05 | convertirse en una shelby
Hetty se sentó en la mesa de la cocina de Thomas Shelby con las manos entrelazadas con fuerza en su regazo. No podía negar que estaba nerviosa, porque era la primera vez que estaba fuera del territorio de su padre, y sobre todo fuera de Londres.
Ahora estaba en un lugar desconocido, rodeada de gente desconocida, y toda la experiencia fue suficiente para ponerla nerviosa.
Una mujer entró apresuradamente en la habitación, con rostro severo, y preguntó—: ¿Quieres té?
—¿Qué? —preguntó Hetty, habiendo estado concentrada en la expresión de la mujer, que no parecía dejar escapar ninguna forma de emoción.
—Eres tan flaca —dijo la mujer—. Necesitas comida.
—¡Polly! —dijo otra mujer con tono de fastidio—. No la asustes.
Esta nueva mujer se veía diferente a Polly. Era más baja, tenía el pelo rubio más hermoso que Hetty había visto en su vida, y cuando sonrió fue suficiente para calmar los nervios frenéticos de Hetty.
Se sentó en la mesa junto a Hetty mientras Polly se paraba a su lado, mostrando su autoridad en la casa. La nueva mujer calmó sus nervios y Hetty sintió que sus hombros se relajaban.
—Hola —dijo la mujer—. Eres Hetty, ¿no? Yo soy Tessa.
—Hola —dijo Hetty tímidamente.
—¿Tienes hambre? —preguntó Tessa.
El estómago de Hetty rugió—. Sí, bastante.
Tessa se volvió hacia Polly—. Pol, ¿puedes...?
Sin decir una palabra, Polly salió de la habitación dejando a Tessa y Hetty a solas. Hetty miró a Tessa—. ¿Siempre es tan aterradora?
—Por supuesto que no —respondió Tessa—. Ella está tan enojada por este arreglo como tú. Pero no te preocupes, cariño. No te lastimaremos.
—Quiero irme a casa —dijo Hetty, su voz era apenas un susurro—. No quiero esto.
Tessa tomó su mano y la apretó para tranquilizarla—. Lo sé, cariño. Pero me temo que no hay nada que pueda hacer además de facilitarte esto. Te quedarás con mi hermano, Mason, que vive al otro lado de la calle. Es una buena persona, lo prometo. Cuidará de ti.
Hetty asintió—. Tengo miedo, Tessa. ¿Y si no le agrado a Michael?
—Le daré una bofetada —bromeó Tessa, antes de volver a su compostura seria—. Te amará, cariño, lo prometo. Te acostumbrarás a Birmingham eventualmente.
—Gracias —susurró Hetty.
—¿Por qué? —preguntó Tessa—. No hice nada.
—Por ser tan amable —respondió Hetty.
—Lo que sea por la familia —dijo Tessa, aprentando la mano de Hetty nuevamente—. Bienvenida a la familia Shelby, Hetty. No somos mucho, pero somos familia.
—
—Hetty, despierta —susurró Mason, sacudiendo a Hetty—. Oye, dormilona. No te voy a cargar.
Al abrir los ojos, Hetty se dio cuenta de que el paisaje fuera de la ventanilla del auto había pasado de campos verdes a una bruma de humo y fábricas. Una sonrisa apareció en su rostro, porque estaba en su hogar. Volviéndose hacia Mason, reprimió un bostezo y sonrió.
—Te ves feliz —comentó Mason.
Hetty sonrió—. Estoy en casa.
La boda de Tommy y Tessa había ocurrido casi dos días antes, y Tommy, en un estado de felicidad perpetua, finalmente le había permitido a Hetty regresar a casa para visitar a su padre con la condición de que Mason la acompañara. Mason había conducido hasta Londres solo por Hetty, quien estaba agradecida de que alguien se preocupara tanto por ella.
—¿Qué soñaste? —preguntó Mason.
—La primera vez que vine a Birmingham y lo asustada que estaba —respondió Hetty, sin ser cautelosa con sus palabras cuando estaba cerca de Mason. Él nunca la juzgaría.
—Lo recuerdo —dijo Mason riendo—. Eras una cosita tan diminuta. También estabas tan callada que pensé que nunca te animarías a hablar. Y mírate ahora.
—Sí, lo sé —dijo Hetty, mirando por la ventana—. Extrañé mucho este lugar.
Mason no pudo evitar sonreír cuando Hetty prácticamente apretó la cara contra la ventana para poder observar todo, desde las calles sucias hasta el humo que cubría el cielo—. Cuando quieras volver, simplemente dímelo, ¿sí?
—Gracias, Mason —dijo Hetty—. Me estuve sintiendo muy nostálgica.
—Bueno, ahora estás en casa —dijo Mason, aparcando el auto frente a una panadería familiar—. Pero antes de entrar quiero saber algo.
—¿Qué? —preguntó Hetty, que ya sostenía la manija de la puerta, lista para escapar y encontrar a su padre.
—Tú y Michael... ¿sucedió algo más en la noche de la boda de Tess? —preguntó Mason.
Hetty negó—. No, me ayudo, nos hicimos amigos y nada más. Ha vuelto a ser amable conmigo.
Mason sonrió—. Está bien. Adelante.
Hetty salió del auto antes de que Mason pudiera terminar su oración y corrió hacia la panadería. Los trabajadores intentaron detenerla, pero algunos de los clientes habituales notarlon el característico pelo castaño que pertenecía a la hija de Alfie Solomons y detuvieron a los trabajadores que protestaban para dejar pasar a la chica.
Alfie estaba saliendo de su oficina cuando Hetty irrumpió en la destilería, sus pies la llevaron hacia su padre—. ¡Papá!
Su cabeza se disparó hacia arriba y sus ojos se agrandaron detrás de sus lentes—. ¿Hetty?
Ella se estrelló contra él, abrazándolo con fuerza mientras intentaba no llorar—. Te extrañé.
—¿Cómo llegaste? —preguntó Alfie, abrazándola a pesar de sus preguntas—. No me digas que te escapaste.
—Me trajo Mason James —respondió Hetty—. Quería verte.
—Es tan bueno verte, Hetty —dijo Alfie, riendo—. Yo también te extrañé.
Hetty sonrió y dio un paso atrá—. Papá, no vas a creer lo que pasó.
—¿Qué? —preguntó Alfie.
—¡Hablé con Michael! —dijo Hetty—. Cuando estaba borracha en la boda de Tommy y él me ayudó, y resulta que no me odia tanto como yo pensaba.
Alfie apenas escuchó lo que Hetty estaba diciendo, pero asintió de todos modos—. Esa es una gran noticia, Hetty. ¿Cuándo es la boda?
Su tono tenía una amargura que no pasó desapercidida por Hetty, y ella rápidamente frunció el ceño con molestia—. Falta mucho. Solo somos amigos. Quiero ver qué pasa antes de casarnos.
—Bueno, va a suceder, y espero una invitación —dijo Alfie—. Vamos a sentarnos.
Hetty siguió a Alfie a su oficina, se sentó y agarró una de las galletas que él siempre guardaba en su escritorio para ella. Estar de regreso en Londers después de tanto tiempo privada de visitas era aburmador, y no sabía por dónde empezar.
Alfie se sentó y escuchó, y cuanto más hablaba Hetty, más lamentaba haber aceptado ese estúpido trato. Porque allí estaba sentada su hija, creciendo sin él. Ya no lo necesitaba; al menos no como solía hacerlo. Ya no era una niña y Alfie se dio cuenta de que se estaba volviendo más segura de sí misma.
De una manera egoísta, Alfie quería que ella siguiera dependiendo de él para siempre. La amaba hasta el punto en que temía dejarla ir, y todo lo que quería era protegerla del mundo que los rodeaba porque no era una fábrica de conceder deseos y muchas veces causaba más problemas de los que valía la pena.
Hetty estaba creciendo, y Alfie no estaba listo para despedirse de su pequeña.
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