Capítulo 15: Un Futuro Planeado
Havoc apenas pudo reaccionar debido a la impresión que sintió al ver a la mujer en ese lugar.
—Solaris... ¿Qué haces aquí?
Como tuvo que romper con su novia de Ciudad del Este al ser transferido a Central, conoció a otra chica una vez llegaron a la nueva ciudad, ella había sido muy amable con él desde que llegó y al poco tiempo se volvió su nueva novia.
No sabía qué hacía ella ahí pero dejó de apuntarle al ver que sólo se trataba de la mujer con la que salía, no obstante Gerald y Mustang no iban a caer, lo que ella tenía en su pecho era un tatuaje de Ouroboros, por lo que según lo contado por Alphonse ella era un homúnculo, y por lo que había visto el castaño en el Quinto Laboratorio, su nombre no era Solaris, era Lust.
De cualquier modo, era la primera vez que Jean veía el tatuaje en su pecho.
Estaba más que claro que la mujer había dejado al Teniente Segundo más que encantado con su apariencia bella y elegante pero sólo lo estuvo usando desde el inicio para robarle información, aunque no pudo obtener nada de él, en realidad. En sus propias palabras, no sabía si Havoc era muy cauteloso o muy idiota.
—Puedo ver cómo te engañó —murmuró Roy mirando al tatuaje, aunque no precisamente al dibujo en sí, sino a la ubicación de este.
"Una mujer dotada, un verdadero cuerpo de reloj de arena", ahora Mustang entendía que era totalmente cierto.
—Siempre te han gustado los pechos grandes —añadió el menor completando la frase del Coronel.
Tal como el castaño lo dijo una vez, Lust era una mujer dotada, tampoco podía culpar a Jean por caer ante ella siendo que con esa figura podía poner a cualquier hombre a sus pies.
—¡Sí! ¡Me encantan! —respondió con algunas lágrimas que jamás bajaron, se sentía estúpido por haber caído en el juego de una mujer, sobre todo porque le gustaba y había llegado a sentir algo más que simple atracción, o al menos le gustaba la mujer que pensaba que ella era—. Pero jamás le mencioné nada sobre el trabajo.
Lust veía con diversión hasta que notó que los dos de mayor rango no bajaban las armas. Tal parecía que ellos no caerían ante sus encantos de manera fácil.
—¿Conoces a Maes Hughes? —cuestionó Roy atento a cualquier reacción de la homúnculo.
Al ser ella el primero de esos seres con los que hablaban, ella sería la primera a la que interrogarían. No tenían ninguna razón en particular para sospechar de que un homúnculo asesinara a Hughes mas tampoco lo podían descartar.
La mujer asintió con calma y seriedad, a pesar de estar frente al reconocido, fuerte y, según muchos, despiadado Alquimista de Fuego y dos de sus leales subordinados no sentía ni pizca de miedo.
—Él era un hombre guapo e inteligente —comentó ella respondiendo indirectamente de manera afirmativa—. Es una lástima... Sí, es una pena no haber podido matarlo yo misma...
Mustang no esperó más y le disparó en la pierna con la intención de que acabara en el suelo. Si bien ella no era la asesina, cosa que tampoco podían comprobar, al menos ella sabía quién era, eso quería decir que bien podía ser otro homúnculo.
No obstante, pese a los disparos Lust no cayó, en lugar de eso la herida de bala se fue regenerando bajo la sorpresa de todos.
Roy disparó un par de veces más, pero obtuvo el mismo resultado.
—Así que sí es una homúnculo... Al tenía razón, son reales —observó Gerald recordando las palabras de la armadura.
Lo decía para sí mismo pero los otros fueron capaces de escucharlo.
—Estás informado ¿eh, Niño de Ascuas? Bien, así nos ahorraremos enseñarte eso —El menor no comprendió a qué se refería pero Lust tampoco parecía que fuera a explicarle—. Les mostraré.
Al igual que la vez que hirió su pierna la homúnculo convirtió sus dedos en lanzas y se las clavó en el pecho, estirando y quitando la piel suficiente para mostrar su interior. Dentro de ella brillaba una pequeña pero preciosa piedra roja, esta emitía algunos rayos, tal parece que aquella piedra era la responsable de curarla.
—Es una Piedra Filosofal —explicó Lust finalmente sorprendiendo a los presentes, era la primera vez que veían una real e incluso la veían antes que los que verdaderamente querían encontrarla—. Sin embargo, aunque este sea nuestro corazón, los homúnculos tenemos sentimientos y amamos a nuestro padre, eso nos hace... Humanos.
Havoc no quería tener que pelear con ella mas no iba a dejar que sus emociones participaran en esa situación; la mujer lo había engañado, no era su novia y él lo aceptaba. Además, como les mostró su punto débil era obvio que Lust no pensaba en dejarlos escapar con vida.
El primer ataque fue hacia el Coronel, afortunadamente no le hizo más que un rasguño en la mejilla, por suerte tenía su guante de ignición en su bolsillo pero no logró transmutar una chispa a tiempo, Lust usó sus dedos para cortar una tubería de agua sobre ellos, mojando a los tres militares.
—Vaya... Parece ser que es característico de los alquimistas de fuego ser tan lentos —comentó recordándole a Gerald su primer encuentro.
Ya estaba, ahora habían dos alquimistas más inútiles que intentar usar un cerillo mojado y un buen militar que no podía hacer mucho ante la regeneración de la mujer.
Cuando ella dio un paso hacia ellos, los militares no pudieron hacer más que correr fuera de la habitación mientras la homúnculo trataba de alcanzarlos con sus lanzas, fallando, afortunadamente.
—¿Qué hacemos? Nos matará a este ritmo —cuestionó Havoc un poco asustado una vez que lograron esconderse detrás de una pared.
Se notaban gotas de sudor por la presión en la frente de Roy pero tenía una pequeña sonrisa que indicaba que tenía una idea.
—Hay cosas a nuestro favor... Debemos agradecerle por darnos toda esta agua, sólo debo separar el hidrógeno del oxígeno y... —Luego los otros dos comprendieron, aquello más el fuego causaría una explosión.
Ninguno de los dos podía crear chispas ya que los guantes de Mustang estaban mojados y como Gerald tenía las manos mojadas usar los suyos tampoco servirían, pero Jean sería capaz de lograrlo gracias a un encendedor, esa sería la primera vez que los otros agradecían que el Teniente fuera un fumador.
Dicho y hecho, una explosión se formó detrás de ellos quemando a la azabache por completo mientras no se escuchó más que un suave grito ahogado y la onda expansiva rompiendo un par de cosas.
Cuando el humo empezó a salir por la dirección en la que ellos estaban parecía no haber peligro así que entraron nuevamente, había un intenso olor a quemado y la homúnculo ya no se encontraba ahí pero seguían atentos a cualquier cosa.
—No podemos subestimar su recuperación, tengan cuidado —murmuró Gerald mirando a ambos.
Sin embargo dio la advertencia muy tarde pues dos lanzas surgieron del suelo y atravesaron a Jean por la espalda baja.
—¡Havoc! —gritó Roy acercándose a su herido subordinado.
Sólo juzgando con la sangre que brotaba de las heridas podían notar que era una herida grave, ni siquiera podían saber qué órganos había dañado, debían buscar a un médico cuanto antes.
—Resiste, Havoc —sabían bien que debían cuidarse a sí mismos también, pero Havoc seguía con vida, no podían tan sólo dejarlo morir.
Jean cayó desmayado al instante mientras detrás de él la silueta de Lust volvía a formarse.
—No podrán salvarlo —Se mofó ella estirando sus dedos nuevamente para darle el golpe final al Teniente, pero no contaba con que Gerald se atravesara, razón por la que la mujer se vio obligada a frenar su ataque mas aún así alcanzó a herir al castaño.
Sus heridas no fueron hechas en puntos mortales por lo que su vida no estaría en riesgo, pero fueron en sus dos piernas y caminar se le haría imposible hasta que recuperaran.
Otra vez. Había caído, literalmente, ante ella del mismo modo que la última vez aunque ahora el objetivo no haya sido él.
Mustang gruñó.
—¡No! —Estaba molesto, no podía dejar que más subordinados fueran heridos, pero no dejó de pensar con claridad.
Tomó el arma de Havoc y disparó a la homúnculo en el pecho, justo donde ella les había mostrado que se encontraba su piedra, esta retrocedió un paso pero al igual que antes parecía estar perfectamente bien.
—Qué tonto... Eso no basta para acabarme —Se burló la mujer ante el intento del Coronel.
—Ya veremos... —Roy no era idiota para no darse cuenta, él tenía pensada otra cosa. Un segundo luego de dispararle, corrió hacia ella metiendo su mano dentro de la herida y sacó la Piedra Filosofal de su interior, matándola por segunda vez—. ¡Los ayudaré con esto!
—¡Yo estoy bien! —Se apresuró a decir el moreno para que Roy no pensara en curarlo a él primero pese a estar más cerca—. Havoc la necesita más que... Espera... ¡Roy, suelta eso! ¡Ella se está...!
Quería terminar con un "regenerando", pero Mustang se dio cuenta antes de que terminara de hablar, pero aún así ya era muy tarde para soltarla, el cuerpo de Lust formándose nuevamente tenía su mano atrapada así que no la podría soltar.
—No deberías meter tus manos en el pecho de una mujer sin antes haberla invitado a cenar —dijo ella al mismo tiempo que se iba regenerando—. Ya te lo dije, hace falta más que eso para matarme.
El de cabello negro ahogó un grito cuando dos dedos de la que representa la lujuria se clavaron en su costado pero no emitió otro sonido aparte de ese por más que doliera, no quería darle ese lujo.
—¡No! ¡Roy! —gritó el menor intentando soportar el dolor en sus piernas.
Sin ningún cuidado, la mujer soltó al Coronel haciendo que cayera también al suelo, mucha sangre salía de su herida, el también necesitaba ver pronto un médico.
—Es una lástima, habrías servido para sacrificar, pero morirás aquí.
Para ella todo era como un juego en el que ella había ganado, logrando deshacerse de dos obstáculos y deteniendo los movimientos del otro.
Mustang, aunque ya estaba seco no podría quemarla, Lust le había sacado el guante y lo hizo pedazos.
Gerald la miraba desde el suelo con una expresión de odio. No podía entenderlo; tanto ella como su compañero de la última vez habían herido de gravedad o matado a los otros que se encontraban junto a él, pero por algún motivo, al moreno siempre le reducían la movilidad o lo incapacitaban de atacar, mas no lo mataban.
No conocía el motivo y tampoco lo soportaba, él mil veces prefería morir que ver a sus compañeros ser heridos, pero aún así no parecían querer matarlo a él.
—Maldita...
La mayor se le acercó cuando escuchó su voz y se agachó a su altura para tomar el mentón del moreno con brusquedad obligándolo a mirarla a los ojos, Roy intentó moverse para ayudarlo pero fue en vano.
—¡Qué lindo eres! Tienes la misma expresión que Envy cuando se molesta —El castaño trató de apartarse pero fue incapaz—. Lo siento, a ti no puedo darte el lujo de morir. Tú espérame aquí hasta que acabe con los dos que faltan. Mientras tanto puedes ver los últimos momentos de vida de tus compañeros.
Dicho esto, lo soltó, le profundizó más la herida en sus piernas y se retiró lentamente de donde estaban los militares.
—Havoc, Gember... Por favor, díganme algo... —murmuró Roy, esforzándose en que las palabras salieran.
Sólo recibió respuesta del castaño, pero nada del Teniente.
—No te esfuerces tanto, Roy... Sólo vas a lastimarte más.
Sin embargo, el mayor hizo caso omiso.
—Necesito hacer algo... No puedo dejar que mueran antes que yo... Además Riza y Alphonse...
Pasaron unos segundos en casi completo silencio, únicamente se escuchaban respiraciones débiles que al menos indicaban que seguían con vida.
No fue hasta que Roy pensó en algo y desvió su mirada hacia el de claros ojos que volvió a hablar.
—Gember ¿Aún tienes tus guantes?
—Sí, creo que no notó que lo tenía —El menor sabía que el dolor que sentía no era nada comparado con el de Mustang pero de cualquier modo, poco a poco por la pérdida de sangre, se le iba haciendo más difícil resistirlo.
—Cierra mi herida —Aquello había sonado casi como una orden. El menor se sorprendió ante esa petición—. Cauterízala y ciérrala, no importa cuanto grite o si me llego a desmayar, no pares hasta que deje de sangrar —Gerald no estaba convencido, mas no había tiempo para dudar.
Intentó juntar toda la fuerza que le quedaba para acercarse a Roy arrastrándose, sacó sus guantes de su bolsillo e hizo lo pedido luego de abrirle la chaqueta y la camisa del uniforme al mayor.
La herida era muy profunda y la sangre ya había manchado hasta sus marcados abdominales, había que quemar mucho. Gerald debía de admitir que se perdió unos segundos notando su tan marcada figura, pero no había tiempo para sonrojarse.
El Coronel se quejaba por lo bajo, incluso llegaba a gritar o a veces también se quedaba callado por mucho tiempo y el moreno se detenía pensando que se había sobrepasado, pero no, seguía respirando.
El fuego logró cerrar la herida de manera temporal, ambos sabían que no duraría mucho y no iba a reemplazar la atención de un médico, pero por el momento bastaría para que fuera con Riza y Alphonse para ayudarlos.
—No puedes venir conmigo para que la quemes, tampoco puedo llevarte porque la herida se abriría y no puedo usar tu guante porque no me quedaría —opinó el mayor poniéndose de pie nuevamente.
Levantó dos cosas junto a Jean, una de ellas era un trozo de vidrio con la que dibujó un círculo de transmutación de fuego en su mano, la sangre que brotaba de esta serviría.
—Usaré el encendedor de Havoc, necesito que me esperes aquí.
Tampoco era que el menor tuviera más opciones, así que sólo asintió mientras el Coronel se iba.
Intentó calmarse y se limitó sólo a regular su respiración para tratar de descansar y así reponer algo de energía. Se sentía mareado y le dolía bastante la cabeza, era normal por la cantidad de sangre que había perdido hasta el minuto.
Su aguda audición le permitió escuchar perfectamente gritos y explosiones al principio pero cada vez iba escuchándolas más lejanas a medida que se mareaba más, lo último que escuchó con claridad fueron unos pasos acercarse antes de ser levantado en brazos, luego perdió totalmente el conocimiento.
...
—¡¿Cómo qué no estaba?!
Varias horas habían pasado. Roy había salido victorioso de su pelea con Lust, había llegado a tiempo para salvar a Alphonse y a Riza, y de la homúnculo no había quedado nada, fue completamente calcinada.
Hubo que llamar a un médico para trasladar al Alquimista de Fuego y a Havoc al hospital, afortunadamente ambos salieron vivos, pero no todo resultó bien; el Alquimista de Ascuas no estaba, no lo pudieron hallar en el laboratorio.
—¡Él no podía caminar! ¡No hay modo de que se fuera! —Mustang debía descansar y lo sabía, pero al enterarse de lo de Gerald no pudo mantenerse tranquilo—. Debe seguir vivo... Esa mujer dijo que volvería por él una vez que matara al resto, que no podía dejarlo morir. Ya que ella no pudo, alguien más debió hacerlo. Él debe estar bien... —pensó aún bastante preocupado.
Alphonse entró a la habitación, iba acompañado de su hermano. Pensaban hacerle una visita a los militares y aprovecharían de disculparse con Gerald por su reacción por lo de María Ross, pero su expresión cambió al saber que su amigo seguía desaparecido.
Por suerte, como Mustang sospechaba, el castaño seguía vivo.
Tardó un tiempo en recuperar la consciencia, fue un extraño cosquilleo en sus piernas lo que le hizo reaccionar pero no despertar, en eso tardó un poco más.
Al abrir los ojos notó que se encontraba sobre una cama en una habitación que no le era conocida, no había ventanas para mirar al exterior ni nada que le diera algún indicio para saber en dónde estaba o qué hora era. Se puso de pie para ver la habitación olvidando por completo que tenía las piernas heridas pero grande fue su sorpresa al ver que estas estaban perfectamente bien y sin rastros de haber sido atravesadas, no tenía sentido; hasta ayer dolían bastante.
—Finalmente despertaste —La voz de un chico entrando a la habitación llamó la atención del castaño. Venía con una bandeja con comida que posteriormente dejó en una mesa. Gerald sólo miró de reojo—. Estuviste inconsciente por un día completo, empezamos a creer que morirías.
Fueron unos segundos los que el moreno permaneció con los ojos entrecerrados buscando reconocerlo.
—Tú eres el del Quinto Laboratorio... ¿Envy, cierto? —cuestionó sin estar completamente seguro.
Al escuchar la respuesta evidente y afirmativa, el menor no pudo evitar asociar su nombre con el de Lust haciendo que regresaran a su mente todos los eventos del día anterior.
—¿Cómo terminó la pelea? —cuestionó esperando que el contrario comprendiera a lo que se refería.
El homúnculo frunció el ceño antes de contestar, tenía un gesto que podría interpretarse como de furia y resignación, tal parecía que para él no tuvo un resultado muy agradable.
—Lust murió. Tu superior acabó con ella —Al menos con eso el menor pudo suspirar más tranquilo ya que significaba que Mustang podía seguir vivo—. Wrath te sacó de ahí y curamos tu herida con una Piedra Filosofal.
El moreno desconocía quién era ese Wrath, pero decidió que realmente no lo quería averiguar. Ahora entendía porqué su herida había sanado y la razón por la cual no sentía dolor alguno, sin embargo era mucha amabilidad de parte de un grupo como ellos que ya había hecho bastante daño.
—¿Por qué me trajeron? ¿Por qué siguen sin matarme?
Es verdad que Gerald prácticamente no conocía a Envy y ya no podría conocer más a Lust, pero basado en su modo de actuar en el Quinto Laboratorio, ellos no lo habrían curado si no quisieran algo de él, además, ya no podía aguantar más el no saber porqué debían mantenerlo con vida.
—Porque eres nuestro —La respuesta de Envy había dejado al castaño más confundido que antes.
Al ver su expresión el homúnculo simplemente no evitó reír.
—Felicidades, mi Teniente Coronel, ha recibido un ascenso. Vas a dejar de ser el Alquimista de Ascuas, ahora serás el Alquimista de los Homúnculos.
Gerald permaneció unos segundos en silencio mientras analizaba lo que acababa de escuchar, luego una carcajada calmada pero algo forzada salió de sus labios.
—Imaginé que los homúnculos serían idiotas pero nunca creí que tanto —Muy en su interior, el moreno sabía que eso no se trataba de una broma mas eso sólo lo hacía reír más, estaba algo extraño—. No estoy tan demente para aceptar algo así.
Miró alrededor de la pequeña habitación buscando alguna forma para salir e irse cuanto antes, honestamente no quería quedarse y seguir escuchando a Envy.
No podía salir por la puerta ya que el mayor estaba delante de esta, y aún si no estuviera lo había visto cerrar con llave.
—No recuerdo haber dicho que es algo que puedas aceptar, es algo que vas a hacer.
El menor lo ignoró totalmente pensando en que su única opción para irse era lanzar fuego para quemar y derribar una pared, pero al mirar sus manos tras pensar en esa idea notó que le faltaba uno de sus guantes.
—Oh, sí, olvidé decírtelo. Sólo tendrás un guante hasta que nos muestres obediencia, no será difícil para ti, después de todo eres un militar rigurosamente entrenado para seguir órdenes, ¿no? —La mirada del de claros ojos se entrecerró, no sabía de dónde pero sentía que él mismo había dicho eso en algún momentl—. Además, estamos en un subterráneo, dispara si quieres, pero todo colapsará si destruyes una sola pared.
El moreno soltó un gruñido por lo bajo mientras que Envy se le fue acercando, aquella cara le parecía espectacular; esa frustración mezclada con rabia simplemente le encantaba.
—¿Por qué pensabas que podías elegir? Tú estabas destinado a esto. Pero no te preocupes, aún no empezarás, sólo te trajimos para que te enteres. te dejaremos ir antes de que anochezca.
—¿Qué quieren que haga? —El de cabello rizado no sabía en qué se había metido o cómo se había metido siquiera. Desconocía todo acerca del futuro del que Envy le hablaba, no sabía nada sobre ese futuro que le fue planeado hace mucho, hace siete años atrás para ser exactos.
Al homúnculo toda la situación le parecía más que divertida, algo que disfrutaba era ver a los humanos miedo, Gerald no parecía sentir miedo pero sí parecía enojado, no era lo mismo pero de algún modo también le divertía.
—No pienso darte detalles, sólo te diré que te entrenaremos para pelear, ya luego te irás enterando del resto.
—En otras palabras quieren que sea su arma humana —murmuró el más bajo cruzándose de brazos.
No era mucha diferencia a su trabajo actual, en la milicia un Alquimista Estatal también era visto como un arma humana por eso salió el término de "Perro de los Militares". Pero no había forma de que él se cambiase de bando, no sabía qué querían los homúnculos sin embargo sabía que no podía ser nada bueno, no formaría parte de ello.
—Sí, básicamente —afirmó el de largo cabello sentándose en la cama dando a entender que el chico estaba en lo correcto—. Ahora, basta de hablar. No has comido en todo el día y necesitamos mantenerte sano —añadió señalando la bandeja que antes dejó en la mesa—. No esperes un buen sabor, Lust era la que cocinaba a los prisioneros, hice lo que pude.
Los prisioneros que los homúnculos habían tenido a lo largo del tiempo no aceptaban las comidas ofrecidas y la mayoría acababa muriendo, contrario a lo que Envy creía, Gerald sí se acercó a la mesa y comió, si no lo habían matado cuando estaba inconsciente entonces era poco probable que la comida tuviera algo mortal y por lo visto no habría otro modo de que lo dejaran salir si no comía. Además, aunque fuera bastante extraño en él, tenía demasiada hambre.
—Su plan no servirá. No creerás en serio que pueden usarme ¿o sí? —comentó el menor de repente luego de haber probado la comida—. Dijiste que me dejarían ir, podría revelarle al resto lo que planean hacer conmigo.
Aún existía un modo de librarse, tan sólo era revelar todo a los demás y ya, podrían hallar un modo de detenerlos.
—Te usaremos. Y no, sé que no le dirás a nadie.
El castaño no lo miraba, por esta razón no notó que el chico a su lado se le empezó a acercar, tomó el cuchillo de la bandeja y lo clavó en la mesa con fuerza. El impacto del filo del objeto punzante en la madera causó que esta vez el de claros ojos sí se sobresaltara, por eso ahora sí lo miró.
—¿Acaso no sabes quién está en el hospital?
Los ojos del moreno temblaron. Esa voz. Esa forma; Roy Mustang estaba frente a él. No, ese no podía ser él, la sonrisa macabra que tenía no podía ser de Mustang. Envy amplió su sonrisa a lo que pasaba una mano por la mejilla de Gerald.
—Si le dices algo a alguien, tu preciado Alquimista de Fuego será asesinado... por su querido subordinado —El castaño estaba perplejo mientras lo veía cambiar de forma nuevamente, no había regresado a la normalidad, esta vez Envy había tomado la apariencia del moreno—. Y eso no será todo... Si se te llega a ocurrir abrir la boca ten por seguro que no seremos tan amables como lo estamos siendo ahora...
Antes de que Gerald se diera cuenta, Envy le estaba sosteniendo el cuello fuertemente, el aire apenas pasaba, por suerte no estaba tragando nada en ese momento.
—No te mataremos, no podemos hacerlo, pero si no quieres permanecer amarrado a una silla, sufrir torturas psicológicas y recibir daño físico hasta que obedezcas como un puto muñeco sin alma incapaz de razonar por sí mismo, entonces mejor nos obedeces por las buenas ¿Oíste?
Por una parte sí le causaba cierto temor el acabar de esa manera, y con tal amenaza no creía que fuera mentira, obviamente no quería ser un cascarón vacío y dependiente como un esclavo, pero para ser honestos, le resultaba más impresionante ver su propio cuerpo delante suyo ahorcándolo, tanto que no pudo ni intentar hablar. Al ver esa reacción el contario regresó a su forma habitual, lo soltó y suspiró pesadamente.
—Otro humano idiota... No hablarás sólo para evitar la muerte de tu superior. Eres igual de patético que el humano de la otra vez...
Como había vuelto a la normalidad, el menor salió del asombro y negó, esto mientras respiraba agitado para que el aire regresara a sus pulmones.
—Aunque sea bajo mi apariencia, me parece cobarde de tu parte amenazarme con matar a alguien que está herido, aunque tienes razón supongo que por el momento no hablaré. Y segundo, no me asustó la amenaza sólo me sorprendió tu habilidad, debo decir que es impresionante.
El de cabello negro habría esperado un insulto de parte del castaño, y lo hubo, lo llamó cobarde, pero lo segundo sonó tan sincero como si fuera un halago.
Ahora fue Envy el que no supo que decir.
El moreno seguía sin saber qué diablos había pasado, todo le estaba yendo bien con la vida que había decidido tomar y ahora, de repente, esto ¿Qué podía ser tan importante para amenazar a un joven con matar a un ser querido? No quería hacerlo, claro estaba, pero no podía tan sólo arriesgar a Mustang.
De cualquier manera, el homúnculo le dijo que no empezaría ese día, así que tal vez evitar tocar el tema otra vez sería lo mejor.
—Bueno. Ya acabé ¿Ya puedo irme?
—Apenas llevas la mitad —La mirada del mayor se enfocó en la bandeja, aún había gran parte que no había ni siquiera tocado.
Gerald sólo hizo una mueca de disgusto y apartó la mirada.
—Sigo teniendo hambre y no estaba tan mal, pero prefiero morir de hambre que comer verduras. Además, me duele el cuello por culpa de alguien, no puedo tragar nada más.
El azabache rodó de ojos, como él no comía todo para él, en sentido de alimentación, era lo mismo.
—Qué quisquilloso... Bien, vámonos —El mayor caminó hacia la puerta y una vez abierta fue seguido por Gerald.
Fue un camino largo hasta afuera, un verdadero laberinto, aunque quisiera recordar el camino, el moreno ya lo había olvidado a los cinco minutos de empezar a caminar, tal vez esa era la idea.
Afuera, el sol parecía estar ocultándose, entonces Envy no mentía, sí había pasado por lo menos un día desde que se desmayó.
—Tal vez deberías inventarte una excusa para cuando llegues al hospital, ya sabes, así no mato a nadie.
El joven de cabello rizado se fue corriendo al hospital sin responderle, ni siquiera quería hablar con él en primer lugar, por el momento sólo le importaba saber cómo estaban Roy y los otros.
No tardó tanto en llegar, aquella salida subterránea y el hospital estaban más cerca de lo que creyó.
—¡Gerald! ¿En dónde te habías metido? Espera... ¿Cómo puedes caminar si tus piernas...?
Mustang estuvo muy preocupado por él, pero fue demasiado repentino su regreso, tanto su desaparición como su regreso le parecían extrañas, pero al menos empezaba a relajarse de verlo en buen estado.
—¿Mis piernas? ¿Debería tener algo? —El menor parecía más preocupado por Mustang de lo que Mustang lo estaba por él, pero no era más que actuación, aunque no totalmente ya que Gerald estaba preocupado igualmente—. ¿A qué te refieres? Ayer no estabas cuando fui a tu oficina, así que volví a casa.
El chico normalmente no decía mentiras por lo que cuando lo hacía rara vez lo descubrían. Esta vez planeaba fingir que no sabía nada de la pelea, que quien los acompañó no había sido él, era sospechoso pero no imposible, después de todo él ya conocía a un cambiaformas, si bien no podía decir nada, al menos planeaba hacerlo a él responsable.
—¿Qué? Ayer estuviste con nosotros todo el día. Esa homúnculo nos atacó e hirió tus piernas —Roy estaba sumamente confundido, lo que el menor relataba era prácticamente ilógico pero después de la pelea con Lust no sabía que creer.
—¿Homúnculo? Pero si los homúnculos no existen... Son sólo un mito —Su actuación no era mala, y además, no había heridas en sus piernas que probaran lo dicho.
No había estado con ellos... No sabía que los homúnculos eran reales... Esa era su excusa, esa era su mentira.
There's a room where the light
Won't find you
Holding hands while the walls
Come tumbling down
When they do, I'll be right behind you
So glad we've almost made it
So sad we had to fade it
Everybody wants to rule the world
~Everybody wants to rule the world/Lorde
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