Quince
✖ El presente ✖
{New York}
Su juego había terminado a eso de las 9:30 de la mañana. A Elsa se le hacía tarde para llegar al trabajo, así que se asearon y se vistieron lo más rápido que pudieron. Por supuesto Jessie estaba en total desacuerdo con sus hermanos y la forma en que ambos se estaban comportando. Pero a los dos niños no les importaba mucho lo que su hermana quería o pensaba.
El camino a la oficina fue más tranquilo esta vez. Ross no tuvo ganas de hacer pipí, Alex no se soltó nunca de su agarre y Jessie... Bueno ella era un caso perdido. Ni los miraba, ni les hablaba. Elsa pensó que era mejor así, porque Jessie era una chica muy conflictiva. Y no quería pelear, no está vez.
—¿Qué es eso? —pregunta Ross, estaba sentada frente a Elsa en su escritorio, la rubia le había pasado algunos colores y hojas de papel, Ross parecía muy cómoda —. ¿Puedo ayudarte?
—No lo creo, Ross —Elsa levanto la mirada de la hoja y miro a la niña con una sonrisa —. Estos son mis diseños, una colección para niños que debo entregar hoy.
—Eso no suena muy bien —se unió Alex a la conversación, quien jugaba con su vídeo juego portátil en el sofá de la oficina. Elsa negó con una mueca en los labios.
—Lo sé... —suspiro —. Pero tranquilo, no olvido que te prometí ir al museo.
Alex despegó la vista de su juego y Elsa noto que su mirada estaba cargada de brillo. Eso la hizo sentir que, por primera vez, hacia algo bien. Alex le sonrió.
—Creí que no lo haríamos.
Alex tenía tan solo ocho años, quería jugar, salir, divertirse.... En ese sentido era muy parecido a Elsa, pero Jack, él era un hombre eternamente ocupado y jamás tenía el tiempo suficiente para estar con Alex. Siempre le prometía salir a pescar, salir al museo...pero nunca podía cumplirlo. Alex estaba acostumbrado hacer planes y que nunca llegarán. A las promesas sin valor, pero Elsa parecía tener palabra. Eso le agrado.
—Es una cita, ya te lo había dicho, y yo jamás falto a mis citas.
—Pues eso suena bastante bien —el pequeño Alex se sentía dichoso y por un momento no le importo que su padre no estuviera —. Pero... En vista de que tienes mucho trabajo, deberíamos de ir a otro lado.
—Sí —apoyo Ross, mientras trazaba una línea rosada en sus hojas —. El museo cierra a las 2:00. No tendremos tiempo.
Elsa se rasco la barbilla y asintió. Estos niños pertenecían completamente a la ciudad. Eso le agrado demasiado. Le gustaba que fueran tan despiertos y que no se anduvieran con rodeos. Quizá eso fue lo que la hizo aceptarlos... No eran niños comunes.
—Tienen razón, ¿Les apetece ir al centro comercial y después a cenar?
—Eso suena bien —sonrío Alex —. Un poco de comida Tailandesa no me caería nada mal.
—A mi tampoco —le sonrió Elsa en acuerdo. Hacer planes con otras personas no estaba nada mal, pensó Elsa. Ross miro discretamente a Elsa y a su hermano. Sintió un cosquilleo en sus pies hasta su estómago.
A, Alex también le agradaba y eso le encantaba. Ella creía que Elsa era la mujer indicada para su padre, la mujer indicada para sus hermanos y la mujer indicada para la propia Ross. Eso la hizo extrañar un poquito menos a su madre.
La puerta de la oficina se abrió y Jessie entro con cara de que había echo algo malvado y que tampoco se arrepentía. Elsa la miro con los ojos bien abiertos, después se masajeo las sienes. Alex resoplo y rodó los ojos, sabía que su hermana era un caos y un amuleto de mala suerte. Ross prefirió no mirarla.
—¿Qué hiciste? —pregunta Elsa con cansancio, Jessie se encogió de hombros como si nada y se sentó en el sofá junto a Alex.
Y justo cuando Elsa no quería darle más importancia, Tooth apareció en el umbral de la puerta con cara de pocos amigos y una expresión más seria y fría de lo habitual. Ross pensó que sus ojos violetas, esta vez, le recordaban a un par de uvas maduras.
—Elsa, te di la libertad de traerlos aquí cuando es un lugar de trabajo, no una guardería.
Comenzó, acercándose lentamente con pasos firmes y elegantes, hasta el escritorio de Elsa. Cuando Ross la sintió muy cerca bajo de un salto de la silla y corriendo fue al regazo de Elsa por protección. Tooth le daba mucho miedo.
—Dios —murmuró Elsa, estaba apenada, estresada, cansada de los juegos inmaduros de Jessie —, Tooth lo siento mucho.... ¿Qué fue lo que hizo?
—Asustó a las estrellas de mi desfile, Elsa. Les dijo que mis ojos eran violetas porque me robaba las almas de los niños y ahí es donde las guardo. Los niños salieron despavoridos de aquí, no quieren modelar.
Jessie soltó una carcajada y aumento el mal humor de Elsa, quien estaba segura que ya le podía estar saliendo vapor por las orejas. Alex se encogió de hombros y miro a Elsa como si nada. ¡Ahí estaba! La mirada sin preocupaciones de su padre.
—Son débiles —murmuró Alex. Elsa resoplo, Jessie de estaba ganando a pulso que Elsa la odiara.
—Tooth debe de a ver una manera de arreglarlo, tenemos contactos podríamos llamar a...
—No, Elsa. El desfile es mañana, esos dos niños eran mis estrellas. No conseguiré algo parecido.
Elsa bajo la mirada y pensó un momento. A la mente se le vinieron el par de ojos azules más bellos que había visto en la tierra, la cabellera castaña más sedosa y impecable que conocía y la confianza que habían heredado de su padre. Ella chasqueo los dedos, Tooth la miro como si estuviera demente, pero Elsa solo sonrió.
—Ellos pueden hacerlo Tooth. Son perfectos, les quedarán los conjuntos de ropa, además son publicidad. Digo, ¿tú sabes quién es su padre?
Tooth la miro poco convencida, Ross apartó la vista de las hojas y aplaudió con una sonrisa desde el regazo de Elsa.
—Sí, como las modelos de las revistas de papá. Yo quiero hacerlo.
—Podría hacerlo, no estaría mal que en el colegio se enteraran de mi buena relación con las cámaras.
—¿Lo ves?—le sonrió Elsa suplicante —. No habrá más fallos, es una promesa.
Jessie frunció el ceño, estaba tan molesta que quisiera usar a sus hermanos como truco para vender más de su asquerosa ropa, que sus mejillas se tiñeron de rojo carmesí. Elsa, pudre te,, pensó con rabia.
Tooth vaciló un momento entre aceptar o no. Respiro onda antes de tomar la decisión final y asintió temerosa.
—Bien —Ross festejo y Elsa sonrió con alivio —. Pero de ti dependerá que nada salga mal, ¿estamos claras?
Internamente pensó que sería bueno no haber abierto la boca, pero ya estaba hecho y la oportunidad ya era suya. Por lo tanto...
—Te doy mi palabra.
✖ A la noche ✖
↪Mall↩
Habían dado, ya, muchas vueltas por todas las tiendas. Las de ropa, las de libros y música, incluso fueron por un vídeo juego para Alex y un libro bien grande de colorear para Ross. Elsa se había sentido como las madres de las series de televisión por cable. Y no le había molestado en absoluto.
Por otro lado, Alex y Ross también la estaban pasado muy bien. Se reían y tenían bromas privadas con Elsa. Eso los hizo sentir como si estuvieran con alguien que conocían de toda la vida.
—¿De qué lo quieres? —Elsa cargo a Ross para que pudiera los muchos sabores de Ice cream que estaban tras la nevera, ya que Ross era muy bajita y aunque no pesará mucho cargarla con tacones era todo un reto.
Ross miro de derecha y a izquierda, estaba anonadada con tantos colores y sabores. Ross amaba el helado, en especial el de menta. Y aunque ella era la más parecida a su madre, física y mental mente, recordaba que su madre no era muy fan del Ice cream.
—Podría ser menta, vainilla y algo de chocolate, ¿Por favor? —Ross hizo un puchero hacia la chica detrás de la barra, esta inmediatamente le sonrió con ternura. Ross era un caramelo muy dulce.
—Oh, claro nena. ¿Te gustarían algunas chispas o jarabe?
—Sí, por favor. Litros y litros de jarabe de chocolate.
—Oh, claro. Veré que puedo hacer.
Ross asintió gustosa y cuando la chica desaparecido por el mostrador Elsa la bajo con cuidado. Elsa se acomodo el bonito vestido ceñido y saco su cartera.
—¿Seguro que no quieres uno, Alex?
—No, pero gracias —le respondió cortes mente —. Estoy guardando espacio para el Pad Thai.
—Bien —río Elsa, luego con un poco de miedo y dudas le pregunto a Jessie quién no apartaba la vista de su celular —. ¿Quieres uno?
Jessie levanto la mirada de su celular y luego asintió sin mucho interés. Elsa respiro de alivio...
—De moras y queso.
—Okay —asintió Elsa, sacando el dinero suficiente. La chica del mostrador apareció y le trajo su helado a la pequeña Ross. Esta lo recibió con gusto.
Después de pedir el helado de Jessie y pagarlos, se dirigieron al restaurante de cómoda Tailandesa, ubicado en la esquina de la sexta avenida. No les demoró mucho en llegar, pero Ross aún no se terminaba su helado y Jessie ni siquiera lo empezaba. Eso hizo a Alex poner de mal humor, así era cuando tenía hambre.
—Termina lo pronto, Ross —le pidió Elsa a la niña. Esta asintió y dio más lengüetasos. Jessie permanecía atenta a su teléfono celular y su helado intacto en la otra mano. — Jessie, deprisa.
A Jessie no le gustaba que le dieran ordenes, mucho menos que Elsa intentará dárselas. Así que cuando la escucho la miro fijamente, como si la estuviera retando. Luego le dio una lamida al helado, después lo tiro al suelo son ningún remordimiento. El helado mancho un poco los zapatos de Elsa, quien estaba boca abierta.
—Ya esta —sonrió como si nada y entro al establecimiento. Las mejillas de Elsa se pusieron calientes de la rabia y supuso que algo así lo debió haber previsto.
Ross y Alex se disculparon en su nombre. Pero Elsa solo negó y trato de recomponerse. Los más pequeños no tenían la culpa de la insolencia de su hermana.
✖ A la noche ✖
↪En casa↩
Los niños ya estaban bañados y en el sofá, al menos Ross, lo estaba. Alex había decidido dormir de nuevo el la recámara, porque el sofá era muy pequeño para tres personas. Elsa le dijo que estaba bien. Después el pequeño se había ido a dormir junto a su hermana mayor.
Eran las 3:00 de la mañana, pero Elsa aún estaba pegada a la computadora. Le faltaban aún perfeccionar dos de sus diseños y no podía acabarlos aún. Sacudió la cabeza y de un trato se acabo su café americano.
En la pantalla de su computadora, apareció la notificación de una solicitud para aceptar una vídeo llamada. Miro el correo y creyó que era Jack usando la computadora, otra vez, de Johnny. Así que acepto la llamada. Al instante Jack apareció en su monitor.
—Elsa Arendelle, aquí —saludo la rubia con una sonrisa que portaba orgullosa su buen humor, a pesar de aún no terminar su trabajo, Jack le correspondió la sonrisa.
—Hola, ¿cómo van mis chicos? —su tono era un poco más tranquilo, pero no lo suficiente, Elsa noto que su cabello estaba húmedo y revuelto. Afirmó que acababa de salir de la ducha y eso la hizo sentir un poco de calor.
—Bien, de echo ellos son grandes niños —sonrió con sinceridad, esta vez lo decía en serio. Realmente sentía aquello por los más pequeños, Jessie era ora cosa. Jack sonrió con orgullo, uno de los sentimientos que tenia por sus tres hijos —. Y, ya que tocas el tema, me gustaría pedirte esta vez un favor.
—Por supuesto, Elsa —asintió encantado, mientras se agitaba el cabello, Elsa tuvo que contenerse para no lamer la pantalla frente a ella —. Tú pídelo.
¿Lo que sea?, pensó Elsa con picardía, se aguanto las ganas de decirle que lo quería a él envuelto o cubierto de chocolate. Cualquiera estaría más que bien.
—Es sobre los niños, ¿dejarías que Alex y Ross modelaran mis diseños en el desfile de mañana? Es para una buena causa. Apoyamos la reproducción del delfín.
Jack se río y el estómago de Elsa se llenó de felicidad. Tuvo que admitirlo, tenía una risa suave y de ensueño. Si fuera posible a Elsa ya le estarían saltando corazones de las pupilas.
—Mmm... Por supuesto, se de muy buena fuente que ha Ross le encanta la moda, la ropa es su perdición.
—Mira —observó Elsa, jugando con un mechón de su cabello rubio frente a la pantalla —, eso también lo tenemos en común.
—Es un encanto —suspiro Jack, Elsa se dio cuenta de lo brillante que se ponían sus ojos, como los de Alex, eso la hizo sonreír de ternura —. Es mi copito, es mi dulce ilusión...
—Puedo verlo —asintió comprensiva, recargando sus codos en la mesa, realmente le gustaba Jack. Su lado paterno la volvía loca —. Y te entiendo.
Jack asintió del otro lado y ver a Elsa le traía recuerdos. Aún era hermosa y fuerte como la recordaba. Eso lo hizo entristecer un poco. ¿Cuánto no se habría perdido de ella? Pero luego entendía que las cosas pasan por una razón y en este caso él tenía a sus tres chicos. A los que amaba más que a nadie, incuso más que a Elsa.
—¿Están durmiendo?
—Sí. Están rendidos, hoy fuimos a la oficina y al mall, después a cenar. Creo que es lógico.
—Vaya —Jack se paso las manos por el cuello, era algo que hacía cuando se encontraba tenso o, en su caso, avergonzado. Elsa lo noto y le dio gusto saber que Jack tenía las mismas costumbres —. De verdad, no sabes lo agradecido que estoy contigo... Me aparecí de la nada, con tres niños y tú aceptaste cuidarlos. No tengo como pagarte.
—Oh, no te preocupes... —murmuró, luego a la mente se le vinieron los tres pequeños y se le ocurrió algo grandioso —. Sólo llama más seguido, Ross alucina cuando lo haces.
—Eso ten lo por seguro, Elsa —dijo, curiosamente esta charla lo estaba poniendo de buen humor —. Por cierto, hoy te ves... Hermosa. Te lo digo en serio.
Las mejillas de Elsa se tiñeron de rosa, un rosa muy bajo, pero lo hicieron. Jack lo noto y contuvo una risa. Así que aún lograba algo en ella...
—Gracias, que amable.
—Es noche de verdades, Arendelle.
—En ese caso... Estas muy atractivo con el cabello húmedo —se atrevió a decir. La sonrisa que Jack le mostró del otro lado la hizo temblar como una gelatina —. Noche de verdades, Frost —le aclaro.
Jack asintió y de repente su rostro se puso serio. Pensó que si era noche de verdades este era el momento perfecto para confesarse algo a Elsa. No sería la verdad, completamente, pero si una buena parte de esta. Se aclaro la garganta y empezó.
—Elsa... Me convertí en padre a los 17 años, Jessie fue fruto de...
Elsa arqueo una de sus delgadas cejas, noto como Jack no le regresaba la mirada. Noto como le lastimaba hablar de esto y también supuso cual era la confesión. Eso le dolería aun más... Pero eso era el pasado, ¿no?
—Tranquilo, te escucho.
—Fue en la fiesta de Aster, yo... —él chico tragos saliva. De verdad le dolía, a pesar de los años —,te engañe Elsa. Fue... Un error...
—Hey —susurro Elsa, al notar que su voz se quebraba —. Ya entiendo lo que tratas de decirme... Pero yo no quiero hablar de eso —¡Esa fue una gran mentira! Incluso para Elsa. Se moría por saber cada detalle, pero tampoco era una insensible y respetaba el dolor que Jack parecía tener —. Mejor cambia el tema.
Jack se irguió en su cama, se limpio los ojos y trato de recomponerse.
—Bien... ¿Qué haces despierta a esta hora?
—Aún no termino con los detalles de la línea —contestó rápidamente —. ¿Y tú?
—Yo, estoy esperando....
Lo siguiente que paso fue que Elsa no puso mucha atención a la platica de Jack, ¿cómo hacerlo? Ahora tenía una pista y sabía que la madre de los niños era alguien que ella conoce o conoció. Pensó rápidamente en esa fiesta y lo primero que se le vino a la mente fue Riley, después como un golpe llego Tinkerbell y al último apareció Wendy.... ¿Será que entre ellas estaría la respuesta y el enigma?
Eso no importaba, porque escondida y muy sigilosamente tras un muro, estaba Jessie escuchando las risas de su padre y los cumplidos que le hacía a Elsa. Eso la enfureció de sobremanera , su padre le pertenecían eternamente a su madre y esos cumplidos solo tenían que ir dirigidos hacia ella.
Su rabia creció y esta vez anhelo que llegará el viernes.... ¡Oh, dulce y productivo viernes!
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