Prólogo 12: En la oscuridad

Los asesinatos en serie continúan aterrorizando en Crimea, soldados heridos no han encontrado al asesino, y el pánico colectivo crece. Se ha ofrecido por la cabeza del culpable una recompensa que sigue aumentando su cifra. Los plebeyos se protegen en sus casas, aunque ninguno de ellos ha corrido peligro hasta la fecha, todas las víctimas son, en común, de un alto status.

"En el nombre del rey, ¿qué puede estar buscando si nunca se lleva dinero?" Es la pregunta popular, y popularme teorizada. Con un cartel de "Se busca" sin foto en la mano, los cazarrecompensas rondan bajo las cortinas de la noche sin luna.

Ante esa noche oscura, los demonios llamados humanos se resguardan en la luz donde son protegidos por el rebaño de más de ellos. Es por eso que los demonios solitarios salen ante la oscuridad, en busca de otro brillo, en busca de oro, dinero. En el mundo donde el pez grande se come al pequeño y los lobos se visten de ovejas, las leyes de la moral no aplican, ni en los demonios, ni en una joven que pasea sobre los tejados altos bajo la noche sin luna.

De celeste, corta y atada melena en una coleta, piel extremadamente pálida, blanca como porcelana, y su ropa masculina basándose en una camisa blanca, pantalones oscuros y corbata roja. Acechando a su siguiente presa, es hora de que el asesino sin nombre haga su jugada.

...

Un grito desgarrador rebotó en las paredes, pero nadie pudo escucharlo.

El trabajo está terminado, los cuerpos están ensangrentados e inertes ante la arrodillada chica que tenía sus manos manchadas de la misma sangre, junto con su cara, su ropa y su arma. Fue una obra rápida, sin darles tiempo de reaccionar. Entonces, ese grito no pudo ser de ellos, no fue de ellos, ella fue quien lo hizo. Fue un desahogo de su pecho con el corazón enfriado hace años.

Los demonios son humanos que perdieron la mortalidad, los humanos son demonios que viven para aprender a lastimar. Ese era su único pensamiento, el único ideal para no sentir culpa por sus pecados, los pecados se convertían en comida.

En medio de la amargura, un portal se hizo presente en la escena del crimen. La joven recobró inmediatamente la compostura al presenciar dicha anomalía, y a quien salía de esta. Ni siquiera podía decir que era un hombre, era un muchacho joven igual que ella, de ropajes nobles, resaltando ser uno. Era...

Sasuke: Has provocado un completo desastre, pero los postres se hacen rompiendo huevos.

Ella lo miraba con desdén, pero él se rió de eso. La atmosfera fue silenciosa por un momento, impacientando a la asesina, quien fue directamente con un ataque, pero dos soldados la detuvieron antes que tocase al príncipe.

Sasuke: Tranquila, tranquila, no cometamos una tontería cuando podríamos entendernos.

Sonreía arrogante, ella guardó silencio. Él parecía sacar algo que tenía guardado, ella no bajó la guardia, mas no se esperó ver que ese algo fuese una bolsa considerable de monedas.

Sasuke: Entonces... Tokachifu, una mercenaria a sueldo, tú y yo podemos hacer una buena negociación.

No entendía en lo absoluto ni concebía que supiese su nombre, un extraño y descarado noble que salió de un vórtice... Pero no despegaba su atención del dinero que se le ofrecía. Decidió escucharlo.

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