Capítulo 1
Ya habían pasado siglos desde que el nuevo mundo había sido creado, tiempo en el cual los seis Dioses se esforzaron para hacer la vida de los mortales cada día mejor. Si bien, en un comienzo el menor de ellos recibió un gran rechazo por parte de sus compañeros, no se hizo mayor problema, logró convencerlos, fue capaz de llegar a su corazón con sus acciones y palabras.
Tras cincuenta años de celos, finalmente fue el Dios de la Luz quien fue el primero en aceptarlo, conocerlo y admirarlo. Pronto comenzó a hablar de él frente a sus hermanos, quienes, escépticos, se negaron a creer.
El segundo en caer ante sus tentaciones fue el Dios de la Muerte. Esto se debería al reino entre las estrellas que su hermano habría hecho para él, un reino donde podría ubicar a las almas cosechadas, un reino increíble. La mayor también tendría mucho que agradecer ante la creación de este, pues, ahora que las almas poseían un lugar en el que descansar, después de cien años de permanecer allí, los recuerdos de su vida anterior serían borrados por completo, permitiéndole a la Diosa reutilizar esta alma para continuar con la creación de la vida.
Sin embargo, dos de sus hermanos no se encontraban tan alegres con su presencia. El Dios de la Destrucción, quien realmente seguía algo molesto por robarse el crédito del trabajo que todos habían realizado, y el Dios de la Oscuridad, él jamás explicó la razón de su enojo, simplemente se alejaba, lo miraba amenazante, con cautela, con odio, analizando cada uno de sus pasos.
Pero el menor de todos los Dioses no parecía afectado por su comportamiento tan agresivo, sus otros hermanos jurarían que estaba tramando algo para agradarles. Y, efectivamente, así fue.
Una noche, precisamente aquella en la cual los mortales idolatraban a los Dioses, entregándoles ofrendas o altares, el menor de los hermanos decidió llevar a todos hacia un lugar despejado de nubes, en donde podían observar perfectamente a los mortales recitando varios versos en su honor, utilizando extraños nombres por los cuales los llamaron.
—¿Quién es Reaper? —Preguntó de repente el Dios de la Muerte.
—Eres tú, hermano. Ese es el nombre que nuestros queridos súbditos te pusieron, es el nombre indicado para ti. Ellos nos quieren e idolatran tanto que decidieron ponernos un nombre a cada uno de nosotros—. Recalcó la última frase, mirando de reojo a quienes aún lo odiaban profundamente. —Son regalos que han hecho para nosotros, su forma de amarnos.
—¿A todos? —Preguntó el Dios de la Destrucción, maravillándose con la idea de que alguien finalmente le admire.
—A todos, mi querido hermano. Nos aman a todos—. Rápidamente se agruparon a su lado, esperando conocer los nombres que los mortales habían hecho con tanto amor y cariño. —Nuestros nombres son; Reaper, Toriel, Dream, Ink, Error...—Señaló a cada uno de los que se encontraban a su lado, respectivamente, quienes sonreían ante su nuevo apodo. Se felicitó inconscientemente al ver a su contraparte, el Dios de la Destrucción, a su lado, mirándolo por fin con un rostro que no representaba molestia, sino admiración.
Sin embargo, su felicidad fue breve, pues al momento de intentar darle un nombre a uno de sus hermanos mayores, se percató de que este no lo rodeaba, no estaba a su lado, seguía apartado del resto, mirándolo con más odio que nunca por haberse llevado a su única compañía de su lado. Sin importancia se aproximó a él, no le interesaba en lo absoluto que no fuese de su agrado, ya tenía a Error admirándolo, con él y sus demás hermanos, un Dios rabioso no era problema alguno.
—Tú también tienes un nombre, hermano—. Le sonrió amablemente, recibiendo un gruñido por parte del mayor. —Tu nombre es Nightmare, ellos te lo dieron con mucho cariño—. Soltó una risilla por el comportamiento arisco del contrario, probablemente era el único que notaba ciertos defectos en el creador, mientras no le cause problemas, evitaría charlas. —Ahora, mis hermanos, miren abajo, miren nuestras tierras, nuestro mundo, como nos admiran.
Posicionó uno de sus brazos sobre el hombro del destructor, guiándolo bajo la atenta mirada de aquel Dios que tanta negatividad poseía en su interior, quien les siguió manteniendo algunos metros de distancia, no confiando en "Ink" por ningún motivo.
—Mira allí, Error, mira esos humanos, esos mortales te admiran, realmente lo hacen, tienen un altar únicamente para ti... y allí hay otro para Reaper, incluso para Nightmare... Son muy amados, realmente lo son.
Lo dejó allí, felizmente observando como mortales hacían aquellos actos tan extraños únicamente para adorarlos, se sentía amado, al fin podía sentirse amado por su pueblo.
Al ver al creador irse a apreciar su propio altar, "Nightmare" finalmente se acercó, permaneciendo a un lado del Dios azabache. Miró el mundo creado, como eran "admirados", el "amor" que representaban para los mortales.
—Mira, Osc... Nightmare, si habían mortales que nos querían, nos habíamos equivocado, Cread... Ink, no es tan malo, después de todo.
Recibió un pequeño abrazo que correspondió con rapidez, estaba tan feliz que fue incapaz de ver la realidad, el Dios de la Oscuridad tampoco quiso hablar respecto al tema, sabía que, tarde o temprano, se quitaría la venda de sus ojos y comprendería la realidad.
Aquel "altar" que los mortales hacían por amor a ellos, eran de una secta satánica que sólo los utilizaba como entidad representativa por el mal que creían que causaban sobre los demás. Nadie los amaba, estaban solos.
[ . . . ]
En los siguientes veinte años la civilización mortal creció, finalmente habían encontrado una forma de pescar en las zonas más profundas del agua con la creación de sus balsas hechas de madera. No era resistente a grandes impactos como para ser llevadas al océano, pero eran perfectas para los lagos.
Por supuesto que no fue su idea, eran simples mortales, ¿qué saben ellos de pensar adecuadamente? No los equiparon con ese propósito, su única misión era vivir y poblar el mundo para que todo este equilibrado. Fue el Dios más amado, Ink, quien les envió la señal divina para la construcción de aquel objeto, si él no hubiese derribado los árboles después de la espantosa tormenta que hubo, jamás habrían descubierto que su madera era un buen material para construir cosas que floten.
Desde el templo, los dioses observaban a su pueblo, uno de ellos algo desconcertado, pues no había sido Ink quien había derribado los árboles, había sido él, en petición de Reaper y Toriel.
—Ink—. Le llamó, separándose de Nightmare, sabía que a este no le agradaba del todo el creador. —¿Por qué dicen que tú los ayudaste? Yo rompí el árbol a petición de nuestros hermanos, tú no pensaste en ello...
—¡Oh! Verás, Error, los mortales suelen admirar a un Dios por lo general porque tardarían mucho alabando a todos, pero ya verás cómo en un par de años estarán haciendo libros acerca de ti y de nuestros hermanos, ellos nos aman a todos, pero que no te estén mencionando no significa que no les importes.
Satisfecho con la respuesta, el azabache regresó con Nightmare, quien le esperaba molesto e impaciente al verlo charlar con el Dios de la Creación. Este le dedicó una mirada sonriente; había utilizado su desarrollada habilidad de manipulación hacia el resto y él, habiendo nacido como el más listo de todos, sólo podía aprovechar cada oportunidad que se le presentaba. El Dios de la Oscuridad lo sabía, lo odiaba.
—Nightmare, ¿no quieres ver el mundo? Se acerca la noche de admiración, podemos ver qué están haciendo para nosotros por adelantado.
—No se me apetece... y te he dicho que no me llames así, ese es el nombre que "Ink" nos puso, me niego a ser llamado de una forma tan... grotesca.
—No es verdad, es el nombre que los mortales hicieron para nosotros, nos quieren mucho y nos han puesto nombres por ello—. Nightmare le miró, si tan sólo su pareja supiera que esos apodos tienen un significado malvado seguramente no estaría tan feliz ahora. Pero no podía hacer nada al respecto, había caído en las garras de Ink y nada podía hacer al respecto.
—Ven, mejor vamos a mi árbol—. Sujetó la mano del contrario, besándola en el proceso, para poder guiarlo correctamente hacia el lugar indicado.
Eran una hermosa pareja desde hace trecientos años y, aunque en un comienzo fue realmente extraño ver a dos dioses hermanos siendo pareja, no le tomaron muchísima importancia, siempre y cuando cumplieran con su labor todo estaría bien.
Lo que Error ignoró fue el odio que desprendió el mayor hacia su gemelo cuando este habló acerca de lo feliz que se encontraba con los tributos en su honor. Tal vez esa fue su equivocación, tal vez allí fue donde falló.
Tal vez no debió esperar tanto tiempo.
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Estamos en los capítulos iniciales, son esenciales para entender un 'por qué' después.
uuu
Perdón por la demora, jiji.
〖✿-Cxnni-❀〗
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