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"En el fondo, sabía que lo que hiciera hoy determinaría lo que tendríamos mañana, pero no podía dejar que el miedo me detuviera."
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El apartamento de Robby vibraba al ritmo de la música del estéreo, mezclada con las carcajadas de Cruz y Trey. Sentados en el sofá, los dos amigos estaban concentrados en videos de chicas bailando en sus teléfonos.
-Mira esa -dijo Cruz, señalando la pantalla con un dedo-. Se mueve como si estuviera hecha para esto. Pero es obvio que tiene silicón.
-¿Qué dices? Eso es natural. 100% orgánico, libre de gluten. -Trey chocó su puño con el de Cruz entre risas.
Pero fue interrumpido por una voz tras ellos, encontró cara a cara con Johnny, quien lo miraba con los brazos cruzados y expresión tensa.
-¿Qué haces aquí? -preguntó Robby sin molestarse en disimular su molestia.
Johnny alzó una ceja.
-La directora de tu escuela me llamó. Me enteré de nuestro 'viaje' a Colorado. Pensé que sería buena idea aclarar eso en persona.
Robby dejó escapar una risa seca, cruzando los brazos.
-No sabía como sería un viaje padre e hijo así que usé mi imaginación, pero si eso te molesta, la próxima elijes el destino.
Johnny bufó y dio un paso al interior del apartamento sin ser invitado, observando a Cruz y Trey.
-¿Quiénes son estos payasos? Llevaba cinco minutos tocando y no escuchaste por la porquería qué suena en tu estéreo
-¿Qué diablos es un estéreo?
-¿Qué diablos es eso en tu cara? -Johnny señaló a Cruz, quien se tocó el rostro ofendido.
Johnny se volvió hacia Robby, ignorando la risa de Trey, y cambió el tono de voz.
-En serio. ¿Dónde está tu mamá?
La mandíbula de Robby se tensó, y el silencio que siguió dejó claro que no tenía intención de responder.
-¿No quieres decirme? Bueno, es fácil adivinar. Es mediodía, así que probablemente esté trabajando, ¿no? O tal vez es de esos días en los que aparece en un bar... -dijo Johnny con tono ácido.
La silla de Robby chirrió al moverse rápidamente. Él se puso de pie, furioso.
-¡No hables así de mi mamá! -espetó, acercándose a Johnny con los puños apretados.
Por un momento, Johnny pareció sorprendido por la intensidad de las palabras de Robby, pero su expresión cambió rápidamente a una mezcla de desdén y algo que podría haber sido remordimiento. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo, una puerta se abrió detrás de ellos.
Isabella, con el cabello desordenado y una camiseta grande, se asomó desde el dormitorio.
-¿Qué está pasando?
Las miradas de todos se dirigieron a ella. Johnny parpadeó varias veces, claramente sorprendido al verla. Luego, su mirada bajó instintivamente a su vientre, que ya comenzaba a mostrar una ligera curva.
-¿Quién es ella? -preguntó Johnny finalmente, señalando con el mentón.
-Soy Isabella, señor. -Isabella avanzó un poco, mirando a Johnny con cierta incomodidad.
Johnny se cruzó de brazos, evaluando la escena frente a él.
-Déjame adivinar. Estás embarazada.
Isabella asintió, aunque nerviosa, mientras Johnny se volvía hacia Robby.
-¿De verdad? Un bebé. -Soltó una risa sin humor, agitó la cabeza, y continuó-. ¿Cómo piensas hacerte cargo cuando ni siquiera puedes manejar tu vida, Robby? Ni siquiera estás en la escuela.
Robby apretó la mandíbula, pero no se quedó callado.
-¿Sabes qué? Al menos yo voy a estar aquí para él o ella. No me tomó dieciséis años interesarme en lo que pasa.
Johnny dio un paso atrás, visiblemente afectado por la dureza de las palabras, pero decidió contraatacar.
-No puedes siquiera cuidar de ti mismo. Mira con quién te rodeas. -Hizo un gesto hacia Cruz y Trey-. ¿Qué clase de ejemplo estás dando?
-Al menos lo intento. ¿Y tú? Solo vienes a juzgarme porque te llamaron de la escuela. Dime, ¿te importa de verdad o solo estás aquí porque te obligaron?
Johnny no respondió de inmediato, pero su expresión mostraba un claro malestar. Isabella trató de interceder, dando un paso adelante.
-Por favor, los dos, cálmense. Esto no ayuda a nadie.
Johnny la miró, suavizando un poco el tono.
-Mira, no tengo nada en contra tuyo. Pero ¿de verdad crees que tener un hijo es algo fácil? Yo sé lo que es eso, y no es sencillo.
Robby no lo dejó terminar.
-No necesitamos tu consejo. Porque a diferencia de ti, yo estoy aquí. Ahora vete.
Johnny levantó las manos en un gesto de derrota y comenzó a caminar hacia la puerta. Justo antes de salir, miró a Isabella por última vez.
-Suerte. La vas a necesitar.
Cuando la puerta se cerró, el apartamento quedó en silencio. Robby resopló con frustración y se dejó caer en el sofá. Isabella caminó hasta él y puso una mano en su hombro.
-Oye, todo estará bien. Tienes razón, tú estás aquí, y eso es lo que importa.
Isabella le dio un apretón suave en el hombro antes de sentarse junto a él. Ella sabía que no podía reparar la relación entre Johnny y Robby, pero al menos estaba decidida a no cometer los mismos errores.
Más tarde, cuando el ruido del apartamento se calmó y Johnny se había ido, Isabella se quedó reflexionando en el dormitorio, acariciando distraídamente su vientre. Apenas se notaba su embarazo, pero la idea de que pronto tendrían una nueva vida entre ellos ocupaba toda su mente. Cuando sintió que la tensión en el ambiente disminuía, salió al salón.
Robby estaba sentado en el sofá, con los codos apoyados en las rodillas y las manos entrelazadas, claramente sumido en sus pensamientos. La televisión estaba encendida pero sin sonido, solo proporcionando algo de luz.
Isabella se sentó a su lado y lo observó en silencio por unos momentos antes de hablar.
-¿Puedo preguntarte algo? -dijo con suavidad, eligiendo sus palabras con cuidado.
Robby asintió lentamente, sin levantar la vista.
-Johnny dijo algo de la escuela. ¿Cómo que no has ido? -preguntó Isabella, tratando de no sonar acusadora, pero sintiendo una pequeña punzada de preocupación. Él le había dicho que tomaba clases en línea.
Robby inhaló profundamente antes de responder, aún sin mirarla directamente.
-No quise preocuparte con eso. Dejé las clases hace unas semanas, cuando supimos que estabas embarazada.
Isabella abrió los ojos con sorpresa, incapaz de ocultar su inquietud.
-¿Qué? ¿Por qué? Pensé que solo habías cambiado a clases en línea para estar más tiempo aquí.
Robby giró la cabeza hacia ella, sus ojos cargados de sinceridad.
-Lo hice porque quería estar aquí contigo. Pensé que era lo mejor. No quería que te sintieras sola ni que enfrentaras todo esto sin apoyo.
Por un momento, Isabella no supo qué decir. Lo entendía. Entendía su miedo y su deseo de protegerla, pero la idea de que él hubiera abandonado algo tan importante por ella le causaba un nudo en el pecho.
-Robby... -empezó con cuidado, tomando su mano-. Sé que haces esto porque te preocupas, pero no dejaré que sacrifiques tu futuro. No tiene que ser así. Estamos en esto juntos, y quiero que tengas un futuro por ti mismo. Por nuestro bebé también.
Él negó con la cabeza suavemente.
-Mi futuro son ustedes. La escuela parecía algo tan... irrelevante comparado con lo que tenemos ahora.
Isabella le apretó la mano, obligándolo a mirarla.
-Es importante, Robby. Porque nuestro hijo o hija necesitará un padre que se esfuerce por dar lo mejor, no solo en el presente, sino en el futuro. No tienes que hacerlo todo ahora, pero no quiero que pongas todo en pausa. Es una gran parte de lo que tú serás, y yo voy a estar aquí para ayudarte.
Robby dejó escapar un suspiro profundo, claramente luchando con lo que ella le decía. Sabía que tenía razón, pero también sentía el peso de sus decisiones.
-No quiero fallarles -murmuró después de un momento, su voz casi un susurro.
-No lo harás. Estás aquí, luchando, intentando dar lo mejor, y eso es lo que cuenta. Pero si no estás completo contigo mismo, ¿cómo vas a enseñarle eso a nuestro hijo? -Isabella acarició suavemente su mejilla-.
Robby la miró, aunque con cierta reticencia. La idea de retomar la escuela lo hacía sentir como si estuviera desentendiéndose de Isabella, pero también confiaba en su juicio.
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