⓿❷

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Florida
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✎ ✏ ✐ Capítulo 2

Una boda en Florida. Completa con la amplia extensión de reluciente playa, el agitar de las cerúleas olas, una mágica puesta de sol rosa y dorada, cálida y bochornosa brisa. Con pétalos de rosas blancas que estaban dispersos a lo largo de la fina arena, danzando y girando con cada gentil viento. La pareja que ahora mismo se estaba prometiendo su amor inmortal se miraban fijamente uno en los ojos del otro, sus manos enlazadas juntas, sus labios ligeramente separados en expectación del próximo beso.

¿Había algo más dulce? ¿Algo más romántico?......¿Había algo más digno de una mordaza?

______ Holling expelió un frustrado suspiro y bajó la mirada a su bikini de conchas marinas y la falda de hierba ¿Quién elegía esa clase de mierda para damas de honor? Alguien que quería que se parecieran a las más horribles bestias de los monstruos. Entre más feas las damas de honor, más bonita se vería la novia.

Dios, temía lo que la lujosamente vestida muchedumbre de espectadores pensaría de su atuendo de “deja que baile el hula-hula en tu regazo”.

Posiblemente parezco una lujuriosa no muerta. Pálida, como era _____,más de una persona se había burlado de ella a lo largo de los años, llamándola Casper, Reina de las Nieves, Vampiro...La lista subía aplastantemente sin cesar. El único color que poseía venía de sus ojos; esos eran de un profundo y rico marrón, y eran, en su opinión, su único rasgo rescatable.

Podía haber utilizado el auto bronceado que su madre le había enviado para ese acontecimiento, pero las consecuencias de la última vez que lo había intentado con aquel tipo de producto todavía estaban demasiado frescas en su mente: piel alarmantemente anaranjada, de un aspecto enfermizo, las manos llenas de granos y miradas horrorizadas. Quizás debería haberse pasado unas horas en una cama de bronceado.

Podían llenarla de ampollas de pies a cabeza, pero al menos tendría un poco de color. Rojo camión de bomberos, por supuesto, pero era un color.

Mientras estaba allí de pie, una nueva idea para su negocio, Anti-Postales, hizo aparición en su mente. Debo admitir que has traído la religión a mi vida, pensó ella, mirando fijamente a la novia, que también resultaba ser su madre.

Finalmente creo en el infierno.

Suspiró. La larga longitud de su pelo blanco plateado acarició su hombro, una perfecta imitación del perfecto vestido de satén crema que ondeaba en los tobillos de su madre.
¿Había alguien más hermosa que Tamara futura-señora-Waddell ¿Alguien más quirúrgicamente realzada? ¿Alguien que utilizara a los hombres igual que Kleenex sexuales ¿Ese cuál era? ¿El sexto matrimonio de su madre?

En ese momento, su madre le echó un vistazo y frunció el ceño.—Enderézate—articuló—Sonríe.

Como siempre, ______ pretendió no advertir las provechosas órdenes. Centró su atención en el párroco.
—Para amar, honrara y cuidar… —decía él, su tono de barítono flotando a través de la cálida puesta de sol. Mayormente, ______ oyó bla, bla, bla antes de bloquear completamente su voz.

Amor.

Como despreciaba esa palabra. La gente usaba el amor como una disculpa para hacer el ridículo. Me engañó, pero voy a quedarme con él por que lo quiero. Me golpea, pero voy a quedarme con él por que lo quiero. Me roba cada penique de mis ahorros, pero no lo voy a presionar por que lo quiero.
¿Cuántas veces había utilizado su madre aquellas mismas palabras ¿Cuántas veces habían tanteado los novios de su madre a la misma _______, afirmando que lo habían hecho sólo por que se habían enamorado de su madre y en ese amor entraba ella?
Ella apenas era una niña en aquel entonces.

Pervertidos.

El padre de ______ era otro ejemplo de la estupidez “el amor es todo lo que importa”.Tengo que dejar a tu madre por que me he enamorado de alguien más. Por lo visto, se había enamorado “varias veces” de alguien más.

Después de que su última esposa lo hubiese engañado y se hubiese divorciado luego de él, ______ le había enviado una tarjeta “lo siento mucho”.Lo que realmente quería haberle enviado era: “Al fin obtienes lo que te mereces gilipollas de alto nivel, no es cierto”.
Por supuesto, ninguna había estado disponible, razón por la que ella había empezado a hacer las suyas propias.

El negocio Anti-Tarjeta era un éxito. Parecía que había mucha gente que quería mandar a la mierda a alguien, de manera tortuosa. Ella trabajaba ochenta horas a la semana, pero eso no lo mencionó. Gracias a tarjetas tan populares como “Soy tan miserable sin ti, que casi parece que estás aquí” y “Puedes hacer más con una palabra amable y un arma que sólo con una palabra amable”.

Les había proporcionado empleo a veintitrés mujeres y había hecho más dinero del que había soñado alguna vez posible. La vida, para la niña de aspecto extraño que nunca había encajado con las expectativas de sus padres, era finalmente buena.
—Puedes besar a la novia —dijo el pastor.

Gracias a Dios.

______ soltó un apresurado suspiro, sus hombros se derrumbaron cuando se derritió la tensión. Pronto estaría en un avión, volando hacia Cincinnatti y a su tranquilo y pequeño apartamento. Ningún signo de romance la irritaría allí. No había ni siquiera un gato que la molestara. Entre alegres aplausos, el novio depositó un húmedo beso en la implantada mejilla de su madre. La brillante pareja se volvió y paseó por el pasillo, el lírico rasgueo de un arpa resonando detrás de ellos._____ se acercó poco a poco al agua,alejándose de las masas, escapando ahora que todo el mundo se dirigía a la carpa de recepción.

Había hecho su deber como hija, otra vez, y no había razón para quedarse. Además, quería sacarse el irritante sujetador de concha y la picante falda de hierbajos cuanto antes.
—¿A dónde vas, tonta? —dijo una de las otras damas de honor,cerniéndose sobre su brazo con un sorprendente apretón de hierro—Se supone que sacaremos las fotos y serviremos a los invitados.

Así que, la tortura no había terminado aún.
Ella gimió.

Después de una hora posando para el fotógrafo, quien finalmente dejó de intentar hacerla sonreír, se encontró sirviendo el pastel a una larga fila de invitados cargados de champagne. La mayor parte de ellos no le hacían caso, simplemente le arrancaban el pastel y se alejaban hablando, pero, ella lo suponía, la encontraban demasiado abrupta y se retiraban rápidamente.

¿Cuándo acabará esto? Sólo quiero irme a casa.Pero la fila había dejado de moverse, prolongando su tormento. Gr.. Ella echó un vistazo.

Un hombre había reclamado su postre, pero no había dejado el
lugar. En vez de eso la miraba, estudiándola.
—¿Puedo ayudarle?
—Tomaré una pequeña rebanada si la sirves tú —contestó él, sosteniendo el plato en equilibrio en una mano y revolviendo el champagne con la otra. Sus ojos verdes centellearon con alegría. Él llevaba una camisa blanca desabotonada en el cuello, la pajarita negra suelta y pantalones negros de traje. Su pelo rubio estaba perfectamente cortado, ni un solo mechón fuera de lugar. El padrino, recordó ella.

—Señor, está obstaculizando la fila. —Ella se forzó a endurecer el tono y poner expresión severa mientras volvía a cortar pastel y ponerlo en los platos. Había aprendido a una edad temprana que era mejor mantener a la gente a distancia desde el principio. Y si hacía que la odiaran de esa manera, que así fuera, por que no podía permitirse a sí misma ni la más suave emoción, la misma cosa que llevaba a la desilusión, el rechazo y la angustia—. Ahora muévase.

El hombre no se alejó como ella había esperado.
—Creo que quizás necesite…

—______, cariño —la llamó su madre de manera confiada. El caro aroma de su perfume emanaba de ella, mezclándose con el aroma del azúcar y las especias cuando flotó al lado de______—. Estoy contenta de que hayas conocido a tu nuevo hermanastro, Preston.

¿Hermanastro? De ninguna manera. Eso mostraba exactamente cuánto contacto había tenido ______ con su madre en esos pasados años No había sabido que el novio número seis tenía hijos. Realmente, no lo había descubierto hasta que su nuevo papá hasta una hora antes de la boda.

______ miró a Preston.
—Nunca me he llevado bien con los otros —dijo ella alisando su grosería de antes. Pero sólo eso, nada más.

—Eso he oído —dijo él, riéndose entre dientes.Era incluso más guapo cuando se reía de esa manera. Apartando la mirada, reunió dos platos y se los pasó a la gente detrás de él.

—Es un placer conocerte, Preston, pero realmente tengo que terminar de servir a los invitados.

La banda decidió ese momento para arrancar en una suave y romántica balada. Preston todavía no había captado la indirecta y no se apartaba
—Nunca pensé que diría esto pero ¿quieres bailar conmigo, hermanita Después de que acabas aquí, por supuesto.

Ella abrió la boca para decir que no, pero no surgió ningún sonido. Quería decir que sí, se percató _______. Incluso aunque sus hermanos y hermanas cambiaban más frecuentemente que ella de ropa y con probabilidad no volvería a ver ese hombre, quería decir que sí. No porque se sintiera atraída hacia Preston o algo así, sino porque representaba todo lo que siempre se había negado. Y necesitaba seguir negándose. Era más seguro de esa manera.
—No —dijo ella—. Sólo… no. —Una vez más volvió la atención al pastel. Su madre prorrumpió una estirada risita.

—No hay ninguna razón de ser grosera,_____. Un baile no te matará.

—He dicho no, Madre.

Hubo una pausa, entonces:
—Tú —dijo su madre, su voz repentinamente dura. Ella señaló a una de las otras damas de honor horriblemente vestidas—. Acaba con el pastel. ______, ven conmigo.

Los fuertes dedos se rizaron alrededor de la muñeca de ______. Un segundo más tarde estaba arrastrándola de la carpa de recepción al borde de la playa.

Aquí vamos otra vez… suspiró ella.

Eso siempre pasaba. Siempre que ella y su madre se veían obligadas a compartir el mismo espacio, Tamara siempre hacía erupción y ______ siempre se marchaba.

Dios, no necesito esto.

La arena se hundió entre los dedos en su sandalia cuando una cálida brisa salada la envolvió, azotando su falda de hierbas sobre las rodillas. Etéreos rayos de luz de la luna iluminaban el camino. Las olas cantaban una gentil, calmante canción.

Los aterciopelados ojos de su madre, ojos exactamente iguales a los suyos, se entrecerraron ligeramente. Ella dejó caer la mano de ______ como si su contacto le pudiera causar arrugas prematuras.
—Tratas a mis invitados como si fueran indeseables.

______ envolvió sus brazos alrededor de la cintura.
—Si tan siquiera me conocieras —dijo ella con suavidad—sabrías que trato a todo el mundo de esa manera.

—¡No me importa cómo trates a los demás! Tratarás a todos los que están aquí, incluyendo a Preston, no,especialmente a Preston, con respeto. ¿Me entendiste? Sólo…—ella se apartó un mechón de pelo de la cara—, finge que tienes corazón durante unas horas.

Eso picaba. Con fuerza. Pero _____ se obligó a sonreír.
—¿Por qué no vas a buscar a tu nuevo marido y le dejas calmarte? Ésta clase de trastorno sólo hará que te encojas como una pasa.

Jadeando de horror, su madre se palpó la piel alrededor de los ojos, sintiendo las patas de gallo.
—Sólo tengo Botox. No debería tener ni una sola arruga o pliegue. ¿Ves una arruga? ¿Ves una maldita arruga? No puedo alzar las cejas para encontrarla, los músculos no funcionan.

______ puso los ojos en blanco.
—¿Qué estamos haciendo aquí?

Su madre pateó con fuerza el suelo con el pie.
—Finalmente he encontrado el amor de mi vida. ¿No puedes entenderlo y estar feliz por mí?

—Uh, hola. Éste es el sexto amor de tu vida.

—¿Y qué demonios? He cometido errores en el pasado. Eso es mejor que cortarme por completo a mí misma de cualquier relación como has hecho, sólo para evitar ser herida. —Ella hizo una pausa, levantando la barbilla—. Tú desprecias a todos los hombres,_____. Nunca tendrás una relación.

No, no la tendría. Nunca más. Siempre había evitado los caminos que deberían haber llevado a obtener el mítico “felices para siempre jamás”. A ese punto, sin embargo, había intentado esa cosa de las citas. Había descubierto rápidamente que los hombres nunca llamaban cuando decían que iban a llamar.

No estaban interesados en ella como persona; estaban interesados en conseguir sacarle la ropa. Miraban a otras mujeres cuando suponían que tendrían que mirarla a ella.
Mentían, utilizaban, engañaban. Y no valía la pena el problema.

______ envolvió una hebra de hierba alrededor del dedo.
—Te deseo todo lo mejor con tu nuevo marido, Madre. —No había razón
para refundirlo todo. Otra vez—Ahora, me voy a casa.

—No te irás a ningún lado hasta que te hayas disculpado con Preston. —Un dedo se empujó hacia su cara—Lo trataste fatal, y no lo permitiré. No lo
haré, ¿me oyes?

Ella le había tratado fatal y se sentía mal por ello. Pero no pediría perdón. Eso invitaría a una conversación. La conversación invitaría a la amistad, y la amistad a la emoción. La emoción, por último, invitaría a todo lo que había trabajado con tanta fuerza para evitar.

—¿Realmente esperas que obedezca una orden paternal de tu parte ¿Ahora? ¿Después de una infancia en la que fui criada por niñeras?

—Bien, sí —la respuesta era vacilante.

—Estás olvidándote de algo. Soy la Princesa de Hielo de Bitterslovakia, la Gran Duquesa de BitterStonia y la Reina de Bitterland. ¿No es eso lo que me has llamado durante años?
Un suave ruedo de olas se estrelló en la distancia.

—Debería haber sabido que actuarías de ésta manera —le soltó su madre. Con enfadado movimiento de muñeca, se sacudió un oscuro mechón del hombro y contempló el agua—. Todo lo que he querido alguna vez era una hija encantadora, normal. En vez de eso tengo que aguantarte a ti. No estarás feliz hasta haber arruinado mi boda.

—¿Cuál? —respondió _____ con sequedad, haciendo a un lado su dolor. Prefería el helado entumecimiento que la rodeaba generalmente. Aquel entumecimiento la había salvado durante la infancia, apartándola de la depresión y la desolación y metiéndola en una vida de satisfacción, si no de alegría.

—Todos ellos, maldita sea. —Tamara no la miró a la cara, sino que continuó mirando fijamente la prístina agua. Sonó otro chapoteo, esa vez más cerca—Estás celosa de mí, y por eso no quieres que sea feliz. Cada vez que estoy cerca, haces algo para herirme.

De todas las cosas que había dicho su madre, esa era la que más cortaba. Después de todo, _____ estaba allí porque quería que su madre fuera feliz. Nunca había apartado a la mujer de su vida, porque, a pesar de todo, la quería.Era algo contra lo que había luchado y odiado, pero así era. La niña en su interior no dejaría sentir cariño por algo o alguien, pero todavía quería la aprobación de su madre. Ugh.

—No me culpes por tu miseria. Tú eres la única responsable.

—Conner y yo quisimos que éste día fuese perfect…—Los ojos de Tamara se ensancharon, vidriándose con lujuria cuando sus palabras se cortaron abruptamente—. Perfecto. —Suspiró soñadora—. Hmm.Tan perfecto.

La manera en que su voz cayó a un ronco ronroneo, como si quisiera sacarse el vestido y bailar desnuda a la luz de la luna, tenía a _______ parpadeando por la confusión.

—Um. Hola. Discusión aquí.

—Hombre. —Había una calidad hipnótica en la palabra, un encantamiento que hablaba de pasión y fantasías secretas—Mi hombre.

—¿De qué estás hablando? —______arrastró su mirada fija hacia el océano. Se le quedó la boca abierta del shock. Allí, elevándose desde las aguas igual que primitivos dioses del mar, estaban seis gloriosamente altos y musculosos bárbaros. La luna colocada reverentemente detrás de ellos, envolviéndolos en un halo de oro.

Cada uno de ellos llevaba una espada, una espada “te cortaré en un millón
de pedacitos” digna de un Dios, pero ella parecía no poder hacer que le importara. También llevaban a unos submarinistas y sus equipos submarinismo, algunos anclados bajo sus brazos, otros a la espalda. Otra vez, no parecía poder hacer nada para que le importara.

Los guerrero estaban sin camiseta, y todo poseían una tabla de lavar por nervudos abdominales, piel tan bronceada que parecía oro líquido sobre acero y rostros que cualquier súper modelo masculino habría envidiado. Sólo que mejor. Mucho mejor.

Increíble... surrealista... magnífico.______ tragó aire, y su corazón se saltó un latido. El aire se calentó en sus pulmones,quemándose y lamiéndola con llamas candentes. Todos, los seis guerreros estaban mirándola de repente como si ella fuera una sabrosa comida, que no necesitaban vajilla. Ya era bastante extraño que ella quisiera tenderse sobre una mesa, desnuda, ofreciendo su cuerpo como buffet.

Todo lo que usted pueda comer. Gratis.

Se humedeció los labios, la boca haciéndosele agua, la piel hormigueándole, el estómago encogido....Estoy caliente.

¿Por qué demonios estoy caliente?

Más importante, ¿por qué no se largaba?

Ellos se acercaron más y más. Tan cerca ahora que podía ver las plateadas gotitas de agua deslizándose por sus pechos libres de vello y reuniéndose en sus sexys ombligos. El agua se deslizó más abajo, más abajo aún… pensó ella.Complemento de éste, tonta, pensó ella aturdida.

Su mirada cayó sobre el hombre del centro y durante un momento se olvidó de moverse.

Te olvidas de respirar. Peligro
Le avisó su mente. Él era más alto que el resto, su pelo negro caía en una maraña húmeda, enmarcando sus facciones que eran terriblemente hipnotizantes. Sus ojos… ah, señor. Sus ojos eran verde, azulados, ningún color se mezclaba con el otro, sino que se mantenían solos, y tan eróticamente seductores que sintió el tirón de su mirada hasta los huesos.

Sus pezones se endurecieron y un dolor palpitó entre sus piernas.Había algo salvaje en él, algo indomable y salvaje, una ilusoria calma brillaba en su expresión diciendo que haría lo que infiernos le complaciera, siempre que quisiera y cuando ella lo miró, él la miró a ella. Estudió su cara, chamuscándola con la vacilante excitación en aquellos magníficos ojos suyos, haciéndose más profundos y mezclando el azul a un ardiente turquesa. Pero la excitación fue rápidamente seguida por un destello de rabia.
¿Rabia? ¿Estaba loco? ¿Por ella?

—Mío —dijo su madre conteniendo el aliento, todavía perdida en alguna clase de trance—Todo mío.

Sin cesar sus confidentes fanfarronerías, los guerreros salieron del agua y dejaron caer los todavía inconscientes submarinistas en la playa. Con los brazos ahora libres, el guerrero del medio curvó el dedo, llamando a ______ con señas hacia él. Temblando, ahogándose en su masculinidad, ella se las ingenió para mover sacudir la cabeza en una negación.

Ve a él...suplicaba su traviesa mente.

Ella sacudió de nuevo la cabeza, violentamente esa vez. La lisa barbilla del hombre se inclinó hacia un lado y frunció el ceño.
—Ven aquí —dijo él, su voz era un ronco susurro que atravesó la pequeña distancia, tan intoxicante y embriagados como una caricia erótica.Otro temblor le recorrió la columna, tan intenso que casi cae de rodillas

¿Qué sucedería si la tocaba? ¿Qué pasaría si arrastraba aquellos deliciosos labios rosados a lo largo de cada curva y hueco de ella?

Detente ______...demandó una pequeña y racionar voz interior.

Sólo detente.

—Ven aquí —repitió él.

—Sí —dijo su madre, ya andando hacia ellos. La soñadora mirada en sus ojos se oscureció con impaciencia—Tengo que tocarte. Por favor,déjame
tocarte.

La parte de ______ que reconocía que esos hombres eran peligroso también reconoció que había algo malo con su madre, y con ella, pero con todo no podía hacer que le preocupara. Una niebla sexual increíblemente intensa se tejía por su mente, y no importaba nada más.
—Lucha contra ello —dijo ella—Lucha contra esto, sea lo que sea.

Emprendiendo una guerra mental, pateó y empujó las repentinas
imágenes mentales de ella y aquel hombre, desnudos y tendidos juntos, su boca en sus pechos, sus dedos deslizándose en su interior, sus piernas separándose, dándole mejor acceso…...
—No. ¡No! —gruñó ella.Incluso mientras hablaba, una sábana de calma se asentó sobre sus pensamientos. Una familiar pared helada encerró sus emociones, haciendo a un lado todo excepto la necesidad de escaparse.

Esos hombres, quienes quieran, o lo que quiera que fueran, eran peligrosos, sus intenciones eran obviamente maliciosas. Tenían espadas, por Dios santo, e irradiaban lujuria. Lujuria de sangre, lujuria sexual, eso no lo sabía. Ellos estaban casi sobre ella.

Frunciendo el ceño, con el miedo encabritándose, extendió la mano y agarró con fuerza el brazo de su madre, tirando de Tamara para que se detuviera.

—No te acerques a ellos.

—Debo… tocarle…

—Tenemos que pedir ayuda, advertir a los demás. ¡Algo!

—Déjame ir. —Ella luchó contra el asimiento de _______, desesperada por
liberarse—. Tengo que…

—Tenemos que volver a la carpa. ¡Ahora muévete! —Arrastrando a su
madre detrás de ella,_______ corrió hacia el área de recepción, hacia las voces que se reían, la música suave y los confiados invitados.

Mientras corría, echó un vistazo tras de ella. Los hombres no habían reducido la marcha, no se habían apartado. La lujuria y el hambre se intensificaron en sus rasgos cuando la siguieron.

—¡Ayudadnos! —gritó ella, dando un puntapié a la arena con cada paso. Hizo la cortina a un lado y entró en la carpa—. ¡Que alguien llame al 911!

Nadie la oyó. Estaban demasiado ocupados bailando y bebiendo hasta el olvido, gracias a la barra abierta.
—Déjame ir —siguió gritando su madre.Cuando no consiguió obtener su libertad, hundió sus pequeños y agudos dientes en el brazo de ______.

—¡Maldita sea! —_______ hizo la única cosa en la que pudo pensar: enganchó su pie detrás de los tobillos de su madre y empujó, enviando a la novia volando hacia atrás sobre la mesa de postre. La comida y los platos cayeron al suelo, pero al menos su madre permaneció horizontal, tratando de contener la respiración.

Varias personas echaron un vistazo a ________, luego a la novia caída. Sus ojos se ensancharon, unos confundidos, otros horrorizados, pero sobre todo divertidos.

—Hay hombres… —apuntó _______— Ahí fuera. Hombres peligrosos.Tienen espadas. ¿Alguien tiene un arma?¿Alguien ha llamado al 911?

Volviendo a orientarse, su madre se puso en pie, indiferente a azúcar glaseado rojo y blanco que ahora rayaba su vestido de diez mil dólares. Ella se abrió camino entre los invitados a codazos.
—Le necesito. Déjame volver a él.

—¿Tamara? —preguntó su nuevo marido, incrédulo. Se precipitó hacia la novia y la envolvió con sus brazos, su expresión preocupada cuando ella luchó por liberarse—. ¿Qué te ocurre, gatita?

—Le necesito… a él. —La última palabra fue pronunciada en un suspiro de alivio, felicidad.
Seis dioses del mar habían abierto de golpe la tapa de atrás del toldo. Entraron en el interior, consumiendo cada pulgada de espacio respirable y bloqueando la única salida. La música se detuvo de inmediato. Los hombres invitados se encogieron, como si acabase de llegar la muerte, y las mujeres jadearon de felicidad, moviéndose ya hacia los guerreros, extendiendo la mano, impaciente por tocarlos.

—Salid de aquí —gruñó _______—. Tenemos armas. Pistolas… y… y otras cosas amenazantes.

Seis pares de ojos exploraron la muchedumbre, empapándose de cada detalle… buscando… y luego centrándose en ella. Ella tembló, el calor atravesándola. Imágenes de desnudez intentaron precipitarse nuevamente por ella. Piel sudorosa, colorada, rosada con la excitación…..

¡Otra vez no!

Obligó a su mente a permanecer en blanco.

¿Quiénes eran esos hombres? ¿Cómo podían hacer eso? ¿Cómo lo hacían para que ella olvidara quién y qué era ella y disfrutara simplemente de los placeres que de alguna manera sabía que podían darle?

Luchando contra una oleada de pánico,_______ agarró rápidamente el cuchillo de la tarta del suelo y lo mantuvo frente a ella. El glaseado cubrió su mano; el corazón latía irregularmente en su pecho. En el instituto había tenido que luchar algunas veces con sus hermanastros.

Sí, había sido su infructuoso intento de mantenerlos a distancia de modo que no empezaran a caerles bien sólo para tener que dejarlos meses después, pero realmente se las había arreglado para ganar algunas de esas peleas. No era que todos sus hermanos y hermana hubiesen llevado cuchillos o fuesen más musculosos que dos cuerpos bien constituidos juntos.

El guerrero en el medio, el gigante pelinegro exquisitamente formado que la había llamado con señas en la playa, le hizo señas una vez más. Todavía había una indirecta cólera en sus ojos, todavía también un tinte sensual en él. Ahora, sin embargo, se parecía más a un predador sexual.
En la carpa bien iluminada,podía ver el aro de plata destellando en su pezón.

—Ven —dijo él.
Todo su interior quizás gritara por obedecer, para ir a él, para aspirar ese aro en la boca mientras se bajaba a sí misma contra su erección, pero tragó y sacudió la cabeza.

—No.
Tenía una erección. Dios. Ella ni siquiera había mirado allí. Pero lo sabía, como si el conocimiento estuviera impreso en cada célula suya, que él estaba despertando.Sus besables, lamibles labios se alzaron en una lenta, maliciosa sonrisa, como si hubiese querido que ella se le negara.

—Me deleitaré en mostrarte el error de tus maneras.

Sí. Lo había querido.

✎ ✏ ✐ Fin del capítulo

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│ ✐; Hola! ¿Qué les pareció?.
│ ┆ ✐; Sinceramente la interacción entre éstos dos me tiene con los pelos de punta, estoy segura de que pronto se vovleran adictas a éste tipo de género literario....casi tanto como yo.
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Comenten y voten para recibir un saludo en los próximos capítulos :D

Nos vemos~

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