Capítulo 26: Actitudes Sospechosas
Aunque las cosas estaban complicadas en el Norte, podría decirse que en Central todo iba normal. Aquel día, el Coronel Mustang se encontró con la General Armstrong en los pasillos, ahí se había enterado que su pequeño subordinado estaba bien y eso lo aliviaba y preocupaba a la vez; le tranquilizaba saber que estaba bien, sí, pero le mantenía inquieto el no saber porqué estaba ahí en primer lugar, y más el que estuviera con Kimblee, aunque tampoco tenía cómo saber que la alianza con él ya se había disuelto. Bueno, al menos tenía más noticias sobre Gerald.
En cuanto a Olivier, el Führer la había citado para aclarar cosas sobre la desaparición de Raven. Ella le dijo toda la verdad; ella lo había matado luego de que le dijera todo acerca de lo que harían con el país, y no sólo le fue bien, acabó obteniendo la posición del ya fallecido Teniente General a cambio de que ahora no podría dirigir Briggs.
Volviendo al Norte, el plan al que optaron no era tan malo. Alphonse podía llevar a Gerald dentro de la armadura, protegiéndolo de congelarse, y si en algún punto el menor se atoraba en la nieve, Gerald podía derretirla.
—Muy bien. Según este mapa, vamos por buen camino —comentó el hermano menor tomando con fuerza el mapa en sus manos para que este no se volara con la ventisca. Por la cantidad de nieve, Alphonse apenas podía ver, aunque, al menos, podía avanzar sin problemas.
Gerald sólo asintió.
Dentro de la armadura, el moreno se abrazaba a sí mismo, estaba con ropa abrigada y la armadura reducía un poco el frío, pero aún así temblaba por la baja temperatura, además se vio obligado a sujetar su cabello ya que llevarlo suelto con ese largo ya resultaba incómodo, es decir, ya no estaba tan protegido del frío.
Con aquel clima tan deprimente para él, el de claros ojos no pudo evitar ponerse en los peores escenarios sin motivo alguno, ejemplos de estos eran que morirían ahí mismo o que no encontrarían a los otros, sin embargo, estos no le importaban tanto, para él, el peor era que Envy se molestara por no seguir la orden de quedarse con Kimblee, pero luego se le pasaba al pensar que sería el Alquimista Carmesí quién se llevaría la peor parte pues fue él quien no pudo hallar a Marcoh, no pudo atrapar a Scar, y sobre todo, tampoco evitó que Gerald se fuera. Incluso podría aprovecharse de la situación e informarle a Envy donde estaba Marcoh, haciéndolo ver que logró hacer el trabajo sin Kimblee.
Pensar en eso le causaba gracia, era extraño, pasaba de deprimirse a alegrarse con sólo esa idea. De cualquier manera, estaba siendo irracional, no podía delatar a Marcoh pues nuevamente las cosas se volverían a complicar.
Pasados unos segundos, Al se detuvo sin decir nada.
—Oye... ¿Todo bien? —cuestionó el moreno, pero no obtuvo respuesta.
Preocupado, el mayor se asomó a mirar al exterior, levantando un poco la cabeza de la armadura, no estaba atorado, era sólo que no reaccionaba, pero eso no podía ser, Alphonse no podía dormir.
—¿Al? ¿Qué pasa?
Pasaron unos segundos antes que la armadura mirara a su alrededor con confusión.
—¿Qué...? ¡¿Qué fue eso?! —gritó la armadura sobresaltándose. Gerald no entendía lo que pasaba, así que se quedó fuera un poco más—. Gerald, yo... Pude ver mi cuerpo... —murmuró después sin calmarse ni un poco.
—¿Tu cuerpo? —repitió el castaño casi igual de asombrado—. ¿Cómo es eso posible?
Alphonse negó sin tener idea, hasta que recordó las palabras dichas por alguien similar a él.
—Una vez, Barry el Carnicero me dijo que un cuerpo no puede aceptar un alma que no le pertenece —La voz de Al sonaba desesperada—. Me está rechazando... ¡Mi cuerpo pide que mi alma vuelva! —El moreno no sabía que decirle para calmarlo, se veía preocupado por él, pero no podía hacer mucho—. No, basta. Hay que concentrarnos en esto. Hay que llegar con los otros.
Una vez que lo escuchó hablar con un poco más de tranquilidad, Gerald regresó al interior de la armadura y pronto sintió que el menor caminaba de nuevo. Afortunadamente, no volvió a sentir que se detenían hasta que llegaron a su destino.
Aunque la tormenta se detuvo con el paso del tiempo, el fuerte viento no, así que la nieve logró atascar a la armadura en el suelo. Gerald estaba tratando de sacarlo derritiendo la nieve a su alrededor cuando vio la silueta de varias personas no muy lejos de ellos.
—¡Hey! —gritó él llamando su atención— ¿Nos pueden ayudar?
Eran Winry y los demás, habían logrado cruzar la montaña a salvo. Tan pronto los vieron y reconocieron a Al atascado, las dos chicas del grupo se acercaron para ayudar y liberarlo.
—¿Qué hacen ustedes aquí? —cuestionó la rubia una vez que lo sacaron mientras la otra chica se abrazaba al brazo de Alphonse.
—Cruzamos para llegar aquí antes que ustedes —respondió la armadura.
Yoki tomó y observó el mapa que ellos traían, ir en línea recta y cruzando la ventisca era el camino más corto.
—¿Pero por qué hicieron un viaje tan peligroso? —preguntó Marcoh sin comprender el motivo de atravesar la montaña arriesgándose tanto.
El moreno se sacudió un poco de nieve que quedaba en su abrigo y suspiró.
—Vinimos a decirles que la milicia se ha infiltrado en Briggs —respondió mirando al que preguntó. Los demás se sorprendieron, no les costó entender que el muro ya no era un lugar seguro para ellos.
Luego, miraron a Alphonse, esperando que él completara la información.
—También, parece ser que la General Armstrong fue convocada a Central. Así que es peligroso ir al muro ahora —concluyó, finalmente diciendo lo evidente ante todos.
Los demás se miraron pensando, no podían ir a Briggs, pero tampoco podían volver pues las tropas seguían en Baschool. Quedarse ahí no sería buena idea, no sabían cuando podría llegar otra tormenta.
El primero, y único, en tener una idea fue Scar, miró hacia un punto en particular en las montañas y caminó unos pasos sin perder de vista ese punto. Tal vez no era la persona más buena, pero había dado su palabra de ayudar y no podía dejarlos a todos ahí.
—Síganme —dijo el ishvalano bajo la mirada sorprendida de todos—. Hay un pueblo llamado Asbec no muy lejos de aquí. He escuchado que mis compatriotas tienen un refugio ahí —explicó mientras empezaba a caminar.
—Un barrio ishvalano ¿eh? Supongo que no hay más opción —opinaron las quimeras siguiendo los pasos de Scar.
—Opino lo mismo —suspiró el moreno con cierto pesar. Podía decirse que empezaba a tolerarlos por pasar algo de tiempo con Miles, pero seguían sin agradarle los ishvalanos.
Después, todos, incluidos Alphonse y Gerald, se encontraban rumbo a Asbec, como ya no hacía frío, o no tanto como antes, el moreno caminó por su cuenta esta vez. Winry estaba un tanto preocupada ya que pensaba que Kimblee sospecharía por la repentina desaparición de los chicos, pero a ellos parecía no importarle.
El clima y el ambiente parecía estar jugando a su favor por el momento, pero no todo fue bueno durante el camino. Llevaban varios minutos caminando hasta que de repente, sin previa advertencia, Al cayó en seco a la nieve. Era la segunda vez que se paralizaba, sólo que esta vez logró reaccionar más rápido, pero tan pronto como intentó explicarlo, volvió a caer.
—¡Al! —gritaron sus amigos con preocupación, pero él ya no despertó— ¡Ed! —gritó sólo Winry esta vez en desesperación al no saber qué hacer.
—¿Esto le había pasado antes? —cuestionó el doctor acercándose a la armadura.
Gerald parecía un poco alterado, unos pasos más alejados que los demás pero siempre mirando a su amigo.
—Sí —murmuró apenas en un suspiro, le preocupaba que no reaccionara—. Cuando veníamos para acá le pasó lo mismo, pero reaccionó casi al instante —respondió el castaño mientras la niña de Xing lo miraba con intriga y miedo—. Dijo que un cuerpo no puede tener un alma que no es suya, y que la armadura ya ha empezado a rechazar su alma —Esa explicación sólo causó que los demás se preocuparan más.
Por más preocupación que sintieran por el menor de los Elric, debían seguir avanzando, y como nadie era lo suficientemente fuerte para cargar a Alphonse, no tuvieron más opción que desarmarlo y que cada uno llevara algunas de sus partes. El camino fue más difícil considerando que ahora cargaban con Al, pero no iban a dejarlo tirado por ahí, iban a llevarlo sea como sea.
Ya llegada la noche, llegaron a una pequeña casa entre la nieve, ahí podrían descansar y seguir descifrando la investigación.
—¿Han descubierto algo? —cuestionó Gerald acercándose a Scar, May y Marcoh. Después de haberse separado en el edificio, no sabía nada sobre la investigación.
—Esta investigación no parece encriptada a simple vista —comentó Marcoh mirando las páginas—. Pero se repiten muchas veces palabras como "oro" e "inmortalidad" así que resaltamos frases que las contengan para intentar investigarlas más a fondo.
El castaño asintió.
—¿Y encontraron algo?
—Nada —contestó May Chang algo desilusionada, pero sus ánimos regresaron al escuchar la metálica voz de Alphonse suspirando—. ¡Al! ¡Despertaste! —gritó la pequeña xingense con alegría mientras corría hacia la armadura, Winry y Gerald la siguieron de inmediato.
—Tranquilos... Ya estoy bien —murmuró el chico buscando calmarlos—. ¿Por qué estoy en partes? —cuestionó cuando notó que no podía mover ninguna articulación.
Las quimeras avanzaron hacia él.
—Hubo que desarmarte y traerte por partes —dijo la que antes era de color gris, ahora era rubio y traía anteojos.
—Ya veo. Lamento haberles causado tantos problemas —Se disculpó Al, no podía evitar sentirse un poco culpable—. ¿Les molestaría volver a armarme? —preguntó a lo que los demás asintieron.
Marcoh miró a May y le entregó el libro con la investigación.
—¿Podrías tenerlo mientras unimos sus piezas? —Y May asintió.
La joven princesa se quedó mirando a los demás trabajar. Eso último dicho por Marcoh; "unir sus piezas"... Tenía sentido. Una idea cruzó por su mente, pero no podía comprobarla si todas las hojas estaban juntas. En silencio, tomó una de las pequeñas ataduras que amarraban las páginas del libro y la soltó, dejando que las hojas cayeran al suelo en completo desorden.
—May ¿Por qué lo hiciste? —preguntó Marcoh soltando las partes de Alphonse para acercarse a ordenar los papeles. May Chang sólo se agachó y tomó algunas de las páginas.
Scar se acercó a ayudarles mientras las quimeras, Yoki y Gerald seguían armando la armadura. Winry también se acercó, pero ella no comprendía muy bien así que prefirió no estorbar.
—¿Qué tal si cambiamos el método? —cuestionó la menor confundiendo a los otros—. ¿Y si colocamos juntas las partes que dicen "oro" e "inmortalidad"? —Tras ver que no perdían nada con intentarlo, los tres empezaron a hacer lo que dijo May.
De a poco, los demás se fueron acercando a mirar las páginas cuando estas ya estaban todas colocadas. No parecía nada a simple vista, sin embargo, May notó que los dibujos que tenían algunas partes podían significar algo, cuando los unió con un lápiz, estos formaron un círculo de transmutación.
Pero no. Eso no podía ser ¿Tanto trabajo intentando descifrar la investigación para que terminaran viendo algo que ya sabían? Con eso no podían hacer nada por el país, ni para recuperar sus cuerpos, ni nada. Sin embargo, Scar no estaba convencido. Esa investigación la había hecho su hermano cuando estaba vivo, y él lo conocía bien, sabía que no dejaría las cosas hasta ahí, mientras tenía vida tuvo la costumbre de siempre investigar más de lo necesario, y Scar sabía que este también debía ser el caso.
—Debe haber algo que no estamos viendo —dijo Alphonse desde lejos. Como todos se fueron acercando a ver los papeles, él seguía sin ser armado—. No me sorprendería que haya algo escondido ahí.
Intentaron no perder la esperanza, pero lo que veían parecía ser todo lo que había. Eso hasta que Yoki estornudó y lo desordenó todo.
—¡Qué idiota! ¡Dejaste todo desordenado! —gritó la quimera que antes era amarilla, ahora era un hombre de piel y cabellos oscuros.
—Jerzo tiene razón. Contrólese ¿Quiere? —dijo la quimera de lentes tomando los papeles nuevamente para intentar juntarlos de nuevo.
Gerald bufó y levantó también varias páginas, volteándolas y mirándolas por ambos lados, no recordaba cual era la posición correcta.
—Ahora ya no sabemos cuál va para un lado y cuál para el otro —Se quejó tratando de recordar, pero no podía. Sin embargo, eso le dio una idea a Alphonse.
—¡Eso debe ser! —exclamó provocando que todas las miradas pararan en él—. Colóquenlas como antes y luego volteen las hojas al lado opuesto —sugirió el menor de los Elric.
Sus amigos hicieron lo que dijo y nuevamente May unió los dibujos.
—Tenías razón —dijo ella, sin embargo, ninguno de los amestrianos reconocía el dibujo—. Este es un círculo de transmutación para la alkahestria.
Así que después de todo, el hermano de Scar sí había investigado de las alquimias de ambos países, la pregunta ahora era cómo podían usar eso para lograr sus objetivos. Bueno, por el momento no podían hacer mucho más, estaban cansados de tanto caminar y aún no llegaban a Asbec, debían dormir para reponer fuerzas y así continuar caminando al día siguiente.
Ya en la mañana, recogieron todos los papeles del suelo y se dirigieron de inmediato al pueblo, afortunadamente llegaron antes del mediodía. Los ishvalanos que habían en el pueblo fueron muy amables con ellos, los recibieron cálidamente y les prestaron dos casas que podían utilizar durante su estancia, fueron dos ya que en una no cabían todos para dormir.
—Ascuas —llamó la quimera llamada Jerzo al castaño—. Necesitamos algo de ayuda. Iré con Marcoh y Scar a buscar algo de leña a la montaña y sería mejor si viniera alguien que nos ayude a cargar con todo.
El mencionado se sorprendió un poco, no era que no pudiera pero, ¿querían que les ayudara en una tarea de ese tipo? Está bien, no era tan débil como para no poder cargar nada, pero tampoco tenía la fuerza suficiente para serles de utilidad.
—¿Nadie más puede ayudarles? Yo le prometí a Winry ayudarle a preparar el desayuno para el pueblo... Es más, ni siquiera yo he desayunado.
Todos habían acordado en que debían ayudar a los ishvalanos para agradecerles el que pudieran quedarse ahí, pero algo se sentía particularmente raro ese día, todos parecían estar ocultando algo; un plan que Gerald no conocía.
—May le enseña a Alphonse sobre la alkahestria, ellos no pueden.
May parecía estar enseñándole a Alphonse el Arte de la Purificación, pero ambos parecían atentos a todo, como si en cualquier minuto los fueran a llamar para algo importante. Scar estaba igual de misterioso que siempre y Jerzo parecía estar nervioso mientras hablaban, como si no confiara plenamente en Gerald para decirle lo que verdaderamente pasaba por su mente.
—¿Y Zampano? —cuestionó el menor refiriéndose a la quimera con lentes—. Él será más útil que yo para eso.
—Es que... No sé en dónde esté. Creo que es mejor que tú vengas con nosotros.
Esa respuesta no convenció al menor, y la sonrisa nerviosa que el contrario mantenía le hacia sospechar que no le estaba diciendo toda la información.
—Entonces iré a buscar a Zampano y le diré que vaya a la montaña —contestó Gerald volteando para retirarse—. Si quieres adelántate en lo que le aviso y luego iré con Winry para ayudarle con...
—¡No! —El moreno volteó inmediatamente después de que la quimera se quejara con él. Al darse cuanta de que le gritó, Jerzo suspiró y esbozó una sonrisa algo forzada—. Está ocupado así que no lo molestes.
Por más que su voz sonó con rudeza, el castaño no cedió
—Dijiste que no sabías dónde estaba, entonces ¿Cómo sabes que está ocupado? —Cuando Jerzo dejó de responderle, el castaño sólo se fue.
Gerald sabía que algo escondía, sabía que algo escondían todos, aunque él no era nadie para juzgarlos ya que hacía exactamente lo mismo. Sin embargo, tampoco era de los que se quedaba de brazos cruzados, él investigaría, y por ahora, Zampano era quien más podía servirle, por algo Jerzo no quería que lo buscara.
Sabía que en el pueblo no estaba pues se había estado paseando por ahí todo el día, así que buscó por el bosque junto a la aldea, pero tampoco tuvo demasiado éxito. Subió a uno de los árboles nevados para intentar descansar en una de sus ramas y se quedó unos segundos ahí con los ojos cerrados, sólo dejando que el frío helado le enrojeciera las mejillas.
—Es por este lado... Las dos personas que quieres están en la montaña... Sólo son el doctor y el niño alquimista de fuego ¿no?
Tras escuchar la voz de Zampano, el castaño abrió los ojos otra vez y miró a su alrededor, pero al no verlo pensó que debía estar más lejos así que empezó a saltar por las ramas.
Había escuchado bien, de eso no tenía duda, sin embargo, no se creía lo que escuchó. El doctor era Marcoh, claro estaba, y "el niño alquimista de fuego" era demasiado específico para referirse a otro que no fuera él. ¿Qué estaba haciendo Zampano que lo involucrara? Y más importante ¿Por qué no estaba enterado?
—Sólo ellos dos. Tú guías, Zampano —Con esa segunda voz respondiendo pudo darse cuenta de que estaba más cerca de lo que creyó, sólo a unos metros.
Divisó a lo lejos el cabello rubio de la quimera, estaba fuera del bosque hablando con un ishvalano.
—¡Hey, Zampano! —gritó el menor saltando desde la rama para llamar su atención—. Escuché "Alquimista de Fuego" y creí que te referías a mí ¿Necesitas algo?
El mencionado pareció sobresaltarse antes de voltear a mirar al moreno, no dejaba de preguntarse qué hacía él ahí, bueno, al menos no sabía del plan así que no tenía que preocuparse, no obstante, resultaba un tanto problemático que estuviera ahí.
—¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en la montaña? —El moreno entonces notó que todo el mundo esperaba que estuviera ayudando con la leña. Como sea, con Zampano tan nervioso era obvio que estaba cerca de descubrir qué ocurría.
—Supongo... Jerzo dijo que necesitaba alguien para cargar leña, pero vamos... No tengo la fuerza suficiente para hacerlo así que pensé que tú serías mejor opción —explicó—. Claro que Jerzo no quiso pues creo que me quería en la montaña, lo raro es que tú también creías que yo estaría ahí aún cuando no nos has hablado en gran parte del día, dime... ¿Hay algún motivo por el que yo debería estar en la montaña?
Zampano seguía sin saber qué responderle. A Gerald no le importaba estar arruinando algún plan pero ciertamente empezaba a hartarle el que no le incluyeran.
—Lo que faltaba...Tú también... Todos actúan tan raro hoy que juraría qué algo...
—Para nada, niño... Todo está bien.
Zampano no lo dejó terminar, colocó una mano en su boca para impedir que salieran más palabras.
—Lo siento, pero necesito que tú vayas con Jerzo. Yo estoy ocupado con este chico —Sólo entonces la quimera quitó su mano y señaló al fin a su acompañante, el cual únicamente sonrió.
El castaño no sabía qué decir; estaba bien ocultar algo pero eso ya era demasiado. Además ¿Qué era lo que no podía decir y por qué? ¿Era porque había un desconocido con ellos? ¿Y eso qué? No afectaba en nada. Eso también era extraño.
—Le prometí a Winry ayudarle con el desayuno, no puedo ir.
—Gerald, por favor... No tengo tiempo para esto...
—Tengo una idea mejor. Yo sólo quiero ver si esta aldea es segura para quedarme y también necesito ver a un doctor. Así que... ¿Por qué no te adelantas, Zampano?
Propuso el desconocido a Zampano. Este lo miró, con esa mirada claramente se notaba que quería protestar.
—Vamos, tú ve con ese tal Jerzo mientras este chico me enseña el lugar y luego me lleva con el doctor, así todos felices. Además, estoy seguro de que el camino será más divertido si él me guía.
El de anteojos no quería irse, todo el plan podía estropearse, pero acabó yéndose de mala gana al ver que el ishvalano no se movería hasta que él se fuera.
Ahora sí que el castaño estaba confundido, el lugar era pequeño pero no era como si ya se hubiera memorizado todo para guiar a alguien.
—¿A dónde...? —cuestionó el castaño empezando a caminar por el bosque. No podía negar que estaba algo nervioso al tener que guiar a alguien que no conocía— ¿A dónde se supone que debo guiarle?
—Que formal te has vuelto conmigo.
El ishvalano se acercó un poco al moreno y al estar junto a un árbol lo acorraló con sus brazos. Al ver el rostro confundido del chico, el de ojos rojos no pudo hacer más que sonreír.
—Haz cambiado un poco, la verdad hasta tardé en reconocerte por tu nuevo peinado—dijo este llevando una mano a su mejilla acariciándola a esta y parte de su cabello—. Tu cabello creció bastante, parece ser que creciste algo en este último tiempo, y... ¿qué es esto? ¿Estás más delgado? Ya veo... Te descuido un par de días y dejas de comer...
Gerald estaba perplejo, no sabía a qué quería llegar, pero ya estaba por lanzarle fuego.
—Escúchame bien, maldito, si no quieres salir hecho cenizas vas a sol...
Pero el de ojos rojos lo interrumpió.
—Pero eres inteligente, estoy sorprendido, fuiste capaz de darte cuenta que algo pasaba... ¿No es así...?
¿...ko-i-nu?
El castaño abrió los ojos, sorprendido nuevamente. Escuchar ese apodo sílaba por sílaba con ese tono sólo podía ser de una persona.
—¿Envy...? —cuestionó, a lo que el contrario sonrió alejándose de él, tan solo quería fastidiarlo un poco—. Idiota... ¿Por qué no me dijiste que eras tú? —preguntó mientras él mismo sonreía.
El homúnculo rodó de ojos mientras suspiraba con ironía.
—¿Y dónde está la diversión en eso? —cuestionó, pero no esperó por una respuesta— De cualquier modo, no todo está bien. Veo que intentaste escapar ¿eh? Kimblee me avisó ayer que te fuiste, y anoche Zampano llamó diciendo que tú y Marcoh estaban en Asbec ¿Por qué lo hiciste? ¿Y por qué no me avisaste que estabas aquí?
El moreno negó con rapidez, al menos con Envy no tenía que mentir.
—No malentiendas las cosas. No escapé. Ayudé a Alphonse a salir para que él estuviera a salvo. Eso involucró dejar a Kimblee. Además, Kimblee es un idiota que no me supo cuidar.
Se quejó el menor cruzándose de brazos, luego empezó a caminar a través del bosque con Envy siguiéndole el paso.
—¿No era que mantener vivos a los sacrificios es lo más importante? —Esta vez tenía razón, así que el homúnculo simplemente asintió—. Y no podía avisarte porque creo que no todos confían en mi, tuve que inventarles que también era un rehén, cualquier tipo de llamada se hubiera visto sospechosa.
—Bueno, no pareces estar tan nervioso por verme aquí, así que voy a creer que no escapaste —comentó encogiéndose de hombros—. Tal vez resulte útil que estés aquí. Escucha, he venido por ustedes... sé que tú no te resistirás, pero con Marcoh la cosa cambia. Si las cosas se complican, cosa que dudo, necesito que seas mi rehén, por un lado eso te ayudará a darle veracidad a tu versión.
Gerald suspiró con pesar mientras un sentimiento de fastidio empezaba a surgirle.
—¿Tienes idea de cuantas mentiras he tenido que inventarme desde que llegué? Que cómo escapé... Que qué hacía con Kimblee... Estoy algo cansado de eso —dijo suspirando nuevamente, esta vez en señal de resignación—. Pero bien, lo haré ¿Mientras estés en esa forma debo pretender que no te conozco?
—Exactamente —respondió el homúnculo asintiendo.
—¿Y significa que... hasta aquí llega mi tiempo de libertad? —Volvió a cuestionar.
El cambiaformas había notado su cambio en la voz y sin saber porqué, eso le causó un poco de lástima cuando le dio una respuesta afirmativa.
—También creo que será mejor que te quites los guantes, podrían pedirte que me quemes —respondió el homúnculo y el castaño obedeció—. ¿Dónde dijiste que estaría Marcoh?
—En la montaña con Jerzo. Todos actuaban muy raro pero ahora veo porqué... Querían entregarme... —murmuró sin dejar de avanzar—. Pero, en fin. Aún no iremos con él.
—¿Cómo que no? Iremos cuanto an...
Gerald lo interrumpió.
—No he desayunado.
—Tienes razón... debemos mantenerte sano así que irás a desayunar.
A esas alturas ambos ya estaban en el pueblo. Se dirigieron a un pequeño grupo donde habían ishvalanos repartiendo una taza de café y un trozo de pan para cada uno. Ambos se sentaron en unos troncos en el suelo en lo que comían ese pequeño desayuno luego de ayudarle a Winry a prepararlo.
—Debo decir que tengo curiosidad... ¿Qué tal es este clima para un alquimista de fuego? —cuestionó tratando de iniciar una conversación— Por un lado, puede que estés tan acostumbrado al calor que éste ya te resulta desagradable y prefieras climas fríos, o bien puede que por estar acostumbrado a temperaturas altas no toleres las bajas ¿Cómo funciona contigo?
—La segunda —respondió el menor algo distraído pues estaba concentrado en escuchar un ruido detrás de ellos; estaba seguro de que los estaban espiando—. No importa lo que haga... no soporto esta temperatura...
—Yo no tengo problemas con esta temperatura ni con mi apariencia de siempre.
—¿En serio? —Con esa nueva conversación, el menor pareció olvidar a aquellos que observaban, luego bajó la voz tras recordarlos— Aunque... Tal vez deberías susurrar. Te voy a escuchar aunque hables bajo.
—Sabes que soy mucho más grande de lo que aparento, así que mi temperatura corporal es más elevada de lo normal para poder mantenerme estable. Este tipo de clima no me hace mayor diferencia... —susurró. Prefirió no preguntar porqué le pidió hablar bajo, de cualquier modo no le era problema.
El moreno no pudo evitar acercarse y colocar una mano en la mejilla del homúnculo; era cierto, aún estando transformado y aún en tan bajas temperaturas su rostro estaba a una temperatura muy agradable.
—Gerald... Está bien que quisieras comprobarlo, pero no era necesario que literalmente te me tiraras encima —Se quejó el mayor—. Suéltame.
Que le haya tocado la mejilla le daba igual, pero luego de eso el castaño se apegó a su lado, aferrándose a él pues se sentía muy cómodo con ese calor.
—Olvídalo... Estás muy cálido. En todo el tiempo que llevo aquí no he sentido nada parecido.
—De saber que odiabas el frío, no te habría dejado venir con Kimblee —suspiró el mayor.
—Si hubiera sabido que veníamos al Norte, ni siquiera me habrían dado ganas de venir.
Una vez que acabaron, dejaron lo que habían usado en el mismo tronco y empezaron a caminar nuevamente. En el camino, Gerald le fue contando las cosas que habían pasado desde que se vieron por última vez, y sin mentiras, sólo omitió por el momento ese pequeño incidente con Kimblee básicamente porque no quería hablar de eso. Envy también le fue hablando sobre lo que pasaba en Central, incluyendo, incluso, algunas cosas sobre Roy, aunque no era mucho lo que sabía de él.
—¿Así que Kimblee no pudo matar a Scar ni encontrar a Marcoh?
—Así es. Fui yo el que los encontró —respondió, causando que el mayor le revolviera el cabello.
—Sabía que serías más útil que ese idiota de traje —dijo Envy sin borrar su clásica sonrisa irónica, aunque sus palabras eran honestas—. Resultaste ser de utilidad aunque sólo te permití venir para desahogarte ¿eh, nokoribi no koinu*?
Gerald sonrió levemente algo avergonzado, pero volvió a la normalidad al recordar que estaban por llegar. Había escuchado a Jerzo decir que estaría con Marcoh en las montañas y ya estaban cerca.
—Silencio, yashinoki. Estamos cerca y se supone que no debo conocerte —murmuró entre dientes ya con la intención de no ser escuchado.
El homúnculo lo único que hizo fue asentir y seguir hablando de algo que no tuvieran problemas en que los demás escucharan, fingiendo una presentación. Subir la montaña no fue complicado, ya podían ver a lo lejos a Marcoh, Jerzo y Zampano. Era hora de ver qué era lo que estaban ocultando.
—¡Hola otra vez, chicos! —dijo el menor en voz alta llamando su atención.
La mirada de Marcoh se dirigió al moreno, pero pasó inmediatamente hacia el ishvalano que no conocía.
—¿Quién es él? —cuestionó viendo a los otros dos acercarse más y más.
—No lo se. Un conocido de Zampano, creo —contestó el menor pretendiendo dudar—. Dice que necesita un doctor y como Jerzo dijo que usted estaría aquí, lo traje —Si realmente no lo conociera, eso sería lo que habría pasado.
Envy dio unos pasos adelante, al ver que hizo un movimiento el moreno fingió sorpresa y retrocedió.
—Te agradezco mucho, Zampano. Gracias por darme la ubicación de mis dos fugitivos. Sin embargo, no puedo darte todo el crédito... Gracias a ti también, Gerald, por ser tan ingenuo y guiarme hasta ustedes —dijo sonriendo mientras los rayos rojos aparecieron a su alrededor, estaba volviendo a su apariencia de siempre a lo que miraba a cada uno de sus objetivos— ¿No creen que su estancia en el exterior se ha prolongado demasiado?
Ninguno de los dos le respondió. Primero iría por Marcoh, después de todo, Gerald estaba de su lado, a él no necesitaba atraparlo.
—Malditos insectos, creen que se pueden burlar de mí.
Why do you smile
Like you've been told a secret?
Now you're tellin' lies
'Cause you have sworn to keep it
But no one keeps a secret
No one keeps a secret.
Why when we do our darkest deeds
Do we tell?
They burn in our brains
Become a living hell
'Cause everybody tells
Everyone tells
Got a secret, can you keep it?
Swear this one you'll save
Better lock it in your pocket
Takin' this one to the grave
If I show you, then I know you
Won't tell what I said
'Cause two can keep a secret
If one of them is dead.
~Secret / The Pierces
*nokoribi no koinu: cachorro/cachorrito de ascuas
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