Capítulo 16
EL GOLPE EN la puerta es seco, haciendo que Evelyn abra los ojos. Robbie está acurrucado a su lado con Poppy a los pies. Ella decidió salir de debajo de la cama cuando Robbie regresó de la ducha. Evelyn tiene que levantarse con cuidado, e incluso aún así él agarra su camiseta.
La puerta se abre sin avisar. Nick está ahí, mirándola un poco malhumorado. "Vamos," dice.
Evelyn gruñe, sin querer otra cosa más que cerrar los ojos de nuevo.
"Vamos," repite. "Quincy os está esperando. A todos."
"Quincy necesita aprender la paciencia," murmura Evelyn. "No quiere tener que vérselas con una persona no muy madrugadora. ¿Qué hora es, por cierto?"
"Siete menos cuarto."
Ella vuelve a gruñir, pero se levanta de todas formas. Robbie se mueve un poco, sus ojos se abren lentamente y Evelyn le ofrece una sonrisa dulce. Poppy se estira hasta su pecho y él la acaricia detrás de las orejas. Evelyn entonces se dirige a la cama que Nive y Sasha comparten, sacudiéndolas con delicadeza hasta que parecen estar despiertas. Los cinco, incluyendo a Poppy, se toman su tiempo en estirarse y bostezar, lo que enerva aún más a Nick.
"Es para hoy," bufa, agarrándola del brazo y sacándola, causando que los otros tres la sigan. Poppy está en los brazos de Robbie.
"¿Qué es la pelea?" Evelyn pregunta en voz baja, asegurándose de que el guardia rubio que les sigue por detrás no pueda escuchar.
"Pronto lo descubrirás," bufa. Su mal humor sorprende a Evelyn debido al cambio desde anoche, pero por supuesto sabe confiar en ambos.
Él les guía afuera por una puerta, exponiéndoles bajo el sol mañanero. Evelyn frunce el ceño mientras entra al parking que solía ser la entrada de la tienda. Sí que han cambiado cosas desde que hicieron el campamento. De todas formas, el asfalto agrietado tiene hierba y césped creciendo. Un árbol se había caído en una parte del parking, aún así sigue intacto. Casi por decoración, porque los niños no lo pueden usar para subirse en él.
Pero lo que realmente capta la atención de Evelyn son las cadenas unidas en círculo en mitad del parking, similar a un octágono. Alambres de espino rodean el interior del ring, y Evelyn se pregunta cuánto alambre así tienen. La verja por la que entraron también tenía un montón.
"¿Qué es esto?" susurra, con un mal presentimiento en el estómago.
"La pelea," responde Nick, guiándola hacia donde Quincy está sentado en un sofá, pareciendo molestamente divertido.
Había otros muebles también. Sillas, hamacas, sofás, bancos e incluso mesas. Evelyn se da cuenta de cuánta gente hay en el campamento cuando ve cada mueble ocupado por alguien. Algunos sofás incluso tienen más gente de la que cabe, y de vez en cuando se da cuenta que al menos dos o tres personas comparten sillas o hamacas. Supone que hay alrededor de cien personas. ¿Dónde estaban todos cuando el grupo de Evelyn llegó ayer?
Quincy se acerca a ella.
"¿De qué va todo esto de la 'pelea'?" pregunta antes de que él tenga oportunidad de hablar.
"Entretenimiento, por supuesto."
Ella parpadea, confusa. "Así que, ¿vas a poner a Harry a luchar contra uno de los tuyos?"
Él se ríe. "Oh, claro que no. Va a luchar contra uno de los suyos. No puedo arriesgar la vida de mis hombres."
"¿De los suyos...?" reúne la información en su cabeza, e instintivamente echa un paso atrás. "¿Les cazas para que luchen entre ellos?"
Quincy sonríe. "¿Impresionada?"
"Espantada," corrige ella.
Quincy alza las cejas, pero sonríe. "Creía que alguien tan inteligente como tú lo entendería."
"No me gusta lo que han hecho al igual que a ti, pero eso no significa que esté lo suficientemente loca como para verles destrozarse entre sí." Ella se queda boquiabierta, incapaz de procesar la idea. "Matarles es una cosa, pero... ¿por vuestra diversión? Eres un psicópata," escupe.
Él agarra su brazo lo suficientemente fuerte como para dejar marca. "Estoy sobreviviendo," gruñe. "A mi gente le asusta tenerlos pululando por ahí, así que les traigo aquí para calmarles. Mantiene tranquila a mi gente, lo cual es cómo he conseguido que todo esté organizado aquí. No te tiene que gustar, chica, pero francamente no me importa tu opinión."
"No puedo ver esto," les interrumpe Nive, con los ojos bien abiertos mientras niega con la cabeza.
"No tienes opción."
Quincy fuerza a los cuatro a sentarse en el sofá al lado del suyo con un soldado para cada uno detrás de ellos, y uno a cada lado. Todos ellos están armados, los de los lados con un revólver que desafortunadamente parecen estar cargados. La mente de Evelyn se acelera mientras intenta pensar en una salida, pero no la encuentra. ¿A dónde irían? ¿Qué le pasaría a Harry? Está empezando a preocuparse demasiado y eso le asusta.
Poppy gimotea y se remueve detrás de Robbie, y Robbie prácticamente hace lo mismo con Evelyn. Nive aún sigue discutiendo con Quincy mientras Sasha esconde su cara en el brazo de Nive. Evelyn no duda de que Harry pueda vencer a otra bestia, pero no puede evitar las náuseas que la invaden. Todo esto le parece asquerosamente inhumano, incluso aunque las bestias no sean totalmente humanas.
No pasa mucho tiempo hasta que la gente empieza a gritar cuando ven a las dos bestias siendo arrastradas hasta el ring en direcciones opuestas, entonces se cierran las puertas y al menos tres guardias se apuestan en cada una. Ninguna de las bestias es Harry, y Evelyn no sabe si eso debería calmarla o provocarla.
Se percata de que un hombre de baja altura está moviéndose por los sitios con varios papeles. Tiene un cuaderno en su mano, y la gente a su alrededor grita nombres. Se da cuenta de que están haciendo apuestas.
"¿Apostáis en las luchas?" pregunta Evelyn a Quincy, quien estaba sentado a su derecha.
"Lo hace más interesante. Además, lo disfrutan. Es una oportunidad de conseguir más raciones de comida o más tiempo en la ducha, eso les interesa."
"¿Cada cuánto hacéis esto?"
"Al menos una vez por semana. A final de mes, hacemos que los campeones de cada pelea luchen entre sí. Ahí es cuando el verdadero baño de sangre ocurre." La mira. "Como se acerca el final de enero, puede que veas a tu mascota en acción."
"No es mi mascota," gruñe. "Y no vamos a participar en tus juegos dementes, o verlos."
"¿Y cómo planeas irte?" pregunta, alzando las cejas.
"No puedes obligarnos a quedarnos," dice.
Quincy se repanchinga en su silla con una sonrisa de suficiencia. "Mírame."
Una de las bestias es delgada, aunque su altura sobrepasa la del otro. No es el mejor, pero ciertamente no es el más pequeño que Evelyn haya visto. La otra bestia casi parece asustada, pero tiene una mirada fiera en sus ojos. Evelyn desea no haber estado tan cerca para no ver la brutalidad que ocurre entre ellos. Ambos parecen estar a punto de destruir al otro.
El hombre rechoncho que había estado apuntando las apuestas toca una campana. Ambas bestias gruñen, lo suficientemente alto que está segura de que han atraído a más al campamento.
Robbie está temblando, así que le tapa con las manos. "No mires," susurra, y desea poder hacer lo mismo. Sus ojos prácticamente parecen no poder apartarse aunque su cerebro le grite que aparte la mirada.
La pelea acaba tan pronto como empezó. Con ambas bestias desgarrándose entre sí, ambas casi cayendo a la vez. Ambos fueron a por la garganta del otro, uno metiendo sus colmillos y el otro clavando sus largas uñas. La sangre cae por sus cuerpos y baña el asfalto, salpica las vallas. El alto cae de rodillas cuando el más pequeño hinca sus colmillos en su garganta. Es una escena como si estuviera sacada de Drácula, pero todo es demasiado real para Evelyn.
Ella lucha contra el malestar que se crea en su interior, finalmente pudiendo apartar la mirada cuando el pequeño se aparta, con la carne colgando de sus dientes y sangre cayendo por su barbilla. Le repulsa cómo todos gritan en diversión o abuchean, considerando la bestia en la que apostaron. Ninguno de ellos está molesto lo más mínimo. Ninguno aparta la mirada.
Lo que le repulsa más es que los niños tengan que ver tal acto cruel. Algunos de ellos han incluso apostado, y los únicos que no son los más jóvenes. Sin embargo, todavía mantienen sus miradas en la lucha. No lloran o se quejan o hacen el mínimo ruido de horror. Simplemente miran.
"Venga. Te perderás la mejor parte si sigues apartando la mirada," dice Quincy, y Evelyn está llena del deseo de matarle.
"Estás enfermo," sisea, aún sin mirar. Puede escuchar a la bestia beber de la otra sangre. Puede escucharle gemir de emoción y animando su victoria.
"En verdad, parece que tú eres la única enferma. No me juzgues si no estás en mi posición, ¿quieres?"
Cuando apenas queda nada de la otra bestia, los guardias arrastran al ganador fuera del ring y desaparecen con él. Un par de mujeres entran con cubos y una escoba para limpiar los restos de sangre del asfalto.
Evelyn no puede evitar preguntarse si Harry será partidario de tal cosa. Entonces, de nuevo, quizás le guste matar. Y, si es uno de ellos, ¿no le gusta probar la sangre? Ella tiembla con el pensamiento, alejándolo lo más que puede con esperanzas de nunca más pensarlo. Aún no ha herido a ningún humano que haya salvado, así que es difícil pensar que le encante la sangre. Espera que la primera impresión que tuvo de él--de que era diferente y capaz de arrepentirse--siga. Quizás será el primero en probar que su primera impresión no es la errónea.
***
Harry está mirando al cielo cuando cuatro guardias se acercan a su jaula. El sol se esconde detrás de una nube, una que parece llevar agua. Sentir las gotas en su rostro sería refrescante. El otro día cayeron unas pocas, pero ojalá fueran muchas. Una lluvia que pudiera inundar el mundo por completo.
Uno de los guardias le golpea, pero sigue mirando arriba. El experimento que le habló la otra noche, Ryder, había mencionado un plan que los demás habían estado haciendo. Un plan de escape. Ninguno de ellos en la tercera o cuarta fila estaban interesados en luchar, lo cual es el por qué todos están muy abajo en el ranking. Harry puede sentir sus juventudes, también. Probablemente fueron creados antes de que Harry huyera. Ellos creen que él es un experimento reciente como ellos.
Él no dijo a Ryder que fue el primero en ser creado. No habló.
"¡Hey!" grita el guardia.
Harry calmadamente le mira. La puerta de la jaula está abierta, todos llevan armas apuntándole. Ninguno de ellos parece acostumbrado a las armas. Podría fácilmente desarmarles y matarles en diez segundos... Frunce los labios. Quizás ocho si es capaz de usar una de las armas contra ellos.
"Sal de ahí," sisea el guardia, apretando los dientes y agarrando su cuchillo con fuerza. Harry escucha su corazón acelerado, se da cuenta del escalofrio que recorre la espalda del joven. A ojo humano, parecería uno de los soldados más duros que podría haber, un gran aliado.
Harry casi sonríe, pero oculta su burla y sale de la jaula con las manos detrás de su espalda, como si estuviera a punto de irse con sus amigos al parque a pasear.
El guardia gruñe y le tira del cuello de la camisa, agarrándole del hombro. El guardia sigue con el cuchillo en su otra mano, y otro guardia agarra a Harry del otro brazo. Le empujan innecesariamente fuerte, incluso aunque Harry está obligado y moviendo sus propios pies. Pasa su lengua por el interior de una de sus mejillas, intentando ignorar su molestia.
"Quincy tiene un regalo para ti," dice el primer guardia, con sus uñas clavándose en el brazo de Harry.
Harry le mira de reojo, mostrándole lo aburrido que está con todo ello. No les dará la satisfacción de expresar falso interés o ansiedad. Espera que su indiferencia les haga sentir estúpidos.
"Dejaste moratones en el cuello de Locke," continúa el guardia, sin molestarse en mirar a Harry. "Moratones muy malos. Quincy piensa que tienes mucha fuerza para hacer ese tipo de marcas."
Harry suspira.
El guardia finalmente reacciona acelerando el paso, prácticamente arrastrando a Harry y el otro guardia. "Vas a luchar contra Quitapieles."
Como si Harry estuviera lo más mínimo sorprendido.
Después de los halagos de Quincy hacia el experimento la noche de antes, Harry no estaría sorprendido si le hubiera clonado. Para alguien que está supuestamente tan asqueado con su propia raza, tiene mucho orgullo para alabar a uno.
Harry se lleva las manos a su cara, mordiéndose las uñas.
"Bien, arrogante gilipollas," gruñe el guardia, su tolerancia se acaba. "Perdona si no barro tu cadáver."
Una vez que llegan al parking, los dos que llevan a Harry le empujan dentro de un incómodo área rodeado de cadenas. Por supuesto lleno del cable de defensa favorito de este campamento que casi puede cortar un brazo. La redundancia en este lugar le está matando más de lo que ese Quitapieles podría.
No es que Harry sea demasiado engreído. Ni lo más mínimo. Sabrá el momento de su derrota, pero eso no significa que no pueda confiar en sus capacidades. Fue el primer éxito, después de todo. Sin Harry, todos esos otros experimentos no existirían. La guerra probablemente no habría acabado, pero ésta nueva no estaría empezando tampoco.
Harry cruza sus brazos sobre su pecho mientras el otro lado del ring se abre, con seis guardias guiando a Quitapieles. Dos están en su espalda con una larga porra, y los otros cuatro arrastran la cuerda de su cuello. Quitapieles les enseña los dientes, haciendo que casi dos de ellos suelten la cuerda. Cuando le llevan al centro, simplemente la sueltan y salen corriendo, cerrando la puerta detrás de ellos.
Harry aprieta los labios, mirando a su oponente. Ciertamente parece una bestia. Es un par de centímetros más alto, pero su cuerpo es como el doble de Harry. Será lento por su tamaño, pero sus ataques tendrán mucho impacto. Harry decide que simplemente debería evitarle, considerando que Quitapieles parece confiar en su físico. Eso y que Harry no quiere matar a nadie a no ser que deba.
Mira a la audiencia. Algunos de ellos gritan a un hombre rechoncho, sin duda alguna están apostando. Tampoco duda de que no están apostando por él. En verdad no le importa. Simplemente son estúpidas adivinanzas para un enfermizo entretenimiento. Aunque espera que no estén apostando por cosas vitales.
Se cruza con la mirada de Eve justo frente a él sentado al lado de Quincy, que está sonriendo maniáticamente. Eve parece contrariarse, al menos. No hay miedo en su rostro, pero tampoco diversión. Puede estar preocupada, pero eso sería mucho decir.
Entonces el pequeño Robbie se pone en pie y grita, "¡Tú puedes, Harry! ¡Sé que puedes!"
Harry no puede evitar sonreír un poco.
Quitapieles suelta un gruñido que atrae la atención de Harry otra vez. Seguro que debe saber lo ridículo que suena.
Antes de que Harry pueda rodar los ojos por la sobre-actuación, el hombre rechoncho toca una campana, y Quitapieles le embiste.
☆☆☆☆
Novela original escrita en inglés por juliaxwrites
All the love, A.
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