Prólogo

AGOSTO 2082

EL DOCTOR STEVENS tenía altas expectativas, poniendo cada granito de esperanza en su experimento. Los otros habían resultado catastróficos; agresivos, incomprensibles o simplemente morían tan pronto como entraban en razón. Algunos cuerpos eran incapaces de soportar tales cambios drásticos, y simplemente colapsaban. Habían habido demasiadas decepciones, pero no esta vez.

No, no esta vez.

El Experimento 748 estaba agarrado en la pared con grilletes alrededor de sus tobillos y muñecas. No podía arriesgarse a que se pusiera agresivo como los anteriores. Su cabeza gacha, los rizos castaños cayendo sobre su frente, su cuerpo desplomado. El Doctor Stevens esperó impacientemente por esa pequeña señal de que estaba despierto--un estremecimiento, un escalofrío, un tic. En cualquier momento, la cabeza de 748 se alzaría y sus ojos se abrirían de par en par y alarmantes, y sería un éxito.

Probaría a todos esos científicos que estaban equivocados. Todos se habían reído de él, le habían echo burla cuando los demás experimentos habían fallado. Aunque en el fondo sabía que 748 no sería un fallo para él. Todos sus burlas e insultos pasarían a formar parte del pasado, y le envidiarían y preguntarían cómo había alcanzado algo tan imposible.

Allí. Había visto un tic en su dedo.

La alegría atravesó al doctor, emoción indescriptible que apenas podía contener. Sacudió las yemas de los dedos de sus pies, cerró sus manos tras su espalda en intentos de tranquilizarse. No funcionó. El Experimento 748 se había encorvado, mucho más despierto ahora mientras alzaba su cabeza, confuso parpadeando sus ojos rojizos. Tiró de las cadenas, incluso más desconcertado cuando se dio cuenta de que estaba inmovilizado.

Poniéndose los estrechos guantes, el Doctor Stevens se acercó con precaución, siendo observado intensamente por 748. Sonrió, intentando mostrar su buen propósito mientras iba más cerca. El experimento se echó hacia atrás todo lo que pudo, sus rojos ojos brillando y abriéndose, casi asustado. Él no estaría asustado por más tiempo, no cuando aprendiera lo invencible que él era de verdad.

El Doctor Stevens no tenía tiempo para ser precavido, simplemente se preparó para mostrar al experimento todo lo que podía hacer.

"Tranquilo," murmuró, llevando sus manos a la cara de 748. Sus pulgares fueron al labio superior de 748 y lo elevaron, sonriendo maniáticamente al ver los reveladores caninos.

El experimento se apartó bruscamente, tirando de las cadenas otra vez y siseando amenazadoramente, pero el Doctor Stevens estaba muy ocupado deleitándose con su entusiasmo como para molestarse en echar un vistazo. Él sabía que 748 no era solamente un éxito, sino que también supo que era lo más lejos que había llegado. Ahora necesitaba asegurar la fuerza del experimento y la velocidad, y sobretodo la habilidad para predominar.

Para luchar, para sobrevivir y para ganar.

Paró, dando la espalda al experimento cuando se dio cuenta. No tenía ni idea de dónde seguir con esto. Tendría que convencer al experimento que él era uno de los buenos, uno al que necesitaba proteger. No sería capaz de luchar contra el experimento si se acercaba a él--eso era el punto esencial. Se suponía que debían ser luchadores despiadados para ir a combate y traer victorias a casa, no debían tener sentimientos o compasión.

Escuchó las cadenas chirriar, lo que le trajo de vuelta a la realidad. Se giró, y justo cuando lo hizo, 748 había tirado tanto de las cadenas que las arrancó de la pared. Los ojos del Doctor Stevens se abrieron, y estuvo estupefacto por el mínimo de los segundos. La fuerza fue claramente reflejada, como tenía que ser, y el doctor estaba sonriente otra vez. Tuvo que apartar esa alegría para centrarse en la situación potencialmente peligrosa que tenía entre manos. Rebuscó a su alrededor por un sedante. Los tenía cerca desde que el primer experimento se puso agresivo, pero los había guardado en alguna parte. No podía recordar en qué cajón o armario estaban.

Otro ruido fuerte.

El Doctor Stevens tenía miedo de alzar la mirada.

La determinación de pronto le tragó. No moriría ni dejaría que su experimento se marchara con esto. Le domaría, le haría un buen soldado y sirviente respetable. Encontraría esos sedantes y los usaría a tiempo para configurar una forma de poner paz entre los dos.

Un entendimiento.

Una gran mano le agarró por la nuca, entonces su cabeza fue golpeada contra el escritorio. Unos pocos vasos de precipitado rebotaron por la fuerza y se rompieron cuando tocaron el suelo, y casi todo lo demás también se calló o se acercó al borde. Él todavía tenía el cajón abierto. Todavía estaba revolviendo todo en busca de la jeringa.

El Experimento 748 estaba confuso, lo podía saber el doctor. No había hecho más movimientos, simplemente le mantuvo agarrado. El Doctor Stevens se dio cuenta de que no estaba seguro de si tal elevada inteligencia había funcionado como todo lo demás, o quizás no y eso era el porqué 748 no se iba. Quizás estaba planeando una escapada.

El Doctor Stevens no podía permitir que eso ocurriera.

Éste era su experimento, su vida entera.

Además, 748 no tendría ni idea de lo que hacer por sí mismo. Necesitaba aprender y necesitaba continuar acrecentando su fuerza. La batalla actual que embravecía al mundo le necesitaría, y a más como él, si ellos alguna vez planearan juntarse.

El Doctor Stevens necesitaba el experimento, el éxito, prepararse para más y más como 748.

¡Aha!

Su mano había encontrado la jeringa en el fondo del cajón. La agarró firmemente.

El experimento debió haberse dado cuenta de los pensamientos que tenía, porque alzó en el aire al doctor y le giró, poniendo su otra mano en la garganta del doctor. Presionó un poco.

El Doctor Stevens observó esos ojos rojizos estrecharse y vio la inteligencia circulante tras ellos. Parte de él quería esperar, para ver si el experimento intentaba hablarle o le dejaba ir, o si le reventaría hasta los huesos.

Por supuesto, no quería la ultima opción.

Así que tras un momento de reticencia, alzó su mano y clavó la aguja en el cuello de 748. Casi al instante, los ojos del experimento se cerraron y aflojó sus manos dejando caer al doctor, entonces se desplomó en el suelo.

El doctor estaba sonriendo.

El mundo iba a deberle mucho por su inteligencia al salvarlos a todos.

☆☆☆☆

Novela original escrita en inglés por juliaxwrites

All the love, A.

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