Siete.
Al parecer nunca había tenido una mañana tan agitada, y eso era mucho decir, porque New York era bastante agitado por las mañanas. Sobre todo los lunes, cuando media ciudad estaba apurada por llegar al trabajo. Sin embargo Elsa nunca había tenido una mañana tan desastrosa.
Mientras su desesperación crecía, los niños más disfrutaban de ver lo mal que la pobre Elsa la estaba pasando.
Se tropezaba en sus tacones altos, tratando de tomar a Ross y a Alex de la mano, mientras mantenía vigilada a la impredecible Jessie con la mirada.
Las personas apuradas de New York la empujaban, no ofrecían una disculpa y a pocos les importaba. Hasta ahora Elsa se daba cuenta de lo inadecuado que era New York para criar o cuidar niños. Jessie quien iba caminando delante de ellos, disimulaba su gusto por lo atormentada y enfadada que parecía estar Elsa.
— Por favor Ross, camina. — Le pidió Elsa con desesperación. Alex miro su mano y rodó los ojos.
— Yo puedo andar sólo, es sólo Time Square. — Se quejo el pequeño Alex, mirándola con desagrado. Elsa negó simplemente.
— Claro que no, esta ciudad es muy grande y si te pierdes tú padre me mataría.
— Bien.
Acepto él sin mucha gana. Elsa suspiro y se paso la mano por el rostro.
— Vamos Ross, por favor camina más rápido o llegare tarde.
—No lo haré. —Se cruzó de brazos la pequeña y adoptó una posición seria. Elsa tomo a Alex con fuerza de la muñeca y ignorando a la gente que transitaba por la calle y la empujaba se puso a su altura y la miro con atención.
—¿Qué pasa Ross?
—No quiero caminar, aún tengo sueño y no hemos desayunado.
—Lo sé niña, pero si caminas más rápido pronto llegaremos a mí oficina .— Le sonrió con toda la amabilidad y la paciencia que pudo acumular en ese momento.
La pequeña de hermosos ojos azules le sonrió de una manera dulce.
Entonces Elsa sintió su corazón derretirse de ternura. Ross era muy tierna, llevaba su bonito cabello rubio algo enmarañado —pues el tiempo a penas les había alcanzado para salir — las mejillas rosadas por el aire frío al igual que la nariz. Al parecer Ross había llegado para llenar a Elsa de ternura y sacar su lado más dulce. Elsa no pudo evitar sonreír.
—¿Podrás desayunar con nosotros?
— Sólo si caminas más rápido.
Su tono se volvió suave y su carácter por un momento se hablando. Ross le sonrió y con una sonrisa le acarició el rostro. Ross y Elsa parecían una sola, casi madre he hija.
Por un momento le dieron ganas de abrazarla con fuerza, sin embargo su sentido común le recordó que no era correcto. Se aclaro la garganta y le sonrió.
— De acuerdo, pero....
— Di lo rápido Ross chantajista.
Dijo Alex sin poder ser capaz de contener su mal genio. Elsa lo miro mal de reojo, pero este sólo rodó los ojos.
— ¿Qué ocurre?
La pequeña frunció los labios y comenzó a brincar de una manera bastante extraña. Elsa la miro extrañada. Al ver el paso de su hermana Jessie río junto a Alex.
— Ups. —Se burló Jessie.
—¿Qué ocurre? — la miro Elsa ahora algo asustada. — ¿Por qué ese "ups"?
— Ross quiere ir al baño. — Río Alex. Elsa abrió los ojos y Ross asintió algo incómoda.
— No puede ser. — Murmuro ella agachando la mirada un momento. —¿Te anda mucho?
Ross asintió. Elsa suspiro y subió a Ross en sus hombros, y esta se agarro de su cabeza, tomó a Alex de la mano y a Jessie con la otra mano libre.
— Oye. —Se quejo la joven rubia.
— No es momento para quejarse.
Sin soltarlos comenzó a correr por las calles y avenidas de Manhattan, ignorando todas las miradas de asombro o incluso de desaprobación. Sin importarle siguió corriendo con dificultad con Ross en los hombros, mientras está le despeinaba el cabello y Jessie evitaba mirar a alguien. Por otro lado Alex simplemente reía y parecía menos molesto que hace unos minutos.
Con su llegada a la agencia recibió un sin fin de miradas. Era increíble que Elsa llegará tarde y echa un caos.
Pasaron de largo por la recepcionista y corrieron hasta el elevador. Esperaron un momento y las puertas de este se abrieron frente ellos, sin pensarlo entraron rápidamente.
— Rápido Jessie, presiona el doce. —
Pidió la rubia algo alterada.
— Ya no aguanto.
Dijo Ross desesperada. Jessie hizo lo pedido, pero el aparato no cerraba. Lo presionó con insistencia varias veces más.
— Esta porquería no cierra.
— Quizá debimos haber pasado al dinner de camino. — Comento Alex aún de la mano de Elsa. Elsa resoplo y negó.
— No es momento de arrepentirnos. — murmuró Elsa. Miro a Ross y le sonrió. —Aguanta Ross, por favor.
— Sí, Ross por favor aguanta. —Apoyo Alex. Ross asintió y el elevador se cerró.
— ¡Listo! — Les sonrió Jessie.
El elevador subió de manera rápida, cuando menos se lo esperaron las puestas se abrieron, frente a ellos tres estaba el piso número doce.
Corrieron con prisa, pasando de largo a la secretaria de Elsa y con rapidez entraron a la oficina de Elsa.
—¡Corre, corre, Ross! — Alentaron sus hermanos junto a Elsa. Esta bajo de sus hombros rápidamente a la pequeña y esta corrió al baño de la habitación.
Cuando la vieron entrar los tres soltaron un suspiro, Alex comenzó a reír y junto a él también lo hicieron Elsa y Jessie llenando la sala de una alegría repentina. Elsa se paso una mano por su ahora desordenado cabello y se recargo en la pared.
— Lo logramos. — Sonrió Jessie chocando los cinco con su hermano. Elsa los miro con admiración por un minuto, tratando de controlar su respiración.
— Buenos días, mi querida Elsa. — La voz de una mujer lleno la habitación, Elsa se paró derecha y se acomodo el vestido.
— Buen día Tooth. — Saludo. La castaña de mechas de colores la miro de arriba abajo sin descaro. Elsa carraspeo.
— Perdón por la hora, tuvimos una urgencia y....
— ¿Quienes son? — la interrumpió sin educación alguna. La platinada trago en seco y se colocó rápidamente frente a ellos,con una sonrisa falsa.
— Oh, Tooth ellos son Alex y Jessie son....
— Esta prohibido traer a niños al trabajo, ¿lo olvidas?
— Lo sé Tooth, pero es la primera vez. Yo no tenía con quien dejarlos.
— He terminado.
La pequeña rubia salio del baño y con una sonrisa se acercó a Elsa para abrazarla por la cintura, ella la sostuvo por los hombros. Trago en seco ante la mirada de sorpresa fingida de Tooth.
—¿Son tres? —Abrió la boca formando una "o" y riendo con arrogancia después. — ¿Son tus sobrinos Elsa?
— No, ellos son hijos de Jack Frost, él me pidió que los cuidará por esta semana.
— ¿Jack Frost? — Parpadeo la castaña algo aturdida y sobre todo feliz con la nueva información. — El dueño de la revista Vogue, ¿ese Jack?
— Sí....
— El ex novio de Elsa. — Menciona rápidamente Ross mirándola con algo de rencor. Sin embargo Tooth sonrió de lado y acarició a la pequeña Ross como si de un perro se tratase. Esta frunció el ceño.
— Bien pueden quedarse.
— Qué rápido. — Murmuró Jessie molesta. Alex se limitó a negar.
— No está disponible, señora. —Murmuró Ross, Elsa abrió los ojos sorprendida, no casi tanto como Tooth.
— Qué insolencia.
— No lo dice en serio Tooth.
Tooth se acomodo el traje blanco y impecable y bufo.
— Pueden quedarse Elsa, pero no quiero verlos corriendo por ahí.
— Sí Tooth.
— Ah y Elsa....
— Dime Tooth.
— Acomoda tu cabello, que tienes una junta en cinco minutos.
La castaña salio de la habitación con un caminar relajado y elegante. Derramando a cada paso glamour y elegancia.
Elsa trato de acomodar su cabello y rápidamente se sentó en su escritorio, buscando en los cajones su cepillo de emergencia.
—¿Cómo la soportas? —Dijo Jessie con asco, mientras se sentaba en el escritorio de caoba.
— No lo hago, pero falta poco para mí ascenso. Con el viaje a Millan mi carrera se lanzará.
— Pues suerte con eso, esa mujer parece odiosa.
— Lo es.
Elsa se desató el cabello, el cual le callo en ondas. Se cepillo y en instantes este volvía a estar perfecto, se maquilló porque con las prisas no había podido hacerlo. Se miro en su pequeño espejo de bolsillo y sonrió.
— Te vez muy bien. —Le sonrió Ross. Elsa le sonrió de vuelta y tomó algunas carpetas del escritorio.
— Gracias, niña. Ahora lo siguiente.
— Va a empezar lo bueno. — Se acomodo Jessie.
— Pueden hacer lo que quieran aquí, siempre y cuando no salgan de la oficina. ¿Pueden hacerme ese favor?
— Claro. — Sonrió Ross.
— Perfecto, ¿alguien más?
— Ya que. — Contestaron ambos restantes a regañadientes. Elsa sonrió.
— Perfecto, los veré después. — Sonrió saliendo por la puerta.
—¡Elsa! —Exclamaron los niños.
—¿Qué pasa? —Regreso ella.
—Aún no hemos desayunando.
— Cierto, mandare a Alicia por un par de rosquillas y café.
Los tres niños rodaron los ojos cuando desapareció por la puerta.
— Al menos lo intenta. — Sonrió Ross.
§
[ Las Vegas Nevada]
Despertaba en el hotel con un dolor de cabeza de los mil demonios. Se tallo los ojos y abrió los ojos lentamente y con pesar. No volvería hacerle caso a Hiccup y su malos consejos.
Un objeto suave golpeó su rostro y en respuesta gruñó. Su amigo castaño río y bebió de su vaso de agua.
— Vamos Frost. Aún nos queda mucho de Las Vegas por ver y por apostar.
— Basta Hiccup. — Ordenó el peliblanco con la voz ronca. Cerro sus ojos nuevamente y el castaño negó.
— Bien. Sólo te aviso que son las diez y....
— ¡Mis hijos! — Se puso de pie rápidamente quitándose la sábana de encima, busco sus pantalones y en sus bolsillos su celular.
— Tus hijos. — Suspiro Hiccup. —Claro. —Se sentó en la orilla de la cama y miro a Jack con interés. ¿El se convertirá en un paranoico como él? Realmente no quería.
— ¿Ross? —Pregunto el peliblanco con ilusión. Mientras se pasaba la mano por el cabello ya de por sí desordenado.
— Hola papi.
— Hola, amor. No sabes cuanto te extraño. — Suspiro. Del otro lado Ross sonrió.
— También te extraño, todo el tiempo.
— No más que yo mí gorrión, ¿Cómo estás?, ¿ Cómo están tus hermanos?, ¿Elsa esta contigo?, ¿por qué no contesto ella la llamada? — Desde su lugar Hiccup lo miro incrédulo y soltó una risa. Jack lo miro mal de reojo.
— Estoy bien, mis hermanos están bien. — respondió ella dándole un gran mordisco a su rosquilla glaseada.
— Elsa dejo su teléfono, esta en una junta, pero no tardará en regresar.
— Bien, linda. ¿Segura que están bien?, ¿no los dejo solos?
—No tranquilo papá.
—Es papá, dame el celular. Quiero hablar con él. — Exigió Jessie arrebatando el celular de las pequeñas manos de Ross, esta bufo y se cruzó de brazos.
— Hola, papá.
— Hola, bonita. ¿Cómo están?
—Bien, bien.... Me preguntaba si podría....
—Jessie sabes que tienes prohibido ir a fiestas. — Advirtió Jack. — o salir sin mi supervisión.
— Pero.... Papá, Chloé me llamo. Es solo una salida al centro comercial y una fiesta el viernes, soy responsable y nunca te pido nada.
— He dicho que no Jessie, es New York no puedes andar por ahí en la noche es peligroso. — Su tono se volvió serio y firme. Al instante Jessie frunció el ceño.
— Nunca me dejas ir a ningún lado, jamás salgo con mis amigas por tu culpa.
— No, Jessie. Te he dicho no, y sabes que no me harás cambiar de opinión.
— Pero papá....
— ¡No quiero oír ni una palabra más Jessie, te he dicho no y así se queden las cosas!
Jessie apretó los puños y aguantando las ganas de llorar alcanzo a decir :
— Lo siento, supongo que creí que todos en esta horrible familia hacían lo que querían. Tú por ejemplo, ni siquiera estas aquí.
Jack frunció el ceño y antes de poder decirle algo más la llamada finalizó.
— ¡Jessie, Jessie!
Nadie contesto del otro lado. Intento marcar otra vez, pero no obtuvo respuesta alguna.
Hiccup se levantó del la cama y negó.
— Es sólo una fiesta.
— A la que no quiero que vaya.
§
Jessie apago el celular y miro a Alex que estaba plácidamente sentado en la silla del escritorio de Elsa.
— Era papá, ¿Querías hablar con él?
— Para nada, que se quede en Las Vegas. — Se encogió de hombros.
La pequeña Ross negó.
— Yo sí lo extraño.....
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