• CAPÍTULO 25 •

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THE ICE QUEEN²
COMO HIELO Y FUEGO.
Verdades a medias.
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—¿Viktor, eres tú?

La estación de trenes estaba abarrotada de personas, las voces conseguían perturbar la audición de muchos transeúntes. El aludido se encontraba caminando en dirección al andén para abordar al expreso que lo conduciría a su próximo destino cuando alguien tomó de forma suave su brazo.

—¿Hermione? ¡Por Merlín, tanto tiempo! —expresó sorprendido.

—¡Tanto tiempo! De verdad, qué alegría verte ¡Imagina, en este mar de gente!—saludó Hermione, acercándose al mago a abrazarle de manera cariñosa.

—¿Qué haces aquí?—le preguntó el mago genuinamente agradado, Hermione era una persona que siempre fue agradable con él, la consideraba una amiga lejana por lo que saber de ella le era sorpresivamente agradable. 

—Pues me han ascendido a un puesto importante dentro del ministerio, por lo que tengo que viajar constantemente a regular y fiscalizar los temas relacionados a la seguridad mágica—comentó con una sonrisa— ¿Y tú, qué haces por acá?— preguntó con curiosidad. Hermione siempre consideró a Viktor una persona encantadora y con muchas habilidades, lamentó mucho todo lo que había sucedido con él en la guerra, no obstante, en silencio nunca pudo decirle sus opiniones debido a que probablemente no serían adecuadas para un momento de dolor. La bruja siempre creyó que Viktor había hecho malas elecciones a la hora de relacionarse con Perséfone, por ende, podía reconocer la pérdida de un ser querido, pero no sentirlo debido a la historia antigua que tenía con la bruja fallecida —¿De vacaciones?

—No, vine a ver unos días a mi padre y ahora recobro mi investigación para la maestría en historia que estoy realizando— le contestó. 

Evidentemente jamás podría confiarle a Hermione sobre sus planes, menos ahora que estaba tan implicado en cosas que podrían hacer cuestionable su libertad, la bruja estaba muy relacionada en la seguridad y todo lo que significaba regular la magia oscura. Probablemente si tuviera que someterlo a una inspección quedaría en custodia por sospecha de desatar el caos con el horrocrux que cargaba en el bolsillo interno de su chaqueta. 

—Luces bien—señaló haciéndole un cumplido—. De verdad algún día debemos quedar para vernos. Antes de que vuelvas a recluirte en tu ártica escuela podrías pasar por Londres y tomar un café para ponernos al día de tantas cosas que no nos hemos contado.

Si supieras...—pensó para sí mismo. Definitivamente él ya no era ni la sombra del mago que Hermione conoció en el torneo de los tres magos hacía ya tantos años —Claro, te escribiré en cualquier caso, también me alegro de verte, y por cierto, luces muy bien tú también. 

—Desearía quedarme más rato platicando—mencionó la bruja—, pero no puedo perder este tren, debo estar en Polonia en dos horas para cerrar algunos acuerdos para el señor Shacklebolt. 

—Que tengas un buen viaje—acotó él, asintiendo con caballerosidad—, ha sido un agrado verte y espero que pronto volvamos a compartir.

—Pues que tu investigación sea provechosa, si necesitas de ayuda con algún temario o libros en los que buscar, sabes que puedes contar conmigo. Adiós Viktor. 

Él agitó su mano como despedida y se volvió para observar el camino que tenía por delante. 

Estaba en Turquía. 

Allí se encontraba su última esperanza. 

Debía llegar al pueblo de Kas, un pueblo pesquero y pequeño que en la actualidad estaba recibiendo a muchos más turistas de lo que estaban acostumbrados, debido a que su comida y antigüedades fascinantes se hicieron conocidas a través de la televisión muggle. No obstante, Viktor no tenía en mente recorrer los bellos lugares, tenía que encontrar a una sola persona y su ansiedad se había vuelto notoria, todavía no había creado toda la red de ideas para que su plan funcionara, pero no quería prolongarlo mucho, sólo que no sabía cómo hacerlo para no cometer algún error que lo llevara al fracaso rotundo, pues no tendría otra oportunidad. 

Decidió desaparecer a pesar de detestar la sensación.

Inmediatamente, segundos después se vio en un callejón de manera abrupta y repentina, espantando a unos gatos que jugaban en el sitio, observó a su alrededor para percatarse de que no había nadie más cerca. Pestañeó en reiteradas ocasiones y respiró profundo para quitarse la desagradable sensación de vacío.

Avanzó por las callecitas, sintiendo los rayos del sol sobre su piel, escuchando a las gaviotas pasearse por sobre su cabeza y el aroma característico salino del mar. Había pocas personas recorriendo el entorno, por lo general las personas en la hora de almuerzo se resguardaban en la comodidad de sus hogares o en las terrazas de los restaurantes junto a los paseos marítimos.

Decidió comprar un café a un vendedor que yacía junto a la arboleda principal, con una maquinaria artesanal para preparar un latte que parecía ser un imán para los turistas, pues habían varias personas a su alrededor. Debía recargar su energía, puesto que no sabía cuanto tiempo tendría que recorrer para encontrar a la persona que buscaba.

Le dio un sorbo a su bebida, deleitando sus ojos con el oleaje que podía analizar tranquilamente desde el mirador donde se hallaba, repasó con tranquilidad la conversación que había tenido con Vinda Rosier tan sólo hacía unas semanas atrás.

—... «Puede que vayas a encontrar lo que buscas, pero en el proceso puede que también destruyas algo valioso, tu alma... —le dijo con voz suave, con sus ojos intrigantes y su postura altiva.

Mi alma ya está perdida, perdida debido a las sombras que no me dejan en paz, debido a la tristeza que no se ha ido desde que la arrebataron de mis brazos, a las pesadillas que me atormentan, todo me hace recordar que no fui capaz de mantenerla a salvo. Ahora no seré un cobarde y si mi alma es el precio que debo pagar por tener una sola posibilidad, créeme que voy a entregarla sin remordimiento.

—Si esa es tu decisión, pues no soy quien para cuestionarte —señaló con un brillo malicioso en los ojos. Ella mejor que nadie conocía los efectos de la magia oscura, debería haberle mencionado que no habría vuelta atrás, no obstante le parecía exquisito ver aquella determinación de entregarse a lo prohibido por una causa perdida —. Cuando llegues a Turquía, debes seguir hasta la localidad de Kaz, un pueblo pequeño junto al mar, una vez allí tendrás que buscar a la familia Denizer, sé que tienen un restaurante cerca del paseo marítimo. No sé nada sobre ella, no sé ni siquiera cómo se llama, sólo sé que vive con su familia muggle, en un trabajo que debe conocer desde que nació. El como la atraigas hacia ti, ya lo dejo a tus encantos, no creo que te sea difícil atraer mujeres ¿o no, Viktor?

—No es mi intención hacerle daño.

—Pues dudo que eso pueda ser así, traes a otra persona del más allá, asumo que sabes que no estás pensando en que nada más debes decir un encantamiento y agitar la varita.

—Lo sé, sé lo que debo hacer.

—Entonces asume que ya no eres el joven que antes solías ser, ahora eres un hombre que está dispuesto a todo con tal de cumplir su deseo, aunque para eso debas pagar un precio que te condene. Es imposible que no hagas daño, de eso se trata la magia oscura...»

Era verdad, también se lo había mencionado a su padre, ya no era la persona que fue. 

Sentía que ahora era peor. Podía percibir los sentimientos malvados que se apoderaban de él cada vez que pensaba en las injusticias, sin embargo no sentía remordimientos de las injusticias que estaba dispuesto a cometer por conseguir sus fines. 

Debía encontrar en ese lugar a una persona, involucrarse con ella lo suficiente como para que confiara en él y después utilizarla de manera cuestionable, sin mencionar que debía ser discreto para no ir a parar a Azkaban debido a sus actividades relacionadas a la magia oscura. 

¿Cómo demonios lo haría?

Analizó los restaurantes desde el paseo marítimo, pensando por donde podría comenzar, no quería parecer un loco preguntando específicamente por la familia en particular, si algo sucedía mal, eso lo pondría como un sospechoso y no se pondría en el blanco tan fácil. 

Sólo camina cariño...—escuchó en su cabeza, estremeciéndose pues podría estarse volviendo loco ante la similitud de la voz y lo imprevisto de su aparición—, te aseguro que vas a reconocer de inmediato a la persona con la que debes interactuar...

Sin pensarlo volteó hacia su lado, como si Perséfone se hubiese materializado junto a él, como si ella estuviera susurrándole tras su oído con ese clásico tono de voz dulce y a la vez intrépido. Respiró profundo, no era momento para tener un episodio paranoide en medio de la calle, en un país ajeno. 

Pero decidió hacer lo que la voz dijo, avanzó observando las terrazas de manera detenida y lenta, como si fuese cualquier turista paseando casualmente por la bahía y pensando en qué almorzar, esa fachada solamente era echada por tierra debido a su actitud sombría. Se quitó las gafas de sol y agudizó la vista, las personas parecían realmente disfrutar de sus conversaciones, se veía efectivamente que era un pueblo alejado de todo lo que los muggles ignoraban.

Cuando observó un lugar con un bonito techo blanco, doseles acordes, muros blancos y fachada verde agua, entendió el porqué se había percatado de ese lugar en particular. Había en él una muchacha joven, de unos veinte años, de piel pálida, pecosa y con ondas pelirrojas que caían en cascada sobre su espalda; usaba una camiseta blanca, unos jeans y encima un delantal con estampado de tartán verde.

Sintió que el estómago le dio vueltas debido a la impresión. Aquella muchacha era tan parecida a Perséfone que en verdad no había dudas de que ese era el lugar al que debía dirigirse. 

La voz tenía razón, de inmediato sabía que era ella con quién debía interactuar, la pregunta era cómo hacerlo. 

Primero se acercó a un puesto de venta de periódicos, no quería ser demasiado evidente y mucho menos sacar un libro de magia negra en un restaurante lleno de personas que aunque fueran muggles, lo mirarían extraño. El vendedor le entregó lo que pidió y nuevamente se colocó las gafas para poder escanear a las personas que allí trabajaban sin que lo notaran primero a él. 

Se podía sentir el aroma a comida casera, por lo que podía ser que este fuera atendido por sus mismos dueños, siendo un restaurante familiar, lo que respondía mucho a lo que Vinda le había contado sobre ellos. 

Tünaydin, buenas tardes—le saludó una mujer algo mayor, regordeta y con anteojos—, adelante, puede escoger la mesa que guste, dentro o mirando el mar.

—Pasaré a la terraza si es que se puede—contestó—, buenas tardes para usted también.

—Bienvenido a Yesil inci, en un momento vendrán a tomar su pedido caballero, mientras tanto le dejaré el menú. 

—Le agradezco—respondió el mago, sintiéndose por primera vez algo abrumado con la situación en la que estaba entrando sin posibilidad de retornar. 

De pronto se vio escaneando hacia todos lados, buscando a la chica que había vislumbrado hacía recién minutos atrás, el lugar estaba con bastantes comensales, por lo que dedujo que la comida era buena. 

Entonces la vio.

Venía hacia su mesa, por lo que frunció los labios por el nerviosismo, suspirando por lo bajo y aclarando su garganta. 

—Buenas tardes, bienvenida a La perla verde—saludó con una voz cantarina—¿ya ha decidido que va a pedir?

—Buenas tardes, quiero el menú del día—respondió siendo cordial, algo apabullado por el parecido entre ambas, Sefi se parecía mucho a su madre, por lo que le extrañó notar que si ella fuera efectivamente la media hermana de Perséfone se parecieran tanto. 

—Le prometo que lo disfrutará, vengo en un momento ¿algo para beber?

—Quiero una copa de vino, por favor.

—¿Tinto o blanco?

—¿Cuál va más con la comida?—preguntó el joven.

—Pues creo que lo disfrutará más con vino tinto—sonrió la chica anotando en su libreta, se dirigió hacia una mesita y depositó una canasta con bollos y masas sobre la mesa donde estaba el mago—, cortesía de la casa mientras llegan sus platillos, los turistas por lo general suelen estar hambrientos.

—Gracias—pronunció dejando el periódico sobre la mesa. 

¿Quién era ella? ¿Cómo se llamaba? ¿Era muggle o escondía su naturaleza mágica? ¿Cómo era que la familia Rosier tenía que ver con ella?

Pasaron los minutos y volvió con unos platillos repletos de comida que olían verdaderamente bien, él la analizó de arriba a abajo intentando ser disimulado, no obstante sabía que para la joven su mirada no había pasado desapercibida.

Kebabs, mece y dolmas—comentó risueña, él pudo notar algo de nerviosismo en la mirada y expresión de la joven mientras le servía vino.

—Todo se ve delicioso—mencionó él, observándola. 

—Pues buen provecho, si necesita algo, estaré dando vueltas por el lugar.

A simple vista se podía notar que era una joven simpática, amable y de suaves maneras, tenía que llegar a ella de alguna manera, algo que lo llevara más allá que la mera plática sobre la comida, el clima o las aves que iban para todos lados. 

Efectivamente la comida era deliciosa, todo tenía un sabor casero muy marcado, condimentado y sabroso. Tendría que tomarse su tiempo y no apresurar las cosas, degustó la comida teniendo cuidado de mantener a la pelirroja en la mira, leyendo el periódico y sorbiendo vino. 

Después de una hora la chica volvió a su mesa para retirar los platos vacíos y dejar el clásico café turco que era tradición después de la comida. 

—¿Qué le ha parecido?

—Todo estaba delicioso, de verdad son los mejores kebabs que he probado.

—Pues mi abuela estará completamente gustosa de recibir esos comentarios, ha puesto mucho empeño por seguir con las tradiciones culinarias de su familia. 

—¿Es el restaurante de su familia?—interrogó con cautela. 

—Sí, mi abuela tiene este restaurante hace unos treinta años, toda su vida es este lugar. 

—Pues ha hecho muy bien. 

—¿Y usted? ¿De vacaciones?

Ella también estaba haciendo preguntas, quizás también era una buena señal.

—Sí, estaré unos días, mis abuelos viven cerca de Kas, pero no conozco muy bien por acá—comentó mintiendo con facilidad—¿conoce algún lugar donde pueda ir a visitar?

—Pues podría visitar el museo de arte que está a unas cuatro cuadras de aquí, o al paseo que hay en los viñedos, en las colinas. Veo que le gustó el vino—susurró con una sonrisa de medio lado. 

—Eres muy amable—respondió correspondiendo a su sonrisa. 

Al parecer no tenía dificultad para atraer mujeres hacia él. 

Vinda Rosier lo había leído muy bien y eso le asustaba.

Le asustaba que personas tan oscuras pudieran ver lo que había realmente en su interior, eso significaba de que talvez era como ellos. 

Se estaba convirtiendo en alguien oscuro y no se había dado cuenta de ello.

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Ahhhhhh queridas perdónenme la inactividad en esta historia, pero el trabajo me consume lentamente, hoy es día festivo y aproveché de terminar este capítulo que tenía a medias hace mucho tiempo.
Espero que disfruten de la lectura, apareció un nuevo personaje y este será muy relevante para la trama.

¿Qué les parece Viktor más sombrío y oscuro?

¿Qué creen que es lo que se avecina en la trama?

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