⓿❻

Capítulo dedicado a:

marvan2021

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Atlantis
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✎ ✏ ✐ Capítulo 6

Jimin tenía que llevar a su compañera destinada al comedor. Algo de lo que disfrutaba inmensamente, aunque ella pateara y gritara blasfemias todo el camino. Los senos se apretaban contra su espalda y las piernas caían sobre el estómago. Sonrió abiertamente.

Oh, pero le gustaba el espíritu de esta mujer. Cuan divertida era. Sólo deseaba conocer su nombre.

Jodete....verdaderamente. Ella se negaba a decirle la verdad, y eso no le gustaba. No le había importado antes, con otras mujeres, pero saber el nombre de ésta parecía necesario para su supervivencia.
—No seré tu esclava sexual, y no seré esclava sexual de tu ejército. ¿Me comprendes? ¡No lo seré!

No, ella sería su amante. Su compañera. Suya. Y sólo suya. Antes, había visto la manera en que sus hombres la miraron, la manera en que sus miradas se habían arrastrado sobre la curva de la cintura, captando vistazos de la piel pálida bajo su falda de hierba.

Quizás no la mantendría vestida así, como había pensado primero.Quizás
la cubriría con una tela gruesa y oscura de la cabeza a los pies. Como fuera, uno de sus guerreros intentaría probablemente seleccionarla. ¿Qué hombre se podría resistir el fuego que ardía bajo la fachada fría, rogando la liberación? Jimin mataría antes de permitir que otro hombre la tuviera.

Le había dicho que su honor no lo permitiría mentir, pero realmente, el honor no quería decir nada ante su pérdida. Mentiría, estafaría, haría lo que hiciera falta para asegurarse que ningún otro hombre trataba de reclamarla. Cuando giró la esquina, Jimin deseó que el pequeño rayo de luna le hubiera permitido llevarla a su cuarto. Le habría mostrado las vistas de la ciudad como prometió, sí, pero también habría utilizado el tiempo robado al completo.

La habría tentado y seducido hasta que sólo pensara en él. Una caricia prohibida, una mirada caliente que se demora. Sus hombres habrían visto cuánto le deseaba ella, sólo a él, y habrían estado menos inclinados a
escogerla.

Ahora tendría que pensar en algo más.
—Llévame de vuelta a la playa —dijo, golpeándole las nalgas con los puños—. Ahora mismo, ¡maldita sea! Estoy jugando de manera agradable. ¿Me oyes?

—No estoy seguro de cuántas maneras diferentes te puedo decir que esta es tu casa y que vas a quedarte aquí para siempre. —

Quizás era mejor que no hubieran ido a su cuarto. Ahora podría terminar con el proceso de selección. Ahora podría demostrar que ella le pertenecía. Ahora sus hombres podrían concentrarse en sus escogidas.

Él, por supuesto, podría concentrarse en.....Jodete.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó. Aunque su continuo desafío era divertido, también frustraba.

—Cuando los policías se enteren de esto tú… tú… esto es secuestro, bastardo.

Que no le deseara y que habría sido más feliz si él la hubiera dejado en el mundo de la superficie era tan humillante como chocante.
—Estás asustada —racionalizó—Lo siento por eso.

—¿Asustada? ¡Ja! Estoy cabreada.

A pesar de su negativa, él sabía que estaba espantada. El latido del corazón latía de modo irregular contra su espalda, y podía sentir las exhalaciones superficiales de aliento contra la piel. Sin embargo, ella luchaba contra la emoción, mostrando sólo furia. Su admiración por ella aumentó.Dioses, quería -no, la necesitaba- a ella. Besarla. Conocer el sabor de su lengua. Había estado cerca de besarla en la cueva. Pero un toque de la pequeña lengua dulce y no habría podido parar. Un toque y él habría necesitado un segundo y un tercero.

Lo sabía. Le habría abierto las piernas, pasado la lengua por su calor, luego golpeado dentro de ella hasta la empuñadura. Tan profundo que ella sólo habría podido jadear su nombre. Conocía a las mujeres y sabía que ésta sería violenta con sus pasiones.

Mira la manera en que reaccionaba al enfado y al miedo, como una gata salvaje siseando y arañando. El deseo sexual no sería diferente. Una vez que ella liberara su fuego interior, estallaría en llamas, quemando a su amante en cenizas saciadas. Esa pasión le pertenecía, reflexionó sobriamente.

Frunciendo el entrecejo, se detuvo.
—¿Atacarás a cualquier hombre que intente reclamarte? —Con un suave tirón, movió su cuerpo bajándolo. Lentamente, muy lentamente. Los estómagos desnudos se rozaron y ella contuvo el aliento. Los músculos de él saltaron en excitada reacción.

Ella quizás lo negara, pero era consciente de él de una manera muy sexual.
—¿Los atacarás? —repitió. Plantaría la sugestión en su mente, si fuera necesario.

—Maldición, sí lo haré. —Los ojos brillaron con fuego de ámbar, desafiándole a contradecirla o a amenazar con castigarla—Lucharé hasta la muerte. Sus muertes.

Como si fuera a castigarla por algo que deseaba Jimin separó los labios en una sonrisa satisfecha. Dado que no la podía hacer admitir su deseo por él –todavía- ésta era la siguiente mejor cosa.
Vamos a terminar con esto. La urgencia lo llenaba, entrelazó los dedos y tiró de ella. Evitaron rápidamente la arena de entrenamiento, así como las cocinas.

—¿Te gusta el palacio? —preguntó antes de que ella pudiera empezar a
protestar otra vez. Mira la belleza, ordenó en silencio. Candelabros decoraban las paredes, las llamas parpadean dentro e iluminaban el sendero. Los ojos de ella se clavaron en los frescos, frescos tan vívidos que casi parecían vivos. Las escenas sensuales multicolores, todos, donde hombres desnudos, mujeres y criaturas de todas las razas se retorcían en diferentes etapas del orgasmo.
Él y sus hombres habían pintado las escenas para hacer el palacio de ellos, no de los dragones. Los nymphs eran vagabundos naturales, se movían rápidamente de una ubicación a otra, siempre buscando la siguiente conquista sexual. Nunca les había importado donde residían. Pero Jimin se había cansado de ese tipo de existencia.

Había querido más para él mismo, más para su gente. No podía localizar exactamente que le había hecho sentirse de esta manera; sólo sabía que una sensación de agitación había estado creciendo dentro de él durante meses y que el pensamiento de vagar ya no tenía ninguna atracción.

Cuando supo que una simple cría de dragón había sido dejada al cargo de este palacio, había decidido tomarlo. Rápidamente. Fácilmente. Y así lo hizo.

No lamentaba la decisión. Una vez que entró en el palacio, su agitación había sido reemplazada por la justicia. Jimin inclinó la cabeza cuando se le ocurrió un pensamiento.

Quizás necesitaba tomar a la mujer a su lado del mismo modo que había tomado el palacio del dragón. Con astucia. Con precisión. Con una falta absoluta de misericordia. Oh, sí. Lentamente sus labios se levantaron en una sonrisa. Ella pronto se encontraría siendo el blanco de un ataque a gran escala e irresistible.

Apenas podía esperar a empezar.

—¿Te gusta el palacio? —preguntó otra vez. Ella vaciló antes de decir:
—Seré honesta. Tu casa... las paredes, me recuerdan a ti.

Nuestra casa, pequeño rayo de luna, nuestra casa.
—Gracias.
Frunciendo el entrecejo, ella le golpeó en la mano, tratando de forzarlo a soltarla.

—Eso no era un cumplido.

—¿Decir que las imágenes de sexo te hacen pensar en mí no es un cumplido?

Ella abrió la boca, pero la cerró de golpe.—Eso no es lo que he querido decir y lo sabes.

El rió entre dientes.
—Niégalo todo lo que quieras, pero cada vez que me miras piensas en carne desnuda y retorciéndose de placer.

—No olvides la mordaza y la cuerda —gruñó—Déjame ir.

—Me gusta el sonido de la cuerda.

—Claro, sucio pervertido.

El aire era pesado con la anticipación y el entusiasmo cuando él dio un paso en el comedor. Todos se callaron, jadeando. Se detuvo y envolvió un brazo alrededor de la cintura de ella. Por una vez, ella no protestó. No luchó. La sorpresa la mantenía cautiva probablemente.

—Hemos llegado —anunció él. Un contingente de guerreros estaba alineado a un lado del cuarto. Un grupo de hembras que olían a dulce al otro lado. Y una gran mesa de madera tallada con cabezas de dragones feroces los separaba. Había querido destruir la mesa, no quería ninguna posesión de dragones en su casa. Pero no había encontrado ninguna otra mesa suficientemente grande para sus hombres.

Quizás la mantuviera y amaría a su mujer sobre ella. Las paredes eran de sencillo ónice y marfil. Antes, zafiros, esmeraldas, diamantes y rubíes habían brillado por toda la extensión, pero habían sido extraídos por los soldados humanos hacía meses. Estos humanos habían sido asesinados por los dragones, proporcionando a Jimin la oportunidad que necesitaba para introducir furtivamente a sus hombres y conquistar.

Generalmente los nymphs sólo atacaban cuando se les provocaba, manteniendo sus naturalezas brutales bajo estricto control. Pero los dragones eran enemigos del único aliado que poseían: los vampiros. A diferencia de las otras razas en Atlantis, los vampiros no habían maldecido a los nymphs por su poder sobre las mujeres; no se indignaban con los celos. Layel, el rey, lo encontraba divertido.

Meneándose al lado de Jimin, su compañera dijo:
—No voy a colocarme en el menú de este… este buffet sueco. —Le clavó el codo contra el estómago, casi sacándole el aire de los pulmones.

—Estate quieta, mujer.

—Muere, bastardo.

Sus hombres les miraron con variadas expresiones de horror. Él había enseñado a cada uno de ellos el idioma de la superficie, porque creía que el conocimiento igualaba el poder, así que supieron exactamente que le había dicho el pequeño rayo de luna. Las mujeres simplemente no actuaron así. No con Jimin al menos.

Las mujeres le amaban y le veneraban. Luchaban porque él las notara. Rogaban su toque. ¡No le ordenaban morirse! No estaba avergonzado por esta presentación, sin embargo. No, estaba regocijado.

Si Jimin, el más deseado de los nymphs, fallaba en cortejarla, sus hombres sabrían que ellos estaban destinados a fallar con ella, también. Y escogiéndola y fallando, estarían forzados a dormir solos esta noche, algo que esperarían evitar. Pero en este momento, querían sexo. No amor, no una compañera.

Solo sexo.

Jimin tuvo que forzarse a fruncir el entrecejo cuando le azotó en el trasero, sabiendo que eso animaría sus bufonadas más.
Ella chilló.
—¿Acabas de darme un azote? Dime que no me has azotado, Jimin, antes de que introduzca tu nariz en mi puño.Otra vez.

Ah, adoraba oír su nombre en los labios suaves y rosas. Como su cara era tan pálida, el color de los labios destacaba como una baliza, exuberante y rogando ser probados.

—Estoy esperando —gruñó ella.

—No. Eres hermosa.

Al principio su expresión se ablandó y le dio a Jimin un vistazo de la hembra dulce y vulnerable. Casi la besó, incapaz de evitarlo. Entonces le furia chispeó en los ojos, ahuyentando la imagen de un corazón fundido.
—No me hables así. No me gusta.

Él parpadeó. ¿Preferiría ella que dijera cosas malas? Interesante. Confuso y extraño, también, pero algo sobre lo que reflexionar. ¿Por qué desearía una mujer tal cosa? ¿Era una defensa contra él?

—Mi rey —replicó Broderick—. Estamos listos. Hemos instruido a las mujeres para permanecer en la línea hasta que sean escogidas. Un recuento rápido reveló más hombres que mujeres.

—Mi élite escogerá primero —dijo Jimin. Ellos habían luchado en más guerras, eran más fuertes, más rápidos, y necesitaban sexo más que un soldado medio.

La élite vitoreó. Los otros gimieron con desilusión.
—Estate quieta —dijo a su mujer, sabiendo muy bien que haría lo
contrario—Y permanece en esta línea.Mis hombres necesitan mirarte bien.

Para su total delicia, ella replicó.
—Como el infierno. Por ansiosas que las otras puedan estar, yo no aceptaré calladamente este desfile. No permaneceré aquí parada pasivamente.

Excepto… que no se fue. No, se apretó a su lado, permitiendo que él la rodeara con su fuerza, aunque ella todavía no le encararía. El hombro le acarició el pecho, y varios mechones del pelo sedoso quedaron atrapados en el lazo del pezón. Él podía oír el latido irregular del corazón, podía sentir el calor de la piel suave.

Extendió los dedos sobre las costillas, y ella tembló. Tenía que verle la cara,tenía que ver qué emociones se permanecían allí. Impotente, le ahuecó el mentón y la forzó a mirarlo. Sus miradas chocaron y se sostuvieron. El resto del mundo se desvaneció, como siempre pareció hacer cuando él la miraba. Los ojos de ella eran terciopelo oscuro, ricos y calientes, destacando absolutamente en la cara pálida.

—¿Cuál es tu nombre? —se encontró a sí mismo preguntando otra vez.

—No hay razón para que lo sepas —dijo ella sin respiración. Se lamió los labios, luego se mordió el inferior rellenito entre los dientes. Su polla saltó en reacción—Me voy a ir pronto. Muy pronto.

Como si él permitiera alguna vez que ese bocado delicioso le dejara.
—Si te prometo que te ayudaré a alejar a esos hombres —cuchicheó—
¿me lo dirás?

—Yo… quizá. —Cerró los párpados, y la longitud de sus pestañas lanzó sombras puntiagudas sobre las mejillas—¿Por qué me ayudarías?

¿Por qué? verdaderamente....La respuesta debería ser obvia para ella.
—Quiero mantenerte para mí mismo. —Dijo las palabras tan escuetamente como fue posible, sonriendo lentamente, con ansia. Necesitaba una reacción extrema de ella. Algo que horrorizara a sus hombres aún más. Como había esperado, ella empezó a luchar contra él.

—No soy un pedazo de carne. Esto no es un buffet. Deberías avergonzarte de ti mismo.

Jimin se forzó a suspirar.
—Si no te quedas en la línea, me veré obligado a sostenerte aquí. —Una ola de triunfo barrió por él. Las cosas estaban funcionando como había esperado—Broderick —llamó.

—Sí, mi rey. —Broderick dio un paso adelante, ruborizándose.

—Como segundo al mando y líder de la élite, puede tener la primera
elección.—Jimin aflojó el agarre sobre su cautiva para que sus movimientos fueran más obvios. Ella se retorció aún con más fuerza, sus jadeos y gruñidos llenaban el aire. Las acciones, los sonidos, le excitaron. Broderick sonrió y se acercó a las hembras, comenzando por el final.

Los gorjeos femeninos y los ronroneos resonaron a través del espacioso recinto.

—Escógeme, escógeme.
Saboreando su papel, el guerrero bordeó lentamente la línea, parando aquí y allí para abrir la cremallera del vestido de una mujer y mirarle los senos. Para el gozo de algunos, también probó el sabor de sus pezones. Desafortunadamente, no había hecho su selección cuando alcanzó a la pequeña rayo de luna y la estudió con deseo en los ojos esmeraldas.

La mandíbula de Jimin se apretó.

Mía, pensó otra vez, apretando el agarre. Broderick se estiró para apartar la falda de hierba de la mujer.

—Soy _______ —dijo de prisa, las palabras casi un chillido—. Me llamo _______ ______ Holling.

Jimin supo inmediatamente que deseaba de él. Te ayudaré a conducir a los hombres lejos si me dices tu nombre, le había prometido. Le había prometido a _____.

_______.

Rodó el nombre sobre la lengua, saboreándolo. Probándolo. El nombre le pegaba. Aparentemente refrescante, reservado, mas totalmente sensual.

—Dale una patada —respiró en su oreja—Con fuerza.
Ella lo hizo así sin vacilación, levantando la pierna y golpeando con el pie en el estómago de Broderick. El guerrero aturdido se propulsó hacia atrás, tropezó con sus propios pies y cayó al suelo. El resto del ejército estalló en risas. Broderick se puso de pie rápidamente, frunciéndole el ceño a _______ confuso.

Jimin se tragó la sonrisa. Su segundo al mando seleccionó rápidamente
a una bonita y tranquila morena. Salieron corriendo del comedor sin una mirada atrás. Uno menos…

—Dorian. —Jimin cabeceó al hombre de cabello negro, cuyo cuerpo
musculoso emitía un aire palpable de ansia—. Eres el siguiente. —A ____-ah, no podía conseguir bastante de su nombre, tan delicado y encantador como la mujer misma- le cuchicheó—Cuando se acerque a ti, ignóralo. Ni lo mires.

—¿Estás seguro? —________ no podía creer que dependía de Jimin para salir de este lío. ¡Él era el responsable de ello! Pero no podía pensar en ninguna alternativa. Permitir que uno de estos bárbaros la "reclamara",luego se la llevar a la fuerza y hacerle Dios sabe que, no era atrayente—¿Ignorarle no sacará todos sus instintos de cavernícola?

—No con este hombre. —Él sonaba divertido. Dorian tenía pelo de ónice y los iris tan azules que rivalizaba con el océano en pureza. Su belleza deliciosa era algo como de un cuento de hadas. De algún modo, sus rasgos eran aún más perfectos que los de Jimin. Él no la hacía suspirar sin embargo. No llenaba su mente con imágenes X de cuerpos desnudos y sudorosos.

El estómago de _______ se revolvió con nerviosismo cuando el hombre siguió el ejemplo de Broderick y consideró a cada mujer de la línea. Miró, probó, disfrutó un poco demasiado._______ se ofendió por las mujeres. ¿Cómo se
atrevía a tratarlas tan despreocupadamente? No importó que ellas parecieran adorarle. No importaba que pidieran más.

Cuándo él la alcanzó, se quedó a distancia y cruzó los brazos sobre el inmenso pecho. La estudió, su mirada intensa se demoró en cada curva. Varios segundos pasaron y Jimin se tensó.

—Quita las conchas —dijo Dorian—. Veré tus senos.

Ignorarle había sido el consejo de Jimin. Ella giró el mentón lejos de Dorian y se estudió las cutículas. Si él trataba de quitarle el sujetador, se
marcharía con un muñón sangriento en lugar de la mano.

—¿No me has oído mujer? Dije, quítate las conchas.

Ella bostezó, una proeza casi imposible. Con los fuertes brazos de Jimin a su alrededor, estaba ridículamente emocionada.No aburrida. A pesar de las otras emociones, temor, ira, insulto -su deseo permanecía. Crecía. No se sentía como su ser normal alrededor del gigante vano y egotista. Se sentía como un ser sexual cuyo único propósito era el placer. Dar y recibirlo.

¿Por qué no se había sentido así en cualquiera de las citas a las que había ido? ¿Por qué ahora? ¿Por qué este hombre?

Dorian expulsó un aliento frustrado. Enredó una mano en el pelo sedoso y observó a su jefe.
—Jimin, hazla mirarme.

Jimin levantó los hombros en un encogimiento de hombros.
—No puedo forzarla a mirarte.

—Pero…

—¿Es ella la que deseas o no? —Las palabras le golpearon, bruscas, duras. Llenas de impaciencia—Los otros esperan su turno.

Un ceño oscureció los rasgos de Dorian. Giró lejos de______ y caminó a zancadas hacia la única pelirroja del grupo.

—Te escojo.

El degradante desastre continuó durante media hora. Sólo otra mujer
parecía molesta por los acontecimientos, la misma mujer que como ______ no había estado dispuesta a andar alegremente al agua con los nymphs. Era una cosa diminuta y muy bonita, con cabello oscuro y rizado, ojos oscuros y una nariz de botón. Y, a pesar de sus rasgos inocentes de colegiala, irradiaba sensualidad oscura y salvaje.

Desafortunadamente, fue seleccionada por un guerrero alto con cuentas en el pelo de color rojizo. Uno de los hombres todavía en la fila, ella no podía verle, golpeó la pared con el puño, la fuerza de ello reverberó por el cuarto.
—Quiero a esa —gruñó.

—Demasiado malo para ti, Joachim —fue la respuesta pagada de sí mismo—Ella es ahora mía. —El de pelo con cuentas agarró la mano nerviosa y la sacó de la línea.—
Ella arrastró los pies, pero no pronunció una palabra de protesta. Obviamente desconcertado, echó un vistazo por encima del hombro y frunció el entrecejo.

—No tengas miedo. No te haré daño.

La chica se mordisqueó el labio inferior con lágrimas en los ojos.
—Déjala ir —gritó ______. Había visto bastante—¡Déjala ir en este
momento! Ella no quiere irse contigo.

Él profundizó el ceño y miró a Jimin con confusión.
—Pero… la he escogido.
La chica lanzó una mirada asustada y llena de lágrimas a ______. Seguía sin
hablar, solo continuaba mordiéndose el labio inferior.

—Jimin. —______ le agarró por la muñeca y apretó—. Tienes que hacer algo con esto. Ella no quiere irse con él.

Los segundos pasaron en silencio absoluto.
—¿Qué me darás a cambio? —contestó finalmente—. Si hago algo como tú tan dulcemente has pedido, mis hombres me creerán raro. Pero si fuera a recibir compensación, estaría dispuesto a arriesgarme a su disgusto.

—Te permitiré vivir —dijo ella entre los dientes apretados—Eso debe ser
un pago suficiente.

Él rió entre dientes, un sonido fuerte y sensual de puro placer.
¡Maldito él y su diversión!
—Seré agradable contigo. Un ratito —refunfuñó.

Él no vaciló.
—¿Deseas ser escogida por otro guerrero? —preguntó a la mujer.
Los ojos vagaron sobre los hombres que quedaban ansiosos. Se encogió,
tragando. Entonces sacudió lentamente la cabeza.
—Tómala, Shivawn, pero no la toques a menos que tengas su permiso. Y
no la fuerces a darte permiso —agregó por si acaso. Él se detuvo—. ¿Eso te satisface, _______?

La manera en que dijo su nombre... ella se estremeció y forzó a su mente al asunto entre manos. No, no la satisfacía. Pero sabía que él no permitiría que la chica regresara a la playa.
—¿Se puede confiar en que Shivawn obedezca tu orden?

—Todos mis hombres me obedecen.

—Había una buena cantidad de
insulto en su tono—Iros —dijo Jimin a la pareja. Shivawn se apresuró a sacar a la chica del cuarto antes de que _______ pudiera pronunciar otra protesta. Otro hombre, el que había golpeado la pared, juró para sí.—Y la "selección" continuó. Cada vez que un soldado se le acercaba, Jimin le decía exactamente qué hacer. Escupir, maldecir, desmayarse. Agradecidamente, nadie la seleccionó. La línea menguaba apreciablemente, hasta que sólo quedaron _______ y unas pocas. Las otras se habían trasladado a sus cuartos. Más tarde, cuando esto acabara, sospecha que Jimin demandaría algún tipo de recompensa por su ayuda. Más que su promesa de ser "agradable". Él agarró una sensación cuando la atención se desvió de ellos, trazando la curva
de la cadera con los dedos. Hundió el pulgar en el ombligo.

Las terminaciones nerviosas de ella estaban en llamas, clamando por más de él. Extrañamente, sus modales posesivos estremecían una parte secreta de ella. Una parte que no había sabido que existía. Cuándo alguien se acercaba, él se tensaba. Unas pocas veces, gruñó en voz baja en su garganta, como si hubiera resistido todo lo que podía.

—Casi ha acabado —susurró. El aliento le acarició la oreja mientras arrastraba la punta de los dedos por los bultos de la espina dorsal. Ella casi se desplomó en un montón deshuesado. Sólo la sensación repentina e inesperada de ser mirada reforzó su resolución de no parecer afectada. Sentía una mirada caliente sobre ella, cargada con propósito y determinación. Una misteriosa carne de gallina rompió sobre ella mientas los ojos recorrían a los hombres restantes, y chocaron con un guapo moreno.

Sus párpados pesados, con una mirada fija de ven-a-mi-cama la golpearon y se tensó. Él la asustaba.

Había amenaza en sus ojos.
—Inclínate sobre mí si los pies te duelen —dijo Jimin, errando su
reacción. Ella apartó su atención del hombre moreno.

—Estoy bien —dijo, casi jadeante. Entonces frunció el entrecejo; había
querido golpearle. Su captor seguía cogiéndola desprevenida con sus comentarios dulces, déjame-cuidar-de-ti. La trataba como un tesoro precioso, viendo por su comodidad. A ella no le gustaba. La hacía vulnerable, la hacía más difícil resistirse a él. Allí tenía que haber algo que pudiera hacer que él la odiara. ¿Pero qué? Él se reía de sus insultos, ignoraba sus provocaciones.

Sigue intentándolo hasta
que tengas éxito, maldita sea.

Si él continuaba siendo agradable con ella, ella se ablandaría. Él podría fundir el hielo que ella necesitaba tan desesperadamente para sobrevivir ¿Qué le sucedería entonces? ¿El amor? ¿Se perdería en un hombre que podría no devolverle nunca la profundidad de sus sentimientos?

Dios, no. No, no, no.

Con toda su fuerza intentó soltarse del asidero de Jimin, para al menos poner distancia entre sus cuerpos. Él cerró el puño, cortándole el aliento y encadenándola en el sitio.

—Estate quieta, luna. Mi cuerpo ya tiene hambre del tuyo, y no estoy
seguro de cuánto más puedo tolerar. Casi hemos acabado aquí.

Se inmovilizó, no queriendo excitarlo aún más. ¡Pero maldición!

¿Por qué tenía que sentirse tan segura en sus brazos? ¿Segura, maravillosa y excitada?
Él era peligroso para la vida solitaria que ella se había construido -y deseado- para ella misma.

—Joachim —llamó Jimin—. Ha llegado tu turno. —Bajó la voz, murmurando en la oreja—, tu olor es asombroso. Te deseo tanto. Deseo…

—Esa —dijo una voz masculina. Joachim, el actual "recogedor," el enojado moreno que la había estado mirando fijamente, dio un paso adelante.

Jimin se congeló. ______ jadeó. Había estado tan segura de que había espantado a todos... pero él había… querido Señor....El hielo enfrió su sangre.

—¿Qué has dicho? —Jimin rechinó. Los dedos, envueltos apretadamente alrededor de la cintura, se hundieron en la piel.

—Deseo a la pálida, a la chica en tus brazos. —Joachim abrió las piernas,
su expresión severa y pagada de sí mismo. Preparado. Parecía un hombre que anhelaba guerra—Dámela. Es mía.

✎ ✏ ✐ Fin del capítulo

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│ ✐; Hola! Éste es el último capítulo de la semana :').
│ ┆ ✐; El contenido les agrada? Estoy segura de que habrán partes dónde el nombre de los protagonistas (nombre real) aparecerá,si es así por favor dejen un comentario anclando esa parte de la historia así podré corregirlo :D

Una pregunta tienen alguna canción que recomendarme? Una que les haya venido a la cabeza en cuanto empezaron a leer la historia.

Tengo bastante curiosidad....

Yo sinceramente apenas comencé a adaptarla *INDUSTRIE BABY* de Lil Nas X y Jack Harlow y lo hizo de nuevo justamente en esa parte donde los guerreros emergen del agua ;D

Bueno eso es todo..nos vemos el próximo viernes y fin de semana.
╰───────────────✧

Ciao ciao~~

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