Treinta Y dos

Último Flashback, ahora es enserio. Esta es la última vez que nos pasamos por los errores del pasado, no volveremos a regresar el tiempo atrás hasta Elsa's Family. Así que disfruten, este Flashback va de como Elsa y Jack se enamoraron, engaños de Jack y las tretas de Riley. Esta dividido en tres;

2.0 De cacería. (El más largo)
2.1 Serenata de un corazón.
2.2 Viento helado.

Más un extra.
+Apuestas & consecuencias.

2.0
DE CACERÍA.
Años atrás.

Cuando el verano llego, al fin, todos estaban extasiados. El sol brillaba en Georgia y la brisa era deliciosa. Las clases se habían acabado y por tal motivo más de uno ya tenía las maletas listas. Tal era el caso de Elsa y su hermana Anna quienes pasaban sus vacaciones en un pequeño bosque a las afueras de Omaha. Era una tradición familiar, bueno, ahora una tradición de dos.

El camino no era muy pesado y en menos de lo que ambas pensaron su bonita cabaña en Omaha ya se podía ver desde el auto. Anna, quien conducía, sonrió entusiasmada. Estaba tan contenta. Aquella cabaña era como un álbum de fotos viejas y recuerdos preciosos. Ansiaba estar adentro y que el olor a madera y a pino húmedo le pegara en la cara.

-Elsa -la llamó la pelirroja, dándole
un codazo muy suave para llamar su atención -. Ya estamos aquí.

Elsa apartó la mirada de su celular y miro la cabaña encantada. Llegar allí era como retroceder en el tiempo y volver hacer niña. Ahí estaban todas esas risas, los abrazos y las noches de malvaviscos. Ese era su lugar especial.

-Sigue, ya quiero estar ahí.

Anna asintió y avanzó por el sendero de piedras, hasta la puertas de la cabaña. Estando allí, las hermanas tomaron su equipaje de la cajuela. Cuando entraron la madera crujió bajo sus pies y sus oídos vibraron gustosos ante el sonido. Olía a pino fresco, tierra mojada y madera. Elsa cerro los ojos y dejo que el aroma entrará por sus fosas nasales.

-Igual que el último verano -opino Anna, acariciando las paredes, Elsa asintió con una sonrisa.

-Exactamente igual -apretó los labios en una línea -. Iré a arreglar mis cosas, te veré para comer.

-Sí, está bien -Anna tomo la manija de su maleta y le sonrió -. Igual tengo que llamarle a Hans.

Elsa frunció el ceño y agitó la cabeza, como odiaba al novio de su hermana. Lo detestaba por ser un niño rico y mimado. Solo esperaba que pronto terminarán y Anna pudiera encontrar un mejor partido. Un hombre de verdad.

-Hans -dijo con asco la rubia. Anna le sonrió con dulzura y se encogió de hombros -. ¿Alguna vez te he dicho lo mucho que lo detesto?

-Sí, hasta el cansancio -se río Anna, tomando su celular de sus bolsillos traseros -. Pero no vale porque yo te e repetido que lo amo y que me encanta.

-Y nunca voy a entender porque -se río Elsa, tomando su estuche de violín con una mano y la manija de su maleta con la otra.

-Porque me cuida mucho, me quiere y solo tiene ojos para mi. Y tú lo sabes.

Elsa no podía negar lo, Hans era muy detallista con su hermana. La sorprendía y siempre estaba al tanto de lo que necesitaba. Ahora, Elsa simplemente lo odiaba porque no podía soportar que alguien ya le estuviera quitando a su hermana.

-Bien -suspiro Elsa -Hans, uno. Elsa cero. Pero aún lo detesto demasiado Anna.

Anna rodó los ojos con gracia y le sonrió por última vez antes de que su teléfono sonará y ella contestará con un: "Hola, mi cielo". Entonces Elsa decidido abandonar la sala. Con un poco de dificultad se dirigió al segundo piso, tropezando con los escalones de madera.

×

Su hermana aún seguía hablando con Hans y parecía que la platica y va hacer aún muy larga. Elsa rodó los ojos y se escabulló por el pasillo hasta el piso de abajo con su estuche de violín colgado en su hombro.

Al salir de la cabaña fue recibida por el aroma a viento y a verano. Se sintió dichosa cuando noto que aún brillaba el sol. Se adentro en el bosque, como cuando era niña y jugaba a las escondidillas con Anna. Camino y camino hasta encontrar el lago en medio del bosque donde su padre pescaba.

Cuando pudo escuchar el sonido del agua fluyendo, corrió hasta allí emocionada por estar ahí una vez más. A media tarde, el sol brillaba en el lago y alrededor las aves cantaban sobre los enormes árboles. Era una vista encantadora. Se sentó a la orilla con las piernas cruzadas, ignorando que el pasto húmedo, mojo sus shorts celestes.

Con cuidado saco el instrumento de su estuche, era encantador. Brillante y barnizado de blanco y destellos azules. Sus colores preferidos en el mundo. Se tomó el tiempo para admirarlo un momento y familiarizarse con su próximo reto. Elsa estaba harta de que Riley logrará opacar la con sus solos, se dijo que no iba a permitir que nadie la hiciera ver menos valiosa. Así que con el dinero que ganaba por sus clases de piano, compro el violín.

Jamás había tocado uno pero, supuso que solo se necesitaba de entusiasmo, perseverancia y amor por la música. Se puso de pie y se acomodo el instrumento como recordó que Riley lo hacía. Tomo el arco y suspiro, lo paso por las cuerdas y el sonido que hizo casi la deja sorda.

-Oh, dios -suspiro molesta -. Esto no va hacer nada fácil.

Elsa estuvo en su mundo. Haciendo llorar al violín y lastimando sus oídos. Pasando una y otra vez el arco por las cuerdas, intentando afinar el instrumento. Tratando de tocar una canción, no funciono. Recordó el piano y la fluidez con la que tocaba y se desespero. Riley lo tocaba tan bien, ¿Por qué ella no podía hacerlo? Ella siempre buscaba perfección y esta no sería la excepción.

Una vez más lo intento. Su odio derecho dolió.

Segunda vez. Incluso los pájaros huyeron.

Tercera vez. El violín ya la tenía harta y el atardecer estaba apunto de caer sobre el lago.

-Vaya -se río alguien a sus espaldas, Elsa dio un pequeño brinco del susto producido -. Eso suena horrible.

-Me asustaste -murmuro, bajando el violín de su hombro. Fulminando al peliblanco sonriente, con su mirada azul enfadada. Sorprendiendo se con el echo de que estuviera allí de pie en Omaha.

-Tú me asustaste primero con esa música horrible - se burló Jack caminando hasta ella. Elsa frunció el ceño -. ¿Qué intentas hacer? ¿Invocar a algún demonio oscuro?

-Basta -murmuro molesta -. Es la primera vez que que toco esta cosa. No soy una experta -se excusó regresando el violín a su estuche, Jack río -. Además, ¿Qué haces tu aquí? Son vacaciones y se supone que tú y todos esos inútiles con los que te juntas se irían a Las Vegas ¿no?

-Más o menos, digo ya será para otra ocasión -se rasco la nuca con incomodidad -. El novio de mamá quiere que pasemos tiempo juntos. Así que nos trajo a este lugar, tiene una cabaña por aquí.

-Oh -asintió -. Ya veo.

-¿Y tú? ¿Viniste a descansar o solo a invocar a satanás? -se río él, Elsa rodó los ojos con gracia y le sonrió.

-Sonó horrible, ¿Verdad? -se río la platinada de si misma.

-Terrible -opino Jack con una sonrisa.

×

Pronto la noche había caído sobre el bosque, las cigarras cantaban y los búhos ya habían tomado su lugar en los árboles. Jack y Elsa seguían conversando, resulta que es muy agradable encontrar a un conocido cuando no conoces a nadie por los alrededores. Pronto ambos habían platicado de muchas cosas.

Empezaron preguntando por la escuela, luego por las calificaciones y los créditos del otro. Terminaron bromeando entre sí, como si se conocieran de años. Sintiendo una confianza inexplicable el uno por el otro. Se dieron cuenta que hablar era bastante fácil y menos aburrido de lo que pensaban.

-¿Eres rubia natural? -preguntó Jack con diversión. Los ojos de Elsa se abrieron de par en par y una carcajada se escapo de sus labios.

-No puedo creer que eso sea lo que más te intriga sobre mí -Elsa negó con una sonrisa, Jack se encogió de hombros riendo -. Es ofensivo. Porque claramente soy una despampanante rubia natural.

Elsa hizo una pose como de modelo de comercial de acondicionador, moviendo su cabello a los lados. Sintiéndose lo suficiente a gusto con él para bromear.

-Dios -se río Jack, sin apartar la vista de Elsa -. No puedo creerlo.

-Bien -río Elsa -. Mi turno, ¿te perdiste o solo tenias curiosidad por la música?

Jack se tomó la barbilla con los dedos como si pensará. Luego miro a Elsa con una sonrisa.

-Ambas -confesó -. El bosque es todo igual para mí, salí a tomar aire un momento y después ya no encontré el camino. Luego apareciste tú con tu música demoníaca y pensé; morir solo en el bosque o morir acompañado por música tétrica.

-Oye -le reclamo Elsa a modo de juego, Jack le sonrió.

Luego hubo un momento de silencio entre los dos, ambos miraron el lago frente a ellos. La luna cayendo en el agua, su reflejo reluciente brillaba sobre el agua cristalina, con los mosquitos al rededor y el aire soplando las hojas de los árboles. En un silencio tan cómodo que Jack casi sintió que la conocía de toda la vida.

-Creo que debería irme, Anna debe estar buscándome.

-Oh, claro -Jack se puso de pie y se sacudió los vaqueros, por su parte Elsa imitó su acción y se puso de pie sintiendo como los mosquitos se le pegaban al cabello.

Estando allí Elsa le presto mayor atención, bajo la luna Jack le producía una ternura profunda. Con los ojos tan claros y tranquilos que Elsa recordó que estaba de cacería y que Jack era su presa. Jack era como un zorro blanco detrás de un pequeño siervo indefenso. Pero eso no era problema porque Elsa iba hacer la cazadora que lo salvará.

Su plan iba a seguir y Jack parecía caído del cielo en ese momento. En vacaciones y solo para ella. Igual y se robaba su corazón en estas cuatro semanas. Se despidieron sin decir nada mas y cada uno se fue por su camino en medio de la oscuridad y de tantos árboles de encino.

Elsa espero que Jack no se perdiera.

Jack espero volverla a ver después.

×
Lunes.
5: 30pm

Habían pasado tres días desde lo del violín, el lago y Jack. Elsa no había salido de su habitación en todo el fin de semana. Sabía que salir a buscar a Jack era precipitado y le podía restar algunos puntos. Ella era cautelosa, más como un misterio y una incógnita.

-Tu puedes, Elsa ¡Concéntrate! -se ánimo, coloco su violín encima del hombro y respiro volviendo a pasar el arco sobre las cuerdas. Esta vez un poco más suave.

Pero falló.

-¡Por todos los cielos, Elsa! -grito Anna entrando a su habitación, con el celular pegado a su oído. Elsa cerró los ojos con fuerza -. Estoy en medio de una conversación con Hans, puedes para por un momento.

-Oh, Hans -sonrió con malicia -. Di le que esta melodía va dedicada especialmente para él.

Anna la miro confusa, Elsa tomo su arco y toco las cuerdas haciendo el sonido más chillante e irritante que pudo en esos momentos. Anna rodó los ojos y se cubrió el otro oído con su mano.

-Ya para -la riño. Del otro lado de la llamada, un chico río -. No es gracioso, Elsa. Suena horrible.

-Bien, bien -alzó las manos en forma de rendición, arrojo el violín a la cama junto a su arco -. Ya está.

-Gracias -dijo de mala gana -. Hans, manda saludos de todas formas.

-No me interesa.

-Grosera -Anna le enseñó su lengua rosada y Elsa sonrió. No podía molestarse jamás con su hermanita menor. Anna desapareció por la puerta y Elsa volvió a su soledad.

Se dejó caer en la cama y no hizo más que mirar el techo. Al menos su hermana tenía a alguien con quien hablar. Elsa sacó su celular y pronto comenzó a hablar con Merida quien le contaba que estaba pasando las vacaciones en Escocia, el país de sus padres y sus abuelos.

Vaya, pensó Elsa mirando a su alrededor, Que lugar tan solo.

Martes.
6:30am

Por la mañana Elsa salió a correr. El sol a penas se asomaba en una de las colinas. Elsa se ajusto los auriculares a los oídos y corrió con más fuerza por el camino de tierra y graba. Llevaba una ligera capa de sudor en la frente. Y cada cuanto respiraba con fuerza para llenar sus pulmones de aire limpio.

Estaba un poco sedienta, pero Elsa había olvidado llevar su botella de agua. Así que tuvo que aguantar la sed y siguió corriendo. Cuando iba a dar la vuelta casi choca con Jack, quien apareció en su campo de visión con pantalones holgados grises y una camisa negra. Llevaba los auriculares con la música al tope, y unos tenis negros con gris.

Al verla se detuvo de golpe. Elsa hizo lo mismo, se quito uno de sus auriculares y le sonrió con singular simpatía. Jack también le mostró una sonrisa de labios apretados.

-Hey -saludo el peliblanco quitándose el auricular -. Aparte de invocar demonios también eres deportista.

-Soy una caja de maravillas -se encogió de hombros.

-Claro -se río, su camisa estaba mojada en la parte del pecho y de la espalda. Elsa supuso que llevaba corriendo más tiempo del que ella llevaba.

-No sabía que corrías.

-Sí, todas las mañanas. Me gusta, es relajante.

Elsa asintió en acuerdo con él, ella corría por el mismo motivo. Le resultaba liberador, era un ejercicio necesario. Le gustaba el dolor que le quedaba en los músculos de las piernas y el abdomen. El dolor de un trabajo bien hecho.

-Lo sé... ¿Ya te adaptas te al lugar?

-Mmm... No realmente, aún me pierdo. Digo, es que para mi todo el bosque es igual.

Elsa río con diversión. Luego el reloj en su muñeca comenzó a sonar y el sol que salía por el horizonte, le lastimo la vista. Se cubrió los ojos con en el antebrazo.

-Ya veo -asintió -. Bien, me tengo que ir, Anna seguro esta por despertar y es mi turno de hacer el desayuno.

-Cierto -se golpeó la frente -. Casi olvido el desayuno. Nos vemos.

Esta vez Jack se despidió agitando su mano, se coloco el auricular en su lugar y desapareció en medio del bosque. Elsa sonrió al verlo marcharse, noto que era realmente lindo a la luz del amanecer. De cierta forma ella sentía mucha ternura por él.

Suspiro y volvió al camino rumbo a su cabaña. Anna se ponía de muy mal humor si no tenia su pan tostado y su té helado al despertar. Así que Elsa corrió aún más fuerte.

Miércoles.
12:00Pm

La tarde llegó acompañada de un olor exquisito a ravioles y a menta. Anna estaba terminando de cocinar y Elsa ponía la mesa. Dos platos y los cubiertos bien derechos, tenedor a la derecha y cuchillo a la izquierda. Un vaso de cristal y cuello largo, servilleta de tela y todo el apetito del mundo.

-Ravioles a la mesa -sonrió Anna, acercando el recipiente humeante.

-¡Lucen perfectos!

Elsa tomó asiento, saboreando el olor de la pasta en el aire. Su hermana Anna era buena cocinando, bueno no, buenísima. Siempre se le había dado bien, por eso era ella quien se encargan de hacer la comida y la cena en casa. Elsa se encargaba del desayuno, cereal con leche, café, fruta picada, pan con mantequilla, mermelada, crema de maní... Cosas que no llevaban tanta elaboración.

-Sí, les puse muchísimo amor.

Anna se sentó a su lado. Sirvió ambos platos y ambas se pusieron a comer. El estómago de Elsa salto de felicidad cuando se llevó una porción a la boca, en su paladar había una danza de celebración por tan buen platillo. Estaban calientes y suaves.

-Buenísimos, Anna -agradeció, llevándose otra porción a la boca. Anna le sonrió con gratitud.

-Tome clases -se encogió de hombros -. Quería... -Antes de que pudiera decir más la pantalla de su celular se encendió. La pelirroja no pensó dos veces y lo tomó.

Elsa pudo ver por el rabillo del ojo quien era. Jodido, Hans. Pensó con hastío. Ni siquiera dejaba que ella y su hermana disfrutaran juntas de su comida. Elsa bufo. Su hermana presionó el botón de grabar y hablo al aparato.

-Estoy comiendo... Ravioles, ya te haré unos cuando te vea. Por cierto te extraño -luego soltó el botón, pero su sonrisa no se borro.

-Dios -murmuró Elsa empalagada, Anna no despego la mirada del apartó y Elsa no pudo sentirse más enfadada.

"¡Ravioles! Suena magnífico, mi cielo. Muero por probarlos. Yo también te extraño, como loco. "

Escucho Elsa el mensaje de voz. Anna sonrió emocionada. La platinada no entendió porque el alboroto ¡llevaban un año de novios! ¿Que era lo increíble? Se limpio los labios y hizo su plato aún lado para salir a tomar un poco de aire, así le daba a su hermana privacidad.

Cuando salió tropezó con una caja de cartón marrón con estampillas. Eso la desconcertó. Miró a los lados, pero no había nadie, cuando se agacho a mirar el remitente se dio cuenta de que no era para ellas. Si no para un tal Señor Black. Seguramente serían para una de las casas vecinas, lo cual no sería difícil tan solo habían cuatro por los alrededores.

Cargo el paquete y lo metió a su casa. Ya lo devolvería después.

Jueves
4:00Pm

El día había estado bien. Intento tocar de nuevo con el violín, pero fallo. Frustrada había decidido salir a caminar. Metió sus manos en las bolsas de su sudadera y disfruto del sol en su cara y de los pájaros a su al rededor. Todo se sentía tan cálido y singular que se dejó llevar. Caminado con tranquilidad y especial calma.

Respiro hondo y camino debajo de los enormes árboles. Sintiéndose tan pequeña entre la inmensa belleza del bosque. Estiro los brazos, tratando de tocar el sol. Una tontería, pero era algo que hacía cuando era niña.

-¡Maldición! -la voz a lo lejos la hizo despertar de su minúsculo momento a solas -. Vuelve aquí Nightmare.

Elsa miró tras de ella y encontró al peliblanco corriendo tras de un perro negro y enorme, justo en su dirección. Elsa abrió los ojos como platos al ver al canino correr a gran velocidad. Se mantuvo en su lugar, recordó que su padre decía que los perros huelen el miedo así que se mantuvo regia en su lugar.

El chico corría tras él, apenas siguiéndole el paso, el animal era veloz, más que él. Y por lo visto no iba a detenerse, ahora su objetivo era Elsa. El perro ladro, tan grave que las piernas de Elsa temblaron y su corazón latió del miedo. Su padre también podía equivocarse.

-Al demonio -susurro, corriendo tan rápido como sus piernas se lo permitieron.

-¡Alto, Nightmare! -El perro hizo caso omiso, Elsa lo miró por encima del hombro sin detener su paso veloz, el perro le ladro una vez más -. ¡Es suficiente!

Elsa se detuvo a pensar un momento, no iba a esquivarlo era demasiado veloz y ella no era una corredora de gran rendimiento. Se paro un momento con el corazón en su garganta. Miró al rededor y miró al perro acercarse con sus grandes dientes y los ojos oscuros. No había más escape que el árbol frente a ella.

Recordando los viejos tiempos y las carreras tontas. Elsa se tomó con fuerza de la rama superior del árbol era bastante gruesa así que subió por ahí antes de que el perro pudiera morder su pierna. Rápidamente alzó las piernas y se sentó en la rama sosteniéndose con toda la fuerza posible. El animal se estampó en el tronco y trató de saltar para alcanzar sus piernas pero eso ya no era posible.

-Lo siento, Elsa -se lamento Jack, al verla asustada encima de una rama.

Elsa puso una mano en el pecho con la cara pálida por el susto.

-¿Estas loco? -reclamó -. Pudo haberme matado, ¿cómo sacas a un animal tan salvaje a pasear?

-Lo sé, esta loco. Si sirve de algo no es mio por eso no me hace caso.

-Jack casi mojo mis pantalones -grito desde arriba, Jack sintió vergüenza en esos momentos, en los que para variar, Nightmare no dejaba de ladrar.

-Perdón.... Este chico huele el miedo, tú corriste despavorida, él es así.

Se encogió de hombros, conectando la correa a su collar. Lo jalo hasta a él y el perro se sentó un momento, estaba agitado y sacaba la lengua cansado. Haciendo un ruido raro. Elsa entorno los ojos, recargando su cabeza en la corteza del árbol.

-Me metiste en grandes problemas, grandote -lo riño Jack en voz baja, el perro ni lo miró -. Una vez más lo siento, Elsa. No era mi intención que esto sucediera.

-Bien -bufo ella, tratando de normalizar su respiración.

Jack le sonrió a modo de disculpa, luego su perro y él se marcharon del lugar. Elsa estaba tan agotada que casi se queda a dormir sobre la rama de ese árbol.

Viernes.
8:10pm

El día entero lo paso en su casa, no quería salir, estaba tan agotada que no tenía ánimos para nada más que estar acostada en el sofá viendo películas de acción. Bostezo una vez más, dejo el bol de palomitas a un lado y se acurrucó bajo la manta, sobre los cojines del sofá.

-Yo también, bye -dijo Anna, entrando a la sala, separando el celular de su oído derecho.

Al verla Anna le sonrió y se sentó en el pequeño taburete en medio de la sala. Elsa bajo el volumen de la televisión.

-Ya era hora, Anna.

-Perdón, es que él me extraña. Y yo también. Me gana el tiempo.

-Claro -rodó los ojos.

-En fin... ¿Qué hay en la caja que está en el pasillo?

-La dejaron aquí por error, la entregaré mañana.

-Oh, vale -se acaricio las trenzas y Elsa supo quería pedirle algo. Era un gesto tan familiar que ya podía comprender lo así sin más.

-¿Necesitas algo?

-Sí -se mordió el labio -. No te enojes pero necesito tu laptop. Olvidé la mía y Moana va a pasarme una tarea que necesito entregar a penas entre, ¿puedes?

Elsa se lo pensó un momento y recordó la última vez que se la presto. Anna era algo distraída, y para que mentir, torpe también. Cuando tocaba sus cosas siempre terminaba dañando las. Elsa se rasco la muñeca de solo pensar que la estropeara.

-No sé...

-Anda, no demorare mucho. Prometo cuidarla, ¿Sí?

La va a dañar. Es muy torpe. Di le que no... Finalmente Elsa siempre perdía ante su hermana y sus súplicas desesperadas. Suspiro y asintió. Pronto Anna la abrazo y le agradeció.

-Solo cuídala, Anna.

Sábado
8:15.

Elsa decidió buscar al dueño del paquete que había ido a parar en su puerta. Se levantó temprano aún siendo sábado, se puso un vestido celeste de mangas cortas, Converse blancos y ato su cabello en un moño impecable. Acomodo su estuche de violín en su hombro, ya había decidido que después iría a practicar al lago, y sostuvo la caja con fuerza.

La cabaña frente a ella era la más grande de la zona, por tal motivo se le ocurrió preguntar ahí primero. Tenía ventanales de cristal enormes, un sendero de pierdas de río que llevaban a la entrada y dos pisos extras. Elsa silbo al ver la grandiosa estructura de caoba. "Cuanto lujo" pensó con asombro y un poco de gracia.

Elsa tocó el timbre, haciendo malabares con la caja y el estuche en su hombro. En segundos una chica castaña y con pijama abrió la puerta, mirándola raro. Elsa sonrió por amabilidad.

-Buenos días -saludo -. Soy Elsa Arendelle...

-No compramos ni galletas, ni biblias, ni apoyamos a ninguna caridad -la interrumpió la castaña a punto de cerrar la puerta.

-No, no -Dijo Elsa, rápidamente antes de que la joven le cerrará la puerta en la cara -. Ni vendo galletas, ni biblias, ni mucho menos estoy aquí buscando caridad, que evidentemente tú no tienes -aclaro la platinada, ante sus palabras la chica castaña frunció el ceño -. Soy tu vecina y por error han dejado esta caja en mi puerta, me parece que es suya.

-Mmm... Igual y tienes razón. ¿Dice a quién va dirigida?

-Al señor Black. ¿Es tu papá?

-Sí, claro -se río la chica -. Pasa, por favor -abrió la puerta y se hizo aún lado, Elsa dudo un segundo si verdaderamente quería hacerlo. Pero se dijo que no tenía nada más que hacer -. ¡Pitch, te llegó un paquete!

¿Espera un momento? ¿Pitch Black? Elsa alzó una de sus cejas conmocionada. ¿Sería posible que se tratara del mismísimo Pitch Black, el genio detrás de sus sinfonías favoritas? ¿El dueño del conservatorio más famoso de Los Angeles? ¿Su ídolo musical?

Las piernas le temblaron y su estómago sintió cosquillas. Si tenía suerte podía ser él y cumpliría uno de sus mayores sueños. Conocer al hombre que le mostró con sus obras que la música clásica era un estilo de vida. Era arte, era color.

-¡Vamos, Pitch! -repitió, Emma. Elsa miró a todos lados. No sabía de dónde saldría pero ya estaba ansiosa porque apareciera.

-Vale, ya oí -un hombre mayor de cuarenta años apareció por uno de los pasillos. Al verlo Elsa se quedó boquiabierta. No lo podía creer.

-¡Oh, dios mío! -chilló de felicidad, el hombre parpadeo un par de veces al oírla -. ¡Es Pitch Black! ¡No puedo creerlo!

-¿Usted, me conoce jovencita? -inquirió el hombre impresionado, sobre sus gafas de media luna.

-Por supuesto, usted compuso mi sonata favorita en todo el mundo: Sueños a media noche. ¡Me fascina tocarla!

Pitch sonrió orgulloso de sí mismo y orgulloso de que su música también fuera una inspiración para las jóvenes generaciones. La joven castaña rodó los ojos aburrida.

-Que placer tratar con jóvenes conocedoras.

-Oh, no -sonrió emocionada por tal alago -. El placer es mío, maestro.

Pitch tomó el paquete de las manos de Elsa, ella estaba emocionada por ver las manos del genio de tras de la música que la acompañaba a todos lados. Casi grita de la emoción, pero lo contuvo.

-Me apena causarle tal molestia, déjeme agradecerle invitándola a acompañarnos a desayunar.

-No quisiera molestar. Aunque, créame, para mí es un honor. Así que acepto con todo gusto.

×

Elsa se sentó en la sillas acolchonadas color caramelo, a la derecha la castaña y a su izquierda la cabeza de la mesa. Donde el señor Black se sentaría. Seguramente Riley se moriría de la envidia si la viera en estos momentos.

Dejó su estuche de violín a un lado, en el suelo. A la mesa llegó una señora muy elegante y refinada. Alta, de cabello castaño, corto hasta la barbilla. Perfectamente peinado, con un vestido hasta las rodillas, holgado de color marrón. De rostro delgado y ojos marrones claros.

-Buen día, amor -saludo a Pitch, este le sonrió y le beso la muñeca con singular cariño -. Y... Buen día, desconocida.

-Perdón -se disculpo la rubia olvidando sus modales -. Elsa Arendelle, su vecina. Vine a traer un paquete.

-Ya veo -dijo, mirándola de arriba abajo como si la inspeccionara. Elsa se sintió incomoda.

-Es una conocedora. Me trajo el paquete que me envió el rector del conservatorio -tercio, Pitch. Sonriendo a su novia para tranquilizarla.

-¿Ya aparecieron las audiciones?

-Sí, Olivia. En esa caja están las audiciones de treinta aspirantes.

-Vaya -murmuró Elsa -. Ser uno de los treinta debe ser un honor. No me lo imagino.

-Es difícil, pero no imposible -sonrió Pitch sin soltar la mano de su novia -. ¿Piensas adicionar?

-No lo sé, aún tengo diecisiete. Me gustaría estar ahí ¿a quien no? Pero me parece muy complicado.

-No si eres buena en lo que haces.

Elsa asintió dándole la razón, luego coloco la servilleta de tela sobre sus piernas. Sintiéndose mitad incomoda por compartir la mesa con desconocidos, y mitad terriblemente emocionada por estar a lado de su ídolo de juventud.

-¿Elsa? -la voz le resultó conocida, busco de donde provenía y vio a Jack Frost al pie de las escaleras de mármol recién pulido.

Sus ojos azules se abrieron por verlo ahí de pie con el pijama puesto y el cabello enmarañado. Jack Frost en la casa de su ídolo, Jack de pie y en pijama ahí mismo. ¡Jack Frost en el desayuno!

-Jack, buen día -titubeo, poniéndose de pie de modo educado. Jack enarcó una ceja.

-¿Se conocen? -preguntó Olivia, que por lógica y parecido, Elsa intuyo que sería la madre de Jack. Entonces Pitch sería su novio y Jack algo así como su hijastro. Que fuerte.

-De la escuela -respondieron al unísono. Jack se acercó a la mesa ignorando la mirada de su madre y de su hermana. Tomó su lugar en el comedor. Después de todo, se moría de hambre.

Domingo
11:40pm

Con lo de ayer, Elsa aún no podía creer que muy cerca de ella se encontrará una celebridad. Y que también fuera el casi padrastro de Jack.

Igual y el músico podía enseñarle a tocar el violín su reciente pesadilla, y así Riley ya no tendría más posibilidades junto a ella. Eso era un buen plan. Por lástima también estaba de cacería y normalmente tenía que poner toda su energía en una sola cosa.

¿Enamoraba a Jack para que no lastimara a Aurora o practicaba duro para poder opacar a Riley en los solos escolares?

Se fue a dormir con la pregunta, buscando en sus sueños la respuesta.

Lunes.
10:00pm

Jack jamás había estado tan aburrido en toda su existencia. Su madre y su hermana jugaban tenis o se la pasaban de aquí para allá juntas hablando de cosas que a él le aburrían el triple. Pitch se encerraba a ver sus audiciones, de vez en cuando tocaba el piano o el arpa en la biblioteca.

Él solo se aburría. Por tal motivo había decidido salir a dar la vuelta lo más lejos que pudiera. Buscar la civilización y huir de tantos árboles y mosquitos. Encontrar luces y sonido de autos por la avenida. Eso quería.

Pero una vez más el bosque le ganó y Jack no volvió a encontrar la diferencia para volver a casa. Al caminar y caminar lo único que fue capaz de encontrar fue otra cabaña. Más pequeña que la de Pitch, pero hogareña y muy bonita.

Merodeo por el lugar, pero parecía que todos estaban dormidos a dentro. Estaba por irse cuando alguien le pico la espalda. Salto del susto. Estuvo a punto de gritar pero no lo hizo cuando escucho que alguien reía a sus espaldas.

Elsa...

-Creo que estas cobrando venganza, Arendelle -le reclamo, girando en sus talones para verla cara a cara. Elsa se encogió de hombros.

-Me debes muchas.

Jack río y le presto mayor atención. Llevaba un Jersey gris hasta los muslos, un pantalón azul cielo y el cabello atado en una coleta alta. Eso lo desconcertó, ya era tarde para no estar en pijama.

-¿Qué haces afuera tan tarde? -se animo a preguntar. La platinada rodó los ojos y alzo el estuche de su violín. Jack asintió -. ¿Aún no te rindes? Se te da fatal.

-Yo nunca me rindo, Jack. Rendirse es para conformistas. Ahora di me tú, ¿Qué hacías merodeando por mi cabaña?

-Esa es -suspiro Jack, rascándose la nuca con nerviosismo -... Una buena pregunta. Me volví a perder.

-Eres un caso -se río Elsa,sentándose en las escaleras de la entrada -. Creo que definitivamente nada de esto es para ti.

-Y no te equivocas -susurro tomando lugar a su lado. Apenas unos centímetros separado de ella.

Elsa dejó aún lado su violín y miró al cielo. Estaba lleno de estrellas, en paz, con una luna llena enorme que iluminaba todo con su hermoso brillo blanquecino. Jack siguió su mirada y presto la misma atención de ella. Vaya cielo, pensó.

-No sabía que conocías a los famosos.

-¿Cuántos años tienes? -se burló el peliblanco -. La mayoría de los fans de Pitch tienen entre treinta o en su defecto más de sesenta años.

Elsa río con un pequeño sonrojo en las mejillas.

-No todos... Me gusta la música clásica es todo. Ya sabes lo que dicen, Alma vieja cuerpo joven y viceversa.

Jack río un momento, finalmente suspiro. Sabía que Pitch no le desagradaba. Pero tampoco es que fuera su persona favorita en el mundo.

-Es curioso, no lo odio pero tampoco me gusta la idea de que se una a mi familia.

-¿De qué hablas? -pregunto Elsa poniendo su mirada en él. Prestando le especial atención. Jack se acomodo mejor en el escalón de madera.

-Le pidió matrimonio a mi madre. Fue elegante y todo, se que la quiere y se que no es mala persona... Él problema es que no sé si sea buena idea.

-Es difícil aceptar que alguien nuevo entra a la familia, te lo digo por experiencia -le sonrió dulcemente, Jack sintió algo extraño al ver esa sonrisa tan noble -. Y por experiencia te digo que vale la pena por ver feliz q la gente que quieres.

Elsa lo abrazo por los hombros y Jack no supo porque pero le devolvió el abrazo. Elsa olía increíble, a helado de Vainilla y a perfume dulce. Era delgada y su brazo caso le rodeo toda la cintura. Jack se dio que jamás la había abrazado, jamás la había tocado. Ni siquiera como un saludo. Nada.

No sabía lo reconfortante que era abrazar a Elsa Arendelle.

|| CONTINUARÁ...

✖HOLA✖

El Flashback Jelsa me esta saliendo tan largo que se necesitara más de un capitulo para subirlo todo. Así que sus deseos se hicieron realidad. Habrá montones de Jelsa en estos Flashbacks.

De corazón espero que lo disfruten ya que esto lo hago por y para ustedes.

¡SE VIENE LO DULCE Y EMPALAGOSO JELSA!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top