Capítulo 30: El Renacido

Un cambio de apariencia radical y una actitud diferente... a pesar de notar ambas cosas en Gerald, Envy seguía sintiendo que hablaba con el mismo chico sarcástico de siempre. Y no había mentido, definitivamente creía que se veía mucho mejor con ese nuevo estilo, tanto físico como mental, pero había algo que no le agradaba.

En lo que subía a la mano del moreno para posteriormente subir hasta su hombro, el homúnculo suspiró mirando al menor por el rabillo de sus ojos. No era que algo en Gerald no le agradara mas sí era algo referente a él lo que lo tenía inquieto; El castaño le había dado su confianza aún cuando no confiaba en casi nadie, pero había hecho algo que Gerald no perdonaría.

Lo hecho le daba igual, Envy jamás se arrepentía de sus acciones pasadas y no empezaría a hacerlo ahora, no obstante jamás creyó que ocultarle algo a Gerald que él consideró muy divertido lo hiciera sentirse culpable. Tampoco era culpabilidad exactamente lo que sentía, más bien era una especie de miedo.

El homúnculo creía que si el moreno llegaba a enterarse lo mataría pero mantener ese secreto lo mataría aún más rápidamente.

—Un boleto para Central, por favor —pidió el moreno. Sólo entonces Envy, que permanecía oculto en el bolsillo del abrigo blanco, se dio cuenta de que habían llegado a la estación de trenes.


El hombre que atendío al castaño recibió el dinero y de inmediato le entregó el boleto. No obstante, antes de dejarlo ir el mayor entrecerró la mirada como si lo hubiera reconocido.

—¿Haz oído las noticias, chico? —cuestionó el señor. Gerald no comprendió—. Han bombardeado el tren en el que se viajaba el Führer y ahora se encuentra desaparecido.


—¿Cómo dice? —el menor se sobresaltó.

La noticia le sorprendió, pero había algo que no terminaba de hacerle sentido; ese hombre no debería tener acceso a ese tipo de información. Sin embargo, al verlo más detenidamente su rostro se le hizo conocido de la milicia, tal vez por eso decidió contarle aquello.

—Ya veo... Gracias por el boleto —Tras eso el menor abordó el tren y se sentó a mirar por la ventana—. Envy... ¿Escuchaste? —cuestionó después de sentarse—. No es difícil ver qué es lo que sucede... El tren de Bradley bombardeado y alguien de la milicia contándome... Significa que el golpe de estado va en serio —concluyó en voz baja con la intención de que sólo el homúnculo lo escuchara.


—Tal vez planeen matarlo, pero no es tan importante para el plan que él viva. Basta con que se cumpla el objetivo de Padre —respondió el de color verde, sin embargo aunque trató de que no se notara, algo le había afectado la noticia —Oye, koinu... Eh... ¿Qué se sintió matar? —preguntó el homúnculo de la nada mientras el tren se ponía en movimiento. Ya se sentía listo para revelar lo que tanto le inquietaba ocultarle.


Por lo repentino de la pregunta Gerald se confundió, había pasado mucho tiempo desde el enfrentamiento con Drachma para hablar de eso sin motivo alguno.

—Bueno... Creo que pude desquitarme lo que necesité pero... admito que supuso una carga emocional importante —confesó el menor sin saber a qué quería llegar—. Como sabrás no fue la primera vez pero ya sabes que la primera fue una orden.


—Y si te dijera que la primera persona que mataste era inocente... ¿cómo reaccionarías...?

Gerald se sorprendió y abrió los ojos al máximo. Sabía que María Ross era inocente de la muerte de Hughes, pero Envy no sabía que el castaño lo sabía ¿Entonces por qué le decía eso? La respuesta estaba delante de él y poco a poco fue comprendiendo el rumbo de la conversación.

—El Teniente Coronel Hughes fue el primero en descubrir lo que pasaría mañana, por eso dieron la orden y Lust no pudo así que... me transformé en María Ross y luego su esposa, y...


—Tú... Fuiste tú —Interrumpió el castaño agachando la cabeza con los ojos más abiertos que antes—. El asesino... Tú mataste a Hughes... —El moreno estaba perplejo.

¿Cómo es que jamás se dio cuenta? Envy odiaba a los humanos, sabía que disfrutaba matando, le gustaba la desgracia ajena, y aún así nunca se le pasó por la cabeza que él fuera responsable. Estaba junto a un asesino, y no cualquiera, estaba con el asesino de un amigo, peor aún; se sentía atraído por un asesino.

El homúnculo cerró los ojos, estaba seguro que Gerald estaba furioso con él, ya se había resignado a que lo abandonaría ahí mismo o incluso lo mataría en venganza, y sin saber la razón sentiría peor sólo el hecho de la desconfianza.

El moreno volvió a alzar la mirada con los ojos cerrados, abrió los ojos soltando un suspiro muy pesado y finalmente... una suave risita le siguió. Envy se sorprendió.

—¿Sabes algo, yashinoki? —El de ojos violeta se sorprendió otra vez, Gerald no usaría su apodo si estuviera enojado—. Yo maté a muchos soldados de Drachma, seguro tenían familia y amigos, les quité la vida, nadie me lo ordenó, es más, hasta lo disfruté...

El castaño lo miró esbozando una pequeña sonrisa, luego desvió la mirada suspirando.

 —Tú mataste a Hughes porque sabía demasiado ¿no? En otras palabras tú tenías la obligación de hacerlo... y yo no. Creo que soy peor que tú —Otro suspiro se escapó, de nostalgia esta vez, quitando la sonrisa que adornaba su rostro—. No me malentiendas... No puedo no molestarme pues Hughes era mi amigo, pero tu motivo es justificable dentro de todo; si a un soldado le ordenan matar, matará, así como yo maté a Ross. Tú no eres un soldado pero tienes superiores, es lo mismo.


Envy estaba sin habla. Él no se arrepentía de haberlo matado, por lejos se esperaba una reacción diferente.

Siendo alguien que creyó por mucho tiempo que la venganza era buena, a Gerald se le hizo realmente difícil llegar a la conclusión a la que llegó. A veces, dejar vivo a alguien resultaba más complicado que matarlo, así como perdonar cuesta más que vengarse, y él lo sabía, pero después de lo que había hecho no se sentía con el derecho de tomar el camino fácil.

—¿Me perdonarás así? ¿Sin más? —cuestionó el homúnculo sin salir de su sorpresa.


Gerald bajó la vista hacia su bolsillo notando apenas la mirada de Envy.

—Bueno... Ya dije que estoy algo molesto pero se me va a pasar, tranquilo... —contestó con una sonrisa sutil indicando que todo seguiría bien—. No le diré a nadie.


El homúnculo asintió mientras sus ojos brillaban ligeramente en felicidad. No sabía de qué iba esa comprensión tan rápida pero le alegraba que no hubiera tensión entre ellos.

—No pensé que lo aceptarías... —murmuró, pero esta vez no recibió respuesta sólo una sonrisa y unas cuantas caricias en la cabeza—. ¡Oye! ¡No hagas eso!


—Silencio, yashinoki. No querrás que te descubran ¿o sí? Además, es mi venganza por lo que hiciste y no contarme —dijo el castaño mientras seguía unos segundos más molestándolo, bueno, no había porqué mentir, ambos lo disfrutaban, luego se detuvo—. Tenemos como una hora más o menos antes de llegar. Vas a tener que guiarme.


—Claro. No hay problema.


La cosa es que apenas terminaron de hablar, Gerald nuevamente cayó en el sueño y se durmió. Normalmente no se daba cuenta que estaba soñando hasta un buen rato luego de haberse dormido, extrañamente ahora se dio cuenta de eso desde el principio. Ya no estaba en el tren, ahora estaba en una especie de pasillo subterráneo muy similar al de los homúnculos, sólo que mucho más limpio.

—¡Hola!

El moreno se sobresaltó al escuchar esa voz. No sabía quién era ni de dónde provenía, tampoco recordaba haber escuchado ese timbre de voz antes. Miró hacia atrás pero no pudo hallar la fuente del sonido.

—Estoy aquí arriba —repitió la misma voz con un toque cantarín.

Gerald al principio no comprendió; estaban en un pasillo, no existía un "arriba", pero acabó mirando hacia dicha dirección sólo por curiosidad. Al elevar su mirada su rostro se encontró de frente con una ancha sonrisa y un par de ojos violeta que brillaban con diversión. Perplejo, el moreno retrocedió unos pasos sin despegar su mirada del individuo, éste parecía un chico de más o menos la edad del castaño, tenía la piel bronceada, aunque un poco más clara que la de Gerald, y su cabello castaño oscuro más tirado a negro llegaba hasta poco más debajo de su cuello.

Los ojos del moreno temblaron un poco tras finalmente caer en cuenta que el chico frente a él estaba flotando.

—¿Qué ocurre, Gerald? ¿Te comió la lengua el gato? —bromeó el joven esperándose ese tipo de reacción de parte de Gerald.


—¿Cómo es que me conoces? —cuestionó.


—Siempre te hemos conocido —contestó sin quitar su sonrisa—, es más, empezamos a creer que jamás vendrías aquí...


El de ojos celestes parpadeó un par de veces.

—¿Tú y quién más?


—Yo... —Se sumó una tercera voz que sobresaltó al moreno—. Oh, lo lamento. No te quise asustar...

Gerald no pudo responder de inmediato; al voltear a ver al dueño de esa nueva voz no pudo evitar sentir una pena cuyo origen no podía identificar. Era un chico vestido en un traje blanco y elegante, tenía el cabello ligeramente rizado y negro hasta el cuello, y los ojos verdes, no obstante, el joven era de piel pálida enfermiza y hasta parecía estar azulada, también, de estar en un peso adecuado habría dicho que tenía la misma edad que el primer chico que se apareció pero éste era realmente delgado, aún más que Gerald y era preocupante. Lo peor de todo eran sus ojos, ese color verde eran iguales a los de su madre, pero carecían totalmente de brillo. Este igualmente estaba sin los pies en el suelo mas no tanto como otro.


—¿Quiénes son ustedes? Sé que estoy soñando pero... soñar con desconocidos no es algo que me pase seguido.


—No me lo creo, ¡hasta dormido razonas! —soltó el de ojos violeta—. Ese idiota de tu razón no te deja en paz ni estando dormido. Si escuchas y obedeces todo lo que tu cerebro te dicta, vas a sobrecargarte y acabarás llevándote a tu autodestrucción —dijo acercándose más al moreno—. En fin, supongo que es obvio que no sepas quienes somos ya que nunca haz usado este lugar demasiado. Como sea, somos tu consciencia, aunque a diferencia de ese torpe al que sólo le importa lo lógico, nosotros somos tu lado emocional —explicó.


—Sé que no nos conoces, pero nosotros a ti sí. Es un placer conocerte al fin —añadió el azabache.


—Soy Damian —dijo el de piel bronceada—, y él es mi medio hermano mayor, tenemos un padre en común —Gerald se abstuvo de preguntar por qué el hermano mayor estaba en ese estado tan deplorable, pero era algo que sencillamente le impresionaba—. Bueno, dejando ya de lado la formalidad de las presentaciones, hora de poner el asunto principal sobre la mesa.


El moreno no entendió.

—¿De qué asunto me hablas? —cuestionó desviando su mirada al chico pálido para ver si éste le daba alguna pista.


—¿Qué otro asunto más sería? —preguntó como si se tratara de lo más obvio del mundo—. ¡Estás enamorado de Envy! —chilló alegre el cabello oscuro.


—¡Claro! Ahora si quieres publícalo en el periódico... —exclamó Gerald con sarcasmo e ironía.


—Tendrás que disculparme. Soy el fan número uno de Genvy ¿qué más esperabas?


Gerald rodó de ojos al ver que el contrario sólo estaba jugando con él, pero le parecía divertido de cierto modo.

—Lo que sí debería corregirte... no sé si me haya enamorado... sólo me gusta... —suspiró sintiendo que sus mejillas empezaban a calentarse—. Tal vez mucho... o bastante...


—¿Ya ves? Necesitas pasar más tiempo aquí después de todo. No te das cuenta de que lo que sientes va más allá de lo que tú podrías pensar... Él no te gusta, Gerald; eso es amor. Y te lo digo yo que soy parte de tu consciencia así que teóricamente no puedo mentirte.


El moreno apartó la mirada, quería aceptarlo pues hacerlo sería mucho más fácil, pero aún sentía el tormento que le dejó su lado racional.

—¿Y si me equivoco?


—¿Importaría? —respondió el pálido que hasta el momento apreciaba la situación en silencio con una pequeña sonrisa—. Disculpa si sueno entrometido, pero...


—¿Cómo diablos vas a sonar entrometido si eres su consciencia? —interrumpió Damian.


—Pues sea quién sea, finalmente es decisión suya. No tiene porqué obedecernos a nosotros —respondió el de cabello negro—. Soy su consciencia, no su...


El de ojos violeta bufó y volvió a interrumpir.

—Pero si hace lo que decimos, él será feliz ¿qué no se supone que es nuestro trabajo? —suspiró el de piel bronceada—. A veces creo que eres demasiado racional para ocupar el puesto emocional... Nuestro trabajo no es hacer que piense, ese es el trabajo de...


—¿Y qué tal si dejas hablar a tu hermano mayor ahora? —intervino Gerald esta vez—, desde hace un rato que quiere decirme algo —Desde que los hermanos habían empezado a discutir el castaño posó su mirada en uno, luego al otro y repetía, y mover tanto la cabeza empezó a hastiarle.


Los dos chicos miraron al moreno y ambos inmediatamente se callaron.

—Lo siento... —Se disculpó Damian bajando hasta pisar el suelo, el otro hizo lo mismo.


—No te preocupes —dijo Gerald al instante, tampoco su intención era que se sintiera mal. Luego miró al hermano mayor—. Ahora sí puedes hablar.


El de cabello negro lo miró con asombro; él conocía cómo era su hermano y sabía que no era fácil que lo dejara hablar, pero Gerald con ese tono, sin siquiera ser autoritario, pudo conseguirlo. Era la primera vez que se sentía defendido, no pudo evitar verlo con ojos de admiración aún cuando estos estaban apagados.

—Bueno... Lo que quería decirte era que da igual si te equivocas si estás dispuesto a aceptar lo que sientes —murmuró el joven—. Sientes algo por él, de eso supongo que no tienes dudas... Lo peor de lo que pudiste enterarte es que él es el asesino de un amigo, pero me parece que tus sentimientos hacia él no han cambiado —Gerald simplemente suspiró con un suave sonrojo—. Entonces tienes dos opciones; confesar o callar, entiendo que puedas aún estar confundido, pero si te cierras a la segunda opción nunca sabrás si una relación es posible.


Gerald apartó la mirada, entendía a la perfección lo que quería decir, si hasta les había hecho caso cuando escuchó a su emoción decirle que "prefería verse bien para Envy en caso de que este decidiera matarlo", y nunca le importó el riesgo de morir, sin embargo, no estaba seguro si soportaría el rechazo. Tal vez era preferible que Envy lo matara a que lo rechazara.

—En eso creo que tiene razón —dijo Damian cuando los otros dos mantuvieron silencio—, no creas que Envy tomaría el primer paso, es demasiado orgulloso para eso, aunque... seguro también se lo debe estar cuestionando, tal vez luego le vaya a joder la mente un rato... —Gerald quiso preguntarle algo pero el mismo chico se lo impidió colocando sus manos en los hombros del moreno—. No es tan difícil si es lo que te preocupa, sólo haz lo siguiente... ¿Me ayudas, hermano?

El chico de traje blanco asintió luego de rodar de ojos, de algún modo se imaginaba lo que planeaba su alocado hermano menor. Avanzó un par de pasos hacia él y suspiró con resignación. Mientras, el de cabello castaño oscuro se aproximó a su hermano con una sonrisa divertida y fue dando algunas vueltas a su alrededor mientras levitaba.

—Envy, ¿alguna vez alguien te ha dicho lo bellos que son tus ojos? —dijo utilizando un tono coqueto en lo que miraba directamente a los verdes ojos opacos—. Y no puedo no mencionarte que la ropa que utilizas va a la perfección con tu bello cuerpo, en serio... me permite ver tu musculatura y hasta siento que me derrito cada vez que veo tus abdominales... —El joven azabache desvió la mirada avergonzado mientras su hermano menor acariciaba desde sus hombros hasta sus brazos—. Me gustaría verlos cada día y... Me preguntaba si...


—Creo que ya está bien... No hay necesidad de que se pongan... incestuosos... —interrumpió Gerald cuando Damian parecía lo suficientemente cerca del otro como si fuera a besarlo—. Aprecio la ayuda, y sí... todo lo que dijiste sobre su musculatura es totalmente cierto... —confesó avergonzado con un sonrojo—. Pero si voy a confesarme no será de ese modo. No sería natural viniendo de mi y me verá como bicho raro.


—Oh, bueno. Hazlo a tu modo, entonces —dijo el de ojos violeta separándose de su hermano—. Pero hazlo o nunca sabrás si siente algo por ti.


—Y cuando te sientas preparado, nadie te apresura —concluyó el pálido.


Entonces, antes de que pudieran darse cuenta, el cuerpo del de ojos celestes empezó a hacerse traslúcido, era más y más transparente a cada segundo.

—¿Qué me está pasando...? —murmuró el moreno mirando sus manos volverse invisibles.


—Tranquilo, sólo estás despertando —lo calmó Damian.


—Entonces supongo que me voy... Espero verlos otra vez —se despidió Gerald viendo que el espacio en el que estaba empezaba a volverse blanco—. Fue un gusto conocerlos Damian y... ¿cuál era tu nombre? —cuestionó refiriéndose al chico de ojos verdes entonces recordando que él nunca le había dicho su nombre.


Al oír la interrogante el muchacho aludido bajó la mirada con algo de tristeza, hasta la imborrable sonrisa de Damian se desvaneció de a poco.

—No tengo... —murmuró finalmente levantando su mirada hacia Gerald otra vez—, mis padres no... no alcanzaron a ponerme un nombre... —Gerald estaba algo confundido, esa era su consciencia, no tendría porqué ser así—, pero... puedes llamarme...


Al abrir los ojos otra vez, el moreno estaba de regreso en el tren que empezaba a detenerse. Envy igualmente se había dormido así que la hora no se sintió muy larga para ninguno, mientras tanto, el nombre del muchacho pálido resonaba en su mente...

Nekros.

En la mente del moreno no dejaban de surgir preguntas sobre el joven, pero como ya habían llegado éstas eran reemplazadas por otras como qué pasarían las próximas horas, a qué se enfrentaría o cómo reaccionaría Envy cuando conociera sus verdaderas intenciones.

No llegaron tarde, pero al bajar del tren la noche los alcanzó con rapidez por comer y descansar por un par de horas.

—Sólo necesito ir a un lugar más antes de partir ¿Está bien? —cuestionó el moreno, aunque no esperó a que Envy le respondiera antes de ponerse en marcha. Sus pasos se detuvieron en un pequeño puesto de flores atendido por una mujer rubia—. Buenas noches, señora ¿Podría darme un ramo de esas rosas blancas, por favor —pidió el castaño.


La señora asintió con una sonrisa.

—¿Una cita, tal vez? —le preguntó la mujer mientras envolvía las flores.


—Tal vez podría llamarlo de ese modo...


Tan pronto recibió el ramo y lo pagó, Gerald siguió caminando.

—¿Para quién son las flores, koinu? —Justo cuando el homúnculo terminó la pregunta, el castaño ya se había detenido.

Con curiosidad, Envy asomó la cabeza para mirar las acciones del moreno, no sonreía, era una rara ocación en que lo veía serio sin motivo.


Gerald se agachó unos segundos y dejó el ramo en el suelo, los ojos del homúnculo miraron hacia adelante esta vez, sólo para ver dos lápidas que decían Ritter Katsaros y Nicia Katsaros.

—Sí... Una cita con ellos... Ha pasado tiempo desde la última vez que vine... —murmuró el castaño mirando atento a las tumbas frente a él—. Sentí la necesidad de venir, supongo que quería verlos antes de... No lo sé... Tal vez acompañarlos.

—Si algo no vas a hacer mañana es morir ¿oíste? —Se apresuró a decir Envy, aunque luego se sorprendió de sus propias palabras—. O al menos no aún... Recuerda que me diste a mi el privilegio de matarte.


El moreno soltó unas pocas risas por lo bajo.

—Entonces creo que puedo estar tranquilo —mencionó el menor tocando ligeramente la tumba de su madre, luego de repetir la misma acción con la de su padre, regresó sus pasos fuera del cementerio y caminó. Esta vez, fue Envy quién guio sus pasos para hacer lo que venían a hacer desde el principio.


—¿Recuerdas la entrada al camino subterráneo? Ve por ahí —Gerald no hizo más que obedecer las instrucciones del homúnculo como si se encontrara en un completo trance.

El lugar no estaba lejos, tan sólo eran unos pasos más y llegarían, pero de ahí en adelante no conocía el camino, aunque le extrañó que el homúnculo tampoco le daba ninguna instrucción.

De repente, escuchó un sonido bastante extraño, como una extraña respiración; una presencia que aún no veían. El moreno sabía que habían quimeras por esa área, pero aquella presencia no podía ser de una quimera, de lo contrario, ya lo habrían atacado, además, tampoco sonaba como una. Gerald miró a su alrededor algo nervioso mientras no dejaba de avanzar, sintió más de esas respiraciones detrás de él así que volteó.

No era uno, ni dos; eran cientos de sujetos completamente blancos y de un sólo ojo, y todos iban tras él. El de cabello rizado estiró una mano hacia ellos para chasquear los dedos e incinerarlos, pero Envy negó.

—No lo hagas —dijo para detenerlo—, pelea con ellos sin matarlos. Ellos me sirven.


A pesar de pedir que no los matara, tampoco era que pudieran morir de todos modos. Ellos no morían puesto que funcionaban a raíz de Piedras Filosofales pero a diferencia de los homúnculos, no se regeneraban, por eso un chasquido bastaría para acabarlos a todos.

Por el momento lo único que Gerald podía hacer para defenderse era a los golpes, y funcionaba, sin embargo, al hacerlo, perdió de vista a Envy, sólo logró verlo cuando uno de esos extraños seres lo tenía dentro de su boca.

—¡Envy! —gritó el castaño ligeramente asustado al ver esa escena frente a él, muchos de los seres que lo atacaban se detuvieron y miraron al que se había tragado al homúnculo, no obstante, estos empezaron a correr cuando ese mordió a uno de ellos.


El castaño estaba perplejo, miraba todo con sus ojos celestes abiertos al máximo; todos los seres estaban siendo absorbidos por aquel que se comió a Envy.

—¡Ya está! —Aquella era la voz del homúnculo, eso quería decir que él estaba bien.

El moreno se calmó un poco pero la escena seguía perturbándolo.

Pronto, frente a él se formó aquel ser verde gigante con varias almas, una de ellas se acercó mucho a Gerald y el resto del gran cuerpo fue introducido en ella, revelando, finalmente, a Envy en su forma habitual, los ojos violeta y el cabello recogido en una bandana estaba de vuelta.

—¡Estoy vivo otra vez! —No pudo evitar soltar carcajadas para expresar su felicidad, también había recuperado su voz de siempre, pero sus carcajadas eran tan fuertes que hasta sonaban macabras.

Gerald aún seguía confundido por lo que acababa de pasar así que no dijo nada por el momento. Sólo cuando las risas se calmaron, el que regresó a la normalidad miró al moreno.

—Debo agradecerte, koinu. Fue amable de tu parte traerme hasta aquí —Por un segundo Gerald pensó que Envy lo había manipulado para ayudarlo. Pensó en eso pues la risa que antes había soltado fue bastante elevada y tenía toques de malicia, pero luego se dio cuenta que no era así, pues el rostro de Envy se veía sincero. Además, la caricia que recibió en la mejilla, si bien podía ser una burla, no la sintió como tal—. Muy amable...


—Es bueno verte así otra vez —comentó Gerald ya una vez más tranquilo. Jamás creyó que diría eso pero se alegraba de mirar a Envy hacia arriba que hacia abajo—, pero no entiendo ¿qué ocurrió?

El homúnculo se alejó de él unos segundos y sin responderle, estiró un brazo que pasó por sobre un hombro del menor. Un pequeño rasguño quedó en su mejilla, pero uno de esos seres había sobrevivido y silenciosamente intentó atrapar a Gerald, por suerte el mayor lo alcanzó antes y al igual que al resto lo absorbió.


—Son soldados maniquíes, tienen vida gracias a que tienen fragmentos de Piedras Filosofales. Todos ellos sirvieron de alimento para mi piedra, por eso volví a la normalidad.


Tras entender aquello, el moreno asintió.

—Entonces ¿ahora qué? —cuestionó desviando su mirada hacia los laberínticos túneles de ese lugar, aunque le fue difícil esta vez despegar sus ojos de los violeta—. Ni siquiera es media noche, aún queda mucho para mañana —Sabía que tenían que ir con Padre por si debían recibir órdenes, pero aún faltaba demasiado.


—Por el momento me vendría bien recuperar fuerzas. Necesito absorber más de esos soldados —respondió el homúnculo adentrándose a los túneles y para no perderse Gerald corrió tras él.

Hallaron algunos soldados maniquíes que iban solos en el camino, aún el menor no sabía para qué los crearon pero seguro eran obra de los soldados de alto rango del ejército para así obtener en el país un verdadero ejército inmortal.


Envy iba delante y Gerald, desde atrás, miraba al azabache de vez en cuando y luego apartaba la mirada. ¿Qué iba a hacer? Ya casi no podía ocultar que lo miraba y el homúnculo lo notó nervioso en más de una ocación. Recordaba las palabras dichas por los muchachos de su sueño y suspiró, sabía que Envy no daría el primer paso, si alguien debía darlo, ese era Gerald. Bueno, existía el riesgo de morir ahí, no perdía nada con hablar las cosas ahí y ahora, lo peor que podía pasar era que lo matara... y eso le daba igual.

—Envy... —murmuró el menor. El aludido volteó y se sorprendió un poco al ver al moreno con la mirada gacha, algo muy poco habitual—. Sé que no es momento pero... ya me conoces, hablo en los momentos menos apropiados...


—Sí, eso es común en ti —contestó el homúnculo acercándose un poco—. ¿Qué ocurre? —Pasaron unos segundos pero el moreno aún no hablaba, ni siquiera había levantado la mirada—. Oye... ¿Tan malo es? Dilo ya —añadió entrecerrando la mirada mientras trataba de no molestarse, aún era temprano pero estaban perdiendo tiempo ahí parados.


Gerald fue levantando la vista lentamente hacia los ojos del homúnculo, encontrándose así el violeta con el celeste. Tomó una leve bocanada de aire para empezar, estaba dispuesto a ganarlo o a perderlo todo en ese momento pero justo al instante en el que iba a decir la primera palabra... el ladrido de un perro interrumpió. Ambos miraron a la dirección de los ladridos y pronto vieron acercarse a un canino blanco y negro de orejas puntiagudas.

—Black Hayate... —observó Gerald quedándose con todas las palabras en la boca— Es el perro de Riza... si él está aquí, ella también, y si ella está aquí...


—El Coronel de Fuego no está lejos ¿verdad? —concluyó Envy escuchando los ladridos. Aún no llegaba a ellos pero iba gruñendo y cada vez sonaba más cerca, como si su único propósito ahí fuera detectar a los intrusos.


—Lo más probable es que aquí fuera la reunión de los subordinados de Mustang que notificaron... —respondió el menor algo frustrado pues ya no tendría tiempo para decirle—. No sería bueno que te vean, es mejor que te alejes de aquí.


Envy se sobresaltó y negó rápidamente, el menor no podía dejarlo ahí.

—No pienses que me iré solo. Tú vienes conmigo. Debo llevarte con papá.


—Ya lo se —respondió el castaño casi de inmediato, el perro se acercaba y no tenían tiempo para discutir—, pero él está bien entrenado. Si nos vamos juntos nos seguirá hasta alcanzarnos, pero si sólo corres tú y yo me quedo él me reconocerá. Los dos no podremos irnos sin ser vistos. Entiende —El castaño se había exaltado un poco así que suspiró para tranquilizarse—. Sin embargo, seguro me pedirán ayuda una vez que me vean, pero te buscaré apenas pueda, lo prometo. No haré nada en contra tuya.


—Tú entiende que no puedo arriesgarme ¿Y si no vuelves? ¿A quién crees que culparán? —No era que Envy no le creyera, pero no podía tan sólo dejarlo ir.


—Volveré —repitió Gerald entrecerrando los ojos.

Al menos había un modo de hacer que confiara. Llevó sin vacilar una mano hacia su cuello, tomó el collar del rey de ajedrez y se lo quitó.

—Sabes mejor que nadie lo importante que es esto para mi, así que tómalo —dijo estirando la mano con el collar. El homúnculo no reaccionó de inmediato—. Ten por seguro que volveré contigo para recuperarlo, jamás pensaría en perderlo... Y luego... Luego me llevas con tu padre...


El de largo cabello miró el collar con el rey en la mano contraria y lo tomó, no estaba para nada convencido pero acabó asintiendo. Ya podía ver al perro a lo lejos y escuchó una voz femenina acercándose no muy lejos de ahí, así que si iba a irse debía irse ya.

—Bien, pero no lo arruines —contestó tocando el cabello del chico con suavidad. Luego, su mano se posó en su mejilla—. Sobrevive ¿sí, koinu?


Gerald sonrió y colocando una mano sobre la que estaba en su mejilla asintió. No era lo mismo que decirlo con palabras pero al menos una parte de su preocupación por él quedaba clara.

—Lo haré, yashinoki...


El mayor sonrió con suavidad antes de soltar su mejilla e irse, aquel débil contacto no sabía a qué se debía pero se había sentido bien.

Aunque el homúnculo se fue pronto su presencia fue reemplazada por otras dos; las de Black Hayate y Riza, por suerte ninguno vio a Envy marcharse, se había retirado justo a tiempo.

—Bien, Black Hayate ¿A quién encontraste? —La rubia apuntó con su pistola al moreno, pero al ver que el perro se calmó al estar a su lado, e incluso se lanzó al "intruso" para lamer su mejilla mientras agitaba la cola de lado a lado, ella bajó el arma. El rostro de Hawkeye expresaba pura sorpresa—. Gerald...


Tras acariciar con una pequeña sonrisa el pelo del perro, el menor miró a la Teniente con una suave sonrisa.

—A pasado tiempo, Riza...

Ella esbozó una gran sonrisa al ver al menor. Los cambios eran notables, aunque no tanto como para no reconocerlo, sin embargo, había algo que tenía de distinto que no lograba distinguir qué era que le parecía verdaderamente preocupante. No sabía qué hacía ahí pero lo descubriría a su tiempo, podía estar segura que era él puesto que Black Hayate también lo había reconocido, y él, por el olfato, podía corroborarlo.


La rubia lo guio hasta una habitación un poco más lejos, afortunadamente era a la dirección opuesta de donde Envy se había ido, aún así, el de ojos celestes no pudo evitar mirar hacia atrás de manera involuntaria varias veces para saber si se encontraba por ahí, pero no estaba.

—Encontré a alguien inesperado —dijo Hawkeye una vez abrió la puerta de la habitación.


Dentro estaban Fuery, Breda y el Coronel Roy Mustang, Gerald sintió que una gran alegría lo invadió cuando vio a su querido superior ahí.

—¿A quién? —cuestionó éste puesto que Gerald seguía sin entrar. Apenas el castaño dio un paso adentro, Roy ahogó un suspiro—. Gember... —No estaba soñando, realmente su chico estaba ahí, tanto tiempo había pasado y finalmente lo tenía frente a sus ojos de nuevo.


El mencionado le sonrió mientras sus ojos brillaban por el reencuentro.

—Hola, Ro...

Habría terminado de decir su nombre de no ser por el repentino abrazo que recibió del mayor.


Your time has come
Can't tell hell from the sun
When it's all said and done
Who will you become?


When nothing's as it seems
Don't let it bring you to your knees
When nothing's as it seems
Who will you become?


Will you run?
or will you fight?
When the war comes
When the war comes.

Will You Fight / Klergy

¿Qué tal gente bonita? Sólo venía a decir que no me aguanté e hice un dibujo del sueño de Gerald, de paso para presentar a los dos nuevos personajes.

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