chapter one. unknown monster

.˚ׅ ❛ capítulo uno
unknown monster ❜𓈒˙

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Día, tarde y noche ya se habían vuelto una rutina en mi vida. Despertar, desayunar en cinco minutos, salir a trabajar todo el día y antes de que se esconda el sol, correr junto al demás equipo de vuelta al área para cenar e hidratarnos un poco. Sin embargo, la regla estaba ahí: volver antes de que baje el sol.

Es de ley y lo sé, por lo que en cada esquina o cada vez que recuerdo medir la distancia del sol a dónde se esconde, me detengo para asegurar cuánto tiempo tengo para volver y en qué momento debo regresar si o si.

Coloco ambas manos con guantes oscuros especiales y de cuero sobre mi cintura, entrecerrando un poco los ojos ante la luz del sol que apenas parece querer esconderse. Me doy la vuelta y busco a mis compañeras de recorrido cuando me encuentro con Marie, una chica de un año menor que yo, de cabello castaño y altura mínima, llegó hace como dos meses y aún está acostumbrándose a la vida aquí, así que en cuanto me ve se me pega como un chicle.

—¿Dónde se han metido las demás?— le pregunto.

—Lili estaba conmigo, dijo que nos vería en la puerta y Arabella se fue por otro camino— comenta la chica.

Niego en desaprobación —Bueno, al menos dos de nosotras debe llegar juntas, vamos, ya casi anochece.

Empiezo a correr nuevamente y ella me sigue el paso trotando, así que más tarde nos encontramos con Lili en la entrada, analizando unas ramas sobre el gran muro de mármol.

—¿Que es tan especial?— interroga Marie.

Lili se gira a nosotras —Estaba muriéndome de aburrimiento ¡Por fin! ¿Podemos irnos a comer? Muero de hambre, maldita sea.

Abro los ojos de par en par, Lili lo único lindo que tiene es el nombre, pues si bien es bastante grosera con la mayoría y no le gusta esperar, así que supongo que está echando humo por las orejas.

Ella se da vuelta y se adentra al área, diriendo sus pasos hasta las mesas organizadas para cenar.

—No es muy agradable, ¿Verdad?— inquiere Marie hacia mi.

La miro con ambas cejas alzadas —¿Tu crees?

—¿Quien no es muy agradable? —pregunta Arabella, llegando hasta nosotras —. ¿Stella?

—No, tu— le contradigo con una sonrisa —¿Dónde estabas? Quedamos en vernos todas aquí.

—Admite que me extrañas— me sonríe de vuelta, mientras tanto me da un empujón para empezar a avanzar —. Tengo hambre.

En las sillas, me siento junto a ella, miro el plato de hoy; pollo, arroz y un pedazo de pan. Básicamente es lo mismo para todas, el pollo está servido en una clase de salsa y en platos que están servidos a lo largo de la mesa llena de chicas.

—Podría dormir unos tres días después de hoy— comenta Arabella, junto a mi y mientras despedaza un pedazo de pollo.

—Ni se te ocurra, hay mucho trabajo que hacer para mañana, según el mapa debemos volver a la zona Z para examinar— le recuerdo Stella, bebiendo agua de mi vaso —Ademas, no pienso quedarme sin mi compañera de laberinto.

—Con que no me despiertes a las siete de la mañana como hoy, todo perfecto.

—¡Eran las once de la mañana!

—No tienes pruebas— dice, haciendo una voz graciosa, antes de meterse otra pieza de pollo a la boca.

—Para la siguiente en lugar de hablarte tranquila te sacaré de la cama a patadas— murmuro entre dientes, sin embargo, Arabella si que me ha escuchado.

—Siempre lo haces— recrimina.

Estoy apunto de responder cuando Annora, nuestra líder de la comunidad, nos interrumpe. Es una mujer adulta, de baja estatura y cabello con canas que alguna vez fue castaño.

Todo el mundo la respeta, fue la primera en llegar hace no se cuánto tiempo.

—La hora de comer es para eso, no para pelear— nos señala a ambas, con esa mirada de la que todas en el grupo temen —Ahora, disculpense.

Bajo la mirada cuando siento que todo el mundo nos está mirando. Arabella y yo somos muy buenas amigas, solo que a veces tenemos nuestros pequeños roces, pero en su mayoría solo es para divertirnos o molestarnos la una a la otra, Annora no lo ve así y siempre nos reta por ello.

—Perdón— susurra Arabella.

Resoplo —También lo lamento.

—No te escucho— se burla Arabella, como dije, solo para molestarnos.

—Que no lo lamento— corrijo, con una sonrisa de lado a lado.

—¡Pero lo harás!

Annora suelta un suspiro que nos hace callar a ambas nuevamente, así que Arabella se sienta una vez mas en su lugar cuando está apunto de estrellar su pieza de pollo en mi cabeza y yo el vaso de agua que tengo en mi mano.

—Ustedes nunca van a cambiar— la mujer manotea al aire, dándose por vencida con nosotras —Solo no se maten, ¿Quieren? Al menos no cuando yo esté cerca.

─Nos matamos cuando no veas, no te preocupes— dice Arabella, mostrando una fingida sonrisa.

—Sí, si no la mato primero— añado, asintiendo con aprobación y cuando Annora me da una de sus miradas asesinas —Digo, que buena está la comida.

Annora se marcha y la comida continúa con normalidad y mucha tranquilidad.


La aldea se dividía en diferentes tareas mediante un sorteo al llegar solo y sin recuerdos, es horrible, de tienen al menos dos días antes de decidir que servicio quieres o si prefieres el sorteo, la mayoría prefiere el sorteo ya que es más sencillo y parece que siempre acierta. Cuando llegue aquí estaba totalmente perdida, tenía un sentimiento de huir al otro lado del laberinto y vivir ahí lejos de todo lo abrumador que puede ser este lugar.

Sin embargo, cuando llegó la fecha del sorteo y la noticia de que sería exploradora, supe que era en realidad eso. Mis ganas de huir y explorar.

Después de una buena cena, en su mayoría se organizan pequeñas reuniones para celebrar un día más, un día sin muertes como hoy, pero en lugar de eso, cuando todas están festejando, yo me alejo del grupo para caminar hasta el mapa del laberinto en el que se trabaja, en el que trabajamos todas.

Puede que sea una adicta al trabajo y así, pero quiero asegurarme de que todo esté en órden o si no me volvería loca, en parte es nuestro trabajo como exploradoras, mantener a todas a salvo. Marco con una X las zonas que ya hemos registrado más de mil veces con un gis blanco y me quedo mirándolo un buen rato.

—No hay nada nuevo— comenta Marie, acercándose para mirar el mapa —¿Que tiene esto que sabe tan mal y bien al mismo tiempo?

Miro lo que ella, trae una botella transparente con una clase de licor —como explico Lili, su especialidad —de la que se suele consumir en esta clase de fiestas.

—Lili dijo que utiliza etanol, agua y jarabe— recuerdo.

Marie finje tener un escalofrío —El olor se me hace familiar.

Sonrió sin decir nada, mirando el mapa frente a mi.

—¿Que buscas?— inquiere con curiosidad.

Niego —Nada, solo...— suspiro —Pensaba buscar algo nuevo, pero no hay nada, le pediré a Arabella que salgamos mañana por la mañana, quizá encontremos algo, ¿Quieres ir?

Ella niega con la cabeza, en realidad, este trabajo no es para muchas, Marie apenas soporta estar algunos días fuera durante la semana.

—Estoy bien, gracias, recompensare esas horas en otro trabajo— confiesa —Espero no te moleste.

—¿Por qué lo haría?— me preguntó con una sonrisa, extiendo mi brazo hacia ella —Creo que deberíamos volver a la fiesta.

Y así lo hago, la acompaño hasta el grupo que cena con tranquilidad y bebé el líquido raro de Lili como si fuese solo agua.

—¿A ti te gusta eso?— cuestiona Marie, extendiendo un vaso hacia mi.

Le doy una olfateada, es fuerte, tanto que mis ojos lloran un poco.

—Un poco, si— admito, limpiando mi rostro —Solo espero que no esté envenenada.

Marie frunce el ceño, pero como si recordara algo, su rastro de confusión se esfuma.

—Claro, tu y Lili, ¿Uh?— menciona y asiento, entonces me quita el vaso y lo prueba primero —Sí, está limpio.

Rió —¿Y eso por qué?

Encogió sus hombros —Tengo un raro complejo suicida.

—¿Y aún así te asusta ser exploradora?— alzó ambas cejas.

—Sí, pero ese es otro tema— señala.

Vuelvo a reír, bebiendo del vaso con la mirada atenta de Lili al otro lado de la mesa en la que estamos enfrente. Sí, no es una sorpresa que su rencor la persiga a tal punto de probablemente envenenarme con una bebida como está, pero es mi culpa, más que nada mi culpa, yo fui quien la termino luego de solo unos días.

Le doy una pequeña sonrisa tímida, alzando el vaso y luego volviendo a beber. Veo como rueda los ojos y después se va.

—Si me encuentras sin vida en la mañana ya sabes por qué— le comento a Marie y ella ríe un poco al ver la reacción de Lili.

—¿Por qué te odia tanto?— se pregunta de pronto —Lo siento, es que me gusta estar informada— bromea.

Suelto una pequeña risa ante su comentario, encogiendo mis hombros como respuesta.

—Es mi culpa— admito —Solo eso te puedo decir.

Forma una pequeña mueca, Marie y Arabella son las únicas personas con las que realmente me siento cómoda, Marie llegó hace unos meses como mencioné y desde entonces la he visto hablar con cada chica de este lugar, porque sí, solo hay chicas aquí y creo que en parte por ello funciona el sistema hasta ahora.

Annora es la más vieja del lugar, por eso todas la vemos como una líder aunque yo tengo un vago sentimiento de cariño hacia ella de vez en cuando, como si fuera una figura materna o algo así para mí, resulta extraño porque no recuerdo nada de ella antes de llegar aquí, así que solo está ahí, paseándose por la aldea, cuidando cada puesto y asegurándose de que todo salga bien y que no existan conflictos, aunque eso ocurre rara vez.


Muy pocas personas se atrevían a cruzar algunas veces el laberinto misterioso que rodeaba la aldea, la mayoría prefería trabajar en otros asuntos como el ganado, limpieza o la cocina, incluso para hacer vigilancia, pero jamás se atrevían a pasar un día entero solas en ese lugar. El motivo era muy simple: es escalofriante.

Sin embargo, la valentía y los retos es lo que más me gusta. Desde temprano Arabella y yo tomamos nuestros rumbos como compañeras de recorrido, en busca de alguna salida de este lugar que, aunque es cómodo y complaciente, no es suficiente, no sabemos nada de nada, si hay un mundo exterior a caso o si la persona que envía cada mes a una nueva integrante es amiga o enemiga.

—¿Eso siempre estuvo así?— Arabella hablo detrás de mi.

Me gire para ver lo que ella, había un muro gigante con unas marcas de color negro en la zona B, era particularmente diferente, habíamos cruzado antes por aquí, pero jamás habíamos notado esas marcas.

Abro la boca para hablar, pero no tengo tiempo de hacerlo cuando la pared se mueve, haciendo que mi impulso me retroceda hasta chocar con la siguiente pared.

—No lo creo, no recuerdo haberlo visto en los mapas— respondo algo confundida —Deberiamos marcar esta zona e investigar mejor, pero con cuidado, es muy temprano para morir, ¿No?

Arabella suelta una risilla. —Siempre es buen momento para morir.

Sonrió un poco hacia ella, aunque dura tan solo unos segundos. La siguiente pared está moviendose y así consecutivamente hasta dejarnos encerradas a ambos en un cuadro.

Maldigo internamente ¡No quiero morir!

—Creo que el mapa ya no nos va a servir…— menciona Arabella y niego.

—¿Me puedo asustar ahora?— murmuro, buscando una salida por todos lados, pero sin éxito.

—No te lo permito— me responde, sin embargo, esta vez no es parte de una de sus bromas. Es muy, muy en serio.

Tomo una bocanada de aire, cerrando mis ojos al mismo tiempo en el que intento empujar la puerta que se acaba de cerrar. Lo intento, la golpeó, pateo e incluso busco más de esos dibujos raros, pero nada funciona.

—¡Ábrete, ábrete!— le grito, entrando en desesperación, odio tanto los lugares pequeños que siento que moriré aquí mismo.

—No creo que funcione— menciona Arabella.

—Tienes razón, hay que pensar bien primero— suspiro, a punto de perder la cordura —De acuerdo, si una puerta se abre, entonces la otra también, así debe ser.

Me acercó hasta la pared detrás de Arabella, apenas la estoy tocando cuando está empieza a abrirse una vez mas.

—¿Lo ves? Es ciencia— sonrió orgullosa, tratando de ocultar mi miedo —Salgamos de aquí.

El silencio reina el lugar por un buen rato después, el pasillo siguiente parece vacío y de inmediato lo reconozco, es la zona A. Empezamos a dirigir nuestros pasos, cuando entonces escuchó una clase de zumbido que retumba en mis oídos, sin embargo, no puede ser posible escuchar eso a menos que sea de noche.

Ahora mismo el sol quema nuestra piel, por lo que solo tengo una cosa segura y es que no estamos a salvo todavía. El zumbido de hace más y más fuerte, es algo inevitable, no se puede ignorar y menos cuando se intensifica a tal punto que lo escucho detrás de nosotras.

Me giro y me arrepiento de haberlo hecho, no solo porque mi corazón se detiene un segundo y el alma se me cae al suelo, si no porque no puedo moverme para correr ante la figura gigante.

La figura o mejor llamada como «Draknors» está detrás frente a nosotras, en la entrada que da a la zona A. La criatura tiene el cuerpo parcialmente cubierto de metal, con platas relucientes que parecen ser su propio escudo. Sus alas, grandes y de un color carmesí emergen de su espalda, aunque no cumplen con el propósito de volar. Aquello avanza sobre sus patas cortas pero sin dedos, y cada paso parecía causar un leve sacudida al piso que nos hace tambalearnos en la tierra.

«solo salen de noche» recuerdo «¿Por qué estoy viendo eso de día?»

Cómo si algo hiciera click en mi cabeza, empecé a encender mi instinto de supervivencia y a mirar por todos lados en busca de una salida rápida antes de morir por ese monstruo.

Cuando veo el brillo azul que emerge de su pecho es como si ya supiera lo que va a hacer, cuando no es así.

—¡Cuidado!— grito, empujando a Arabella hacia un lado cuando veo a Draknors abrir la boca, como si fuera a comernos de un bocado.

Ambas caemos al suelo, justo antes de que el fuego azul nos achicharre a alguna de las dos. Puedo sentir la quemadura en mi brazo, pero es tarde porque el fuego se queda encima de nosotras por cierto tiempo y después desaparece como si nada.

—Ahora tiene sentido las marcas en las paredes… —murmura Arabella, mientras la criatura empieza a acercarse.

—¡No podemos enfrentarlos! ¡corre!

La criatura gruñe, tengo que empujar a Arabella y ella a mi para correr otra vez hasta la zona B. Me aseguro de estar pegada a ella mientras corro para no irnos por caminos separados y que la situación se salga más de control.

Estoy sudando, mis piernas y el brazo me duele pero también el corazón latiendo en mis oídos me indica que siga corriendo, que no me detenga hasta que el Draknor abre su hocico una vez mas para lanzar fuego. Mis piernas se desvían porque da justo en el centro, así que lo último que veo es a Arabella correr en dirección contraria.

Siento los pasos que hacen brincar el suelo conforme la criatura me persigue, hay muchísimas salidas a mi lado, pero no alcanzo ninguna debido a la velocidad que llevo. Entonces sin más, me lanzó a cuerpo completo hasta la zona H, no se cómo llegue aquí, pero caigo al suelo unos segundos, lo suficientes para que el Draknor me alcance una vez mas, así que impulso mis piernas, una frente a la otra sin mirar atrás.

Solo se que debo correr, correr sin parar pero no en una misma dirección, eso haría que me alcance, eso es seguro. Me desvío no sé cuantas veces, las suficientes para cuando escucho únicamente los bufidos de cansancio que salen de mi boca. Me recargo entonces en una pared, respirando por la boca, el sudor baja por mi frente, así que limpio mi rostro y analizo la quemadura de mi brazo, es mediana y mi piel sigue echando humo, así que debo llegar a la aldea ahora mismo si no quiero sufrir peores consecuencias que solo la quemadura y una posible cicatriz.

Me quedo con la espalda recargada a la pared, cuento hasta tres y entonces vuelvo a correr ahora en dirección a la aldea. Cuando llegó, el sol está bajando y hay algunas mujeres en la entrada, mirando al laberinto con preocupación en sus rostros. Doy un brinco hasta el otro lado, cayendo una vez mas al suelo cuando mis piernas no soportan mi peso de golpe.

Escucho voces a mi alrededor, pero simplemente no puedo entender lo que me dicen, al menos no hasta que la sombra me calma un poco la piel.

—¿Qué paso, Stella? ¿Qué paso?— Annora me sacude un poco.

Me echa agua a la cara, lo suficiente para hacerme despertar de golpe. Todas están a mi alrededor, al menos casi todas.

—¿Dónde está?— inquirió en un hilo de voz, buscando con la mirada a mi acompañante.

—¿Quién? ¿Y Arabella? Creí que venían juntas— comentó una de las chicas.

—¿No ha vuelto aún?

Mis palabras solo alteran al grupo, la noche está cerca y las puertas van a cerrarse en cualquier momento, así que no me sorprende su preocupación, yo misma estoy dispuesta a volver por ella cuando la veo.

—¿Qué vamos a hacer? No podemos salir— escuchó Stella entre las tantas voces alteradas.

—Hagamos grupos de tres, podemos encontrarla.

Annora les negó a cada propuesta y loca idea que salía de la boca de todas ellas.

—Primero hay que calmarnos— sentenció —Lizzie, lleva a Stella a la enfermería, quiero que se quede un grupo a vigilar y…-

Me niego, escucho pasos desordenados y muy acelerados, que interrumpen la discusión entre ellas.

—¡Alejense!— grita Arabella, quién sigue dentro del laberinto.

Frunzo el ceño al mirar lo que tiene persiguiendola. Es una cosa completamente diferente a la que habíamos visto antes y siempre, era una cosa horrible, entre mezcla de carne roja y metal, el cuerpo le goteaba con líquido oscuro y contenía unas horribles espinas puntiagudas.

Las puertas empezaron a cerrarse, como si fuese una señal de que la criatura quiere que se quede dentro. Estoy cansada, pero apunto de entrar con ella cuando alguien me toma del brazo para que me aleje cuando Arabella cae al suelo y las puertas se cierran antes de que la criatura le siga el paso.

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