la había hecho desear tirarse sobre él. Destruir cada pared que había alguna vez construido, derretir cada pedazo de hielo con el que siempre se había rodeado, y solo tirarse sobre él.

—Querido Dios —ella susurró, aterrada. Todo lo que ella secretamente había soñado alguna vez oír había salido de los labios de Jimin.

¿Cómo iba a resistírsele ahora?...

✎ ✏ ✐ Fin del capítulo

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│ ✐; Hola! Que lindo sábado hoy ¿No? (つ≧▽≦)つ
│ ┆ ✐; Verdaderamente la historia sigue tan intensa a cada capítulo, aunque hay ocasiones cómo èsta :

—Eres la mujer de mi corazón. La que estuve esperando toda mi vida, aunque no lo supe hasta que te vi. No hay una sola cosa que te haga especial para mí, sino todas. Ahora duerme. Mañana promete ser un día lleno de disgustos.

En las que quiero hacer comer gravilla al escritor y al protagonista principal por impulsar mis estándares románticos a un punto tan alto que ni siquiera el Everest podría hacerle competencia.

Lo peor es que no pienso conformarme con menos.

Si un idiota que me diga ese tipo de cosas lindas (con su respectiva sinceridad claro) no llega a mi vida entonces no pienso enamorarme.

Soy una romántica empedernida? No.

Simplemente quiero lo que me merezco por nacer en éste mundo superficial y lleno de mierda
(ノ`Д´)ノ彡┻━┻.

Creo que estoy siendo demasiado sincera :D

En fin eso es todo por hoy, recuerden comentar y votar si quieren un saludo o una dedicación en los próximos capítulos.

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Nos vemos~~~

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