⓿❸

Capítulo dedicado a:
MinLia7

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Florida
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✎ ✏ ✐ Capítulo 3

Mi compañera.....Pensó Jimin incrédulo.

Había encontrado a su compañera.

No la había estado buscando, no había querido encontrarla, pero la había encontrado. Como lo afirmaba la leyenda, había captado su olor y lo había sabido.Sabiéndolo más allá de cualquier duda.

Mía.

Cada una de sus células había despertado por ella, respondiéndole a ella.
Cuando él y sus hombres habían salido por primera vez por el portal, los guerreros subacuáticos humanos vestidos con extrañas y apretadas ropas negras, los habían atacado y habían intentado arrastrarlos a los barcos que esperaban en la superficie. Hubo una lucha, pero los Nimphs ganaron al final, eliminando tanto a los hombres como los barcos. Después de eso, los Nimphs no se habían preocupado por el paisaje de este mundo de la superficie con el
que solo habían soñado. Simplemente querían encontrar algunas mujeres y llevarlas a Atlantis.

Una mujer en particular había captado y sostenido su mirada. Ella era alta y delgada, pero con hermosas curvas, el estómago liso y caderas ligeramente redondeadas. Sus piernas eran largas y firmes y ascendían directamente al nuevo centro de su mundo. Su angelical rostro alardeaba de una pequeña deliciosa barbilla, mejillas encendidas y una nariz delicadamente inclinada. Sus ojos eran grandes y marrones, un marrón rico, casi oro, lleno de asombrosa vulnerabilidad asombrosa e indiscutible determinación, compensadas por las increíblemente pálidas y maravillosamente largas pestañas.

Él nunca había visto piel tan lisa y luminosa como la suya, ni siquiera en un vampiro. Igual que la luna que había visto brillando en los cielos, ella era suave y radiante. Etérea. Le hormigueaban las manos por extenderse y acariciarla lentamente, insistentemente y saborearla, asegurándose de que no se alejaría en un destello, un inalcanzable sueño.

En cuanto a la ropa que llevaba, bien, juró mantenerla vestida exactamente de esa manera durante el resto de su vida. Un montón de hierbajos verdes colgaban desde su cintura separándose con cada respiración, revelando suculentos vistazos de sus muslos.

No, no había querido encontrar a su
compañera—y humana, nada menos—y estaba enfadado de haberlo hecho. Pero detrás de la rabia estaba un hambre posesiva que no podía negar.

Que no quería negar.

Él había sido complacido con mujeres (muchas, muchas mujeres) durante tantos años que se había olvidado de lo que se sentía al desear una para sí mismo. Para simplemente mirarla y desearla. Su sangre ya se calentaba con un fuego aparentemente inextinguible, y su piel tironeaba.

Mía.
Sus músculos se endurecieron.
Mía.

Obviamente ella no le había reconocido todavía como su compañero. De hecho, parecía querer únicamente su desaparición. Humanos, se mofó interiormente. Estando allí de pie como lo estaba ella, parecía intocable, ésta era su compañera, debería tocarla. Moriría si no lo hacía.

Jimin hizo una pausa, parpadeó, las palabras resonando por su mente.

Moriría si no lo hacía.
¿Cuántas veces le había dicho una mujer algo parecido a él? ¿Que se moriría si no la tocaba? ¿Que se moriría si no la follaba?
Él nunca lo había entendido hasta ahora mismo, en este momento, estudiando el pequeño rayo de luna. Ella era esencial para su ser.Quizás odiara ese hecho, pero ahí estaba. Mientras él bebía de ella, sus labios se separaron ligeramente, como si no pudiera decidir si jadear por aire o soltar un grito. Jimin quiso que hiciera ambos.
Quería oír su nombre rodando de su lengua cuando jadeara y gritara al
llegar al clímax.

Ella era su compañera, su mujer, y se lo demostraría a cualquiera que  dijese lo contrario. Incluso a ella.

Oh sí.

Cada una de sus células lo sabía, sabía que le pertenecía a él. Nunca otra vez iba a ser capaz de disfrutar a otra mujer.

¿Disfrutar?

Pensó él. Casi se rió.
¿Había disfrutado realmente de alguna mujer hasta ahora?

Él quería al rayo de luna, con su fantasmal pelo y su helada piel. En el momento en que la había visto, bañada tan hermosamente por la luz de la luna, la había deseado. El mundo a su alrededor se había desvanecido, y él solo la había visto a ella.Radiaba una intocable capa a la cual cada uno de sus instintos de guerrero había respondido y saboreado.

Dioses, la quería. Sólo mirándola ahora, su cuerpo olvidó los excesos del día. Estaba hambriento por saborearla. Pero ella le había dicho que no. Varias veces. También había huido de él.
Jimin todavía no había aplastado su conmoción ante ese hecho. O su excitación. El guerrero en él se deleitaba en el desafío de hacerla cambiar de idea y hacer que estuviese desesperada por tenerle.Su mirada fija pasó a la pequeña daga que sostenía, levantada y lista y las esquinas de su boca se elevaron nerviosamente.

¿Realmente pensaba
mantenerlo a distancia con tal endeble hoja?

Oh, pero ella tenía mucho que aprender sobre un decidido guerrero Nimph.

—Reunid a todas las hembras que no estén emparejadas, —le dijo a sus hombres, hablando en su lengua nativa, sin apartar jamás la mirada del objeto de su fascinación. Ella retrocedió un paso. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, se quedó quieta. Enderezó los hombros,levantó más el cuchillo y volvió a su lugar.
Ah, una mujer de coraje. Una que lucharía hasta la muerte. Él sonrió abiertamente, deseándola aún más.

—¿Qué quieres de nosotras? —exigió ella, usando la misma lengua que habían usado las otras mujeres de la superficie. Él apenas oyó sus palabras; estaba demasiado encantado por la manera en que sus suaves labios como pétalos se movían tan sensualmente. Por la pequeña lengua rosada que había vislumbrado en su interior.

Su polla saltó en reacción.

Una mujer pasó repentinamente las puntas de sus dedos por su brazo. Él arrancó la mirada del Rayo de Luna, seguramente una de las cosas más difíciles que había hecho nunca, y bajó la mirada. No sólo una mujer, notó él, sino que lo rodeaban varias. Ellas ya se las habían arreglado para abrirse paso hacia él y sus hombres, gimiendo ooh y ahh, algunas incluso frotando sus pechos contra ellos.

Jimin ahogó un jadeo de sorpresa cuando advirtió que uno de los machos humanos estaba intentando besar a Dorian.Dorian llevaba una expresión de completo horror y apartó al decidido varón.
—¿Sólo las que no están emparejadas? —preguntó Broderick, sus ojos cerrándose en rendición cuando una bonita morena lamía su clavícula.

—Solo las que no están emparejadas. —confirmó él. Los Nimphs eran capaces de oler a otro hombre en las mujeres, y aquellas con permanentes amantes serían dejadas aquí. Si la pequeña pálida rayo de luna que lo tenía tan embelesado hubiera estado ya emparejada, la habría tomado de todos modos. Sin reservas. Pero sabía por su esencia, una fascinante esencia, que ella no pertenecía a ningún hombre salvo a él mismo.

Sin necesidad de más estímulo, sus hombres entraron en acción, llamando a las mujeres sin pareja para formar una fila. Por supuesto, estas mujeres obedecieron sin vacilar, sus instintos femeninos las inducían a obedecer cada edicto de un Nimph. Las que estaban emparejadas gritaron angustiadas por que no eran elegidas e intentaban abrirse paso, de todos modos, hacia la fila. Incluso el varón que deseaba a Dorian intentó conseguir un lugar en la fila.Cuando un hombre humano protestó por los acontecimientos, fue rápidamente sometido: un duro puñetazo en la sien que lo envió directamente a dormir. La mayoría estaban demasiado asustados para hacer algo y permanecieron encorvados y temblorosos en los bordes de la carpa.

Que hombres endebles pensó Jimin. ¿Nunca antes habían tomado parte en una batalla? Él no podía imaginar el actuar de tal modo. Devolvió su atención al Rayo de Luna.

—¿Sabes quién soy? —le preguntó él.

—¿Qué quieres de nosotras? —exigió una segunda vez, ignorando su pregunta. Él le dedicó su sonrisa más libertina.

—Lo que cualquier hombre querría de ti. Tu cuerpo. Me pertenecerás a mí. Ahora, ven.

En vez de obedecer, ella desnudó los dientes en un ceño, revelando una línea blanca de perfección. ¿Por qué no estaba hechizada por él? ¿Por qué no le estaba rogando su toque? El misterio le intrigó.
—No puedes hacer esto, —escupió ella—Sal de aquí antes de que llegue la policía y seas arrestado.

¿Policía? ¿Arrestado? Jimin frunció el ceño.
—Cambiarás de idea sobre que te posea, eso lo juro. —Él maniobró alrededor de las mujeres que todavía competían por su atención y acortó la distancia entre él y el Rayo de Luna. Los oscuros ojos de ella se ensancharon con cada paso de él. Cuanto más se acercaba, más le atraía su deliciosa esencia como una cadena invisible. Excepto...

Uno de sus guerreros la alcanzó primero, sus fuertes brazos rodeándola desde atrás y atrayéndola hacia sus brazos. Ella gritó y pateó, luchando como un enfurecido vampiro sediento de sangre. Un salvaje gruñido se elevó en la garganta de Jimin y se mordió una ola de furia. Furia por su tormento; furia sobre su intenso sentido de posesividad.

Mía. Ella me pertenece a mí.

Nunca había experimentado un momento de celos en su vida. Él y sus hombres compartían a las mujeres todo el tiempo. Pero la imagen de otro hombre sosteniendo a su pequeño Rayo de Luna casi lo deshace.
—Mía, —vociferó él. Incluso aunque quería arrancarle los brazos al guerrero para alejarla de él, todavía permaneció quieto—. Ella es mía.

Shivawn hizo una pausa, las cuentas en su pelo resonaron al juntarse. El rayo de luna siguió luchando en sus brazos, dándole puñetazos en la cara, haciéndole sangrar y hacer una mueca. Si la dejaba caer y la lastimaba, vaticinó Jimin, él moriría.

—Pero, mi rey, dijisteis que no queríais a ninguna de estas mujeres de la superficie. Dijisteis que eran para nosotros.

Lo había hecho, se dio cuenta Jimin. El recordatorio envió otra onda de palpitante oscura furia por él. Nunca antes había rota la palabra dada a sus guerreros; ellos esperarían que él mantuviese hoy su promesa, y con razón. Lo cual quería decir que uno de sus hombres esperaría reclamar a esta mujer, su compañera, para sí mismo, desnudándola, complaciéndola, viéndola llegar al clímax.

No podría permitirlo.

Cada instinto que poseía le exigía que hiciera algo, alguna cosa, para evitar que eso sucediera. Todavía no había nada allí que pudiera hacer ahora y lo sabía. Entrecerrando los ojos y apretando las manos a los lados, él dijo:
—Yo la llevaré. —un borde de acero en sus palabras.Shivawn le consideró silenciosamente durante un prolongado momento, luego se encogió de hombros, entregándola.

—Es una salvaje. Tened cuidado con sus piernas, intentará patearos vuestra virilidad. —En el momento en que sus manos quedaron libres, Shivawn agarró a otra mujer, una belleza morena que parecía menos que contenta con los acontecimiento que sucedían a su alrededor.

Hmm. Muy raro. Otra infeliz. ¿Qué iba mal con estas mujeres de la superficie? Jimin se olvidó de ella, sin embargo, cuando suavemente encerró al rayo de luna en sus brazos. Ella se quedó quieta, pequeñas deliciosas respiraciones saliendo de ella.
Mantuvo el rostro apartado de él y juntó las manos sobre su estómago. Incapaz de resistirse, hundió la nariz en su cuello, aspirando su fragancia de…nieve y flores silvestres, sí, esa era su esencia, disfrutando la suavidad de su pálida piel.

—¿Hueles mi esencia? —le preguntó él.

—N… no. ¿Debería?
Sus hombros cayeron con desilusión—Si no me pones en el suelo, —dijo ella rígidamente, como si cada palabra fuera forzada de su garganta—, voy a arrancarte los ojos y comérmelos frente a ti.

Él se rió entre dientes, olvidada la desilusión. Ella tenía una cara dulce y una naturaleza sanguinaria. Qué deliciosa contradicción. —¿Por qué no me ruegas que te dé placer?

—¿Me tomas el pelo? —dijo ella con voz entrecortada—. Alguien tiene que registrarse en Egos Anónimos, por lo que veo. ¡Ahora bájame!

—No contestaste a mi pregunta.

—Y no voy a hacerlo. Por dios santo ¡Ponme en el suelo!

—Quiero sostenerte. Para siempre.—
Un músculo parpadeó en su mandíbula, pero esta vez ella no contestó. —Desearía poder darte lo que pides, —dijo él—, pero me gusta demasiado donde estás. —El costado de su cuerpo estaba presionado contra su pecho, y en todo lugar donde se tocaban sus pieles, él ardía—Quizás, sin embargo, negociaría contigo....Quizás podrías convencerme de acceder a tu petición.

Finalmente ella echó un vistazo en su dirección. Cuando sus miradas se encontraron, azul contra dorado marrón, él jadeó por aire. La conciencia chisporroteó dentro de él, más fuerte que antes. Tan hermosa. Sus fosas nasales llamearon, y él sabía que sus pupilas se dilataron. Su cuerpo se endureció dolorosamente. Ella tragó y su piel ya pálida palideció aún más.
—Nada de negociación. Sólo bájame ¿O tú y tu pandilla de imbéciles con esteroides planeáis violarnos?

—¿Violar? —preguntó él, desconociendo la palabra. A juzgar por su tono, no era algo favorable—Explícame eso de violar.

Ella lo hizo y en la voz más indignada que había oído nunca.Él se rió entre dientes otra vez ¿Cerdo indiferente? ¿Mujer poco dispuesta?

—Dulce Rayo de luna, cómo me diviertes. Nunca he forzado a una mujer en mi vida, y nunca tendré que hacerlo. No, cuando te tenga en mi cama, estarás desesperada por ello.

Desesperada por mí.

✎ ✏ ✐ Fin del capítulo

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│ ✐; Hola!!! ¿Están tan emocionadas como yo?.
│ ┆ ✐;Por 5 segundos creí que odiaría a nuestra protagonista por ser lo que menos buscaba....pero supongo que el deseo de tenerla es mucho mas intenso ( ͡> ᴗ ͡<)
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Nos vemos~~

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