Capítulo 22

EVELYN FINALMENTE SE levanta después de ser incapaz de dormir durante toda la noche. Aún es de madrugada cuando abre los ojos, el sol apenas se ve entre los árboles. El cielo es de un rosa claro mezclado con azul, una combinación confortante que la tiene embobada por tanto tiempo que hace que su cuello duela. Se rasca la nuca, entonces escanea el campamento para ver si alguien más ha reunido fuerzas para ponerse en pie.

Sólo Harry, lo cuál no la sorprende.

Aunque lo que sí le sorprende es la carne que se encuentra entre las cenizas del fuego de anoche. También algo que no se esperaba era a él agarrando el mismo palo que anoche. La punta de su lengua asoma por su comisura mientras frunce el ceño, concentrado. Evelyn no está segura de si debería interrumpirle o no, pero no tiene que decidirlo. Con su buen oído, sabe que está despierta.

"¿Cuántas letras--se llaman así, ¿no?--hay?" pregunta en un tono lo suficientemente alto como para que ella le pueda escuchar.

Ella se acerca por detrás, mirando sobre su hombro. Ha escrito ambos de sus nombres en diferentes tamaños, probando cada curva de cada letra. Algunas están en ángulos raros y otras parecen como si siempre hubiera sabido cómo escribir, lo que supone que en su otra vida hacía. Ella se agacha a su lado, echando las hojas hacia un lado para revelar la suciedad debajo de ellas. Encuentra otra rama y empieza a escribir las veintisiete letras, en mayúsculas y minúsculas.

"Se llama "abecedario"," le dice. "Veintisiete letras. Usas las grandes cuando las cosas tienen nombre propio o cuando empiezas una oración..." Para cuando le mira confuso. No puede evitar reír un poco. "Una oración es un conjunto de palabras. ¿No dijiste que podías leer?"

Asiente. "Puedo... La mayoría de cosas que podíamos leer era el código militar, así que no teníamos todas las letras u 'oraciones'. Pero sé que cuando llegas a uno de esos pequeños círculos, paras antes de seguir. Así es cómo siempre rompen el código, de todas formas."

"Puntos," aclara. "Esos pequeños círculos son puntos, marcan el final de una oración."

"¿Y estos?" dibuja una pequeña gota en el aire.

La lleva un minuto darse cuenta. "Oh, te refieres al apóstrofe. ¿O una coma? Un apóstrofe va arriba, una coma va abajo."

Harry frunce el ceño y se gira para mirarla. "Ambas son iguales."

Ella le enseña las palabras básicas, apenas tocando el tema del apóstrofe. La mayoría de palabras no las ha visto nunca. Dibujó alguno de los símbolos del código que solía ver en el campo, pero eso no le hacía mucho sentido a Evelyn como la diferencia entre "a ver" y "haber" para Harry. Había dicho que como sonaban igual, deberían escribirse igual también, y, ¿cómo un niño aprendía tantas palabras de pequeño? Eso le hizo mucha gracia a Evelyn.

Cuando el bebé despierta a Liana, lo cuál casi despierta a todos los demás, Evelyn se sienta a lo indio y se gira hacia Harry. Él sigue re-escribiendo el abecedario, intentando memorizarlo. Ella se da cuenta de que se olvidó de la "m" antes de la "n". A Harry no le gustan esas letras. Cree que son parecidas. Tampoco le gustan la "c" y la "k" porque hacen el mismo sonido, lo cuál le hace pensar que una de ellas no sirve.

"Estás muy tenso," bromea, sin poder retener una sonrisa. "Sólo es gramática, Harry. Apuesto a que Robbie podría incluso enseñarte."

Él frunce el ceño. "Todo parece... redundante."

"Lo has aprendido todo antes," remarca. "Quizás es tu subconsciente la que te ayuda. Bueno, y, para ser justos, hay un montón de reglas ridículas en el lenguaje." Queriendo acabar con el tema, señala al ciervo. "¿Cómo de fácil fue cazarlo?"

Es su turno de sonreír. "Encontrarle fue la parte más difícil. Pero cazarlo probablemente me llevó..." mira arriba como si estuviera calculando en su cabeza. Empieza a asentir lentamente. "Tres segundos. Quizás cuatro, no presté mucha atención."

Ella rueda los ojos.

Una pregunta que no hizo la noche anterior aparece en su mente, forzando una mueca en su rostro. Harry la mira, alzando una ceja. Mira al ciervo de nuevo, entonces, casi rápido, a Harry. "¿Qué comes?" susurra, notando que todo el mundo está alrededor. Mayormente están fuera del campo auditivo, pero quiere asegurarse.

Cuando Harry no responde al instante, ella aparta la mirada a sus manos, las cuales mueve ansiosamente. "Sé que te hice la broma antes sobre que tú, ya sabes, eres un vampiro o algo pero... Muchas bestias--" para, aclarando su garganta "--experimentos intentaron... ya sabes, morder."

Cuando no responde, ella se atreve a mirarle de nuevo. Su mandíbula está tan tensa que se pregunta cómo es que no se ha roto los dientes ya. "Lo siento," murmura. "Pero no puedo evitar tomar el silencio como una afirmación." Instintivamente, ella se aleja un poco de él.

Él se da cuenta, pero no dice nada. Finalmente responde en voz baja, cauteloso por los que les rodean. "Ese dolor de cabeza que me dijiste que fingiera en el campamento de Quincy, no tenía que fingirlo. El doctor estaba loco y obsesionado con lo sobrenatural. Tenemos que hacerlo, o nuestras habilidades se esfuman y nos golpea una oleada de dolor."

Evelyn se cruza de brazos para evitar temblar. "Pero dijiste... Lo que le pasó a Nive, el mordisco. La hizo..."

"Eso sólo ocurre," murmura, manteniendo la mirada apartada, "si el mordido vive."

Ella traga, un bulto cierra su garganta. "¿Matáis a gente inocente?" susurra, de alguna manera se atreve a mirarle a la cara aunque él no lo hace. "¿Cada cuánto?"

Él sacude su cabeza. "Me he entrenado a mí mismo para aguantar días sin ella."

"¿Qué pasa cuando llega el día?" de pronto se levanta, mirándole aunque él se niega a hacerlo. Ella intenta mantener la voz baja. "Has estado con nosotros varios días. ¿Quién dice que no atacarás a uno de nosotros?"

Él niega furiosamente. "Evelyn--"

"¿Quién será? ¿Robbie? ¿Sasha? ¿Yo?"

"No," dice, poniéndose en pie. Ella tiene que alzar la mirada pero está demasiado enfadada como para sentirse intimidada. ¿Enfadada es la palabra correcta? No lo sabe. No sabe nada ahora mismo.

"No te creo," dice.

"Genial," gruñe. Se encuentra con su mirada, y esta vez sus ojos rojos la hacen echarse atrás. Con esta nueva información, su mano naturalmente se apoya en el mango de su daga. Harry sigue cada uno de sus movimientos, una oscura expresión nubla su rostro. Vuelve a mirarla, una emoción que ella no puede descifrar aparece en sus ojos. "Me tienes miedo."

Evelyn fuerza su mano para que se aparte de la daga. "No tengo miedo. Soy cauta."

"No," suspira. "Conozco el miedo cuando lo veo."

Le mira tan fieramente como puede, entonces se aleja de él hacia el ciervo que espera por ser despellejado y cocinado. Saca la daga de su cinturón, la agarra tan fuerte que sus nudillos se ponen blancos. Locke está de pie cerca de las cenizas de la hoguera, y sonríe cuando se acerca.

"Tú y tu amante parecéis tener problemas."

Ella golpea su hombro contra el suyo mientras pasa por su lado, y se agacha al lado del animal.

Él ladea su cabeza. "¿Ni siquiera sabes cómo despellejar un ciervo, niña?"

Quizás pueda practicar contigo.

Sin embargo, está tan perdida en sus pensamientos como para sisear una respuesta, e incluso está más distraído como para intentarlo. Así que, aunque lo odia, muerde su lengua lo suficientemente fuerte como para hacerse sangre y ofrecerle la daga.

Él vuelve a sonreír y la coge, sentándose frente a ella.

Evelyn entrecierra los ojos al ciervo, como si tuviera la culpa de las emociones que golpean su estómago. No tiene miedo de Harry, ¿verdad? Ciertamente no lo admitirá, tampoco se rendirá a cosa tan estúpida. Está enfadada con él, pero enfadada sigue sin ser la palabra correcta. No puede describir lo que siente, mayormente porque no lo sabe. Siente como si debiera estar enfadada, incluso furiosa.

Puntos rojos en la piel del ciervo captan su atención. Se inclina hacia delante, dudando al principio, pero Locke ya estaba ocupado. Apoya los dedos en el cuello del ciervo, apartando el pelo.

Dos marcas, como de colmillos, marcan la piel.

***

Quincy aprieta los dientes para evitar que el grito salga de su boca cuando le empujan contra la pared fría de piedra. La oscuridad de la celda le sofoca, le traga. Siente algo frío en sus manos pero no puede ver para confirmar lo que cree que es. Sangre, sin duda. Sangre de su pierna, desde su brazo, desde su costado. Está sangrando por todos lados, lo siente a través de su ropa.

Accidentalmente se golpeó demasiado fuerte en el muslo durante la batalla, y no puede parar el gemido agonizante que sale de sus labios. Sudor y lágrimas empapan su rostro, cayendo por su barbilla. Su cabeza está ardiendo , aunque su cuerpo está helado y temblando. Una vez que siente la pared detrás suya, se apoya en ella. Se atreve a cerrar los ojos, intenta desesperadamente coger aire.

Una puerta resuena en el pasillo y hace que abra los ojos, aunque no puede ver nada. Se presiona más contra la pared, como si pudiera atravesarla hasta la otra habitación para escapar del destino que se acerca. Sin saber, pasa sus manos por el suelo buscando un arma. Por supuesto no hay nada más que suelo.

Escucha la voz de Micah al otro lado de la puerta. Reza en esperanzas de ser escuchado. Merece muchas cosas, pero ser torturado no. No ha hecho nada inmoral, nada. Cuidó de más gente de la que debería, pero lo hizo para ayudarles. Para salvarles. Todos a los que acogió le miraban con admiración, salvo un par de excepciones, pero, ¿cómo eso le hace ser tan desafortunado como para ser torturado hasta la muerte?

No ha hecho nada malo.

Se lo repite una y otra vez, como si fuera un mantra.

No he hecho nada malo.

Ha sobrevivido, eso es lo que ha hecho. Todo lo que ha hecho es para sobrevivir. De alguna forma, encontrará una manera de sobrevivir a esto también. No aceptará el cruel castigo como forma de morir. Es un superviviente.

No ha hecho nada malo.

Cuando Micah abre la puerta, la luz entra y ciega la vista de Quincy. Entrecierra los ojos, está demasiado débil como para alzar la mano. Mira la habitación. Se sorprende. Pensó que estaba en una celda, pero simplemente es una habitación. Hay todavía una cama en un lado, pero es la única cosa que ocupa el pequeño espacio. Hay mucha diferencia con los lujos del IKEA.

Micah se para frente a él como si fuera a regañar a un niño. Sus ojos demoníacos observan las heridas de Quincy, una sonrisa aparece en su rostro. "Estás hecho mierda."

Quincy reúne toda su fuerza, la cuál no es mucha, en una mirada.

"Podría haber dicho algo peor considerando tu condición," dice, alzando las cejas. De pronto frunce el ceño, como si estuviera concentrado. Cuando habla, su tono condescendiente hace que Quincy tiemble. "Ahora, ¿cuánto crees que tardará el mordisco en hacer efecto? Uno varía en cada persona, a veces lleva un día, otras una semana. ¿Cuánto crees que tardarán tres mordiscos en arruinarte?"

Quincy tensa la mandíbula, negándose a reconocer el dolor en su cabeza. No quiere saber si es por el cansancio o es que su juicio está desapareciendo. Su boca se seca. Jura que es porque no ha bebido nada desde esta mañana.

"Vamos," dice Micah, poniéndose en pie. "Me gustaría enseñarte algo."

Quincy entrecierra los ojos.

Micah ríe. "Oh, no seas un bebé. Creerías que uno querría salir a luchar antes de amontonar ladrillos. Ahora levántate antes de que no te de la oportunidad de liberarte. Una pierna en buen estado es todo lo que necesitas para atravesar el pasillo."

Quincy apenas podría usar la única pierna sana para apoyarse en el suelo, no puede imaginar lo que será intentar levantarse. Aún así, no quiere ser más menospreciado. No es débil. Él se las apaña para apoyar las manos en la pared, entonces gruñe cuando se esfuerza por levantarse. El sudor y las lágrimas son más notables en su rostro ahora, pero lo ignora y se concentra en levantarse sin gritar de agonía. Sabe que Micah le está mirando con su enfermiza sonrisa de diversión, así que no se atreve a mirarle. Ahora está sobre su pierna buena, sólo necesita forzar a su pierna mala apoyarse.

Es más fácil decirlo que hacerlo.

Puede con él a pesar de sus inmensos esfuerzos, se apoya demasiado fuerte. Un gemido se aposenta en su garganta, pero no dejará que salga. Traga demasiadas veces, luchando contra el dolor, las lágrimas y la abrumadora urgencia por rendirse. No desea nada más que tumbarse, que Micah le deje morir en paz.

Pero no va a morir, ¿verdad?

Va a ser uno de ellos. Uno de esos locos que no pueden diferenciar su propia piel de la cena. Micah no tiene que hacer la tortura; Quincy lo hará por sí mismo. Se partirá a sí mismo, perderá el juicio más día tras día. ¿Se reconocerá después de la transformación o simplemente se irá para siempre? Un momento tomará conciencia y al siguiente la perderá. No está seguro de lo que prefiere. Ser consciente de que perderá la razón o dejar de existir abruptamente.

Cuando Quincy falla de nuevo en su intento por ponerse en pie, Micah gruñe. "Patético," dice, tirando de la camiseta de Quincy con fuerza increíble. Quincy no es para nada un hombre bajo, y es más fuerte del tamaño normal, aún así Micah le arrastra por el pasillo con una mano, casi como si fuera una maleta.

Quincy no tiene el aire para preguntar dónde están yendo, pero no lo necesita. A mitad del pasillo, Micah sale por una puerta y entra en otro pasillo. Quincy no puede decir lo que hay detrás de las puertas. Paran en frente de una vieja, la madera casi está podrida y la mitad de la puerta está descolgada. Micah o no se da cuenta o no le importa mientras la abre. Quincy casi se desmaya al ver las escaleras desaparecer en una oscura profundidad.

"Creo que una vez lo llamaron "sótano"," dice Micah, haciendo una mueca. "Bueno, ¿debería empujarte o dejarás de hacer el idiota lo suficiente como para mantenerte en pie?"

Si la cabeza de Quincy no tuviera dolores y su corazón no se sintiera como si fuera a pararse, habría contestado a Micah. No tiene nada que perder. Aún así, con la poca fuerza que tiene agarra el pasamanos y empieza a bajar. Micah le sigue por detrás, insultándole de vez en cuando. Quincy podría vomitar. Su estómago duele, su cabeza empieza a doler más, su pulso a penas es notorio.

Ouch.

Es cierto, está bajando escaleras. Se perdió dos de ellas.

Sus pestañas se mueven. Abre los ojos tanto como puede pero no por mucho tiempo. Se cierran, sintiéndose demasiado pesados como para estar en su rostro. Una brisa fría le frena a mitad de las escaleras. Hay algo en la oscuridad. Algo escalofriante y que está acechándole. Puede sentir lo que sea que es agarrándole, intentando alcanzar su cabeza, su cerebro, sus pensamientos y su vida. Tiene que salvarse. Tiene que irse ahora mismo.

Se gira rápidamente y se choca con Micah, haciéndole perder equilibrio y caer de espaldas. Cada escalón le golpea en un sitio diferente. Se resbala un poco, entonces rueda, después salta, y finalmente cae en suelo duro, el impacto fuerza que el poco aire que tiene salga de sus pulmones. Abre la boca, intentando obtener el oxígeno que no tiene. Esta cosa se le está llevando, lo que sea que es. Puede sentir su mano alrededor de su cabeza, llevándose cada gota de juicio que le queda y reemplazándola por locura. No quiere volverse loco, pero su cerebro siente como... como agujas. ¿O es un martillo golpeando un clavo? Niega, intenta luchar contra la risa que sube por su garganta. No hay nada divertido en todo esto, para nada.

Excepto cómo Micah cree que está ganando. Quincy le mira mientras baja el último escalón, sonriendo al doloroso hombre que se vuelve loco. Quincy se da cuenta de que hay una mosca alrededor de Micah. La mosca vuela alrededor de su cabeza, y Micah gruñe. Eso puede con Quincy. Ya está dolorido, pero se duplica en histeria que golpea sus costados, causa dolor a su seca garganta. Se deja caer de culo, entonces se tumba y mira a la escuridad que le traga.

Se ríe más fuerte.

Esta cosa en la oscuridad no intenta hacerle daño; le está salvando.

No hay luz en este mundo. La nada es confortante. El pensamiento deja a Quincy con un intenso deseo de sucumbir completamente, de dejar que su mente y su alma vayan a un lugar donde no puede sentir. Donde no pueda reconocer cada fallo, cada monstruo, cada muerte que ha causado, que alguna vez haya presenciado. Dejará que esta oscuridad se lo lleve, le calme, descanse su espíritu atormentado.

"Idiota," gruñe Micah por segunda vez, de nuevo agarra a Quincy de la camiseta. Le lanza al otro lado de la habitación, haciéndole resbalar por el suelo hasta que golpea una pared. Sabe lo de la cosa en la oscuridad, pero no está solo. Hay más cosas que le acompañan, cosas que le calman.

Más risas maníacas salen de sus labios en vez de calmarse.

"Me encanta ver que no te opones," dice Micah, tirando de una cuerda que cuelga del techo para iluminar la sala. Jaulas hechas de ladrillos, barras, tuberías, madera, y-- Quincy deja que su risa llene la habitación, es incontrolable-- ese maldito alambre de espino. Dentro de las jaulas las cosas sisean, extienden los brazos para tocarle. No se aparta de los arañazos.

Se acerca más, los invita.

Pronto sabrá el verdadero significado de libertad.

Micah le golpea con gran fuerza, forzándole contra una de las jaulas de ladrillo que ya tiene ocupantes. Micah cubre la entrada, atrapándole. No le importa. Micah se arrodilla a su nivel, menospreciándole una vez más. No le importa.

Pronto será libre.

Micah no ganó, y eso es todo lo que le importa.

"Qué forma más terrible de morir," murmura Micah, por un breve instante casi suena sincero. Pero entonces sonríe y se encoge de hombros inocentemente y dice, "Quizás ahora entenderás lo que forzaste a mis hombres a hacer entre sí. Nadie te echará de menos, ya lo sabes. Incluso tengo gente que fregaría tus restos pero..." Micah niega y ladea la cabeza. "Eres un cuerpo que la gente espera ver." Entonces se levanta y se va, apagando la luz.

Quincy se tumba, saboreando la victoria, deja que las cosas le muerdan. y llena la habitación con una risa terrible.

☆☆☆☆

Novela original escrita en inglés por juliaxwrites

All the love, A.







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