El presente.
{Y las consecuencias}
Jack no podía dormir. Daba vueltas por la suite y se tomaba el cabello. El pasado no se podía cambiar, tampoco borrar, mucho menos olvidar. El había tenido un tropiezo y aquello lo perseguiría por el resto de su vida.
No le contaría a Elsa lo que paso, aún se sentía avergonzado. Con él mismo. Porque había sido un cobarde y no sé lo dijo en su momento. En ocasiones tenía pesadillas con aquella fiesta, porque sabía que ese día fue el que marcó el resto de su vida.
Se sentó en el borde de la cama, y ala cabeza se le vino todo. Otra vez. Labios rosas, cabello sedoso, carácter fuerte, un error...
Ese día estaba adherido a su memoria con fuerza. Cada momento brillaba con fuerza. Nunca se irían estarían ahí para recordarle que era un asco. Que había engañado a la persona que más le importaba en esos momentos.
Además ella ya no tenía derecho a saberlo. Porque los años habían pasado y Elsa ya no era nada suyo, y tampoco necesitaba de sus explicaciones. Su tiempo ya había pasado y ahora él tenía tres hijos, un hámster y problemas para dormir.
Él tiempo se había encargado de poner todo en su lugar y el lugar de Jack era junto a sus hijos. Sus tres niños, la tropa Frost y la razón por que su tristeza era menos. Un poquito más soportable.
Jack miro su teléfono celular y buscó el número de una persona que conocía la historia, pero que a pesar de todo no había abierto la boca. Miro a Hiccup de reojo. El castaño seguía más que dormido y eso lo hizo suspirar de alivio.
Se debatió un momento entre hacerlo o no. Pero después presionó el botón, total, no tenía a nadie más con quien hablar. Ella era la única persona con quien podía hablar sin ser juzgado.
-Hola, ¿te desperté? -del otro lado una chica lanzó un bostezo. Jack se sintió un poco mal por haberla despertado, pero de verdad quería hablar con alguien.
-No, no ¿Qué pasa? -su voz sonaba adormilada -. ¿Los niños están bien?
-Sí -respondió Jack rápidamente, lo menos que quería era preocuparía a altas horas de la noche -. Ellos están bien... Están con una amiga.
-Oh, Elsa... -murmuró la chica, antes de bostezar -. Me disculpo por no haber poder cuidar de ellos.
-No, yo lo entiendo -Jack se arrastró por la cama se sentó y recargo la espalda en la cabecera -. Además de Suiza esta muy lejos.
-Bastante -contestó -. Y a mis sobrinos no les gustan mucho estas... Tierras.
Jack río, amaba a su hermana. La amaba por estar ahí, por no juzgarlo, por apoyarlo, la amaba por ser tan oportuna.
-Sí, ellos son niños apegados a la ciudad. Adoran Nueva York. Están encantados de vivir aquí.
-Ya lo creo, su madre... Ella quería que crecieran en la ciudad que nunca duerme -su hermana suspiro, Jack sabia que Emma quería mucho a la madre de sus hijos. Recordaba lo bien que se llevaban eso hizo sonreír a Jack.
-Sí, y ahora aman la ciudad. Están encantados....
-Siento que algo no está bien, ¿Qué ocurre?, ¿has hablado con mamá?
¿Mamá? Si, claro, pensó Jack. Su madre nunca estaba en casa. Vivía en Carolina del sur, pero se la pasa a de crucero casi siempre. Decía que era una manera de relajarse. Porque su vida estaba llena de estrés. Vamos, que sí su vida estaba llena de estrés, entonces la de Jack era el estrés mismo.
Su madre vivía llena de comodidades, a su disposición tenía empleados de servicio e incluso una alberca en el patio trasero y un Jacuzzi en el tejado. Su tercer esposo, y último, le había dejado toda su fortuna y ahora ella no sabia en que gastarla. Sí, cuanto estrés.
-Esta vez se fue a un crucero a Puerto Rico. No tiene tiempo para hablar conmigo.
-Sí, pero cuando se trata de tomar decisiones sobre los niños entonces es la primera en aparecer -Emma suspiro del otro lado, Jack aguanto una risa. Su hermana siempre los defendía -. En invierno estaré por allá, ¿te parece?
-Por supuesto -sonrió, Jack -. Ahora cuéntame, ¿adoptaste un perro?
-Oh, sí. Su nombre es Milo, es un San bernardo y....
La noche para Frost fue menos pesada. Hablar con su hermana se lo había facilitado. Termino su llamada a eso de las 5:00AM, porque Hiccup comenzó a quejarse del ruido. Entonces Jack pensó que era mejor dejarlo estar. Colgó la llamada y se acostó a dormir.
Esta vez le resultó más fácil...
✖ Los niños ✖
El sillón dejo de ser cómodo en la madrugada. Pero a Elsa no le importo estar un poco apretada, el calor corporal de los niños la hacían sentir más que cómoda. A su lado los pequeños dormían tranquilamente. Elsa sonrió gustosa.
Miro a Ross un momento, de verdad que era preciosa. Con el cabello rubio, suave y las pestañas largas y espesas. Seguramente las había heredado de su madre. Encontró algo familiar en su rostro, le recordó a alguien ese rostro sereno... Pero no podía ser, porque Ross era un amor de niña. Una niña dulce, por eso descartó la idea.
¿Será que Elsa no quiere ver la verdad?
Luego Elsa miro a su lado, ahí estaba Alex profundamente dormido con los labios entre abiertos. El niño era idéntico a su padre, descartando el cabello marrón, pensó que quizá la madre tenía el cabello marrón y por ende el niño lo había heredado. Pero entonces... Eso no explicaba por que las dos niñas eran rubias.
Elsa estaba tan confundida, que pensó que a lo mejor ni siquiera conocía a la mujer, entonces ya no tenía caso darle más vueltas. Total, era la vida de Jack y suponía que si le escondía lo de su esposa era porque aún existía una relación y quizá no quería que conociera a Elsa. Por respeto supuso.
Pero eso le causó un malestar estomacal. Porque Jack le resultaba muy guapo, maduro, inteligente, interesante, paternal... ¿Para qué mentir? Al verlo le removió un sin fin de cosas. Unas desagradables y otras... Otras muy buenas. Pero estaba segura de una cosa; los sentimientos por él seguían ahí.
-Vamos a ver... Jessie tiene doce años -murmuró Elsa, contando con sus dedos lo más bajito que pudo -. Jack tiene 29... Eso quiere decir que...
Elsa casi se atragantó con la saliva, según sus cuentas Jack se convirtió en padre a los 17 años... Aquello la asustó. Y se dijo que a lo mejor estaba haciendo las cuentas mal, que se estaba obsesionado con algo que a ella no le correspondía. Agitó la cabeza y trato de cerrar los ojos para volver a dormir. O al menos hacer el intento.
✖ Jessie ✖
La joven no pudo dormir en toda la noche. En la noche se escabulló por la sala y la escena que vio la hizo hervir de coraje. Le molestaba tanto esa rubia y la sé pregunto; ¿Qué pensaría su madre de ella?, seguro lo mismo que ella. Que era insoportable, pedante, usurpadora...
Esa noche Jessie se sintió más que sola, más rota, más triste, más enojada... En la vida le perdonaría a Elsa que quisiera meterse entre sus hermanos y ella. Recordó que el collar ya estaba vendido y el dinero seria depositado a su cuenta. Eso le daba ideas para este viernes. Le causaría problemas, problemas serios.
A la mañana, Ross saltaba de aquí allá con su pijama de flores. La noto muy feliz porque andaba tarareando por todo el lugar. Alex, por otro lado, estaba en la cocina con... Elsa. El niño le mostraba como hacer masa para Waffles. Jessie rodó los ojos, pensaba en lo inútil que era aquella mujer. Digo, que un niño te enseñe a cocinar cuando eres una adulta, es algo humillante.
-¡Por fin! -sonrió Ross -. Tendremos un desayuno caliente en la comodidad del hogar.
-Este no es un hogar -Jessie frunció el ceño hacia su hermana -. Ve aceptando lo, enana.
-Hey -interrumpió Elsa desde la cocina -. No la molestes Jessie, si ella esta cómoda aquí... No veo el problema.
-Sí, Jess -tercio, Alex -. No la molestes y come algunos Waffles.
Jessie se cruzó de brazos y se dejó caer en el sofá. Los almohadones estaban desordenados y la manta celeste aún estaba ahí. Jessie se mordió el interior de la mejilla, extrañaba su cuarto, su casa y a su inexperto padre.
-No tengo hambre -refunfuño.
-Bien, antisocial -se burló Alex, mientras arrojaba tres huevos a la mezcla -. Más para nosotros, ¿cierto chicas?
-Cierto, Alex -respondieron a la vez Elsa y Ross con una sonrisa de lado a lado. Jessie se sintió tan excluida en ese momento, aunque tampoco quería ser parte de todo ese bullicio.
Los tres permanecieron en la cocina por un buen rato más, esta quedo echa un asco, cuando todo fue a la batidora Elsa olvido poner la tapa y la mezcla voló por todos lados, incluso cayó en el rostro de Elsa, en la bonita pijama floreada de Ross y el impecable cabello de Alex.
-¡Mierda! -exclamó Alex cubriéndose la cara -. ¡Ya se mancho todo!
Elsa soltó una carcajada con el comentario de Alex, Ross abrió la boca escandalizada. Su padre decía que las malas palabras nunca, jamás, se usaban. Mucho menos en casa.
-¡Alex! -lo reprimió Ross, Alex se encogió de hombros y se paso las manos por el cabello. Elsa se limpio las pequeñas lágrimas que se le escaparon a causa de la risa.
-Vaya -sonrió Elsa, Alex también lo hizo -. Creo que vamos a tener que tomar un baño, chicos -anuncio.
-¡Yo primero! -alzó la mano Ross, Alex hizo una mueca y con las manos manchadas toco la cara de Ross.
-Adelante, yo puedo esperar.
Ross río y tomó un poco de la mezcla, para arrojarse la a Alex. Este la esquivo y la mezcla cayó en el camisón de seda de Elsa. Ross se tapó la boca con ambas manos. Estaba apenada, no quería que Elsa se molestara con ella. Le gustaba dormir con ella y que la defendiera, no quería que todo eso se acabará.
-¡Oh, dios! -murmuró Ross a punto de echarse a llorar -. Lo siento mucho, Elsa.
Elsa la miro la mancha, luego a la niña y sin saber porque se río.
-Nada de lo siento, ¡Guerra de masa para waffles! -exclamó, Alex sonrió y asintió con frenesí. Su padre nunca jugaba con ellos, y si hacían desastre, bueno, Jack se ponía más estricto que de costumbre. Por esa razón, Alex, sentía a Elsa como un regalo del cielo.
Los tres se lanzaron la mezcla, a la cabeza, a la ropa, a la cara... Se reían mucho y Elsa la estaba pasando increíblemente bien. Hacia tanto tiempo que no reía como lo estaba haciendo. En fin, que las carcajadas que tenían no les permitieron escuchar que el celular de Elsa sonó dos veces.
Dos llamadas perdidas de Jack...
✖ Hi, guys! ✖
Ayer estuve leyendo todas sus teorías. Y me encanta que todas son diferentes, me di cuenta que algunas ya acertaron, no completamente, pero se acercan.
En fin... ¡Estamos muy cerca!
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