Seis
—¡Una semana más!
—Mientras ellos están en Las Vegas,no lo olvides. —Agregó la pelirroja junto a ella en el sofá.
Elsa se tapó la cara con las manos y acudió la cabeza.
— ¿Qué voy hacer?
— Por el momento soportar, y buscar una niñera lo suficiente mente capaz para cuidar a esté trío del caos. —Siguió Gogo, mirando a los pequeños en el sofá.
—Hey, las estamos escuchando —Se quejó Alex. —Además yo no recomendaría una niñera, siempre podemos con ella de alguna u otra forma.
Elsa hizo una mueca hacia Alex, esté se escogió de hombros. Era tan burlón como su padre.
—¿Alguien tiene algo de vodka?—Las miró con desesperación. Las dos chicas frente a ella negaron. Mérida río por lo bajo.
—No. Pero estás cosas no se arreglan así. —Comenzó Punzie —Yo tengo una hija y no me ves perdiendo la cabeza. Aunque Flynn tampoco sea de ayuda.
—Es distinto. —Prosiguió Elsa. —Son tú familia. Los criaste desde pequeños, sabes cómo controlarlos. Eres una mamá y yo no.
—Nos dimos cuenta —murmuró Jessie fastidiada. Elsa rodó los ojos.
—Piensa que esto te puede servir. Quiero decir , que con esto podría gustarte tener una familia, tú propia familia. —Le dijo Mérida con una sonrisa.
— O por otro lado volverte loca —agregó Gogo. Elsa asintió con una mueca de disgusto.
Gogo era su amiga desde hace un par de años, cuando era su compañera de trabajo en Seattle, no era tan buena como Mérida,pero era de las pocas amigas que aún no planeaba convertirse en una madre, no por e momento. Aunque Tadashi se lo estuviera pidiendo a la gritos. Elsa aspiro con fuerza y asintió no muy convencida.
— Bien, veré que puedo hacer o más bien cuanto soy capaz de soportar.
— ¡Así se habla amiga mía! — Le sonrió Mérida. Ross bostezo y bajo del regazo de Gogo. Se acercó a Elsa y tomó de su mano agitando la levemente.
— Elsa, tengo sueño. — Dijo en un tono a penas audible. Elsa suspiro algo irritada, mientras sus amigas miraban la escena con atención, sin perder detalle de la reacción de Elsa.
— Pues ve a dormir Ross, sabes en donde esta mí cuarto.
La pequeña rubia bajo la mirada y jugo con sus dedos un momento avergonzado se de sus miedos. Con algo de incomodidad susurro :
— ¿Puedo dormir contigo, otra vez?
— No te escucho, Ross habla más fuerte —pidió Elsa acercándose más a la pequeña. Ross cerro los ojos un momento y respiro hondo para no llorar.
— ¿Lo dirás? — La alentó Elsa de manera fría. Jessie que miraba la escena rodó los ojos y se acercó a su hermana abrazándola por los hombros.
— ¿Qué pasa Ross? — Le pregunto Jessie preocupada. La pequeña tartamudeo.
—Yo.... Yo...
— ¡Rayos Ross! —exclamó Alex harto de la situación. —Odio cuando comienzas de llorona.
— Hey — intervino Elsa mientras se frotaba las sienes con los dedos. —No la molestes por favor...
—Quiere que duermas con ella. —La interrumpió. Elsa abrió los ojos y Ross la miro con súplica. — La cobarde no puede dormir sin papá y a papá al parecer no le importamos tanto, porque nos abandono toda una semana más con una de sus patéticas ex novias y se fue a festejar a Las Vegas.
Alex salio corriendo hacia la habitación de Elsa, seguido de Jessie quien le pedía que se calmara. Elsa se tapó el rostro con las manos y se dejó caer en el respaldo del sofá blanco mullido.
Echo la cabeza hacia atrás. Mérida miro a las demás y estas sólo se escogieron de hombros.
—Dios, estos niños tienen problemas —murmuró Mérida apenada por la situación de su ahora desesperada amiga.
— Lo sé. — Abrió los ojos cuando sintió un peso en su regazo. Era Ross quien se acurrucaba en su vientre. Sus amigas la miraron con ternura, pero Elsa simplemente trago en seco.
— Sólo mira te. — Le sonrió Merida. —Tú y Ross son perfectas juntas.
— Muy adorables. —Continuo Gogo. Elsa negó y miro un momento a la pequeña rubia que ta dormía cómodamente. Elsa le paso una mano suavemente por su bonito cabello rubio. —Es la más tranquila a decir verdad. Puedo ver porque Jack la ama tanto.
— Bueno pero no sólo a ella, también a Alex y a Jessie. — Dijo Mérida.
— Sí y me parece imposible. —Negó Elsa. Mérida a su lado miro a Ross con una sonrisa y contestó :
— Jack es papá ahora, Elsa. Como tal ama a sus hijos por igual, con defectos y todo el cree que son los mejores niños del mundo.
Elsa rodó los ojos y dejo de acariciar el cabello de la niña. Miro con seriedad a sus amigas.
— Hay algo que todavía no entiendo, ¿por qué Jack no dejo a sus hijos con su madre?, era mejor opción que dejarlos con una de sus ex novias, ¿no?
Punzie se rasco la nuca con nerviosismo y carraspeo.
—Quizá él...
— O es que Jack esta teniendo una segunda luna de miel en estos momentos, mientras yo le sirvo de niñera. — La interrumpió Elsa escandalizada. Mérida se mordió el labio incómoda y miro hacia Gogo y Punzie por apoyo. Ellas negaron.
— Es que...
— Tenemos que irnos. — Interrumpió Mérida a Rapunzel antes de que hablará más de la cuenta. Elsa alzó una de sus delgadas cejas, mirándolas intrigada desde el sofá.
— No es tan...
— ¡Auch, auch! — Exclamó Mérida acariciando su enorme barriga. Elsa la miro con los ojos abiertos mientras está se ponía de pie al igual que las demás. — Es el bebé que quiere dormir. — Le sonrió como excusa.
— Te queremos. — Fue lo último que dijeron antes de salir las cuatro por la puerta.
— Igual. — Murmuró Elsa sin entender.
§
Mérida cerro la puerta tras de ella y suspiro de Alivio mirando a las chicas con algo de preocupación.
— Creía que Elsa ya lo sabia —murmuró Punzie con la mirada baja. Merida negó levemente.
— Ella no sabe ni quien es la madre de esos niños. Por lo tanto no comenten nada al respecto, ¿ok?
Las tres frente a ella asintieron.
— Es mí amiga y yo sé que esto será doloroso para ella. Vivió un engaño y no lo noto.
— Ahora me parece que Jack fue demasiado sínico al dejarle a sus hijos en primer lugar. — Dijo Gogo.
— Jack ha cambiado mucho, las circunstancias lo hicieron un hombre diferente y responsable.
— No justifica nada.
—Lo sé Rapunzel , ni una palabra más de esto.
— Ok. —Asintieron nuevamente todas. Luego Mérida las miro con una sonrisa.
— Muy bien, ahora lleven me a casa que necesito descansar.
§
Comenzó abrir los ojos lentamente y con pesar, por el ventanal de la sala pudo ver a New York sumido aún en la oscuridad. Miro el reloj de la mesa de centro y este a penas marcaba las 7:00 de la mañana de un lunes. Le resultó un alivio, pues no podía llegar tarde al trabajo.
Elsa volvía a despertar a dolorida y con las extremidades adormiladas. Sin embargo, cuando pudo ver a Ross durmiendo todo pareció valer la pena y por más que trato de resistirse, al final sonrió por tenerla tan cerca. Acarició su cabello y beso su frente con demasiada ternura.
Normalmente Elsa siempre estaba sola en su departamento. Ross de alguna manera la hacia sentir algo, quizá era menos soledad o quizá era tan parecida a ella físicamente que ya se sentía como...Su madre incluso. Alejo los pensamientos que le estaban resultando patéticos y se levantó aún con la pequeña Ross en brazos. Con dificultad la cargo hasta su habitación y cuando pudo llegar la deposito en la cama junto a sus dos pequeños hermanos.
Salio con cautela y se estiró soltando un último bostezo. El teléfono de la sala sonó y corrió rápidamente para tomarlo y que los niños no escucharán el tono otra vez.
— Diga —murmuró.
— Hola, buen día o debería decir madrugada aún.
Cuando pudo escuchar la voz de su hermana tras la bocina sonrió de lado y tomó asiento en su sofá.
— Hola Anna, ¿Cómo te va?
— ¡Oh Elsa!—Suspiro su hermana del otro lado. Mientras Elsa se preparaba mentalmente para la dramatización mensual de Anna. Se acomodo mejor en el sofá.
— ¿Qué pasa ahora?, dudo que sea el trabajo, porque tú no trabajas, o que sean los niños porque los amas demasiado.
— Es otra cosa Elsa, ¡Algo peor!
Elsa se alejo un poco el teléfono y sonrió con los dramas de su hermana. Ahora entendía porque Anna la llamaba un lunes a esas horas, que según ella, no eran horas para la gente decente que gustaba de algo tan simple como dormir.
— ¿Qué puede ser tan malo en "la perfecta vida de Anna Arendelle"?
— Agg, Elsa....—Gruño con fastidio Anna. — Incluso las personas amables y bondadosas sufrimos.
— Bueno, ya suelta lo.
— Bien, prepara te para escuchar la peor noticia de los tiempos. — Elsa rodó los ojos y Anna del otro lado pareció tomar aire, luego contó hasta tres y continuó. — Creo que Hans me engaña.
Elsa se quedo en un silencio sepulcral, no sabia con exactitud que debía decirle, porque era un tema delicado y ella no era la persona con más tacto en el mundo precisamente.
— Sabia que no lo tomarías en serio.
— Anna, espera. — Calmo un poco su respiración y suspiro. —No es que no lo tome en serio, pero pensar si quiera en ello me resulta...
— Estúpido. — La interrumpió Anna algo enojada. Elsa suspiro.
— Irónico, más bien.
—¿Por qué lo dices?
— Anna es obvio, Hans te ama.
—¿ Tú crees? —Le pregunto incrédula. Elsa sonrió de lado y asintió.
—Yo creo que se nota a millones de kilómetros.
— Entonces, ¿Crees que debería confiar en él?
— Sí, es buen chico, buen padre y creo que un buen esposo también, ¿no?
— Sí. Tienes razón. — Suspiro del otro lado. — Pero bueno, ¿Y tú que tal hermana?
— Yo.... —Se paso las manos por la cara. — Jack se apareció por aquí el viernes y me pidió como un enorme favor que cuidará de sus hijos el fin de semana, pero se extendió aúna semana.
— Espera, ¿Jack Frost?, ¿Tú ex novio de la preparatoria?
— Él mismo. Pero espera, que eso no es lo peor.
—¿Ah no?
—No. Sus hijos me detestan y creen que quiero volver con él, además son unos traviesos. — con la voz desesperada, murmuró : — No sé qué hacer.
— Tranquila, linda. Verás que esos pequeños te van a terminar adorando. Eres la mejor.
— Realmente lo dudo.
— Dime algo Elsa, ¿Tú que sientes por Jack? — Inquirió su hermana. Elsa se lo pensó un momento y escuchar su nombre ya le resultaba algo embriagador. Aún sentía algo, pero no sabia con exactitud que era.
— No lo sé, Jack y yo fuimos hace tanto tiempo que ahora resulta casi un imposible. Aunque no te voy a mentir, saber que se casó y que tuvo hijos me lastimó.
— Ya veo. —Murmuró su hermana en una manera comprensiva. — Pero no es un impedimento, además...
— Anna, ¿Tú sabes quién es la mamá de los hijos de Jack? — Algo le decía que la única persona tan absorta al mundo era ella, al menos para no saberlo. Del otro lado Anna trago en seco.
— ¿ De qué hablas?
— Pues Jack tuvo hijos, ¿con quién los tuvo?
— Ah, eso. Mira Elsa... — Elsa presto mucha más atención y se acomodo mejor el teléfono en el oído. — Sabes no puedo hablar ahora Hannah despertó y... Bye.
— Anna, Anna espera. — Un sonido continuo y algo molesto sonó del otro lado. La llamada había finalizado y ella se había quedado sin respuestas. Suspiro y arrojó el teléfono al sofá.
— ¿Por qué tanto misterio? — Se preguntó así misma.
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