Capítulo 33: Combate Fuego con Fuego

Contrario a lo que esperaba Gerald sí pudo abrir los ojos a la brevedad, aunque una vez que lo hizo ya no estaba en el mismo subterráneo, éste ahora estaba notablemente más limpio, más luminoso y claramente con menos tensión en el ambiente.

—¡Lo sabía! ¡Lo sabía! —exclamó una voz que Gerald no tardó en seguir, sólo entonces notando que podía caminar y moverse a la perfección pese a los golpes, es más, ni siquiera tenía heridas que demostraran la agresión—. ¡Tú no nos creíste pero acertamos!

—Sigo sin poder creerlo... —murmuró una segunda voz, esta era seria pero sonaba asombrada—. ¿Roy realmente trató de...?

—Oigan... —Tras esa tercera voz, los otros dos lo miraron—, él está aquí...

Fue cuestión de segundos para que Damian, Nekros y aquella parte del subconsciente de Gerald que tenía la apariencia de Roy miraran al castaño. El recién llegado tenía más dudas que respuestas al encontrarse ahí, ni siquiera sabía qué decir para iniciar la conversación.

—Estoy... ¿Estoy muerto...? —Fuel lo primero que pudo preguntar.

—Para nada —respondió el otro moreno acercándose al castaño—, no podrías venir aquí estando consciente pero tampoco puedes venir aquí estando muerto.

—Así es. Te desmayaste, es todo —añadió el que tenía cabello negro. El de ojos celestes retrocedió algunos pasos al ver la figura de Mustang ahí mas al ver su expresión serena dejó de estar asustado—. Descuida, sé que me ves como Mustang pero no pensaría en dañarte nunca.

—¿Qué diablos ocurrió? —cuestionó Gerald en voz alta aunque lo decía más para sí mismo—. Se notaba en su mirada que tenía la intención de matarme... ¿Por qué no he...?

—No alcanzaste a ver qué fue lo que pasó ¿verdad? —cuestionó el chico de ojos opacos—. Ven, te mostraré.

A pesar de pedirle que se acercara fue el mismo Nekros el que levitó hasta el castaño y una vez frente a él tomó sus manos. Tan pronto ocurrió ese sutil contacto los claros ojos de Gerald adquirieron un brillo verdoso, había regresado a aquel pasillo, aunque lo sorprendente era que podía ver su propio cuerpo inmóvil en el suelo.

La explosión generada después de que Mustang le disparara a Gerald no fue tan grande como otras, tal vez a pesar de no estar en sus cinco sentidos pensaba en darle una muerte menos horrible y por eso se aseguró de noquearlo antes para que no sintiera dolor alguno.

Sin embargo, a pesar del fuego y la explosión el castaño estaba en el suelo desmayado pero sin ni una sola quemadura, a lo más tenía quemada la tela del pantalón en la parte de la pierna y algo de la piel de la zona algo roja, sin embargo, pudo haber sido mucho peor.

Gerald estaba bien porque la llama había sido desviada, no por Mustang, sino por el homúnculo que alcanzó a mover la mano de Roy justo antes de que pudiera chasquear. Sí, había vuelto y estaba literalmente tocando al Coronel pero le asustó bastante más ver que el chico no reaccionó más una vez que cayó al suelo y no quería verlo morir justo frente a él.

El castaño que podía ver todo desde su subconsciente ahogó un suspiro al ver que el cambiaformas se había atrevido a regresar.

Aunque Envy seguía con miedo hacia Roy le frunció el ceño, podía entender que Mustang lo quisiera matar a él pero no a Gerald. ¿Cómo pudo hacerle eso al chico que siempre estuvo a su lado? Sabía lo importante que era el Coronel para Gerald, incluso el castaño lo había perdonado por algo que era imperdonable. Eran prácticamente familia, ¿y así se lo pagaba?

Puede que Envy no fuera la mejor persona del mundo pero Gerald no se merecía tal castigo. Le dio más a Mustang de lo que recibió de él, en palabras de alquimistas, eso no era un intercambio equivalente.

—¡Esa fue la última vez que lo lastimas! —gruñó logrando finalmente dañarlo—. ¡Eres peor monstruo que yo! ¡Si le vuelves a poner una mano encima te...!

Mustang lanzó una llama y no lo dejó finalizar.

Aquel que haya dicho que la venganza es un plato que se sirve frío sin duda no conocía a Roy Mustang. Envy ardía en llamas y a cada segundo venía otro chasquido con el que ardía aún más. Tal vez era bueno que Gerald estuviera desmayado, no habría querido ver toda esa escena frente a él, lo malo es que en verdad sí podía ver todo y no quería que lo que sus ojos presenciaban fuera la verdad.

Riza estaba impresionada y asustada, tampoco le gustó para nada todo lo que tenía en frente.

Con el último chasquido que venía, Mustang soltó un fuerte grito, sonó similar a una bestia, ahora podría decirse que soltó toda su rabia pero no, aún seguía furioso.

El cuerpo que a Envy y Gerald les costó tanto trabajo recuperar parecía totalmente quebradizo, los rayos rojos ya no aparecían y sus heridas no se estaban curando. Aunque sentía que podía cambiar de forma, no se sentía capaz de transformarse en su forma gigante, estaba muy débil y no podía levantarse. Por donde lo viera, estaba muy cerca de la muerte.

—Maldita sea... Esto no... —murmuró el homúnculo intentando alejarse aún si tenía que arrastrarse pero su cuerpo estaba muy entumecido como para moverse rápido. Se le escuchaba sollozar por lo bajo.

Durante todo ese tiempo Roy lo había torturado con su fuego pero seguía sin ser suficiente, quería darle la peor muerte posible.

—Así que todavía no mueres ¿eh? ¿Quién habría pensado que eres más resistente que Lust? —dijo Mustang logrando acorralar al cambiaformas contra la muralla para que no escapara. El homúnculo trató de librarse de la única mano que lo retenía pero se sentía tan débil que ni eso podía hacer—. Eres horrible... Tu nombre significa envidia, celos, en otras palabras...

—Por favor, no... No lo hagas.

Roy ni siquiera escuchó la súplica del más cambiaformas.

—Ahora lo entiendo. Los celos son algo horrible.

Envy trataba de moverse de algún modo pero no podía librarse del agarre. Su expresión indicaba miedo absoluto, ya no le importaba si no podía matar al Coronel, sólo quería huir.

—¡No! ¡No quiero morir!

—No estoy dándote elección —dijo Roy preparando su mano para el que sería el chasquido final.

En desesperación, el homúnculo gritó mirando el cuerpo inconsciente del moreno, este apenas sólo seguía respirando bajo con dificultad.

—¡Arde en el infierno!

—¡Debo volver! —gritó el moreno asustado aunque sólo Nekros lo pudo escuchar—. ¡El volvió a salvarme! ¡Debo hacer lo mismo!

Al presenciar todo desde ahí era prácticamente como un espectro así que si entraba a un cuerpo sin alma, como su propio cuerpo desmayado, podía regresar.

Rápidamente se aproximó a su cuerpo en el suelo pero la voz del chico de mirada sin brillo lo detuvo.

—¡Gerald! ¡Recuerda que estás viendo el pasado! ¡Si entras a tu cuerpo el tiempo volverá a la normalidad y tú despertarás, pero será un gasto de energía terrible para ti y ya estás demasiado débil! ¡Piénsalo bien!

—¡No tengo nada que pensar! ¡Tengo que volver a ayudar a Envy!

—Pero... Roy está sumido en la idea de la venganza... No está siendo él mismo ahora... Por favor, no lo lastimes...

—Pero él me intentó matar.

—No sabe manejar la ira... Deberías saberlo mejor que nadie... Perdías la paciencia a cada segundo —Pese a que sus ojos no tenían brillo, parecía que estaba por llorar—. Yo no quisiera... yo no quisiera que ustedes dos...

—Nekros... —Interrumpió Gerald con voz calmada, avanzando a paso lento hacia él—. Todo estará bien... ¿De acuerdo...?

Los ojos del aludido temblaron al oírlo decir aquel nombre y no pudo evitar abrazarlo, el castaño se sobresaltó, no comprendía por qué el chico estaba así pero parecía que lo necesitaba así que lo abrazó de regreso, y tras soltarlo, corrió y entró a su cuerpo desmayado.

Por un par de segundos sintió que el tiempo a su alrededor se detuvo, y cuando fue capaz de abrir los ojos otra vez vio a Hawkeye apuntando a Mustang con una pistola, aparentemente no había transcurrido mucho tiempo desde lo último que vio ya que Roy todavía no daba el golpe final y Envy seguía acorralado.

—¿Y tú qué crees que haces? —murmuró el mayor entre dientes mientras el homúnculo miraba a la rubia con sorpresa.

—Es suficiente, Coronel. No puedes seguir así —dijo Riza con ojos serios. No bajó su arma en ningún momento.

Roy regresó su mirada al homúnculo y trató de no molestarse por la acción de la Teniente.

—Sólo un chasquido más y estará acabado. Baja el arma.

—No puedo obedecer eso —contestó la rubia de inmediato—. Por favor, baja tus manos.

—¡Maldita sea! ¡No volveré a pedirlo! —gritó él.

Si estaba claro que Roy no estaba bien ahora no había duda de ello. Había tratado de matar a un subordinado debido a la ira y ahora estaba dispuesto a atacar a Riza con tal de concretar su venganza.

Con el poco estado de consciencia que Gerald había logrado recuperar podía notar que razonar con el Coronel sería imposible. Ya basta de amabilidad, y esta vez en serio, ya basta de cobardía, hablar no funcionaría.

Mustang le había enseñado que había enemigos que no entenderían con las palabras y por eso Roy le había dicho que debía ser violento, esta era una ocación en la que debía ser violento.

Medianamente consciente lo primero que intentó fue arrastrarse en silencio por el suelo hasta llegar a los guantes que se le cayeron antes y se los colocó, aunque le costó mucho llegar a ellos ya que apenas intentó moverse sintió un agudo dolor en todo el cuerpo, no sólo eran las heridas que habían regresado sino también el gasto de energía que Nekros había advertido.

De los cuatro presentes fue el único que escuchó un par de pasos provenientes de la izquierda, estos pertenecían a Scar y a Edward. Al ver aquella situación el rubio decidió ayudar y como Mustang parecía lo suficientemente enfocado en Hawkeye como para siquiera notar que el moreno había despertado, menos notó la transmutación que el Alquimista de Acero realizó, modificando el suelo para que así pudiera separar a Envy del Coronel y lanzando al primero hacia su dirección.

Con mucho dolor y esfuerzo el castaño se levantó aunque manteniendo una rodilla en el suelo, y colocándose frente al homúnculo antes de que Roy pudiera mirarlo otra vez, luego estiró su mano hacia el mayor amenazando con chasquear los dedos y Mustang, a su vez, hizo lo mismo.

—No te muevas de ahí, ¿oíste? —Le murmuró el moreno mirando por breves instantes de reojo al homúnculo, luego, devolvió su vista al Coronel.

Envy miró primero a Gerald y luego a Mustang, sorprendido de que ambos tuvieran ahora la misma mirada asesina. Un Alquimista de Fuego era dañino, dos causarían destrucción total si no se controlaban, pero si estos se enfrentaban ¿qué pasaría? La guerra de Ishval inició por la muerte de un niño que él mató, si resultaba que su muerte detonaba la matanza de todos ellos entonces estaría dispuesto a morir, pero para ser honestos, no quería realmente.

—Eres persistente ¿Aún luego de tantos golpes vuelves a levantarte...?

Mustang intentaba intimidar al castaño, finas gotas de sudor caían por la mejilla del menor pero su mirada permanecía intacta. Lo único que hizo fue terminar de ponerse de pie, aunque le costó pues la pierna que tenía parte del pantalón roto le dolía bastante.

—Me quedó clara tu posición en esto, y ten por seguro que no vas a terminar sin algún castigo pero vas a quitarte de ahí ahora mismo si no quieres que te quite algo más que la consciencia, esta vez —El menor dio varios pasos hacia atrás, sin quitar la frialdad en su mirada celeste, manteniéndose justo detrás del homúnculo. Al no recibir ni una respuesta ni a Envy, el mayor le repitió—. Lo diré una vez más... Quítate de ahí ahora.

—Ya te dije que no lo haré —respondió el menor con una voz que nunca antes había utilizado, era la voz con más seguridad que jamás había usado.

—Coronel —habló Edward esta vez colocándose junto a Gerald, también estando delante de Envy—. Katsu tiene razón. Ya basta.

Roy miró esta vez a Ed. Al rubio le recorrió un escalofrió al ver su cara pero no apartó nunca la mirada del contrario.

—Esa cosa merece la peor de las muertes.

—No —Negaron los dos menores pese a la sorpresa del homúnculo, no se lo esperaba ni de Gerald al verlo en tan mal estado.

El rostro de Roy lucía peor que antes.

—¡Salgan de ahí ahora o los quemaré junto con él! —gritó apuntando a los tres ahí presentes.

—¡Bien! ¡Inténtalo! ¡Si quieres pelear entonces pelearé! —respondió el castaño manteniendo la mano en alto. A diferencia de antes ya no se esforzaría en convencerlo.

El rubio sabía que no iba a detenerlo si el castaño empezaba a pelear pero veía que no estaba en las mejores condiciones para hacerlo así que si llegaban a confrontarse él también pelearía.

—¡Pero antes mira tu rostro! ¡¿Realmente planeas dirigir el país con esa mirada?! —Roy dio un paso al frente aún estando dispuesto a disparar por esto Edward retrocedió—. ¡¿Es eso lo que quieres volverte?! ¡¿Otro monstruo?!

—¡Esa no...! ¡Esa no es tu meta, Roy! ¡¿Qué pasó con el hermoso objetivo utópico que tenías?!

Al escuchar nuevamente la voz del moreno pero esta vez hablando de su meta, se le hizo inevitable recordar a Hughes. Él fue el primero en enterarse de sus proyectos y estuvo dispuesto a seguirlo hasta el final. Todo lo que hacía ahora lo hacía por él pero no parecía estar sintiéndose mucho mejor.

Los débiles deberían proteger a los más débiles. Esa era su creencia. Siempre creyó que todos lo tomarían como un ideal ingenuo e inocente pero acabó habiendo mucha gente que lo compartía, y si quería proteger a todos debía alcanzar la cima, debía volverse el Führer. Aquellas últimas palabras parecieron hacerlo reaccionar un poco pero no lo suficiente como para dejar todo de lado.

—Si te dejas llevar por la ira y la venganza caerás al nivel de una bestia —dijo Scar de repente sobresaltando a los chicos que permanecían alerta—. Está bien si quieres hacerlo —Los dos menores voltearon a mirarlo sorprendidos al escuchar eso. Ese último comentario no les ayudaba—. ¿Qué derecho tengo yo para interferir en la venganza de alguien más? —Los menores no contestaron nada esta vez pues sabían que tenía razón—, pero me parece interesante ver qué clase de país creará un hombre lleno de odio ¿qué pasa si se convierte en su líder?

Roy abrió los ojos al máximo. Hughes había dicho algo similar una vez, sólo que era justamente lo opuesto. Hughes habría querido ver el país liderado por un hombre con sus ideales, no por un hombre dominado por la ira.

—Coronel, no puedo dejar que elija ese camino y mate a Envy —mencionó la rubia aún sin apartar el arma de la cabeza de Mustang—. Deje que nosotros nos encarguemos.

El mayor apretó su mano con fuerza, ya no amenazaba con chasquear pero esta seguía en tensión.

—Pero al fin... ¡Al fin lo encontré! —contestó él pasando su vista directamente a Envy aún detrás de los dos más jóvenes.

—¡Lo sé! ¡Pero...! —La voz de Hawkeye había empezado a temblar, su mano también lo hizo. Tomó un poco de aire para regresar a su usual tono calmado de voz, sin embargo, sus ojos y sus manos seguían temblando—. Pero... Estás por hacer algo horrible que no es por ayudar al país o a tus amigos.

De a poco, los ojos de odio de Roy fueron cayendo lentamente hasta mirar el suelo.

—Aún así...

—¡Te entiendo, papá! —gritó el menor llamando su atención—, estás dañado... estamos muy dañados, pero eso no nos da ningún derecho de decidir quién vive o quién muere. Sólo quieres calmar tu odio... Y si lo haces, sólo serás consumido por él... —dijo el castaño queriendo dar un paso adelante pero resistiendo el impulso para no alejarse de Envy.

Riza bajó la mirada, sentía que empezaba a perder la seguridad que tenía.

—Y yo... No puedo permitirte caer tan bajo.

—Eres mejor... Sé que eres mejor que eso... —completó el moreno.

Roy apretó aún más su mano mientras varios recuerdos inundaban su mente, recuerdos en los que el Teniente Coronel Maes Hughes estaba con él, memorias que iban desde que se conocieron hasta el día de su muerte. Siempre estaba él con una sonrisa, si lo viera ahora ¿seguiría sonriendo?

Mustang cerró los ojos con fuerza y resistió el impulso de gritar o lanzar una llama. En lugar de eso tomó un hondo suspiro sin abrir los ojos.

—Si van a dispararme, disparen... —Los dos militares que aún tenían sus manos y armas apuntándole lo miraron preocupados pero nunca dejaron de apuntar—, pero... luego de que lo hagan... ¿qué van a hacer...?

Riza y Gerald se miraron mutuamente y tras unos segundos de silencio miraron hacia abajo.

—No quisiera vivir una vida sin preocupaciones y completamente sola —dijo Riza manteniendo su mano alta y su mirada gacha.

—Ambos estamos de acuerdo en que ninguno podría seguir sin ti al mando —añadió el menor bajo la sorprendida mirada del homúnculo tras escuchar aquello. Mientras hablaba, caminó cerca de Riza, por esto fue que Edward se quedó frente al homúnculo.

—Esta batalla será nuestra última —retomó la rubia—. Cuando todo esto acabe voy a terminar con mi vida, haciendo desaparecer a la alquimia de fuego que sólo causa caos, y por eso es que antes de matarme también le dispararé a Gerald.

Roy se sobresaltó y se tensó.

Ya no podía soportarlo más. Luego de unas respiraciones entrecortadas, el Alquimista de Fuego soltó un fuerte y corto grito junto con el último chasquido de su tensa mano pero lo lanzó hacia un pasillo de modo que no le llegó a nadie.

—No puedo permitir eso... —dijo Roy finalmente mirando hacia abajo, sus ojos nuevamente se veían como siempre habían sido—. Yo... No puedo perderlos... —Nadie dijo nada o miró hacia otro lugar que no fuera al Coronel—. ¿En qué clase de situación estoy? Regañado por un niño y aleccionado por aquel que es mi enemigo... Y a ustedes...

Cuando volteó a mirar a sus subordinados estos se sorprendieron un poco, ligeramente más aliviados de no ver de nuevo la mirada asesina en sus ojos.

—Lo hice otra vez... Los lastimé... ¿Que tan idiota puede ser un hombre?

Luego de suspirar con pesar y acercarse a sus compañeros puso una mano sobre la pistola y la otra sobre la mano de Gerald para bajarlas.

—Por favor... perdónenme...

Todos observaron el momento en silencio. Roy se dejó caer sentado frente a ambos con la cabeza gacha. Por suerte acabó, se terminó la intensidad y nadie había muerto. Riza y Gerald soltaron un suspiro de alivio, y al igual que el Coronel, ambos se dejaron caer al suelo, Hawkeye por la tensión y el moreno por el dolor que le causaba seguir de pie pero no se quedó ahí sin hacer nada más, a pesar de todo se acercó al Coronel y lo abrazó con fuerza, sobresaltándolo, sabía que había tratado de matarlo, pero ya no le importaba.

—¿Es broma? ¿Acaso eres idiota? —dijo una voz de repente.

Desde que estaba sólo detrás de Edward, Envy no se había movido ni un poco. No iba a escapar, no tenía caso, no tenía a dónde ir.

—¿Sólo un par de palabras bonitas y empatía falsa? Me hacen sentir enfermo ¿Los humanos son siempre como patéticos gusanos? —Ahora era el homúnculo quién recibía todas las miradas—. No dejes que este tipo te diga qué hacer, haz lo que quieras. Coronel Mustang ¿Lo haz olvidado? Tu amigo Scar aquí presente iba a matarte.

Hizo mucho énfasis en la palabra "Amigo". El moreno entendió, Envy buscaba que todos se pelearan.

—Además ¿No fue él quien mató a los padres de la amiguita del enano? ¡Oh, sí! ¿Y qué hay de la pequeña niña que se volvió una quimera? Scar fue el responsable de su muerte, también.

Edward resistió el impulso de mirar a otro lado al recordar a Nina, nunca pudo olvidarla, aún le acechaba la culpa.

—Y esto va para ti también, Scar ¿Realmente olvidaste lo que le hicieron a tu querida población? ¡Fue esta mujer! —señaló ahora a Hawkeye. Como era de costumbre, los rostros de Scar y Riza no sufrieron cambio alguno—. Ella tiene la arrogancia de llamarse "El Ojo del Halcón" ¡Mató a los de tu raza a diestra y siniestra!

Ninguno de los presentes hizo algún movimiento, todos permanecieron callados hasta que dijera todo lo que tenía que decir.

—¡No tendrán mejor oportunidad! ¡Este es el momento! ¡Ódiense y lloren! ¡Maten y mueran! ¡Peléense entre ustedes! Es como si todos estuvieran llevándose muy bien... ¡No hay forma en la que ustedes, humanos, puedan hacer eso!

Gerald lo miró con lástima. Así que de ahí surgía todo. Su odio personal a los humanos... Surgía de la envidia.

—Vamos, enano. Vamos, Hawkeye ¡Mustang! ¡Scar!

Ninguno miró a otro lugar que no fuera a la posición del homúnculo.

¿Por qué no peleaban? ¿Por qué diablos no se mataban? Esas eran las preguntas que rondaban la cabeza de Envy. Ellos se odiaban, eran enemigos. Gente así no podía tolerarse, simplemente no podían. El cambiaformas miró al único aquel que le quedaba, al único al cual no había mencionado en todo su discurso aún cuando pudo haber hecho que se enfadara con el resto, pero no lo hizo pues lo quería vivo. Ahora tan sólo quería sentirse apoyado.

—Por mucho tiempo yo creí que todo se solucionaba de esa manera, no voy a negártelo —comentó el moreno manteniendo una cálida mirada sobre él. Se había soltado ya del abrazo que le dio a Roy y trató de ponerse de pie con dificultad—, pero no fue hace mucho que aprendí que eso sólo trae más daño a corta distancia...

Le era inevitable llevarse ese tema a lo personal, más concretamente a la muerte de sus padres. Cuando se enteró del fallecimiento de sus progenitores no sabía si estar más molesto con el ejército o con los ishvalanos, trató de buscar venganza en aquellos que tenía más cerca de él y no lo consiguió. No habría servido de nada haberlo logrado, seguro se habría ganado enemigos dentro del ejército y lo más importante, jamás se habría sentido satisfecho puesto que sólo volvería a calmarse cuando le regresaran aquello que había perdido, y los muertos no podían volver a la vida. En cambio logró encontrar un nuevo camino en la milicia debido a la oportunidad que le dieron, fue feliz nuevamente, y esto sólo fue posible debido a que su venganza fracasó.

Era simple, un corazón no se sana rompiendo a otros, se sana con amor.

—Pero... ¿Por qué...? —murmuró Envy sin comprender—. No. No. No hay modo. Nunca... Ustedes... Es imposible —El cambiaformas negaba con la cabeza—. ¿Cómo pueden...? ¿Cómo pueden hacerlo...? ¡¿Cómo?!

Edward se le acercó un poco.

—Ahora entiendo... —dijo él con una expresión de lástima. El homúnculo estaba muy confundido como para entender a lo que se refería—. Estás celoso... ¿Estás celoso de los humanos, no?

El moreno miró a su amigo, entonces entendió que él también se había dado cuenta. Envy estaba en shock, tanto que no notó al menor del grupo colocar una mano en su hombro.

—Los humanos, desde tú punto de vista, no somos nada comparados con los homúnculos. Pero aún así, aunque perdamos el camino o una batalla, cometamos errores o estemos a punto de colapsar, siempre nos levantamos ya que nuestros seres queridos están ahí para nosotros. Enfrentamos el desafío otra y otra vez.

Era cosa de ver lo que había pasado en ese lugar para confirmar que todo lo que Ed decía era real.

—Y tú... Sientes envidia de esos humanos.

Los ojos de Envy estaban muy abiertos, estos temblaban ante lo que acababa de escuchar. No. No podía aceptarlo. Todo lo que alguna vez dijo sobre los humanos, todo lo que alguna vez pensó sobre ellos... Siempre había envidia. Él no quería aceptar eso ¿Un ser como él envidiando a humanos? No podía ser cierto.

Ya que todos tenían la atención sobre él, cualquier movimiento sería visto. Por eso cuando intentó soltarse del agarre del mayor, cosa que consiguió aunque no para escapar, todos volvieron a sobresaltarse.

El pecho de Gerald empezó a doler al verlo así. No lo decía, pero sabía que Envy estaba sumido en una gran angustia.

—Es tan humillante haber acabado en este estado...

Se notaba que aún no podía moverse bien, su cuerpo aún estaba algo entumecido por todas las llamas que recibió pero no era sólo eso, también era la angustia.

—Ser derrotado por ustedes, los humanos... Seres tan insignificantes... —La respiración de Envy empezaba a entrecortarse—. Y peor aún... Este enano, que es de lo peor que hay entre ustedes...

No pudo acabar, más respiraciones entrecortadas propias le interrumpieron. Había aguantado lo más que pudo pero ya no podía más. Un fuerte llanto fue lo siguiente que salió de su boca. Las lágrimas no las pudo reprimir por más tiempo.

—Maldita sea... Maldición... Maldición... Qué humillante... ¡Es tan humillante! —logró decir entre múltiples sollozos y la mirada sorprendida de todos.

Las lágrimas no dejaban de salir, debía estar llorando lo que nunca en su vida había llorado.

—Yo, Envy... ¿Celoso de ustedes? ¡¿De ustedes, los humanos?! —Mirando justo frente a él estaba Edward. El rubio jamás se habría esperado una reacción así. Y más atrás, la mirada de Gerald con la más sincera empatía—. Yo, Envy... No puedo creer que hayan sido un par de niños los que entendieran cómo me siento... —Pese a que Gerald no había dicho ni una palabra Envy lo conocía lo suficiente para saber que se había dado cuenta.

Varias preguntas empezaron a rondarle; ¿De qué le servía todo lo que tenía si no podía tener lo único que quería? ¿De qué servía ser un homúnculo poderoso si tenía envidia a seres inferiores? ¿De qué servía vivir para siempre... si para siempre iba a ser lo mismo...?

Soltó una suave risita al pensar en esa última opción. Le hubiera gustado ver con sus ojos si todo lo que dijeron para calmar a Roy duraría pero ya le daba igual.

—No sé qué tan lejos lleguen esas bonitas palabras que se dijeron hace rato. Oh, bueno... Les deseo la mejor de las suertes...

Verlo transformar uno de sus brazos en una chuchilla y acercarlo rápidamente a su propio cuello... Pretendía quitarse la Piedra Filosofal. Cuando fue la pelea con Lust, Roy le había quitado la piedra en un momento, ella murió pero se regeneró de inmediato. No obstante, era el mismo Envy quién se la quitaba estaba vez, y no habría otro motivo de no ser porque... Quería acabar con su propia vida... ¿Qué importaba? Si de todas maneras a nadie le preocuparía.

Pero si lo pensaba bien... ¿realmente envidiaba a todos los humanos? ¿Realmente a nadie le importaría?

"¿Hacer lo que dicen? Olvídalo. Sólo sigo órdenes de mis superiores, no tengo razón para obedecerte..."

Sí había uno que de hecho admiraba... por la valentía que mostro desde que se conocieron...

"No me asustó la amenaza sólo me sorprendió tu habilidad, debo decir que es impresionante."

Ni siquiera fue capaz de asustarlo alguna vez, y muchas veces ese humano lo halagaba sin saberlo...

"Escúchame... No voy a... No voy a dejarte morir, Envy."

Y que por sobre todo, jamás lo había abandonado...

—No... —musitó en voz baja más para sí mismo.

Dio sólo la mitad de un paso pues cuando se movió todo dio vueltas a su alrededor, aún estaba aturdido.

—Detente... ¡Detente! —Dado que no podía caminar bien se lanzó hacia adelante logrando sostener a Envy antes de que pudiera clavarse la cuchilla en el pecho pero cayendo fuertemente en el suelo en el proceso.

Al ver que Gerald se le acercaba luego de haber recordado precisamente cosas de él se forzó a sí mismo a apartar su brazo, si no, hubiera cortado al menor.

—¡¿Qué diablos crees que haces?! —Le gritó Envy mientras seguía cubierto en lágrimas.

Gerald lo retenía justo bajo de él y como estaba tan débil no podía quitarlo de encima pero eso no era lo que más le importaba.

—¿Tienes idea de cuantos golpes te diste en la cabeza? Además tu pierna está herida... ¿Y lo primero que haces es lanzarte al suelo? ¡No debes hacer eso o empeorarás tu estado!

—¡¿Crees acaso que eso me importa?! ¡Me da igual, idiota! ¡Me da igual! —gritó el moreno desesperado, su voz estaba casi totalmente quebrada—. Ya te lo dije antes... ¡No te dejaré morir! ¿Estás bromeando, no? ¿Quieres tomar el camino fácil?

La voz de Gerald había alcanzado una desesperación que ninguno de los otros, sólo el homúnculo en una situación particular, había escuchado alguna vez. Envy estaba paralizado, temblando sutilmente bajo el castaño.

Las palabras del moreno fueron cortadas abruptamente por varias lágrimas cayendo de sus claros ojos, directamente en las mejillas del cambiaformas.

—Estás... Llorando...

Roy, Envy, Ed, Riza y todo aquel que lo conocía sabía que eso no era normal. Desde que lo conocieron, él jamás había llorado, ni si quiera había llorado por la muerte de Hughes ¿Y estaba llorando por ese homúnculo? Incluso Envy estaba impresionado.

—Gerald... ¿Por qué...? —Envy trataba de hablar por sobre el llanto del moreno pero no podía. Aún así no sabría qué decir.

Gerald ni siquiera podía describir lo que estaba sintiendo, formó un puño con la mano y golpeó, Envy esperaba el golpe en su rostro pero el fuerte puñetazo fue dirigido al suelo.

—¿Por qué...? —murmuró dando otro golpe. La voz estaba baja otra vez—. ¿Por qué todos los que me importan acaban muriendo...? —Otro golpe—. Primero mamá y papá... —Otro más—, luego Hughes... —Y otro—. No te sumes a la lista... ¡Por favor, no!

—¡Ya deja de lastimarte!

Gerald habría dado un último golpe pero Envy lo detuvo con su propia mano al ver que la del moreno empezaba a sangrar.

Mientras tomaba una gran bocanada de aire el castaño fue sentándose mejor en el suelo.

—¿No lo entiendes aún...? —cuestionó secando varias lágrimas pero no las suyas, sino las de Envy, el homúnculo abrió los ojos aún más ante eso—. Está bien, nunca escapé de ustedes pero para ser honesto... cuando me tomaron la primera vez sí pensé en escapar, traté de ganarme tu confianza y aunque lo logré... No pude... no pude traicionarte... Terminé descubriendo que eres como yo, realmente acabaste agradándome.

—¿Cómo puede agradarte un ser sin sentimientos como yo...? ¿Alguien que lo único capaz de sentir es envidia?

El moreno entrecerró la mirada ligeramente.

—¿Sin sentimientos dices? —repitió Gerald volviendo a colocarse de pie mientras secaba sus propias lágrimas—, ¿significa que serías capaz de matar a todos aquí a sangre fría y aún así no sentirías nada?

El homúnculo asintió sutilmente colocándose de rodillas. Al su respuesta el menor volvió a entrecerrar la mirada y buscó algo en su abrigo.

—Si eso es lo que crees, entonces...

Envy volvió a abrir los ojos mirando las acciones del moreno ¿Qué diablos planeaba hacer? Pronto comprendió al ver a Gerald sacar una pequeña pistola, esta se la había entregado María Ross cuando se reencontraron con ella y no había disparado ni una sola bala.

Gerald empezó a acercarse a él otra vez, el mayor cerró los ojos con fuerza pues se esperaba el disparo, después de todo había confesado que los mataría de tener la oportunidad, sin embargo, los abrió nuevamente al sentir que Gerald colocaba el arma en su mano, y sin soltarla, la apuntó hacia su propia cabeza.

—Si eso es lo que realmente crees que eres... entonces no tendrás ningún problema en dispararme ahora. Si piensas que nos matarás a todos entonces comienza matándome a mi.

Los demás ahí presentes ahogaron un suspiro luego de escuchar al moreno, no obstante, ninguno fue capaz de acercarse o de hacer algo, ni siquiera el homúnculo pudo actuar de inmediato.

—¿En qué estás pensando? —escuchó el moreno la voz de Roy—. ¡Él te va a...!

—Vamos, dispárame. Estoy esperando —insistió el moreno soltando el arma dejándola ahora sólo en manos de Envy. Estaba prestando atención a las palabras de Mustang pero él mismo las interrumpió—. ¿Por qué no disparas? Si ibas a matarte significa que ya no te importa nada ¿Entonces qué te impide jalar el gatillo de una vez?

La voz del castaño sonaba segura, tal vez estaba tomando medidas muy drásticas y arriesgadas pero le daba igual, si resultaba que estaba equivocado entonces no le importaría recibir la muerte.

Envy mantenía la pistola sujeta con sus dos manos temblorosas como si se tratara del objeto más pesado del mundo. Había tenido pistolas antes en sus manos, había matado a Hughes usando una, y le encontraba sentido a las palabras de Gerald; si iba a quitarse la vida era porque ya nada más le importaba, por eso tampoco debería importarle matarlo... Envy cerró los ojos con fuerza pero no dejó de apuntar.

—No seas idiota... —musitó el homúnculo con la voz quebrada—. Yo... No tengo permitido matarte y lo sabes...

—Las órdenes que te hayan dado tampoco deberían importarte si piensas matarte —contestó el menor manteniéndose a propósito en el alcance de disparo—. Hazlo.

—¿Por qué?

El homúnculo volvió a abrir los ojos pero no demasiado, sólo lo suficiente para poder ver entre sus lágrimas.

—¿Qué es lo que quieres demostrar? ¿Qué sentido tiene arriesgar tu vida para esto? Es mejor para ti que yo muera... ¡Podría matarte en cualquier momento si me dejas vivo!

—Entonces ¿por qué todavía no disparas? —Esta vez el moreno miró directamente a los ojos del homúnculo—. Envy... Si quieres dispararme, hazlo.

Los ojos del homúnculo empezaron a temblar. El menor ni siquiera le contestó alguna de sus preguntas.

—Por como yo lo veo tienes dos opciones; o disparas y me demuestras que tienes razón, o no disparas. En ninguna vas a salir perdiendo, así que no te convenceré por alguna.

Claro que en la primera opción iba a resultar muriendo pues si disparaba, el resto le dispararía a él pero como el moreno había dicho; si planeaba matarse eso no le debería de importar.

—Bueno, es tu decisión a fin de cuentas, así que, dime... ¿Qué va a ser?

Envy se sobresaltó, él mismo había dicho esas palabras una vez al castaño, lo recordaba perfectamente, fue cuando se enteró que se había acostado con Mustang y no sabía si odiarlo o no. Se sentía en ese momento como un atemorizado novato que sujetaba un arma por primera vez justo como cuando el moreno mató a los soldados de Drachma pero aún así, a pesar de todo, la bala salió de la pistola y se escuchó la caída de su cuerpo.

—No puedo...

Luego de apuntar hacia otro lado instantes antes de disparar, causando que la bala no hiciera más que mover parte del cabello de Gerald, sus piernas cedieron dejándose caer junto a la pistola. Sus ojos seguían temblando al igual que gran parte de su cuerpo y parecía estar en absoluto shock.

—¡No puedo hacerlo! ¡No a ti! —Nuevas lágrimas volvieron a formarse en sus ojos, con la intención de quitarlas llevó ambas manos a su rostro.

Al verlo así nuevamente el castaño se acercó un poco más a él y colocó una mano en su hombro, el homúnculo se sorprendió pero no levantó aún la mirada.

—¿Quieres saber por qué no puedes? —cuestionó tratando de quitar las manos del homúnculo de su cara. Envy no quería que lo viera así pero de todos modos lo permitió—. Porque tú tienes sentimientos... Envy, tal vez no tenga un modo de explicarte para qué sirven las emociones pero... aunque pienses que razón y emoción son dos cosas separadas, o incluso antagónicas... lo cierto es que sin una de ellas no se puede vivir... Tú dijiste que haz vivido más de cien años... Es imposible que en todo ese tiempo no hayas sentido nada más que Envidia...

Envy no estaba entendiendo nada aún pero Gerald estaba totalmente seguro, él igualmente había empezado a descubrir eso gracias a Damian, Roy y Nekros en su mente.

—Me di cuenta cuando me defendiste de Pride... no fue envidia, por más que no quieras admitirlo eso fue piedad, pudiste haberme dejado morir y no lo hiciste, incluso cuando me desmayé dijiste que sentiste miedo... y es por eso que decidí quedarme contigo...

El homúnculo apartó la mirada recordando eso.

—¿Y qué hay de todo lo que hemos pasado juntos en el Norte? ¿Vas a decir que sentías envidia en esos días? ¿O vas a decirme que sentías envidia de mí? —Envy negó suavemente mientras se le volvían a humedecer los ojos—. O ahora... Esas lágrimas... Tú tienes sentimientos y puedes sentir más que sólo envidia... Tú y yo... no somos diferentes...

El castaño dejó de hablar unos segundos, como si se hubiera asombrado con algo que acababa de descubrir.

—Creo que sé porqué Pride te fastidiaba tanto.

Envy lo miró esta vez con sorpresa.

—¿Por qué...?

—Porque eres el homúnculo con el pecado más humano que hay... Y alguien como él, pues... no toleraría esa actitud... —contestó el menor—. La gente que nos rodea a veces nos hiere...

Envy analizó aquello, comenzaba a entender lo que le estaba diciendo.

—Y la que vale la pena... sólo se desvanece... 

El menor nunca le despegó la mirada.

—Pero ver eso en ti me hizo empatizar contigo. Y a pesar que mi misión era ser el Alquimista de los Homúnculos para protegerlos decidí que al único homúnculo que protegería... ibas a ser tú...

Entonces Mustang entendió a qué se refería el castaño antes, no estaba de lado de los homúnculos, estaba sólo de lado de Envy. Se sintió un gran idiota, no sólo le había hecho daño, lo había hecho sin motivo alguno.

—Lo siento...

El cambiaformas se acercó un poco hacia él y antes de que pudiera pensarlo ocultó su rostro en el pecho del castaño en un abrazo. Para intentar reconfortarlo un poco más Gerald se quitó el abrigo que le dieron en Briggs y lo colocó sobre los hombros del mayor antes de corresponderle.

—¡Por favor perdóname, Gerald! —Estaba empezando a desahogarse—. ¡Tú sólo haz querido ayudarme y yo sólo he sido un monstruo contigo! ¡Por favor perdóname por cualquier cosa que te haya hecho!

El moreno se mantuvo callado esperando a que dijera todo, sólo así se sentiría mejor, no pudo reprimir unas pocas lágrimas que se formaron al sentir el llanto del cambiaformas.

—No me importa si todos me odian... y estás en tu derecho de odiarme pero... ¡Por favor no me odies!

—¿Odiarte...? Envy... Es exactamente lo contrario...

El menor tenía la vista hacia abajo, luego se separó un poco del abrazo para poder mirarlo a los ojos mientras acariciaba sutilmente su espalda.

—Lo que quería decirte ayer antes de separarnos es que yo...

Esta vez ya no había nada que lo pudiera interrumpir. El momento era ahora... era ahora o nunca.

—Yo... te amo, Envy...

La mirada de Envy se abrió de par en par, se había sorprendido mucho y no fue el único. Quien peor se llevó la noticia fue Roy, se sintió como un balde de agua fría para él.

—Vaya... Tu sí que dices esas cosas en los momentos menos apropiados... ¿No es así, koinu? —Usar el apodo con todos ahí los hizo sobresaltarse pero a él pareció no importarle.

Envy sujetó la mano de Gerald con más fuerza luego de aquella confesión.

Este último soltó una suave risa, avergonzado por el apodo dicho en público.

—Sí, es común en mí... —contestó Gerald, tirando un poco de la mano del homúnculo hacia sí mismo, quería al menos reconfortarlo en un abrazo. Habían repetido la misma conversación del día anterior, aunque intercambiaron los diálogos.

—Gerald, yo... no estoy seguro de saber qué es el amor... pero si es lo que estoy sintiendo desde que vinimos del Norte... esto de querer protegerte y preocuparme más de ti que de mí mismo... Entonces sé que te amo, también...

Habló esta vez con más seriedad, no se sentía muy capaz de mirarlo a los ojos pero igualmente lo hizo.

—Pero nunca pensé que llegaría a sentir algo así...

—Está bien si quieres... tomarte esto con calma, pero quisiera que te quede claro que para cuando estes listo, porque te amo tanto que estaré contigo... aún si no soy quien eliges...

Aquello sólo reforzaba más las palabras que antes dijo Gerald; ser Envy no significaba sentir sólo envidia.

El castaño lo aproximó un poco más a sí y le sonrió, estuvo a punto de juntar sus labios con los contrarios pero se detuvo centímetros antes de hacerlo, mentiría si decía que no quería besarlo pero el homúnculo apenas estaba empezando a descubrir eso de los sentimientos y un beso en los labios sería ir demasiado rápido.

—¿Qué pasó...? ¿Ya te acobardaste?

—No, no es eso... Sólo pensé que no debería ir tan rápido contigo porque...

—¿"Pensaste"? —sonrió Envy con algo de ironía—, pues piensas demasiado... —Y aquel que acabó con el espacio entre ellos acabó siendo él, sorprendiendo totalmente al castaño con esa acción.

Envy nunca antes había besado, excepto por insistencias de Lust ya que según ella era necesario que aprendiera y él siempre lo vio como una estupidez pero ahora agradecía saber hacerlo. Esta vez sí que el castaño se sonrojó, él elegía siempre el peor momento para todo pero ahora frente a sus amigos, era completamente vergonzoso.

De cualquier modo le correspondió, no era su primer beso pero sí era el primero que verdaderamente quería recibir.

Luego de unos pocos segundos se separaron y Envy dejó caer las últimas lágrimas mientras lo abrazaba nuevamente, sólo que esta vez una pequeña sonrisa adornaba su rostro.

—Gracias de verdad, Gerald...

Esa simple frase sobresaltó al menor, Envy nunca había dicho un gracias de manera sincera.

—Tú eres a quién elijo...


Fine!

We're damaged

Really damaged

But that does not make us wise

We're not special

We're not diferent

We don't choose who lives or dies.


Let's be normal

See bad movies

Sneak a beer and watch tv

Or bake brownies

Or go bowling

Don't you want a life with me?


Can't we be seventeen?

That's all I want to do

If you could let me in

I could be good with you.


People hurt us

Or they vanish

And you're right, it really blows

But we let go

Take a deep breath

Then go buy some summer clothes

We'll go camping

Play some poker

And we'll eat some chilli fries

Maybe prom night

Maybe dancing


Don't stop looking in my eyes

Your eyes

Can't we be seventeen?

Is that so hard to do?

If you could let me in

I could be good with you.


Let us be seventeen

If we've still got the right


So what's it gonna be?

I wanna be you

I wanna be you

Tonight.


Yeah, we're damaged

Really damaged

But your love's too good to lose

Hold me tighter

Even closer.


I'll stay if I'm what you choose

Can't we be seventeen?

If I am what you choose

If we've still got the right

Cause' you're the one I choose

You're the one I choose


Your the one I choose.

~Seventeen/Heathers

Barrett Wilbert Weed and Ryan McCartanDan Domenech

¡Así es! ¡Dos capítulos! Debo decir que desde hace tiempo que quise publicar estos capítulos y ahora que finalmente pude estoy que lloro de emoción. Espero los desfruten tanto como yo disfruté escribirlos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top